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Full text of "Deslinde; cuadernos de cultura política universitaria"

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PRECIO  $5.00 


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UNIVERSIDAD  E 
ERDISCIPLINARIEDAD 


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GALO  GOMEZ  OYARZUN 


ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD  I  INI  A  A  A 
INACION  DE  HUMANIDADES  Ul  N M/VV 


UNIVERSIDAD 
E  INTERDISCIPLINARIEDAD 
Galo  Gómez  Oyarzún* 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


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. 


*Fue  Vicerrector,  Director  de  las  Escuelas  de  Educación  y  Gradua¬ 
dos  en  la  Universidad  de  Concepción  (Chile),  y  Presidente  de  la  Co- 

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misión  Nacional  de  Investigación  Científica  y  Tecnológica,  (CONICyT) 
de  Chile. 


3 


7X0.0 ?$ 


I.  INTRODUCCIÓN 

Es  frecuente  leer  u  oir  algo  que  es  muy  cierto,  de  que 
"las  universidades  adoptan  una  actitud  muy  crítica  en 
relación  a  la  sociedad,  pero  muy  conservadora  en  rela¬ 
ción  a  la  manera  en  que  ellas  mismas  reflejan  a  tal  so¬ 
ciedad  —  especialmente  en  cuanto  a  lo  que  enseña  y 
cómo  lo  enseña”. 

Estamos  frente  a  una  contradicciói  que  según  Gass 
se  debe  a  que  para  propósitos  de  enseñanza  se  organi¬ 
za  el  conocimiento  en  disciplinas,  las  que  a  su  vez  ha¬ 
cen  de  base  a  la  organización  universitaria  en  feudos 
autónomos  que  definen  las  diferentes  especialidades  de 
la  enseñanza  y  la  investigación. 

Sin  embargo,  la  ciencia  moderna  nos  está  enseñan¬ 
do,  ya  se  trate  de  fenómenos  sociales  o  naturales,  de  la 
interacción  entre  disciplinas  que  incluso  engendran  nue¬ 
vas  disciplinas.  Así,  se  ha  dicho:  “La  ‘interdisciplina’ 
de  hoy  es  la  ‘disciplina’  de  mañana.  De  hecho,  la  cla¬ 
sificación  de  conocimientos  según  una  jerarquía  de  dis¬ 
ciplinas,  no  es  sino  el  reflejo  de  valores  sociales”. 

Respecto  del  tema  que  nos  preocupa,  existe,  actual¬ 
mente,  toda  una  controversia.  Podemos  distinguir  tres 
grupos: 

1.  Los  que  estiman  que  la  misión  de  la  Universidad 
es  producir  eruditos  y  científicos  y  ven  en  la  en¬ 
señanza  por  disciplinas  la  piedra  angular  de  la 
formación  intelectual  y  la  defienden  con  vigor. 

2.  Los  que  esperan  que  la  Universidad  alimente  con 
personal  calificado  al  sector  profesional  (escuelas 
de  medicina,  escuelas  de  ingeniería  etc),  incluso 
admitirán  que  muchas  disciplinas  entran  en  juego, 
si  ellos  también  piensan  que  defender  su  “disci¬ 
plina”,  es  así  mismo,  defender  su  “profesión”. 

3.  Aquellos  para  quienes  la  misión  de  la  Universidad 
es  formar  hombres  y  mujeres  “cultos”  sin  preo¬ 
cuparse  de  saber  si  se  trata  de  científicos,  de  eru- 


ditos  o  de  especialistas,  desean,  por  supuesto,  que 
varias  disciplinas  mezcladas  compartan  el  honor. 


Obviamente,  en  cada  caso  la  interdisciplinariedad 
tendrá  un  significado  distinto,  lo  que  plantea  la  nece¬ 
sidad  de  estudiarla  y  ver  en  que  medida  favorece  una 
enseñanza  y  una  investigación  adaptadas  a  la  evolu¬ 
ción  del  conocimiento  y  de  nuestra  sociedad. 

Quienes  propugnan  la  interdisciplinariedad  sostienen 
que  el  cambio  creativo  de  la  enseñanza  universitaria  y 
la  investigación  exige,  cada  vez  con  mayor  fuerza,  un 
acercamiento  a  la  enseñanza  interdisciplinaria.  Gass  di¬ 
ce,  que  esto  no  plantea  la  necesaria  destrucción  de  la  en¬ 
señanza  organizada  por  disciplinas,  sino  de  enseñar  és¬ 
tas  en  función  de  sus  relaciones  dinámicas  con  otras  dis¬ 
ciplinas  y  con  los  problemas  de  la  sociedad. 

la  interdisciplinariedad  no  es  una  panacea  que  ase¬ 
gure  por  si  sola  la  evolución  de  las  universidades;  es  un 
punto  de  vista  que  permite  una  reflexión  profunda,  crí¬ 
tica  y  saludable  sobre  el  funcionamiento  de  la  institu¬ 
ción  universitaria. 

La  cuestión  de  la  enseñanza  y  de  la  investigación  in¬ 
terdisciplinaria  es  vasta  y  compleja.  Un  aspecto  ha  sido 
el  uso  de  la  terminología.  El  profesor  Guy  Michaud  pro¬ 
puso  en  un  documento  que  se  distinguieran  cuatro  nive¬ 
les:  multidisciplinariedad,  pluridisciplinariedad,  inter¬ 
disciplinariedad  y  transdisciplinariedad,  posteriormente 
enriquecida  en  su  definición.1 


11  Disciplinariedad.  Axiomática  de  una  sola  disciplina  que  es  im¬ 
puesta  a  otras  disciplinas  que  se  encuentran  en  el  mismo  nivel,  lo  cual 
crea  una  rígida  polarización  que  pasa  a  través  de  las  disciplinas  a 
una  axiomática  disciplina  específica. 

Multidisciplinariedad.  Una  gama  de  disciplinas  que  son  ofrecidas 
simultáneamente,  pero  sin  hacer  explícitas  las  posibles  relaciones  en¬ 
tre  ellas. 

Pluridisciplinariedad.  Yuxtaposición  de  varias  disciplinas,  normalmen¬ 
te  al  mismo  nivel  jerárquico;  agrup  ción  que  permite  un  posible  me¬ 
joramiento  de  las  relaciones  entre  ellas. 

Interdisciplinariedad.  Axiomática  común  para  un  grupo  de  discipli¬ 
nas  conexas  y  que  es  definida  en  el  próximo  nivel  o  subnivel  jerárqui¬ 
co  superior,  con  lo  cual  se  introduce  una  noción  de  objetivos;  la  in¬ 
terdisciplinariedad  teológica ,  actúa  entre  los  niveles  pragmático  y  em- 


o 


Así,  por  ejemplo,  pluridisciplinariedad  significa  sim¬ 
plemente,  la  yuxtaposición  de  disciplinas,  mientras  que 
Ínter  disciplinar  iedad  quiere  decir  integración  de  los  mé¬ 
todos  y  los  conceptos  en  estas  disciplinas. 

Así,  una  Universidad  puede  ser  pluridisciplinaria  (si 
reúne  varias  disciplinas)  y  proponer  cursos  de  una  so¬ 
la  disciplina  o  cursos  pluridisciplinarios  (enseñanza  de 
diferentes  disciplinas) ;  o  bien  cursos  interdisciplinarios 
(enseñanzas  que  hacen  ver  las  relaciones  entre  diversas 
disciplinas) . 

En  el  “Seminario  sobre  la  Interdisciplinariedad  en 
las  Universidades”,  efectuado  en  la  Universidad  de  Niza 
(Francia),  del  7  al  12  de  septiembre  de  1970,  uno  de 
los  documentos  sometidos  a  discusión,  planteaba  el  pro¬ 
blema  del  papel  y  la  función  de  la  universidad  en  el 
marco  de  la  nueva  sociedad  y  suscitaba  un  cierto  núme¬ 
ro  de  preguntas  acerca  del  modo  en  que  la  interdiscipli¬ 
nariedad  está  ligada  a  las  funciones  de  la  Universidad. 
En  esa  oportunidad  se  consideró  que  la  interdisciplina¬ 
riedad  júgaba  un  papel  importante  en  los  diversos  cam¬ 
pos  que  siguen: 

— Educación  General 

a)  El  primer  paso  es  hacer  que  los  estudiantes  reve- 

pírico;  la  interdisciplinariedad  normativa,  entre  los  niveles  pragmáti¬ 
co  y  normativo;  y  la  interdisciplinariedad  objetivizada  entre  el  nivel  nor¬ 
mativo  y  el  dirigido  hacia  un  objetivo. 

En  términos  más  simples  es  la  interacción  entre  dos  o  más  discipli¬ 
nas  diferentes.  Tal  interacción  puede  ir  de  la  simple  comunicación  de 
ideas  hasta  la  integración  mutua  de  conceptos  directivos,  metodología, 
datos  y  la  organización  da  la  investigación  y  la  enseñanza  en  un  cam¬ 
po  más  bien  grande.  Un  grupo  interdisciplinario  está  compuesto  por 
personas  que  han  recibido  una  formación  en  diferentes  conceptos,  mé¬ 
todos,  datos  y  términos,  y  que  se  organizan  en  un  esfuerzo  común,  al¬ 
rededor  de  un  problema  común,  y  donde  existe  una  intercomunicación 
continua  entre  los  participantes  de  las  diferentes  disciplinas. 

Transdisciplinar  iedad.  Coordinación  de  todas  las  disciplinas  en  el  sis¬ 
tema  de  educación/innovación,  sobre  la  base  de  una  axiomática  gene¬ 
ralizada  (introducida  desde  el  nivel  de  los  objetivos  hacia  abajo),  y  la 
aparición  de  su  modelo  espistemológico  (sin  “espistemológico” ) . 

En  otras  palabras,  establecimientos  de  una  axiomática  común  para 
un  conjunto  de  disciplinas  (Ej:  la  antropología  considerada  como  “la 
ciencia  del  hombre  y  de  sus  logros”,  según  la  definición  de  Linton). 


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len  sus  aptitudes  y  luego  darles  orientación  con  el  fin 
de  que  definan  cuál  será  su  papel  en  la  sociedad. 

b)  También  es  necesario  que  “aprendan  a  aprender”, 
antes  de  adquirir  tal  o  cual  orden  de  conocimientos. 

c)  Por  último  y  más  generalmente,  es  importante  per¬ 
mitir  a  los  estudiantes  que  se  sitúen  en  el  mundo  de  boy, 
que  comprendan  y  que  critiquen  las  innumerables  infor¬ 
maciones  que  les  llegan  cotidianamente. 

— Formación  profesional : 

a)  En  la  mayoría  de  los  casos,  la  actividad  profesio¬ 
nal  exige  hoy  la  participación  de  varias  disciplinas  fun¬ 
damentales. 

b)  Si  además  se  reconoce  que  en  el  futuro  todo  in¬ 
dividuo  tendrá  la  posibilidad  de  cambiar  de  profesión 
varias  veces  durante  su  vida,  debido  particularmente  a 
la  movilidad  de  los  empleos,  se  advierte  la  necesidad 
de  ofrecer  una  cierta  plurivalencia  en  la  formación  pro¬ 
fesional. 

— Investigación  y  formación  de  investigadores 

a)  El  objeto  de  preparar  a  los  estudiantes  para  la  in¬ 
vestigación  (por  medio  de  la  investigación) ;  es  decir, 
saber  analizar  las  situaciones,  saber  plantear  los  proble¬ 
mas  de  una  manera  amplia  y  conocer  los  límites  de  su 
propio  sistema  conceptual.  La  formación  de  investigado¬ 
res  debe,  pues,  prepararlos  para  poder  dialogar  de  ma¬ 
nera  fructuosa  con  investigadores  de  otras  disciplinas, 
pues  en  lo  sucesivo  la  cooperación  entre  disciplinas,  así 
como  la  confrontación  de  métodos,  parecen  ser  condi¬ 
ción  sine  qua  non  del  avance  en  la  investigación.  Tal 
cooperación  tiene  sus  propios  métodos,  los  cuales  con¬ 
viene  elaborar  y  enseñar,  e  implica  la  preparación  pre¬ 
via  de  un  modelo  de  clasificación  de  las  ciencias  que 
ponga  de  manifiesto  las  interrelaciones  de  éstas. 

— Educación  Permanente 

Es  necesario  formar  a  los  estudiantes  de  manera  que 


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una  vez  adultos,  sean  capaces  de  continuar  su  “educa¬ 
ción”  después  de  haber  dejado  la  Universidad. 

Tal  educación,  es  a  la  vez,  el  resultado  y  la  prolon¬ 
gación  a  lo  largo  de  toda  la  vida,  de  la  educación  ge¬ 
neral  y  la  formación  profesional  que  han  adquirido  de 
tres  maneras  fundamentales: 

a)  Son  reentrenados  en  el  campo  de  su  práctica  pro¬ 
fesional. 

b)  Están  comprometidos  con  la  vida  social  y  política 
de  su  comunidad. 

c)  Logran  el  pleno  desarrollo  de  su  personalidad  en 
una  civilización  de  ocio. 

— Vínculos  entre  enseñanza  e  investigación : 

a)  La  enseñanza  debe  preparar  a  los  estudiantes  pa¬ 
ra  una  investigación  interdisciplinaria  por  medio  de  una 
metodología  adecuada. 

b)  Recíprocamente,  la  investigación  debe  proporcio¬ 
nar  a  los  programas  de  enseñanza  los  instrumentos  y  los 
conceptos  que  se  requieren  para  construir  una  metodo¬ 
logía  interdisciplinaria. 

c)  El  resultado  es  que  la  formación  de  maestros  pa¬ 
ra  todos  los  niveles  de  enseñanza  debe  dar  importancia 
a  la  interdisciplinariedad  tanto  para  propiciar  en  los 
profesores  actitudes  nuevas  como  para  permitir  que  és¬ 
tos  las  susciten  en  otros. 

Guy  Michaud  con  claridad  expresa  que  la  teoría  de 
la  interdisciplinariedad  todavía  tiene  que  ser  formulada. 

“En  pocas  palabras,  la  interdisciplinariedad  no  es 
solamente  un  concepto  teórico,  es  también  — quizás  so¬ 
bre  todo  lo  primero  que  nada —  una  práctica  sobre  la 
cual  tenemos  derecho  a  preguntarnos  en  qué  consiste  re¬ 
almente.  En  otras  palabras,  sí  a  la  interdisciplinarie¬ 
dad,  pero,  ¿cómo  y  a  qué  precio? 

La  interdisciplinariedad  “no  se  aprende,  ni  se  ense¬ 
ña,  sino  que  se  vive”.  Es  una  actitud  mental,  mezcla  de 
curiosidad,  amplitud  de  criterios,  espíritu  de  aventura  y 
descubrimiento. 


8 


“La  interdisciplinariedad  nos  enseña  que  no  puede 
haber  una  discontinuidad  entre  la  educación  y  la  inves¬ 
tigación,  pues  al  poner  constantemente  en  tela  de  juicio 
el  conocimiento  adquirido  y  los  métodos  prácticos,  trans¬ 
forma  a  la  Universidad”.  (G.  Michaud). 

II  PROBLEMÁTICA 

Existe  en  el  ámbito  universitario  particular  preocupa¬ 
ción  por  introducir  ciertas  innovaciones,  naturalmente 
profundas,  para  adaptar  y  colocar  la  institución  univer¬ 
sitaria  al  nivel  que  plantean  las  exigencias  del  desarro¬ 
llo  de  la  ciencia,  la  tecnología,  el  pensamiento  y  cono¬ 
cimiento  humano  en  general. 

En  el  mundo  en  que  vivimos  se  hace  creciente  la  ne¬ 
cesidad  de  profesiones  que  no  sólo  apunten  a  una  de¬ 
terminada  disciplina  sino  también  a  los  complejos  pro¬ 
blemas  que  las  rodean. 

Existe  necesidad  profesional  de  hombres  que  sepan 
aplicar  la  ciencia  y  la  tecnología  en  armonioso  e  ínte¬ 
gro  encuentro  con  las  condiciones  políticas,  sociales  y 
económicas  del  mundo. 

El  hombre  ha  aprendido  a  controlar  enormes  pro¬ 
yectos,  baste  señalar  como  los  más  sobresalientes,  los 
proyectos  espaciales. Para  estas  responsabilidades  hay 
profesionales  que  conocen  el  manejo  de  la  organización, 
dirección  e  implementación  de  programas.  Pero,  por 
ejemplo,  en  las  amplias  áreas  de  la  inflación,  control  de 
energéticos,  transportes,  urbanismo,  sanidad  y  otras 
áreas  donde  la  ciencia  y  la  tecnología,  son  interferidas 
por  aspectos  sociológicos,  económicos  y  políticos,  vemos 
una  gran  confusión  de  intereses  egoístas,  donde  todos  ac¬ 
túan  a  pesar  de  sus  calificaciones. 

Tenemos  políticos,  ingenieros,  economistas,  etc.,  pero 
se  requiere  de  profesionales  que  puedan  organizados  a 
todos  ante  determinados  problemas. 

Se  tiene  necesidad  de  algunos  expertos  interdiscipli¬ 
narios  capaces  de  examinar  con  autoridad  ciertas  pro¬ 
posiciones  como  consecuencia  de  su  reconocida  destreza 


9 


profesional  y  liderazgo.  Al  decir  de  algunos,  se  requie¬ 
re  en  la  actualidad  de  lo  que  podría  llamarse  socio- 
tecnólogos. 

Como  es  obvio,  respecto  de  esta  cuestión  existen  dife¬ 
rentes  enfoques  entre  los  estudiosos  de  estas  materias, 
pero  en  general,  a  la  vez  describen  las  principales  ten¬ 
dencias  de  la  investigación,  ponen  de  manifiesto  que 
tanto  desde  el  “punto  de  vista  metodológico,  como  con¬ 
ceptual  la  profunda  influencia  que  están  teniendo  en  el 
conjunto  de  las  Ciencias  Sociales  los  esfuerzos  que  se 
están  realizando  por  llegar  a  un  acercamiento  y  a  me¬ 
nudo  a  una  integración  de  todas  ellas”."  Así  se  observa 
un  progreso  continuo  de  lo  interdisciplinario  “integra¬ 
ción  de  los  métodos  y  conceptos  de  disciplinas.  Es  la 
enseñanza  la  que  hace  ver  relaciones  entre  diversas  dis¬ 
ciplinas”.2 3 

Por  ejemplo,  dominio  científico:  Matemáticas  +  físi¬ 
ca;  dominio  literario:  francés  +  latín  +  griego,  sobre 
lo  multidisciplinario  (yuxtaposición  de  diversas  disci¬ 
plinas  que  a  veces  no  tiene  ninguna  relación  aparente. 
Por  ejemplo:  música  +  matemáticas  +  historia). 

Esta  situación  antes  enunciada  plantea  a  la  Enseñan¬ 
za  Superior  un  desafío,  que  obliga  a  pensar  hondamen¬ 
te  en  torno  a  todo  el  quehacer  universitario.  Sobre  el 
carácter  de  la  enseñanza  que  deberá  impartir,  la  inves¬ 
tigación  científica  que  realizará  en  su  seno,  la  forma¬ 
ción  de  sus  docentes,  su  estructura  administrativa  y  aca¬ 
démica,  las  relaciones  profesor-alumno,  sus  vínculos  con 
la  sociedad  y  su  problemática,  etc. 

Hay  quienes  señalan  con  énfasis  que  debe  destacarse 
el  hecho  de  que  cada  vez  más,  a  los  niveles  de  ense¬ 
ñanza  media  y  universitaria,  del  carácter  interdiscipli¬ 
nario  que  asume  la  investigación  en  todos  los  dominios. 

2  Piaget,  Jean  et  al.  Tendencias  de  la  Investigación  de  las  Ciencias 
Sociales.  Madrid.  Alianza  Editorial,  S.  A.,  1973  p.  27. 

3  Michaud  dice:  que  la  pluridisciplinariedad  (interacción  existente 
entre  dos  o  más  disciplinas  diferentes)  es  más  bien  una  práctica  edu¬ 
cativa,  la  interdisciplinariedad  es  un  principio  y  esencialmente  una 
categoría  científica  que  se  relaciona  sobre  todo  con  la  investigación. 


Es  esta  una  situación  de  hecho  que  debemos  enfrentar, 
imposible  de  eludir  a  riesgo  de  quedar  relegados  a  es¬ 
quemas  y  estilos  obsoletos.  Situación  que  incide  en  la 
docencia,  dada  la  natural  y  lógica  relación  que  debe 
haber  entre  docencia  e  investigación,  en  la  acción  per¬ 
manente  y  continua  de  enriquecer  a  la  primera,  las  cua¬ 
les  a  su  vez,  conjuntamente,  tendrán  su  expresión  hacia 
el  exterior  en  la  difusión  o  extensión  universitaria. 

Piaget4 5  en  varios  de  sus  escritos,  señala  que  actual¬ 
mente,  hasta  los  futuros  investigadores  están  mal  pre¬ 
parados  a  este  respecto,  por  culpa  de  unas  enseñanzas 
que  apuntan  a  la  especialización  y  conducen  en  realidad 
a  una  fragmentación  al  faltar  la  comprensión  de  que 
cualquier  profundización  especializada  choca  por  el  con¬ 
trario,  con  múltiples  conexiones. 

Borislav  Brenovac'  nos  dice  que  se  puede  avizorar 
para  el  porvenir,  por  aproximación  sucesiva,  una  reor¬ 
ganización  total  de  los  establecimientos  de  enseñanza  ac¬ 
tuales,  fundada  sobre  los  principios  siguientes: 

1.  La  integración  de  la  enseñanza  sobre  la  base  de  la 
lengua,  de  las  artes  y  de  los  juegos  (incluyendo 
los  juegos  matemáticos). 

2.  La  enseñanza  Interdisciplinaria  organizada  alrede¬ 
dor  de  un  programa  que  pueda  servir  de  base  al 
conocimiento  abstracto  del  espacio  y  del  tiempo. 
Es  claro  que  los  enfoques  históricos,  que  carac¬ 
terizan  los  programas  desde  el  siglo  xix  deberían 
ser  reemplazados  por  principios  que  admitan  el 
análisis  deductivo.  Es  evidente  que  esto  exigiría  el 
abandono  del  sistema  de  cursos  tradicionales  en 
beneficio  de  una  integración  de  todas  las  discipli¬ 
nas  de  temas  comunes. 

3.  El  carácter  teórico  y  universal  de  los  cursos  magis- 

4  Piaget,  Jean.  A  Donde  va  la  Educación.  Editorial  Taide.  Bercelo- 
na  1974,  p.  103. 

5  Brenovac,  Borislav.  “La  explosión  de  los  conocimientos  y  sus  inci¬ 
dencias  sobre  la  educación”.  El  devenir  de  la  Educación.  México.  SEP. 
Setentas.  168-1974.  pp.  126  y  127. 


11 


trales,  debiéndose  disociar  todas  las  otras  activi¬ 
dades  y  a  los  equipos  de  los  establecimientos  espe¬ 
cializados.  En  el  cuadro  de  una  reorganización  tal, 
el  perfil  tradicional  de  las  especializaciones  daría 
lugar  a  una  multitud  de  combinaciones  y  se  haría 
posible  el  estudio  complejo  de  disciplinas  muy  va¬ 
riadas;  por  consiguiente  la  separación  tradicional 
de  las  profesiones  desaparecería  en  la  medida  en 
que  los  matemáticos,  los  lingüistas,  etc.,  frecuen¬ 
tasen  los  establecimientos  médicos,  administrativos 
y  otros,  donde  los  electrotécnicos  se  ocuparían  de 
lingüística  o  de  medicina  y  viceversa. 

No  cabe  duda  que  surge  como  necesidad  el  iniciar 
una  revisión  de  los  métodos  y  del  espíritu  de  las  ense¬ 
ñanzas  en  conjunto. 

La  Universidad,  institución  ubicada  en  la  superestruc¬ 
tura  no  está  aislada,  pues  además,  es  la  expresión  y  con¬ 
secuencia  de  las  tendencias  dominantes  de  la  sociedad 
en  que  ella  existe.  Así,  estaremos  de  acuerdo  que  no 
es  posible  hacer  un  planteamiento  coherente  sobre  la 
Universidad  sin  antes  comenzar  definiendo  el  lugar  que 
ésta  ocupa  en  la  sociedad,  su  papel  en  el  sistema  educa¬ 
tivo  y  sus  relaciones  con  los  otros  niveles  de  enseñanza. 
Para  saber  qué  universidad  queremos,  es  esencial  tener 
claro  a  qué  sociedad  aspiramos.  En  otras  palabras,  lo 
que  nos  preocupa,  no  sólo  tiene  implicaciones  internas, 
sino  que  también  externas  en  algún  modo. 

Internamente,  es  claro  que  se  pone  en  cuestión  no 
tan  sólo  las  metodologías  especializadas  de  cada  una 
de  las  ramas  científicas  (matemáticas,  física,  biología, 
etc.)  sino  como  dice  Piaget:  “cuestiones  más  generales, 
tales  como  el  papel  de  la  enseñanza  preescolar,  la  sig¬ 
nificación  de  los  métodos  activos,  la  de  la  utilización 
de  los  conocimientos  psicológicos  adquiridos  sobre  el 
desarrollo  del  niño  y  el  adolescente  y  la  del  carácter 
interdisciplinario  necesario  para  iniciaciones,  y  esto  en 
todos  los  niveles”,  en  oposición  a  la  atomización  que 
impera  tan  corrientemente  en  las  Universidades. 


12 


“Las  fronteras  entre  las  disciplinas  tienden  a  desa¬ 
parecer,  porque  las  estructuras  son  comunes  (como  en¬ 
tre  la  física  y  la  química  que  Comte  creía  irreductible 
de  una  a  otra)  o  bien  solidarias  entre  sí  (como  el  caso 
entre  la  biología  y  la  física-qumica”) 

Aún  cuando  la  interdisciplinariedad  está  en  el  primer 
orden  de  las  preocupaciones,  hay  muchas  situaciones  es¬ 
tablecidas  que  no  serán  fáciles  de  superar.  Así,  por 
ejemplo,  se  trata  de  que  los  docentes  — dice  Piaget — 
penetrados  por  un  espíritu  espitemológico  lo  bastante 
amplio  para  que  sin  olvidar  por  ello  el  campo  de  su  es. 
pecialidad ,  logren  que  el  estudiante  vea  de  manera  per¬ 
manente  las  relaciones  con  el  conjunto  del  sistema  de  las 
ciencias.  En  la  actualidad  este  tipo  de  hombres  es  escaso, 
por  ello  surge  con  fuerza  como  problema  el  de  la  forma¬ 
ción  de  profesores,  tarea  no  fácil. 

Vale  la  pena  citar  a  Pierre  Duguet.  Él  dice  que  hace 
años  se  viene  reflexionando  sobre  la  interdisciplinarie¬ 
dad,  pero  los  acercamientos  a  ella  han  sido  parciales. 
Señala  que  esto  le  recuerda  una  conversación  con  un 
profesor  parisino  a  quien  le  pidió  su  opinión  sobre  la 
interdisciplinariedad.  Pregunta  que  trajo  a  la  mente  del 
profesor  las  palabras  del  pintor  Matisse  que  le  respon¬ 
diera  a  una  dama  que  le  preguntara:  “¿Qué  piensa  us¬ 
ted  del  arte  maestro?  A  lo  que  Matisse  respondió:  “No 
tendría  la  señora  una  pregunta  más  fácil  de  contestar?” 
“Ciertamente,  la  cuestión  de  la  enseñanza  y  de  la  inves¬ 
tigación  interdisciplinaria  es  vasta  y  compleja”. 

Uno  de  los  problemas  es  el  carácter  que  deberá  tenei 
en  el  futuro  la  enseñanza  de  las  ciencias  exactas  y  na¬ 
turales  y  de  las  ciencias  humanas. 

“La  primera  lección  a  sacar  de  las  tendencias  inter¬ 
disciplinarias  actuales  es  la  necesidad  de  repasar  cuida¬ 
dosamente  las  futuras  relaciones  entre  las  ciencias  lla¬ 
madas  humanas  y  las  ciencias  llamadas  naturales  y  por 
consiguiente  la  necesidad  de  buscar  una  solución  a  las 
catastróficas  consecuencias  que  ha  tenido  la  distribución 

6  Piaget,  Jean.  A  dónde  va  la  Educación .  op.  cit.  p.  104. 


13 


de  las  enseñanzas  universitarias  por  “facultades”  y  las 
secundarias  en  ‘secciones’”7  separadas  como  comparti¬ 
mientos  sin  ninguna  relación,  más  aún  con  una  odiosa  je- 
rarquización  en  las  tareas  cotidianas. 

III  LA  INTERDISCIPLINARIEDAD 
EN  LAS  CIENCIAS 
EXACTAS  Y  HUMANAS 

Disponer  de  elementos  de  comparación  de  una  discipli¬ 
na  con  otra  tiene  una  importancia  incuestionable. 

Todo  el  mundo  expresa  que  el  futuro  está  en  la  inves¬ 
tigación  interdisciplinaria,  pero  en  la  práctica  ésta  es 
difícil  de  organizar.  Por  ello  una  de  las  primeras  tareas 
es  “aclarar  los  posibles  elementos  de  comparación  en¬ 
tre  las  tendencias  y  las  corrientes  de  las  ciencias  huma¬ 
nas  en  sudesarrollo  contemporáneo  y  en  su  devenir  con 
el  fin  de  favorecer  el  intercambio  y  las  colaboraciones 
interdisciplinarias  o  simplemente,  en  cada  disciplina  a 
partir  de  la  influencia  de  dichas  comparaciones”.8 

Es  claro  que  este  problema  es  más  complejo  en  el 
campo  de  las  ciencias  humanas  que  en  las  ciencias  exac¬ 
tas  y  naturales.  Lo  cual  debe  tenerse  presente  en  el  pro¬ 
yecto  universitario  que  se  formule  y  centre  su  quehacer 
en  la  labor  interdisciplinaria. 

Así  los  biólogos  tienen  necesidad  de  la  química  y  la 
física,  un  químico  sabe  de  sus  requerimientos  de  la  fí¬ 
sica,  un  físico  sabe  que  no  puede  avanzar  sin  las  mate¬ 
máticas.  En  cambio  en  las  ciencias  humanas,  las  interac¬ 
ciones  son  débiles  debido  a  que  no  existe  una  jerarquía. 
Por  ejemplo,  entre  la  lingüística  estructuralista,  la  psi¬ 
cología  experimental,  la  logística,  etc.,  no  hay  afiliación 
u  orden  jerárquico  y  la  ausencia  de  todo  intercambio 
impide  quizás,  descubrir  vinculaciones  aclaradoras  que, 
por  lo  demás  podrían  ser  proporcionadas  por  la  ciberné¬ 
tica. 

7  Op.  cit.  p.  105. 

8  Piaget,  Jean.  Psicología  y  Epistemología.  Barcelona.  Editorial  Ariel, 
1973.  p.  155. 


14 


Y  en  la  práctica,  la  investigación  se  lleva  a  efecto 
con  la  misma  separación,  en  circunstancias  que  “una  vi¬ 
sión  de  conjunto  que  permitiese  comparar  las  nuevas  ten¬ 
dencias  en  las  disciplinas  favorecería  las  colaboraciones 
y  las  investigaciones  interdisciplinarias”  (Piaget). 

La  investigación  interdisciplinaria  puede  nacer  de  dos 
clases  de  preocupaciones,  unas  relativas  a  las  estructu¬ 
ras  o  a  los  mecanismos  comunes  y  otras,  a  los  méto¬ 
dos  comunes,  pudiendo  ambas,  naturalmente,  intervenir 
a  la  vez. 

Como  ejemplo  de  las  primeras,  se  puede  citar  tal  o 
cual  análisis  de  estructuralismo  lingüístico,  que  llegue 
a  preguntarse  si  las  estructuras  elementales  encontradas 
tienen  alguna  relación  con  la  lógica  o  con  estructuras 
de  la  inteligencia,  es  el  género  de  preguntas  que  han 
vuelto  a  aparecer  con  los  trabajos  de  Chomsky.  Como 
ejemplo  del  segundo  tipo  de  preocupación  o  de  ambos 
tipos  de  problemas  a  la  vez,  se  puede  citar  las  múlti¬ 
ples  aplicaciones  de  la  ‘teoría  de  juego’  inicialmente 
peculiar  de  la  econometría.  Al  ser  este  procedimiento 
de  cálculo  aplicable  a  numerosos  compartimientos  psi¬ 
cológicos,  no  es  de  extrañar  que  especialistas  de  la  eco¬ 
nometría  y  psicólogos  hayan  llegado  a  realizar  en  co¬ 
mún  una  serie  de  trabajos  acerca  del  propio  comporta¬ 
miento  económico. 

Por  las  implicaciones  que  puedan  tener  es  necesario 
tener  claridad  en  cuanto  a  la  situación  de  las  ciencias 
exactas  y  humanas.  Comenzaremos  por  examinar  las 
ciencias  de  la  naturaleza,  porque  las  diferencias  que  se¬ 
paran  estas  dos  son  situaciones,  desde  el  punto  de  vista 
interdisciplinario,  instructivas  y  no  parecen  deberse  ex¬ 
clusivamente  al  hecho  de  que  las  disciplinas  ‘naturalis¬ 
tas’  llevan  algunos  siglos  sobre  las  ciencias  del  hombre. 

Se  pueden  anotar  dos  diferencias  que  todavía  preva¬ 
lecen  entre  las  ciencias  de  la  naturaleza  y  las  ciencias 
nomotéticas9  de  las  múltiples  conductas  humanas;  por 


19  Nomotéticas  lo  son  todas  las  ciencias  sociales,  desde  el  momento 
que  todas  ellas  persiguen  leyes.  Disciplinas  importantes  que  apuntan  a 


15 


una  parte  las  primeras  admiten  un  orden  jerárquico  no 
en  cuanto  a  su  importancia,  sino  a  la  filiación  de  las  no¬ 
ciones,  así  como  a  su  generalidad  y  complejidad  decre¬ 
ciente  o  creciente  y  además  por  su  propio  desarrollo  dan 
lugar  a  toda  clase  de  problemas  de  reducción  o  de  no 
reducción  de  los  fenómenos  de  grado  ‘superior’  a  los 
de  grado  ‘inferior’,  de  suerte  que  tanto  ésta  segunda  cir¬ 
cunstancia  como  la  primera,  obligan  continuamente  a 
todo  especialista  a  mirar  más  allá  de  las  fronteras  de  su 
disciplina  particular. 

Cierto  que  no  todas  las  ciencias  de  la  naturaleza  si¬ 
guen  un  orden  lineal,  algunas  disciplinas  como  la  as¬ 
tronomía,  la  geología,  sólo  pueden  colocarse  como  ra¬ 
mas  laterales  de  un  tronco  común.  Pero  existe  un  tron¬ 
co  común  y,  pasando  de  las  matemáticas  a  la  mecánica, 
después  a  la  física  y  de  allí  a  la  química,  biología  y  a 
la  psicología  fisiológica,  podemos  efectivamente  descu¬ 
brir  a  grandes  rasgos,  una  serie  de  generalidades  decre¬ 
cientes  y  de  complejidad  creciente.  Pero,  veamos  como 
se  presenta  la  situación  en  el  campo  de  las  ciencias  so¬ 
ciales  y  humanas.  No  cabe  duda  que  la  investigación  in¬ 
terdisciplinaria  tiene  allí  un  gran  porvenir,  pero  no  tie¬ 
ne  el  mismo  desarrollo  que  en  las  ciencias  de  la  natura¬ 
leza,  sin  embargo,  hay  circunstancias  contingentes  que 
han  desarrollado  un  papel  histórico  innegable.  Lo  que 
hemos  venido  diciendo  de  “el  trágico  reparto  de  la  en¬ 
señanza  en  facultades  universitarias  cada  vez  más  sepa¬ 
radas  entre  sí  o  incluso  en  secciones  interiores  a  estas 
razón  de  tipo  general  que  señala  y  que  ha  influido  sobre 
el  pasado  de  las  ciencias  del  hombre,  es  la  idea  de  que 
salir  de  las  fronteras  de  la  propia  disciplina  implica 
facultades,  pero,  no  obstante  compartimentadas”.  Otra 
una  síntesis  de  la  misma. 

— Dos  conclusiones  de  lo  anterior : 

Primera,  es  que  hoy  sería  inútil  buscar  un  orden  aná- 

un  conocimiento  nomotético,  sociológico;  ciencias  políticas,  antropología 
social  y  cultural,  psicología,  ciencias  económicas,  demografía  y  lin¬ 
güística.  (Samy  Friedman). 


16 


logo  en  las  ciencias  humanas  y  que  hasta  ahora  nadie 
ha  propuesto  cosa  semejante,  así,  por  ejemplo,  no  ve¬ 
mos  razón  alguna  para  colocar  la  lingüística  antes  que 
le  economía  o  viceversa.  Piaget  dice,  que  en  cuanto  a 
las  jerarquías  el  problema  estará  pendiente  mientras  no 
se  resuelva  el  problema  central  de  la  sociología,  que  es 
el  de  la  sociedad  considerada  en  su  totalidad  y  de  las 
relaciones  entre  los  subsistemas  y  el  sistema  en  con¬ 
junto. 

Segunda,  es  que  cada  uno  de  los  especialistas  de  las 
ciencias  exactas  y  naturales  necesita  una  preparación 
bastante  amplia  en  las  disciplinas  que  precede  a  la  su¬ 
ya  en  este  orden  jerárquico  y  a  menudo  tiene,  incluso, 
necesidad  de  colaboración  de  investigadores  que  perte¬ 
necen  a  esas  ciencias  precedentes,  lo  que  llevan  a  éstos 
a  interesarse  por  los  problemas  planteados  por  las  cien¬ 
cias  siguientes. 

Así,  un  físico  constantemente  necesita  de  las  matemᬠ
ticas,  pese  a  someterse  totalmente  a  la  experiencia,  es 
esencialmente  matemático  en  su  técnica.  Recíprocamen¬ 
te,  los  matemáticos  se  interesan  en  la  física  y  han  crea¬ 
do  una  física  matemática,  a  pesar  de  su  nombre,  no  se 
somete  a  la  experiencia  sino  que  resuelve  deductivamen¬ 
te  algunos  de  los  problemas  planteados  por  la  física. 

Así  también  un  químico  no  va  demasiado  lejos  sin  la 
física  y  la  química  teórica  que  se  suele  llamar  “Quími¬ 
ca-  Física”.  Del  mismo  modo,  un  biólogo  necesita  la 
química,  la  física,  las  matemáticas,  etc.  En  todas  estas 
ramas  la  investigación  interdisciplinaria  se  impone  cada 
vez  más  por  la  naturaleza  de  las  cosas,  dada  la  jerar¬ 
quía  de  escalas  de  fenómenos  que  corresponde  al  orden 
de  las  disciplinas  enteras,  como  la  biofísica  o  la  bioquí¬ 
mica  contemporánea,  constituyen  los  productos  directa¬ 
mente  impuestos  por  esta  situación. 

En  las  ciencias  del  hombre  estamos  ante  un  cuadro 
que  es  diferente  y  en  las  que  además  existen,  efectiva¬ 
mente,  en  algunas  disciplinas  sociales,  tendencias  re¬ 
duccionistas,  o  más  precisamente,  anexionistas  ya  que  la 


17 


reducción  deseada  suele  ser  una  reducción  en  la  direc¬ 
ción  de  la  ciencia  que  representa  el  autor;  se  puede  ver 
por  ejemplo,  sociólogos  que  quieren  reducir  todo  a  la 
sociología,  etc. 

El  verdadero  objeto  de  la  investigación  interdiscipli¬ 
naria  es,  pues,  la  reestructuración  o  reorganización  de 
los  dominios  del  saber,  por  medio  de  intercambios  que 
consisten  en  realidad  en  recombinaciones  constructivas. 
Lo  que  en  relación  con  la  Universidad  tiene  implicancia 
en  cuanto  a  cómo  debe  impartirse  la  docencia,  la  forma¬ 
ción  de  sus  docentes,  realizarse  la  investigación,  orga¬ 
nizar  la  institución,  metodología  de  la  enseñanza,  for¬ 
mación  universitaria,  currículum,  etc. 

IV.  LA  INTERDISCIPLINARIEDAD 
EN  LA  ENSEÑANZA  SUPERIOR 

En  el  “Seminario  sobre  Interdisciplinariedad  en  las  Uni¬ 
versidades”,  se  expuso  el  problema  de  interdisciplina¬ 
riedad  y  sus  influencias,  en  todas  sus  dimensiones,  y  se 
señalaron  dos  consideraciones  principales. 

1.  La  enseñanza  y  la  investigación  interdisciplinarias 
constituyen  los  puntos  claves  de  innovación  en  las 
universidades. 

2.  La  introducción  de  esta  innovación  se  encuentra 
con  enormes  dificultades,  incluso  en  las  universi¬ 
dades  nuevas. 

Así,  la  organización  de  las  universidades  por  faculta¬ 
des  disciplinarias,  celosas  de  su  porción  de  saber,  es 
un  gran  obstáculo. 

De  allí  que  la  modificación  de  las  estructuras  univer¬ 
sitarias,  es  condición  necesaria,  pero  no  suficiente  “para 

introducir  enseñanzas  e  investigaciones  interdisciplina- 

•  ?? 
rías  . 

La  interdisciplinariedad  es  un  factor  esencial  en  el 
diseño  de  la  nueva  universidad,  pero  representa  sólo  un 
aspecto  dentro  de  él. 

Existe  toda  una  corriente  a  nivel  universal  que  se  ex- 


18 


presa  en  el  deseo  de  integración  de  disciplinas  o  cuando 
menos  del  establecimiento  de  actividades  interdiscipli¬ 
narias. 

Es  importante  señalar  que  toda  “ empresa  ínter  disci¬ 
plinaria  se  inscribe  dentro  de  una  estructura  universita¬ 
ria  más  vasta ,  la  cual  a  su  vez,  sólo  tiene  sentido  dentro 
de  sus  relaciones  con  todo  el  sistema  educativo  en  su  to¬ 
talidad,  por  lo  que  es  necesario  tener  siempre  presente 
cuáles  son  las  características  globales  de  actividades  cul¬ 
turales  y  educativas  de  un  país  dado". 

Este  señalamiento  tiene  especial  importancia  en  lo 
que  dice  relación  con  los  estudiantes  que  recibe  la  uni¬ 
versidad  de  la  enseñanza  media,  los  cuales  llegan  a  las 
aulas  universitarias  con  una  formación  de  algunos  años 
(12  y  13  elemental  y  media)  que  es  la  negación  de  lo 
interdisciplinario.  Su  presencia  los  primeros  meses  o 
primer  año  merece  especial  atención,  pues  en  la  Uni¬ 
versidad  Interdisciplinaria  al  integrarse  a  sus  activida¬ 
des  deberá  romper  hábitos  intelectuales  fuertemente  en¬ 
raizados,  pero  para  ello  habrá  que  ayudarlos  y  orien¬ 
tarlos.  De  allí  que  frente  a  esta  circunstancia  la  labor  del 
docente  cobre  una  dimensión  distinta,  más  amplia  y  que 
exige  un  conocimiento  cabal  del  elemento  humano  con  el 
cual  debe  tratar. 

“A  diferencia  de  la  mayoría  de  las  empresas,  la  Uni¬ 
versidad  no  trabaja  para  el  presente  inmediato,  sino  pa¬ 
ra  un  futuro  a  mediano  plazo.  Así  pues,  debe  esforzar¬ 
se  por  prever  y  responder  a  necesidades  futuras.  Y  para 
ésto  es  necesario  comenzar  por  definir,  lo  más  clara¬ 
mente  posible,  los  objetivos  y  las  condiciones  de  su 
desarrollo  en  el  seno  de  una  sociedad  en  evolución”. 

No  cabe  duda  que  en  un  futuro,  desde  un  punto 
de  vista  pedagógico,  la  educación  deberá  orientarse  ha¬ 
cia  una  reducción  general  de  las  barreras  o  hacia  la 
“apertura  de  múltiples  puertas  laterales  que  permitan  a 
los  alumnos  (secundaria  y  universitarios)  el  libre  paso 
de  una  sección  a  otra  con  la  posibilidad  de  elegir  múlti¬ 
ples  combinaciones”  (Piaget).  Lo  que  implica  en  el  ini- 


19 


ció  de  los  estudios  universitarios,  la  existencia  de  un 
tronco  común  o  más. 

La  situación  concreta  es  que  la  universidad  se  en¬ 
cuentra  confrontada  a  muchos  y  diversos  problemas, 
luego  habrá  que  intentar  proponer  no  un  modelo  posible 
sino  varios,  como  soluciones  que  deberán  ser  analizadas 
desde  un  triple  punto  de  vista:  de  las  estructuras,  del 
currículum,  y  de  los  métodos  pedagógicos.  Todo  esto 
constituye  un  desafío  al  pensamiento  y  capacidad  crea¬ 
dora  de  los  universitarios. 

En  el  Seminario  a  que  hacíamos  referencia,  se  seña¬ 
la  que  los  cambios  en  la  sociedad  le  imponen  a  la  Uni¬ 
versidad  a  menudo  dramáticamente  y  tras  una  serie  de 
confrontaciones  y  fracasos,  dimensiones  y  vectores  nue¬ 
vos.  Cuatro  vectores  son  los  que  se  distinguen: 

El  primero,  el  vector  espacial,  es  una  sociedad  don¬ 
de  los  problemas  más  importantes  se  dan  a  escala  mun¬ 
dial,  la  universidad  debe  ser  considerada  como  una  ins¬ 
titución  internacional  más  que  nacional,  tanto  desde  un 
punto  de  vista  educativo,  como  de  investigación. 

Segundo,  el  vector  temporal  o  diacrónico,  en  una  so¬ 
ciedad  en  mutación  en  donde  la  construcción  de  mode¬ 
los  y  la  planificación  son  herramientas  de  control  in¬ 
dispensables,  las  universidades,  como  ya  hemos  anota¬ 
do,  deben  orientarse  hacia  el  futuro. 

En  tercer  lugar,  está  el  vector  demográfico,  éste  es 
sin  duda,  el  que  más  preocupa  a  los  gobiernos.  En  una 
sociedad  donde  la  tendencia  a  la  democratización  de 
la  Enseñanza  Superior  o  en  ciertos  casos  a  la  educación 
en  masa  pone  a  dura  prueba  a  las  Universidades. 

El  cuarto  elemento  es  el  vector  conocimiento.  La  or¬ 
ganización  de  las  universidades  en  estructuras  vertica¬ 
les  está  obsoleta  y  es  la  que  corresponde  a  la  idea  de 
“materias”  de  “disciplinas”,  de  “facultades”  y  de  “de¬ 
partamentos”,  independientes  y  autónomos  y  a  veces 
aislados.  Todo  esto  pone  en  tela  de  juicio  los  conteni¬ 
dos  de  la  educación,  de  los  programas  que  año  con  año 
se  adaptan  sin  cambio  alguno,  de  métodos  que  favorecen 


20 


más  la  transmisión  de  un  saber  codificado  que  la  apti¬ 
tud  para  el  descubrimiento  y  para  la  creación  de  un  co¬ 
nocimiento  en  progreso  continuo. 

Como  ya  decíamos,  estas  nuevas  dimensiones  consti¬ 
tuyen  un  desafío  para  la  sociedad  de  hoy  y  para  la  uni¬ 
versidad  donde  la  interdisciplinariedad  deberá  desem¬ 
peñar  un  papel  decisivo. 

La  introducción  y  desarrollo  de  la  interdisciplinarie¬ 
dad  como  factor  de  transformación  se  enfrenta  a  nume¬ 
rosos  problemas  de  no  fácil  solución.  Los  obstáculos 
principales,  sólo  enumerando  sus  categorías,  son  los 
siguientes : 

— Problemas  Institucionales  (es  razonable  suponer 
que  las  universidades  nuevas  no  encuentran  estas  difi¬ 
cultades.  Seguramente  es  más  fácil  crear  nuevas  estruc¬ 
turas  que  cambiar  las  viejas,  pero  las  universidades  nue¬ 
vas  no  escapan  a  los  problemas  de  resolver  necesidades 
enteramente  nuevas). 

— Problemas  psicológicos,  (es  más  fácil  cambiar  una 
manera  de  pensar  que  una  Institución.  La  introducción 
de  la  interdisciplinariedad  se  enfrenta  con  incompren¬ 
siones  y  resistencias,  provenientes  de  maestros,  estudian¬ 
tes  y  la  sociedad  en  general). 

— Problemas  materiales  y  administrativos  (la  organi¬ 
zación  del  espacio  universitario  generalmente  es  el  re¬ 
sultado  de  la  improvisación,  raramente  de  un  plan  con¬ 
certado.  La  fórmula  del  campo  universitario  es  más  fa¬ 
vorable  al  desarrollo  de  las  actividades  interdisciplina¬ 
rias,  hay  que  considerar  una  nueva  economía  del  espa¬ 
cio  en  relación  con  una  nueva  economía  del  tiempo.  La 
longitud  y  dificultad  de  desplazamiento  son  un  obstácu¬ 
lo  al  desarrollo  de  las  relaciones  interdisciplinarias). 

En  cuanto  al  currículum,  la  reorganización  de  él 
“siempre  ha  sido  enteramente  considerada  como  el  as¬ 
pecto  más  interesante  de  la  reforma  universitaria”,  ya 
que  las  reformas  institucionales  no  garantizan  por  sí  una 
modificación  de  los  programas  en  función  del  contenido 
y  de  los  métodos. 


21 


Sabemos  que  las  reformas  curriculares  a  través  de  la 
historia,  han  estado  ligadas  a  la  aparición  de  nuevos 
conocimientos. 

En  el  Seminario  a  que  hemos  hecho  mención  se  seña- 
ñala  que  si  se  intenta  proceder  a  una  revisión  completa 
del  “mapa  del  conocimiento”  en  una  Universidad,  pa¬ 
recen  esenciales  las  condiciones  siguientes: 

a)  Una  completa  intercomunicación  entre  los  miem¬ 
bros  de  universidades  que  estudian  diversos  grupos  de 
materias. 

b)  Cambios  de  estructuras  y  en  la  asignación  de  re¬ 
cursos. 

c)  Una  orientación  hacia  el  futuro  y  una  planeación 
de  sus  cursos;  y 

d)  La  voluntad,  por  parte  de  profesores  y  conferen¬ 
ciantes,  de  dedicar  buena  parte  de  su  tiempo  y  esfuerzo 
a  la  enseñanza  de  los  primeros  años  y  la  voluntad  de 
aprender  de  esta  experiencia. 

Los  cambios  importantes  se  realizan  normalmente  en 
el  transcurso  del  primero,  o  de  los  primeros  años  y  con 
un  carácter  propedéutico,  lo  que  se  presta  a  actividades 
multidisciplinarias  o  interdisciplinarias.  En  este  tipo  de 
actividades  propedéuticas,  la  capacidad,  calidad,  espíri¬ 
tu  de  iniciativa  y  dedicación  de  los  profesores,  es  vital. 

Aunque  parezca  demasiado  obvio,  pero  vale  la  pena 
señalar  que  hay  actividades  más  allá  del  currículum, 
como  las  artísticas,  deportivas,  etc.,  que  deben  ser  con¬ 
sideradas,  pues  ellas  apuntan  a  ciertos  aspectos  de  la 
formación  del  individuo. 

Finalmente,  como  habíamos  adelantado,  introducir  la 
interdisciplinariedad  en  la  Universidad  implica  una 
transformación  profunda  de  los  métodos  de  enseñanza  y 
a  la  vez  en  la  formación  de  un  nuevo  tipo  de  profesor , 
todo  ligado  a  un  cambio  de  actitudes  y  relaciones  entre 
maestros  y  alumnos. 

La  formación  de  los  docentes,  es  cuestión  previa  a 
cualquier  reforma  pedagógica  futura,  “porque  mientras 


22 


no  sea  resuelta  satisfactoriamente,  resultará  enteramente 
vano  hacer  bonitos  programas  o  construir  atractivas  teo¬ 
rías  sobre  lo  que  sería  preciso  llevar  a  cabo”.  (Piaget). 

¿Dónde  se  forman  los  profesores?  ¿Quiénes  los  for¬ 
man?  ¿Cuál  es  la  valorización  social  de  la  profesión? 
¿Dónde,  cuándo  y  cómo  se  perfeccionan  en  forma  con¬ 
tinua  y  permanente?  etc.  Nada  de  ésto  está  desligado  del 
problema  que  nos  preocupa,  más  aún,  son  cuestiones  que 
deben  tratar  de  tener  una  respuesta  adecuada,  que  a  la 
fecha  no  se  ha  dado.  La  opinión  pública  no  valora  con 
justicia  su  labor,  de  allí  la  penuria  y  el  desinterés  que 
padece  la  profesión  magisterial  que  constituye  un  peli¬ 
gro  para  el  progreso  y  superación  de  las  civilizaciones 
enfermas.  Sin  dejar  de  considerar  la  formación  intelec¬ 
tual  y  moral  del  cuerpo  docente. 

Se  habla  de  “aprender  a  ser”,  de  “aprender  a  apren¬ 
der”,  de  “interdisciplinariedad”,  etc.,  pero  no  se  dice 
mucho  de  cómo  debe  ser  ese  docente,  cuál  es  su  forma¬ 
ción  para  hacer  realidad  estas  aspiraciones.  Tarea  difí¬ 
cil,  pero  que  hay  que  emprender. 

Es  claro  que  el  profesor  que  se  requiere  debe  ser  uno 
no  que  incremente  la  cantidad  de  información  de  los  es¬ 
tudiantes,  sino  los  ayude  a  dominarla  “ contra  los  peli¬ 
gros  de  una  cultura  fragmentada ”,  y  suministre  “mar¬ 
cos  de  pensamientos  interdisciplinarios  que  permitan  a 
los  estudiantes  situar  los  problemas  y  entender  los  víncu¬ 
los  que  unen  fenómenos  aparentemente  inconexos ”. 

La  clave  es  este  tipo  de  docente.  Y  “no  se  trata  sólo 
de  los  futuros  cuadros  universitarios,  sino  de  todos  los 
niveles  de  la  educación,  la  función  de  la  enseñanza  es 
un  todo  y  constituye  un  problema  total  que  sólo  puede 
ser  resuelto  globalmente”.  De  allí  que  muchos  piensen 
y  así  se  esté  haciendo  en  algunos  países,  que  la  forma¬ 
ción  de  profesores  para  todos  los  grados,  debe  efectuar¬ 
se  en  la  Universidad. 

La  interdisciplinariedad  establece  una  nueva  relación 
entre  profesor  y  alumno. 

Guy  Michaud,  nos  dice  que:  “Naturalmente  lo  uno  se 


23 


identifica  con  lo  otro  y  muchos  maestros  han  alterado 
sus  métodos  y  actitudes  sin  por  ello  estar  practicando  la 
interdisciplinariedad,  ésta  es  inconcebible  sin  un  pro¬ 
fundo  cambio  de  los  hábitos  de  enseñanza”. 

Por  esta  razón,  se  considera  la  formación  de  profe¬ 
sores,  particularmente  los  futuros  profesores  de  la  edu¬ 
cación  superior  como  la  clave  para  el  nuevo  edificio  que 
se  debe  construir  o  al  menos  reconstruir  y  reacondicio¬ 
nar. 

La  interdisciplinariedad  exige  estructuras  flexibles  en 
la  casa  universitaria,  implica  nuevos  contenidos  que  no 
signifiquen  yuxtaposiciones  de  disciplinas,  sin  que  se 
integren  en  función  de  los  reales  problemas  de  la  socie¬ 
dad,  y,  por  último,  postula  métodos  que  se  basan  en  ei 
entrenamiento  de  aptitudes  y  desarrollo  de  ciertas  fa¬ 
cultades. 

Para  terminar,  sólo  quiero  destacar  que  durante  mu¬ 
cho  tiempo  se  creyó  que  la  pedagogía  podría  ser  impro¬ 
visada  y  naturalmente  los  maestros  universitarios  a  for¬ 
marse  por  sí  mismos.  Esto  puede  ser  válido  a  nivel  de 
clases  magistrales  o  conferencias.  Pero  cuando  la  uni¬ 
versidad  abre  sus  puertas  a  lasv  masas,  se  desarrolla  la 
educación  permanente,  progresa  la  psicología  y  pedago¬ 
gía,  y  surgen  nuevas  exigencias  y  necesidades  de  la  so¬ 
ciedad  que  indudablemente  exigen  reflexión  y  experi¬ 
mentación  en  los  procedimientos  de  comunicación,  ha¬ 
cen  ver  que  la  pedagogía  tenga  una  aceptación  infinita¬ 
mente  más  vasta  y  compleja,  ampliándola  en  sentido  de 
proceso  cultural. 

“Ninguna  verdadera  transformación  de  las  universi¬ 
dades  es  posible  si  no  se  pone  freno  a  los  hábitos  y  a  los 
prejuicios.  Tal  transformación  exige,  sin  duda,  estruc¬ 
turas  nuevas  y  contenidos  nuevos,  pero  requiere  la  for¬ 
mación  adecuada  de  profesores”. 


24 


BIBLIOGRAFIA 

— Asociación  Nacional  de  Universidades  e  Institutos  de 
Enseñanza  Superior  (ANUIES)  ínter disciplinarie- 
dad:  Problemas  de  la  Enseñanza  y  de  la  Investigación 
en  las  Universidades.  México,  1975. 

— Piaget,  Jean.  Psicología  y  Epistemología.  Barcelona. 
Editorial  Ariel,  S.  A.,  1973. 

— Pieget,  Jean.  A  dónde  va  la  Educación.  Barcelona. 
Editorial  Taide,  S.  A.  1974. 

— Piaget,  Jean.  Tendencias  de  la  Investigación  en  las 
Ciencias  Sociales.  Madrid.  Alianza  Editorial,  S.  A. 

1973. 

— UNESCO.  El  devenir  de  la  Educación.  Tomo  II.  Mé¬ 
xico  SEP.  Setentas.  No.  186  Bolsa  de  México,  S.  A. 

1974. 


Editor:  José  Rogelio  Bringas  B. 

Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


Impreso  y  hecho  en  México 
Imprenta  Madero,  S.  A. 


TOMO  Vil:  85  ■  Pablo  Latapí.  UNIVERSIDAD  Y  SOCIEDAD.  UN 
ENFOQUE  BASADO  EN  LAS  EXPERIENCIAS  LATINOAMERICANAS; 
86  ■  Oscar  J.  Maggiolo.  LA  UNIVERSIDAD  URUGUAYA  BAJO  LA 
DICTADURA;  87  ■  Roberto  José  Vernengo.  ESTRUCTURA  Y  FUN¬ 
CION  DE  LA  CLASE  MAGISTRAL;  88  ■  Edmundo  González  Llaca. 
¿QUE  ES  ESO  DE  LA  DEMOCRACIA  SOCIAL?  89  ■  Guillermo  Briones. 
EDUCACION  Y  ESTRUCTURA  SOCIAL;  90  ■  Luis  J.  Molina  Piñeiro. 
ANALISIS  DEL  DEBATE  PERIODISTICO  ACERCA  DEL  APARTADO 
"C"  AL  ARTICULO  123;  91  ■  Jaime  Castrejón  Diez.  LA  EDUCACION 
SUPERIOR  EN  CHINA;  92  ■  Alberto  Ruiz  de  la  Peña  B.  LA  MAR- 
GINALIDAD  SOCIAL.  SU  PROBLEMATICA  EN  LA  CIUDAD  DE 
MEXICO;  93  ■  Jean  P.  Vielle.  EDUCACION  NO  FORMAL,  CAPA¬ 
CITACION  E  INNOVACION  EN  EL  MEDIO  RURAL;  94  ■  Joaquín 
Sánchez  MacGregor.  USOS  Y  ABUSOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVER¬ 
SITARIA;  95  ■  Arturo  Rico  Bovio.  CIENCIAS  SOCIALES  Y  FILOSO¬ 
FIA;  96  ■  Sergio  Zermeño  García.  EL  FIN  DE  LA  COMUNIDAD 
UNIVERSITARIA  (OTROS  ELEMENTOS  PARA  LA  HISTORIA). 

TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN 
MODELO  Y  UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■  Pedro  López 
Díaz.  CRISIS  Y  COYUNTURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN 
MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José  Luis  Balcárcel.  FU ND AMENTACION 
CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100  •  Héctor  Cuadra.  EL  TRATADO 
DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HUMANITA¬ 
RIO;  101  ■  Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102  ■ 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL 

Y  ESPIRITUAL  DEL  MEXICANO;  103  ■  Edmundo  González  Llaca.  UN 
CONGRESO  ¿PARA  QUE?  ;  104  ■  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRE¬ 
SENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ESTRUCTURAS  SOCIALES 

Y  ECONOMICAS;  105  ■  Carlos  Tunnermann  Bernheim.  CIENCIA, 
TECNICA,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106  ■  José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  ■  José 
A.  Cuéllar.  LA  ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZA- 
CION;  108  ■  Jaime  A.  Villegas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSI¬ 
TARIO;  109  ■  Irma  Lombardo  García.  LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNI¬ 
VERSIDAD  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE  1929;  110  ■  María 
del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875)  ANTE¬ 
CEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  Gonzᬠ
lez  Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNI¬ 
VERSITARIA  EN  MEXICO;  112  ■  Aurora  Arnaiz  Amigo- ¿QUE  ES  EL 
ESTADO?;  113  ■  Miguel  Bueno.  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y 
CIENCIA;  114  ■  Víctor  Carlos  García  Moreno.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSI¬ 
DAD  CRITICA. 


2¡2 

9B 


UBRA&y  Of- 

APR  -  3  79ai 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 

SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 


ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


CUADERNOS  DE  CULTURA  POLITICA  UNIVERSITARIA 

s.- mF'! v  tí  a».  •  1  v  .  :  V  a.  •  'v-ATi'-'  '•  * 

AGOSTO  1979  41  jWffc  PRECIO  $5.00 

lio 

ASPECTOS  SOCIO-ECONOMICOS 
DE  LAS  PERSPECTIVAS 
PROFESIONALES  EN  EL  FUTURO 


HANNS-ALBERT  STEGER 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


UNAM 


Hanns-Albert  Steger 

ASPECTOS  SOCIOECONÓMICOS 
DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES 

EN  EL  FUTURO 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


3 


I)  Método  de  análisis  socio-económico  del 
proceso  de  industrialización 

El  proceso  de  industrialización  de  una  sociedad  se  pue¬ 
de  medir.  Los  resultados  de  tal  medición  permitirían 
identificar  los  estilos  regionales  de  industrialización 
(Alemania,  Francia,  Italia,  Inglaterra,  Estados  Unidos, 
etc.) . 

% 

Para  ello  utilizamos  3  ejes: 

1 )  Cambios  sociales 

2)  Cambios  valorativos 

3)  Cambios  tecnológicos  (“ilustración 
tecnológica”) 

1 )  .  Los  cambios  sociales  conducen  de  una  prepon¬ 
derancia  de  posiciones  adscritas  (por  nacimiento,  por 
pertenencia  a  familia,  raza,  sexo,  región,  etc.)  a  una 
preponderancia  cada  vez  más  decisiva  de  posiciones  ad¬ 
quiridas  por  esfuerzos  propios  del  individuo  (educa¬ 
ción,  partidos  políticos,  escalafones  institucionales  de 
la  burocracia,  del  ejército,  de  la  iglesia,  etc.). 

2) .  Los  cambios  valorativos  conducen  de  una  pre¬ 
ponderancia  de  normas  valorativas  impuestas  y  pres¬ 
critas  institucionalmente  (religión,  ética,  código  de  com¬ 
portamiento,  papel-“rol”  social),  a  una  preponderan¬ 
cia  cada  vez  más  decisiva  de  normas  valorativas  con¬ 
troladas  autónomamente  por  el  individuo  (p.  ej.  deci¬ 
sión  autónoma  sobre  comportamiento  sexual,  control  de 
natalidad,  actitudes  políticas,  etc.). 

Las  sociedades  intensamente  industrializadas  conser¬ 
van  esquemas  valorativos  formales  bastante  rígidos 
mientras  que  el  comportamiento  real  obedece  ya  a  de¬ 
cisiones  ampliamente  autónomas.  El  turismo  ofrece  un 


4 


escape  cada  vez  más  importante  de  las  contradicciones 
inherentes  en  esta  situación. 

3).  Los  cambios  tecnológicos ,  la  “ ilustración  tecno¬ 
lógica ”  mundial,  corresponden  a  un  vector  dinámico 
y  energético  (llamado  “progreso”),  que  indica  la  cre¬ 
ciente  explotación  de  recursos  naturales,  la  mecaniza¬ 
ción,  la  electrificación,  la  automatización  de  la  pro¬ 
ducción  industrial,  el  creciente  uso  de  energía  científi¬ 
camente  producida. 

Podemos  imaginarnos  algunas  sociedades  ideal  típi¬ 
cas,  según  el  desarrollo  de  estos  3  ejes.  Se  dan  curvas 
características  para  cada  sociedad,  “estilos”  regionales 
de  industrialización.  Lo  explicamos  en  el  cuadro  que 
sigue: 


información 

valorativa 


materialización  d«  ]•» 
cambios  sociales 


1980  soc.fi 

1980  soi'. A 


\ 

\ 

\ 

\ 

\ 

t 

\ 

\ 

\ 

\ 

\ 

\ 

\ 

\ 

\ 

\ 

\ 

s 

N 

s 

soc.t.  v  s«c.A 

198®.  198® 


iluminación  tecnológica 
(vector  energético) 


180® 


1980 


198® 


1980  soc.l)  -- 


1080  soc.B 


0 


formaciones  tecnológicas  es¬ 
pecíficas  de  cada  sociedad 


grado  de  participación  en  la 
industrialización  global 


II)  Estilos  socio-culturales  de  la  industrialización 
en  Europa 

La  historia  de  la  industrialización  en  Europa  desde  fi¬ 
nales  del  siglo  xvn  está  claramente  caracterizada  por 
diferenciaciones  socio-culturales  en  los  varios  núcleos 
industrializadores. 

Se  puede  decir  que  eada  oooiodad  europea  desarro¬ 
lló  su  propio  estilo  de  industrialización  dentro  del  mar¬ 
gen  abstracto  de  una  progresiva  ilustración  tecnológica 
global.  Esta  “ilustración  tecnológica”  se  presenta  como 
un  vector  sostenido  por  un  lado  por  la  coordenada  de  la 
eliminación  progresiva  de  posiciones  sociales  adscritas 
“ad  personam”  por  su  pertenencia  a  ciertas  capas  socia¬ 
les  o  familias,  a  favor  de  posiciones  adquiridas  — pro¬ 
fesionalmente  (coordenada  de  la  “materialización” 
de  los  cambios  sociales),  y  por  el  otro  lado  por  la  coor¬ 
denada  de  los  cambios  valorativos  y  culturales  que  in¬ 
dica  la  concretización  cultural  progresiva  dentro  del 
proceso  global  de  la  ilustración  tecnológica  a  través  de 
una  información  valorativa  cada  vez  más  profunda.  Las 
sociedades  en  vía  de  industrialización  en  Europa  se  ubi¬ 
can  alrededor  del  vector  dentro  del  proceso  de  indus¬ 
trialización  global,  cada  una  según  su  especificidad 
socio-cultural,  como  se  pudo  ver  en  el  gráfico  prece¬ 
dente.  Dentro  del  contexto  europeo,  esto  significa  en  la 
práctica  que  — desde  1800  aproximadamente —  se  es¬ 
tableció  una  galaxia  de  sociedades  en  vías  de  industria¬ 
lización,  “ilustradas”  tecnológicamente,  e  informadas 
valorativamente  en  formas  muy  diversas  entre  sí. 

En  adelante  indicamos  sólo  los  ejemplos  más  carac¬ 
terísticos: 

•  Inglaterra 

•  Italia 


6 


•  Alemania 

Las  diversas  etapas  del  “iluminismo  tecnológico”  co- 
1  responden  en  ciertos  aspectos  a  las  etapas  del  “proce¬ 
so  civilisatorio”  de  Alfredo  Weber1  y  de  Darcy  Ribei- 
ro.2  Dada  la  presentación  muy  detallada  de  Darcy  Ri- 
beiro,  de  un  esquema  global  completo  de  las  diferen¬ 
ciaciones  tecnológicas  íntríncf^nao  cu  cada  so¬ 

ciedad,  podemos  restringirnos  a  una  mera  mención  de 
este  vector  aquí. 

Más  importante  — en  este  momento —  para  nuestra 
argumentación,  son  las  idiosincrasias  socio-culturales, 
es  decir  — usando  nuestro  esquema  como  modelo —  las 
coordenadas  de  la  “materialización”  y  de  la  “informa¬ 
ción”;  sobre  el  “vector  energético”  hablaremos  más  en 
adelante. 

Las  especificidades  regionales  de  la  industrialización 
dependen  primordialmente  de  la  “síntesis”  social  de 
cada  sociedad,  y  cada  síntesis  depende,  en  sus  contras¬ 
tes  con  respecto  a  otras  síntesis,  de  las  experiencias 
revolucionarias  específicas  vistas  y  experimentadas  por 
la  misma  sociedad  en  su  historia.  El  horizonte  socio- 
histórico  está  constituido  en  este  sentido  por  las  expe¬ 
riencias  revolucionarias  que  constituyen  el  paso  defini¬ 
tivo  de  una  sociedad  hacia  la  emancipación  histórica. 
Es  nuestra  tesis,  que  una  sociedad  sin  revolución  básica 
sería  incapaz  de  desarrollarse  en  forma  independiente 
dentro  del  proceso  global  de  la  industrialización. 

Para  evitar  equivocaciones  aclaramos  de  inmedia¬ 
to,  que  aquí  no  utilizamos  el  concepto  de  Revolución 

1  Alfred  Weber,  “Ideen  zur  Staats-  und  Kultursoziologie”,  Braun- 
Verlag,  Karlsruhe,  1927. 

2  Darcy  Ribeiro,  “Las  Américas  y  la  Civilización”,  Buenos  Aires, 
1969. 

ders.,  “Processo  Civilizatório”,  Rio  de  Janeiro,  1968. 


7 


en  un  sentido  ideológico  sino  como  término  técnico  que 
señala  una  experiencia  colectiva  después  de  la  cual  una 
sociedad  cambia  las  estructuras  valorativas  básicas  vᬠ
lidas  para  ella.3  Así  la  “Revolución”  corresponde: 

1 )  En  Inglaterra  a  la  gran  rebelión  iniciada  por 
Cromwell,  es  decir  al  periodo  entre  1642  y  1689 
(la  “Glorious  Revolution”) . 

2)  En  Francia  a  la  Revolución  francesa  entre  1789 
y  1815. 

3)  En  Italia  a  la  lucha  entre  “societá  política”  y 
“societá  civile”  entre  1870  (ocupación  del  Vati¬ 
cano  por  las  tropas  piemontesas)  y  1929  (acuer¬ 
dos  lateranos  entre  Mussolini  y  el  Papa). 

4)  En  Alemania  a  la  Reforma  luterana,  la  guerra 
de  los  campesinos  y  el  periodo  hasta  la  guerra 
de  30  años,  es  decir  al  periodo  entre  1517  y  1618, 
caracterizado  por  territorios  estatales  y  universi¬ 
dades. 

Cada  una  de  estas  sociedades  desarrolla  su  propio 
estilo  industrial  sobre  la  base  de  estas  experiencias  exis- 
tenciales. 

Indicamos  los  rasgos  más  característicos  en  forma 
muy  concentrada: 

1)  Lo  distintivo  del  proceso  inglés  de  industrializa¬ 
ción  es  su  orientación  hacia  la  exportación.4  El  proceso 
se  vincula  con  una  enorme  concentración  de  inversio- 

3  Eligen  Rosenstock-Huessy,  “Die  europáischen  Revolutionen  und  der 
Charakter  der  Nationen”,  Stuttgart,  1951. 

4  Harley  L.  Browning  y  Bryan  R.  Roberts,  “Urbanización,  transfor¬ 
mación  sectorial  y  utilización  de  la  mano  de  obra  en  Latinoamérica”, 
en:  Jorge  E.  Hardoy  et  al.  (ed.),  “Ensayos  histórico-sociales  sobre  la 
urbanización  en  América  Latina”,  CLACSO  Ediciones  Siap,  Buenos  Ai¬ 
res,  1978. 


8 


nes  de  capital  en  el  extranjero  (p.  ej.  58%  de  todas  las 
inversiones  extranjeras  en  América  Latina  en  1913  eran 
inversiones  británicas).  La  importación  era  primordial¬ 
mente  de  tipo  agrícola. 

Los  empresarios  se  orientaron  hacia  mercados  exte¬ 
riores,  no  interiores;  el  capital  industrial  era  capital 
familiar  disponible  a  corto  plazo,  el  capital  financiero 
se  dirigió  hacia  los  territorios  de  ultramar. 

La  consecuencia  de  esta  estructura  era,  que  el  ca¬ 
pital  inglés  no  dependía  de  la  permanente  extensión  del 
mercado  interior;  tampoco  tenía  interés  en  cambios  tec¬ 
nológicos  para  diferenciar  este  mercado  interior;  y  tam¬ 
poco  tenía  un  interés  vital  en  que  las  mercancías  con 
las  cuales  se  traficó  estén  producidas  en  Inglaterra. 

La  idea  central  de  la  industrialización  inglesa  era: 
vender  el  mismo  producto  a  un  número  de  gentes  cada 
vez  más  elevado  (los  ingleses  no  tenían  interés  en  la 
diferenciación  de  mercados  ya  conquistados). 

Era  una  industrialización  dirigida  hacia  afuera,  mu¬ 
cho  más  de  comercio  que  de  producción,  caracterizada 
por  el  imperio  sobre  infraestructuras  (ferrocarriles)  y 
mercados,  sin  influenciar  mucho  en  modos  de  produc¬ 
ción  locales. 

Este  estilo  de  industrialización  era  la  continuación 
en  escala  mundial  de  la  “Glorious  Revolution”,  era 
ilustración  tecnológica  con  un  mínimo  de  materializa¬ 
ción  de  cambios  sociales  y  de  in-formaciones  valorati- 
vas. 

2)  Muy  diferente  es  el  estilo  de  la  industrialización 
en  Francia.  El  proteccionismo  francés  está  rotundamen¬ 
te  opuesto  al  libre  comercio  inglés.5  La  sociedad  civil 

5  Wolfgang  Goroll,  Die  Auseinandersetzung  um  Freihandel  und  Pro- 
tektionismus  in  Frankreich  des  19.  Jhds.”,  Diss.  Univ.  Erlangen-Nüren- 
berg,  1977. 


9 


quedó  en  grandes  sectores  ajena  a  la  industrialización, 
la  cual  se  consideró  — en  buen  estilo  mercantilista — 
asunto  del  Estado. 

El  proteccionismo  mercantil  y  el  lujo  libertino  se 
combinaron  para  producir  un  mercado  interior  prote¬ 
jido  que  necesitó  los  contactos  hacia  afuera  sólo  para 
obtener  insumos  de  “bienes  coloniales”.  Werner  Som- 
bart  en  su  libro  clásico  sobre  “Amor,  lujo  y  capitalis¬ 
mo”  (1912)  entró  en  los  detalles  de  este  proceso. 

Las  mercancías  se  distribuían  en  el  mismo  país;  para 
facilitarlo  se  creó  la  red  de  canales  más  completa  en 
toda  Europa,  que  funciona  hasta  hoy  en  día:  uno  puede 
navegar  alrededor  del  país  en  un  gran  círculo  sin  tocar 
el  mar. 

En  forma  correspondiente  se  organizó  la  industria 
y  sus  modos  de  producción;  era  una  red  que  vinculó 
diferentes  núcleos  entre  sí,  como  la  red  de  canales  vincu¬ 
ló  las  ciudades  entre  sí.  Los  obreros  de  estos  núcleos 
se  organizaron  en  sindicatos,  nació  el  sindicalismo  fran¬ 
cés  con  sus  principios  de  federación,  rotundamente 
opuestos  al  centralismo  estatal. 

Las  experiencias  de  La  Revolución  Francesa  entre 
Robespierre  y  Napoleón  se  reprodujeron  para  organi¬ 
zar  la  industria  francesa. 

La  revolución  de  la  in-formación  valorativa  creó  una 
industrialización  con  un  mínimo  de  materialización  de 
cambios  sociales  y  una  iluminación  tecnológica  mercan- 
tilizada. 

3)  La  industrialización  italiana  reproduce  claramen¬ 
te  las  dificultades  de  la  “sociedad  política”  frente  a  la 
“sociedad  civil”:6  se  organizó  primero  una  industria 

6  Antonio  Gramsci,  “Quaderni  del  carcere”  (1929-1935),  Einaudi  Edi- 
tore,  Torino,  1975. 


10 


para  la  sociedad  política ,  dentro  de  la  estructura  del 
nuevo  estado  nacional,  sin  participación  de  la  sociedad 
civil.  Resultó  un  fracaso:  mientras  que  en  Inglaterra  en 
la  segunda  mitad  del  siglo  pasado  el  tráfico  de  ferro¬ 
carriles  aumentó  por  70%,  en  Italia  disminuyó  en  el 
norte  por  20%  y  en  el  sur  por  50%. 

Después  de  la  segunda  guerra  mundial,  la  sociedad 
civil  organizó  su  industrialización,  esta  vez  sin  partici¬ 
pación  de  la  sociedad  política,  lo  que  igualmente  con¬ 
dujo  a  la  crisis  del  Estado. 

Esta  lucha  entre  sociedad  política  y  sociedad  civil 
bloqueó  cualquier  materialización  de  cambios  sociales 
y  cualquier  cambio  en  las  in-formaciones  valorativas. 
La  ilustración  tecnológica,  aislada,  se  frenó  cada  vez 
más,  por  alejarse  de  las  bases  sociales  y  valorativas. 

4)  Finalmente,  el  ejemplo  alemán :  hemos  tenido  en 
nuestro  país  tentativas  de  una  industrialización  en  Ale¬ 
mania  del  Sur  hasta  la  mitad  del  siglo  pasado.  Lo  ca¬ 
racterístico  era:  la  gran  importancia  del  sector  artesa- 
nal  y  la  dispersión  regional. 

Hubo  una  relación  estructural  muy  estrecha  con  la 
industrialización  en  Estados  Unidos;  dominaba  la  figu¬ 
ra  de  Friedrich  List  (1789-1846),  con  su  fuerte  tenden¬ 
cia  educativa  (proteccionismo  para  fomentar  equiva¬ 
lencia  internacional).7 

Esta  industrialización  fue  interrumpida  por  la  domi¬ 
nación  prusiana.  Los  prusianos  organizaron  otro  tipo 
de  industria  en  la  Cuenca  de  la  Rubr  — una  industria 
organizada  sobre  el  modelo  estructural  del  ejército  pru¬ 
siano. 


7  Friedrich  List,  “Das  natiirliche  System  der  politischen  Okonomie”. 
1841. 


11 


Después  de  la  segunda  guerra  mundial  empezó  una 
reorientación  hacia  el  sur  a  base  de  la  industria  quími¬ 
ca  y  electrónica,  otra  vez  reforzando  mucho  las  infraes¬ 
tructuras  federativas  tradicionales  en  el  sur. 

La  gran  industria  pesada  refleja  el  poder  del  Estado 
(Krupp),  la  nueva  industria  química  y  electrónica  re¬ 
fleja  el  poder  de  las  universidades  tecnológicas.  La  di¬ 
versificación  de  mercados  ya  existentes  es  más  impor¬ 
tante  que  la  conquista  de  nuevos  mercados.  La  idea  es 
producir  productos  siempre  diferentes  para  siempre  la 
misma  gente. 

Es  una  industrialización  con  ilustración  tecnológica 
muy  sofisticada  y  cambios  sociales  y  valorativos  muy 
marcados.  Acentúa,  en  la  tradición  de  la  revolución  ale¬ 
mana  protestante  del  siglo  xvi,  la  educación  y  las  uni¬ 
versidades,  transformadas  en  fuerzas  productivas  inme¬ 
diatas. 

i 

ni)  Análisis  de  la  crisis  estructural  de  las  sociedades 
industriales  de  Europa  Central 

El  cuadro  europeo  presentado  en  la  primera  parte  for¬ 
mó  el  “concierto”  de  la  industrialización  hasta  el  prin¬ 
cipio  de  los  años  60. 

Desde  entonces  entró  en  una  profunda  crisis,  la  cual 
— a  pesar  de  ser  básicamente  la  misma  en  toda  la  zona 
industrializada —  tiene  otra  vez  características  estilís¬ 
ticas  muy  precisas. 

Para  comprender  este  proceso  tenemos  que  concen¬ 
trarnos  primero  en  el  vector  de  la  ilustración  tecnoló¬ 
gica.  Lo  importante  de  él  es  el  concepto  de  la  energía. 
El  origen  del  proceso  del  iluminismo  tecnológico  era  el 
gran  proyecto  de  dominar  la  naturaleza  a  través  de  la 
matematización  dentro  de  un  espacio  homogéneo.  La 


12 


técnica  es  — como  dice  Heidegger —  el  fundamento  so¬ 
bre  el  cual  se  construyó  la  física  moderna  (según  él, 
ella  no  es,  como  muchas  veces  se  dice,  un  derivado  de  la 
física  moderna)  .8 

Así  empezó  un  proceso  de  abstracción  progresiva  del 
concepto  de  “energía”  de  sus  orígenes  materiales  (fuer¬ 
zas  metabólicas  e  hidráulicas) ;  “energía”  se  convierte 
más  y  más  en  una  abstracción  tecnológica,  en  “power”, 
que  a  su  vez  se  concretiza  en  vapor,  gas,  electricidad. 
La  base  originaria  (agua,  carbón,  petróleo)  se  reduce 
a  un  mero  producto  comerciable. 

El  vector  energético,  motor  de  la  ilustración  tecno¬ 
lógica,  dirige  la  industrialización  mundial  (en  sus  as¬ 
pectos  no  regionales)  hacia  una  abstracción  cada  vez 
más  notable.  De  esto  resulta  que  la  operacionalización 
práctica  de  estas  abstracciones  en  la  producción  indus¬ 
trial  necesita  cada  vez  más  esfuerzos  físicos,  científicas 
y  tecnológicos,  lo  que  corresponde  en  la  práctica  e  in¬ 
versiones  de  capitales  financieros  e  industriales  cada 
vez  más  grandes:  la  instalación  de  un  puesto  de  trabajo 
cuesta  cada  vez  más  capital.  La  maquinaria  moderna 
devora  tanto  capital  que  el  tiempo  de  amortización  se 
extiende  cada  vez  más.  Durante  este  periodo  de  la  amor¬ 
tización,  la  producción  queda  fijada  a  las  estructuras 
establecidas  por  la  inversión  hecha  anteriormente.  Se 
puede  (o  mejor:  se  podía  hasta  hace  muy  poco  tiempo) 
enunciar  el  axioma:  más  automatización  corresponde  a 
menos  flexibilidad  productiva  —  la  producción  tiende 
a  obligar  a  los  consumidores  a  usar  los  productos  ofre¬ 
cidos  y  no  los  productos  deseados,  hasta  que  se  haya 
pagado  la  inversión  con  las  amortizaciones. 

Esta  estructura  económica  tiene  consecuencias  soci’o- 


8  Martin  Heidegger,  “Vier  Seminare”,  Klostermann,  Frankfurt/Main, 
1977,  p.  93. 


13 


políticas  y  culturales  inmediatas.  Damos  un  ejemplo  de 
la  historia  alemana  contemporánea:  Como  consecuencia 
de  las  enormes  inversiones  necesarias  después  de  la  pri¬ 
mera  guerra  mundial,  el  costo  de  producción  en  la  pro¬ 
ducción  de  acero  y  en  otros  sectores  de  la  economía 
nacional  alemana  era  casi  invariable  como  consecuen¬ 
cia  de  los  pagos  de  amortización.  Una  disminución  de 
la  producción  no  hubiera  por  eso  podido  disminuir  los 
costos  de  producción  y  con  eso  los  precios  de  venta.  En 
este  momento  aconteció  la  crisis  económica  mundial  con 
una  caída  muy  rápida  de  los  precios.  Entonces  resultó 
inevitable  continuar  produciendo  aunque  fuera  vendien¬ 
do  por  debajo  del  precio  de  costo.  En  todo  caso  el  dé¬ 
ficit  sería  así  menor  que  un  déficit  causado  por  el  freno 
de  la  producción,  dado  que  por  lo  menos  en  la  alterna¬ 
tiva  de  seguir  produciendo  se  aportaba  a  la  amortiza¬ 
ción  de  las  inversiones  en  alguna  medida.  Ya  no  era 
posible  adaptar  la  producción  a  un  consumo  reducido 
a  causa  de  la  crisis  mundial. 

Por  el  contrario:  el  impulso  interno  hacia  la  produc¬ 
ción  conducía  a  un  aumento  en  las  inversiones  en  el 
momento  mismo  de  la  crisis,  lo  que  aumentó  cada  vez 
más  la  urgencia  de  un  control  estatal  sobre  la  economía 
para  asegurar  una  distribución  justa  de  los  capitales 
reducidos  disponibles.  La  consecuencia  era  obvia:  vino 
el  momento  en  el  cual  los  líderes  de  la  gran  industria 
alemana  se  vincularon  políticamente  con  los  nazis  en 
los  comienzos  de  los  años  30,  porque  éstos  asegurarían 
la  distribución  controlada  de  los  capitales  disponibles, 
bajo  la  condición  que  los  nazis  fuesen  controlados  a  su 
vez  por  la  industria.  Eso  era  el  esquema  básico  del  pri¬ 
mer  gabinete  de  Hitler  en  1933. 9 

Esta  situación  socioeconómica  hizo  posible  la  llegada 


9  Alfred  Sohn-Rethel,  “Ókonomie  und  Klassenstruktur  des  deutschen 
Faschismus”,  ed.  Suhrkamp  Nr.  630,  Frankfurt/Main,  p.  41  ff. 


14 


al  poder  del  nazismo,  aquella  alianza  entre  el  socialis¬ 
mo  nacional-militar  y  el  gran  capital  nacional-industrial. 

Nuestro  axioma  fundamental:  más  automatización 
equivale  a  menos  flexibilidad  determinó  nuestra  reali¬ 
dad  sociocultural  en  Europa  hasta  principios  de  los  años 
60.  Empezó  entonces  la  crisis  ya  mencionada,  que  está 
a  punto  de  cambiar  profundamente  toda  nuestra  “sín¬ 
tesis”  social  (nuestro  consenso  social)  en  Alemania  y 
en  los  otros  grandes  centros  de  industrialización  euro¬ 
peos.  ¿De  qué  se  trata? 

La  ilustración  tecnológica  llegó  a  un  punto  de  infle¬ 
xibilidad  y  de  saturación  asfixiante.  En  este  momento 
surgió  un  nuevo  tipo  de  maquinaria  automatizada  en 
base  a  una  electrónica  “computadorizada”  que  puede 
por  primera  vez  combinar  funciones  aritméticas  y  lógi¬ 
cas,  es  decir,  que  puede  ejercer  simultáneamente  opera¬ 
ciones  de  cálculo  y  de  decisión.  Estas  máquinas  CNC 
(==  computerized  numerical  control)  operan  con  micro- 
procesadores  —  platillos  en  los  cuales  se  concentran 
25  000  conexiones  en  un  solo  centímetro  cuadrado.  Un 
procesador  que  dirige  las  actividades  de  la  máquina 
“estructural”  cuesta  hoy  menos  de  10  dólares  y  dentro 
de  poco  costará  mucho  menos;  es  decir,  prácticamente 
es  gratuito. 

Esto  significa  que  nuestro  axioma  de  inversiones  tec¬ 
nológicas  está  rotundamente  invertido:  la  producción 
moderna  identificará  más  automatización  no  con  menos, 
sino  con  más  flexibilidad.10  Sin  ninguna  duda,  estamos 
frente  a  la  censura  más  trascendental  en  la  historia  de 
la  industrialización.  La  industria  empieza  ahora  a  pro¬ 
ducir  su  propia  “inteligencia  técnica”,  para  eso  ya  no 
se  necesita  la  inteligencia  “orgánica”  humana. 

10  Werner  Pfeiffer,  Erich  Staudt,  “Rationalsierung  in  der  Struktur- 
krise”,  Facultad  de  Ciencias  Económicas  y  Sociales,  Universidad  de 
Erlangen-Nürnberg,  1978. 


/ 


15 


Es  decir,  que  la  parte  humana  en  la  reproducción  de 
la  sobrevivencia  emigra  a  un  cuarto  nivel: 

Primer  nivel :  recolección  y  caza. 

Segundo  nivel :  producción  extractiva  y  producción 
de  bienes  de  uso  (agricultura,  minería). 

Tercer  nivel :  separación  entre  el  hombre  y  sus  acti¬ 
vidades  productivas  (enajenación,  producción  industrial 
mecanizada) . 

Cuarto  nivel :  control  de  la  producción  industrial  me¬ 
canizada  y  realizada  por  robots.  Enajenación  secun¬ 
daria. 

Las  consecuencias  para  la  industria  misma  son  enor¬ 
mes  y  hasta  el  momento  sólo  calculables  en  parte.  El 
cambio  de  calificaciones  necesarias  para  los  trabajado¬ 
res  es  profundo:  ya  no  se  necesitarán  trabajadores  es¬ 
pecializados,  sino  más  bien  técnicos  para  el  control  de 
las  máquinas.  La  estructura  profesionalizante  de  nues¬ 
tros  sistemas  educativos  no  corresponde  más  a  esta  nue¬ 
va  situación.  Las  perspectivas  profesionales  han  cam¬ 
biado  profundamente  mientras  que  el  acceso  al  sistema 
educativo  sigue  todavía  a  las  exigencias  profesionales 
de  la  situación  anterior. 

Mientras  tanto,  la  reorientación  de  nuestras  estructu¬ 
ras  sociales  está  plenamente  en  marcha.  Desaparecen 
todos  los  empleos  que  exigen  inteligencia  técnica  me¬ 
dia:  para  esto  se  autoabastece  la  producción  misma.  De 
la  multitud  de  casos  de  cambios  que  ya  se  han  efectua¬ 
do  tomamos  — meramente  a  título  de  ejemplo —  el  caso 
del  trabajo  burocrático.  En  este  campo  perderán  dentro 
de  los  próximos  12  años  (hasta  1990)  50%  de  los  em¬ 
pleados  en  las  oficinas  de  administración  sus  puestos 
de  trabajo:  en  la  República  Federal  serán  2.5  millo¬ 
nes  de  empleados  que  desaparecerán  de  las  oficinas. 


16 


El  llamado  procesamiento  de  textos  integrado  hace 
ahora  posible  la  ‘“computerization”  acumulativa  del  tra¬ 
bajo  burocrático. 

Otro  ejemplo  de  estos  efectos  son  los  robots  construi¬ 
dos  por  la  fábrica  Volkswagen,  llamados  “Robby”  y 
“Goli'\  Estos  trabajan  extendidos  sobre  el  suelo  o  de 
pié,  están  fundiendo  y  laqueando,  amontonan  materia¬ 
les  y  trabajan  día  y  noche  sin  aumentos  salariales. 
Actualmente  77  de  esos  robots  trabajan  en  la  fábrica. 
Cambios  en  la  construcción  de  los  coches  son  asimila¬ 
dos  por  Robby  y  Goli  en  pocos  minutos  a  través  de 
un  cambio  de  los  impulsos  electrónicos  (antes  cada 
cambio  costaba  millones  de  marcos  por  las  necesidades 
de  adaptación  de  las  cintas  de  montaje,  etc.). 

La  empresa  comenzó  la  producción  de  estos  robots 
para  la  venta.  En  dos  años,  una  hora  de  trabajo  de 
uno  de  estos  robots  costará  no  más  de  6  a  7  dólares. 
Igual  función  tienen  los  robots  “Sirobot  1”  y  “Siro- 
bot  2”  (una  pareja),  construidos  por  la  empresa  Sie¬ 
mens. 

El  cuadro  estimativo  de  las  consecuencias  de  todo 
esto  es  el  siguiente: 

1)  reducción  en  cifras  absolutas  de  los  puestos  de 
trabajo; 

2)  semi-desaparición  de  los  puestos  de  trabajo  para 
trabajadores  poco  calificados  o  sin  calificación; 

3)  estancamiento  del  número  de  los  trabajadores  y 
empleados  de  alto  nivel; 

4)  aumento  progresivo  de  las  exigencias  profesio¬ 
nales  para  los  empleados  de  altísimo  nivel. 

Desaparece  la  alianza  entre: 


17 


—  crecimiento 

—  progreso  tecnológico  y 

—  empleo 

La  necesidad  urgente  de  cambiar  la  política  de  acceso 
y  de  profesionalización  en  nuestro  sistema  educativo 
y  muy  especialmente  universitario  es  inmediatamente 
visible.  Nos  deben  interesar  por  eso  primordialmente 
las  consecuencias  socioculturales  en  relación  con  la  es¬ 
tructura  profesional  de  nuestra  sociedad  y  por  con¬ 
siguiente  de  las  universidades.  Obviamente  ningún  sec¬ 
tor  de  nuestras  sociedades  europeas  está  preparado  para 
contestar  este  reto  del  nuevo  desarrollo:  estamos  per¬ 
plejos,  observando  los  derrumbes  de  estructuras  pro¬ 
fesionales  íntegras,  que  acontecen  súbitamente.  Los 
sindicatos ,  p.  ej .,  tienen  que  asistir  a  la  reducción 
considerable  del  número  de  afiliados  y  con  eso  de  su 
poder  político;  los  partidos  políticos  ven  desaparecer 
las  bases  de  sus  programas;  el  sistema  educativo ,  las 
universidades,  siguen  produciendo  egresados  para  pro¬ 
fesiones  que  ya  no  existen;  las  ideologías  sociales  ven 
desaparecer  las  estructuras  de  clase  acostumbradas,  las 
iglesias  observan  una  mistificación  sectorial.  Las  gen¬ 
tes  ya  no  comprenden  las  estructuras  de  las  mismas 
sociedades  en  las  cuales  viven. 

La  proposición  discutida  actualmente  en  Alemania 
para  solucionar  por  lo  menos  los  problemas  inminentes 
a  través  de  una  reducción  del  tiempo  de  trabajo  de  40 
a  35  o  menos  horas  semanales  es  ridicula  por  ser  no 
más  que  una  cura  de  síntomas.  Está  claro:  si  nuestro 
sistema  no  cambia  profundamente  sus  estructuras  bᬠ
sicas,  no  se  ve  ninguna  solución.  Ésta  no  es  una  re¬ 
flexión  ideológica  puesto  que  delante  de  la  nueva  si¬ 
tuación  desaparecen  por  completo  las  diferenciaciones 


18 


tal  vez  posibles  entre  las  sociedades  de  capitalismo  mo¬ 
nopolista  y  sociedades  de  capital  estatal. 

Tampoco  es  una  visión  apocalíptica  o  utópica:  esta¬ 
mos  ya  plenamente  inmersos  en  estos  procesos.  El  anᬠ
lisis  se  refiere  a  la  situación  actual  y  no  a  un  futuro 
tal  vez  posible.  Por  eso  se  deben  aplicar  los  cambios 
necesarios  a  un  nivel  mucho  más  profundo  que  el  co¬ 
rrespondiente  a  las  ideologías. 

La  proposición  más  seria  enunciada  hasta  el  momen¬ 
to  es  el  concepto  de  la  convivencialidad  elaborado  por 
Ivan  Illich  en  Cuernavaca.11 

Lo  que  quiere  decir  un  nuevo  modo  de  convivir  den¬ 
tro  del  contexto  social.  Si  esto  para  algunos  parece  ser 
utópico  —  ya  no  lo  es  tanto  en  nuestras  sociedades. 
Hace  poco  tiempo  la  Radio  de  Munich  emitió  en  la  tarde 
un  programa  especial  dedicado  a  una  de  las  muchas 
ciudades  medievales  de  Franconia.  Los  habitantes  pro¬ 
hibieron  la  entrada  de  automóviles  en  su  ciudad,  pusie¬ 
ron  los  receptores  en  sus  ventanas  abiertas  y  sumer¬ 
gieron  toda  la  ciudad  en  la  música  de  Mozart.  Miles  de 
personas  pasearon  por  las  calles,  se  pusieron  mesas  y 
sirvieron  comidas,  se  celebraron  cumpleaños  y  una  gran 
boda  —  era  un  ambiente  festivo,  convivial. 

Hace  pocos  años  hubiera  sido  imposible  ni  siquiera 
pensar  en  una  cosa  parecida.  Ya  hay  alrededor  de  nos¬ 
otros  miles  de  ejemplos  parecidos  que  hubiera  podido 
citar. 

Sin  embargo,  hay  que  entrar  un  poco  más  en  los  de¬ 
talles  del  análisis  científico  de  las  alternativas  propues¬ 
tas.  Uno  de  los  puntos  de  partida  más  interesantes  son 

11  Ivan  Illich,  “Tools  for  Conviviality”,  Harper  and  Row,  New  York, 
1973. 


19 


las  proposiciones  que  recomiendan  lo  que  se  llama  la 
“ cuaternal izaciórt  Y 2 

Nos  explicamos:  para  cubrir  las  necesidades  básicas 
en  materia  de  nutrición,  vivienda,  transporte,  vestido, 
etc.,  es  suficiente  el  trabajo  del  40%  de  los  económica¬ 
mente  activos,  como  lo  demostraron  las  economías  de 
guerra,  cuando  se  retiraron  60%  de  activos  para  trans¬ 
formarlos  en  soldados  o  productores  de  aparatos  de  des¬ 
trucción.  Sin  embargo,  la  vida  cotidiana  continuó  tole¬ 
rablemente  bien.  Este  35/40%  (7%  de  agricultores; 
15%  de  obreros  industriales;  12%  de  servicios)  son  los 
indispensables;  los  60%  restantes  ejercen  un  trabajo 
social  de  valor  secundario.  El  40%  produce  los  ingre¬ 
sos  básicos  para  toda  la  población,  inclusive  para  el 
60%  que  podría  sobrevivir  a  base  de  una  renta  pagada 
por  el  40%  (y  en  verdad  ya  actualmente  viven  millones 
de  obreros  llamados  desempleados  en  esta  forma,  a  base 
de  “pensiones”). 

El  argumento  de  Yona  Friedman  sigue  así,  el  60% 
son  consumidores  de  los  productos  generados  por  el 
40%,  y  así  devuelven  esta  subvención  al  40%,  pagán¬ 
dolos.  Este  sistema  de  subvenciones  mutuas  necesita 
continuamente  un  input  de  energía,  que  le  viene  del  ex¬ 
terior,  es  decir  del  comercio  exterior  monetarizado,  que 
es  vital  para  la  sobrevivencia  del  sistema  de  subvencio¬ 
nes  mutuas. 

Todos  en  Europa  nos  damos  cuenta  que  nuestro  sis¬ 
tema  no  podría  sobrevivir  cuando  se  cierran  los  mer¬ 
cados  de  ultramar.  Y  esto  es  justamente  el  peligro  de¬ 
lante  del  cual  nos  encontramos  en  la  actualidad. 

Nuestras  sociedades  tendrían  entonces  que  prepararse 
para  la  situación  de  emergencia. 


12  Yona  Friedman,  “La  Quaternalisation”,  manuscrito,  París,  26  de 
diciembre  de  1977. 


20 


¿Cómo?  Por  la  cuaternalización  modernizada,  dice 
Friedman. 

¿Qué  significa  esto?  Una  de  las  consecuencias  de  la 
situación  de  crisis  descrita  antes  es  que  todos  nos  damos 
cuenta  que  el  instrumento  tradicional  de  análisis  socie- 
tal,  la  división  en  los  tres  sectores  primario  (extracti¬ 
vo),  secundario  (industrial)  y  terciario  (servicios),  ya 
no  es  aplicable.  Falta  incluir  a  los  económicamente 
activos  que  quedan  fuera  de  la  economía  monetarizada. 
Se  propone  por  ende  la  introducción  de  un  sector  cua¬ 
ternario  que  comprendería,  por  ejemplo,  a  las  amas  de 
casa,  los  servicios  sociales  gratuitos  (religiosos,  por 
ejemplo),  los  trabajadores  clandestinos  de  los  fines  de 
semana,  los  vendedores  callejeros,  los  desempleados  que 
forman  cooperativas  para  sobrevivir,  la  gente  que  tra¬ 
baja  en  la  agricultura  urbana,  etc. 

La  tendencia  de  concentrar  a  todos  estos  grupos  en 
un  sector  comprehensivo  es  llamada  por  Friedman  “cua¬ 
ternalización”. 

Obviamente,  nuestra  sociedad  alemana  está  en  vías 
de  cuaternalización,  y  esta  cuaternalización  moderniza¬ 
da  podría  ser  una  solución  para  reorientar  las  fuerzas 
de  trabajo  rechazadas  por  la  automatización  moderna 
que  produce  su  propia  inteligencia  técnica  en  forma  de 
robots. 

Sin  embargo,  surge  un  problema  central:  los  adscri¬ 
tos  al  sector  cuaternario  se  sienten  rechazados  social¬ 
mente.  Hay  que  dar  un  prestigio  aceptable  para  este 
nuevo  sector.  Friedman  propone  considerar  la  educa¬ 
ción  como  el  campo  de  actividades  prestigiadas  para 
el  sector  cuaternario.  Claro  está,  que  no  podría  ser  la 
educación  escolarizada,  al  servicio  del  sistema  tradi¬ 
cional. 

Aquí  otra  vez  es  Ivan  Illich  quien  encontró  la  prime- 


21 


ra  palabra  para  ello  con  su  famoso  lema  de  la  “des- 
escolarización”:  se  trataría  de  una  educación  alterna¬ 
tiva,  al  servicio  de  la  sociedad  en  su  totalidad,  pero 
radicada  en  el  sector  cuaternario. 

Actualmente  las  sociedades  europeas  son  conscientes 
de  que  pasa  algo  inaudito,  se  dan  cuenta  de  que  los 
instrumentos  tradicionales  ya  no  funcionan;  temen  tener 
que  cambiar  la  estructura  entera  de  sus  institucionaliza- 
ciones,  pero  no  saben  formularlo.  Es  un  momento  de 
suspenso. 

En  Alemania  crecen  las  inquietudes  estructurales  en 
todos  lados,  a  pesar  de  la  gente  misma. 

En  la  superficie  todo  va  bien,  pero  todos  sabemos 
que  detrás  de  la  fachada  se  está  formando  una  nueva 
realidad  social.  Los  derrumbes  de  profesiones  y  secto¬ 
res  económicos  enteros  son  como  los  truenos  de  una  tor¬ 
menta  que  se  está  acercando.  Empezó  en  forma  muy 
tímida  la  discusión  sobre  los  nuevos  peligros  inminentes. 
Nuestra  característica  estilística  en  la  primera  parte  de 
nuestra  argumentación  podría  indicar  los  puntos  de  par¬ 
tida  y  el  rumbo  que  podría  tomar  esta  discusión  en 
Europa. 

IV)  Consecuencias  inmediatas  de  la  nueva  situación 
para  las  sociedades  industriales 

a)  Observaciones  preliminares 

Para  vincular  nuestro  análisis  con  los  3  ejes  de  la  po¬ 
lítica  universitaria  propuestos  por  el  Dr.  Latapí,1"  hay 
que  comprender  estos  ejes  como  “puentes”  entre  las 
coordenadas  de  nuestro  esquema,  en  la  forma  siguiente: 

13  Pablo  Latapí,  “Algunas  tendencias  de  las  Universidades  Latino¬ 
americanas”,  Unión  de  Universidades  de  América  Latina  (UDUAL), 
México,  D.  F.,  septiembre  de  1978. 


22 


\ 


cambios 


Pero  esto  sería  naturalmente  nada  más  que  una  apro¬ 
ximación  para  ubicarnos  mejor  en  el  contexto  concreto 
de  la  situación  latinoamericana,  ya  que  intentamos  po¬ 
ner  de  relieve  las  diferencias  entre  la  situación  latino¬ 
americana  y  la  europea/norteamericana. 

En  primer  lugar  se  ve  claramente  que  en  Europa  el 
concepto  básico  del  vector  energético,  es  decir  el  con¬ 
cepto  del  progreso,  ha  perdido  su  funcionalidad  bajo 
el  impacto  de  la  creciente  limitación  de  los  recursos 
materiales  disponibles,  y  de  la  problemática  ecológica 
cada  vez  más  alarmante  en  los  países  industriales.  Se 
revierte  el  impulso  progresista  hacia  los  sectores  social 
y  valorativo,  para  llegar  a  un  crecimiento  social  y  va- 
lorativo  en  vez  de  material. 

En  los  últimos  10  años,  las  zonas  conflictivas  indica¬ 
das  constituyen  una  preocupación  permanente  en  nues¬ 
tras  sociedades.  En  las  universidades  tratábamos  de  su¬ 
perar  estas  tensiones  mediante  programas  de  interdis- 
ciplinariedad.  Se  vio,  sin  embargo,  que  utilizando  mé¬ 
todos  aplicables  en  la  situación  anterior,  no  sería  posi¬ 
ble  establecer  complejos  interdisciplinarios  de  enseñan¬ 
za-aprendizaje-investigación.  Todos  estos  proyectos  fra¬ 
casaron  en  su  forma  originariamente  prevista. 


23 


'(p.  ej.:  Movimiento 
del  Mayo  de  1968 
en  Francia) 

Se  puede  decir  que  en  el  ámbito  universitario  el  fra¬ 
caso  de  las  ideas  del  68  se  visualiza  a  través  del  fracaso 
de  los  proyectos  de  la  interdisciplinariedad,  y  vice¬ 
versa. 

b)  Explicación  de  los  reflejos  de  la  crisis  visible  en  las 
estructuras  sociales  de  las  sociedades  industriales  - 
Dos  modelos  de  reacción  opuestos:  Estados  Unidos 
y  República  Federal  de  Alemania 

Hay  varios  modos  posibles  de  reaccionar  a  la  nueva 
situación.  Esto  se  puede  demostrar  claramente  con  los 
ejemplos  de  Estados  Unidos  y  de  la  República  Federal 
de  Alemania. 

Para  estos  fines  comparamos  el  desarrollo  del  Pro¬ 
ducto  Bruto  Social  en  las  dos  sociedades  con  el  des¬ 
arrollo  del  mercado  de  trabajo. 

Reproducimos  datos  estadísticos  publicados  hace  poco 
en  el  cuadro  siguiente: 

Mercado  de  trabajo  (empleo)  y  producto  bruto  social 

Cambios  porcentuales  en  el  empleo  y  en  el  produc¬ 
to  bruto  social  en  comparación  entre  Estados  Unidos 


Producto  bruto  social 


25 


(EE.UU.)  y  República  Federal  de  Alemania  (RFA). 
(Los  cambios  se  indican  cada  vez  en  relación  con  el  año 
anterior.) 

La  información  que  nos  proporcionan  estos  datos  es 
de  singular  importancia.  Surgen  a  la  luz  dos  hechos: 

1.  El  paralelismo  del  desarrollo  del  Producto  bruto 
social  en  las  dos  sociedades  (con  algunos  desfases 
de  uno  o  dos  años,  que  no  cambian  la  estructura). 
Crecimiento  del  Producto  bruto  social  entre  1965 
y  1977: 

EE.UU.  ==  +44.4% 

RFA  =  +48.3% 

2.  La  diferenciación  en  lo  que  se  refiere  al  mercado 
de  trabajo  (empleo) :  el  número  de  puestos  de 
trabajo  disponibles  en  Estados  Unidos  aumentó 
considerablemente;  en  RFA  disminuyó  en  el  mis¬ 
mo  periodo  notablemente. 

Puestos  de  trabajo  disponibles  en  el  periodo  entre 
1965  y  1977: 

EE.UU.  =  +19.5% 

RFA  =—  7.2% 

Tenemos  que  preguntarnos  cuáles  son  las  causas  de 
tan  sorprendente  desigualdad.  Una  de  las  causas  impor¬ 
tantes  son  las  diferencias  que  hay  en  las  dos  sociedades 
en  el  desarrollo  de  los  costos  salariales  por  pieza  pro¬ 
ducida.  En  Estados  Unidos  estos  costos  se  mantuvieron 
relativamente  estables  en  los  últimos  años;  en  la  RFA, 
al  contrario,  hubo  un  crecimiento  extraordinario  de  es¬ 
tos  costos.  Este  crecimiento  fue  causado  por  las  presta¬ 
ciones  sociales  cargadas  sobre  los  salarios;  el  creci¬ 
miento  de  los  costos  salariales  es  entonces  el  reflejo  de 


26 


la  política  de  bienestar  social  (Social  Welfare  State) 
de  los  últimos  20  años  en  Alemania. 

Aspectos  específicos  del  caso  alemán 

La  política  del  bienestar  social  forzó  al  sector  indus¬ 
trial  de  las  sociedades  de  Europa  Central  a  adaptar  cada 
vez  más  tecnología  automatizada,  para  economizar  cos¬ 
tos  salariales  y  sostener  su  fuerza  competitiva  en  el 
mercado  internacional.  Podemos  decir  que  la  reducción 
de  la  fuerza  de  trabajo  orgánica  (humana)  en  la  RFA, 
el  desempleo  permanente  y  creciente  de  trabajadores  y 
empleados  calificados,  y  la  superautomatización  son  el 
precio  que  tenemos  que  pagar  por  la  política  del  bien¬ 
estar  social.  Esto  se  dice  aquí  sin  intenciones  críticas 
con  respecto  a  esta  política.  Queremos  exclusivamente 
poner  de  relieve  los  hechos,  sin  hablar  en  este  momento 
sobre  las  concepciones  y  consecuencias  políticas. 

Aspectos  específicos  del  caso  norteamericano 

En  Estados  Unidos  la  tecnología  automatizada  no  está 
menos  desarrollada;  lo  que  es  diferente,  son  las  reac¬ 
ciones  del  mercado  de  trabajo.  Los  sindicatos  norteame¬ 
ricanos  han  seguido  la  política  de  crecimiento  de  pues¬ 
tos  disponibles,  los  sindicatos  en  Europa  no  tenían  esta 
preocupación,  porque  la  reducción  del  número  de  pues¬ 
tos  disponibles  se  hizo  a  costa  de  los  trabajadores  ex¬ 
tranjeros,  importados  de  Europa  meridional;  en  vez  de 
eso  se  adoptó  una  política  de  crecimiento  salarial. 

¿En  qué  forma  Estados  Unidos  está  asimilando  so¬ 
cial  y  políticamente  la  nueva  tecnología?  Están  actuan¬ 
do  en  dos  frentes  simultáneamente:  en  los  frentes  inte¬ 
rior  y  exterior. 

Frente  interior :  Se  propugna  un  aumento  del  comer¬ 
cio  exterior  para  proporcionar  más  ingresos  a  las  em- 


27 


presas.  Se  quieren  obtener  estos  resultados  a  través  de 
una  devaluación  del  dólar. 

Esta  devaluación  está  prácticamente  pagada  por  la 
zona  industrial  “consular”,  es  decir,  por  Europa  y  Ja¬ 
pón. 

Damos  sólo  un  ejemplo  para  indicar  el  tamaño  de 
estos  pagos:  sólo  el  Banco  Central  de  la  RFA  tuvo  en 
1977  una  pérdida  por  la  devaluación  del  dólar,  de  7.9 
mil  millones  de  marcos  (=  4  mil  millones  de  dólares) 
de  sus  reservas;  en  1978, 'hasta  el  15  de  agosto,  han 
sido  otra  vez  5  mil  millones  (==  2.5  millones  de  dóla¬ 
res).  No  hablamos  del  sector  privado.  Y  esto  pasa  en 
todas  las  sociedades  industriales,  y,  peor  aún,  en  los 
países  no-industriales,  donde  las  reservas  de  dólares 
tienen  aún  mayor  importancia  económica. 

Frente  exterior :  Si  la  devaluación  del  dólar  es  un 
fenómeno  de  política  interior  de  Estados  Unidos,  el  se¬ 
gundo  frente  está  ubicado  sobre  todo  en  el  Tercer  Mun¬ 
do,  especialmente  en  América  Latina.  Es  el  frente  de  la 
“dependentización”  tecnológica.  Se  está  propugnando 
casi  febrilmente  por  la  industrialización  automatizada 
en  los  países  “consulares”  no-industrializados,  sobre 

todo  en  América  Latina.14 

# 

Se  trata  de  trasladar  tecnología  altamente  automati¬ 
zada  a  estos  países,  donde  no  está  sometida  a  las  res¬ 
tricciones  mencionadas  vigentes  en  los  Estados  Unidos 
mismos.15  Se  crean  zonas  de  tecnología  con  escasa  o 
nula  fuerza  de  trabajo  orgánica  (=  humana)  en  países 
con  crecimiento  demográfico  explosivo,  en  el  momento 

14  Hanns-Albert  Steger,  “Dominación  transnacional  y  de  — cualifica- 
ción  regional  del  intelecto:  la  vinculación  entre  los  regímenes  ‘consula¬ 
res’  y  la  reforma  universitaria  en  América  Latina”,  en:  “Latinoamérica” 
No.  10,  Anuario  de  Estudios  Latinoamericanos,  México,  D.  F.,  1977. 

15  Elmar  Rómpczyk,  “Internationale  Umweltpolitik  und  Nord-Siid- 
Konflikt”,  Bielefeld,  Facultad  de  Sociología,  manuscrito  de  Disertación 
doctoral  en  preparación,  1978.  - 


28 


de  un  decrecimiento  demográfico  notable  en  la  zona  in¬ 
dustrial. 

Para  disminuir  las  tensiones  demográficas,  ya  de  por 

sí  explosivas  pero  artificialmente  aumentadas  por  la 

tecnología  automatizada,  se  ofrecen  procedimientos  de 

control  de  natalidad  veterinarios  .  .  . 

# 

Se  estructuran  los  regímenes  consulares  para  que  sean 
capaces  de  contener  las  tensiones  (léase  el  informe  Hun- 
tington  para  la  comisión  trilateral  sobre  el  futuro  del 
sistema  de  gobierno  democrático.1'’ 

Observación  general  sobre  el  espacio  internacional 

Se  puede  decir  que  conjuntamente  las  zonas  “consula¬ 
res”  tenemos  que  pagar  el  crecimiento  ocupacional  de 
Estados  Unidos  en  la  era  de  la  automatización  electró¬ 
nica  y  computerizada.  A  pesar  de  las  enormes  diferen¬ 
cias  estructurales  entre  Europa  y  América  Latina  esta¬ 
mos  sociopolíticamente  en  la  misma  situación,  conjun¬ 
tamente  en  el  mismo  barco. 

V)  Problemática  latinoamericana  dentro  del  escenario 
general  expuesto 

Si  aplicamos  el  método  analítico  utilizado  en  esta  ex¬ 
posición  al  análisis  de  la  situación  latinoamericana,  lle¬ 
garíamos  a  la  transformación  siguiente  de  nuestro  es¬ 
quema: 


16  Michel  J.  Crozier,  Samuel  P.  Huntington,  Jo ji  Watanuki,  “The 
Crisis  of  Democracy”,  Report  on  the  Governability  of  Democracies  to 
the  Trilateral  Commission.  New  York  University  Press,  1975  (Trilate¬ 
ral  Commission). 


29 


t 


Freno  para  la 
investigación 
latinoamericana 
independiente 


Las  consecuencias  de  esta  situación  para  el  sistema 
univeristario  latinoamericano  son  más  que  graves.  Los 
tres  ejes  de  política  universitaria  propuestos  para  el 
análisis  por  el  Dr.  Latapí  se  convierten  en  su  contrario: 

a)  La  Universidad  comprometida  que  lucha  por  los 
cambios  sociales  y  valorativos  se  convertiría,  si  no  se 
establece  una  política  en  contrario,  en  una  agencia  que 
prepara  las  infraestructuras  sociales  propicias  para  la 
importación  de  tecnología  ajena.  Un  ejemplo  muy  triste 
es  el  agrobusiness  que  se  apropia  de  tierras  previamente 
mejoradas  por  el  esfuerzo  social;  casos  ejemplares:  la 
sabana  en  Colombia,  el  noreste  brasileño,  el  Bajío  y 
el  norte  mexicanos.  (Para  el  caso  mexicano:  Ernesto 
Feder,  Imperialismo  fresa,  estudio  sobre  el  mercado  de 
fresas  mexicano-norteamericano. ) 17 

b )  La  Universidad  profesionalizante  que  toma  en 
cuenta  primordialmente  las  estructuras  sociales  y  tecno- 


17  Ernesto  Feder,  “El  imperialismo  fresa.  Una  investigación  sobre  la 
dependencia  en  la  agricultura  mexicana”,  Editorial  Campesino,  México, 
1977  (Apartado  Postal  Núm.  59-007,  México  1,  D.  F.). 


30 


lógicas,  se  convertiría  en  una  agencia  de  enajenación 
cultural  de  la  juventud,  puesto  que  la  formación  profe¬ 
sional  se  orientaría  en  patrones  profesionales  pertene¬ 
cientes  a  sociedades  ajenas;  sería  una  agencia  para  crear 
mentalidad  “consular”. 

c)  La  Universidad  del  Espíritu  que  tiene  trato  pri¬ 
mordialmente  con  la  tecnología  y  la  ética  investigativa, 
se  convertiría  en  una  promulgadora  de  métodos  de  in¬ 
vestigación  basados  sobre  contextos  socioculturales  y 
epistemológicos  totalmente  injustificables  en  América 
Latina.  (Véanse  los  trabajos  de  Osvaldo  Sunkel  y  de 
Edmundo  Fuenzalida  Faivovich  al  respecto.)13 

Es  urgente  formular  una  antiestrategia  para  evitar 
que  todos  los  esfuerzos  que  hacemos  se  conviertan  en  su 
contrario. 

VI)  Posibles  soluciones  de  la  problemática 

No  es  indicado  que  nosotros  desde  Europa  propongamos 
soluciones.  Éstas  deben  hacerse  exclusivamente  en  el 
ámbito  latinoamericano.  Sin  embargo,  es  necesario  in¬ 
dicar  aquellos  puntos  que  nos  atañen  conjuntamente  a 

europeos  y  latinoamericanos. 

* 

En  este  sentido  lo  más  importante  es  redefinir  las 
relaciones  entre  universidad  y  concepto  básico  social  del 
trabajo;  hay  que  pensar  en  ayuda  mutua  en  vez  de  com¬ 
petencia  aniquilante,  en  solidaridad  social  en  vez  de 
carrierismo  profesional;  en  tecnología  controlada  social¬ 
mente,  que  se  someta  a  las  necesidades  sociales  en  vez 
de  mercadotecnia  dependentizante.  Deberíamos  conjun¬ 
tamente  elaborar,  éticas  universitarias  alternativas. 

18  Osvaldo  Sunkel  y  Edmundo  Fuenzalida  Faivovich,  “Transnationa- 
lisation,  National  disintegration  and  reintegration  in  contemporary  ca- 
pitalism”,  IDS  working  paper,  No.  18,  Univ.  of  Sussex,  1974. 

ders.,  “The  effects  of  transnational  corporations  on  culture”,  IDS 
Studies,  Univ.  of  Sussex,  1975. 


31 


El  peligro  de  un  impacto  no  contrarrestado  de  la  tec¬ 
nología  moderna,  sea  de  estilo  centro-europeo  o  sea  de 
estilo  estadounidense,  es  igualmente  grave,  y  las  pofj 
bles  consecuencias  se  11  ‘  '** 

na.  Nuestro  análisis 
política  del  hí 

;  .^xc  con  una  política  de  crecimiento  ocupacional, 
dentro  de  los  marcos  de  referencia  que  nos  ofrece  el 
escenario  de  la  “ilustración  tecnológica”  actual.  Hay 
una  sola  alternativa:  cambiar  los  marcos  de  referencia, 
desechando  los  caminos  ahora  cerrados  de  las  ideolo¬ 
gías  vigentes  en  la  época  anterior. 

Cómo  se  cambian  los  marcos  de  referencia  es  asun¬ 
to  latinoamericano;  sería  falso  proponer  recetas  desde 
afuera.  Sin  embargo,  hay  que  pensar  en  las  futuras 
perspectivas  de  cooperación  universitaria  entre  nuestros 
diferentes  sistemas  universitarios. 

Aquí  se  abre  una  problemática  cada  vez  más  grave 
con  respecto  a  nuestro  entendimiento  mutuo.  Con  cada 
vez  más  contactos  hay  cada  vez  más  dificultad  de  enten¬ 
dernos  intelectualmente.  El  sistema  universitario  latino¬ 
americano  es,  como  el  europeo  y  todos  los  otros  más, 
un  sector  dentro  del  campo  educativo  univeristario  mun¬ 
dial.  Tiene  por  eso,  que  participar  activamente  en  la 
discusión  internacional,  y  no  solamente  que  preocupar¬ 
se  de  sus  problemáticas  internas  y  reaccionar  a  empu¬ 
jes  que  le  vienen  desde  afuera.  Quiere  decir  que  tiene 
que  hacer  comprensible  a  los  sectores  dominados  por 
la  lógica  industrial,  que  hay  otras  lógicas  con  igual  de¬ 
recho,  que  tienen  que  tomarse  en  cuenta. 

El  sistema  universitario  latinoamericano  tendría  por 
eso  que  seguir  una  estrategia  doble:  tiene,  por  un  lado, 
que  seguir  adelante  con  su  lucha  contra  la  injusticia 
y  con  la  búsqueda  de  la  autenticidad  latinoamericana, 
como  muy  bien  lo  describe  el  Dr.  Latapí  en  su  exposi- 


n  inaceptables  Prénda  que  una 
ha  puesta 


JEpuede  ser  totalmente  incom- 


32 


ción;  pero,  por  otro  lado  y  adicionalmente,  tiene  que 
procurar  que  se  establezca  en  América  Latina  una  fuer- 
oj^lectual  tan  importante  como  para  constituir  un 
nnwPr»Ülp ~  dación  internacional,  una  “bargaming 

pow0r  cfu.0  i  ^  -  i  *  *  i  i  * 

i.ii-  r  ^^^endencia  intelectual,  socio- 

cultural,  hacia  aiuera. 


En  las  universidades  latinoamericaonas  tendrían  que 
multiplicarse  los  esfuerzos  para  desenvolver  lenguajes 
científicos  alternativos  que  correspondan  a  la  realidad 
latinoamericana.  Sólo  así  se  puede  superar  la  “ ilustra¬ 
ción  tecnológica  negativa  9  sobre  la  cual  arriba  hablᬠ
bamos.  Sólo  sobre  la  independencia  epistemológica  se 
puede  fundar  este  poder  de  negociación  internacional, 
que  tendría  que  participar  en  la  discusión  mundial.  Una 
preocupación  prioritaria  debería  ser,  por  eso,  la  forma¬ 
ción  de  expertos  de  altísimo  nivel  entrenados  igual¬ 
mente  bien  en  la  lógica  de  la  ilustración  tecnológica 
transnacional,  y  en  la  lógica  específicamente  latinoame¬ 
ricana.  Estos  expertos  deberían  ejercer  el  rol  de  “tra¬ 
ductores”  e  “intérpretes”  epistomológicos  entre  los  sec¬ 
tores  transnacional  y  latinoamericano,  con  el  fin  de  in¬ 
tegrar  activamente  las  preocupaciones  latinoamericanas 
en  el  escenario  internacional.  Ésta  debería  ser  priorita¬ 
riamente  la  misión  de  centros  de  excelencia  y  de  centros 
de  estudios  sobre  las  universidades,  paralelamente  con 
la  tarea  igualmente  prioritaria  de  preocuparse  de  las 
problemáticas  específicamente  latinoamericanas.  Sólo 
así  se  puede  evitar  la  falsa  alternativa  de  deber  deci¬ 
dirse  entre  el  camino  norteamericano  o  europeo  de  in¬ 
dustrialización  automatizada. 

A  la  luz  de  estas  consideraciones  debería  discutirse 
la  política  del  acceso  a  la  universidad  y  del  marco  pro¬ 
fesional  que  se  ofrece  a  los  estudiantes. 

Formular  soluciones  o  proposiciones  concretas  no 
puede  ser  asunto  de  un  punto  de  vista  formulado  desde 


33 


Europa.  Sólo  queremos  que  se  tome  en  cuenta  la  visión 
sobre  la  problemática  latinoamericana  que  tenemos  acá, 
al  otro  lado  del  Atlántico. 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


Impreso  y  hecho  en  México 
Imprenta  Madero,  S.  A. 
15-VIII-1979  /  10,000  ejemplares 


TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN 
MODELO  Y  UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■  Pedro  López 
Díaz.  CRISIS  Y  COYUNTURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN 
MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José  Luis  Balcárcel.  FUNDAMENTACION 
CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100  ■  Héctor  Cuadra.  EL  TRATADO 
DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HUMANITA¬ 
RIO;  101  ■  Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102  ■ 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL 

Y  ESPIRITUAL  DEL  MEXICANO;  103  ■  Edmundo  González  Llaca.  UN 
CONGRESO  ¿PARA  QUE?  ;  104  ■  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRE¬ 
SENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ESTRUCTURAS  SOCIALES 

Y  ECONOMICAS;  105  ■  Carlos  Tunnermann  Bernheim.  CIENCIA, 
TECNICA,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106  ■  José  Dávaíos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  ■  José 
A.  Cuéllar.  LA  ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZA- 
CION;  108  ■  Jaime  A.  Villegas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSI¬ 
TARIO;  109  ■  Irma  Lombardo  García.  LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNI¬ 
VERSIDAD  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE  1929;  110  ■  María 
del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875)  ANTE¬ 
CEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  Gonzᬠ
lez  Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNI¬ 
VERSITARIA  EN  MEXICO;  112  ■  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL 
ESTADO?;  113  ■  Miguel  Bueno.  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y 
CIENCIA;  114  ■  Víctor  Carlos  García  Moreno.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSI¬ 
DAD  CRITICA;  115  ■  Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVERSIDAD  E  INTER¬ 
DI  SCIPLINARI  EDAD; 


UBí^Agy  o  f  th¿ 


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«MVgteu  f  w. 


3  13 1 


m 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


CUADERNOS  DE  CULTURA  POLITICA  UNIVERSITARIA 


SEPTIEMBRE  1979 


PRECIO  $  5.00 


LAS  PALABRAS 
Y  EL  PODER 


EDMUNDO 


GONZALEZ 


HACA 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


UNAM 


Edmundo  González  Llaca 
LAS  PALABRAS 
Y  EL  PODER 


(Importancia  del  Estudio 
del  Pensamiento  Político  Antiguo) 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  HUMANIDAD 


“No  sabemos  en  donde  empieza  el 
mal,  si  en  las  palabras  o  en  las  co¬ 
sas,  pero  cuando  las  palabras  se  co¬ 
rrompen  y  los  significados  se  vuel¬ 
ven  inciertos,  el  sentido  de  nuestros 
actos  y  de  nuestras  obras  también 
es  inseguro.  Las  cosas  se  apoyan  en 
sus  nombres  y  viceversa.” 

Octavio  Paz 


Para  que  el  hombre  accediera  a  su  condición  de  tal,  dos 
fenómenos  en  la  naturaleza  del  mono  debieron  desarro¬ 
llarse  correlativamente:  el  trabajo  y  el  lenguaje.  La  ma¬ 
yoría  de  los  científicos1  coinciden  en  que  para  su  trans¬ 
formación  en  homo  faber  el  antropoide  tuvo  que  al¬ 
canzar  previamente  la  posición  vertical  y  liberar  el  dedo 
pulgar  de  la  mano.  El  lenguaje,  sin  embargo,  es  objeto 
de  mayores  polémicas  y  divergencias:  Los  estudiosos 
que  sostienen  que  el  cuerpo  ejercitó  los  órganos  ya  exis¬ 
tentes  destinados  a  este  fin  cuando  la  mente  y  las  nuevas 
necesidades  generadas  por  el  trabajo  así  se  lo  exigie¬ 
ron;  otros,2  a  su  vez,  que  apoyan  la  tesis  de  que  la  ana¬ 
tomía  estaba  dispuesta  a  la  respiración  mas  no  así  al 
habla. 

Toda  vez,  de  la  misma  forma,  el  hombre,  impelido 
por  las  circunstancias,  tuvo  que  adaptar  estos  órganos 
para  la  comunicación  con  sus  semejantes. 


1  Engels,  F.  El  origen  de  la  familia,  la  propiedad  privada  y  el  Esta¬ 
do ;  Fondo  de  Cultura  Popular.  México,  1970. 

El  papel  del  trabajo  en  la  transformación  del  mono  en  hombre ;  Cruz 
O.S.A.,  México,  1977. 

Godelier,  Maurice.  Teoría  marxista  de  las  sociedades  precapitalistas; 
Editorial  Estela  Popular.  Madrid,  1971. 

2  Mellizo,  Felipe.  El  lenguaje  de  los  políticos;  Editorial  Fontanella. 
Barcelona,  1968. 


4 


Lo  cierto  es  que  desde  entonces  la  interpretación  de 
la  realidad  política  se  ha  dividido  entre  aquellos  que 
consideran  que  el  control  de  la  sociedad  humana  se  lo¬ 
gra  fundamentalmente  a  través  de  la  mano,  es  decir, 
del  dominio  sobre  las  cosas,  piénsese  en  medios  de  pro¬ 
ducción,  instrumentos  tecnológicos,  bélicos,  etc.,  y  los 
que,  por  el  contrario,  afirman  que  lo  más  importante 
en  la  conducción  de  las  masas  es  el  control  de  las  creen¬ 
cias  ideológicas. 

A  primera  vista  no  hay  nadie  que  no  esté  convencido 
de  que  la  cohesión  social  exige  del  manejo  de  ambas 
fuerzas,  tanto  materiales  como  morales,  del  ser  y  de  la 
conciencia.  No  obstante,  cada  día  en  forma  más  alar¬ 
mante,  los  estudiantes  perciben  las  materias  relaciona¬ 
das  con  la  historia  de  las  ideas  políticas  como  cursos 
accesorios,  trámites  inventados  por  la  burocracia  aca¬ 
démica  dominante. 

Esta  minusvaluación  de  las  materias  teórico-históri- 
cas  en  las  universidades  es  reflejo,  entre  otras  profun¬ 
das  razones,  del  acceso  creciente  al  poder  político  de 
gobiernos  militares  y  de  la  unilateralidad  en  la  inter¬ 
pretación  de  la  doctrina  del  materialismo  histórico. 

En  el  primer  aspecto,  en  la  mayoría  de  los  países  de 
América  Latina  se  ha  comprobado  la  vieja  tesis  de  que 
con  las  bayonetas  puede  hacerse  todo  .  .  .  (menos,  como 
diría  un  general,  sentarse  en  ellas)  y  que  “el  primero 
que  fue  rey,  fue  un  soldado  feliz'’.  Efectivamente,  cuan¬ 
do  las  fuerzas  civiles  se  encuentran  inmersas  en  un  pro¬ 
ceso  pacífico  aunque  de  agitado  cambio  social,  no  falta 
una  bruja  de  Macbeth  que  susurre  en  el  oído  de  algún 


5 


militar  la  decisión  de  cortar  por  lo  sano  la  natural  efer¬ 
vescencia  de  un  país  con  pluralismo  político. 

De  esta  forma,  de  poco  han  servido  las  alocuciones 
encendidas  y  los  proyectos  sociales  profundos  de  algu¬ 
nos  estadistas  latinoamericanos,  ante  milites  de  frágil 
paciencia  y  de  pocos  escrúpulos.  La  “eficacia”  de  las 
armas  y  la  existencia  de  gobiernos  castrenses  que  con 
aparente  facilidad  suprimen  las  ideas  políticas  de  los 
derrocados,  han  llevado  al  desencanto  de  pensar,  en 
forma  cada  vez  más  creciente,  que  el  poder  tiene  ,su 
nacimiento  y  conservación,  en  el  orificio  de  algún  arma 
militar. 

Otra  razón  más  para  que  el  interés  por  la  historia  de 
las  ideas  políticas  se  marchite  entre  los  estudiantes,  es 
el  estudio  simplista  del  materialismo  histórico.  Así  se 
arguye  lo  que  Marx  apuntaba: 

“.  .  .  El  modo  de  producción  de  la  vida  material  con¬ 
diciona,  en  general,  el  proceso  social,  político  y  espiri¬ 
tual  de  la  vida.  No  es  la  conciencia  de  los  hombres  la 
que  determina  su  ser,  sino  que  es  por  el  contrario,  su 
ser  social  el  que  determina  su  conciencia  .  .  .”,  tesis  que 
se  reafirma  con  lo  escrito  en  colaboración  con  En- 
gels: 

“.  .  .  La  moral,  la  religión,  la  metafísica  y  cualquie¬ 
ra  otra  ideología  y  las  formas  de  conciencia  que  a  ellas 
corresponden  ...  no  tienen  su  propia  historia  ni  su  pro¬ 
pio  desarrollo,  sino  que  los  hombres  que  desarrollan  su 
producción  material  y  su  intercambio  material  cambian 
también,  al  cambiar  esta  realidad,  su  pensamiento  y  los 
productos  de  su  pensamiento.  No.es  la  conciencia  la 


6 


que  determina  la  vida,  sino  la  vida  la  que  determina 
la  conciencia  .  . 

A  pesar  de  que  estos  reconocidos  tratadistas  más  de 
una  ocasión  ponderaron  la  importancia  de  la  estructura, 
económica  y  subrayaron  la  interacción  de  los  elementos 
materiales  y  espirituales,  tal  vez  por  razones  de  divul¬ 
gación  masiva,  algunos  marxistas  de  catecismo  hicieron 
decaer  la  esfera  de  las  ideas  a  un  simple  reflejo  secun¬ 
dario  e  impotente  de  las  formaciones  económicas.  Dog¬ 
ma  que  por  extensión  ha  perjudicado  gravemente  el  es¬ 
tudio  histórico  del  pensamiento  político. 

En  conclusión,  ya  sea  aduciendo  motivos  revolucio¬ 
narios,  críticos,  científicos  o  simplemente  prácticos,  se 
han  impuesto  las  preocupaciones  sobre  la  “mano”  y  todo 
lo  que  de  ella  se  desprende:  los  modos  de  producción, 
la  tecnología,  los  instrumentos  de  guerra.  Esta  decaden¬ 
cia  del  interés  por  las  ideas  políticas,  fundamental  y 
principalmente  si  son  de  la  antigüedad,  se  expresa  en 
la  búsqueda  estudiantil  de  una  “formación”  basada 
mayoritariamente  en  materias  económicas,  administra¬ 
tivas  y  técnicas.  ¿Hace  cuánto  tiempo  no  se  elabora  una 
tesis  sobre  algún  pensamiento  antiguo  y  su  influencia 
en  la  presente  realidad  política?  ¿Cuánto  que  no  se  or¬ 
ganiza  un  ciclo  de  conferencias  sobre  la  filosofía,  diga¬ 
mos  de  la  ilustración  y  su  vigencia  actual?  Su  sola 
enunciación  a  más  de  un  estudiante  aparecerá  de  inme¬ 
diato  como  algo  reaccionario,  ideal,  impráctico,  román¬ 
tico.  Preocupación  de  intelectualidad  ociosa  y  rebusca¬ 
da,  no  digna  de  vivir  en  un  país  con  tanta  necesidad  de 
investigaciones  “prácticas”  como  el  nuestro. 


7 


A  riesgo  de  padecer  todas  las  sospechas  citadas  ante¬ 
riormente,  iniciaremos  nuestra  evaluación  del  pensa¬ 
miento  antiguo,  precisando  la  importancia  o  intrascen¬ 
dencia  de  las  ideas  políticas  en  la  lucha  por  el  poder. 

Los  éxitos  deslumbrantes  de  Kepler  y  Galileo  influ¬ 
yeron  en  los  pensadores  políticos  del  Renacimiento  (y 
todavía  en  algunos  de  la  época  actual)  para  que  éstos 
consideraran  que  la  sociedad  podía  ser  estudiada  bajo 
la  misma  concepción  física  de  las  ciencias  matemáticas, 
mecánicas  y  biológicas  del  mundo.  Los  primeros  mate¬ 
rialistas  naturalistas3  de  los  siglos  xvi  a  xvm  apoyaban 
su  doctrina  destacando  las  coincidencias  entre  las  socie¬ 
dades  humanas  y  otras  “sociedades”  animales  integra¬ 
das  por  abejas,  gallinas,  ciervos,  hormigas,  etc. 

No  se  tomaba  en  cuenta  que  la  unión  física  y  la  se- 
dentariedad  son  condiciones  rudimentarias,  pero  no  su¬ 
ficientes,  para  considerar  que  estamos  frente  a  un  fenó¬ 
meno  social.  Es  decir,  la  diferencia  entre  una  manada 
de  búfalos  y  una  sociedad  humana,  semejantes  por  re¬ 
presentar  un  agregado  de  seres  de  la  misma  especie  que 
comparten  un  mismo  ámbito  territorial,  radica  en  que 
los  hombres  a  la  simple  coexistencia  física  agregan  re¬ 
presentaciones  intelectuales  sobre  el  destino  colectivo. 

En  forma  contundente  Marx  destruye  las  esperanzas 
que  abrigaban  aquellos  que  sostenían  la  posibilidad  de 
utilizar  la  metodología  científica  naturalista  para  ex¬ 
tender  sus  juicios  a  las  ciencias  sociales.  Marx  escribe: 
“La  conducta  pertenece  exclusivamente  al  hombre.  Una 

3  Para  mayor  amplitud  véase  Heller,  Hermán.  Teoría  del  Estado : 
Fondo  de  Cultura  Económica.  México,  1968,  p.  49  y  ss. 


8 


araña  ejecuta  operaciones  que  semejan  las  manipula¬ 
ciones  del  tejedor,  y  la  construcción  de  los  panales  de 
las  abej  as  podría  avergonzar,  por  su  perfección,  a  más 
de  un  maestro  de  obras.  Pero,  hay  algo  en  que  el  peor 
maestro  de  obras  aventaja  desde  luego,  a  la  mejor  abe¬ 
ja,  y  es  el  hecho  de  que,  antes  de  ejecutar  la  construc¬ 
ción,  la  proyecta  en  su  cerebro.  Al  final  del  proceso  de 
trabajo,  brota  un  resultado  que  antes  de  comenzar  el 
proceso  existía  ya  en  la  mente  del  obrero;  es  decir,  un 
resultado  que  tenía  ya  existencia  ideal.  El  obrero  no  se 
limita  a  hacer  cambiar  de  forma  la  materia  que  le  brin¬ 
da  la  naturaleza,  sino  que,  al  mismo  tiempo,  realiza  en 
ella  su  fin,  fin  que  él  sabe  que  rige  como  una  ley  las 
modalidades  de  su  actuación  y  al  que  tiene  necesaria¬ 
mente  que  supeditar  su  voluntad.” 

La  sociedad  humana,  por  lo  tanto,  es  una  nueva  di¬ 
mensión  de  la  actividad  y  las  relaciones  físicas  de  los 
individuos,  cuando  éstos  se  hacen  conscientes  de  com¬ 
partir  una  unión  material,  una  vida  colectiva;  es  decir, 
ya  no  sólo  sus  acciones,  sino  sus  conductas  con  miras 
a  la  realización  de  un  fin  común.  La  yuxtaposición  se 
convierte  en  colaboración,  los  intereses  egoístas  en  soli¬ 
daridad  comunitaria.  En  síntesis,  la  sociedad  nace  cuan¬ 
do  los  integrantes  de  un  grupo  humano  soplan  a  la  na¬ 
turaleza  instintiva  de  sus  relaciones  toda  la  carga  de  su 
intención  ideal. 

No  se  trata  de  desconocer  en  el  nacimiento  de  la  so¬ 
ciedad  la  importancia  de  las  condiciones  materiales  que 
permitieron  su  formación,  sino  simplemente  de  destacar 
que  a  los  factores  físicos  se  agregó  un  enorme  esfuerzo 
de  difusión  y  persuasión.  Razón  lógica,  pues  si  el  len- 


9 


guaje  está  en  el  parto  de  la  creación  del  hombre,  es  la 
palabra,  eslabón  principal  entre  los  seres  humanos,  lo 
que  les  permite  unirse  y  comprometer  su  conducta  en 
un  proyecto  estable  fundamentado  en  valores  e  ideas  de 
aceptación  general. 

Bajo  esta  perspectiva  carece  de  interés  la  discusión 
relativa  a  si  el  lenguaje  es  connatural  al  individuo  o 
una  adaptación  de  órganos  destinados  a  la  respiración, 
lo  verdaderamente  trascendente  es  que  el  hombre  tuvo 
la  necesidad  insoslayable  de  comunicación  con  sus  se¬ 
mejantes,  pues  ni  el  dominio  de  las  cosas,  ni  la  unión 
física  con  otros  seres  humanos  cerraban  por  sí  mismas 
el  paréntesis  de  la  plena  condición  del  hombre  o  de  la 
vida  social. 

Ahora  bien,  la  palabra  no  sólo  tiene  el  mérito  de  par¬ 
ticipar  en  la  formación  de  la  sociedad  a  través  de  dar 
significación  racional  a  la  naturaleza  instintiva  de  las 
relaciones,  sino  también  al  transmitir  los  valores,  las 
creencias  que  servirán  de  antecedente  previo  a  la  con¬ 
ducta  humana,  representa  por  sí  sola  un  instrumento 
valiosísimo  de  control  social  y  hasta  una  magnífica  al¬ 
ternativa  de  sustitución  al  imperio  siempre  efímero  de 
la  violencia  de  la  mano.  La  palabra,  en  suma,  nace  con 
el  poder.  La  palabra  es  poder. 

Así  lo  reconocen  las  interpretaciones  del  mundo  de 
varias  culturas.  Los  babilónicos  en  el  himno  de  la  crea¬ 
ción  de  Enuma  Elish,  nos  cuentan  la  victoriosa  rebelión 
de  los  dioses  viriles  contra  Tiamat,  la  “Gran  Madre”, 
que  gobernaba  el  universo.  Forman  una  alianza  contra 
ella  y  nombran  jefe  a  Marduk.  Tras  empeñada  guerra 


10 


matan  a  Tiamat,  con  su  cuerpo  se  forman  el  cielo  y  la 
tierra,  y  Marduk  manda  en  calidad  de  dios  supremo. 
Pero  antes  de  que  lo  nombren  jefe  debe  Marduk  pasar 
una  prueba,  que  podrá  parecer,  como  escribe  Fromm,4 
insignificante  — o  sorprendente —  para  el  hombre  con¬ 
temporáneo,  pero  que  es  la  clave  para  entender  el  mito: 

Entonces  pusieron  un  traje  en  el  medio 
a  Marduk,  su  primogénito,  dijeron: 

— Ciertamente,  ¡oh,  señor!,  tu  destino  es  supremo  entre 
los  dioses, 

i 

manda  “aniquilar  y  crear”  (y)  será  hecho. 

La  palabra  de  tu  boca  aniquile  el  vestido; 

¡manda  otra  vez,  y  el  traje  será  entero! 

Él  mandó  con  su  boca  y  el  traje  fue  destruido. 

Y  mandó  nuevamente  y  el  traje  estaba  entero. 

Cuando  los  dioses,  sus  padres,  vieron  la  eficiencia  de  su 
verbo  se  alegraron  y  rindieron  homenaje  (diciendo) : 
“Marduk  es  rey.” 

La  intención  de  la  prueba,  señala  el  mismo  Fromm, 
es  mostrar  cómo  el  hombre  ha  vencido  su  incapacidad 
para  la  creación  natural  — propiedad  que  sólo  tenían 
la  tierra  y  la  hembra —  mediante  una  nueva  forma  de 
creación:  la  palabra  (el  pensamiento).  Marduk,  que 
puede  crear  de  este  modo,  ha  superado  a  la  superiori¬ 
dad  natural  de  la  madre  y  por  ende  puede  reemplazarla. 

El  relato  bíblico  empieza  donde  acaba  el  mito  babi¬ 
lónico,  el  dios  varón  crea  el  mundo  por  la  palabra: 

4  Fromm,  Erich.  Anatomía  de  la  destructividad  humana ;  Siglo  XXI 
Editores.  México,  1975,  pp.  172-173. 


11 


“hágase  la  luz,  y  la  luz  se  hizo’".  Los  siete  días  de  la 
creación  están  dominados  por  la  palabra.  Después,  la 
Biblia  describe  como  Yavé  llevó  ante  Adán  a  todos  los 
animales  existentes  en  la  tierra  y  en  el  cielo  para  que 
les  diera  un  nombre.  Su  propósito  no  era  que  Adán 
bautizara  y  pudiera  distinguir  lo  creado  sino  más  bien 
que  a  través  de  la  palabra  tomara  poder  y  control  sobre 
los  animales  y  los  dedicara  a  su  servicio.  La  palabra 
es,  en  esta  concepción,  fuente  de  creación  y  de  poder. 

En  el  Nuevo  Mundo  el  Popol  Vuh5  de  la  cultura  qui- 
ché,  con  pasajes  de  semejanza  extraordinaria  con  la 
Biblia,  es  sin  embargo  más  transparente  al  subrayar 
esta  facultad  creadora  de  la  palabra. 

“.  .  .  No  había  nada  que  estuviera  en  pie;  sólo  el 
agua  en  reposo,  el  mar  apacible,  solo  y  tranquilo.  No 
había  nada  dotado  de  existencia  .  .  . 

.  .  .  Llegó  aquí  entonces  la  palabra,  vinieron  juntos 
Tepeu  y  Gucumatz,  en  la  oscuridad  de  la  noche,  y  ha¬ 
blaron  entre  sí  Tepeu  y  Gucumatz.  Hablaron,  pues,  con¬ 
sultando  entre  sí  y  meditando;  se  pusieron  de  acuerdo, 
juntaron  sus  palabras  y  sus  pensamientos  .  .  . 

.  .  .  ¡Hágase  así!  ¡Que  se  llene  el  vacío!  ¡Que  esta 
agua  se  retire  y  desocupe  (el  espacio),  que  surja  la 
tierra  y  que  se  afirme!  Así  dijeron.  ¡Que  aclare,  que 
amanezca  en  el  cielo  y  en  la  tierra!  No  habrá  gloria  ni 
grandeza  en  nuestra  creación  y  formación  hasta  que 
exista  la  criatura  humana,  el  hombre  formado.  Así  di¬ 
jeron. 

5  Popol  Vuh\  Fondo  de  Cultura  Económica,  1965,  p.  23  y  ss. 


12 


Luego  la  tierra  fue  creada  por  ellos.  Así  fue  en  ver¬ 
dad  como  se  hizo  la  creación  de  la  tierra:  ¡Tierra,  di¬ 
jeron,  y  al  instante  fue  hecha! 

De  la  misma  forma  destruyen  una  versión  del  gé¬ 
nero  humano  al  observar  que  no  podían  hablar: 

“.  .  .  Cuando  el  creador  y  el  formador  vieron  que  no 
era  posible  que  hablaran,  se  dijeron  entre  sí:  No  ha  sido 
posible  que  ellos  digan  nuestro  nombre,  el  de  nosotros, 
sus  creadores  y  formadores.  Esto  no  está  bien,  dijeron 
entre  sí  los  progenitores.  Entonces  se  les  dijo:  — Seréis 
cambiados  porque  no  se  ha  conseguido  que  habléis  .  .  .” 

En  la  cultura  oriental,  Tzu-Lu  pregunta  a  ConfucioC 
“Si  el  duque  de  Wei  te  llamase  para  administrar  su 
país,  ¿cuál  sería  tu  primera  medida?  El  maestro  dijo: 
“La  reforma  del  lenguaje.”  Este  pasaje  nos  recuerda  la 
solicitud  del  consejero  de  la  reina  Isabel  para  hacer  un 
diccionario  de  español  dedicado  a  los  aborígenes  de  los 
territorios  recién  conquistados.  Como  tal  petición  le  pa¬ 
reciera  a  la  reina  inútil  y  sofisticada,  se  negó  a  aceptar 
hasta  que  el  hábil  asesor  le  apuntó:  “No  olvide,  su  ma¬ 
jestad,  que  el  imperio  se  inicia  con  la  palabra.” 

Los  ejemplos  y  testimonios  que  confirman  la  facul¬ 
tad  de  la  palabra,  y  por  lo  tanto  la  expresión  del  pen¬ 
samiento  político  como  fuente  de  poder  son  innumera¬ 
bles,  al  igual  que  los  que  señalan  su  capacidad  para 
dividir  a  la  sociedad  o  socavar  un  sistema  de  domina¬ 
ción.  Es  así  que  a  Yavé  le  bastó  confundir  la  comunica¬ 
ción  para  acabar  con  las  pretensiones  sacrilegas  de  los 
constructores  de  la  Torre  de  Babel:  “He  aquí  un  pueblo 

6  Paz,  Octavio.  El  arco  y  la  lira.  Fondo  de  Cultura  Económica,  p.  29. 


13 


uno,  pues  tienen  todos  una  lengua  sola.  Se  han  propues¬ 
to  esto  y  nada  les  impedirá  llevarlo  a  cabo.  Bajemos, 
pues  y  confundamos  su  lengua,  de  modo  que  no  se  en¬ 
tiendan  unos  a  otros.” 

Los  griegos,  creadores  de  los  primeros  conceptos  de 
la  ciencia  política,  tenían  en  alta  estima  a  la  palabra. 
Así  los  atenienses  consideraban  a  la  retórica  la  “ciencia 
práctica”  más  importante.  En  uno  de  los  diálogos  de 
Platón  se  afirma  que  la  retórica  da  al  hombre  el  poder 
de  reinar  sobre  los  hombres  y  hacer  de  ellos  sus  escla¬ 
vos:  “Tan  grande  es  el  poder  de  la  elocuencia.”  Ulises, 
arquetipo  de  las  mejores  cualidades  del  pueblo  atenien¬ 
se,  afirmaba  que  la  educación  de  todo  ciudadano  griego 
debe  ser  encauzada:  “Para  realizar  acciones  y  pronun¬ 
ciar  palabras.” 

Los  mismos  espartanos,  a  pesar  de  no  compartir  la 
afición  desmedida  de  los  atenienses  por  los  debates  y 
discusiones,  coincidían  con  éstos  en  la  importancia  de 
la  palabra  en  la  educación  de  los  jóvenes,  sin  embargo, 
centraban  su  preocupación  en  enseñar  a  los  educandos 
a  decir  las  cosas  en  pocas  palabras.  Su  famoso  hablar 
“lacónico”,*  se  hizo  célebre  por  sus  respuestas.  Cuando 
Filipo  de  Macedonia  dijo  un  día  al  embajador  de  Es¬ 
parta:  “Si  entro  a  Esparta,  no  dejaré  allí  piedra  sobre 
piedra.”  “Sí  — respondió  el  espartano,  y  agregó  nueva¬ 
mente —  sí  .  .  .  !” 

Y  el  siglo  xviii,  el  siglo  de  la  revolución,  es  ya  no 
digamos  curiosamente,  sino  lógicamente,  el  siglo  de  las 
palabras  y  las  ideas  políticas.  Diderot,  un  hombre  de 

*  Por  Laconia  o  República  de  Esparta. 


14 


acción,  no  un  romántico,  ni  un  bohemio,  ni  un  lírico, 
como  podrían  llamarle  algunos  partidarios  de  las  ideas 
materialistas  naturalistas,  abona  el  camino  de  la  revo¬ 
lución  con  una  crítica  del  lenguaje  a  través  de  la  En¬ 
ciclopedia. 

En  México  no  hay  movimiento  revolucionario  que  se 
respete  que  no  haya  tenido  como  elemento  aglutinador 
de  las  masas  un  plan,  un  lema,  una  ley.  Un  pensamiento 
político  en  pie  de  guerra.  La  misma  revolución  socia¬ 
lista  ha  demostrado,  como  ninguna  otra,  la  influencia 
de  la  conciencia  sobre  el  poder,  reconocida  por  Marx 
cuando  escribe: 

“Es  cierto  que  el  arma  de  la  crítica  no  puede  susti¬ 
tuir  a  la  crítica  de  las  armas,  que  el  poder  material 
tiene  que  derrocarse  por  medio  del  poder  material,  pero 
también  la  teoría  se  convierte  en  poder  material  tan 
pronto  como  se  apodera  de  las  masas.” 

Toda  la  realidad  inmediata  y  apabullante  de  las  ar¬ 
mas  no  es  suficiente  para  mantener  en  el  poder  a  un 
gobierno  sin  unidad  mínima  de  valores  y  sin  justifica¬ 
ción  de  su  autoridad;  sin  lo  que  llamamos  mística  o 
“sentimiento  de  filas”,  legitimación,  o  más  de  acuerdo 
a  nuestro  estudio,  sin  pensamientos  políticos  comparti¬ 
dos  por  las  masas. 

Ahora  bien,  aún  los  gobiernos  más  represivos  y  dic¬ 
tatoriales,  los  que  detentan  el  poder  en  base  a  la  utili¬ 
zación  cotidiana  de  la  violencia,  intentan  remplazar  las 
armas  por  las  confrontaciones  ideológicas,  los  debates 
en  las  cámaras,  las  discusiones  en  los  medios  de  difu¬ 
sión.  La  coerción  física  como  método  único  para  pre- 


15 


servar  el  orden  del  universo  político  entre  los  que  man¬ 
dan  y  aquellos  otros  que  obedecen,  suscita  tal  cantidad 
de  sacrificios  materiales,  económicos  y  humanos,  que 
terminan  por  no  hacer  “rentable”  el  sistema  político. 

En  conclusión,  las  palabras  están  en  la  formación, 
consolidación  o  destrucción  del  poder.  Con  su  ayuda  los 
hombres  se  unen  en  sociedad  o  entran  en  pugna;  de¬ 
fienden  sus  privilegios  o  reclaman  sus  derechos. 

En  su  esencia  está  la  dialéctica  misma  del  poder.  Na¬ 
die  mejor  que  los  griegos  para  ilustrar  esta  asevera¬ 
ción. 

Un  día  el  propietario  del  esclavo  Esopo  decidió  in¬ 
vitar  a  un  grupo  de  amigos  que  en  diferentes  actividades 
se  destacaban  por  su  deshonestidad  y  mal  ejemplo  en 
la  polis  griega,  y  le  pidió  a  su  ilustre  esclavo  que  le 
sugiriera  un  platillo  que  de  alguna  manera  significara 
su  desprecio  por  sus  invitados.  Esopo  le  aconsejó  ser¬ 
vir  lengua;  al  preguntarle  los  motivos,  contestó: 

“.  .  .  La  lengua  es  la  madre  de  todas  las  discusiones. 
Fuente  de  todas  las  divisiones  y  las  guerras.  El  órgano 
del  error,  de  la  calumnia,  de  la  blasfemia  y  de  la  im¬ 
piedad.  Con  ella  se  destruyen  ciudades”. 

Días  después  el  amo  de  Esopo  decidió  igualmente 
invitar  a  comer  a  las  personas  más  ilustres  y  destaca¬ 
das  por  su  integridad  y  rectitud,  y  pidió  a  su  esclavo 
que  le  sugiriera  un  platillo  que  representara  la  admi¬ 
ración  y  respeto  que  sentía  por  ellos.  Esopo  volvió  a 
recomendar  el  mismo  platillo:  lengua.  Al  reclamarle 
su  propietario  que  lo  mismo  había  servido  a  las  perso- 


16 


nalidades  más  negativas  y  licenciosas  de  la  comunidad, 
Esopo  replicó: 

”.  .  .  La  lengua  es  el  lazo  de  la  vida  civil.  La  llave 
de  la  ciencia  y  el  órgano  de  la  verdad  y  la  razón.  Con 
ella  se  construyen  ciudades,  se  les  civiliza,  se  les  ins¬ 
truye,  con  ella  se  reina  en  las  asambleas.” 

De  esta  forma,  el  estudio  del  pensamiento  político 
antiguo,  además  de  las  ventajas  propias  del  conocimien¬ 
to  histórico  (mejor  comprensión  del  presente,  archivo 
de  toda  ciencia  y  militancia  política,  aspectos  sólidos  y 
frágiles  de  las  ideologías  y  sus  prácticas  correspondien¬ 
tes,  etc.),  permite  al  lector  compenetrarse  con  el  méto¬ 
do,  las  reflexiones  y  el  “lenguaje”  de  los  grandes  genios 
que  mejor  han  logrado  la  exteriorización  de  su  pensa¬ 
miento.  Beneficios  que  darán  al  teórico  una  visión  más 
profunda  de  la  actualidad,  y  al  práctico  un  ejercicio 
que  lo  capacitará  para  realizar  traducciones  más  acce¬ 
sibles  de  sus  proyectos  políticos  que  generen  la  solida¬ 
ridad  social. 

Recapitulando,  hemos  sostenido  la  importancia  del 
estudio  del  pensamiento  político,  pues  de  la  misma  for¬ 
ma  que  la  luz  en  el  mundo  físico,  los  ideales  en  la  di¬ 
námica  social  tienen  un  peso  específico,  capaz  de  modi¬ 
ficar  la  balanza  concreta  del  poder.  Sin  embargo  este 
reconocimiento  no  debe  llevarnos  al  espejismo  de  que 
la  historia  se  hace  con  saliva  y  de  que  los  cambios  están 
garantizados  por  una  simple  crítica  al  lenguaje  o  a  la 
superestructura  en  general. 

En  última  instancia  resulta  tan  burgués  y  reacciona¬ 
rio  el  determinismo  materialista  que  ata  al  hombre  in- 


17 


defectible  e  impotentemente  a  los  cambios  exclusivos  de 
las  relaciones  de  producción,  como  el  idealismo  que  afir¬ 
ma  que  sus  representaciones  alejadas  de  la  vida  mate¬ 
rial  pueden  por  sí  solas  fortalecer  o  destruir  el  sistema. 

Por  tal  motivo,  a  través  de  las  páginas  anteriores  he¬ 
mos  recordado,  por  una  parte,  las  características  del 
hombre  como  un  animal  simbólico,  cuyas  conductas 
son  una  respuesta  a  la  idea  que  tiene  de  la  realidad,  y 
por  consiguiente  su  militancia  política  se  alimenta  de 
las  convicciones  teóricas  con  las  que  juzga  la  estruc¬ 
tura  del  poder.  Hemos  afirmado,  igualmente,  que  el 
hombre  no  tiene  un  papel  pasivo  en  la  elaboración  de 
la  historia  y  que  es  tanto  sujeto  como  actor  de  sus  cir¬ 
cunstancias.  Y  bajo  esta  convicción,  estimamos  que  el 
estudio  de  las  ideas  políticas  es  bien  práctico  y  revolu¬ 
cionario,  pues  si  éstas  penetran  y  se  expanden  en  las 
masas  generan  una  fuerza  vertebral  en  la  lucha  social. 
Lo  que  no  ha  excluido,  por  otra  parte,  nuestro  recono¬ 
cimiento  a  la  importancia  e  influencia  de  los  modos  de 
producción  en  la  realidad  política,  más  aún,  que  el  éxi¬ 
to  de  toda  transformación  revolucionaria  depende  de  la 
formación  de  una  conciencia  científica,  no  enajenada 
de  las  contradicciones  económicas.  En  suma,  hemos  in¬ 
sistido  fundamentalmente  en  que  el  hombre  es  una  uni¬ 
dad  histórica,  que  precisa  para  su  cambio  verdadera¬ 
mente  radical  y  profundo,  la  modificación  tanto  de  las 
cosas  como  de  las  concepciones  políticas  que  de  ellas 
se  tienen.  Lo  que  exige,  por  último,  estudiantes  cono¬ 
cedores  tanto  del  pensamiento  científico  o  ideológico, 
como  de  la  realidad  material;  militantes  que  sean  hábi¬ 
les  transmisores  de  tesis  que  aglutinen  a  las  mayorías 


J8 


bajo  un  ideal  común:  hombres  que  a  través  de  sus  pa¬ 
labras  engendran  la  praxis,  y  que  realidad  y  praxis 
sean  fiel  reflejo  de  sus  palabras. 


i 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


Impreso  y  hecho  en  México 
Imprenta  Madero,  S.  A. 
15-IX-1979  /  10,000  ejemplares 


Tomo  I,  1  •  Jean-Paul  Sartre.  INSTRUCCIÓN  EX-CATHEDRA  Y 
DIFUSIÓN  DE  LA  CRISIS  DEL  SABER  UNIVERSITARIO  Y  EL 
DESCONTENTO  ESTUDIANTIL;  2  *  Luis  Villoro.  EL  RÉGIMEN 
LEGAL  Y  LA  IDEA  DE  LA  UNIVERSIDAD;  3  •  Maurice  Duverger. 
LA  REVUELTA  DE  LA  UNIVERSIDAD;  4  •  Leopoldo  Zea.  LA 
UNIVERSIDAD  AQUÍ  Y  AHORA;  5  •  Hebert  Marcuse.  UNA  APRE¬ 
CIACIÓN:  EL  MOVIMIENTO  EN  UNA  NUEVA  ERA  DE  REPRE¬ 
SIÓN  ;  6  •  Glaucio  Ary,  Dillon  Soares  y  Mireya  S.  de  Soares.  LA  FUGA 
DE  LOS  INTELECTUALES;  7  •  Paul  Ricoeur.  PERSPECTIVAS  DE 
LA  UNIVERSIDAD  CONTEMPORÁNEA  PARA  1980;  •  José  Luis 
Hoyo.  EL  MOVIMIENTO  ESTUDIANTIL:  ALCANCES  Y  LIMITA¬ 
CIONES;  9  •  Raúl  Olmedo.  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  EN 
FRANCIA;  10  •  Jean  Labbens.  TRADICIÓN  Y  MODERNISMO:  LA 
UNIVERSIDAD  EN  CHILE;  11  &  Darcy  Ribeiro,  Heron  de  Alencar 
y  otros.  UNIVERSIDAD  DE  PLANIFICACIÓN  SOCIAL,  LAS  CIEN¬ 
CIAS  HUMANAS  Y  LA  DINÁMICA  DE  LA  EDUCACIÓN  Y  DEL 
DESARROLLO;  12  •  Josefina  Vázquez  de  Knauth.  LA  UNIVERSI¬ 
DAD  NORTEAMERICANA,  PERSECUCIÓN  DE  LA  VERDAD  O 
DESHUMANIZACIÓN;  13  •  Aldo  E.  Solari.  LOS  MOVIMIENTOS 
ESTUDIANTILES  UNIVERSITARIOS  EN  AMÉRICA  LATINA;  14 

•  Rodney  Arismendi.  UNIVERSIDAD  Y  LUCHA  DE  CLASES;  15 

•  Henrique  González  Casanova.  LA  UNIVERSIDAD:  PRESENTE  Y 
FUTURO. 


Tomo  II.  16  •  Estudiantes  de  la  Universidad  de  Estrasburgo,  y  miem¬ 
bros  de  la  Internacional  Situacionista,  1966,  Francia.  DE  LA  MISERIA 
DEL  TIEMPO  PRESENTE;  17  •  Hanns-Albert  Steger.  EL  MOVI¬ 
MIENTO  ESTUDIANTIL  REVOLUCIONARIO  LATINOAMERICANO 
ENTRE  LAS  DOS  GUERRAS  MUNDIALES;  18  •  Pablo  González 
Casanova.  EL  CONTEXTO  POLÍTICO  DE  LA  REFORMA  UNIVER¬ 
SITARIA.  ALGUNAS  CONSIDERACIONES  SOBRE  EL  CASO  DE 
MÉXICO;  19  •  Kenneth  Keniston.  REBELDÍA  ESTUDIANTIL;  20 
•  Risieri  Frondizi.  LA  UNIVERSIDAD  EN  UN  MUNDO  DE  TEN¬ 
SIONES;  21  •  Marcel  Hicter.  JUVENTUD  IRACUNDA;  22  •  Lewis 
S.  Feuer.  LA  NOCIÓN  MARXISTA  DE  ALIENACIÓN  Y  LOS  MO¬ 
VIMIENTOS  ESTUDIANTILES;  23  •  Ma.  Elena  Rodríguez  de  Ma- 
gis.  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  DE  CÓRDOVA  EN  1918;  24  • 
Rodolfo  Mondolfo.  LA  UNIVERSIDAD  LATINOAMERICANA  COMO 
CREADORA  DE  CULTURA;  25  •  Harold  Perkin.  LA  PARTICIPA¬ 
CIÓN  ESTUDIANTIL  EN  EL  GOBIERNO  DE  LAS  UNIVERSIDA¬ 
DES;  26  •  Lucina  Franks  y  Tilomas  Powers.  EL  CASO  DE  DIANA 
OUGHTON ;  27  «  Gregorio  Weinberg.  TRAYECTORIA  DE  LA  UNI¬ 
VERSIDAD  DE  BUENOS  AIRES;  28  «  Abelardo  Villegas.  LA  IDEO¬ 
LOGÍA  DEL  MOVIMIENTO  ESTUDIANTIL  EN  MÉXICO;  29  • 
G.  D.  Parik.  INDIA  Y  SU  PROBLEMA  ESTUDIANTIL;  30  •  Alexan- 
dre  Gorbousky.  LA  GENERACIÓN  DEL  RECHAZO  Y  EL  ENTU¬ 
SIASMO:  Documentos.  PROBLEMAS  UNIVERSITARIOS  DEL  BRA¬ 
SIL. 


Tomo  III.  31  •  Salvador  Allende.  LA  REVOLUCIÓN  SOCIAL  Y  LAS 
UNIVERSIDADES;  32  e  Carlos  M.  Rama.  LAS  UNIVERSIDADES 
LATINOAMERICANAS  EN  LA  ACTUAL  ÉPOCA  DE  TRANSICIÓN; 

33  •  Eduardo  Nicol.  MEDITACIÓN  DE  LA  PROTESTA  JUVENIL; 

34  9  Andrés  Garrido.  LA  NUEVA  MORAL;  35  •  Dietrich  Goldsmidt, 
Sibylle  Funk.  ¿TODAVÍA  ES  VIABLE  LA  UNIVERSIDAD  ;  36  •  Do- 
nald  Grattan.  ¿QUÉ  ES  LA  UNIVERSIDAD  ABIERTA?  EL  CASO 
DEL  REINO  UNIDO;  37  •  Judit  Bokser  de  Liwerant.  LOS  TRABA¬ 
JADORES  EN  EL  ESTADO  MEXICANO;  38  •  José  Luis  Hoyo  A.  ES¬ 
TADO,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD.  EL  CASO  DE  MÉXICO;  39  • 
Jorge  Pinto  Mazal.  EL  CONSEJO  UNIVERSITARIO.  UNIVERSIDAD 
NACIONAL  AUTÓNOMA  DE  MÉXICO;  40  •  Hans  Magnus  Enzensber- 
ger.  LA  MANIPULACIÓN  INDUSTRIAL  DE  LAS  CONCIENCIAS;  41 
•  Armand  Mattelart.  LAS  EMPRESAS  MULTINACIONALES  Y  LA 
AGRESIÓN  CULTURAL;  42  •  Gabriel  Careaga.  LOS  JÓVENES 
RADICALES;  43  e  Raúl  Allard  Neumann.  BASES  FUNDAMENTA¬ 
LES  DE  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  (Caso  de  Chile);  44  • 
Mario  Monteforte  Toledo.  CENTROAMÉRICA  MODELO  DE  DES¬ 
ARROLLO  DEFORME  Y  DEPENDENCIA;  45  •  Enrique  Tierno  Gal- 
ván.  LA  COMUNICACIÓN  CONTRADICTORIA. 

Tomo  IV :  46  •  Hugo  Gutiérrez  Vega.  EFECTOS  DE  LA  COMUNICA¬ 
CIÓN  MASIVA  DE  LA  SOCIEDAD;  47  •  Henrique  González  Casanova. 
LOS  MÉTODOS  DE  ENSEÑANZA  Y  LA  APERTURA  DE  LA  UNIVER¬ 
SIDAD;  48  c  Enrique  Ruiz  García.  EL  PODER  Y  LOS  PARTIDOS 
POLÍTICOS  MODERNOS;  49  •  Agustín  Cueva.  EL  PROCESO  CHILE¬ 
NO  (1970-1973);  50  •  Jorge  Reinaldo  Vanossi,  Humberto  Quiroga  La- 
vie.  EL  CAMBIO  EN  LA  UNIVERSIDAD;  51  •  Gerardo  Estrada.  LOS 
MOVIMIENTOS  ESTUDIANTILES  EN  LA  UNAM,  1958-1973  ;  52  • 
Mario  Salazar  Valiente.  PERONISMO,  PROCESO  POLÍTICO  ARGEN¬ 
TINO  UNA  INTERROGANTE;  53  •  Francisco  López  Cámara.  HACIA 
UNA  CONCEPCIÓN  DIALÉCTICA  DE  LA  AUTONOMÍA  UNIVERSI¬ 
TARIA;  54  •  Jorge  Fernández  Varela.  LA  ESTRUCTURA  DE  GES¬ 
TIÓN  Y  SUS  NIVELES  DE  INTERPRETACIÓN;  55  •  Carlos  M.  Rama 
EL  DERRUMBE  DE  LAS  UNIVERSIDADES  LATINOAMERICANAS 
MERIDIONALES  EN  1973;  56  •  Jorge  Witker.  EL  DERECHO  EN 
AMÉRICA  LATINA  CONTENIDO  Y  ENSEÑANZA;  57  •  Abelardo  Vi¬ 
llegas.  SALVADOR  ALLENDE  Y  LA  EXPERIENCIA  SOCIALISTA 
CHILENA;  58  •  José  Enrique  González  Ruiz.  LA  UNIVERSIDAD 
ABIERTA  (el  caso  de  México)  ;  59  •  Mauro  Cappelletti.  UNIVERSI¬ 
DAD  EUROPEA,  EL  DEPARTAMENTO  JURÍDICO;  60  •  Gastón 
García  Cantú.  LAS  UNIVERSIDADES  CHILENAS  Y  EL  GOLPE  DE 
ESTADO. 


Tomo  V :  61  ®  Hanns-Albert  Steger.  TÉCNICA  Y  UNIVERSIDAD  EN 
LATINOAMÉRICA;  62  •  Miguel  López  Olivas.  LA  EVALUACIÓN  DE 
LA  EFICACIA  DIDÁCTICA  EN  LA  DOCENCIA  DE  LENGUAS  EX¬ 
TRANJERAS;  63  •  Manuel  Rodríguez  Lapuente.  LA  UNIVERSIDAD 
Y  EL  ESTADO;  64  •  Jorge  Mario  García  Laguardia.  LA  UNIVERSI¬ 
DAD  LATINOAMERICANA  Y  LA  FORMACIÓN  DE  LOS  JURISTAS; 
65  •  Mario  Castañeda,  Jaime  Martuscelli,  Jaime  Mora,  José  Negrete. 
CRISIS  DE  LA  IDENTIDAD  EN  LA  CIENCIA;  66  *  Miguel  Bueno. 
LA  AUTONOMÍA  UNIVERSITARIA;  67  •  Octavio  Rodríguez  Arau- 
jo.  LOS  PARTIDOS  POLÍTICOS;  68  •  Héctor  Raúl  Sandler.  UNI¬ 
VERSIDAD  COMUNIDAD  SOCIAL  ESTRUCTURA  DE  DOMINA¬ 
CIÓN;  69  •  Edmundo  González  Llaca.  EL  PRESIDENCIALISMO  O 
LA  PERSONALIZACIÓN  DEL  PODER;  70  •  Jorge  Carpizo.  ALGU¬ 
NAS  REFLEXIONES  SOBRE  LA  LEGISLACIÓN  DE  LA  UNAM; 
71  •  Rudi-Primo  Stivalet.  LOS  INGENIEROS  QUÍMICOS  Y  LA  PLA- 
NEACIÓN  UNIVERSITARIA;  72  *  Lorenza  del  Río  de  Icaza.  LA 
SOCIEDAD  EN  CRISIS  Y  SUS  REPERCUSIONES  EN  LA  VIDA 
UNIVERSITARIA. 

Tomo  VI:  73  •  Enrique  Leff.  UNIVERSIDAD  Y  DEPENDENCIA 
TECNOLÓGICA;  74  •  Gerardo  Viloria  Varela.  GRUPOS  DE  PRE¬ 
SIÓN  FORMA  DE  PARTICIPACIÓN  POLÍTICA;  75  •  Carlos  Tun- 
nerman  B.  LA  INVESTIGACIÓN  EN  LA  UNIVERSIDAD  LATINO¬ 
AMERICANA;  76  •  Félix  Schwartzmann,  Eduardo  Novoa.  DEBATE 
SOBRE  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  EN  CHILE  (1969);  77  • 
Miguel  Bueno,  FUNCIÓN  ACADÉMICA  Y  POLÍTICA  DE  LA  UNI¬ 
VERSIDAD;  78  9  Larissa  Lomnitz.  LA  ANTROPOLOGÍA  DE  LA 
INVESTIGACIÓN  CIENTÍFICA  DE  LA  UNAM;  79  •  Galo  Gómez 
Oyarzún.  LA  UNIVERSIDAD:  SUS  ORÍGENES  Y  EVOLUCIÓN;  80 
•  Carlos  M.  Rama.  ELEMENTOS  PARA  UNA  SOCIOLOGÍA  DEL 
TOTALITARISMO;  81  •  Jorge  Mario  García  Laguardia.  LA  UNI¬ 
VERSIDAD  DE  SAN  CARLOS  DE  GUATEMALA;  82  •  Arturo  Gon¬ 
zález  Cosío.  LA  VIDA  COTIDIANA;  83  •  Henrique  González  Casano- 
va.  UNIVERSIDAD  METROPOLITANA  DEL  NORTE;  84  •  Marcelo 
Robert  Tsutomu  Sakamoto.  LA  EVALUACIÓN  DE  TECNOLOGÍAS 
ALTERNATIVAS  Y  SU  PERSPECTIVA  EN  EL  CONTEXTO  LATI¬ 
NOAMERICANO. 


TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN 
MODELO  Y  UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■  Pedro  López 
Díaz.  CRISIS  Y  COYUNTURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN 
MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José  Luis  Balcárcel.  FUNDAMENTACION 
CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100  ■  Héctor  Cuadra.  EL  TRATADO 
DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HUMANITA¬ 
RIO;  101  ■  Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102  ■ 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL 

Y  ESPIRITUAL  DEL  MEXICANO;  103  ■  Edmundo  González  Llaca.  UN 
CONGRESO  ¿PARA  QUE?;  104  ■  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRE¬ 
SENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ESTRUCTURAS  SOCIALES 

Y  ECONOMICAS;  105  ■  Carlos  Tunnermann  Bernheim.  CIENCIA, 
TECNICA,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106  ■  José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  ■  José 
A.  Cuéllar.  LA  ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZA- 
CION;  108  ■  Jaime  A.  Villegas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSI¬ 
TARIO;  109  ■  Irma  Lombardo  García.  LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNI¬ 
VERSIDAD  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE  1929;  110  ■  María 
del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875)  ANTE¬ 
CEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  Gonzᬠ
lez  Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNI¬ 
VERSITARIA  EN  MEXICO;  112  ■  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL 
ESTADO?;  113  ■  Miguel  Bueno.  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y 
CIENCIA;  114  ■  Víctor  Carlos  García  Moreno.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSI¬ 
DAD  CRITICA;  115  ■  Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVERSIDAD  E  INTER- 
DISCIPLINARIEDAD;  116  ■  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS  SOCIO¬ 
ECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FU¬ 
TURO; 


UBflAfcy  Qp  -pp|  - 

fi'PR  3  '?98| 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


¿ERA  AUTONOMA 
LA  REAL  Y  PONTIFICIA 
UNIVERSIDAD  DE  MEXICO? 


EDGAR  LUNAS  ALVAREZ 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


Edgar  Llinás  Álvarez 

¿ERA  AUTÓNOMA  LA  REAL  Y 
PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 

MÉXICO? 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


3 


Introducción 

En  el  presente  estudio  vamos  a  realizar  una  evaluación 
de  conjunto  del  grado  de  autonomía  de  que  gozaba  la 
Real  y  Pontificia  Universidad  de  México  en  la  Nueva 
España.  Naturalmente  tenemos  que  partir  del  hecho  de 
que  el  contexto  cultural  de  la  colonia  era  esencialmen¬ 
te  distinto  del  contemporáneo,  y  que  la  palabra  auto¬ 
nomía  no  tenía  las  mismas  implicaciones  que  tiene  aho¬ 
ra. 

No  obstante  estas  diferencias,  tomaremos  como  parᬠ
metros  básicos  la  relación  de  dependencia  (o  indepen¬ 
dencia)  que  la  Real  y  Pontificia  Universidad  guardaba 
con  el  Estado  y  la  Iglesia  en  su  funcionamiento  admi¬ 
nistrativo,  financiero,  y  académico.  El  propósito  de  es¬ 
to  es  llegar  a  un  juicio  lo  más  claro  posible  sobre  el 
papel  que  desempeñaba  la  Universidad  en  el  cuadro 
general  de  la  sociedad  colonial,  si  era  un  agente  de 
cambio  y  transformación  mediante  el  cual  se  quería 
llegar  a  una  sociedad  más  justa  o,  por  el  contrario,  era 
un  mecanismo  para  mantener  las  relaciones  de  domi¬ 
nación  que  se  implantaron  con  la  conquista. 

Los  juicios  que  vamos  a  emitir  se  basan  en  el  anᬠ
lisis  crítico  de  fuentes  primarias,  especialmente  lega¬ 
les,  que  permiten  entrever  el  funcionamiento  de  la  Uni¬ 
versidad  colonial.  Estas  fuentes  han  sido  enriquecidas 
con  los  estudios  de  numerosos  investigadores  que  han 
hecho  una  aportación  significativa  a  la  comprensión  de 
la  educación  en  la  Nueva  España. 

El  problema  que  nos  planteamos  aquí  no  queda  de¬ 
finitivamente  resuelto  con  esta  investigación,  demasia¬ 
do  breve  para  un  tema  tan  complejo.  Los  datos  que  aquí 
hemos  encontrado  indican  que  la  Real  y  Pontificia  Uni¬ 
versidad  de  México  actuaba  como  un  mecanismo  de 
control  dentro  de  la  estructura  de  dominación  estable¬ 
cida  por  el  Imperio  Español.  No  quisiéramos,  sin  em¬ 
bargo,  que  las  cosas  se  quedaran  ahí  sino  que  este  anᬠ
lisis  fuera  una  invitación  a  otros  estudios  que  pudieran 
ver  ángulos  diferentes. 


4 


Los  antecedentes  medievales 

Para  entender  las  relaciones  de  la  Real  y  Pontificia 
Universidad  de  México  con  el  Estado,  la  Iglesia,  y  la 
sociedad  en  general,  debemos  investigar  sus  predeceso- 
ras,  las  universidades  medievales  y,  sobre  todo,  la  Uni¬ 
versidad  de  Salamanca  que  sirvió  como  modelo  para 
las  universidades  hispanoamericanas  en  tiempos  de  la 
colonia. 

Es  de  conocimiento  común  que  las  universidades  son 
un  producto  de  la  Edad  Media  europea.  Eos  griegos  y 
los  romanos  poseían  educación  superior  pero  bajo  una 
organización  diferente.  La  universidad  del  siglo  xx  es 
por  lo  tanto,  descendiente  directa  de  las  universidades 
medievales  de  París  y  Bolonia:  46 .  .  .the  fundamental 
organization  is  the  same,  the  historie  continuity  is  un- 
broken”,  como  afirma  C.  H.  Haskins.1 

Hacia  el  año  1  000  D.  de  C.  aparecieron  las  escue¬ 
las  catedralicias  donde  el  trivium  y  el  quadrivium ,  he¬ 
redados  de  Roma,  eran  la  base  del  curriculum.  Estas 
escuelas  catedralicias  recibieron  el  nombre  de  studia 
generóle ,  y  dependían  de  la  autoridad  del  obispo.  A 
medida  que  su  número  comenzó  a  aumentar,  el  obispo, 
incapaz  de  vigilarlas  a  todas  ellas,  nombró  un  canci¬ 
ller,  generalmente  llamado  Scholasticns ,  quien  en  nom¬ 
bre  de  la  Iglesia  supervisaba  la  enseñanza.  Este  fun¬ 
cionario  todavía  ocupaba  un  lugar  importante  en  la 
universidad  colonial  en  Hispanoamérica  bajo  el  nom¬ 
bre  de  maestrescuela. 

Más  tarde  el  canciller  de  la  catedral,  o  una  autori¬ 
dad  similar,  concedió  permiso  a  ciertos  maestros  para 
establecer  escuelas  diferentes  de  la  catedralicia  en  la 
vecindad  de  la  iglesia.  Un  paso  más  se  dio  cuando,  me¬ 
diante  un  examen,  un  individuo  recibía  autorización 
para  enseñar  en  cualquier  escuela  de  Europa:  el  facul¬ 
tas  ubique  docendi.  Otro  paso  adelante  en  el  proceso 
fue  la  decisión  de  que  sin  el  permiso  del  papa,  el  em- 

1  C.  H.  Haskins,  The  Rise  of  Universities  (New  York:  Henry  Holt 
and  C'ompany,  1923),  p.  5. 


5 


perador  o  el  rey  era  imposible  constituir  un  studium 
generale  con  la  facultad  de  conceder  grados  académi¬ 
cos  que,  en  un  principio,  eran  meramente  licencias  pa¬ 
ra  enseñar.  En  el  norte  de  Europa  estas  licencias  eran 
concedidas  por  el  canciller  de'  la  catedral.  En  el  sur, 
los  gremios  o  corporaciones  de  maestros  otorgaban  sus 
propias  licencias  sin  la  intervención  de  ninguna  auto¬ 
ridad  civil  o  eclesiástica,  pero  éstas  sólo  tenían  valor 
local. 

La  ocasión  que  propició  el  surgimiento  de  las  uni¬ 
versidades  fue  el  renacimiento  del  siglo  xn.  En  el  sur, 
más  que  en  el  norte,  las  universidades  se  desarrollaron 
gracias  a  un  dinamismo  propio.  Fueron  el  resultado  de 
la  reunión  espontánea  de  estudiantes  afanosos  alrede¬ 
dor  de  un  maestro  célebre.  En  Bolonia  comenzó  el  es¬ 
tudio  serio  del  derecho  por  un  maestro  llamado  Irne- 
rius  que  parece  haber  desarrollado  el  método  de  “glo¬ 
sar”  los  textos  legales  del  Corpus  Juris,  y  para  1140 
Graciano,  un  monje  de  San  Felice,  compuso  el  Decre- 
tum  que  se  convirtió  en  el  texto  modelo  en  derecho  ca¬ 
nónico.2 

Las  universidades  del  sur  de  Europa,  especialmen¬ 
te  Bolonia  y  Salamanca,  son  particularmente  importan¬ 
tes  para  nosotros  porque  la  universidad  latinoamerica¬ 
na  procede  de  esa  tradición,  mientras  que  las  universi¬ 
dades  de  los  Estados  Unidos  pertenecen  a  la  tradición 
del  norte,  la  de  París.3  En  Bolonia  los  estudiantes  se 
convirtieron  en  base  de  la  organización.  Se  constitu¬ 
yeron  en  un  gremio,  nombraron  un  rector,  y  obtuvie¬ 
ron  privilegios  de  la  ciudad,  el  emperador  y  el  papa. 
No  fue  así  en  las  universidades  del  norte  donde  los 
maestros  eran  la  base  de  la  institución. 

Hay  varias  razones  que  explican  por  qué  en  el  sur  los 
estudiantes  asumieron  las  responsabilidades  organiza¬ 
tivas.  Primero  que  todo,  eran  estudiantes  maduros  con 
experiencia  y  preparación.  Luego  la  otra  razón  era  que 

2  S.  H.  Haskins,  op.  cit .,  r>.  10. 

3  Luis  Alberto  Sánchez,  La  Universidad  Latinoamericana  (Guate¬ 
mala:  Editorial  Universitaria,  1949),  p.  1. 


6 


* 

necesitaban  unirse  para  protegerse.  Mientras  los  maes¬ 
tros  vivían  en  su  propia  ciudad  y  por  lo  tanto  contaban 
con  la  protección  de  sus  leyes,  los  estudiantes,  espe¬ 
cialmente  los  de  derecho,  venían  de  todas  partes  de 
Europa  y,  aunque  contaban  con  la  protección  nominal 
del  emperador  y  el  papa,  estaban  expuestos  a  la  rapiña 
de  los  vecinos  del  pueblo:  el  alcalde,  el  tendero,  el 
tabernero,  y  el  casero.  La  solución  era  unirse  para  pro¬ 
tección  mutua.4 

La  clase  de  los  estudiantes  apareció  entonces,  y  para 
1158  recibió  una  concesión  formal  de  derechos  y  pri¬ 
vilegios  del  emperador  Federico  Barbarroja,  que  fue 
reconocida  por  el  papa  Honorio  III  en  1216.  Los  maes¬ 
tros  formaron  también  un  gremio  o  colegio  al  que  los 
estudiantes  no  podían  ingresar  sino  mediante  un  certifi¬ 
cado  de  aprovechamiento,  la  licentia  docendi.  Este  fue 
el  principio  de  la  universidad,  que  con  el  tiempo  se 
convirtió  en  un  gremio  de  maestros  y  estudiantes,  el 
univer sitas  societas  magistrorum  discipulorunque. 

Así  pasaron  las  cosas  en  Bolonia.  En  París  también 
se  concedió  una  cédula  real  en  1200,  y  el  rey  Felipe 
Augusto  hizo  una  concesión  formal  de  privilegios  re¬ 
conociendo  que  los  estudiantes  y  sus  sirvientes  queda¬ 
ban  exentos  de  la  juridiscción  secular  dando  lugar,  por 
lo  tanto,  a  esa  posición  especial  de  los  estudiantes  an¬ 
te  las  cortes  que  todavía  no  ha  desaparecido  totalmen¬ 
te.5 

Más  importante  para  nosotros,  sin  embargo,  es  la  le¬ 
gislación  universitaria  contenida  en  las  Siete  Partidas 
que  expidió  Alfonso  X  El  Sabio  en  el  siglo  xm.  La  Par¬ 
tida  Sexta  define  la  universidad  como  un  “ayuntamien¬ 
to  de  Maestros  y  Alumnos  hecho  con  el  fin  y  voluntad 
de  aprender  los  saberes”,  dando  lugar  a  un  concepto 
rudimentario  de  corporación  que  todavía  carece,  sin 
embargo,  de  personalidad  jurídica.  La  Partida  conti¬ 
núa: 

4  Jorge  Siegrist  Clamont,  En  defensa  de  la  autonomía  universitaria 
(México:  Editorial  Jus,  1955),  voí.  I,  p.  22. 

5  C.  H.  Haskins,  op.  cit .,  p.  19. 


7 


Los  maestros  et  escolares  pueden  facer  ayunta¬ 
miento  et  hermandad  entre  sí;  et  escoger  uno  que  los 
castigue.  Otrossi  pueden  establecer  de  sí  mismos  un 
Mayoral  sobre  todos  al  que  llaman  en  latín:  Rector, 
que  quiere  tanto  decir  como  regidor  del  estudio. 

El  Estado  reconoce  aquí  a  la  universidad  un  margen 
de  libertad  dentro  del  cual  tiene  la  autoridad  de  de¬ 
cidir  y  escoger.  Debe  señalarse,  sin  embargo,  que  no 
está  concendiendo  un  derecho  o  un  privilegio  a  la  uni¬ 
versidad  sino  meramente  definiendo  la  esfera  de  auto¬ 
ridad  que  se  deriva  de  la  naturaleza  de  la  universidad 
misma. 

Esta  partida  también  establece  ciertos  privilegios  pa¬ 
ra  los  estudiantes.  No  serán  juzgados,  excepto  en  el  ca¬ 
so  de  un  delito  de  sangre,  por  un  alcalde  o  una  auto¬ 
ridad  común  si  ellos  no  lo  quieren.  El  juez  será  su 
maestro,  o  el  obispo  o  un  juez  especial  (el  juez  de  fue¬ 
ro)  Una  vez  más  encontramos  aquí  que  la  ley  recono¬ 
ce  a  los  estudiantes  un  estatus  especial. 

Para  fines  del  siglo  xn  algunas  de  las  principales  es¬ 
cuelas  de  Europa  llegaron  a  ser  tan  famosas  que  su  im¬ 
portancia  fue  más  allá  de  los  límites  de  su  respectiva 
localidad.  Eventualmente  el  nombre  studium  generóle 
llegó  a  tener  un  sentido  más  definido  y  técnico.  El  em¬ 
perador  Federico  II  sentó  la  pauta  cuando  intentó  dar 
ese  carácter  a  su  nueva  escuela  de  Nápoles  mediante 
una  cédula.  Para  1292  universidades  de  tanta  tradición 
como  París  y  Bolonia  solicitaron  y  obtuvieron  bulas 
similares  del  papa  Nicolás  IV.  Desde  entonces  comenzó 
a  prevalecer  el  concepto  de  que  la  esencia  del  studium 
generóle  era  el  privilegio  de  conceder  el  ius  ubique  do- 
cendi  que  ninguna  escuela  nueva  podía  otorgar  sin  bu¬ 
la  papal  o  imperial. 

Fue  así  como  el  Estado  y  la  Iglesia  vinieron  a  rati¬ 
ficar  el  poder  de  las  universidades  para  conceder  gra¬ 
dos  — un  apoyo  que  les  costó  caro  porque  se  convirtió 
en  el  paso  inicial  para  mayor  intervención.  La  univer¬ 
sidad  de  París  sostuvo  una  lucha  que  duró  varios  si- 


8 


glos  tratando  de  obtener  un  grado  satisfactorio  de  au¬ 
togobierno  mediante  el  logro  de  la  independencia  de 
la  autoridad  del  canciller  de  la  catedral;  pero  el  papa 
era  el  árbitro  en  esta  disputa.6  No  se  puede  negar,  sin 
embargo,  que  la  universidad  medieval  disfrutaba  de  un 
alto  grado  de  autogobierno.  Si  su  régimen  no  se  expre¬ 
saba  dentro  de  los  términos  de  la  autonomía  universita¬ 
ria  (el  concepto  todavía  no  se  había  elaborado),  se  ha¬ 
bía  concebido  en  el  espíritu  de  los  gremios:  sus  miem¬ 
bros  elegían  sus  propios  oficiales  y  sentaban  las  reglas 
para  el  oficio  de  la  enseñanza;  los  asuntos  internos  del 
gobierno  institucional  dependían  de  quienes  estaban  co¬ 
nectados  de  manera  inmediata  con  el  saber.  Cada  fa¬ 
cultad  elaboraba  sus  propios  reglamentos,  elegía  su  di¬ 
rector,  y  convocaba  sus  asambleas,  mientras  la  univer¬ 
sidad  como  un  todo  tenía  una  asamblea  general,  la  con- 
gregaciónv' 

Con  respecto  a  la  libertad  de  cátedra  en  la  universi¬ 
dad  medieval,  ésta  dependía  del  concepto  medieval  de 
verdad.  La  verdad  era  algo  que  había  sido  ya  revela¬ 
do  por  la  autoridad  divina  y  que  sólo  tenía  que  ser  ex¬ 
puesto  y  explicado,  y  el  expositor  tenía  que  guardar  fi¬ 
delidad  a  la  doctrina.  En  la  práctica  había  amplia  li¬ 
bertad,  excepto  en  filosofía  y  teología,  y  no  hubo  cen¬ 
sura  organizada  de  libros  antes  del  siglo  xvi.s 

Los  antecedentes  hispánicos 

Con  respecto  a  las  universidades  españolas,  las  tres  pri¬ 
meras  en  ser  establecidas  fueron  la  de  Palencia,  la  de 
Salamanca,  y  la  de  Valladolid.  La  de  Palencia  tenía 
carácter  episcopal  y  fue  fundada  en  12P2;  la  de  Sala¬ 
manca  fue  fundada  por  el  rey  Alfonso  IX  de  León  al¬ 
rededor  de  1215;  y  la  de  Valladolid  fue  fundada  por 


1(5  Julio  Jiménez  Rueda,  Historia  Jurídica  de  la  Universidad  de  Mé¬ 
xico  (México:  Facultad  de  Filosofía  y  Letras,  1955),  p.  18. 

7  Richard  Hofstadter.  Academic  Freedom  in  the  Age  of  the  Colle- 
ge ,  (New  York:  Columbia  University  Press,  1955),  p.  6. 

8  C.  H.  Haskins.  op.  cit..  p.  70. 


9 


» 


el  concejo  municipal  en  1260  y  tenía  por  lo  tanto  un 
carácter  municipal.9 

La  cédula  real  que  fundó  la  Universidad  de  Sala¬ 
manca  se  ha  perdido  y  sólo  tenemos  una  cédula  del  8 
de  mayo  de  1254  en  la  cual  el  rey  Fernando  III  de 
Castilla  otorga  ciertos  privilegios  a  la  escuela  erigién¬ 
dola  en  un  studium  genercile  sujeto  a  la  dirección  del 
canciller  de  la  catedral  de  Salamanca,  quien  tenía  el 
poder  de  conceder  grados  académicos,  y  de  juzgar  y 
expulsar  estudiantes.  Parece  que  la  autoridad  del  can¬ 
ciller  de  la  catedral  fue  mayor  en  Salamanca  que  en 
París.10 

En  tiempos  de  Alfonso  X  El  Sabio,  la  Universidad 
de  Salamanca  alcanzó  un  primer  florecimiento.  El  rey 
hizo  traducir  los  trabajos  de  Avicenna  y  Averróes,  in¬ 
trodujo  el  estudio  de  la  astronomía,  y  obtuvo  una  con¬ 
firmación  de  la  Universidad  del  papa  Alejandro  IV  en 
1255.  En  esta  época,  sin  embargo,  la  Universidad  mos¬ 
tró  signos  de  una  peligrosa  dependencia  del  poder  del 
rey.  En  lo  económico  recibía  una  buena  porción  de 
sus  ingresos  de  esta  fuente  ya  que  se  le  había  asigna¬ 
do  las  tercias  eclesiásticas  o  tercias  reales.  Estas  ter¬ 
cias  eran  la  tercera  parte  de  la  tercera  parte  (es  decir, 
un  noveno)  del  diezmo.11 

La  Universidad  acumuló  concesiones  reales  y  privi¬ 
legios  pontificios  hasta  que  el  cardenal  Pedro  de  Luna 
fue  nombrado  por  el  papa  Clemente  VI  para  poner  or¬ 
den  en  aquella  jungla  legal  mediante  unas  nuevas  cons¬ 
tituciones  que,  más  tarde,  en  1411,  fueron  complemen¬ 
tadas  por  el  mismo  Pedro  de  Luna  cuando  había  lle¬ 
gado  al  papado  como  Benedicto  XIII. 

El  papa  Martín  V  en  1422  revocó  lo  que  se  había 
hecho  anteriormente,  y  expidió  sus  propias  constitu¬ 
ciones,  las  cuales  fueron  confirmadas  más  tarde  por  el 
papa  Eugenio  IV.  La  Universidad  acumuló  numerosos 


9  Federico  Carlos  Sáinz  de  Robles,  Esquema  de  una  historia  de 
las  universidades  españolas  (Madrid:  M.  Aguilar,  Editor,  1944),  p.  42. 
I1J0  Julio  Jiménez  Rueda,  op.  cit.,  p.  29. 

111  Ibid.,  p.  31. 


10 


I 


estatutos  provenientes  de  la  acción  de  frecuentes  visi¬ 
tadores  que  tenían  que  resolver  problemas  inmediatos, 
y  fue  en  1551  que  obtuvo  de  la  Santa  Sede,  gracias  a 
la  intercesión  del  emperador  Carlos  V,  suficiente  in¬ 
dependencia  para  crear  sus  propios  estatutos  mientras 
Roma  se  reservaba  el  derecho  de  aprovarlos. 

Si  Salamanca  obtuvo  cierta  independencia  de  la  San¬ 
ta  Sede,  continuó,  sin  embargo,  uncida  al  rey.  Carlos 
Y  envió  un  visitador  en  1529, y  ordenó  la  recopilación 
de  los  estatutos  en  1538.  Felipe  II  confirmó  los  privi¬ 
legios  concedidos  a  la  universidad  en  el  siglo  anterior 
y  envió  dos  visitadores:  D.  Diego  Covarrubias  y  Leyva 
y  D.  Juan  Zúñiga.  Felipe  III  envió  un  nuevo  visitador, 
D.  Juan  Álvarez  de  Caldas,  y  en  1618  vino  el  último 
comisionado  real,  el  Lie.  Baltasar  Gilimón  de  Mota 
quien  añadió  35  estatutos.  La  recopilación  de  estatutos 
impresa  en  1625  permitía  solamente  unas  pocas  adi¬ 
ciones  que  fueron  hechas  por  la  misma  Universidad  de 
Salamanca.1' 

De  este  panorama  general  podemos  concluir  que  la 
independencia  de  Salamanca  era  muy  limitada.  Tanto 
el  Estado  como  la  Iglesia  tenían  caminos  para  interve¬ 
nir  directamente  en  los  asuntos  internos  de  la  Univer¬ 
sidad.  Más  aún,  difícilmente  existía  una  definición  de 
la  Universidad  como  una  entidad  jurídica,  y  el  concep¬ 
to  de  autonomía  universitaria  nunca  fue  mencionado. 
Si  la  Universidad  tenía  su  propio  patrimonio  e  ingre¬ 
sos,  eran  sin  embargo  muy  escasos  y  la  institución  te¬ 
nía  que  depender  del  rey  para  su  sostenimiento.  Si  la 
Universidad  podía  elegir  su  propio  rector,  éste  tenía 
que  compartir  su  autoridad  con  el  canciller  o  maestres¬ 
cuela  que  era  el  representante  del  obispo,  y  la  Univer¬ 
sidad  tenía  que  aceptar  las  constituciones  y  estatutos 
que  le  imponían  el  Estado  y  la  Iglesia.  El  rey,  además, 
era  su  patrón  así  como  el  patrón  de  la  Iglesia. 

12  José  Luis  Becerra  López,  La  organización  de  los  estudios  en  la 
Nueva  España  (México:  Editorial  Cultura,  1963),  pp.  34-35. 


11 


La  “ transferencia  a  Hispanoamérica. 

Tal  fue  el  modelo  traído  a  Hispanoamérica  durante 
el  periodo  de  la  “transferencia”.3"  La  primera  univer¬ 
sidad  fundada  en  el  Nuevo  Mundo  fue  la  de  La  Es¬ 
pañola,  esto  es,  Santo  Domingo,  aunque  algunos  argu¬ 
yen  que  no  fue  una  universidad  con  concesiones  regias 
sino  sólo  pontificias  y,  por  lo  tanto,  incompleta.34  El 
12  de  mayo  de  1551,  y  el  21  de  septiembre  del  mismo 
año,  el  rey  expidió  las  cédulas  que  fundaban  la  Uni¬ 
versidad  de  San  Marcos  de  Lima  y  la  Universidad  de 
México. 

He  dicho  arriba  que  las  primeras  universidades  en 
la  Edad  Media  surgieron  gracias  a  un  dinamismo  in¬ 
terno,  que  eran  asociaciones  de  maestros  y  estudian¬ 
tes  que  espontáneamente  unían  sus  fuerzas  para  per¬ 
seguir  un  interés  común:  el  saber,  que  era  la  atadura 
que  los  conservaba  unidos.  Sólo  más  tarde  el  Estado 
y  la  Iglesia  vinieron  a  apoyar  la  comunidad  así  surgi¬ 
da  de  maestros  y  alumnos.  Si  hubo  alguna  excepción 
a  esta  regla  general,  pudo  haber  sido  el  caso  de  las 
escuelas  catedralicias  en  las  que  la  Iglesia  fue  el  crea¬ 
dor  inmediato  de  la  institución.  En  Hispanoamérica  las 
universidades  no  surgieron  gracias  a  un  dinamismo  in¬ 
terno  sino  que  fueron  fundadas  por  decreto  real  con  un 
propósito  definido:  el  de  instruir  a  los  nativos  y  a  los 
hij  os  de  los  españoles  en  las  cosas  de  nuestra  Santa  Fe 
Católica  y  en  las  otras  facultades.1"  La  universidad,  co¬ 
mo  puede  verse  por  la  cédula  real  de  fundación,  era 
hija  del  Estado  y  de  la  Contrarreforma,  y  se  la  creaba 
para  servir  el  alto  propósito  de  mantener  el  imperio  ho¬ 
mogéneo  y  fuerte. 

La  fundación  de  las  primeras  universidades  latino- 

13  Gonzalo  Aguirre  Beltrán,  La  universidad  latinoamericana  (Jala¬ 
pa:  Universidad  Veracruzana.  1961),  habla  de  tres  periodos  en  la  his¬ 
toria  de  la  universidad  latinoamericana:  “transferencia”,  “préstamo”, 
y  “cambio  cultural”. 

14  Luis  Alberto  Sánchez,  “The  University  in  Latín  America,  Part 
I;  The  Colonial  Period”,  Americas.  vol.  13,  1961. 

15  Ver  la  cédula  real  de  Carlos  V  creando  la  Universidad  de  Mé¬ 
xico  en  1551. 


12 


americanas  coincidió  con  un  periodo  de  grandeza  en  la 
historia  de  España.  Era  la  edad  de  Cervantes,  Lope,  Vi¬ 
toria,  cuando,  después  de  una  guerra  de  ocho  siglos,  la 
unidad  española  se  había  logrado  finalmente,  y  sus  gue¬ 
rreros  podían  conquistar  un  imperio  a  la  Fe.  Este  pe¬ 
riodo  también  constituyó  una  verdadera  edad  de  oro 
en  el  establecimiento  de  escuelas  en  la  Nueva  España. 
Con  una  ferviente  iniciativa,  y  un  valeroso  empeño,  mi¬ 
sioneros  franciscanos,  dominicos  y  jesuítas  se  lanzaron 
a  la  tarea  de  realizar  la  conquista  religiosa  y  cultu¬ 
ral.16  El  Colegio  de  Santa  Cruz  de  Tlatelolco,  fundado 
en  1536  para  niños  indígenas,  y  el  Colegio  de  San  Ni¬ 
colás  Obispo,  fundado  por  D.  Vasco  de  Quiroga  en 
Pátzcuaro  en  1540  para  la  educación  religiosa  de  in¬ 
dígenas  y  españoles  son  las  instituciones  de  educación 
superior  más  antiguas  del  Nuevo  Mundo. 

Pero  México  no  era  un  vacío  cultural  en  el  momen¬ 
to  de  la  conquista.  Había  aquí  unos  10  millones  de  in¬ 
dígenas  que  hablaban  muchos  idiomas  diferentes  y  es¬ 
taban  dispersos  en  un  extenso  territorio.  Estas  culturas 
indígenas  poseían  sus  tradiciones,  su  historia,  y  en  al¬ 
gunos  casos,  formas  culturales  muy  elevadas.  Como  se¬ 
ñala  George  I.  Sánchez,  el  proceso  de  transplantar  la 
civilización  europea  a  Nueva  España  implicaba  la  in¬ 
teracción  de  culturas,  el  reordenamiento  de  las  políti¬ 
cas,  el  reajuste  de  los  esquemas  valorativos  y  en  el  pro¬ 
ceso  las  culturas  indígenas  fueron  desenraizadas.17 

La  Real  y  Pontificia  Universidad  de  México 

El  órgano  más  elevado  de  la  estructura  que  creó  el  go¬ 
bierno  español  para  llevar  a  cabo  el  proceso  de  acultu- 
ración  en  la  Nueva  España  fue  la  Real  y  Pontificia 
Universidad  de  México  que  abrió  sus  puertas  a  espa¬ 
ñoles,  indios  y  mestizos  el  3  de  junio  de  1553.  Sus  fa- 

16  Véase  Robert  Ricard,  La  conquista  espiritual  de  México  (Méxi¬ 
co:  Editorial,  Just,  Editorial  Polis,  1947),  y  José  Luis  Becerra  López, 
op.  cit. 

117  George  I.  Sánchez,  The  Development  of  Higher  Education  in  Mé¬ 
xico  (New  York:  King’s  Crown  Press,  1944),  p.  2. 


13 


cultades  eran  Teología,  Derecho  Canónico,  Jurispruden¬ 
cia,  Medicina  y  Artes  Liberales.  También  ofrecía  cursos 
de  gramática,  retórica,  y  algunos  idiomas  indígenas,  y 
por  los  años  de  1660  se  hizo  un  intento  de  establecer 
una  cátedra  de  idiomas  orientales  que  nunca  logró  fruc¬ 
tificar. 

Cuando  la  Real  y  Pontificia  Universidad  de  México 
fue  fundada  la  cédula  real  ordenaba  que  siguiera  las 
constituciones  de  la  Universidad  de  Salamanca,  esto  es, 
las  del  papa  Martín  V  y  los  estatutos  de  los  últimos  vi¬ 
sitadores  (Diego  Covarrubias  y  Leyva,  Juan  Zúñiga, 
Juan  Álvarez  de  Caldas,  y  Baltasar  Gilimón  de  la  Mo¬ 
ta).  Este  cuerpo  legal  sirvió  como  base  del  gobierno 
universitario  algunas  veces  estrictamente,  otras  como 
mera  orientación,  hasta  1668  cuando  se  adoptaron  las 
constituciones  de  Palafox. 

La  figura  I  abajo  presenta  el  esquema  general  del 
gobierno  universitario.  Este  esquema  conservó  su  vali¬ 
dez  durante  todo  el  periodo  colonial. 

El  Claustro  era  la  más  alta  autoridad  universitaria  y, 
junto  con  el  rector,  interpretaba  los  decretos  reales  y 
los  hacía  ejecutar.  Había  dos  clases  de  claustros,  el  Me¬ 
nor  u  ordinario,  que  era  el  equivalente  del  Consejo 
Universitario  actual,  compuesto  de  ocho  miembros,  in¬ 
cluyendo  al  rector  y  al  maestrescuela,  y  el  Claustro  Ma¬ 
yor  o  pleno  compuesta  del  rector,  el  maestrescuela, 
los  diputados  y  consiliarios,  los  profesores,  los  repre¬ 
sentantes  de  los  estudiantes,  los  egresados  titulados,  y 
los  graduados  de  otras  universidades  que  se  habían 
incorporado  a  la  Universidad  de  México.  Era  extre¬ 
madamente  difícil,  sin  embargo,  lograr  reunir  tal  nú¬ 
mero  de  personas,  y  por  lo  tanto  se  convirtió  en  una 
regla  aceptada  que  para  la  validez  de  las  decisiones 
veinte  personas  eran  suficientes.  El  Claustro  Pleno  era 
en  verdad  la  más  alta  autoridad  universitaria,  la  encar¬ 
nación  de  la  voluntad  universitaria.  Podía  decidir  sobre 
cualquier  asunto  interno,  y  sus  decisiones  sólo  podían 
ser  revocadas  por  una  asamblea  de  la  misma  naturale- 


Figura  1 


CLAUSTRO 

o 

CONSEJO 


Mayor  o 
Pleno 


Menor  u 
ordinario 


20  miembros  in¬ 
ri  oyendo  el  rector, 
el  maestrescuela  y 
los  maestros.  Elige 
a  los  consiliarios 
y  a  los  diputados. 


I 

L 

CONSILIARIOS 

i 


•< 


I 
i 
i 
l 

ir 

RECTOR  < 


Consejo  que  asiste  al  rector  en 
materias  Académicas. 

Elige  al  rector 

Tiene  estudiantes  entre  sus 

miembros. 


VICE-RECTOR 


MAESTRESCUELA < 


VICESCOLATICO 
Remplaza  al  Maes¬ 
trescuela  en  Ausen¬ 
cias  cortas 


Cabeza  visible  de  la  universidad  y  re¬ 
presentante.  ; 

Es  elegido  por  el  Claustro  y  los  Con¬ 
siliarios. 

Es  el  canciller  representante  del  Papa 
Importante  autoridad  en  materias  Aca¬ 
démicas 

Vicecancelario 

Rempleza  al  Maestrescuela  en  caso  de 
muerte 


Representantes  .  de  la  universidad  ,  en 
DIPUTADOS  ^  las  reuniones  de  las  Cortes;  tiene  fun¬ 
ciones  administrativas  v  financieras 


15 


za,  pero  para  ésto  se  requerían  las  tres  cuartas  partes 
de  los  votos. 

Después  del  Claustro  venía  el  cuerpo  de  los  consilia¬ 
rios  que  elegía  al  rector  y,  al  mismo  tiempo,  era  su  con¬ 
sejero  en  asuntos  académicos.  Aquí  los  estudiantes  te¬ 
nían  representantes,  y  su  influencia  se  hacía  sentir  en  el 
nombramiento  de  catedráticos  y  en  el  diseño  del  cu¬ 
rrículum. 

El  rector  era  la  cabeza  visible  de  la  Universidad  y  el 
representante  del  rey.  Era  elegido  por  los  consiliarios 
quienes  a  su  vez  eran  elegidos  por  el  Claustro  Pleno. 
El  rector  duraba  en  funciones  un  año. 

El  maestrescuela  tenía  casi  tanto  poder  como  el  rec¬ 
tor,  pero  su  influencia  se  concentraba  en  los  asuntos 
académicos.  Era  el  representante  del  papa. 

El  Claustro  de  Diputados  se  ocupaba  principalmente 
de  las  materias  de  hacienda,  de  las  rentas  y  negocios 
ordinarios  de  la  Universidad.  Estaba  integrado  en  su 
mayor  parte  por  catedráticos  propietarios,  la  gente  más 
afamada  de  la  institución.  Dos  de  ellos  eran  nombrados 
respectivamente  por  el  rector  y  el  maestrescuela,  y  la 
forma  de  escoger  el  resto  varió  conforme  a  las  distin¬ 
tas  constituciones:  se  hacía  ya  por  rotación  de  los  maes¬ 
tros  titulares,  ya  por  elección.  El  Claustro  de  Diputados 
tuvo  entre  seis  y  diez  miembros. 

Como  se  ha  indicado  arriba,  las  primeras  constitucio¬ 
nes  de  la  Universidad  fueron  las  mismas  de  Salaman¬ 
ca,  pero  muy  pronto  se  sintió  la  necesidad  de  adaptar¬ 
las  al  ambiente  del  Nuevo  Mundo  y  se  elaboraron  otras 
por  el  virrey  y  la  audiencia,  pero  éstas  se  han  perdido. 
El  17  de  julio  de  1580  se  hizo  un  nuevo  cambio  y  se 
adoptaron  las  constituciones  del  oidor  D.  Pedro  de  Far- 
fán  que  estuvieron  vigentes  hasta  el  22  de  mayo  de 
1583,  cuando  el  visitador  D.  Pedro  Moya  de  Contre- 
ras  dio  unas  nuevas  constituciones  a  la  Universidad.  El 
quinto  código  fue  elaborado  por  una  comisión  que  nom¬ 
bró  el  marqués  de  Cerralba  para  ese  propósito,  y  estas 
constituciones  fueron  adoptadas  el  23  de  octubre  de 
1626.  Sin  embargo,  el  funcionamiento  de  la  Universi- 


16 


dad  no  era  aún  satisfactorio,  y  unas  sextas  constitucio¬ 
nes  fueron  preparadas  por  el  obispo  Juan  de  Palafox 
y  Mendoza,  las  cuales  fueron  presentadas  al  Claustro 
Pleno  el  14  de  octubre  de  1645,  y  aprobadas  por  el  rey 
el  lo.  de  mayo  de  1649,  pero  no  se  adoptaron  plena¬ 
mente  hasta  1668. 

Las  influencias  externas 

Durante  el  primer  siglo  de  la  historia  de  la  Universi¬ 
dad  sus  relaciones  con  el  Estado  y  la  Iglesia  no  esta¬ 
ban  bien  definidas,  y  la  inestabilidad  general  de  la 
institución  facilitaba  la  intervención  de  agentes  exterio¬ 
res.  Tenemos  una  carta  del  obispo  de  Puebla,  D.  Juan 
de  Palafox  y  Mendoza  quien,  más  o  menos  al  mismo 
tiempo  que  preparaba  las  nuevas  constituciones  para  la 
Universidad,  escribió  al  rey  en  su  carácter  de  visitador 
general  de  la  Nueva  España  quejándose  del  “muy  tra- 
baj  oso  estado”  en  que  se  encontraba  la  institución  ya 
que  tenía  más  lucimiento  de  Doctores  que  de  estudian¬ 
tes”.  Y  añadía: 

La  ruina  de  una  comunidad  tan  útil,  son  los  man¬ 
damientos  de  los  Virreyes,  los  cuales  parece  que  traen 
comisión  particular  de  V.  Magestad  de  acabar  con 
sus  estatutos,  porque  sin  embargo  que  éstos  están 
confirmados  por  V.  Magestad  y  su  Consejo,  y  que 
hay  Breves  de  Su  Santidad  en  que  da  la  forma  que 
se  ha  de  tener  en  los  grados,  juntándose  las  dos  ma¬ 
nos,  Apostólica  y  Real,  a  perfeccionar  la  obra  más 
importante  que  hay  en  la  obra  de  Dios,  que  es  en¬ 
señar  a  la  juventud  y  crear  sujetos  para  los  ministe¬ 
rios  eclesiásticos  y  seculares,  despachan  mandamien¬ 
tos  los  Virreyes  de  ruego  y  encargo  al  Maestrescuela 
para  que  con  dos  cursos  gradúen  a  los  que  les  pare¬ 
ce;  y  como  lo  podían  hacer  el  Pontífice  y  V.  Mages¬ 
tad,  dispensan  en  todo  sin  ningún  género  de  reparo. 1S 

%s  Citado  por  Nicolás  Rangel  en  el  “Proemio”  a  Cristóbal  Bernardo 
de  la  Plaza  y  Jaén,  Crónica  de  la  Real  y  Pontificia  Universidad  de 


17 


El  rey,  como  soberano  de  estas  tierras,  como  funda¬ 
dor  de  la  Universidad  y  como  patrón  de  la  Iglesia  Ca¬ 
tólica  en  sus  dominios,  era  también  patrón  de  la  Uni¬ 
versidad.  Ahora  bien,  el  virrey  era  naturalmente  el  vi- 
ce-patrón,  y  por  tanto  el  representante  del  poder  públi¬ 
co  a  quien  correspondía  salvaguardar  la  institución.  Él 
tenía  el  poder  legal  de  nombrar  al  rector  en  ciertas  cir¬ 
cunstancias,  como  cuando  los  consiliarios  no  lograban 
un  acuerdo.  Su  derecho  a  intervenir  dentro  de  la  insti¬ 
tución  no  era  tanto  de  carácter  político-administrativo 
como  académico.  Tradicionalmente  él  concedía  privi¬ 
legios  y  apoyaba  las  actividades  académicas. 

De  hecho,  sin  embargo,  las  actuaciones  irregulares 
de  los  virreyes  eran  innumerables.  Algunos  intervenían 
por  su  natural  inclinación  al  despotismo  como  en  el  ca¬ 
so  del  marqués  de  Villena;  otros  por  falta  de  conoci¬ 
miento  a  pesar  de  su  buena  fe,  como  el  marqués  de 
Cadereyta;  otros  aún  porque  tomaban  muy  a  pecho  la 
función  de  protector,  como  el  marqués  de  Cerralbo;  y 
muchos  otros  porque  había  duda  en  cuanto  a  la  aplica- 
bilidad  de  las  constituciones.19 

Al  enfrentarse  a  estas  irregularidades,  el  obispo  Pa- 
lafox  concluyó  la  carta  citada  arriba  solicitando  al  rey 
que  expidiera  un  decreto  limitando  la  influencia  de  los 
virreyes.  Felipe  IV  firmó  tal  decreto  en  Madrid  el  3  de 
septiembre  de  1624,  ordenando  que  los  estatutos  de  las 
universidades  de  Lima  y  México  debían  respetarse  y 
que  los  virreyes  no  estaban  autorizados  para  alterarlos 
sin  el  permiso  del  Consejo  de  Indias.120  Otra  cédula  de 
fecha  12  de  junio  de  1642  prohibía  la  intervención  de 
los  virreyes  en  la  provisión  de  cátedras  y  cursos,21  y 

México  (México:  Universidad  Nacional  Autónoma  de  México,  1931), 
p.  VIII. 

li9  José  Luis  Becerra  López,  op.  cit..  p.  208. 

:2l°  España.  Recopilación  de  Leyes  de  los  Reynos  de  las  Indias  Man¬ 
dadas  Imprimir  y  Publicar  por  la  Magestad  Católica  del  Rey  Don  Car¬ 
los  II  (Madrid:  por  la  viuda  de  D.  Joaquín  Ibarra,  Impresora  de  dicho 
Real  y  Supremo  Consejo,  1791),  Libro  I,  Título  XII,  Lev  III,  p.  191. 

21  John  Tate  Lanning,  Reales  Cédulas  de  la  Real  y  Pontificia  Uni¬ 
versidad  de  México  de  1551  a  1816  (México:  UNAM,  1946),  No.  50, 
p.  63. 


18 


una  tercera  firmada  el  14  de  mayo  de  1645  exigía  que 
los  estatutos  fueran  respetados  en  cuanto  a  la  adjudica¬ 
ción  de  cátedras  y  que  los  virreyes  no  debían  confe¬ 
rirlas.2" 

Los  virreyes,  sin  embargo,  no  eran  los  únicos  fun¬ 
cionarios  del  gobierno  que  podían  intervenir  en  la  Uni¬ 
versidad.  También  la  Audiencia  ejercía  sobre  ella  cier¬ 
ta  forma  de  protección,  y  el  primer  rector  y  maestres¬ 
cuela  fueron  los  oidores  Antonio  Rodríguez  y  Gómez  de 
Santillana.  Varios  otros  rectores  durante  el  siglo  xvi 
fueron  oidores.  Felipe  II  tenía  en  mente  la  autonomía 
de  la  Universidad  cuando  expidió  un  decreto  en  Aran- 
juez  el  19  de  abril  de  1589  en  el  que  prohibía  que  jue¬ 
ces,  alcaldes  o  fiscales  de  las  Reales  Audiencias  de  las 
Indias  sirvieran  como  rectores  aun  en  el  caso  en  que 
fueran  graduados  de  la  Universidad.  Este  decreto  fue 
ratificado  por  Felipe  III  en  1603  y  Felipe  IV  en  1624.23 
De  1624  a  1646,  sin  embargo,  los  oidores  lograron 
acceso  a  la  rectoría  una  vez  más,  pero  en  1646  lo  per¬ 
dieron  definitivamente  debido  a  un  decreto  real  firma¬ 
do  el  8  de  febrero  de  ese  año  que  proscribía  de  la  rec¬ 
toría  no  sólo  a  los  oidores  y  fiscales  de  la  Audiencia 
sino  también  a  los  inquisidores  y  a  los  fiscales  del  Tri¬ 
bunal  del  Santo  Oficio  de  la  Inquisición.  El  rey  afirma¬ 
ba  que  su  voluntad  era  que  los  cargos  en  el  gobierno 
de  la  Universidad  se  reservaran  para  sus  doctores,  y 
otra  gente  de  letras,  virtud,  ciencia  y  experiencia  que 
servían  en  ella.24 

La  extraterritorialidad 

Tales,  pues,  eran  las  órdenes  del  rey  para  preservar  la 
independencia  de  la  Universidad.  La  más  alta  expre¬ 
sión  de  esta  actitud  protectora  fue  la  Ley  XII  expedida 
por  Felipe  II  en  Aranjuez  el  19  de  abril  de  1589  y 

22  Ibid,  No.  75,  p.  103. 

23  España.  Recopilación  de  Leyes  de  los  Reynos  de  las  Indias,  op. 
cit..  Libro  I,  Título  XXII,  Ley  VIII  p.  192. 

24  España.  Ministerio  del  Trabajo  y  Previsión.  Publicaciones  de  la 
Inspección  General  de  Emigración.  Disposiciones  complementarias  de 
las  Leyes  de  Indias  (Madrid:  Imprenta  Sáens  Hnos),  1930. 


19 


confirmada  en  Campillo  el  24  de  mayo  de  1597.  Esta 
ley  extiende  el  fuero-  de  que  gozaban  los  estudiantes 
conforme  a  las  Siete  Partidas  a  las  universidades  del 
Nuevo  Mundo.  De  acuerdo  con  ella  los  rectores  de  las 
universidades  de  Lima  y  México,  y  en  su  ausencia  los 
vice-rectores,  tenían  jurisdicción  sobre  los  doctores, 
maestros  y  oficiales  de  ellas,  así  como  en  los  lectores, 
estudiantes  y  oyentes  que  a  ellas  concurrieran,  “en  to¬ 
dos  los  delitos,  causas  y  negocios  criminales,  que  se  co¬ 
metieran  y  hicieran  dentro  de  las  escuelas  de  las  uni¬ 
versidades,  en  qualquiera  manera  tocantes  a  los  estu¬ 
dios,  como  no  sean  delitos  en  que  haya  de  haver  pena 
de  efusión  de  sangre,  o  mutilación  de  miembro,  ó  otra 
corporal .  .  .  ”.Z5 

No  es  posible  dejar  de  señalar  esta  ley  como  el  cla¬ 
ro  antecedente  del  moderno  concepto  de  extraterritoria¬ 
lidad  universitaria.  Aparte  de  los  conflictos  y  confusio¬ 
nes  que  este  concepto  acarrea,  es  indudable  que  está 
arraigado  en  una  tradición  ancestral,  que  llega  no  sola¬ 
mente  a  la  universidad  colonial,  sino  a  la  española  del 
medioevo. 

La  influencia  de  la  Iglesia 

Sin  embargo  no  es  sólo  la  influencia  del  Estado  la 
que  debemos  tomar  en  cuenta  para  valorar  el  grado  de 
autonomía  de  que  pudiera  gozar  la  universidad  colo¬ 
nial.  También  la  Iglesia  tenía  interés  en  la  institución 
y  se  consideraba  con  derechos  puestos  que  ella  ostentaba 
el  título  de  pontificia.  El  procurador  Juan  de  Castilla 
fue  útil  a  los  deseos  de  la  Iglesia  cuando  solicitó  y  ob¬ 
tuvo  una  cédula  del  rey  que  ordenaba  que  legos  y  ecle¬ 
siásticos  debían  alternarse  cada  año  en  la  rectoría.  Esta 
cédula  fue  expedida  por  el  rey  en  Campillo  el  14  de 
mayo  de  1597  y  confirmada  por  un  nuevo  decreto  en 
1603. 126 

25  España.  Recopilación  de  Leyes  de  los  Reynos  de  las  Indias,  op. 
cit.,  Libro  I,  Título  XXII,  Ley  XII,  p.  193. 

2)6  España.  Ministerio  del  Trabajo  y  Previsión,  op.  cit. 


20 


No  pararon  aquí  las  cosas.  Nuevas  limitaciones  sur¬ 
gieron  a  la  posibilidad  de  que  los  seglares  pudieran 
acceder  a  la  rectoría.  Aunque  hubo  algunas  excepciones 
a  esta  regla,  y  el  mismo  Palafox,  considerando  la  es¬ 
casez  de  doctores  solteros,  permitió  que  los  casados  pu¬ 
dieran  ocupar  el  cargo,  el  rey  definitivamente  los  ex¬ 
cluyó  de  la  rectoría  mediante  su  cédula  del  13  de  julio 
de  1656  en  la  cual  afirmaba  que  no  se  consideraba  de¬ 
cente  ni  conveniente  que  la  cabeza  de  una  comunidad  de 
tantas  maneras  cercana  a  lo  eclesiástico  debiera  ser  una 
persona  casada."' 

Con  esta  decisión  del  rey,  la  rectoría  pasó  a  manos 
de  las  tres  órdenes  religiosas  principales,  los  domini¬ 
cos,  los  franciscanos  y  los  jesuitas,  casi  permanentemen¬ 
te  hasta  1668  cuando  Palafox  los  excluyó  en  base  a 
que  estaban  sometidos  al  papa  y  no  podían  guardar  to¬ 
tal  lealtad  al  rey.  Esta  fue  la  oportunidad  para  los  sa¬ 
cerdotes  seculares  que  se  sucedieron  uno  a  otro  en  la 
rectoría  por  largos  periodos,  mientras  los  profesores  de 

la  Universidad  muy  infrecuentemente  llegaron  al  car¬ 
as 

g°- 

De  lo  que  ha  sido  dicho  hasta  ahora,  la  conclusión 
es  clara,  que  la  Universidad  dependía  casi  enteramen¬ 
te  de  la  buena  voluntad  de  la  Iglesia  y  el  gobierno  ci¬ 
vil.  Cierto  que  al  Claustro  se  le  concedieron  a  prin¬ 
cipios  del  siglo  xvm  algunos  poderes  para  hacer  los 
cambios  en  las  constituciones  de  la  Universidad  que 
fueran  necesarios  para  adaptar  aquellas  reglas  que  re¬ 
sultaran  inconvenientes;29  pero  mientras  estos  poderes 
ciertamente  dieron  a  la  Universidad  algún  grado  de  in¬ 
dependencia  de  las  autoridades  locales,  las  decisiones 
del  Claustro,  sin  embargo,  tenían  que  ser  aprobadas 
por  el  Consejo  de  Indias  y  el  rey.  Por  otra  parte,  había 
muy  poco  sobre  qué  legislar.  La  legislación  universita¬ 
ria  que  ya  existía  cubría  cada  detalle  de  la  vida  de  la 

27  Cristóbal  Bernardo  de  la  Plaza  y  Jaén,  Crónica  de  la  Real  y  Pon¬ 
tificia  Universidad  de  México  (México:  UNAM,  1931),  Tomo  I,  Libro 
IV,  No.  310,  p.  454. 

2S  José  Luis  Becerra  López,  op.  cit.,  p.  229. 

29  Ibid.,  p.  210. 


21 


i 


institución  y  lo  que  quedaba  era  realmente  insignifican¬ 
te.  Además,  como  ya  lo  mencioné,  la  Universidad  no 
podía  vivir  sin  el  apoyo  económico  del  Estado.  El  rey 
le  había  asignado  un  subsidio  y  un  patrimonio  que  le 
podía  retirar  en  cualquier  momento.  La  Universidad 
podía  administrar  su  patrimonio,  pero  el  subsidio  de¬ 
pendía  de  la  buena  voluntad  y  del  interés  del  virrey. 
Siempre  y  cuando  la  Universidad  complaciera  al  Esta¬ 
do  tenía  asegurada  una  economía  saludable. 

La  libertad  de  cátedra 

Si  el  propósito  que  tenemos  en  mente  es  evaluar  de 
una  manera  significativa  el  lugar  que  ocupaba  la  Real 
y  Pontificia  Universidad  de  México  en  el  mundo  colo¬ 
nial  de  la  Nueva  España,  nos  queda  por  discutir  un  tó¬ 
pico  de  importancia:  el  de  la  libertad  intelectual  que 
tan  acalorado  debate  ha  generado  últimamente.  John 
T.  Lanning  en  su  libro  Academic  Culture  in  the  Spa- 
nish  Colonies  sostiene  que  la  ilustración  europea  tuvo 
un  gran  impacto  sobre  las  universidades  coloniales'  "  y 
de  esto  se  deduce  fácilmente  que  había  un  amplio  gra¬ 
do  de  libertad.  Aclarando,  naturalmente,  que  la  liber¬ 
tad  académica  o  libertad  de  cátedra  es  una  idea  moder¬ 
na  que  fue  ajena  al  periodo  colonial  podemos,  no  obs¬ 
tante,  evaluar  el  grado  de  ortodoxia  que  se  requería  del 
maestro  y  del  estudiante. 

Una  fuente  útil  para  nuestro  propósito  es  la  legis¬ 
lación  colonial  misma,  que  no  deja  duda  de  lo  que  se 
esperaba:  Felipe  IV  expidió  un  decreto  en  Madrid  el 
3  de  septiembre  de  1624  que  dice: 

Conforme  a  lo  dispuesto  por  el  Santo  Concilio  de 
Trento  y  Bula  de  la  Santidad  Pío  Quarto  de  felice 
recordación,  los  que  en  las  Universidades  de  nues¬ 
tras  Indias  recivieren  grados  de  Licenciados,  Docto¬ 
res  y  Maestros  en  todas  las  Facultades,  sean  obliga- 


,3°  John  Tate  Lanning,  Academic  Culture  in  the  Suanisch  Colonies 
(New  York:  Oxford  University  Press,  1940),  pp.  61-89. 


22 


dos  a  hazer  la  profesión  de  nuestra  Santa  Fe  Cató¬ 
lica,  que  predica  y  enseña  la  Santa  Madre  Iglesia  de 
Roma;  y  asimismo  nos  han  de  jurar  obediencia  y 
lealtad,  y  a  nuestros  Virreyes  y  Audiencias  Reales 
en  nuestro  nombre,  y  a  los  Rectores  de  la  tal  Univer¬ 
sidad,  conforme  a  los  estatutos  de  ella.  1 

Esto  significaba  que  cada  estudiante  que  recibía  un 
grado  universitario  tenía  que  jurar  su  obediencia  ciega 
a  la  doble  base  del  imperio:  su  base  ideológica  reli¬ 
giosa,  la  Iglesia;  y  su  base  ideológica  política,  el  Es¬ 
tado.  Por  supuesto  no  había  lugar  para  cuestionamien- 
tos  de  ninguna  especie,  ni  para  análisis  críticos,  y  me¬ 
nos  para  cualquier  idea  de  progreso  o  mejora. 

Esto  no  era  todo.  Cualquier  estudiante  que  se  iba  a 
graduar,  así  como  aquellos  que  asistían  a  la  ceremo¬ 
nia,  debían  hacer  el, 

Juramento  en  un  libro  misal  delante  del  que  le  lia 
de  dar  el  grado,  y  los  demás  que  asistieren,  de  que 
siempre  tendrá,  creerá  y  enseñará  de  palabra  y  por 
escrito  haver  sido  la  siempre  Virgen  María  Madre 
de  Dios  y  Señora  Nuestra  concebida  sin  pecado  ori¬ 
ginal  en  el  primer  instante  de  su  ser  natural.  .  . 32 

Exigencia  tan  extrema  de  ortodoxia  no  puede  me¬ 
nos  que  reflejar  los  esfuerzos  del  rev  de  España  por 
conservar  la  unidad  en  sus  dominios,  evidentemente 
amenazada  por  los  avances  de  la  modernidad. 

Esto  no  era  todo,  sin  embargo.  No  bastaba  con  que 
los  estudiantes  juraran  su  lealtad:  había  que  tener  con¬ 
trol  total  sobre  el  examen  en  sí  mismo.  El  lector  recor¬ 
dará  que  a  los  jueces,  a  los  alcaldes  de  los  gobiernos 
municipales,  y  a  los  oidores  de  la  Real  Audiencia  no 
les  estaba  permitido  asumir  la  rectoría  de  la  Univer¬ 
sidad,  pero,  por  otra  parte,  estaban  obligados  a  asis- 

31  España.  Recopilación  de  Leyes  de  los  Reynos  de  las  Indias ,  op. 
cit..  Libro  I,  Título  XXII,  Ley  XIV. 

32  Ibid .,  Libro  I,  Título  XXII,  Ley  XV,  p.  194. 


23 


tir  al  examen  secreto  de  los  licenciados  junto  con  los 
dieciséis  doctores  que  requerían  los  estatutos,  *’  según 
la  cédula  de  Felipe  IV.  De  esta  manera  los  represen¬ 
tantes  de  los  intereses  del  Estado  podían  verificar  di¬ 
rectamente  la  ortodoxia  del  estudiante. 

Pero  el  Estado  y  la  Iglesia  no  se  limitaban  mera¬ 
mente  a  supervisar  el  producto  final  de  la  Universidad 
sino  que  también  tenían  una  influencia  decisiva  en  la 
selección  de  aquellos  que  tenían  funciones  docentes  pa¬ 
ra  así  regular  las  ideas  que  se  impartían.  Fue  así  que 
Carlos  II  decretó  el  20  de  mayo  de  1676  que  para  se¬ 
leccionar  a  quien  debiera  ocupar  una  cátedra  votarían 
los  siguientes  funcionarios:  el  arzobispo;  el  oidor  más 
antiguo  de  la  Audiencia;  el  inquisidor  más  antiguo;  el 
rector  de  la  Universidad:  el  maestrescuela  de  la  Univer¬ 
sidad  y  el  deán  de  la  catedral;  el  profesor  de  prima  de 
la  facultad  a  la  cual  pertenecía  la  cátedra,  y  el  doctor 
más  antiguo  de  esa  facultad.  La  junta  así  compuesta 
debía  sesionar  en  la  casa  del  arzobispo,  quien  la  presi- 
'  diría.34 

* 

Conclusión 

t 

Nuestro  estudio  de  las  fuentes  no  deja  la  menor  du¬ 
da  en  cuanto  a  la  dependencia  administrativa,  econó¬ 
mica  e  intelectual  de  la  Real  y  Pontificia  Universidad 
de  México  del  Estado  y  de  la  Iglesia.  Sin  embargo,  te¬ 
nemos  que  ser  cuidadosos  al  definir  esta  dependencia. 
Es  cierto  que  su  efecto  final  fue  limitar  la  visión  y  la 
libertad  de  la  Universidad  convirtiéndola  en  una  ins¬ 
titución  introvertida  que  rechazó  la  nueva  filosofía,  pe¬ 
ro  debemos  recordar  que  el  propósito  tanto  del  Estado 
como  de  la  Iglesia  era  apoyarla  porque  la  amaban  con 
orgullo.  Pero  le  pasó  lo  que  al  joven  que  nunca  aban¬ 
dona  la  casa  paterna:  perdió  la  capacidad  de  usar  su 
iniciativa. 


33  Ibid..  Libro  I,  Título  XXII,  Ley  XIV,  p.  194. 

34  Ibid..  Libro  I,  Título  XXII.  Ley  XXXX. 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


Impreso  y  hecho  en  México 
Imprenta  Madero,  S.  A. 
lo.-X-1979 


TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN 
MODELO  Y  UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■  Pedro  López 
Díaz.  CRISIS  Y  COYUNTURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN 
MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José  Luis  Balcárcel.  FU ND AMENTACION 
CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100  ■  Héctor  Cuadra.  EL  TRATADO 
DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HUMANITA¬ 
RIO;  101  ■  Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102  ■ 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL 

Y  ESPIRITUAL  DEL  MEXICANO;  103  ■  Edmundo  González  Llaca.  UN 
CONGRESO  ¿PARA  QUE?  ;  104  ■  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRE¬ 
SENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ESTRUCTURAS  SOCIALES 

Y  ECONOMICAS;  105  ■  Carlos  Tunnermann  Bernheim.  CIENCIA, 
TECNICA,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106  ■  José  [  yalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  ■  José 
A.  Cuéllar.  LA  ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZA- 
CION;  108  ■  Jaime  A.  Villegas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSI¬ 
TARIO;  109  ■  Irma  Lombardo  García.  LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNI¬ 
VERSIDAD  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE  1929;  110  ■  María 
del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875)  ANTE¬ 
CEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  Gonzᬠ
lez  Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNI¬ 
VERSITARIA  EN  MEXICO;  112  ■  Aurora  Arnaiz  Amigo- ¿QUE  ES  EL 
ESTADO?;  113  ■  Miguel  Bueno.  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y 
CIENCIA;  114  ■  Víctor  Carlos  García  Moreno.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSI¬ 
DAD  CRITICA;  115  ■  Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVERSIDAD  E  INTER- 
Dl SCI PLINARI EDAD;  116  ■  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS  SOCIO¬ 
ECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FU¬ 
TURO;  117  ■  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER. 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD  I  IKI  A  A  A 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES  Ul  NrA/V\ 


LIBRA 


MARCOS  K APLAN 


1  ^  íLLUVOlS 


CUADERNOS  DE  CULTUR 


LITICA  UNIVERSITARIA 


NOVIEMBRE  1979 


119 


PRECIO  $3.00 


CRISIS  Y  PERSPECTIVAS 
DE  LA  INTEGRACION 
LATINOAMERICANA 


Dr.  Marcos  Xaplan 
CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRACION 

LATINOAMERICANA 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


2 


Con  la  emancipación  de  1810,  América  Latina  pierde 
la  unidad  político-administrativa  que  — de  manera  for¬ 
mal  y  precaria  gozara  en  la  Colonia,  y  se  fragmenta 
en  un  número  creciente  de  repúblicas  independientes. 
Por  la  interacción  de  factores  y  procesos  internos  e  in¬ 
ternacionales,  se  frustra  la  concepción  inaugural  de 
algunos  “Padres  Fundadores”,  su  idea  de  una  nación 
latinoamericana  y  de  un  Estado  único. 

Desde  entonces  y  hasta  bien  avanzado  el  siglo  xx, 
algunas  tentativas  restrigidas  de  integración  también 
fracasan.  La  perspectiva  integradora  desaparece  de  la 
escena.  Si  continúa  trabajando  como  un  topo  histórico , 
lo  hace  en  el  refugio  de  conciencias  aisladas  y  de  gru¬ 
pos  minoritarios  y  poco  influyentes. 

Solamente  después  de  la  Segunda  Guerra  Mundial, 
por  la  confluencia  de  procesos  internacionales  e  inter¬ 
nos,  la  idea  de  la  integración,  los  esbozos  e  intentos 
iniciales,  van  pasando  por  una  serie  de  fases  alterna¬ 
tivas.  Se  van  dando  el  Mercado  Común  Centroamerica¬ 
no,  la  Asociación  Latinoamericana  de  Libre  Comercio, 
el  Pacto  Andino,  CARIFTA,  el  SELA.  A  estos  proyec¬ 
tos,  oficializados  y  en  vías  de  realización,  se  agregan 
otros  vinculados  con  la  perspectiva  de  una  unificación 
latinoamericana  a  hacer  de  procesos  de  reformas  avan¬ 
zadas  o  de  transformaciones  revolucionarias  en  dos  o 
más  países  latinoamericanos. 

El  balance  crítico  hasta  la  fecha  permite  afirmar  que 
las  experiencias  de  integración  latinoamericana  que  se 
intenta  en  dos  décadas  han  logrado  éxito  no  desdeña¬ 
bles,  pero  no  los  avances  irreversibles  y  los  dinamismos 
inherentes  que  se  pensó  y  que  deberían  haber  garanti¬ 
zado  de  modo  casi  automático  el  progreso  sin  interrup¬ 
ciones  y  el  logro  efectivo  de  los  objetivos.  ¿Cuáles  son 
las  razones  de  la  frustración?  ¿Qué  perspectivas  se 
mantienen  o  se  replantean? 

Con  motivos  y  objetivos  conservadores,  reformistas 
o  revolucionarios,  todos  los  proyectos  de  integración 
que  se  formulan  y  se  intenta  realizar  en  20  años  tienen 
una  característica  común.  Todos  presuponen  e  implican 
un  pensamiento  causalizante  y  finalizante  heredado  del 
siglo  xix  y  todavía  predominante  en  la  cultura,  la  ideo- 


3 


logia,  la  práctica  social  y  la  acción  política  de  las  fuer¬ 
zas  fundamentales  que  operan  en  los  países  latinoame¬ 
ricanos.  Este  pensamiento  induce  a  concebirlo  todo,  en 
la  teoría  como  en  la  práctica,  como  un  inmenso  enca¬ 
denamiento  de  causas  y  de  significados  sobre-impuestos. 

En  virtud  del  aspecto  causalizante  ( científico ),  los 
efectos  ya  están  por  entero  contenidos  en  las  causas. 
Por  consiguiente,  no  se  logra  concebir  el  cambio  como 
creación  de  algo  nuevo.  Se  lo  concibe  sólo  como  proce¬ 
so  modificatorio  de  dimensiones  cuantitativas,  despla¬ 
zamiento  entre  dos  tipos  dicotómicos  polares,  a  través 
de  un  movimiento  en  que  el  estadio  de  partido  prede¬ 
termina  y  prefigura  fatalmente  el  estadio  de  llegada. 
El  proceso  se  da  en  el  seno  de  un  tiempo  reducido  a  un 
orden  particular  de  sucesión,  análogo  a  la  coexistencia 
espacial,  disminuido  en  su  novedad  radical,  mero  mar¬ 
co  de  referencia  y  pura  yuxtaposición. 

El  aspecto  finalizante  (social),  atribuye  desde  el  ex- 
terior  a  las  sociedades  y  a  las  clases  una  serie  de  misio¬ 
nes  de  las  cuales  ellas  no  tienen  conciencia  en  cuanto 
a  su  existencia  ni  en  cuanto  a  la  necesidad  de  cumplir¬ 
las.  El  movimiento  de  la  historia  aparece  subordinado 
a  una  providencia,  divina  o  laica-terrenal.  Se  trata  de 
un  discurso  sobre  la  sociedad  pero  externo  a  ella,  y  a 
sus  componentes  fundamentales;  un  discurso  concebido 
como  distribución  demiúrgica  de  tareas  por  quienes  se 
arrogan  el  derecho  de  hablar  en  nombre  de  otros;  pen¬ 
samiento  totalitario  que  puede  llevar  — probable  o  ne¬ 
cesariamente —  a  una  práctica  totalitaria. 

Los  proyectos  de  integración  latinoamericana  surgen 
en  un  contexto  histórico,  a  la  vez  internacional  y  re¬ 
gional,  que  los  condiciona  y  determina.  Los  proyectos 
oficiales  y  que  comienzan  a  realizarse,  aceptan  dos  pa¬ 
rámetros,  en  sí  mismos,  en  sus  premisas  y  en  su  con¬ 
secuencias. 

En  primer  lugar ,  se  da  por  sentado  e  ineludible  el 
proceso  de  concentración  del  poder  mundial  en  una 
superpotencia  que  lidera  un  bloque  capitalista  (desarro¬ 
llado  y  “tercermundista” ) ,  los  Estados  Unidos,  y  una 
superpotencia  que  dirige  un  bloque  de  regímenes  post¬ 
revolucionarios,  la  Unión  Soviética.  Entre  ambas  super- 


4 


potencias  se  dan  tensiones,  conflictos  y  enfrentamientos, 
pero  al  mismo  tiempo  van  estableciendo  cada  vez  más 
algo  que  empieza  por  ser  equilibrio  del  terror,  intro¬ 
duce  luego  elementos  de  coexistencia  pacífica,  y  va 
perfilando  cada  vez  más  el  “águila  de  dos  cabezas”  de 
un  condominio  imperial  sobre  el  mundo.  Para  América 
Latina,  con  la  excepción  de  Cuba,  el  proceso  implica 
la  incorporación  cuasi-total  a  la  hegemonía  de  Estados 
Unidos,  y  el  compromiso  de  la  Unión  Soviética  de  no 
interferir  en  la  región  ni  de  comprometer  su  equilibrio 
sociopolítico. 

En  segundo  lugar ,  en  los  principales  países  de  la  re¬ 
gión  emerge  y  progresa  un  neoeapitalismo  subdesarro¬ 
llado,  tardío  y  dependiente.  El  modelo  y  el  proyecto 
de  realización  se  basan  en  la  asociación  entre  grandes 
empresas  nacionales  e  internacionales.  Privilegian  pro¬ 
ducciones  especializadas  para  la  exportación  y  para  un 
mercado  afluente  de  grupos  sociales  urbanos  de  nivel 
alto  y  medio.  Incorporan  desde  el  exterior  tecnología 
sofisticada  y  ahorradora  de  trabajo,  y  recurren  a  la 
disponibilidad  de  mano  de  obra  barata  y  sumisa  y  al 
fuerte  proteccionismo  del  Estado.  Disocian  en  la  prác¬ 
tica  crecimiento  económico  y  desarrollo  integral,  aun¬ 
que  los  identifiquen  en  la  ideología  y  la  teoría  afines 
al  proyecto.  Redistribuyendo  regresivamente  el  ingreso, 
restringen  y  deprimen  los  niveles  de  remuneración  con¬ 
sumo  y  bienestar  para  las  mayorías.  Prefieren  e  im¬ 
ponen  siempre  que  pueden  un  orden  social  y  político 
que  presupone  y  promueve  la  falta  de  participación,  la 
apatía  y  la  sumisión  de  las  mayorías. 

Surgida  en  una  coyuntura  internacional  definida  por 
la  interacción  de  ambos  parámetros,  la  integración  lati¬ 
noamericana  se  intenta  y  se  deslpliega  bajo  el  impacto 
de  esta  acción  condicionante  y  determinante.  No  puede 
eludirla,  ni  entrar  en  contradicción  o  conflicto  con  los 
intereses  y  dinamismos  del  gobierno  y  las  multinacio¬ 
nales  de  Estados  Unidos,  ni  con  las  premisas,  resgos  e 
impactos  del  proceso  neocapitalista.  Mas  aún,  la  adap¬ 
tación  a  los  parámetros  y  a  su  dialéctica  es  vista  como 
necesaria  y  conveniente. 

En  sus  versiones  más  oficiales  y  puestas  en  aplica- 


5 


ción,  la  integración  forma  parte  de  una  operación  ge¬ 
neral  de  conservatismo  modernizante  que  se  identifica 
con  la  ideología  y  la  polítca  del  desarrollismo  neoca- 
pitalista,  las  expresa  y  refurza.  El  desarrollismo  adopta 
una  visión  del  subdesarrollo  y  del  desarrollo  que  se 
caracterizan  por  la  parcialización,  la  banalidad,  el  me. 
canicismo  linear  y  el  reduccionismo  economicista.  El 
desarrollo  debe  ser  logrado  por  la  imitación  pari  passu , 
rasgo  por  rasgo  y  secuencia  por  secuencia,  del  paradig¬ 
ma  de  la  evolución  capitalista  occidental,  reinterpreta¬ 
do  con  las  modificaciones  impuestas  por  el  manteni¬ 
miento  y  la  modernización  parcial  de  las  estructuras 
tradicionales  y  de  la  dependencia  externa  hacia  EEUU 
y  sus  corporaciones. 

Al  igual  que  el  prototipo  de  Estados  Unidos,  y  los 
países  avanzados  de  su  bloque,  el  neocapitalismo  se 
formula  e  impone  como  constelación  totalizante  y  re¬ 
guladora  bajo  forma  de  un  modelo  productivista-efi- 
cientista-consumista-disipatorio.  Está  impregnado  y 
orientado  por  la  idea  del  crecimiento.  Este  es  postulado 
como  indefinido,  ilimitado;  unidimensional  y  unilinear; 
fundamental  o  exclusivamente  material,  económico,  y 
por  lo  tanto  cuantificable.  Se  expresa  e  identifica  con  el 
aumento  del  beneficio,  de  la  productividad,  de  la  pro¬ 
ducción  y  el  consumo,  de  la  abundancia  material  equi¬ 
parada  con  el  bienestar.  El  crecimiento  es  o  debe  ser 
necesario  e  irresistible,  incontrolado  e  incontrolable, 
positivo  y  deseable,  indistinguible  de  una  noción  valo- 
rativa  y  legítimamente  de  progreso.  Aparece  a  la  vez 
corno  medio  y  como  fin  en  sí  mismo,  confunde  ideología 
y  estrategia.  Las  consecuencias  de  la  idea  de  crecimien¬ 
to  pueden  ser  agrupadas  y  definidas  en  tres  grandes 
órdenes:  reduccionismo ,  fatalismo  conformista ,  selecti¬ 
vidad  destructiva. 

La  implicación  del  proyecto  desarrollista-neocapita. 
lista  para  la  integración  latinoamericana  es  que  ésta 
no  puede  identificarse  sino  con  un  sólo  modelo,  com¬ 
patible  con  el  primero  y  favorable  a  él.  En  paite,  la 
integración  latinoamericana  ha  sido  presentada  como 
panacea  universal  que,  por  si  misma  y  de  modo  auto¬ 
mático,  promueve  el  crecimiento  y  la  modernización 


6 


de  América  Latina.  Sería  la  condición  necesaria  y  su¬ 
ficiente  de  uno  y  de  la  otra,  o  un  elemento  que  los 
posibilita  y  refuerza.  Debería  operar  a  la  vez  como 
mecanismo  de  reajuste  y  regulación  frente  a  las  conse¬ 
cuencias  indeseables  o  disruptivas  de  la  dependencia 
hacia  el  nuevo  sistema  internacional  y  de  la  creciente 
crisis  de  éste,  y  de  la  implantación  y  avance  del  mo¬ 
delo  neocapitalista,  para  reducir  o  solucionar  parcial¬ 
mente  algunos  de  sus  problemas  más  acuciantes  y  de 
sus  efectos  más  explosivos. 

En  todo  caso,  la  integración  que,  bajo  diversas  for¬ 
mas,  se  propuso  y  se  intentó  realizar  en  las  dos  últimas 
décadas,  sólo  requiere  cambios  restringidos  y  prefija¬ 
dos;  permite  el  mantenimiento  de  las  estructuras  socio- 
políticas  vigentes;  respeta  y  refuerza  la  ubicación  de 
los  países  de  América  Latina  y  de  la  región  como  con¬ 
junto  bajo  la  hegemonía  de  Estados  Unidos. 

Se  explica  así  en  gran  medida  que  en  los  proyectos 
oficiales  de  integración  se  hayan  intentado  y  logrado 
ciertos  avances  significativos,  pero  también  sus  límites 
y  frustraciones. 

En  primer  lugar,  las  tentativas  integradoras  parten 
de  un  atraso  y  una  dependencia  secular  que  dan  a  la 
vez  las  motivaciones  y  los  justificativos  pero  también 
los  obstáculos  y  bloqueos,  y  que  tienden  a  agravarse 
en  el  momento  mismo  de  comenzarlas.  Existe  una  con¬ 
tradicción  entre  el  proyecto  de  región  integrada  y  la 
heterogenidad  de  naciones  con  enormes  diferencias  de 
estructuras,  tendencias,  orientaciones,  regímenes,  posi¬ 
bilidades  y  perspectivas.  Ello  se  manifiesta  y  se  refuer¬ 
za  a  través  de  las  relaciones  centrífugas  con  Estados 
Unidos  y  otros  países  capitalistas  avanzados;  el  predo¬ 
minio  de  los  factores  de  competividad  sobre  los  de 
complementariedad;  la  falta  de  tradiciones,  premisas 
y  mecanismos  de  cooperación;  el  peso  de  los  obstáculos 
geográficos,  las  carencias  infraestructurales,  las  dife¬ 
rencias  ideológicas  y  políticas  y  de  orientaciones  diplo¬ 
máticas.  No  ha  existido  tampoco  una  nación  dotada  y 
dispuesta  para  promover  y  capitanear  por  sí  sola  la 
empresa,  ni  acuerdo  entre  los  llamados  países  grandes 
de  la  región  para  asumirla  conjuntamente. 


7 


En  segundo  lugar ,  se  debe  considerar  la  resistencia  al 
cambio  ejercido  por  las  fuerzas  y  estructuras  socioeco¬ 
nómicas  y  políticas  de  tipo  más  o  menos  tradicional, 
que  han  temido  los  efectos  que  la  integración  podría 
producir  sobre  sus  intereses,  o  no  han  creído  en  la  po¬ 
sibilidad  de  beneficiarse  con  ella.  Ello  ha  ido  acompa¬ 
ñado  por  una  debilidad  relativa  de  los  sectores  que 
eventualmente  deberían  impulsar  e  imponer  el  avance 
y  la  profundidad  del  proceso  integrador.  Los  sectores 
opuestos  — pasiva  o  activamente —  a  la  integración,  pa¬ 
recen  haber  sido: 

a)  Los  vinculados  a  la  estructura  tradicional,  o  a 
ramas  estáticas  y  vegetativas,  poco  productivas  o  defi. 
citarías:  productores  agropecuarios;  exportadores  e  im¬ 
portadores,  intermediarios;  pequeña  y  mediana  indus¬ 
tria. 

b)  Burocracia  pública  y  privada  de  viejo  tipo. 

c)  Fuerza  Armada. 

d)  Partidos  Políticos  que  responden  a  grupos  tradi¬ 
cionales,  se  hallan  inspirados  por  variantes  particulares 
del  desarrollismo  (frondizismo  argentino),  y  del  nacio- 
nalpopulismo,  parte  considerable  de  la  Vieja  y  Nueva 
Izquierda  (adaptación  al  nacionalpopulismo,  miedo  a 
la  penetración  imperialista,  rechazo  de  todo  lo  que  no 
adopte  inmediatamente  todos  los  rasgos  de  un  revolu- 
cionarismo  socializante) . 

e)  Empresa  extranjera  con  inversiones  primario- 
exportadoras  y  desdén  por  el  mercado  interno  y  la  in¬ 
dustrialización  subtitutiva. 

f)  Países  más  pequeños  o  de  menor  desarrollo,  te¬ 
merosos  de  la  posible  asimetría  en  la  participación  y  en 
los  beneficios. 

g)  Países  grandes,  que  visualizan  la  integración  co¬ 
mo  incompatible  o  innecesaria  respecto  de  sus  posibili¬ 
dades  propias  de  desarrollo  separado,  (Argentina),  o 
imbuido  en  sus  élites  gobernantes  y  empresariales  de 
una  ideología  expansionista  que  les  hace  pensar  en  una 
integración  a  realizar  por  y  para  su  propia  hegemonía 
(Brasil) . 

Sectores  y  grupos  promotores  de  la  integración  o  no 
activamente  opuestos  a  ella,  parecen  haber  sido: 


8 


a)  Instituciones  internacionales  (BID,  SEP  AL),  y 
miembros  de  las  tecnoburocracias  internacional  y  lati¬ 
noamericana,  intelectuales  y  profesionales  que  giran  en 
la  órbita  de  unas  y  otras. 

b)  Partidos  y  gobiernos  inspirados  por  concepciones 
desarrollistas,  nacionalpopulistas  y  de  centro  izquierda 
reformista  (Democracia  Cristiana  chilena  y  venezolana, 
Unidad  Popular  de  Chile,  Acción  Democrática  de  Ve¬ 
nezuela,  etc.). 

c)  Sectores  modernos  y  dinámicos  de  producción  de 
bienes  y  servicios  para  el  mercado  interno  y  para  la 
exportación  no  tradicional,  necesitados  de  mercados  ex- 
pandentes  y  de  más  fácil  acceso  (siderurgia,  maquina¬ 
ria,  consumo  duradero).  A  este  respecto  debe  subrayar¬ 
se  el  interés,  la  participación  creciente  de  transnacionales 
— sobre  todo  de  Estados  Unidos —  vinculadas  a  la  pro¬ 
ducción  y  distribución  en  los  países  latinoamericanos 
de  bienes  y  servicios  para  sectores  urbanos,  y  al  avance 
de  una  integración  que  exprese  y  refuerce  una  nueva 
división  internacional  del  trabajo,  por  ramas  y  regio¬ 
nes,  en  toda  América  Latina. 

En  el  balance  de  fuerzas,  las  opuestas  a  la  integra¬ 
ción  parecen  haber  prevalecido  sobre  las  favorables, 
bien  en  potencia,  bien  ya  en  realidad.  Particularmente 
notables  resultan  las  actitudes  de  ignorancia,  indiferen¬ 
cia,  pasividad  o  desconfianza  que,  salvo  excepciones, 
han  exhibido  los  grupos  empresariales  de  las  industrias 
nacionales,  las  clases  medias  y  el  sindicalismo  obrero. 
No  puede  ignorarse,  sin  embargo,  que  el  modelo  ofi¬ 
cial  propuesto  para  la  integración  no  ha  demostrado 
convincentemente  sus  ventajas  ni  sus  condiciones  de 
viabilidad,  ni  ha  persuadido  en  cuanto  a  los  peligros 
de  su  frustración.  No  se  ha  enraizado  en  élites  dirigen¬ 
tes  ni  en  mayorías  nacionales,  no  ha  logrado  su  adhe¬ 
sión  ni  las  ha  convertido  en  bases  de  sustentación,  ni 
en  elementos  motrices  para  grandes  decisiones  y  accio¬ 
nes  tranformadoras. 

La  inexistencia  o  la  debilidad  de  las  fuerzas  sociales 
activamente  favorables  a  la  integración  se  ha  reflejado 
en  la  actuación  de  los  partidos  políticos,  las  institucio¬ 
nes  fundamentales  y  el  Estado,  en  general  insuficiente, 


9 


inadecuada  o  contraproducente  para  los  proyectos  inte- 
gradores.  A  ello  han  contribuido  también  los  fenóme¬ 
nos  y  procesos  de  autoritarismo  político  y  de  neofascis- 
tización  que  se  ha  dado  en  un  número  considerable  de 
importantes  países  de  la  región. 

El  proceso  de  implantación  y  avance  del  proyecto 
neocapitalista  se  entrelaza  con  la  apertura  de  una  crisis 
política  a  la  vez  orgánica  y  endémica.  Por  una  parte, 
el  crecimiento  neocapitalista  moviliza  masas  medias  y 
populares,  las  incita  a  multiplicar  sus  expectativas  y 
necesidades,  sus  demandas  y  presiones  en  favor  de  la 
participación  ampliada.  Por  otra  parte,  todo  ello  es 
bloqueado  por  las  características  y  consecuencias  del 
neocapitalismo  y  por  las  estructuras  sociales  y  de  poder. 
El  modelo  neocapitalista  tiene  una  dinámica  margina- 
lizante  de  las  mayorías  (ramas  económicas,  clases,  re¬ 
giones).  La  estructura  social  y  de  poder  sigue  reservan¬ 
do  a  la  nueva  élite  oligárquica  los  centros  de  decisión 
y  acción  políticas.  Los  requerimientos  de  inversión,  acu¬ 
mulación  y  rentabilidad  de  la  gran  empresa  requieren 
la  alta  concentración  de  poder,  la  imposición  de  un 
orden  autoritario  extremo. 

Al  mismo  tiempo,  la  élite  oligárquica  y  sus  aliados 
internos  y  externos  encuentran  dificultades  crecientes 
para  asegurar  la  reproducción,  la  cohesión,  la  estabili¬ 
dad  y  la  continuidad  del  sistema.  La  clase  dominante 
se  divide  en  fracciones  que  compiten  mutuamente  y  ha¬ 
llan  obstáculos  para  resolver  el  problema  de  la  hege¬ 
monía.  El  congelamiento  estructural  de  la  participación 
no  impide  totalmente  la  movilización  de  masas;  en 
muchos  sentidos  la  refuerza  y  acelera;  genera  tensiones 
y  conflictos  de  absorción  y  control  dificiles;  incremen¬ 
ta  el  número,  la  envergadura  y  las  proyecciones  de  las 
tendencias  y  movimientos  de  crítica  e  impugnación. 

La  tendencia  a  la  entropía  general  del  sistema  se 
acentúa;  se  manifiesta  en  las  situaciones  recurrentes  o 
permanentes  de  conflicto  social,  inestabilidad  política, 
agrietamiento  de  la  legitimidad,  apertura  de  una  bre¬ 
cha  del  consenso  (respecto  a  la  élite  oligárquica,  al 
sistema  social,  al  Estado),  debilitamiento  o  insuficien- 


10 


cia  de  los  recursos  coercitivos,  vacío  de  poder,  crisis 
de  la  hegemonía. 

Esta  crisis  general  de  la  dominación  y  del  sistema 
político  tradicionales  se  manifiesta  y  vehiculizan  a 
través  de  la  extrema  proliferación  ideológica  (nacio¬ 
nalismo,  populismo,  desarrollismo,  socialismo,  y  sus 
variaciones,  combinaciones  e  híbridos),  y  de  movimien¬ 
tos,  partidos  y  regímenes  que  aparecen  a  la  vez  como 
reflejo,  continuidad  e  intento  de  superación  de  dicha 
crisis  (democráticoliberales,  de  centroizquierda,  des- 
arrollistas  de  pretención  pluralista  o  de  mecánica  abier¬ 
tamente  autoritaria,  nacional-populista-bonapartistas, 
socialistas  reformistas,  socialistas  revolucionarios). 

Estos  intentos  políticos  — salvo  el  caso  cubano —  no 
destruyen  las  bases  ni  los  componentes  del  sistema  de 
dominación  y  explotación;  lo  afectan  en  mayor  o  menor 
grado  pero,  al  mismo  tiempo  y  de  diferentes  maneras, 
lo  preservan  y  refuerzan.  La  élite  oligárquica  y  la  de¬ 
recha  nacional  e  internacional  aceptan,  y  en  algunos 
casos  promueven  y  aprovechan  estos  experimentos,  co¬ 
mo  imposición  inevitable,  mal  menor,  o  alternativa  pro¬ 
visoria.  Al  mismo  tiempo  siguen  juzgando  a  tales  mo¬ 
vimientos  y  regímenes  como  demasiado  representativos 
o  tolerantes  de  las  masas  populares  y  de  sus  necesida¬ 
des,  recelosos  y  hostiles  hacia  su  intereses  y  exigencias, 
poco  compatibles  u  opuestas  respecto  de  los  modelos 
de  conservación  o  regresión,  instrumentos  inconscientes 
o  cómplices  deliberados  de  un  proyecto  de  destrucción 
del  sistema  ( espectro  del  Kerenskismo) . 

Expresión  abigarrada  de  una  crisis  política  virtual¬ 
mente  permanente,  esta  gama  de  movimientos,  partidos 
y  regímenes  políticos  contribuye  a  dificultar  a  la  vez: 
el  mantenimiento  de  la  vieja  hegemonía  oligárquica, 
su  renacimiento  bajo  formas  y  con  bases  e  instrumentos 
diferentes,  el  establecimiento  y  continuidad  de  una  de¬ 
mocracia  liberal  con  participación  ampliada.  A  la  élite 
oligárquica,  a  la  constelación  de  grupos  que  se  consti¬ 
tuyen  y  giran  a  su  alrededor,  se  les  plantea  la  contra¬ 
dicción  entre  las  exigencias  del  modelo  a  implantar  y 
desarrollar,  y  los  rasgos  y  efectos  de  la  crisis  política. 
Combinan  la  percepción  realista  de  los  riesgos  del  des- 


11 


borde  de  masas,  la  reacción  anticipatoria  para  impedir 
la  actualización  irreversible  de  las  amenazas,  el  pánico 
que  distorsiona  la  visión  y  el  juicio  y  presenta  como 
ya  existente  las  meras  posibilidades  de  cumplimiento 
incierto.  Van  desarrollando  los  elementos  necesarios  pa¬ 
ra  resolver  definitivamente  el  problema  de  la  hegemo¬ 
nía  en  su  beneficio,  mediante  soluciones  autoritarias  y 
totalitarias  que  se  aproximan  a  un  modelo  fascista  sui 
generis  o  se  confunden  con  él. 

La  neofascistización  tiene  varias  implicaciones  nega¬ 
tivas  para  el  proceso  de  integración.  En  lo  interno, 
debilita  las  posibilidades  de  crear  o  fortalecer  los  apo¬ 
yos  a  tal  perspectiva  por  parte  de  sectores  mayoritarios 
a  los  que  se  margina  y  asume  en  la  impotencia  y  la 
apatía.  A  escala  de  la  región  genera  o  refuerza  los  in¬ 
tentos  de  actualizar  las  fantasías  de  expansión  imperial 
y  de  conversión  en  potencia  (Brasil),  o  de  canalizar 
hacia  la  agresión  externa  los  conflictos  interiores  que 
tales  regímenes  no  eliminan  o  agravan  (Chile  y  Argen¬ 
tina)  . 

El  proceso  de  integración  se  ve  además  distorcionado 
o  bloqueado  por  una  dialéctica  de  fuerzas  centrífugas 
(integración  bajo  control  y  en  beneficio  de  las  multina¬ 
cionales)  y  fuerzas  centrípetas  (preocupación  por  la 
autarquía  económica,  aceptación  de  la  integración  por 
imposición  de  las  circunstancias,  con  reservas  mentales 
y  prácticas,  para  el  logro  de  máximas  ventajas  contra 
concesiones  mínimas).  Al  entrelazarse,  la  crisis  inter¬ 
nacional  y  la  crisis  interna  refuerzan  la  rigidez  y  la 
primacía  de  las  fuerzas  y  estructuras  más  retrógradas  y 
hostiles  a  una  perspectiva  integradora.  Finalmente  las 
diversas  tentativas  de  integración  han  carecido  de  es¬ 
tructuras  jurídico-institucionales  y  de  mecanismos  polí¬ 
ticos  que  las  impulsen  y  garanticen  su  dinamismo  más 
o  menos  ininterrumpido. 

Por  todas  las  razones  que  someramente  se  indica,  los 
síntomas  de  estancamiento  y  crisis  dél  proceso  oficial 
o  convencional  de  integración  se  han  venido  multipli¬ 
cando  en  los  últimos  años. 

Desde  la  otra  perspectiva,  la  que  corresponde  a  la 
mayor  parte  de  la  Izquierda ,  la  alternativa  de  la  inte- 


12 


gración  regional  presupone  una  crisis  total  y  definitiva 
en  América  Latina  del  sistema  capitalista-imperialista, 
fatalmente  condenado  a  muerte  y  en  un  plazo  más  o 
menos  breve.  Esa  crisis  se  manifestaría  por  la  concien- 
tización  y  la  movilización  creciente  de  masas  populares 
cada  vez  más  mayoritarias,  que  a  su  vez  se  expresan  a 
través  de  la  adhesión  a  organizaciones  políticas  autopio, 
clamadas  como  vanguardias  revolucionarias. 

Por  métodos  reformistas  o  revolucionarios,  por  elec¬ 
ciones  o  acciones  insurreccionales,  vanguardias  y  masas 
van  acorralando  a  las  élites  gobernantes  y  a  las  clases 
dominantes,  hasta  desplazarlas  y  destruirlas,  imponien¬ 
do  regímenes  cada  vez  más  radicalmente  nacional-popu¬ 
listas,  socializantes  o  comunistas.  Tal  proceso  sería  el 
prefrequisito  ineludible  de  la  integración  latinoameri¬ 
cana,  como  proceso  identificado  con  la  emergencia  de 
un  bloque  cada  vez  más  extenso  de  naciones  que  tomen 
tal  camino. 

Esta  perspectiva  — determinista-mecánica,  fatalista, 
triunfalista —  ha  sufrido  algunos  correctivos  por  la 
praxis  histórica  de  los  años  recientes.  Las  clases  domi¬ 
nadas  y  explotadas  de  la  región  no  adhieren  necesaria 
e  ineluctablemente  a  los  partidos  y  movimientos  que  se 
auto-proclaman  vanguardia  revolucionaria.  Aquéllos 
han  exhibido  además  limitaciones  y  fallas  considera¬ 
bles;  han  cometido  errores  garrafales;  han  perdido 
oportunidades  de  llegar  al  poder  o  han  fracasado  en  su 
ejercicio.  La  vitalidad  y  persistencia  de  ideologías  y 
lealtades  políticas  de  tipo  nacionalpopulista  y  desarro- 
llistas,  incluso  en  sectores  considerables  de  las  masas, 
es  altamente  revelador  al  respecto.  Se  ha  carecido  de 
un  modelo  propio  y  viable,  de  una  alternativa  política 
atractiva  y  movilizadora  que  ofrece  a  las  mayorías  po¬ 
pulares  en  los  principales  países  de  la  región.  Ello  se 
ha  visto  reforzado  por  el  impacto  de  la  crisis  en  el  blo¬ 
que  soviético  y  de  la  percepción  de  sus  contradicciones 
y  limitaciones  (conflictos  de  la  URSS  con  Yugoeslavia 
y  China,  enfrentamiento  Vietnam-Cambodia,  invasión  de 
Checoslovaquia,  dudas  inquietantes  sobre  el  COMECON 
o  CAEM  como  forma  de  integración  internacional  de 
los  países  socialistas,  etc.).  Las  élites  gobernantes  y  las 


13 


clases  dominantes  y  sus  aliados  han  conservado  en  mu¬ 
chos  países  de  la  región  capacidad  de  dominación,  de 
crítica,  de  invención  e  innovación,  han  contratacado  y 
triunfado  en  varias  coyunturas  decisivas. 

El  examen  crítico  del  proceso  general  de  integración 
latinoamericana  y  de  sus  principales  manifestaciones, 
la  búsqueda  de  una  alternativa,  presupone  y  exigen  ne¬ 
cesariamente  la  consideración  de  una  hipótesis  atemori- 
zadora:  el  ingreso  de  América  Latina,  desde  hace  años, 
en  una  Edad  Oscura  de  envergadura  y  duración  impre¬ 
visibles.  Ello  se  inserta  en  el  contexto  de  un  proceso  de 
concentración  del  poder  a  escala  mundial,  y  de  crisis 
de  las  superpotencias  y  sus  respectivos  bloques  y  del 
sistema  internacional  en  su  conjunto.  Como  trasfondo 
más  amplio  y  perdurable  quizás  podría  pensarse  en  una 
crisis  de  civilización.  Concentración  del  poder  y  crisis 
internacional  implican  la  alta  probabilidad  de  la  des¬ 
carga  de  sus  costos  en  los  países  menores  y  en  las  ma¬ 
yorías  dominadas  y  explotadas  de  los  mismos,  y  del 
totalitarismo  fascistizante  en  el  manejo  de  las  relaciones 
internacionales  y  de  los  conflictos  internos. 

A  la  crisis  de  la  integración  debe  responderse  con  la 
búsqueda  de  un  modelo  alternativo  que  integre  la  crisis 
como  fenómeno  presente  y  tendiente  a  permanecer  largo 
tiempo,  a  la  vez  presupuesto,  componente  y  efecto  del 
proyecto  diferente  de  desarrollo  e  integración  que  se 
busque  diseñar  y  realizar. 

Para  ello  no  son  útiles  la  profesía,  la  predicción,  ni 
la  prqyección.  La  profesía  opera  un  salto  místico  del 
mundo  rechazado  y  sus  implicaciones  catastróficas,  al 
mundo  ideal  que  se  anhela  como  única  alternativa,  y 
que  se  describe  como  necesaria  estación  de  llegada, 
para  cuyo  logro  se  recurre  a  un  conjunto  normativo  de 
prescripciones.  La  profesía  no  analiza  los  lazos  causales 
entre  procesos  y  fenómenos,  los  prerrequisitos,  las  ten¬ 
dencias  alternativas  las  contratendencias  ni  los  emer¬ 
gentes  imprevistos.  Carece  de  una  teoría  del  proceso, 
ignora  o  subestima  la  gama  de  posibilidades  y  proba¬ 
bilidades. 

La  predicción  pretende  basarse  en  el  análisis.  Intenta 
establecer  lazos  causales  entre  acontecimientos,  estruc- 


14 


turas  y  procesos.  Correlaciona  premisas  y  resultados 
(si  ,  entonces).  No  evalúa  en  cambio  la  importan¬ 
cia  causal  relativa  de  varias  tendencias  simultáneas  dis. 
cernibles,  con  distintos  resultados  posibles,  segn  la 
prevalencia  de  una  otra,  según  su  combinación  o  inter¬ 
acción. 

La  proyección  extrapola  de  modo  mecánico  y  linear 
tendencias  estadísticas  existentes,  referidas  a  elementos 
simples,  sin  establecimiento  de  lazos  e  interacciones  en¬ 
tre  los  mismos,  salvo  en  forma  referencial  o  secundaria. 
Carece  de  una  teoría  adecuada  de  la  causación  ,y  del 
proceso.  No  especifica  las  variables  estratégicas  que 
pueden  operar  como  insumo  y  productos  (intereses,  va¬ 
lores,  actitudes,  conductas,  instituciones,  normas). 

Parecería  en  cambio  preferible  la  adopción  de  una 
postulación  y  de  una  práctica  de  tipo  prospectivo,  iden¬ 
tificadas  con  un  modelo  utópico  de  sociedad,  política 
y  sistema  internacional.  El  modelo  utópico  muestra  la 
historicidad,  la  contingencia  y  la  precariedad  de  las 
estructuras  y  sistemas  existentes.  Desnuda  y  revela  las 
ideologías  justificatorias.  Fundamenta  una  recusación 
de  la  racionalidad  dominante.  Favorece  la  formulación, 
el  balance  y  la  confrontación  de  alternativas.  Perfila 
una  apertura  hacia  lo  posible.  Permite  saber  mejor  ha¬ 
cia  dónde  se  quiere  ir  a  partir  de  la  situación  actual. 
Da  credibilidad  a  la  posibilidad  de  cambios  profundos 
y  duraderos.  Incorporado  a  las  conciencias  y  a  las  prác¬ 
ticas  individuales  y  colectivas,  genera  una  fermentación, 
corroe  y  disuelve  las  viejas  formas  caducas  pero  efec¬ 
tivamente  obstaculizantes.  Ilumina  las  trabas  y  los  su. 
frimientos  que  se  vuelven  insoportables  en  la  medida 
en  que  dejan  de  parecer  normales  e  insuperables.  En¬ 
carna  la  razón  en  la  Historia  viva  a  la  que  acelera.  Da 
esperanzas  a  la  libertad  y  a  la  creatividad;  valor  y 
energía  para  luchar  y  para  buscar  y  encontrar  lo  ines¬ 
perado.  Desbloquea  y  moviliza  a  la  sociedad  y  a  sus 
principales  componentes,  liberando  elementos  disponi¬ 
bles  para  restructuraciones  inéditas.  Niega  el  fatalismo 
con  respecto  al  pasado,  al  presente  pero  también  al  fu¬ 
turo. 

Para  evitar  la  connotación  peyorativa  que  se  da  a  su 


15 


propia  denominación,  y  para  permitir  el  despliegue  de 
sus  virtualidades,  a  partir  del  modelo  utópico  se  retro¬ 
cede  al  presente,  para  detectar  los  problemas  y  conflic¬ 
tos  fundamentales,  los  actores,  las  fuerzas,  los  insumos 
que  aportan,  las  tendencias  que  producen  y  expresan, 
las  variables-clave  de  los  cambios  deseados,  los  proce¬ 
sos  por  los  cuales  las  variables  afectan  las  unidades 
que  actúan  como  actores  en  el  sistema  a  modificar  y  los 
insumos  que  ellas  producen. 

Es  posible  así  elaborar  y  tratar  de  realizar  una  es¬ 
trategia  concebida  como  cuerpo  más  o  menos  coherente 
de  decisiones  sobre  un  conjunto  de  opciones,  expresión 
e  instrumento  de  un  proyecto  histórico  para  la  realiza¬ 
ción  de  un  modelo  concreto,  basado  en  una  concepción 
global  y  unificada  del  desarrollo  nacional  de  cada  país 
como  cambio  estructural  en  todos  los  aspectos  básicos 
y  en  todos  los  niveles  esenciales  del  sistema,  proceso 
de  marcha  hacia  una  sociedad  deseada. 

Ningún  país  latinoamericano  puede  esperar  que  se 
produzcan  el  crecimiento  económico,  los  cambios  socia¬ 
les  progresivos,  la  liberación  de  la  creatividad  cultural 
y  científico-técnica,  la  democratización  auténtica  y  la 
plena  recuperación  y  uso  de  la  independencia  en  el  sis¬ 
tema  internacional,  como  resultado  del  juego  libre  de 
las  actuales  estructuras  ni  del  automatismo  de  mecanis¬ 
mos  y  procesos  espontáneos.  Se  requiere  una  política 
integrada,  que  asegure  un  gran  y  rápido  impulso  de 
desarrollo  y  que  incorpore  y  produzca  requisitos,  ras. 
gos  y  resultados  como  los  siguientes: 

1)  Prioridad  de  los  intereses  generales  de  la  socie¬ 
dad  nacional  sobre  los  intereses  de  grupos  privados 
minoritarios,  de  tendencias  particularistas,  y  de  corpo¬ 
raciones  y  gobiernos  de  potencias  extranjeras. 

2)  Necesidad  de  un  gran  y  rápido  impulso  de  creci¬ 
miento:  apertura  o  profundización  de  la  reforma  agra¬ 
ria;  paso  a  la  industrialización  integrada  y  autónoma. 

3)  Expansión  y  redistribución  progresiva  del  ingre¬ 
so,  en  favor  sobre  todo  de  los  grupos  mayoritarios  y 
de  las  regiones  subordinadas  y  postergadas,  con  tenden¬ 
cia  a  la  conjugación  de  exigencias  de  justicia  social  y 
democratización  integral,  de  estímulo  de  la  inversión 


16 


productiva,  de  extensión  vertical  y  horizontal  del  mer¬ 
cado  interno. 

4)  Prioridad  de  la  acumulación  nacional  y  defini¬ 
ción  de  un  papel  subsidiario  y  estrictamente  controlado 
para  el  aporte  de  los  recursos  externos. 

5)  Dotación  de  condiciones  favorables  a  la  autono¬ 
mía  y  a  la  creatividad  en  la  cultura,  la  ciencia  y  la  tec¬ 
nología. 

6)  Cambios  en  la  estructura  social:  logro  de  igual¬ 
dad  y  justicia  socioeconómicas;  modificaciones  progre¬ 
sivas  en  la  correlación  de  fuerzas  y  poderes  entre  las 
clases  y  los  grupos;  sacudimiento  de  todo  lo  que  sea, 
implique  o  genere  apatía,  indiferencia,  falta  de  parti¬ 
cipación  de  los  individuos  y  las  mayorías,  y  la  promo¬ 
ción  de  su  apoyo  y  de  su  intervención  activa  y  directa 
en  la  economía  vy  la  sociedad,  la  cultura  y  la  política. 

7)  Articulación  y  actuación  de  una  alianza  operativa 
de  las  clases  y  grupos  dinámicos  y  transformadores, 
constitutivos  en  conjunto  de  las  mayorías  nacionales, 
especialmente: 

—  Trabajadores  urbanos,  campesinos  y  asalariados 
rurales. 

—  Intelectuales,  profesionales,  científicos,  técnicos, 
artistas. 

—  Diversas  dimensiones  de  la  empresa  realmente 
nacional. 

—  Grupos  de  las  regiones  postergadas  y  afectadas 
por  el  desarrollo  desigual  y  combinado. 

—  Militares  que  no  se  resignen  a  ser  meros  represo¬ 
res  del  cambio  y  gendarmes  de  ocupación  de  sus 
pueblos  al  servicio  de  intereses  privilegiados  y 
poderes  foráneos. 

—  Grupos  confesionales  diversos  para  los  que  la  re. 
ligión,y  la  ética  se  identifiquen  con  las  exigencias 
de  liberación  humana,  social  y  nacional.. 

—  La  juventud,  las  mujeres,  las  minorías,  víctimas 
de  discriminaciones  seculares  o  milenarias. 

A  la  articulación  misma  de  esta  alianza  debe  agre¬ 
garse  la  necesidad  imprescindible  de  un  alto  grado  de 
conciencia,  de  interés  y  de  participación  activa  y  direc- 


17 


ta  de  las  más  ampilas  capas  de  la  población  en  la  bús¬ 
queda,  la  realización  y  el  control  de  los  cambios,  y  en 
la  restructuración  y  el  manejo  del  Estado.  El  derecho 
a  la  diferencia  debe  ser  afirmado  y  legitimado,  y  cual¬ 
quier  criterio  discriminatorio  (clase,  nación,  etnia,  re¬ 
ligión,  convicciones  ideológicasy  políticas,  etc.)  debe 
combatirse  y  descartarse. 

Una  alianza  de  este  tipo  proporciona  las  bases  so¬ 
ciales,  las  fuentes  de  poder  político,  los  refuerzos  de 
legitimidad  y  consenso  que  un  Estado  y  una  élite  polí¬ 
tico-administrativa  de  características  auténticamente 
democráticas  y  transformadoras  requieren  para  sobre¬ 
vivir  y  desplegar  realizaciones  efectivas  en  situaciones 
nacionales  e  internacionales  que  se  presentan  cada  vez 
más  grávidas  de  peligros  y  enemigos. 

8)  Aparición  o  consolidación  y  desarrollo  de  una 
élite  de  dirigentes  y  cuadros  intelectuales,  políticos  y 
administrativos.  Ella  debe  ser,  en  la  mayor  medida  po¬ 
sible,  la  expresión  de  los  componentes,  de  los  impulsos 
y  de  los  requerimientos  de  la  alianza  mencionada.  Esta 
alianza  constituye  la  base  social  en  que  la  élite  debe 
apoyarse;  en  la  cual  la  mayoría  de  sus  miembros  se 
recluta;  de  la  que  provienen  o  pueden  llegar  a  derivar 
su  representatividad,  su  fuerza  su  cohesión,  su  legitimi¬ 
dad,  el  consenso  de  que  disfrute.  Los  dirigentes  y  cua¬ 
dros  de  la  élite  intelectual-político-administrativo  deben 
prevenirse  y  ser  prevenidos  contra  el  peligro  de  con¬ 
vertirse  en  una  élite  en  el  peor  sentido  del« término; 
privilegiada  y  alienada  de  su  propios  pueblos  y  de  sus 
representados;  sustituida  a  la  voluntad,  la  participación 
y  el  control  de  aquéllos;  promotora  de  alguna  variante 
(fascista  o  stalinista)  de  capitalismo  monopolista  bu¬ 
rocrático  de  Estado  que  desvirtúe  los  objetivos  procla¬ 
mados  o  frustre  su  logro. 

9)  Control  creciente  del  sistema  político  y  de  los 
instrumentos  .y  mecanismos  de  poder  y  decisión  por 
grupos  dinámicos  y  transformadores,  que  no  teman  ni 
resistan  el  desarrollo  nacional,  la  autonomía  interna¬ 
cional,  la  alianza  y  la  integración  con  los  grupos  y 
países  víctimas  y  con  las  avanzadas  auténticamente  pro- 


18 


gresistas  del  mundo  subdesarrollado  y  del  mundo  des¬ 
arrollado. 

10)  Obtención  de  un  grado  cada  vez  mayor  de  ar¬ 
ticulación  interna  y  de  consenso  nacional  generalizado 
a  favor  del  desarrollo  y  de  la  autonomía  internacional, 
como  base  indispensable  para  la  actuación  en  tal  sen¬ 
tido  por  estados  represivos,  consolidados  y  eficaces. 

11)  Remplazo  del  crecimiento  insuficiente  e  irregu¬ 
lar  bajo  régimen  liberal  en  lo  económico  y  de  estilo 
autoritario  en  lo  político,  por  un  desarrollo  total  e  in¬ 
tegrado,  promovido  y  ejecutado  por  el  Estado  y  las 
empresas  públicas  y  por  las  organizaciones  sociales  de 
base  y  contenido  populares,  a  través  de  un  plan  que 
fortalezca  al  uno  y  a  las  otras  y  extienda  sus  ámbitos 
de  intervención  y  realización. 

El  Estado  no  se  reduce  a  llenar  los  vacíos  creados 
o  desatendidos  por  la  empresa  privada.  Producto  de  la 
sociedad  pero  también  su  productor,  el  Estado  puede 
promover  y  regular  el  proceso  de  desarrollo  histórico 
de  aquélla,  asumir  y  realizar  un  nuevo  modelo  de  eco¬ 
nomía  y  sociedad,  de  cultura  y  de  régimen  político. 
Debe  asumir  un  papel  estratégico  y  predominante ;  cum¬ 
plir  una  función  rectora,  precursora  y  empresarial; 
actuar  como  promotor  y  gestor  de  los  intereses  colecti¬ 
vos  y  del  progreso  nacional.  El  Estado  no  debe  actuar 
como  simple  árbitro  pasivo,  aparentemente  neutral,  en¬ 
tre  grupos  e  intereses  contradictorios,  ni  limitarse  a 
buscar  un  equilibrio  precario  a  través  de  concesiones 
y  transacciones  retardatarias  del  desarrollo.  La  estrate¬ 
gia  y  el  plan  del  Estado  deben  inspirarse  en  una  filoso¬ 
fía  social  y  política  que  permita  determinar  su  carácter 
y  el  contenido  de  una  y  otro,  sus  métodos  y  sus  alcances. 
Ello  supone  (y  exige  la  fijación  de  metas,  instrumentos 
y  prioridades,  la  realización  de  programas  y  proyectos. 
Tampoco  puede  reducirse  el  Estado  a  instrumento  de 
maniobra  para  coyunturas  transitorias  o  fines  particu¬ 
laristas;  ni  para  la  aplicación  de  meros  paliativos  que 
no  actúan  sobre  las  causas  ni  sobre  los  aspectos  sustan¬ 
ciales  del  atraso,  la  dependencia  y  la  crisis.  Resultan 
también  inconvenientes  la  búsqueda  de  soluciones  par¬ 
ciales  por  grupos  de  funcionarios  innovadores,  la  mera 


19 


introducción  y  el  agregado  mecánico  de  órganos  mo¬ 
dernos  y  dinámicos  como  enclaves  en  el  cuadro  y  la 
estructura  tradicionales  del  Estado.  Todo  ello  no  hace 
más  que  aumentar  las  complicaciones,  los  desajustes  y 
los  costos  de  la  gestión  estatal,  sin  garantizar  eficacia 
ni  éxito. 

Parte  esencial  de  esta  perspectiva  es  la  extensión  y 
el  fortalecimiento  del  sector  público  y  de  los  entes 
estatales  descentralizados,  la  sustitución  por  los  mismos 
del  sector  privado  en  algunas  empresas  ya  existentes, 
la  creación  de  nuevos  centros  gubernamentales  de  deci¬ 
sión  y  gestión.  El  sector  público  y  las  empresas  estata- 
lesles  tienden  a  englobar  campos  y  resortes  decisivos 
para  el  desarrollo  autónomo  y  equilibrado  de  la  econo¬ 
mía  y  para  la  transformación  progresiva  de  la  sociedad. 
Se  piensa  sobre  todo  en  la  infraestructura  y  otros  ser¬ 
vicios  públicos  esenciales;  la  producción  de  ciertas 
materias  primas  agropecuarias  y  minerales  .y  de  algu¬ 
nos  bienes  industriales  que  revisten  carácter  estratégico 
y  crítico;  la  promoción  y  realización  de  la  investiga¬ 
ción  científica  y  de  la  innovación  tecnológica;  las  ramas 
dominadas  por  monopalios  nacionales  y  extranjeros: 
parte  considerable  del  comercio  exterior  e  interno  y 
del  sistema  bancario,  los  principales  instrumentos  de 
política  económica.  El  sector  público  y  sus  empresas 
proporcionan  la  base  y  el  impulso,  los  instrumentos  y 
los  recursos,  para  la  acumulación  interna  y  la  inversión 
productiva  con  fines  de  desarrollo,  el  incremento  del 
empleo  y  la  redistribución  progresiva  del  ingreso,  la 
modernización  auténtica,  la  racionalización  sustantiva, 
la  democratización  integral  y  la  autonomía  externa,  sin 
afectar  en  lo  posible  el  nivel  de  ingreso  y  de  consumo 
razonable  de  la  población. 

Se  redefinen  y  precisan  los  límites  del  sector  público 
y  sus  relaciones  con  el  sector  privado.  Este  último  opera 
las  ramas  y  actividades  cuya  gestión  no  interesa  o  con¬ 
venga  de  modo  indiscutiblemente  proritario  a  entes  es¬ 
tatales  e  instituciones  sociales.  Las  condiciones  especí¬ 
ficas  de  la  realidad  nacional  en  cada  momento  histórico, 
las  exigencias  del  modelo  aplicado  y  las  políticas  con. 
cretas  de  su  realización,  indican  en  cada  caso  si  las 


20 


empresas  públicas  actuarán  en  situación  de  monopolio 
o  en  competencia  con  las  privadas.  Este  problema  se 
plantea  en  torno  a  varias  cuestiones  básicas:  ¿en  qué 
ramas  es  necesaria  la  intervención  estatal?  Donde  lo 
sea,  ¿en  cuáles  las  empresas  públicas  constituyen  la 
mejor  forma  de  cumplirla?  ¿Dónde, y  cuándo  debe  man- 
tenerese  el  régimen  de  monopolio  o  el  de  competencia? 
Todo  ello  no  implica  en  principio  suprimir  la  empresa 
privada,  o  reducir  drásticamente  su  ámbito  de  existen¬ 
cia  y  despliegue. 

Ella  puede  conservar  un  considerable  campo  de  ac¬ 
ción  e  incluso  beneficiarse  con  el  funcionamiento  del 
Estado  y  de  sus  empresas.  Por  otra  parte,  un  Estado  que 
combine  el  número  y  eficacia  de  sus  poderes  con  un 
carácter  indiscutible  de  representatividad  social  y  de 
democratización  política,  está  en  mejores  condiciones  de 
negociar  desde  una  posición  de  fuerza  y  autonomía  con¬ 
siderables  con  la  gran  empresa  nativa  y  con  la  corpo¬ 
ración  transnacional,  e  imponerles  condiciones,  raciona¬ 
les  para  su  regulación  su  cooperación. 

A  la  justificación  por  los  fines  se  agrega  la  justifica¬ 
ción  por  los  resultados.  Estado,  sector  público  y  sus 
empresas  se  reorganizan,  en  sus  estructuras,  en  sus  in¬ 
terrelaciones  y  en  sus  dinamismos,  a  fin  de  cumplir  los 
fines  justificativos  de  su  existencia,  de  sus  poderes,  de 
sus  recursos  y  actividades,  con  mucha  mayor  eficiencia. 
Los  esquemas  institucionales  y  organizativos  que  han 
de  elaborarse  y  aplicarse  tratan  de  eludir  dos  posibili¬ 
dades  siempre  amenazantes:  la  supercentralización  bu- 
rocratizante,  la  independencia  y  la  dispersión  excesivas. 
Para  superar  esta  disyuntiva,  se  perfeccionan  o  inven¬ 
tan  fórmulas  flexibles  que  permiten  combinar  la  descen¬ 
tralización  y  la  iniciativa  independiente  de  las  empresas 
públicas,  con  la  subordinación  a  los  intereses  sociales 
y  a  la  política  económica  del  Estado,  todo  ello  coordi¬ 
nado  en  un  plan  de  conjunto. 

Sin  embargo,  el  Estado  no  debe  convertirse  en  objeto 
de  idolatría,  ni  ser  visualizado  como  panacea  universal, 
capaz  de  cualquier  milagro  por  su  mera  intervención. 
El  Estado  en  sí  mismo,  la  expansión  y  el  fortalecimien¬ 
to  de  sus  poderes  y  ámbitos,  son  requisitos  necesarios 


21 


y  racionales  para  el  desarrollo  integral  de  acuerdo  con 
los  lincamientos  esbozados.  Por  otra  parte,  todo  Estado 
es  siempre  en  mayor  o  menor  grado  una  forma  de  ali¬ 
enación,  una  parte  de  la  sociedad  que  se  separa  de  ella 
y  se  erige  sobre  ella,  la  expropia  y  domina,  tiende  a 
volverse  limitativo  y  opresivo  de  las  fuerzas  humanas 
expansivas  y  de  una  vida  social  enriquecida  y  dinámi¬ 
ca.  Ello  exige  combinar  la  intervención  y  la  planifica¬ 
ción  de  un  Estado  fuerte  (en  poderes,  en  recursos  y  en 
campos  de  actuación  económica),  socialmente  eficiente, 
respetuoso  de  los  derechos  y  libertades  individuales; 
con  el  aumento  de  la  participación  activa  y  directa  de 
grupos,  instituciones  e  individuos  en  y  sobre  el  Estado, 
y  en  todos  los  ámbitos  de  la  existencia  social  y  cotidia¬ 
na,  para  recuperar  la  libertad  humana  a  través  de  todos 
los  aspectos  y  niveles  y  no  sólo  en  lo  meramente  políti¬ 
co,  y  para  promover  la  expansión  racional  de  todas  las 
potencialidades  y  posibilidades  de  las  personas. 

El  modelo  esbozado  exige  una  sociedad  democrática 
de  plena  participación,  autogestionada  y  autogobernada. 
La  componen  seres  humanos  libres,  iguales  y  creativos, 
que  dejan  de  ser  objetos,  juguetes,  instrumentos  pasivos 
de  la  historia  y  de  otros  seres  humanos,  para  conver¬ 
tirse  en  sujetos  que  comparten  la  racionalidad,  la  liber¬ 
tad,  la  espontaneidad,  la  igualdad  y  la  responsabilidad. 
La  sociedad  se  constituye  y  se  funda,  se  desestructura 
y  se  reconstruye  permanentemente  mediante  un  proceso 
global  y  complejo,  de  libre  diálogo  y  libre  acuerdo,  de 
abajo  hacia  arriba,  entre  todos  los  habitantes,  en  todos 
sus  aspectos  y  papeles  (productores,  consumidores,  ciu¬ 
dadanos)  y  en  todos  los  niveles  y  aspectos  de  la  exis¬ 
tencia.  La  democracia  representativa  y  la  democracia 
directa  se  combinan.  Una  escala  de  estructuras  autoges- 
tionadas,  autogobernadas  y  federativas  ascendentes  va 
integrando  individuos,  grupos,  regiones,  actividades  de 
lo  local  a  lo  nacional.  La  autogestión  en  la  escuela,  la 
empresa,  las  otras  instituciones  sociales  y  culturales,  el 
autogobierno  en  lo  político,  desembocan  en  un  sistema 
de  planificación  democrática  para  el  sistema  de  deci¬ 
siones  de  la  sociedad  global. 

El  desarrollo  nacional  y  la  autonomía  e  integración 


22 


internacionales,  son  dos  caras  indisociables  de  una  mis¬ 
ma  realidad  y  de  una  misma  exigencia.  Un  Estado  a  la 
vez  fuerte  y  de  gran  representatividad  democrática  está 
en  mejores  condiciones  para  atenuar  o  suprimir  la  de¬ 
pendencia  externa  respecto  a  un  sistema  internacional 
muy  concentrado  y  polarizado  en  poderes  y  respecto  a 
cualquier  gran  potencia.  La  recuperación  o  el  refuerzo 
permanente  de  la  autonomía  internacional  es  indispen¬ 
sable  para  el  fortalecimiento  y  progreso  del  Estado  y 
de  la  sociedad  nacionales.  Lo  es  también  para  el  avance 
hacia  formas  superiores  de  integración  latinoamericana, 
y  hacia  la  emergencia  y  afirmación  de  un  nuevo  orden 
mundial,  basado  en  la  libertad,  la  igualdad,  la  justicia, 
la  buena  voluntad  recíproca,  el  bienestar  compartivo  de 
todos  los  países  participantes. 

La  integración  latinoamericana  — y  más  en  general 
un  nuevo  orden  mundial —  también  se  funda  a  través 
de  un  proceso  de  libre  diálogo  y  libre  acuerdo  mediante 
una  escala  de  estructuras  autogestionadas,  autogoberna- 
das  y  federativas  ascendentes,  la  marcha  hacia  institu¬ 
ciones  políticas  y  de  sistemas  de  planificación  democrᬠ
tica  a  escala  supranacional.  Ello  incorpora  supuestos, 
riesgos,  efectos. 

En  primer  lugar,  una  integración  latinoamericana 
digna  de  ese  nombre  se  basa  en  la  libertad,  la  igualdad, 
la  buena  voluntad  recíproca  de  los  países  participantes. 
Excluye  así  fuerzas,  estructuras,  tendencias  y  comporta¬ 
mientos  que  generan  y  refuerzan  la  dominación,  la  he¬ 
gemonía  y  la  explotación  de  una  nación  sobre  otra.  La 
nación  es  sometida  a  una  dinámica  de  reafirmación- 
superación. 

Por  una  parte ,  se  reconoce  como  reales  y  legítimas 
las  condiciones  de  no  uniformidad,  diversidad  y  parti¬ 
cularidad  que  reinan  en  los  países  y  los  diferencian.  La 
nación  sigue  teniendo  realidad  sustantiva  y  aspectos  po¬ 
sitivos  a  preservar.  Ninguna  nación  puede  ser  suprimida 
violentamente.  La  integración  de  las  naciones  a  escala 
latinoamericana  es  posible  y  deseable  sólo  a  partir  del 
reconocimiento  de  su  derecho  a  la  autodeterminación, 
al  desarrollo  independiente,  a  la  separación. 

Por  otra  parte ,  la  nación  es  una  categoría  no  eterna, 


23 


sino  histórica  y  contingente;  se  ha  ido  volviendo  relati¬ 
va  y  obsoleta.  Se  convierte  en  camisa  de  fuerza  que 
asfixia  la  plena  realización  del  potencial  humano,  la 
conciencia  unificada  de  la  especie  y  la  auto-realización 
antropológica.  El  nacionalismo  extremo  es  enemigo  de 
los  intereses  legítimos  de  la  propia  nación,  de  la  región 
y  de  la  humanidad.  Obstaculiza  el  logro  de  los  fines  de 
integración  en  comunidades  humanas  cada  vez  más  uni¬ 
versalistas. 

En  segundo  lugar ,  el  respeto  de  la  libertad  e  igual¬ 
dad  de  las  naciones  debe  por  consiguiente  ser  armoniza¬ 
do  con  la  promoción  de  fuerzas  y  la  búsqueda  de  formas 
que  favorezcan  la  gradual  integración  de  aquéllas  en 
niveles  ascendentes  de  sociedad  internacional. 

Ello  requiere  la  agregación  y  la  articulación  de  ac¬ 
tores  (locales,  nacionales,  regionales,  trasnacionales  o 
no  territoriales,  internacionales),  capaces  de  generar, 
consolidar  e  imponer  las  condiciones  de  un  nuevo  orden 
latinoamericano  y  mundial.  Requiere  también  la  crista¬ 
lización  de  una  constelación  comparatida  de  intereses  y 
valores  internacionales ,  con  aptitud  para  expresar  y  pa¬ 
ra  encarnarse  en  fuerzas  socioculturales  y  políticas  a 
la  vez  poderosas  y  operativas,  que  ejerzan  influencia 
decisiva  sobre  la  opinión  pública  y  los  procesos  de  deci¬ 
sión  (nacionales,  regionales,  mundiales)  y  que  produz¬ 
can  efectos  desestructurantes  y  restructurantes  se  sentido 
universalista.  En  particular,  resulta  indispensable  esti¬ 
mular  la  aparición  y  la  perdurabilidad  de  un  sistema 
de  lealtad  internacional ;  de  valores ,  normas  positivas, 
instituciones ,  prácticas  concretas,  que  generen,  reconz- 
can  y  garanticen  la  primacía  del  interés  latinoamericano 
e  internacional  sobre  el  puramente  nacional;  de  meca¬ 
nismos  requeridos  para  la  emergencia,  el  funcionamien¬ 
to  y  la  vigencia  irreversibles  de  la  integración  latino¬ 
americana  primero  y  del  orden  mundial  simultánea  o 
subsiguientemente. 

DR.  MARCOS  KAPLAN 


Editor:  José  Rogelio  Bringas  B. 

Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


Impreso  y  hecho  en  México 
Imprenta  Madero,  S.  A. 
15-IX-1979 


TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■  Pedro  López  Díaz.  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárcel.  FU ND AMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100«  Héctor 
Cuadra  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO;  101  «Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102« 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  103«Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 
1  04  ■  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA.  TECNICA,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106«José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  1 07  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1  lOBMaría  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  González 
Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO;  1  12«  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  1 13«  Miguel  Bue¬ 
no.  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 14 «Víctor  Carlos  García  More¬ 
no.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1 1  5«Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTERDISCIPLINARIEDAD;  116  ■  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO;  1 1  7  «  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  1 1 8«  Edgar 
Llinás  Alvarez.  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO? 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


CUADERNOS  DE  CULTURA  POLITICA  UNIVERSITARIA 


DICIEMBRE  1979 


120 


PRECIO  $5.00 


ALGUNOS  ANTECEDENTES 
LATINOAMERICANOS  DEL 
MOVIMIENTO  DE  AUTONOMIA 
UNIVERSITARIA  EN  MEXICO 

1929 


RENATE  MARS1SKE 


Renate  Marsiske 
ALGUNOS  ANTECEDENTES 
LATINOAMERICANOS  DEL  MOVIMIENTO 
DE  AUTONOMÍA  UNIVERSITARIA 

EN  MÉXICO  1929. 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


“A  los  movimientos  universitarios  se  debe  una  gran  vic¬ 
toria.  La  unidad  del  pensamiento  de  la  nueva  genera¬ 
ción  latinoamericana. 

En  el  mañana ,  cuando  la  América  no  sea  lo  que  hoy 
es,  cuando  la  generación  que  pasa  hoy  por  las  universi¬ 
dades  sea  la  generación  directora,  las  revoluciones  uni¬ 
versitarias  se  considerarán  como  uno  de  los  puntos 
iniciales  de  la  unidad  del  continente,  y  de  la  gran  trans¬ 
formación  social  que  tendría  efecto .” 


Julio  Antonio  Mella 

1925 


5 


INTRODUCCIÓN 

i 

México  es  el  único  país  en  Latinoamérica  donde  la 
transformación  social  y  política  precede  a  la  transfor¬ 
mación  universitaria  y  en  cuyo  proceso  revolucionario 
la  Universidad  en  muchas  ocasiones  estaba  aislada  o  en 
contra. 

La  Universidad  Nacional  Autónoma  de  México  fue 
fundada  a  finales  del  porfiriato  y  traía  rasgos  de  la  dic¬ 
tadura.  Durante  la  etapa  de  la  revolución  armada, 
la  Universidad  se  convierte  en  refugio  de  las  fuerzas 
reaccionarias  que  quieren  separarla  del  desarrollo  del 
estado  revolucionario. 

En  1912  los  estudiantes  de  Jurisprudencia  declaran 
la  huelga  por  una  causa  aparentemente  sin  importancia, 
pero  lo  que  reclaman  en  el  fondo  es  la  autonomía  uni¬ 
versitaria  que  liberara  la  Universidad  del  control  del 
nuevo  Estado. 

Con  el  triunfo  de  la  Revolución  y  la  formulación  de 
la  nueva  Constitución,  los  reclamos  de  la  autonomía 
adquieren  carácter  formal. 

El  28  de  julio  de  1917  profesores  y  estudiantes  de  la 
Universidad  llevan  a  la  Cámara  de  Diputados  un  “Me¬ 
morial”,  pidiendo  la  autonomía.  Firman  esta  petición, 
entre  otros,  Antonio  Caso,  Alfonso  Pruneda,  Manuel  Gó¬ 
mez  Morin,  Antonio  Castro  Leal,  Vicente  Lombardo  To¬ 
ledano. 

Este  proyecto  fue  rechazado  por  mayoría  de  votos 
porque  los  nuevos  diputados  temían  que  así  se  crearía 
un  “Estado  dentro  del  Estado”,  un  poder  autónomo  den¬ 
tro  del  poder  global. 

En  aquel  entonces  la  reforma  era  la  política  del  Esta¬ 
do.  La  Revolución  Mexicana  era  un  factor  importante 
de  comparación  de  las  ideas  liberadoras  de  América 
Latina,  los  pueblos  oprimidos  por  oligarquías  y  consor¬ 
cios  extranjeros  miraban  hacia  el  movimiento  social  de 
México  en  busca  de  referencias  para  plantear  su  lucha. 

En  1920,  Vasconcelos  es  nombrado  Rector  de  la  Uni¬ 
versidad,  y  un  año  más  tarde  Secretario  de  la  nueva 


6 


Secretaría  de  Educación  Pública.  Con  el  empieza  en 
México  una  trnasformación  profunda  del  sistema  edu¬ 
cativo,  sin  precedente  en  Latinoamérica. 

Vasconcelos  ve  el  problema  universitario  como  parte 
de  una  gran  reforma  educativa  en  todos  los  niveles,  pero 
pone  más  énfasis  en  la  educación  primaria  y  en  las 
campañas  de  alfabetización  que  en  la  solución  del  pro¬ 
blema  universitario. 

México  se  convierte  en  guía  para  la  reforma  educa¬ 
tiva  de  Latinoamérica;  este  papel  de  México  es  muy 
claro  en  el  Primer  Congreso  Internacional  de  Estudian¬ 
tes  en  la  ciudad  de  México  en  1921,  como  veremos  más 
adelante.  En  él  dominaron  mexicanos  y  argentinos,  quié¬ 
nes  venían  con  la  experiencia  reciente  del  movimiento 
universitario  de  Córdoba. 

Más  tarde,  en  1923,  siendo  Secretario  de  Educación 
Pública  José  Vasconcelos,  la  Federación  de  Estudian¬ 
tes  de  México  propone  un  proyecto  de  Ley  de  Autono¬ 
mía,  que  inmediatamente  fue  aceptado  por  varios  dipu¬ 
tados  y  senadores.  El  6  de  septiembre  de  1923  el  pro¬ 
yecto  había  sido  firmado  por  noventa  y  siete  diputados. 
Días  después,  todos  los  miembros  de  la  Cámara  lo  ha¬ 
bían  aprobado.  Entonces  Vasconcelos  pide  ver  el  pro¬ 
yecto  y  se  lo  llevan  con  el  dictamen  favorable  de  la  Co¬ 
misión.  Vasconcelos  nunca  regresó  este  proyecto  a  la 
Cámara. 

Pero  las  relaciones  entre  los  estudiantes  y  el  Estado 
no  siguen  así,  en  1929  estalla  en  México  la  huelga  es¬ 
tudiantil  que  lleva  a  la  Autonomía  de  la  Universidad. 
El  punto  de  partida  del  movimiento  es  un  suceso  apa¬ 
rentemente  banal,  pero  que  representaba  el  descontento 
de  los  estudiantes:  el  rechazo  a  un  nuevo  sistema  de  re¬ 
conocimientos  en  la  Escuela  de  Jurisprudencia.  Los  es- 
tudinates  de  esta  Escuela  declararon  la  huelga  y  se 
lanzaron  a  la  calle  en  grandes  manifestaciones.  Las  au¬ 
toridades  trataron  de  reprimir  el  movimiento  con  las 
fuerzas  del  orden,  policías  y  soldados.  Estos  enfrenta¬ 
mientos  callejeros  sirvieron  para  que  las  otras  Faculta- 


7 


des  de  la  Universidad,  las  Preparatorias,  algunos  cole¬ 
gios  particulares  y  escuelas  de  provincia  se  adhirieran 
al  movimiento.  Los  estudiantes  replantearon  sus  deman¬ 
das  que  entonces  también  incluían  la  Autonomía  Uni¬ 
versitaria,  un  anhelo  de  muchos  años  atrás. 

El  Presidente  Portes  Gil  solucionó  el  conflicto  con¬ 
cediendo  la  Autonomía  a  la  Universidad.  Con  esto  dejó 
la  Universidad  en  manos  de  los  que  la  constituían,  auto¬ 
ridades,  maestros  y  estudiantes  y  solucionó  un  proble¬ 
ma  que  pudo  haber  sido  grave  para  el  desarrollo  de 
México.  La  Autonomía  Universitaria  aparece  así  como 
resultado  de  la  lucha  estudiantil  y  de  circunstancias  po¬ 
líticas  favorables  a  la  reforma  universitaria. 

Para  entonces  ya  habían  pasado  los  movimientos  es¬ 
tudiantiles  en  Argentina,  Perú,  Chile,  Cuba  y  otros  paí¬ 
ses  latinoamericanos  y  el  movimiento  en  México,  último 
de  los  movimientos  universitarios  en  la  década  de  los 
veinte  en  Latinoamérica,  se  nutre  de  estas  experiencias. 

En  México  vivían  desde  años  antes  exiliados:  Víctor 
Raúl  Haya  de  la  Torre,  el  líder  del  movimiento  estu¬ 
diantil  en  Perú  y  José  Antonio  Mella,  quien  dirigió  el 
movimiento  universitario  en  Cuba.  Los  dos  jugaron  un 
papel  muy  importante  en  la  vida  intelectual  de  México 
en  los  años  veinte,  vivían  en  estrecho  contacto  con  todo 
lo  que  ocurrió  en  la  Universidad,  con  sus  estudiantes 
y  maestros. 

En  1927  la  Universidad  organiza  un  “Ciclo  Argen¬ 
tino”  dedicado  a  estudiantes,  maestros  y  obreros  para 
tener  presente  los  acontecimientos  en  la  Universidad  de 
Córdoba. 

Así,  los  estudiantes  mexicanos  y  los  universitarios 
de  México  conocían  los  movimientos  en  los  otros  países 
de  Latinoamérica,  tenían  contacto  personal  con  sus  lí¬ 
deres  y  habían  leído  los  escritos  de  Deodoro  Roca,  de 
Víctor  Raúl  Haya  de  la  Torre,  de  Julio  Antonio  Mella 
y  de  José  Carlos  Mariátegui.  El  movimiento  estudiantil 
de  1929  en  México  era  la  expresión  de  todos  los  movi¬ 
mientos  anteriores,  aunque  las  reformas  universitarias 


8 


tenían  matices  muy  especiales  en  cada  país:  en  Argen¬ 
tina,  donde  el  movimiento  estudiantil  alcanzó  su  pleni¬ 
tud  como  realización  típicamente  universitaria;  en  Perú, 
donde  salió  de  ese  movimiento  un  partido  político,  el 
APRA  (Alianza  Popular  Revolucionaria  Americana) ; 
en  México,  donde  fue  sólo  un  capítulo  dentro  de  una 
Revolución  Nacional  y  finalmente,  en  Cuba,  donde  per¬ 
maneció  a  través  del  tiempo  como  una  fuerza  revolu¬ 
cionaria  latente  que  se  expresa  como  un  elemento  im¬ 
portante  en  la  organización  del  movimiento  26  de  julio. 

La  reforma  universitaria  en  Latinoamérica  introdu¬ 
cía  abiertamente  una  problemática  aun  no  agotada:  la 
de  la  juventud  concebida  como  categoría  social.  Esta 
teoría  de  las  generaciones  era  el  impulso  directo  de 
Ortega  y  Gasset,  quien  tuvo  un  gran  éxito  con  sus  con¬ 
ferencias  en  Buenos  Aires  en  1916.  Más  tarde  sus  libros 
y  especialmente  “El  tema  de  nuestro  tiempo”  aporta¬ 
rían  el  sustrato  ideológico  que  ayudaría  a  justificar  la 
movilización  estudiantil.  Ortega  considera,  que  los  cam¬ 
bios  sociales  dependen,  sobre  todo,  de  las  ideas  y  de  las 
preferencias  morales  que  tenga  la  gente  de  cada  gene¬ 
ración.1  La  teoría  de  las  generaciones  desplaza  el  con¬ 
flicto  social  del  ámbito  de  las  clases  al  de  las  edades. 
Estas  teorías  son  el  transfondo  ideológico  de  las  luchas 
por  una  Reforma  Universitaria  en  América  Latina. 

El  mesianismo  estudiantil,  producto  de  un  momento 
en  el  que  efectivamente  la  movilización  de  las  masas 
populares  requería  un  liderazgo  externo  y  en  el  que, 
para  la  mayoría  de  los  países  no  existían  formas  de  or¬ 
ganización  política  para  canalizarla,  apareció  como 
respuesta  concreta  al  surgimiento  de  la  pequeña  bur¬ 
guesía  intelectual.  Más  tarde  José  Carlos  Mariátegui 
dice  sobre  este  “mito  de  la  nueva  generación”,  que  flo¬ 
reció  en  Europa  como  “Jungendbewegung”  y  que  reper¬ 
cutió  en  América,  que  no  era  la  nueva  sensibilidad  de  la 
juventud  lo  que  había  encendido  el  entusiasmo  revolu- 

1  Esta  tesis  se  reafirma  en  varias  obras  de  Ortega  y  Gasset,  muy 
especialmente  en  su  libro  “La  rebelión  de  las  masas”. 


9 


cionario,  sino  el  ascenso  de  la  revolución  la  que  había 
provocado  la  insurgencia  juvenil. 

Mella  dice  sobre  esta  “cuestión  juvenil”:  “La  lucha 
social  no  es  una  cuestión  de  glándulas ,  canas  y  arrugas , 
sino  de  imperativos  económicos  y  de  fuerza  de  las  cla¬ 
ses  totalmente  consideradas .”2 

Muy  cerca  de  los  estudiantes  están,  además  de  Ortega 
y  Gasset,  algunos  de  los  maestros  que  formaron  la  lla¬ 
mada  “generación  del  900”  como  son  Alfredo  Palacios, 
José  Ingenieros,  Manuel  Ugarte,  José  Vasconcelos  y  más 
atrás,  Rubén  Darío,  José  Enrique  Rodó,  Manuel  Gon¬ 
zález  Prada,  Antonio  de  Varona,  Manuel  Gómez  Capi¬ 
llo  y  José  Martí.  Ellos  eran  argentinos,  uruguayos,  to¬ 
dos  ellos  escritores  iberoamericanos  del  900,  como  los 
denomina  Manuel  Ugarte,  exiliados  en  Buenos  Aires,  en 
París  o  en  Madrid.  El  escritor  de  más  influencia  en 
esta  generación  es  el  uruguayo  José  Enrique  Rodó  con 
su  libro  “Ariel”.  En  él  Rodó  intenta  definir  el  enfren¬ 
tamiento  entre  América  Latina  y  los  Estados  Unidos 
como  una  lucha  entre  el  materialismo  de  Calibán  y  el 
idealismo  de  Ariel.  Efectivamente  la  reforma  universi¬ 
taria  en  su  principio  tiene  mucho  del  idealismo  román¬ 
tico  de  Ariel.  El  contenido  ideológico  del  movimiento 
estudiantil  con  la  idea  de  la  generación  nueva  como  ac¬ 
tor  del  cambio,  con  su  anticlericalismo  y  antimperialis- 
mo  verbal  no  sale  de  los  límites  del  arielismo. 

Pero  cuando  los  estudiantes  empiezan  a  sentir  la  re¬ 
presión  por  parte  de  las  instituciones  represivas  del 
Estado,  cuando  chocan  en  la  calle  con  los  soldados,  en¬ 
tonces  empiezan  a  convertir  al  antimperialismo  de  la 
década  de  los  veinte  en  programa  militante  de  los  in¬ 
telectuales  latinoamericanos. 

* 

Deodoro  Roca  dice:  “reforma  universitaria  es  lo  mis¬ 
mo  que  reforma  social".  Los  líderes  estudiantiles  en¬ 
tendieron  que  no  puede  aber  una  reforma  universitaria 


2  Portantiero,  Juan  Carlos,  “Estudiantes  y  Política  en  América  Latina 
1918-1938”,  Siglo  XXI,  México,  p.  84. 


10 


aislada,  sino  que  debe  ser  parte  de  una  reforma  de  la 
sociedad  en  su  conjunto. 

Sobre  la  forma  y  el  contenido  de  esta  reforma  social 
surge  una  gran  discusión,  fruto  del  movimiento  univer¬ 
sitario  en  Latinoamérica. 

Resultado  inmediato  de  esta  discusión  es  la  creación 
de  la  Universidad  Popular  en  el  Perú  y  en  Cuba,  punto 
de  acercamiento  de  los  estudiantes  a  los  obreros. 

Más  tarde  estos  pensamientos  que  surgen  de  la  refor¬ 
ma  universitaria  se  polarizan  en  dos  corrientes:  el  so- 
lialismo  y  el  aprismo. 

No  debemos  olvidar  que  en  México  ya  había,  antes  de 
1929  Universidades  Autónomas,  no  producto  de  luchas 
estudiantiles,  sino  de  voluntad  gubernamental,  como  la  • 
Universidad  Autónoma  Michoacana  de  San  Nicolás  de 
Hidalgo,  creada  en  1917;  la  Universidad  de  Occidente 
en  Sinaloa  de  1918,  y  la  Universidad  Autónoma  de  San 
Luis  Potosí  de  1923. 

En  este  ensayo  vamos  a  analizar  los  antecedentes  lati¬ 
noamericanos  de  mayor  importancia  e  influencia  en  el 
movimiento  de  autonomía  de  1929  en  México:  Argen¬ 
tina,  Perú,  Cuba  y  el  Primer  Congreso  Internacional  de 
Estudiantes  en  la  Ciudad  de  México.  La  mayoría  de  los 
documentos  que  se  citan  fueron  tomados  de  la  segunda 
parte  “Crónicas  y  Documentos”  y  de  la  cuarta  parte 
“Testimonios  y  Polémicas”  del  libro  de  Juan  Carlos  Por- 
tantiero  Estudiantes  y  Políticos  en  América  Latina . 

,  EL  MOVIMIENTO  ARGENTINO  1918 

Hasta  1917  Córdoba  era  una  ciudad  con  rasgos  clerica¬ 
les  reaccionarios  y  con  una  clase  dominante  que  junto 
con  la  Iglesia  gobernaban  la  ciudad.  Faltaba  una  clase 
media  y  cualquier  indicio  de  desarrollo  moderno.  Dice 
Juan  Carlos  Portantiero  que  Córdoba  tenía  “una  Univer¬ 
sidad  de  abogados ,  de  engolados  doctores  en  la  que  no 
entraba  el  método  científico  y  experimental  en  la  que  se 
enseñaba  teología  y  derecho  público  eclesiástico,  en  don¬ 
de  Haeckel,  Darwin  o  Stammler  eran  autores  heréticos 


11 


y  en  donde,  a  título  de  mero  ejemplo,  los  programas  de 
filosofía  incluían  temas  tales  como  6 Deberes  para  con 
los  Siervos ’  ”3 

A  mediados  de  1917  llega  al  poder  en  Argentina  Hi¬ 
pólito  Yrigoyen,  candidato  de  la  Unión  Cívica  Radical. 
“Con  Yrigoyen  había  ascendido  a  la  conducción  política 
argentina  una  parte  de  la  clase  media,  esa  clase  que  des¬ 
de  hacia  años  venía  empujando  para  romper  la  estruc¬ 
tura  política  del  país.  La  clase  que  engrosaban  cada  vez 
más  los  hijos  y  nietos  de  antiguos  inmigrantes  que  habían 
hecho  una  posición,  había  tenido  acceso  a  la  cultura 
superior  pero  encontraba  vedada  la  conducción  política, 
pues  ésta  la  ejercía  la  antigua  oligarquía  a  la  que  tenía 
pocas  posibilidades  de  llegar .”4  Para  el  gobierno  de  Yri¬ 
goyen  la  Universidad  es  el  feudo  de  la  clase  conservado¬ 
ra  a  la  que  hay  que  derrotar.  Así  entendemos  su  apoyo 
total  a  la  causa  de  los  estudiantes.  A  fines  de  1917  em¬ 
pieza  a  pronunciarse  el  descontento  de  los  estudiantes, 
piden  la  sustitución  del  sistema  vigente  para  la  provisión 
de  las  cátedras  y  al  mismo  tiempo  los  estudiantes  de 
Medicina  mandan  una  carta  al  Ministro  de  Instrucción 
Pública  protestando  por  la  supresión  del  régimen  de  in¬ 
ternado  para  los  alumnos  avanzados  de  la  carrera  de 
Medicina  en  el  Hospital  de  la  Universidad. 

A  principios  de  1918  se  organizan  las  primeras  asam¬ 
bleas,  los  estudiantes  sabían  que  el  clima  político  favo¬ 
recía  sus  presiones.  El  10  de  marzo  de  1918  se  realizó 
la  primera  manifestación  callejera.  Poco  después  se  for¬ 
ma  la  primera  organización  de  los  estudiantes,  el  Comité 
Pro-Reforma,  integrado  por  alumnos  de  las  tres  facul¬ 
tades,  de  Derecho,  de  Medicina  y  de  Filosofía.  El  14  de 
marzo  de  1918  este  Comité  publica  su  primer  docu¬ 
mento  de  la  reforma  universitaria,  pidiendo  modifica¬ 
ciones  frente  a  una  situación  docente  insostenible.  A  la 
respuesta  negativa  de  las  autoridades  universitarias,  los 

3  Ibidem,  p.  30. 

4  Rodríguez  de  Magis,  Ma.  Elena,  “La  Reforma  Universitaria  de 
Córdoba  en  1918”,  Deslinde  No.  23,  UNAM,  México  1972,  p.  5. 


12 


estudiantes  organizan  un  acto  público  y  no  entran  a  cla¬ 
ses  el  día  del  inicio  del  curso. 

“Agotados  todos  los  recursos  persuasivos,  postergadas 
todas  las  solicitaciones  de  reforma,  desechados  todos  los 
petitorios  remitidos  a  los  cuerpos  conciliadores,  que  han 
permanecido  sordos  a  las  incitaciones  al  progreso  y  estᬠ
ticos  e  indiferentes  al  movimiento  espiritual  de  la  época, 
proclamamos  ante  ellos  la  huelga  general”5 

Las  autoridades  clausuran  la  Universidad.  A  partir 
de  este  momento,  el  Comité  Pro-Reforma  Universitaria 
igual  que  las  autoridades  universitarias  esperan  una  in¬ 
tervención  por  parte  del  gobierno  de  Yrigoyen  y  empie¬ 
zan  a  presionar  sobre  las  decisiones  del  gobierno.  El  11 
de  abril  Yrigoyen  nombra  como  interventor  en  la  Uni¬ 
versidad  de  Córdoba  a  José  N.  Matienzo,  la  simpatía 
del  gobierno  para  con  los  estudiantes  es  obvia.  Este  inci¬ 
piente  movimiento  estudiantil  en  Córdoba  es  usado  por 
Yrigoyen  para  dar  un  golpe  definitivo  a  sus  enemigos 
políticos  refugiados  en  la  Universidad.  Uno  de  los  mo¬ 
tivos  iniciales  de  la  lucha,  la  supresión  del  régimen  de 
internado  en  el  Hospital  de  Clínicas  de  la  Universidad, 
fue  resuelto  de  acuerdo  con  las  peticiones  estudiantiles 
y  así  el  19  de  abril  de  1918  las  clases  se  reanudan  previa 
declaración  del  Comité  Pro-Reforma  levantando  la  huel¬ 
ga.  Poco  después  el  interventor  José  N.  Matienzo  anuncia 
la  elaboración  de  un  nuevo  Estatuto  de  la  Universidad, 
que  incluye  la  participación  de  los  profesores  en  la  elec¬ 
ción  de  consejeros  y  del  rector.  Esto  satisfacía  por  el 
momento  las  demandas  estudiantiles.  Todavía  no  era 
tiempo  para  las  dos  grandes  reivindicaciones  de  la  re¬ 
forma  universitaria:  la  docencia  libre  y  la  incorporación 
de  los  estudiantes  al  Gobierno  de  la  Universidad. 

El  anhelo  de  los  estudiantes  de  participar  en  el  go¬ 
bierno  de  su  Casa  de  Estudios  era  una  idea  que  se  había 
planteado  muchos  años  antes  en  el  Primer  Congreso  Ame¬ 
ricano  de  Estudiantes  en  1908  en  Montevideo  y  había 


5  Manifiesto  del  Comité  Pro-Reforma  Universitaria  de  Córdoba  del 
día  31  de  marzo  le  1918,  Juan  Carlos  Portantiero,  ob  cit.,  p.  138. 


sido  repetida  en  los  congresos  posteriores  en  Buenos 
Aires  y  en  1912  en  Lima. 

Una  de  las  disposiciones  de  Matienzo  era  que  renun¬ 
ciaran  el  Rector,  los  Decanos,  Consejeros  y  miembros 
de  las  academias  que  tenían  más  de  dos  años  en  el  puesto’ 
para  dejar  lugar  a  nuevas  elecciones.  Los  estudiantes 
todavía  no  tenían  participación  directa  en  las  elecciones, 
pero  estaban  presionando  en  las  elecciones  internas. 

El  Comité  Pro-Reforma  se  convirtió  en  la  Federación 
Universitaria  de  Córdoba  con  una  estructura  y  organi¬ 
zación  más  estable:  la  Federación  participa  en  la  lucha 
electoral  apoyando  al  doctor  Enrique  Martínez  Baz  para 
Rector  de  la  Universidad.  En  las  elecciones,  el  candida¬ 
to  de  los  estudiantes  perdió  en  contra  del  candidadto  del 
clero,  Antonio  Ñores,  porque  los  profesores  liberales  no1 
resisten  a  las  presiones. 

A  partir  de  la  derrota  de  Martínez  Baz,  el  programé 
de  los  estudiantes  se  radicalizó,  se  estructuró  miás,  bus¬ 
caba  nuevas  bases  de  alianza  social  y  salió  de  los  límites 
de  la  ciudad  de  Córdoba  para  buscar  ayuda  en  otras 
universidades  del  país. 

Cuando  los  estudiantes  escucharon  los  resultados  de  la 
eleción  del  Rector,  con  la  derrota  de  su  candidato,  em¬ 
pezaron  a  tirar  piedras,  romper  vidrios,  cortinas,  cua¬ 
dros  y  a  pelear  con  la  policía  que  llamaron  las  autorida¬ 
des  universitarias. 

En  medio  del  escándalo  decretan  la  Huelga  GeneraL 
Las  universidades  de  Buenos  Aires,  La  Plata,  Tucumán 
y  Santa  Fé  se  unen  en  solidaridad  con  los  estudiantes  de 
Córdoba  a  la  Huelga  GeneraL  La  circular  de  los  estu¬ 
diantes  cordobeses  dice:  “De  nuevo  luchamos  contra  las 
camarillas  ensorbecidas.  En  un  gesto  incontenible ,  la  ju¬ 
ventud  se  ha  levantado  contra  los  fariseos  de  la  reformtí 
y  así  ha  quedado  la  Universidad  señalada  para  siempre 
por  un  gran  batalla.  Algunos  compañeros  nuestros  hart 
sido  heridos  a  puñal  por  agentes  asalariados.  Ni  amena¬ 
zas  ni  opresiones  han  de  dominarnos ,  pues  entendemos 
trabajar  por  el  bien  de  la  patria  y  el  sacrificio  es  sil 


14 


precio.  Necesitamos  saber  que  no  estamos  solos,  que  es 
uno  el  honor  de  los  estudiantes  argentinos.  Reclamamos 
con  urgencia  de  nuestros  camaradas  el  pronunciamiento 
de  la  huelga  general  universitaria 

En  medio  de  una  gran  agitación  por  parte  de  los  es¬ 
tudiantes  el  rector  elector  trata  de  asumir  su  cargo.  Los 
estudiantes  se  dan  cuenta  que  no  pueden  vencer  al  clero 
dentro  de  la  Universidad  sin  la  solidaridad  política  de 
grandes  sectores  de  la  vida  argentina. 

Los  gremios  obreros  de  Córdoba  y  los  partidos  de  iz¬ 
quierda  se  solidarizan  con  los  estudiantes  y  se  forman 
comisiones  mixtas  entre  estudiantes  y  trabajadores. 

El  día  21  de  junio  los  estudiantes  publican  en  La 
Gaceta  U niver sitaría  un  documento  de  importancia  sin¬ 
gular,  que  ahora  conocemos  como  “Manifiesto  Limi- 
nar”.  Lo  redactó  Deodoro  Roca  y  se  titula  “La  Juventud 
Universitaria  de  Córdoba  a  los  Hombres  Libres  de  Sud- 
américa’v  Aquí  vemos  claramente  la  ubicación  Lati¬ 
noamericana  del  movimiento  de  Córdoba,  la  ideología 
americana:  se  dirige  a  los  hombres  libres  de  Sudamé- 
rica.  “Hombres  de  una  República  libre  acabamos  de 
romper  la  última  cadena  que  en  pleno  siglo  XX,  nos 
ataba  a  la  antigua  dominación  monárquica  y  monástica. 
.  .  .  los  dolores  que  quedan  son  las  libertades  que  faltan, 
Creemos  no  equivocarnos,  las  resonancias  del  corazón 
nos  lo  advierten :  estamos  pisando  sobre  una  revolución, 
estamos  viviendo  una  hora  americana X ' 

En  la  gran  manifestación  del  23  de  junio  habló  Al¬ 
fredo  Palacios,  un  orador  de  Buenos  Aires.  En  la  Orden 
del  Día  de  la  Federación  Universitaria  de  Córdoba  que 
se  lee  en  este  acto  callejero,  se  dice:  “.  .  .  que  el  nuevo 
ciclo  de  civilización  que  se  inicia,  cuya  sede  radicará 
en  América,  porque  así  lo  determinan  factores  históri¬ 
cos  innegables,  exige  un  cambio  total  de  los  valores  hu¬ 
manos  y  una  distinta  orientación  de  las  fuerzas  espiri- 


6  Ibidem,  p.  41. 

7  Manifiesto  de  la  Juventud  Universitaria  de  Córdoba,  1918.  En  Ma. 
Elena  Rodríguez  de  Magis,  ob.  cit.,  p.  6. 


15 


rúales ,  en  concordancia  con  una  amplia  democracia  sin 
dogmas  ni  prejuicios,  que  corresponde  a  las  generacio¬ 
nes  nacientes  realizar  esas  grandes  aspiraciones  colecti¬ 
vas  y  marcar  con  claridad  las  rutas  que  deben  seguir  los 
países  jóvenes  como  el  nuestro  para  el  logro  de  aquellos 
anhelos  .  .  .”8 

Aquí  ya  aparecen  dos  de  los  componentes  de  la  ideo¬ 
logía  del  movimiento  estudiantil,  el  mesianismo  juvenil 
americano  que  caracteriza  la  primera  época  de  la  re¬ 
forma,  aparte  de  su  anticlericalismo. 

Más  tarde  en  el  discurso  de  clausura  del  Primer  Con¬ 
greso  Nacional  de  Estudiantes  Universitarios  del  30  al 
31  de  julio  de  1918  dice  Deodoro  Roca:  “ Andamos  en¬ 
tonces  por  la  tierra  de  América ,  sin  vivir  en  ella.  Las 
nuevas  generaciones  empiezan  a  vivir  en  América ,  a 
preocuparse  por  nuestros  problemas,  a  interesarse  por 
el  conocimiento  menudo  de  todas  las  fuerzas  que  nos  agi¬ 
tan  y  nos  limitan,  a  renegar  de  literaturas  exóticas,  a  me¬ 
dir  su  propio  dolor,  a  suprimir  los  obstáculos  que  se 
oponen  a  la  expansión  de  la  vida  en  esta  tierra.”  ' 

Dice  Juan  Carlos  Portantiero:  “Este  despertar  espiri¬ 
tualista,  romántico,  filantrópico  y  aristocratizante  de 
una  pequeña  burguesía  liberal  que  creía  llegada  la  hora 
del  despertar,  de  la  4 reparación  tras  lo  que  consideraba 
— equivocadamente —  la  crisis  final  de  la  aristocracia 
terrateniente  ligada  doblemente  a  Europa  ( a  Francia  por 
su  cultura,  a  Inglaterra  por  los  lazos  más  tangibles  de  la 
exportación  de  carne  vacuna )  se  encarnaría  especialmen¬ 
te  en  la  juventud  que,  al  comenzar  su  participación  en 
la  Universidad  se  enfrentaba  con  los  fantasmas  de  carne 
y  hueso  del  pasado.”1" 

El  30  de  junio  se  realiza  otra  manifestación  más  gran¬ 
de,  que  es  reprimida  violentamente  por  la  policía.  “Cór¬ 
doba  está  desconocida.  Es  un  solo  grito,  una  sola  alma, 

8  Documento  Orden  del  Día  de  la  Federación  Universitaria  de  Cór¬ 
doba.  Juan  Carlos  Portantiero,  ob.  cit.,  p.  136. 

9  Roca,  Deodoro,  “La  Nueva  Generación  Americana”  en:  Federación 
Universitaria  de  Buenos  Aires,  La  Refoma  Universitaria  (1918-1958), 
Buenos  Aires,  1959. 

10  Ibidem,  p.  46. 


16 


un  solo  ideal  de  redención.  Suenan  los  clarines  policia¬ 
les ,  carga  la  caballería  y  ruedan  los  heridos ,  pero  nin¬ 
guno  se  mueve.9911  Si  comparamos  estos  escritos  con  las 
publicaciones  de  los  estudiantes  mexicanos  en  1929  en 
el  periódico  mural  La  Huelga ,  reconocemos  el  mismo 
sentido,  el  mismo  lenguaje,  las  mismas  palabras,  una 
marcada  influencia. 

Mientras  tanto  la  Federación  Universitaria  Argentina 
convocó  al  Primer  Congreso  Nacional  de  Estudiantes  del 
20  al  31  de  julio.  En  este  congreso  se  enfrentaron  los 
dos  bandos  de  los  estudiantes:  los  que  vieron  el  movi¬ 
miento  como  promotor  de  cambios  dentro  de  la  Univer¬ 
sidad  y  los  que  tomaron  el  movimiento  estudiantil  en 
un  sentido  más  amplio  — sin  reforma  social  no  puede 
haber  reforma  universitaria — . 

Lo  más  importante  del  congreso  ha  sido  la  elabora¬ 
ción  de  un  proyecto  de  Ley  Universitaria,  aprobado  por 
la  Asamblea  Estudiantil.  En  este  documento  encontra¬ 
mos  ya  la  participación  de  los  estudiantes  en  las  decisio¬ 
nes  de  la  Universidad,  la  elección  del  Rector,  al  que  el 
proyecto  llama  presidente  de  la  Universidad,  por  parte 
Re  una  asamblea  integrada  por  profesores,  estudiantes  y 
graduados,  y  la  docencia  libre  que  significa  que  “toda 
persona  cuya  competencia  está  comprobada  con  la  pose¬ 
sión  del  grado  universitario  o  de  título  profesional  o  por 
haber  realizado  otros  estudios ,  o  especialización  en  la 
materia  de  la  cátedra,  podrá  solicitar  al  Consejo  Direc¬ 
tivo  su  admisión  como  director  libre99 . 12 

A  finales  de  julio  de  1918  el  movimiento  estudiantil 
en  Córdoba  había  llegado  muy  lejos:  controlaba  las  ma¬ 
nifestaciones  callejeras,  había  organizado  federaciones 
estudiantiles  en  las  cinco  universidades  del  país  y  había 
presentado  un  proyecto  de  cambio  en  la  organización 
de  la  enseñanza  superior. 

Ahora  los  estudiantes  esperaban  una  nueva  interven¬ 
ción  del  gobierno  de  Yrigoyen.  Al  fin,  el  2  de  agosto  de 

11  Portantiero,  Juan  Carlos,  ob.  cit.,  p.  43. 

12  Documento  “Proyecto  de  Ley  Universitaria  y  Bases  Estatutarias”: 
(1918),  Juan  Carlos  Portantiero,  ob.  cit.,  p.  152. 


■» 


17 


1918  Yrigoyen  emite  el  decreto  que  habían  pedido  los 
estudiantes  y  nombra  como  interventor  a  Telémaco  Su- 
sini,  un  intelectual  solidario  con  las  ideas  de  la  refor¬ 
ma.  Este  nombramiento  provoca  la  renuncia  de  Antonio 
Ñores,  el  rector  desconocido  por  los  estudiantes.  Pre¬ 
sionado  por  la  derecha,  Yrigoyen  no  deja  salir  a  Susini 
a  Córdoba  y  así  dio  a  los  estudiantes  otra  vez  un  pre¬ 
texto  para  salir  a  la  calle.  El  15  de  agosto  el  conflicto 
estuditntil  en  Córdoba  estalla  otra  vez  cuando  los  estu¬ 
diantes  derriban  la  estatua  de  un  profesor  reaccionario. 
Por  ello,  la  Iglesia  y  la  oligarquía  de  Córdoba  llaman  a 
una  manifestación. 

El  26  de  agosto  los  estudiantes  organizan  un  acto  pú¬ 
blico  con  15,000  personas;  mientras  mantenían  su  ideo¬ 
logía  anticlerical  podían  contar  con  muchos  aliados. 

Mientras  tanto,  Yrigoyen  nombra  como  interventor  en 
la  Universidad  de  Córdoba  al  Ministro  de  Educación  Pú¬ 
blica,  José  S.  Salinas.  Él  tarde  mucho  en  llegar  a  Córdo¬ 
ba  y  la  Universidad  permanece  cerrada.  El  9  de  sep¬ 
tiembre  los  estudiantes  deciden  gobernar  y  poner  en  fun¬ 
ción  a  la  Universidad.  Tres  dirigentes  estudiantiles 
— Horacio  Valdés,  Enrique  Barros  e  Ismael  Bordabehe- 
re —  son  nombrados  décanos  de  las  Facultades  de  Dere¬ 
cho,  Medicina  e  Ingeniería.  Se  levanta  la  huelga  y  se 
dispone  la  normalización  de  las  clases.  La  Universidad 
se  quedó  en  manos  de  los  estudiantes,  que  llegaron  a 
nombrar  profesores,  empleados  y  consejeros.  Pero  el 
ejército  impide  la  inauguración  de  las  clases,  ocupa  la 
Universidad  y  se  lleva  detenidos  a  los  líderes  estudian¬ 
tiles. 

El  mismo  día,  partió  de  Buenos  Aires  a  Córdoba  el 
Ministro  de  Instrucción  Pública,  el  interventor  en  la 
Universidad  de  Córdoba.  Se  acercaba  el  triunfo  de  los 
planteos  estudiantiles. 

Salinas  aceptó  todas  las  renuncias  de  los  profesores 
conservadores  y  dio  los  nuevos  nombramientos  a  gra¬ 
duados  que  habían  ayudado  a  los  estudiantes  reformis¬ 
tas,  entre  ellos  a  Deodoro  Roca.  Los  nuevos  estatutos 


18 


incluían  las  exigencias  de  los  estudiantes  del  Primer 
Congreso  Estudiantil  en  Argentina:  la  docencia  libre  y 
la  participación  de  los  estudiantes  en  el  gobierno  de  la 
Universidad.  El  artículo  38  de  los  estatutos  aprobados 
por  Salinas  señala:  “ Los  consejos  directivos  nombrarán 
sus  miembros  a  propuesta  de  una  asamblea  compuesta 
de  todos  los  profesores  titulares ,  igual  número  de  profe¬ 
sores  suplentes  e  iguales  número  de  estudiantes.” J  i 

Así  nació  la  primera  Universidad  nueva  de  América, 
tras  de  una  lucha  estudiantil  de  varios  meses,  apoyada 
por  un  gobierno  liberal,  los  partidos  de  izquierda  y  las 
clases  medias. 

EL  PRIMER  CONGRESO  INTERNACIONAL 
DE  ESTUDIANTES  EN  MEXICO  EN  1921 

Durante  los  meses  de  septiembre  y  octubre  de  1921  se 
reúne  en  la  ciudad  de  México  el  Primer  Congreso  Inter¬ 
nacional  de  Estudiantes  con  participantes  de  Argentina, 
Costa  Rica,  Cuba,  Guatemala,  Honduras,  México,  Nica¬ 
ragua,  Perú,  Santo  Domingo  y  Venezuela;  también  asis¬ 
tieron  representantes  de  Alemania,  China,  Estados  Uni¬ 
dos,  Japón,  Noruega  y  Suiza. 

El  presidente  de  la  delegación  mexicana  es  Daniel 
Cosío  Villegas,14  otros  miembros  de  la  delegación  son 
Raúl  J.  Pous  Ortiz,  Rodolfo  Brito  Foucher,  Francisco  del 
Río  Cañedo,  Miguel  Palacios  Macedo,  Vicente  Lom¬ 
bardo  Toledano,  Octavio  Medellín  Ostos,  Jorge  Prieto 
Laurens  y  otros,  estudiantes  algunos  que  juegan  un  pa¬ 
pel  importante  en  la  formulación  del  proyecto  de  Auto¬ 
nomía  que  presenta  la  Federación  de  Estudiantes  de 
México  al  Congreso  de  la  Unión  el  6  de  septiembre  de 
1923  y  otros  líderes  del  movimiento  estudiantil  de  1929. 

Para  esta  época  de  1920-1921,  José  Vasconcelos  se 
perfila  ya  como  el  motor  de  una  gran  transfomación  na- 

13  Ibidem,  p.  54. 

14  En  1929,  Daniel  Cosío  Villegas  es  el  Secretario  General  de  la 
Universidad,  ds  decir  autoridad  de  la  Universidad  y  así  objeto  de  crí¬ 
ticas,  burlas  y  agresiones  de  los  estudiantes.  Véase  Periódico  Mural 
“La  Huelga”  de  1929. 


19 


cional.  El  10  de  junio  de  1920  Adolfo  de  la  Huerta  lo 
nombra  Rector  de  la  Universidad  y  en  1921  se  convierte 
en  el  Primer  Ministro  de  la  Nueva  Secretaría  de  Edu¬ 
cación  Pública.  “Tal  era  el  espíritu  de  la  época ,  de  pro¬ 
fundo  nacionalismo ,  de  búsqueda  ávida  por  la  identidad 
nacional ,  que  muchos  pensaron ,  entre  ellos  Vasconcelos , 
que  se  encontraría  en  la  creación  de  una  cultura  propia 
que  reflejara  las  inquietudes ,  los  triunfos  y  los  fracasos 
de  nuestra  vida  nacional” 15 

En  este  ambiente  de  transformación,  11  años  después 
de  haberse  iniciado  la  Revolución  Mexicana,  se  reúne 
el  Primer  Congreso  Internacional  de  Estudiantes  en  el 
Salón  de  la  “Sillería  Colonial”  de  la  Escuela  Nacional 
Preparatoria,  las  últimas  sesiones  tienen  lugar  en  el  Sa¬ 
lón  de  Actos  de  la  Escuela  de  Jurisprudencia.  El  21  de 
septiembre  de  1921  se  inaugura  el  Congreso  en  el  An¬ 
fiteatro  de  la  Escuela  Nacional  Preparatoria.  Aquí, 
entre  los  estudiantes,  la  delegación  argentina  gozaba  de 
gran  prestigio,  la  reforma  universitaria  de  Córdoba  de 
1918  significaba  un  ejemplo  para  todos  ellos.  Pedro 
Henriquez  Ureña,  en  aquel  entonces  delegado  de  Santo 
Domingo  ante  este  congreso,  decía:  “Mexicanos  y  argen¬ 
tinos  dominaron  el  congreso  con  su  devoción  ardiente  a 
las  ideas  de  regeneración  social  e  impusieron  las  resolu¬ 
ciones  adoptadas  por  fin  y  publicadas  como  fruto  de 
aquellas  asambleas .” 16 

El  discurso  inaugural  estaba  a  cargo  del  presidente 
de  la  delegación  argentina,  Héctor  Ripa  Alberdi:  “La 
Argentina  renaciente ,  la  que  despertará  de  su  sueño  con 
motivo  de  la  última  revolución  universitaria ,  la  que  está 
forjando  en  la  fragua  de  una  juventud  vigorosa  de  pen¬ 
samiento, ,  nos  envía  a  esta  tierra  cordial  para  que  os  di¬ 
gamos  toda  su  férvida  inquietud  del  alma  joven ,  todo 
su  inmenso  amor  dilatado  más  allá  de  las  fronteras ,  to¬ 
das  sus  esperanzas  en  la  emancipación  gloriosa  de  los 

15  Llinás  Álvarez,  Edgar,  “Revolución,  Educación  y  Mexicanidad”, 
UNAM,  México,  1978,  p.  113. 

16  Henriquez  Ureña,  Pedro,  “Seis  Ensayos  en  Busca  de  Nuestra  Ex¬ 
presión”,  Buenos  Aires. 


20 


hombres  y  de  los  pueblos  .  .  .  Venimos  de  los  campos  de 
combate  donde  derribáramos  los  muros  de  la  vieja  Uni¬ 
versidad  detenida  en  pensamiento  del  pasado  siglo ,  y 
donde  levantáramos  la  nueva  Universidad ,  abierta  a  to¬ 
das  las  corrientes  espirituales ,  venimos  a  sostener  una 
dolorosa  lucha  entre  la  juventud  creadora  y  la  vejez 
misoneísta,  entre  la  voluntad  heroica  que  avanza  y  la  vo¬ 
luntad  abolida  que  resiste,  venimos,  compañeros,  de  ven¬ 
cer  a  las  fuerzas  reaccionarias  que  nos  impedían  dar  el 
paso  definitivo  de  la  liberación”17  Las  palabras  de  Ri- 
pa  Alberdi  reflejan  la  utopía  idealista  de  los  estudiantes, 
mezclado  con  un  llamado  a  la  unidad  latinoamericana. 
“Eduquemos  al  hombre  en  el  amor  a  la  sabiduría .  Para 
ello  es  menester  arrojar  a  los  mercaderes  de  la  enseñan¬ 
za,  derrumbar  la  Universidad  profesionalista  y  levantar 
sobre  los  escombros  la  academia  ideal  de  los  hombres 
donde  cualquier  Sócrates  descalzo,  sin  más  prestancia 
que  la  de  su  verbo  sabio  puede  volcar  en  los  corazones 
el  agua  mansa  y  melodiosa  de  su  filosofía  ”ls 

El  Congreso  aprobó  una  serie  de  resoluciones  que 
constituyen  una  mezcla  ideológica  de  utopismo  pacifista 
y  de  antimperialismo.  Las  experiencias  de  Córdoba  se 
convierten  en  reclamos  de  la  juventud  latinoamericana. 

Estas  resoluciones  contienen  la  obligación  de  las  aso¬ 
ciaciones  estudiantiles  de  ocuparse  de  la  extensión  uni¬ 
versitaria,  de  difundir  la  cultura  que  ellos  recibieron. 
Otra  de  sus  obligaciones  es  la  creación  de  universidades 
populares,  libres  de  dogmatismo  y  partidismo,  pero  con 
una  intervención  decidida  en  los  conflictos  obreros.  Uno 
de  los  puntos  más  importantes  es  la  resolución  cuarta 
que  dice:  “i.  El  Congreso  Internacional  de  Estudiantes 
sanciona  como  una  necesidad  para  las  universidades  don¬ 
de  se  hubieren  implantado,  la  adopción  de  las  siguientes 
reformas: 


17  Documento  “Por  el  Comienzo  de  una  Nueva  Vida  Americana”,  Juan 
Carlos  Portantiero,  ob.  cit.,  p.  196. 

18  Ibidem,  p.  200. 


21 


a)  Participación  de  los  estudiantes  en  el  gobierno 
de  las  universidades. 

b)  Implantación  de  la  docencia  libre  y  la  asistencia 
libre. 

Para  realizar  estos  puntos  el  Congreso  considera  obli¬ 
gatoria  la  acción  inmediata  de  los  estudiantes  en  sus  res¬ 
pectivos  países”19 

La  quinta  resolución  se  refiere  a  la  política  interna¬ 
cional,  contiene  una  severa  condena  del  imperialismo 
norteamericano  y  de  las  dictaduras  en  América  Latina. 

Al  finalizar  el  Congreso  los  estudiantes  constituyen 
la  Federación  Internacional  de  Estudiantes  “que  tendrá 
como  fin  conseguir  la  unificación  de  los  estudiantes  del 
mundo,  suprimiendo  los  obstáculos  que  se  opongan  a 

la  realización  de  los  ideales  proclamados  por  el  Con- 

??  20 

gres o  . 

La  sede  temporal  de  la  Federación  Internacional  de 
Estudiantes  será  la  ciudad  de  México  y  su  presidente 
Daniel  Cosío  Villegas.  Pero  a  pesar  de  las  intensiones  de 
los  participantes  de  este  Congreso,  la  Federación  Inter¬ 
nacional  de  Estudiantes  no  podía  convertirse  en  una  or¬ 
ganización  permanente  y  poderosa  debido  a  las  dificul¬ 
tades  políticas  por  las  que  tenía  que  atravesar  el  movi¬ 
miento  estudiantil  en  Latinoamérica. 

EL  MOVIMIENTO  ESTUDIANTIL  EN  PERU  1919-1923 

Las  ideas  que  expresaron  los  estudiantes  de  Córdoba 
no  tardaron  en  extenderse  en  toda  América  Latina;  pri¬ 
mero  llegaron  a  Perú,  luego  a  Chile,  Cuba,  México  y 
otros  países  del  continente.  Muchos  países  de  América 
Latina  tenían  una  estructura  social  muy  similar;  una  cla¬ 
se  alta  tradicional,  reaccionaria,  que  gobernaba  el  país 
en  todos  los  sentidos  y  una  creciente  clase  media,  que 


19  Documento  “Resoluciones  del  Primer  Congreso  Internacional  de 
Estudiantes”,,  Juan  Carlos  Portantiero,  ob.  cit.,  p.  191. 

20  Loe.  cit. 


22 


empujaba  las  viejas  estructuras  para  obtener  un  lugar 
en  estas  nuevas  sociedades. 

En  1919  viajó  Alfredo  Palacios,  prominente  líder  del 
movimiento  de  Córdoba  a  Lima,  donde  dio  algunas  con¬ 
ferencias  que  entusiasmaron  a  los  estudiantes  peruanos. 

Lima  era  en  aquel  entonces  una  ciudad  muy  similar 
a  Córdoba,  con  un  espíritu  de  colonia  que  se  hacía  más 
expreso  en  las  universidades.  A  diferencia  de  Córdoba, 
Lima  era  la  ciudad  más  moderna  del  Perú,  como  puerto 
de  exportación  de  materias  primas  a  Europa.  Pero  la 
parte  moderna  de  la  sociedad  peruana  era  muy  peque¬ 
ña  en  comparación  con  las  zonas  marginadas,  en  donde 
vivían  las  poblaciones  indígenas. 

En  este  año  1919  la  juventud  peruana  anhela  una 
renovación,  una  reforma,  no  nada  más  en  el  campo  uni¬ 
versitario,  sino  también  en  la  vida  social  y  política  del 
país.  Ahí,  una  cosa  aparentemente  banal,  el  conflicto  de 
los  estudiantes  de  Historia  de  la  Facultad  de  letras  con 
un  profesor,  hace  estallar  el  conflicto.  Este  conflicto  lle¬ 
va  a  los  estudiantes  a  la  huelga  y  las  demás  Facultades 
de  la  Universidad  se  declaran  solidarias.  De  allí  se  des¬ 
arrolla  un  movimiento  de  gran  trascendencia  para  la  vida 
política  del  Perú.  Las  promesas  de  mínimas  reformas 
por  parte  de  los  profesores  y  las  exigencias  máximas  de 
los  alumnos  hizo  imposible  una  rápida  solución.  Pasa¬ 
ron  meses  y  la  Universidad  seguía  en  huelga.  Entonces 
los  estudiantes  deciden  convocar  a  una  gran  manifesta¬ 
ción  el  4  de  septiembre  y  entregar  al  presidente  un 
memorándum  pidiendo  la  ayuda  del  Gobierno. 

En  esos  días  había  en  el  Perú  condiciones  muy  favo¬ 
rables  a  una  reforma  universitaria:  el  grupo  más  conser¬ 
vador  de  la  oligarquía,  el  partido  civilista  era  derroca¬ 
do  por  el  partido  liberal.  El  4  de  julio  de  1919,  Augusto 
Leguía  ocupa  la  presidencia  del  gobierno,  quien  tenía 
mucho  interés  en  ayudar  a  los  estudiantes,  porque  los 
miembros  del  partido  opositor  eran  en  gran  parte  pro¬ 
fesores  de  la  Universidad. 

En  1916  se  había  fundado  la  Federación  de  Estudian- 


23 


tes  Peruanos  y  sus  dirigentes  fueron  los  partidarios  del 
nuevo  presidente.  Uno  de  sus  líderes,  un  estudiante  de 
provincia  recién  llegado  a  Lima,  es  Víctor  Raúl  Haya 
de  la  Torre.  Así  el  gobierno  contesta  las  demandas  de 
los  estudiantes  con  el  decreto  del  20  de  septiembre  de 
1919,  “por  el  que  se  establecía:  1.  Las  cátedras  libres 
revocadas  por  el  Estado  ( se  pensó  así  suplir  la  enseñanza 
de  los  malos  profesores ).  2.  La  representación  estudian¬ 
til  en  el  consejo  universitario .  3.  La  supresión  de  lis¬ 
tas A21  En  febrero  de  1920  este  decreto  es  ratificado  por 
una  ley. 

En  diciembre  de  1919  la  Federación  de  Estudiantes 
renueva  su  directiva,  Víctor  Raúl  Haya  de  la  Torre  es 
elegido  presidente  de  los  estudiantes. 

Para  reunir  el  pensamiento  de  todos  los  estudiantiles, 
Haya  de  la  Torre  organiza  el  Primer  Congreso  Nacional 
de  Estudiantes  en  Cuzco,  en  marzo  de  1920,  donde  con¬ 
curren  estudiantes  de  las  cuatro  universidades  nacio¬ 
nales.  Ahí  se  hace  evidente  que  el  movimiento  estudiantil 
todavía  carece  de  un  programa  bien  definido.  En  las 
reuniones  de  este  Congreso  se  discutieron  y  se  aproba¬ 
ron  una  gran  cantidad  de  cuestiones  relativas  a  la  orga¬ 
nización  y  orientación  de  la  enseñanza  general  y  uni¬ 
versitaria  de  carácter  eminentemente  nacionalista.  Pero 
ninguna  resolución  tenía  tanta  importancia  futura  como 
la  referente  a  la  creación  de  la  Universidad  Popular, 
que  merece  un  capítulo  especial.  “.  .  .  toda  acción  de 
importancia ,  toda  campaña  de  trascendencia ,  a  partir 
del  año  21,  hasta  la  fecha ,  ha  sido ,  cuando  no  realizada , 
influenciada  por  esa  institución  de  libre  cultura  popu¬ 
lar”,22  dice  Enrique  Cornejo  Koster  en  1926.  Víctor  Raúl 
Haya  de  la  Torre  la  fundó  el  22  de  enero  de  1921.  La 
primera  etapa  de  la  Universidad  fue  un  gran  éxito,  ha¬ 
bía  muchos  alumnos  y  muchos  maestros  para  dar  las 
clases  y  conferencias.  Haya  de  la  Torre  procuró,  desde 

21  Documento  “Crónica  del  Movimiento  Estudiantil  Peruano,  1926”, 
Juan  Carlos  Portantiero,  ob.  cit.,  p.  232. 

22  Ibidem,  p.  244. 


24 


un  principio,  dar  a  la  extensión  universitaria,  que  reali¬ 
zaba  la  Universidad  Popular,  un  carácter  revoluciona¬ 
rio.  La  Universidad  Popular  ayudaba  a  todo  movimiento 
obrero  y  a  todas  las  huelgas  en  las  fábricas.  Tres  noches 
en  Lima  y  dos  en  Vitarte,  poblado  cercano  a  una  fábrica 
textil,  se  daban  clases  sobre  diversos  temas:  arte,  histo¬ 
ria,  economía,  ciencia,  cuestiones  obreras  y  revoluciona¬ 
rias.  La  asistencia  era  libre  y  la  enseñanza  gratuita:  ni 
los  alumnos  pagaban  ,ni  los  profesores  cobraban.  En 
1923  la  Universidad  Popular  es  bautizada  con  el  nom¬ 
bre  de  González  Prada  para  distinguirla  de  cualquier 
otro  intento  de  extensión  universitaria.  La  Universidad 
Popular  era  abiertamente  revolucionaria,  tenía  el  lema: 
“La  Universidad  Popular  no  tiene  más  dogma  que  la 
justicia  social .”  Quizá  más  importante  que  su  acción  cul¬ 
tural  ha  sido  su  acción  social:  la  Universidad  Popular 
realizó  una  gran  campaña  antialcohólica  y  una  cam¬ 
paña  sanitaria. 

En  1921  Haya  de  la  Torre  firma  acuerdos  con  Ga¬ 
briel  del  Mazo,  presidente  de  la  Federación  Estudiantil 
Argentina  y  con  Alfredo  Demaría,  Presidente  de  la  Fe¬ 
deración  Estudiantil  Chilena,  por  medio  de  los  cuáles 
se  comprometieron  sus  organizaciones  de  efectuar  pro¬ 
paganda  activa  por  todos  los  medios  para  hacer  efectivo 
el  ideal  del  americanismo. 

En  el  primer  momento  de  su  acción  los  estudiantes 
habían  encontrado  el  apoyo  del  Gobierno  de  Leguía,  a 
quien  convenía  su  imagen  de  liberal.  Pero  poco  a  poco 
Leguía  se  deshace  de  sus  partidarios  liberales  y  se  aso¬ 
cia  con  las  oligarquías  tradicionales,  el  clero  y  los  inte¬ 
reses  extranjeros  en  el  Perú.  Mientras  tanto  la  Univer¬ 
sidad  seguía  en  crisis,  cerraba  y  abría  sus  puertas  por 
meses.  La  Federación  de  Estudiantes  se  disolvió,  que¬ 
dando  reducido  al  presidente  y  a  sus  dos  secretarios.  Los 
estudiantes  se  fueron  a  las  universidades  de  provincia  o 
a  Europa  para  terminar  sus  estudios.  Las  autoridades 
trataron  de  quitar  a  los  estudiantes  sus  derechos  recién 
obtenidos.  Los  profesores,  partidarios  del  partido  oposi- 


25* 


tortor,  intentaron  usar  la  Universidad  como  tribuna  po¬ 
lítica.  Las  clases  se  habían  reanudado  en  1922,  después 
de  un  año  de  conflictos. 

Para  legitimar  su  alianza  con  el  clero,  el  Presidente 
Leguía  decide  consagrar  el  Estado  de  Perú  al  Corazón 
de  Jesús,  dando  así  un  poder  infinito  al  clero,  rico  y  ex¬ 
tranjero. 

Este  concordato  entre  el  Vaticano  y  el  Gobierna  del 
Perú  lanza  a  los  estudiantes  otra  vez  a  la  calle.  Haya\ 
de  la  Torre,  Presidente  de  la  Federación  de  Estudiantes  ; 
y  Director  de  la  Universidad  Popular,  sabía  que  los  es-  - 
tudiantes  necesitaban  el  apoyo  popular  para  sus  accio¬ 
nes.  Así  empieza  a  organizar  la  solidaridad  de  obreros^ 
y  estudiantes  en  la  Universidad  Popular.  Se  formó  el 
Comité  de  Frente  Único  bajo  la  dirección  de  Haya,  inte¬ 
grado  por  la  Universidad  Popular  que  representaba  aU 
proletariado,  por  los  masones,  protestantes  y  estudiantes.- 

Se  convocó  a  una  asamblea  general  de  oposición  a¥ 
concordato  el  23  de  mayo.  Después  de  la  asamblea  los 
estudiantes  y  obreros  se  formaron  para  una  gran  mani¬ 
festación.  El  ejército  trató  de  dispersar  a  los  manifes¬ 
tantes  disparando  sus  fusiles.  En  este  acto  mueren  el 
obrero  Salomón  Ponce  y  el  estudiante  en  letras  Alarcón 
Vidalón,  cuyos  cuerpos  al  día  siguiente  son  velados  en 
la  Universidad,  en  medio  de  tumultos  y  ataques  de  la* 
policía.  Los  estudiantes  y  obreros  se  encierran  en  la. 
Universidad  y  la  policía  prepara  un  ataque  para  las  tres 
de  la  mañana,  para  rescatar  los  cadáveres.  Una  orden 
de  última  hora  los  hace  desistir.  Al  día  siguiente  en  el 
entierro  hubo  30,000  personas.  Ese  día,  25  de  mayo,  el! 
arzobispo  anuncia  la  suspensión  de  la  ceremonia  de  eri¬ 
gir  una  enorme  estatua  del  Corazón  de  Jesús  en  la  plaza 
principal. 

Después  de  eso,  la  Universidad  regresó  a  su  calmar 
habitual.  La  Universidad  Popular  continuó  con  su  labor 
cultural  y  organizativa  entre  los  obreros.  Los  estudian¬ 
tes  empiezan  a  reorganizarse  y  a  reorganizar  su  Federa¬ 
ción.  Antes  de  que  puedan  elegir  a  Haya  de  la  Torre 


26 


como  su  presidente,  éste  es  detenido  por  la  policía  y 
conducido  a  la  Isla  de  San  Lorenzo.  Cuando  se  supo  la 
noticia  los  estudiantes  se  lanzan  otra  vez  a  la  calle,  pero 
llegando  a  la  plaza  principal  un  gran  número  de  ellos 
es  llevado  a  prisión.  El  encarcelamineto  de  Haya  pro¬ 
vocó  un  gran  sentimiento  general  de  protesta.  “Durante 
8  días  Lima  vivió  en  estado  de  sitio.  Las  asambleas  estu¬ 
diantiles  seguidas  de  manifestaciones  tumultuosas  que 
/eran  disueltas  por  la  policía  se  sucedían  a  granel.  El 
gobierno  clausuró  la  Universidad ,  todas  las  F acultades  y 
Escuelas ,  la  F ederación  de  Estudiantes  y  los  locales  obre¬ 
ros.  .  .  .  todo  el  ejército  se  había  volcado  en  las  calles. 
Las  plazas  estaban  llenas  de  soldados.  Sin  embargo ,  las 
manifestaciones  surgían  por  doquier  para  ser  disueltas  a 
sablazos.  Centenares  de  estudiantes  y  obreos  llenaban  los 
calabozos  de  la  policía  .  .  .”23  Así  el  movimiento  se  que¬ 
dó  en  manos  de  gentes  inexpertas  que  no  se  atrevían  a 
seguir,  una  vez  deportado  Haya  de  la  Torre  a  Panamá. 
Haya  de  la  Torre  llega  a  México  en  1923  y  poco  después 
funda  la  APRA,  la  Alianza  Popular  Revolucionaria 
Americana,  producto  directo  de  la  lucha  por  la  reforma 
universitaria  en  Perú.  Antes  el  presidente  Leguía  le  ha¬ 
bía  ofrecido  una  beca  para  estudiar  en  Europa,  cosa 
que  Haya  no  aceptó.  En  México  Haya  es  recibido  como 
un  héroe.  Vasconcelos  le  da  un  cargo  a  su  lado. 

EL  MOVIMIENTO  ESTUDIANTIL  EN  CUBA  1923 

El  movimiento  estudiantil  en  Cuba  nació  directamente 
influenciado  por  los  movimientos  de  Argentina  y  Perú, 
pero  tuvo  matices  diferentes;  junto  con  este  movimiento 
se  formó  con  Julio  Antonio  Mella  la  primera  corriente 
marxista  en  Cuba. 

En  1923  se  reunió  el  Primer  Congreso  Nacional  de 
Estudiantes,  presidido  por  el  propio  Mella.  Aquí  se  fun¬ 
dó  la  Confederación  de  Estudiantes  de  Cuba  en  cuyo 
programa  figura,  “la  voluntad  de  luchar  por  los  mismos 


23  Ibidem,  p.  260. 


27 


principios  que,  enunciados  por  la  juventud  cordobesa, 
en  1918,  llevaron  a :  renovar  las  universidades  argentinas 
por  el  único  medio  posible,  por  el  sagrado  medio  de  la 
agitación  revolucionaria  y  después  de  iluminar  el  con¬ 
tinente  indoamericano  prendieron  en  este  país  donde  lle¬ 
varon  a  la  lucha  a  una  juventud  sana  y  consciente 

Este  Primer  Congreso  de  Estudiantes  Cubanos  aprobó 
además  las  resoluciones  del  Primer  Congreso  Interna¬ 
cional  de  Estudiantes,  que  tuvo  lugar  en  México  en  1921. . 
Pero  a  pesar  de  las  similitudes  con  los  movimientos  en: 
Perú  y  en  Argentina,  los  estudiantes  cubanos  dan  mucho 
más  importancia  a  sus  relaciones  con  otros  grupos  socia¬ 
les,  ven  más  claramente  la  necesidad  de  una  ayuda  por 
parte  de  los  no  universitarios.  “El  estudiante  tiene  el 
deber  de  divulgar  sus  conocimientos  entre  la  sociedad, 
principalmente  entre  el  proletariado  manual,  por  ser  éste 
el  elemento  más  afín  del  proletariado  intelectual,  debien¬ 
do  así  hermanarse  los  hombres  de  trabajo  para  fomentar 
una  nueva  sociedad  libre  de  parásitos  y  tiranos,  donde 
nadie  viva  sino  en  virtud  del  propio  esfuerzo .”25 

El  movimineto  estudiantil  en  Cuba  se  forma  en  1923, 
año  en  que  el  presidente  peruano  Leguía  desterraba  a 
Haya  de  la  Torre  y  el  año  en  que  el  gobierno  argentino 
de  Alvear  interviente  en  la  Universidad  de  Córdoba.  En 
1925  escribe  Julio  Antonio  Mella:  “¿Puede  ser  un  hecho 
la  Reforma  Universitaria?  Esta  pregunta  ha  brotado  más 
de  una  vez  de  nuestra  inconformidad  y  de  nuestro  anhelo 
de  verla  realizada  integralmente.  Cuando  se  ven  los  zar¬ 
pazos  de  la  reacción  universitaria  en  la  Argentina,  cuna 
de  este  ideal  continental,  y  se  sufren  en  Cuba,  último  lu¬ 
gar  donde  prendió,  hay  derecho  para  meditar  sobre  sus 
posibilidades .”26  Llegando  a  la  conclusión:  “En  lo  que 
a  Cuba  se  refiere  es  necesario  primero  una  revolución 
social  para  hacer  una  revolución  universitaria.” 27 

24  Ibidem,  p.  65. 

25  Loe.  cit. 

26  Documento  “Puede  ser  un  Hecho  la  Reforma  Universitaria”,  Ibidem. 
p.  349. 

27  Ibidem,  p.  353. 


En  este  Primer  Congreso  de  Estudiantes  Cubanos  pi¬ 
den  la  participación  de  los  estudiantes  en  el  gobierno 
de  la  Universidad.  Dice  Mella:  “Una  asamblea  univer¬ 
sitaria,  compuesta  de  treinta  alumnos,  treinta  graduados 
y  treinta  profesores,  es  la  encargada  de  determinar  los 
postulados  de  la  reforma  haciendo  los  nuevos  estatutos 
y  obteniendo  del  Congreso  la  aprobación  de  una  ley 
de  autonomía  universitaria . 

En  un  principio  los  estudiantes  obtienen  las  reformas 
académicas  solicitadas,  gracias  al  gobierno  liberal  de 
Zayas,  que  no  tomó  parte  ni  a  favor  de  los  estudiantes 
ni  de  las  autoridades  universitarias.  A  Mella  le  parecen 
estas  modificaciones  académicas  seudoreformistas,  por¬ 
gue  según  él,  en  Cuba  no  hay  reforma  universitaria  sin 
una  reforma  social,  aunque  reconoce  los  méritos  del  mo¬ 
vimiento  universitario,  del  que  él  es  líder. 

Al  mismo  itempo  Julio  Antonio  Mella  funda  la  Uni¬ 
versidad  Popular  llamada  José  Martí.  Es  una  iniciativa 
¿muy  similar  a  la  de  Haya  de  la  Torre  en  Lima,  pero  los 
cubanos  — bajo  la  influencia  de  Mella —  reconocen  cla¬ 
ramente  el  papel  de  vanguardia  que  desmepeña  el  pro¬ 
letariado  en  las  luchas  populares  y  la  subordinación  del 
estudiantados  “El  significado  último  de  la  experiencia 
de  las  universidades  populares  se  encadena  con  el  pro¬ 
ceso  que  lleva  al  movimiento  estudiantil  a  mediados  de 
la  década  del  veinte  a  la  comprensión  de  la  esterilidad 
de  la  lucha  universitaria  en  sí  misma,  si  se  mantiene  co¬ 
mo  un  comportamiento  cerado  y  no  como  el  capítulo  de 
una  reforma  más  basta.”29 

En  este  contexto  las  universidades  populares  consti¬ 
tuyen  un  puente  en  el  camino  hacia  las  luchas  popula¬ 
res,  un  acercamiento  de  los  estudiantes  a  las  clases  pro¬ 
letarias. 

En  1925  empieza  una  época  de  represión  en  Cuba 
/bajo  la  dictadura  de  Gerardo  Machado  que  anula  inme- 
«diatamente  las  reformas  universitarias,  clausura  la  Uni- 


28  Ibidem,,  p.  350. 
-29  Ibidem,  p.  79. 


29 


versidad  y  persigue  el  movimiento  popular.  Julio  Anto¬ 
nio  Mella  viene  como  refugiado  político  a  México,  donde 
editaba  El  Libertador ,  órgano  de  la  lucha  anti-imperia- 
lista  y  el  periódico  Tren  Blindado ,  además  era  editoria- 
lista  de  El  Machete  desde  1926,  año  en  que  llegó  a  Méxi¬ 
co.  “Con  él  y  con  Víctor  Raúl  Haya  de  la  Tore,  el  pe¬ 
ruano  fundador  de  la  APRA ,  habían  tenido  lugar ,  a  fines . 
del  28,  diversas  entrevistas  con  Gómez  Arias,  Dr omun¬ 
do,  José  María  de  los  Reyes  y  Teodosio  Montalbán,  en 
torno  a  la  necesidad  de  la  reforma  unviersitaria  y  la 
renovación  general  de  nuestros  países  con  apego  a  la 
democracia  occidental .”30 

A  principios  de  enero  de  1929  Julio  Antonio  Mella 
es  asesinado  en  la  ciudad  de  México  por  una  persona 
contratada  por  Machado.  El  atentado  contra  Mella  reu*- 
nió  un  numeroso  grupo  estudiantil  en  las  afueras  de  la 
Embajada  Cubana,  en  Tacubaya,  donde  pronunciaron 
discursos  de  repudio  a  esta  crimen  Baltasar  Dromundo, 
Carlos  Zapata  Vela  y  otros.  La  protesta  no  permitió,  sin* 
embargo,  detener  y  procesar  al  asesino,  protegido  por 
la  Embajada  Cubana. 

Esto  aconteció  durante  el  Sexto  Congreso  Estudiantil 
en  Mérida  en  1929,  inmediatamente  antes  del  movimien¬ 
to  estudiantil  en  México. 

Sin  duda,  el  resultado  más  importante  del  movimiento 
para  la  reforma  universitaria  en  Cuba  ha  sido  la  cons¬ 
titución  del  Partido  Comunista  Cubano,  fundado  casi  al 
mismo  tiempo  que  la  Confederación  Nacional  Obrera 
de  Cuba.  “Lo  que  interesa  destacar  en  este  paso  precoz 
que  el  socialismo  adquiere  en  la  historia  cubana;  acom¬ 
pañado  desde  el  origen  a  la  lucha  independentista,  estruc¬ 
turando  el  gremialismo  universitario,  influyendo  deci¬ 
sivamente  en  la  organización  obrera  y  en  la  actividad 
cultural,  la  inserción  del  marxismo  en  la  problemática 
general  del  país  acumulará  sus  efectos  en  el  proceso 
revolucionario  liderado  por  Castro,  a  través  de  una  alian- 

30  Dromundo,  Baltasar,  “La  Autonomía  Universitaria”,  México  1978,  _ 
p.  49. 


30 


za  con  la  herencia  más  avanzada  del  nacionalismo  mar- 

.  •  ?? 31 

tiano. 

En  1927,  al  sancionar  Machado  una  ley  que  le  permite 
mantenerse  10  años  en  el  poder,  los  estudiantes  crean 
el  Primer  Directorio  Estudiantil  Universitario,  foro  de 
expresión  política  autónoma  de  los  estudiantes,  que  más 
tarde  va  adquiriendo  gran  importancia,  en  las  crisis  de 
1933  y  en  1959. 

En  1933  uno  de  los  pilares  de  la  resistencia  contra 
Machado  fue  la  organización  estudiantil  representante 
de  la  clase  media  nacionalista. 

Veinte  años  después  todo  esto  vuelve  a  renacer  cuan- 
f  do  Fidel  Castro  convoca  a  la  lucha  contra  Batista. 

Víctor  Raúl  Haya  de  la  Torre,  Julio  Antonio  Mella 
y  José  Carlos  Mariátegui  son  en  los  años  veinte  las  fi¬ 
guras  centrales  de  la  discusión  política  en  América  La¬ 
tina.  Haya  de  la  Torre  y  Mella  viven  durante  algún  tiem¬ 
po  exiliados  en  México,  ambos  viajan  por  estos  años  a 
Moscú  y  ambos  participan  como  delegados  latinoameri¬ 
canos  en  el  Congreso  Antimperiaiista  en  Bruselas.  José 
'  Carlos  Mariátegui  estuvo  en  este  tiempo  en  México,  para 
‘  él  la  Revolución  Mexicana  era  un  factor  importante  de 
comparación  en  las  ideas  liberadoras  de  América  His¬ 
pánica. 

Haya  de  la  Torre  por  un  lado,  Mella  y  Mariátegui 
por  el  otro  representan  las  dos  corrientes  ideológicas  que 
tienen  como  punto  de  partida  la  reforma  universitaria: 
el  socialismo  y  la  APRA. 

En  1923,  en  el  exilio  en  México,  Haya  de  la  Torre 
fundó  la  APRA,  la  Alianza  Popular  Revolucionaria 
Americana,  que  se  entiende  en  un  principio  como  esque¬ 
ma  general  sobre  el  cual  cada  grupo  nacional  debería 
plantear  sus  ideas.  Las  cinco  líneas  fundamentales  de 
la  APRA  son: 

Acción  contra  el  imperialismo  yanqui. 

2.  Por  la  unidad  política  de  América  Latina. 

31  Portantiero,  Juan  Carlos,  ob.  cit.,  p.  118. 


31 


3.  Por  la  nacionalización  progresiva  de  tierras  e  in¬ 
dustrias. 

4.  Por  la  internacionalización  del  Canal  de  Panamá. 

5.  Por  la  solidaridad  de  todos  los  pueblos  y  clases 
oprimidas. 

La  proyección  de  la  APRA,  como  la  vio  Haya  de  la 
Torre,  era  continental  y  americanista.  “La  idea  de  Haya 
de  la  Torre  era  concentrar  en  la  APRA  a  las  fuerzas  que 
a  partir  de  1918  habían  luchado  por  los  postulados  re¬ 
formistas  y  por  la  extensión  de  esos  postulados  a  otras 
capas  populares.”4' 

En  1925  Haya  escribe:  “ Sólo  así ,  uniéndonos  al  tra¬ 
bajador  daremos  a  la  revolución  universitaria  un  sentido 
de  perennidad  y  de  fuerza  futura.  * Nuestra  generación  , 
no  es  nuestra  generación  estudiantil  o  intelectual ,  'nues¬ 
tra  generación  es  el  frente  único  de  las  juventudes  de 
trabajadores  e  intelectuales ,  frente  único  revolucionario , 
frente  único  que  debemos  formar ,  disciplinar  y  extender 
como  salvaguardia  del  porvenir  de  nuestros  pueblos.”4 
Este  frente  único,  en  que  pensaba  Haya,  debería  ser  di¬ 
rigido  por  los  estudiantes,  es  decir  por  la  pequeña  bur¬ 
guesía,  y  apoyado  por  otras  clases  sociales,  como  los 
obreros  y  campesinos. 

De  1924  a  1930,  en  México  principalmente,  Haya  se 
dedica  a  la  difusión  periodística  de  sus  ideas,  con  lo 
que  tenía  mucho  éxito  en  los  centros  de  exiliados  lati¬ 
noamericanos,  como  era  en  los  años  veinte  y  siguen 
siendo,  México  y  París. 

En  este  primer  tiempo  del  aprismo  Haya  disfruta  de 
la  ayuda  de  José  Carlos  Mariátegui,  quien  rompe  con 
Haya  en  1928,  cuando  funda  el  Partido  Socialista.  Pe¬ 
ruano.  Mariátegui  no  participó  personalmente  en  las 
luchas  universitarias,  las  saluda  como  el  nacimiento  de 
la  nueva  generación  latinoamericana.  Todavía  en  1928, 

32  Ibidem,  p.  91. 

33  Haya  de  la  Torre.  Víctor  Raúl.  “La  Reforma  Universitaria  y  la 
Realidad  Social”,  en  “Estudiantina”,  órgano  de  los  estudiantes  del 
Colegio  de  la  Universidad  de  La  Plata,  1925. 


32 


Mariátegui  coincide  en  algunos  puntos,  como  el  de  la 
acción  agraria,  con  Haya,  como  dice  él  mismo  en  un 
pie  de  página  en  “Siete  Ensayos  de  Interpretación  de  la 
Realidad  Peruana'’. 

En  1929  ya  existían  filiales  de  la  APRA  en  París, 
Londres,  Buenos  Aires,  Chile,  Perú,  Cuba,  Puerto  Rico 
y  Santo  Domingo. 

El  Partido  Aprista  Peruano  es  organizado  en  1930, 
el  APRA  se  convierte  en  bandera  de  lucha  de  las  clases 
medias  contra  la  dictadura.  La  ideología  de  la  APRA 
es  nacionalista,  busca  la  independencia  económica  de 
América  Latina  dentro  del  sistema  del  capitalismo,  no 
la  destrucción  del  sistema. 

Las  críticas  más  severas  salen  de  las  filas  del  socia¬ 
lismo.  En  1928  José  Antonio  Mella  publica  en  México 
un  folleto  que  se  llama  “¿Qué  es  el  APRA?”,  que  con¬ 
tiene  una  refutación  del  aprismo.  La  polémica  que  se 
abre  desde  entonces  es  un  tesitmonio  importante  de  las 
luchas  ideológicas  en  América  Latina.  La  crítica  de  Me¬ 
lla  al  aprismo  surge  de  su  convicción  de  que  es  necesa¬ 
rio  una  lucha  por  el  socialismo  en  América  Latina. 

A  principios  de  la  década  de  los  veintes  observamos 
en  América  Latina  un  despertar  en  cierto  modo  con¬ 
junto  de  la  clase  obrera  urbana  y  de  las  clases  medias. 
La  reforma  universitaria  es  expresión  de  este  surgimien¬ 
to  y  abre  la  discusión  sobre  el  futuro  de  Latinoamérica. 

A  finales  de  la  década  nos  enfrentamos  a  un  rompi¬ 
miento  entre  estas  dos  corrientes  ideológicas,  el  socia¬ 
lismo  que  lucha  por  una  revolución  en  favor  de  los  obre¬ 
ros  y  campesinos  y  el  aprismo,  para  entonces  ya  una 
ideología  consolidada,  que  se  funda  en  el  liderazgo  pe¬ 
queño  burgués  sobre  el  movimiento  revolucionario. 

La  discusión  se  intensifica  en  la  Primera  Conferencia 
Comunista  Latinoamericana,  reunida  en  Buenos  Aires 
del  lo.  al  12  de  junio  de  1929.  Una  de  las  figuras  de 
más  prestigio  en  este  evento  es  José  Carlos  Mariátegui. 
aunque  por  cuestiones  de  salud  no  podía  viajar  a  Bue¬ 
nos  Aires. 


33 


En  este  tiempo  ya  había  roto  con  las  ideas  de  Haya 
de  la  Torre  y  constituido  el  Partido  Socialista  Peruano. 

En  una  de  las  resoluciones  para  su  constitución  Ma- 
riátegui  dice:  El  partido  socialista  es  un  partido  de 
clase  y  por  consiguiente  repudia  toda  tendencia  que  sig¬ 
nifique  fusión  con  las  fuerzas  u  organismos  políticos  de 
las  otras  clases.  Condena  como  oportunista  toda  política 
que  plantee  la,  renuncia  momentánea  del  proletariado  a 
su  independencia  de  programa  y  acción ,  que  en  todo  mo¬ 
mento  deben  mantenerse  íntegramente ;  por  eso  condena 
y  repudia  la  tendencia  del  APRA.  Considera  que  el 
APRA  objetivamente  no  existe:  el  APRA  ha  sido  un  plan, 
un  proyecto ,  algunas  tentativas  individuales,  pero  jamás 
se  ha  condensad  o  en  una  doctrina  ni  en  una  organización, 
mucho  menos  en  un  partido.  En  las  condiciones  actua¬ 
les,  el  APRA  constituye  una  tendencia  confusionista  y 
demagógica  contra  la  cual  el  partido  luchará  vigorosa- 

,  ??  34 

mente. 

Sobre  estas  bases  ningún  entendimiento  entre  el  socia¬ 
lismo  revolucionario  y  el  aprismo  — herederos  de  la  re¬ 
forma  universitaria —  era  posible.  El  movimiento,  que 
nació  en  1918'  en  la  Universidad  de  Córdoba,  tomaba 
dos  caminos  diferentes. 

En  1926,  Mariátegui  había  fundado  la  revista  AMAU- 
TA,  que  tanta  influencia  tuvo  en  Latinoamérica  por  su 
labor  de  difusión  de  ideas  marxistas.  La  revista  expresa 
las  ideas  de  izquierda  del  movimiento  universitario,  los 
que  hacen  realidad  la  Universidad  Popular  González 
Prada  en  Perú.  En  1928  escribe  Mariátegui  en  AMAU- 
TA:  k‘El  trabajo  de  definición  ideológica  nos  parece 
cumplido  ...  La  primer  jornada  de  AMAUTA  ha  con¬ 
cluido.  En  la  segunda  jornada  no  necesita  ya  llamarse 
revista  de  la  Nueva  Generación,  de  la  vanguardia,  de  las 
izquierdas.  Para  ser  fiel  a  la  revolución  le  basta  ser  una 
revista  socialista? ”35 

En  1928,  dos  años  antes  de  su  muerte,  Mariátegui  pu- 

34  Martínez  de  la  Torre,  R.,  “Apuntes  para  la  Interpretación  Marxista 
de  la  Historia  del  Perú”,  Tomo  I,  Lima,  1947. 

35  AMAUTA  No.  7,  Lima  1928. 


34 


blica  en  Lima  su  famoso  libro4  Siete  Ensayos  de  Inter¬ 
pretación  de  la  Realidad  Peruana” i  una  interpretación 
marxista  de  la  política  peruana  y  del  fenómeno  político 
internacional.  Aquí  Mariátegui  no  admitió  ninguna  po¬ 
sibilidad  revolucionaria  práctica  sin  la  organización  pre¬ 
via  de  obreros  y  campesinos. 

Manuel  González  Calzada  escribe  sobre  la  influencia 
de  Mariátegui  en  Latinoamérica:  “ Tiene  razón  Enrique 
Ramírez  y  Ramírez:  Nuestra  generación  no  aprendió  el 
marxismo  en  los  teóricos  europeos,  sino  en  José  Carlos 
Mariátegui.  Fueron  ediciones  económicas  procedentes  de 
Sudamérica ,  Argentina  y  Chile,  principalmente  que  nos 
impulsaron  por  un  nuevo  camino  para  el  cual  México 
aún  no  tenía  fuentes  propias  de  orientación  ó  A' 


/ 


36  González  Calzada.  Manuel,  “México  en  el  Pensamiento  de  José 
Carlos  Mariátesjui”,  en:  Suplemento,  X  Aniversario  de  El  Día,  junio 
1972. 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■  Pedro  López  Díaz.  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárcel.  FUNDAMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100«Hóctor 
Cuadra.  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO;  101  ■  Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102B 
Ernesto  de  la  Torre  Villar^EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  1 03  «Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 
104  «Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA,  TECNICA.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106  «José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1 10 «María  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  González 
Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO;  112«  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  113«  Miguel  Bue¬ 
no.  UNIVERSIDAD.  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 1 4  «Víctor  Carlos  García  More¬ 
no.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1 1 5  «Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTERDISCIPLINARIEDAD;  116  ■  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO;  1 1 7  «  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  1 1 8«  Edgar 
Llinás  Alvarez.  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO?;  119  ■  Marcos  Kaplan.  CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRA¬ 
CION  LATINOAMERICANA; 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


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IDADES 


Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo 
LA  MUJER  EN  LA  UNIVERSIDAD. 
EL  CASO  DE  LA  UNIVERSIDAD 
NACIONAL  AUTÓNOMA  DE  MÉXICO* 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


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í  • 


. 


* 


3 


De  acuerdo  con  el  censo  de  1970,  la  población  de  Mé¬ 
xico  fue  de  50  694  600  habitantes,  de  los  cuales  25 
109  800  pertenecían  al  sexo  femenino,  es  decir,  un 
49.53%  de  la  población  total.  Para  1980,  un  cálculo 
optimista  de  la  población  nacional  y  suponiendo,  sin 
conceder,  que  da  tasa  de  crecimiento  haya  disminuido 
por  abajo  del  3.0%,  tendremos  un  total  de  69  902  000 
habitantes,  de  los  cuales,  por  lo  menos,  el  50%  es  de¬ 
cir,  34  951  000  pertenecerán  al  sexo  femenino.1 

Estas  casi  35  millones  de  mujeres  mexicanas  son  ob¬ 
jeto  de  atención  y  preocupación  de  este  "‘Primer  Foro 
Internacional  de  Mujeres  Ejecutivas”,  pero,  por  su  tema¬ 
rio,  siento  que  fundamentalmente  su  interés  prioritario 
se  vincula  con  las  mujeres  que  se  han  incorporado  a  la 
población  económicamente  activa  del  país  y  que,  de  una 
u  otra  forma,  participan  en  la  fuerza  de  trabajo  de  la 
sociedad  Mexicana. 

Cuál  es  el  papel  que  la  mujer  mexicana  ha  jugado  en 
su  vunculación  con  la  Universidad,  concretamente  con 
la  UNAM,  es  el  objeto  de  estas  breves  notas,  que  no  am¬ 
bicionan  constituirse  en  un  planteamiento  totalizador  de 
la  cuestión,  sino,  tan  sólo,  apuntar  algunos  datos  y  deta¬ 
lles  que  esperamos  puedan  ser  de  alguna  utilidad. 

De  unos  años  a  esta  parte  muchos  son  los  países  en 
vías  de  industrialización  que  han  dedicado  a  la  enseñan¬ 
za  una  proporción  cada  vez  mas  creciente  de  sus  rentas 
nacionales,  sin  embargo,  a  pesar  de  este  notable  esfuer¬ 
zo,  la  educación  femenina  ha  quedado  a  la  zaga  de  la 
masculina." 

La  diminutio  capitis  de  la  mujer  en  cuanto  a  las  po- 

*  Ponencia  presentada  en  el  “Primer  Foro  Internacional  de  Mujeres 
Ejecutivas”. 

1  México  Demográfico.  Breviario  1978.  México.  Consejo  Nacional  de 
Población. 

2  STANDING.  Guy.  La  instrucción  de  la  mujer  y  su  participación  en 
la  Fuerza  de  Trabajo.  Revista  Internacional  del  Trabajo,  Vol.  94,  Núm. 
3,  noviembre-diciembre,  1976.  p.  305. 


4 


sibilidades  de  acceso  a  la  educación,  y  sobre  todo  a  la 
educación  superior,  tiene  en  México  antecedentes  expli¬ 
cables. 

La  inferioridad  de  la  mujer  prehispánica  en  el  as¬ 
pecto  educativo  se  exteriorizaba  desde  el  momento  mis¬ 
mo  de  su  nacimiento.  El  tradicionalismo  pedagógico 
entre  el  pueblo  azteca  llevaba  a  la  TICITL  (comadrona) 
a  pronunciar  distintas  palabras  rituales  invocadoras  del 
destino  invariable  y  predeterminado  del  nuevo  ser,  en 
razón  de  su  sexo:  Si  el  recién  nacido  era  varón  decía  lo 
siguiente:  “Hijo  mío,  muy  tierno:  escucha  hoy  la  doc¬ 
trina  que  nos  dejaron  el  señor  YCALTECUTLI  y  la  se¬ 
ñora  YCALTICITL,  tu  padre  y  tu  madre.  De  medio  de 
ti  corto  tu  ombligo:  Sábete  y  entiende  que  no  es  aquí  tu 
casa  donde  has  nacido,  porque  eres  soldado  y  criado; 
eres  ave  que  llaman  quechol.  Eres  pájaro  que  llaman 
TZACÚAN  y  también  eres  ave  y  soldado  del  que  está 
en  todas  partes;  pero  esta  casa  donde  has  nacido  no  es 
sino  un  nido,  es  una  posada  donde  has  llegado,  es  tu  sali¬ 
da  para  este  mundo:  Aquí  brotas  y  floreces,  aquí  te 
apartas  de  tu  madre  como  el  pedazo  de  piedra  donde  se 
corta;  ésta  es  tu  cuna  y  lugar  donde  reclines  tu  cabeza, 
solamente  es  tu  posada  esta  casa;  tu  propia  tierra  otra 
es;  por  otra  parte  está  prometiendo,  que  es  el  campo 
donde  se  hacen  las  guerras,  donde  se  traban  las  batallas, 
para  allí  eres  enviado,  tu  oficio  y  facultad  es  la  guerra, 
tu  obligación  es  dar  de  beber  al  soldado  sangre  de  ios 
enemigos,  y  dar  de  comer  a  la  tierra,  que  se  llama 
TLALTECAXTLI,  con  los  cuerpos  de  los  contrarios. 

Pero  en  cambio,  cuando  el  recién  nacido  era  mujer, 
decía  la  TICITL:  “Habéis. de  estar  dentro  de  casa,  como 
el  corazón  dentro  del  cuerpo;  no  habéis  de  andar  fuera 
de  ella;  no  habéis  de  tener  costubre  de  ir  a  ninguna  par¬ 
te;  habéis  de  tener  la  ceniza  con  que  se  cubre  el  fuego 
en  el  hogar;  habéis  de  ser  las  piedras  en  que  se  pone  la 
olla;  en  este  lugar  os  entierra  nuestro  señor.  Aquí  ha- 


5 


béis  de  trabajar,  y  vuestro  oficio  ha  de  ser  traer  agua, 
moler  el  maíz  en  el  metate:  Allí  habéis  de  sudar  junto 
a  la  ceniza  y  el  hogar”.3 

Así  pues  el  futuro  de  la  mujer  azteca  estaba  previa¬ 
mente  determinado,  como  predeterminado  era  el  rol  que 
la  sociedad  le  asignaba. 

Bajo  este  orden  de  ideas  el  sistema  educativo  del  pue¬ 
blo  azteca  debía  orientarse  hacia  la  formación  del  va¬ 
rón  en  los  establecimientos  públicos  aue  fueron  el  CAL- 
MÉCAC  y  el  TELPOCHCALLI,  a  los  que  acudian  los 
hij  os  de  los  nobles  y  los  hijos  de  clase  media,  respecti¬ 
vamente. 

En  estas  instituciones  públicas  se  enseñaba  al  joven 
azteca  a  descifrar  jeroglíficos,  a  ejecutar  operaciones 
aritméticas,  a  observar  el  curso  de  los  astros,  a  medir 
el  tiempo,  a  conocer  las  plantas  y  los  animales,  y,  sobre 
todo,  el  arte  de  la  guerra. 

Por  su  parte,  las  mujeres  sólo  recibían  la  instrucción 
que  su  madre  les  proporcionaba,  dirigida  a  deshuesar 
el  algodón,  a  hilar  y  tejer,  a  moler  el  maíz,  el  tomate 
y  el  chile,  y  en  general,  a  ejecutar  todos  los  quehaceres 
domésticos.  Con  esta  misma  orientación  y  para  la  pre¬ 
paración  del  matrimonio  existieron  los  CALMÉCAC  fe¬ 
meninos,  que  fueron  reservados,  exclusivamente,  para 
la  instrucción  de  las  hijas  de  los  nobles. 

Entre  el  pueblo  maya  no  encontramos  una  estructura 
educativa  esencialmente  distinta  de  la  azteca.  Durante 
la  infancia,  niños  y  niñas  eran  educados  por  sus  padres 
y  madres,  respectivamente,  pero,  a  los  doce  años,  los  hi¬ 
jos  varones  eran  bautizados  y  consagrados  a  la  vida 
pública  e  ingresaban  en  los  establecimientos  públicos 
educativos,  que  existieron  a  manera  de  internados. 


3  LARROYO.  Francisco.  Historia  Comparada  de  la  Educación  en  Mé¬ 
xico.  10  ed.,  México,  Porrua,  1973.  pp.  69  y  70. 


6 


Mientras  tanto,  se  inculcaba  a  la  joven  maya  un  sen¬ 
timiento  de  vergüenza  hacia  el  hombre,  y  se  le  circuns¬ 
cribía  a  la  realización  de  las  labores  domésticas,  tales 
como  los  tejidos,  la  cocina,  la  molienda  del  maíz,  las 
funciones  de  aseo,  etcétera. 

En  el  periodo  de  la  Colonia  se  empiezan  a  insinuar 
los  primeros  esfuerzos  para  dar  una  mayor  instrucción 
a  la  mujer;  tal  es  el  caso  de  la  fundación  del  colegio  de 
niñas  en  Texcoco,  y  después  en  Huejotzingo,  Otumba, 
Cholula  y  Coyoacán,  todo  gracias  a  la  labor  del  bata¬ 
llador  obispo  Fray  Juan  de  Zumarraga.4 

Por  cédula  real,  fechada  en  Toro,  el  21  de  septiembre 
de  1551,  se  funda  en  México,  capital  del  virreinato  de 
Nueva  España,  la  Real  Universidad  de  México,  que  años 
después,  por  bula  papal,  adquiriría  también  el  nombre 
de  Pontificia.  La  Universidad  de  México  nacía  con  el 
sello  particular  que  había  caracterizado  a  los  estudios 
generales  que  surgieron  en  la  Europa  medieval,  es  decir, 
bajo  la  protección  y  dominio  eclesiástico,  y  por  tanto 
su  campus  fue  reservado  exclusivamente  para  los  varo¬ 
nes. 

Huelga  decir,  que  la  mujer  tampoco  pudo  incorporar¬ 
se  a  los  Colegios  Mayores  y  Menores,  ni  siquiera  a  los 
colegios  fundados  por  las  distintas  órdenes  religiosas  en 
los  que  se  impartió  la  enseñanza  secundaria. 

En  el  siglo  xvi  sólo  había  tres  instituciones  que  aten¬ 
dían,  aunque  con  grandes  deficiencias,  la  educación  ele¬ 
mental  de  la  mujer:  El  orfanatorio  para  niñas,  al  que 
se  dió  el  nombre  de  Colegio  de  Nuestra  Señora  de  la 
Caridad;  las  escuelas  de  “amiga”,  y,  los  surgidos  en 
conventos  de  religiosas.5 

Las  únicas  alternativas  que  se  presentaban  a  la  mujer 
dentro  de  su  contexto,  eran,  por  una  parte,  resignarse  a 


4  Idem.,  pp.  101  y  102. 

5  Idem.,  p.  103. 


7 


recibir  cuando  más  la  instrucción  elemental  y  dedicarse 
por  el  resto  de  su  vida  a  la  faenas  domésticas;  o,  incor¬ 
porarse  a  la  vida  conventual  con  el  ánimo  de  asomarse 
un  poco  más  a  la  cultura  pero  con  el  consiguiente,  re¬ 
nunciamiento  al  mundo  externo  y  a  la  aceptación  de  la 
rígida  disciplina  monástica. 

Fue  en  este  último  campo  donde  la  sorprendente  Jua¬ 
na  de  Asbaje,  gloria  de  las  lertas  hispanoamericanas,  se 
irguió  con  la  bandera  del  derecho  femenino  al  acceso 
de  la  educación  superior.  Tan  grande  fue  la  afición  de 
Sor  Juana  por  los  estudios  superiores  que  pidió  a  su 
madre  cambiar  su  vestimenta  de  mujer  por  la  de  hombre 
para  poder  ocurrir  a  las  aulas  de  la  Universidad.  Todo 
el  pensamiento  de  Sor  Juana  sobre  el  derecho  de  la 
mujer  a  la  educación,  está  volvado  en  su  réplica  al  ser¬ 
món  del  padre  Vieyra,  en  la  Respuesta  a  Sor  Filotea  y 
en  su  obra  más  popular:  Redondillas. 

Al  no  haberse  educado  la  mujer  con  la  misma  inten¬ 
sidad  que  el  varón,  perdía  paulatinamente  la  importan¬ 
cia  que  había  tenido  en  las  economías  agrarias  y  mer¬ 
cantiles  tradicionales  con  el  advenimiento  de  la  indus¬ 
trialización,  que  por  mucho  tiempo  la  condenó  a  realizar 
funciones  de  carácter  doméstico  e  informales.  La  mujer 
mexicana  todavía  a  principios  del  siglo  había  quedado 
en  una  posición  completamente  dependiente,  pues  que¬ 
daba  supeditada  a  la  capacidad  de  los  familiares  mas¬ 
culinos  en  la  captación  de  los  satisfactores  económicos. 

El  proceso  de  industrialización  del  país  que  exige  la 
capacitación  del  individuo  para  intervenir  en  el  proceso 
productivo  y  en  mercado  de  trabajo,  aunado  a  las  jus¬ 
tificadas  demandas  de  los  grupos  femeninos  por  igualar 
sus  derechos  y  distribuir  equitativamente  las  cargas  con 
los  varones,  ha  propiciado  un  acceso  más  fácil  de  la 
mujer  a  la  educación  superior. 

Hoy  en  día,  no  hay  lugar  ni  sector  en  la  Universidad 
en  donde  no  se  encuentre  la  presencia  femenina. 


8 


Con  fines  puramente  explicativos  podemos  referirnos 
a  la  participación  de  la  mujer  en  la  vida  universitaria 
en  los  siguientes  planos: 

a)  La  mujer  como  estudiante. 

b)  La  mujer  como  parte  del  personal  administrativo. 

c)  La  mujer  como  parte  del  personal  académico,  que 
a  su  vez  se  podría  dividirse  en  las  áreas  de  docencia 
e  investigación. 

d)  La  mujer  como  funcionaría  universitaria. 

a)  La  mujer  como  estudiante: 

La  escasez  de  oportunidades  de  empleo  y  el  bajo  nivel 
de  los  salarios  femeninos,  quitaban  a  los  padres  el  ali¬ 
ciente  para  invertir  dinero  en  la  educación  de  sus  hijas, 
especialmente  cuando  también  tenían  varones  por  edu¬ 
car:  Se  creaba  así  un  círculo  vicioso:  Como  no  se  veía 
en  las  mujeres  futuras  trabajadoras  no  se  les  daba  ins¬ 
trucción;  como  no  estaban  instruidas  sólo  se  les  ofrecían 
empleos  limitados;  como  los  empleos  para  ellas  eran  li¬ 
mitados  se  les  imponía  restricciones  para  el  estudio  en 
razón  de  su  escasa  productividad.0 

Muchos  años  de  progreso  económico  se  necesitaron  en 
los  países  industrializados  para  advertir  una  mejoría 
de  la  situación  femenina  en  este  campo.  La  situación  en 
países  en  vías  de  desarrollo  como  México,  aunque  se  ha 
remediado  en  alguna  forma  todavía  guarda  una  despro¬ 
porción  respecto  a  las  posibilidades  que  para  la  educa¬ 
ción  superior  se  ofrecen  al  varón  y  a  la  mujer.  Las  cifras 
no  mienten:  Globalmente,  la  población  escolar  de  la 
Universidad  se  ha  incrementado,  de  1940  a  1978  en  un 
1658.66%  al  haber  pasado  de  17  090  alumnos  en  el 


6  STANDING,  Guy.  Op.  cit.,  Supra,  nota  2.  pp.  305  y  306. 


9 


primer  año  citado  a  283  466  en  el  año  próximo  pasado. 
De  esta  cifra  global  el  incremento  de  alumnos  varones 
ha  sido  de  1361.46%  en  el  mismo  periodo,  al  haber 
pasado  de  13  547  alumnos  en  1940  a  184  437  en  1978. 7 

Por  su  parte,  el  crecimiento  de  la  población  escolar 
de  sexo  femenino  ha  sido  de  2795.06%  de  1940  a  1978, 
al  haber  pasado  de  3  543  mujeres  en  1940  a  99  029  en 
1978. 

Estas  cifras  denotan  que  en  38  años  la  población  es¬ 
colar  de  sexo  femenino  se  ha  incrementado  más  acele¬ 
radamente  que  la  de  sexo  masculino  en  términos  porcen¬ 
tuales. 

En  1940  la  participación  femenina,  tanto  en  los  ni¬ 
veles  profesionales  como  de  enseñanza  media  superior, 
representó  el  20.73%  de  la  población  escolar  total;  en 
1950  el  porcentaje  de  participación  femenina  cayó  al 
18.27%  y  en  1960  se  desplomó  hasta  el  17.62%. 8 

La  década  de  los  setentas  constituye  el  periodo  de 
mayor  crecimiento  de  la  población  escolar  femenina. 

En  1970  las  mujeres  estudiantes  representaban  el 
23.69%  de  la  población  escolar  total,  en  1977  el 
34.53%  y,  en  1978,  que  es  el  último  año  del  que  tene¬ 
mos  cifras  oficiales,  el  34.93%. 

Esto  quiere  decir  que,  en  la  actualidad  el  65%  de  la 
población  escolar  universitaria  está  constituida  por  es¬ 
tudiantes  varones  y  el  35%  por  estudiantes  mujeres.9 

Mientras  que  en  1940,  por  cada  3.8  estudiantes  va¬ 
rones  había  una  alumna,  en  la  actualidad  por  cada  1.8 
estudiantes  varones  hay  una  alumna. 

De  las  99  029  alumnas  universitarias  inscritas  en  la 


7  Véase:  Recopilación  de  Anuarios  Estadísticos,  1940-1958.  Secreta¬ 
ría  General,  UNAM,  p.  7  y;  Anuario  Estadístico  1978.  Secretaría  Ge¬ 
neral  Administrativa.  UNAM,  p.  1. 

8  Idem.,  1940-1958.  pp.  7  y  12  y,  1960.  p.  1. 

9  Idem.,  1970.  p.  1 ;  y  1977.  p.  1 ;  1978.  p.  1. 


10 


l 


UNAM  en  1978,  54  355  lo  fueron  a  nivel  profesional 
en  las  diversas  facultades,  escuelas  y  escuelas  naciona¬ 
les  de  estudios  profesionales;  el  resto,  es  decir,  44  674' 
lo  fueron  a  nivel  de  enseñanza  media  superior  con  ins¬ 
cripción  en  la  Escuela  Nacional  Preparatoria  y  en  el 
Colegio  de  Ciencias  y  Humanidades. 

El  número  de  alumnas  inscritas  a  nivel  medio  supe¬ 
rior  que  representa  el  34.5%  de  la  población  escolar  de 
este  nivel  hace  suponer  que  durante  los  próximos  tres 
años,  sin  considerar  los  casos  de  deserción,  la  verticali- 
zación  estadística  de  la  participación  femenina  no  sufri¬ 
rá  cambios  notables. 

Hoy  día  la  mujer  ha  explorado  en  carreras  profesio¬ 
nales  que  antaño  hubiera  parecido  imposible;  sin  em¬ 
bargo,  existen  carreras  bien  detectadas  donde  se  da  una 
mayor  concentración  de  estudiantes  de  sexo  femenino. 
Por  ejemplo: 


a)  Escuela  Nacional  de  Enfemería 

En  1962  ésta  escuela  tenía  una  población  escolar  de 
469  alumnos,  de  los  cuales  el  100%  fueron  de  sexo  fe¬ 
menino.10 

En  1974  el  total  de  alumnos  inscritos  fue  de  1  226 
de  los  cuales  1  200  fueron  mujeres. 

En  1978  la  población  escolar  se  incrementó  hasta  los 
1  498  alumnos,  de  los  cuales  1347  fueron  mujeres,  es 
decir,  el  89.91%.  Esta  es  la  carrera  que  mayor  pobla¬ 
ción  femenina  tiene.  Le  siguen  en  orden  descendente  la 
Escuela  Nacional  de  Trabajo  Social  con  88.87%;  La  de 
Psicología,  con  un  66.15%;  la  de  Filosofía  y  Letras, 
que  engloba  varias  carreras,  con  un  62.62%  y  la  de 


10  RAMÍREZ  G.,  Ramón  y  Alma,  CHAPOY,  Bonifaz.  Estructura  de 
la  Universidad  Autónoma  de  México.  Ensayo  Socio  Económico.  México, 
Fondo  de  Cultura  Popular,  1970.  pp.  30-33. 


11 


Odontología  con  un  57.52%.  Estas  son  las  facultades  y 
escuelas  que  tienen  un  mayor  porcentaje  femenino. 

Numéricamente  la  Facultad  en  que  existen  más  mu¬ 
jeres  es  la  de  Medicina,  que  cuenta  con  5  761  alumnas, 
pero  en  razón  de  que  es  la  Facultad  más  poblada  de  to¬ 
da  la  UNAM,  este  número  sólo  representa  el  30.43%. 

La  Facultad  de  Ciencias  ha  experimentado  un  acele¬ 
rado  crecimiento  de  su  población  escolar  femenina,  pues¬ 
to  que  en  1962  solo  había  el  29.94%,  en  1978  se  incre¬ 
mentó  hasta  el  40.26%. 

En  la  Facultad  de  derecho  el  estudiantado  femenino 
representa  el  37.78%  de  la  población  escolar,  en  la  de 
Contaduría  y  Administración  el  26.72%  en  la  de  Vete¬ 
rinaria  el  17.10%  y,  en  la  de  Ingeniería,  tan  sólo  el 
0.32%. 

¿Que  representan  estos  números? 

Evidentemente  que  la  alta  tasa  de  crecimiento  demo¬ 
gráfico  del  país,  ha  determinado  consecuentemente  una 
mayor  demanda  de  educación  superior,  que  han  tenido 
que  afrontar  las  instituciones  públicas  de  educación,  y 
en  mayor  escala  la  UNAM,  dada  su  categoría  de  Uni¬ 
versidad  Nacional  y  por  encontrarse  situada  en  la  por¬ 
ción  territorial  más  densamente  poblada  y  más  impor¬ 
tante  del  país  por  todos  motivos. 

Sin  embargo  debe  advertirse  que  desde  un  punto  de 
vista  porcentual,  que  no  numérico,  existe  un  mayor  in¬ 
cremento  de  la  población  escolar  femenina  que  el  de  la 
masculina.  Aunque  este  dato  representa  un  logro  impor¬ 
tante  todavía  habrán  de  pasar  algunos  años  para  que  se 
produzca  un  equilibrio  entre  la  población  escolar  feme¬ 
nina  y  masculina.  Otro  dato  alentador  es  que  actualmen¬ 
te  las  facultades  de  Filosofía  y  Letras,  Odontología  y 
Psicología  tienen  un  predominio  de  población  femenina. 
El  mayor  ingreso  de  mujeres  a  estas  facultades,  así  co¬ 
mo  a  las  escuelas  Nacional  de  Enfermería  y  de  Trabajo 


12 


Social,  demuestra  la  inclinada  proferencia  de  las  da¬ 
mas  por  las  carreras  humanísticas  y  asistenciales. 

De  cualquier  forma,  la  elección  de  la  carrera  profe¬ 
sional  que  hacen  los  hombres,  por  una  parte,  y,  las  mu¬ 
jeres  por  la  otra,  no  debe  plantearse  desde  una  per- 
pectiva  competencial,  sino  que,  por  el  contrario,  debe 
analizarse  desde  una  óptica  de  coordinación  y  de  armo¬ 
nía.  Basta  contemplar  que  el  dualismo  sexual,  biológi¬ 
camente,  nos  impone  la  coordinación  y  no  el  enfrenta¬ 
miento. 

Poco  a  poco  se  ha  ido  modificando  la  óptica  econo- 
micista  de  que  la  mujer  no  es  buen  sujeto  de  inversión 
por  parte  de  sus  padres  o  mantenedores,  pues  aunque 
no  se  han  alcanzado  los  niveles  deseados,  la  mujer  pro¬ 
fesionista  participa  cada  vez  más  en  el  mercado  de  tra¬ 
bajo. 

Dos  interrogantes  se  plantean  que  es  necesario  resol¬ 
ver,  y  que  ahora  sólo  nos  concretamos  a  plantear:  el 
primero  es  ¿que  relación  existe  entre  los  estudios  de  las 
mujeres  y  la  probabilidad  de  que  participen  en  la  fuer¬ 
za  de  trabajo?  y  segundo  ¿que  factores  son  los  más  pro¬ 
picios  para  que  la  relación  sea  positiva?  En  este  aspecto 
resulta  indispensable  la  consulta  del  importante  ensayo 
de  Guy  Standing,  de  la  Oficina  Internacional  del  Tra¬ 
bajo,  al  que  me  permito  remitirlos.11 

Parece  lógico  pensar  que  a  mayor  nivel  de  estudios 
alcanzados  por  la  mujer,  mayor  es  también  su  oportuni¬ 
dad  de  participar  y  de  enrrolarse  dentro  de  la  población 
económicamente  activa  del  país,  así  como  mayor  es  tam¬ 
bién  la  probabilidad  de  encontrar  espectativas  de  trabajo 
de  un  nivel  superior.  “Una  ojeada  a  la  evolución  de  la 
función  económica  de  la  mujer  en  países  industrializa¬ 
dos  tales  como  el  Reino  Unido  y  los  Estados  Unidos  re¬ 
vela  que,  mientras  que  antes  había  muchas  mujeres  de 


11  STANDING  Guy.  Opus  Cit,  Supra,  nota  2.  p.  306. 


13 


escasa  instrucción  que  trabajaban,  eran  relativamente 
pocas  las  casadas  con  estudios  que  lo  hacían  y  que  en  el 
siglo  xx  es  precisamente  el  aumento  de  la  participación 
de  este  último  grupo  lo  que  ha  elevado  la  tasa  general  de 
participación  femenina  en  la  fuerza  de  trabajo”.12 

No  se  nos  oculta  que  en  la  sociedad  se  presentan  cier¬ 
tos  factores  inhibitorios  que  desalientan  a  la  mujer  pro¬ 
fesionista  para  intervenir  en  el  mercado  de  trabajo.  Tales 
factores  son,  entre  otros,  la  baja  asignación  en  categorías 
que  se  les  otorgan  y  que  no  corresponden  ni  al  nivel  ni 
al  salario  de  sus  aspiraciones.  En  algunos  casos  se  ven 
forzadas  a  aceptar  empleos  de  menor  jerarquía  que  los 
de  hombres  con  niveles  de  instrucción  equivalentes,  e  in¬ 
cluso  inferiores;  en  otros  casos  el  desaliento  que  les  pro¬ 
duce  dicha  insatisfacción  de  sus  aspiraciones  las  orilla 
a  determinar  su  retiro  de  la  fuerza  de  trabajo. 

Sea  como  fuere,  desde  nuestra  particular  perspectiva, 
la  mujer,  al  igual  que  el  hombre,  que  han  alcanzado  un 
título  profesional,  y  han  egresado  de  una  institución  pú¬ 
blica  como  la  UNAM,  tienen  la  obligación  de  poner  en 
juego  todos  los  medios  a  su  alcance  para  ejercer  esa 
profesión  que  le  ha  sido  verdaderamente  costeada  por  el 
pueblo.  No  es  posible  ni  justo  que  la  mujer  una  vez  que 
ha  alcanzado  un  título  profesional  se  limite  exclusiva¬ 
mente  a  la  ejecución  de  las  labores  puramente  domés¬ 
ticas. 

El  haber  conseguido  una  profesión  lleva  consiguien¬ 
temente  el  compromiso  de  ejercerla;  de  ninguna  manera 
puede  ser  justificable  que  la  inversión,  no  exclusivamen¬ 
te  económica  sino  fundamentalmente  humana  se  desper¬ 
dicie  tan  lisa  y  llanamente. 

Las  prácticas  tradicionalistas  de  la  sociedad  mexica¬ 
na  que  llegan  a  colocar  a  la  mujer  en  una  jerarquía  in¬ 
ferior  respecto  al  hombre  en  el  plano  profesional,  no  se 

12  Idem.,  p.  306. 


14 


superarán  jamás  con  la  renuncia  femenina  a  su  parti¬ 
cipación  profesional,  sino  al  contrario,  con  su  concurso 
cada  vez  más  ámplio  y  vigoroso. 

Ciertamente,  el  rol  social  y  familiar  que  le  correspon¬ 
de  a  la  mujer  en  la  sociedad  mexicana,  le  impone  suce¬ 
sivos  valladares  para  armonizar  y  equilibrar  el  ejercicio 
de  su  profesión  con  las  obligaciones  que  le  son  inheren¬ 
tes  en  su  calidad  de  madre,  esposa  y  señora  de  la  casa. 
Lograr  esta  armonización  es  un  reto  que  se  presenta 
cada  vez  con  mayor  frecuencia  y  que  indudablemente 
exige  un  replanteamiento  y  redistribución  de  las  cargas 
sociales  y  familiares  que  al  hombre  y  a  la  mujer  le  co¬ 
rresponden,  y  que  basta  ahora  ha  sido  notoriamente  des¬ 
ventajoso  para  ésta. 

Pasando  a  otras  cuestiones,  debe  recordarse  que  el 
4  de  noviembre  de  1975,  el  Rector  de  la  Universidad 
Nacional  Autónoma  de  México,  en  uso  de  las  facultades 
que  le  confiere  el  artículo  34,  fracción  XIII  del  Estatuto 
General,  emitió  un  acuerdo  a  efecto  de  que  a  partir  de 
la  fecha  citada  la  Coordinación  de  la  Administración 
Escolar  elaborara  los  títulos  profesionales  y  de  grado 
obtenidos  por  las  mujeres,  con  la  designación  de  la  pro¬ 
fesión  en  género  femenino.13 

Aunque  en  realidad  la  legislación  universitaria  no  es¬ 
tablecía  lo  contrario,  la  Universidad  quiso  establecer 
expresamente  su  reconocimiento  a  la  igualdad  profesio¬ 
nal  entre  el  hombre  y  la  mujer. 


b)  La  mujer  dentro  del  personal  administrativo 

De  1961  a  1978  el  personal  administrativo  de  sexo 
femenino  prácticamente  se  sextuplicó,  ya  que  en  1961 
hubo  un  total  de  1  177  mujeres  del  total  de  personal  ad- 

13  “Gaceta  UNAM”.  Ciudad  Universitaria,  5  de  diciembre  de  1975, 
Tercera  época,  Yol.  XI,  No.  31. 


15 


ministrativo  que  en  ese  año  llegó  a  4  352  empleados, 
es  decir,  el  27.05%  del  personal  administrativo  total 
de  la  Universidad  fue  de  sexo  femenino.14 

Para  1970  el  personal  administrativo  de  sexo  feme¬ 
nino  se  había  más  que  duplicado,  llegando  su  número 
a  2  916  empleadas,  lo  que  representó  el  32.01%  del 
personal  administrativo  total.  Sin  embargo,  ha  sido  de 
1970  a  1978  cuando  se  ha  observado  un  notable  incre¬ 
mento  de  la  participación  femenina  en  el  personal  ad¬ 
ministrativo;  en  1977  se  llegó  a  5  827  empleadas  y  en 
1978  a  6  262;  este  número  representa  el  36.19%  del 
total  de  personal  administrativo,  que  en  este  último  año 
ascendió  17  305  trabajadores.15 

El  personal  femenino  se  encuentra  distribuido  en  di¬ 
versos  renglones  y  niveles  de  el  aparato  administrativo, 
y  aunque  todavía  la  mitad  se  concentra  en  el  personal 
de  administración,  que  comprende  las  funciones  secre- 
tariales,  existe  ya  un  número  importante  que  cubre 
plazas  de  confianza  que  es  casi  de  un  40%,  o  desarrolla 
funciones  de  tipo  profesional  y  especializado. lb 


c)  La  mujer  dentro  del  personal  académico 

También  en  este  renglón  ha  sido  notable  el  incremen¬ 
to  de  la  participación  femenina;  de  1961  a  1978  el  nú¬ 
mero  de  mujeres  docentes  e  investigadoras,  en  conjunto, 
ha  aumentado  casi  5  veces.1. 

En  1961  el  personal  académico  de  la  UNAM  fue  de 
6  694  profesores  e  investigadores,  de  los  cuales  tan  sólo 
1  068  fueron  mujeres,  es  decir,  el  15.97%  del  número 
total. 


14  Véanse:  Anuario  Estadístico  1961.  p.  252  y;  1978.  p.  259. 

Idem.,  1970.  p.  164  y;  1977.  p.  199,  1978.  p.  259. 

16  Idem.,  1978.  pp.  259  y  189. 
i!  Idem.,  1961.  p.  252  y;  1978.  p.  259. 


16 


La  década  de  los  sesentas  no  representó  un  gran  in- 
crimiento,  pues  en  10  años,  sólo  se  incorporaron  al  per¬ 
sonal  académico  otras  779  mujeres,  en  cambio,  en  la 
década  de  los  setentas,  en  ocho  años  se  ha  casi  triplica¬ 
do.  En  1978  hubo  en  la  Universidad  19  421  miembros 
del  personal  académico,  de  los  cuales  4  991  fueron  mu¬ 
jeres,  número  que  representa  el  25.7%  del  total  del  per- 
.  sonal  académico.18 

En  el  personal  docente  se  observa  un  mayor  incre¬ 
mento  numérico  ya  que  en  1961  había  958  profesoras 
y  en  1978  fueron  4  606,  es  decir,  el  25.35%  del  total- 
de  docentes.19 

Respecto  al  personal  de  investigación  en  1961  había 
110  investigadoras,  número  que  se  incrementó  hasta  385 
en  1978.  Aunque  el  personal  femenino  que  se  incorporó 
a  los  institutos  y  centros  de  investigación  fue  lógica  y 
obviamente  menor  que  en  el  área  de  la  docencia,  existe 
porcentualmente  una  mayor  participación  femenina  en 
el  sector  de  investigación  que  alcanza  ya  el  31%  del 
personal  total  de  investigación. 


d)  La  mujer  como  funcionaría  universitaria 

Hoy  en  día,  la  mujer  está  presente  en  los  más  altos 
cargos  ejecutivos  y  directivos  de  la  universidad.  De  los 
quince  miembros  que  integran  la  Junta  de  Gobierno  una 
es  mujer.  En  el  Consejo  Universitario  hay  14  conseje¬ 
ras  tanto  por  los  profesores  como  por  los  alumnos.  Hay 
ocho  directoras  de  dependencias  académicas  que  son  de 
las  facultades  de  Ciencias,  Economía  y  Psicología,  de  la 
Escuela  Nacional  de  Enfermería  y  Obtetricia,  del  Plan¬ 
tel  Antonio  Caso  (número  6)  de  la  Escuela  Nacional 
Preparatoria,  del  Plantel  Sur  del  Colegio  de  Ciencias  y 


18  Idem.,'  1978.  p.  259. 

19  Ibidem. 


17 


Humanidades,  del  Instituto  de  Investigaciones  Biblio¬ 
gráficas  y  de  los  centros  de  Estudios  sobre  la  Universi¬ 
dad  y  el  Universitario  de  Investigación,  Exámenes  y  Cer¬ 
tificados  de  Conocimientos.  Otras  tres  mujeres  ocupan 
direcciones  generales  administrativas,  que  son  la  de  Bi¬ 
bliotecas,  Intercambio  Académico  y  Extensión  Acadé¬ 
mica. 

La  Universidad  Nacional  Autónoma  de  México,  es  el 
pulso  del  país,  la  gran  caja  de  resonancia  de  los  pro¬ 
blemas  nacionales  y  espejo  fiel  de  nuestra  circunstancia. 
Mucho  ha  logrado  la  mujer  en  el  ámbito  nacional  y  ello 
se  refleja  en  la  Universidad,  pero  mucho  más  queda  to¬ 
davía  por  hacer  y  por  lograr  para  que  la  declaración 
constitucional  de  la  igualdad  juridica  del  hombre  y  la 
mujer  no  sea  tan  sólo  una  bella  idea  cargada  de  buenos 
sentimientos,  sino  un  principio  actuante  y  operativo. 

El  conseguir  una  participación  en  la  educación  supe¬ 
rior  igual  entre  el  hombre  y  la  mujer  no  se  producirá 
de  la  noche  a  la  mañana;  problemas  tan  añejos  no  son 
de  cómoda  y  expedita  resolución.  Todavía  algunas  cir¬ 
cunstancias  sociales  deben  modificarse  para  que  la  mu¬ 
jer  se  realice  plenamente  en  todos  los  planos  y  a  todos 
los  niveles.  Tal  conquista  no  se  logrará  con  el  desaliento 
y  la  renuncia,  sino  con  la  participación  y  el  concurso 
de  la  mujer  organizada. 

Entre  los  universitarios  no  hay  ni  tiene  por  que  haber 
más  distinción  ni  mas  jerarquía  que  la  del  saber. 


Tomo  I,  1  •  Jean-Paul  Sartre.  INSTRUCCIÓN  EX-CATHEDRA  Y 
DIFUSIÓN  DE  LA  CRISIS  DEL  SABER  UNIVERSITARIO  Y  EL 
DESCONTENTO  ESTUDIANTIL;  2  •  Luis  Villoro.  EL  RÉGIMEN 
LEGAL  Y  LA  IDEA  DE  LA  UNIVERSIDAD;  3  •  Maurice  Duverger. 
LA  REVUELTA  DE  LA  UNIVERSIDAD;  4  •  Leopoldo  Zea.  LA 
UNIVERSIDAD  AQUÍ  Y  AHORA;  5  •  Hebert  Marcuse.  UNA  APRE¬ 
CIACIÓN:  EL  MOVIMIENTO  EN  UNA  NUEVA  ERA  DE  REPRE¬ 
SIÓN;  6  •  Glaucio  Ary,  Dillon  Soares  y  Mireya  S.  de  Soares.  LA  FUGA 
DE  LOS  INTELECTUALES;  7  •  Paul  Ricoeur.  PERSPECTIVAS  DE 
LA  UNIVERSIDAD  CONTEMPORÁNEA  PARA  1980;  •  José  Luis 
Hoyo.  EL  MOVIMIENTO  ESTUDIANTIL:  ALCANCES  Y  LIMITA¬ 
CIONES;  9  •  Raúl  Olmedo.  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  EN 
FRANCIA;  10  •  Jean  Labbens.  TRADICIÓN  Y  MODERNISMO:  LA 
UNIVERSIDAD  EN  CHILE;  11  •  Darcy  Ribeiro,  Heron  de  Alengar 
y  otros.  UNIVERSIDAD  DE  PLANIFICACIÓN  SOCIAL,  LAS  CIEN¬ 
CIAS  HUMANAS  Y  LA  DINÁMICA  DE  LA  EDUCACIÓN  Y  DEL 
DESARROLLO;  12  •  Josefina  Vázquez  de  Knauth.  LA  UNIVERSI¬ 
DAD  NORTEAMERICANA,  PERSECUCIÓN  DE  LA  VERDAD  O 
DESHUMANIZACIÓN;  13  •  Aldo  E.  Solari.  LOS  MOVIMIENTOS 
ESTUDIANTILES  UNIVERSITARIOS  EN  AMÉRICA  LATINA;  14 

•  Rodney  Arismendi.  UNIVERSIDAD  Y  LUCHA  DE  CLASES;  15 

•  Henrique  González  Casanova.  LA  UNIVERSIDAD:  PRESENTE  Y 
FUTURO. 


Tomo  II.  16  •  Estudiantes  de  la  Universidad  de  Estrasburgo,,  y  miem¬ 
bros  de  la  Internacional  Situacionista,  1966,  Francia.  DE  LA  MISERIA 
DEL  TIEMPO  PRESENTE;  17  ©  Hanns-Albert  Steger.  EL  MOVI¬ 
MIENTO  ESTUDIANTIL  REVOLUCIONARIO  LATINOAMERICANO 
ENTRE  LAS  DOS  GUERRAS  MUNDIALES;  18  •  Pablo  González 
Casanova.  EL  CONTEXTO  POLÍTICO  DE  LA  REFORMA  UNIVER¬ 
SITARIA.  ALGUNAS  CONSIDERACIONES  SOBRE  EL  CASO  DE 
MÉXICO;  19  •  Kenneth  Keniston.  REBELDÍA  ESTUDIANTIL;  20 
•  Risieri  Frondizi.  LA  UNIVERSIDAD  EN  UN  MUNDO  DE  TEN¬ 
SIONES;  21  •  Marcel  Hicter.  JUVENTUD  IRACUNDA;  22  •  Lewis 
S.  Feuer.  LA  NOCIÓN  MARXISTA  DE  ALIENACIÓN  Y  LOS  MO¬ 
VIMIENTOS  ESTUDIANTILES;  23  •  Ma.  Elena  Rodríguez  de  Ma- 
gis.  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  DE  CÓRDOVA  EN  1918;  24  • 
Rodolfo  Mondolfo.  LA  UNIVERSIDAD  LATINOAMERICANA  COMO 
CREADORA  DE  CULTURA;  25  •  Harold  Perkin.  LA  PARTICIPA¬ 
CIÓN  ESTUDIANTIL  EN  EL  GOBIERNO  DE  LAS  UNIVERSIDA¬ 
DES;  26  •  Lucina  Franks  y  Tilomas  Powers.  EL  CASO  DE  DIANA 
OUGHTON ;  27  •  Gregorio  Weinberg.  TRAYECTORIA  DE  LA  UNI¬ 
VERSIDAD  DE  BUENOS  AIRES;  28  •  Abelardo  Villegas.  LA  IDEO¬ 
LOGÍA  DEL  MOVIMIENTO  ESTUDIANTIL  EN  MÉXICO;  29  • 
G.  D.  Parik.  INDIA  Y  SU  PROBLEMA  ESTUDIANTIL;  30  ©  Alexan- 
dre  Gorbousky.  LA  GENERACIÓN  DEL  RECHAZO  Y  EL  ENTU¬ 
SIASMO;  Documentos.  PROBLEMAS  UNIVERSITARIOS  DEL  BRA¬ 
SIL. 


Tomo  III.  31  •  Salvador  Allende.  LA  REVOLUCIÓN  SOCIAL  Y  LAS 
UNIVERSIDADES;  32  •  Carlos  M.  Rama.  LAS  UNIVERSIDADES 
LATINOAMERICANAS  EN  LA  ACTUAL  ÉPOCA  DE  TRANSICIÓN; 

33  •  Eduardo  Nicol.  MEDITACIÓN  DE  LA  PROTESTA  JUVENIL; 

34  •  Andrés  Garrido.  LA  NUEVA  MORAL;  35  •  Dietrich  Goldsmidt, 
Sibylle  Funk.  ¿TODAVÍA  ES  VIABLE  LA  UNIVERSIDAD  ;  36  •  Do- 
nald  Grattan.  ¿QUÉ  ES  LA  UNIVERSIDAD  ABIERTA?  EL  CASO 
DEL  REINO  UNIDO;  37  •  Judit  Bokser  de  Liwerant.  LOS  TRABA¬ 
JADORES  EN  EL  ESTADO  MEXICANO;  38  •  José  Luis  Hoyo  A.  ES¬ 
TADO.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD.  EL  CASO  DE  MÉXICO;  39  • 
Jorge  Pinto  Maza!.  EL  CONSEJO  UNIVERSITARIO.  UNIVERSIDAD 
NACIONAL  AUTÓNOMA  DE  MÉXICO;  40  •  Hans  Magnus  Enzensber- 
ger.  LA  MANIPULACIÓN  INDUSTRIAL  DE  LAS  CONCIENCIAS;  41 
•  Armand  Mattelart.  LAS  EMPRESAS  MULTINACIONALES  Y  LA 
AGRESIÓN  CULTURAL;  42  •  Gabriel  Careaga.  LOS  JÓVENES 
RADICALES;  43  «  Raúl  Allard  Neumann.  BASES  FUNDAMENTA¬ 
LES  DE  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  (Caso  de  Chile);  44  • 
Mario  Monteforte  Toledo.  CENTROAMÉRICA  MODELO  DE  DES¬ 
ARROLLO  DEFORME  Y  DEPENDENCIA;  45  •  Enrique  Tierno  Gal- 
ván.  LA  COMUNICACIÓN  CONTRADICTORIA. 


Tomo  IV :  46  •  Hugo  Gutiérrez  Vega.  EFECTOS  DE  LA  COMUNICA¬ 
CIÓN  MASIVA  DE  LA  SOCIEDAD;  47  •  Henrique  González  Casanova. 
LOS  MÉTODOS  DE  ENSEÑANZA  Y  LA  APERTURA  DE  LA  UNIVER¬ 
SIDAD;  48  •  Enrique  Ruiz  García.  EL  PODER  Y  LOS  PARTIDOS 
POLÍTICOS  MODERNOS;  49  •  Agustín  Cueva.  EL  PROCESO  CHILE¬ 
NO  (1970-1973)  ;  50  •  Jorge  Reinaldo  Vanossi,  Humberto  Quiroga  La- 
vie.  EL  CAMBIO  EN  LA  UNIVERSIDAD;  51  •  Gerardo  Estrada.  LOS 
MOVIMIENTOS  ESTUDIANTILES  EN  LA  UNAM,  1958-1973;  52  • 
Mario  Salazar  Valiente.  PERONISMO,  PROCESO  POLÍTICO  ARGEN-  . 
TINO  UNA  INTERROGANTE;  53  •  Francisco  López  Cámara.  HACIA 
UNA  CONCEPCIÓN  DIALÉCTICA  DE  LA  AUTONOMÍA  UNIVERSI¬ 
TARIA;  54  •  Jorge  Fernández  Varela.  LA  ESTRUCTURA  DE  GES¬ 
TIÓN  Y  SUS  NIVELES  DE  INTERPRETACIÓN;  55  o  Carlos  M.  Rama 
EL  DERRUMBE  DE  LAS  UNIVERSIDADES  LATINOAMERICANAS 
MERIDIONALES  EN  1973;  56  •  Jorge  Witker.  EL  DERECHO  EN 
AMÉRICA  LATINA  CONTENIDO  Y  ENSEÑANZA;  57  •  Abelardo  Vi¬ 
llegas.  SALVADOR  ALLENDE  Y  LA  EXPERIENCIA  SOCIALISTA 
CHILENA;  58  •  José  Enrique  González  Ruiz.  LA  UNIVERSIDAD 
ABIERTA  (el  caso  de  México)  ;  59  •  Mauro  Cappelletti.  UNIVERSI¬ 
DAD  EUROPEA,  EL  DEPARTAMENTO  JURÍDICO;  60  e  Gastón 
García  Cantó.  LAS  UNIVERSIDADES  CHILENAS  Y  EL  GOLPE  DE 


ESTADO. 


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Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 


Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 


Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 


México  20,  D.  F. 


TOMO  VIH:  97  «Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■  Pedro  López  Díaz.  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárcel.  FUNDAMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  lOOBHéctor 
Cuadra.  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO;  101  «Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102« 
Ernesto  de  la  Torre  Villar  JL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  1 03  «Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 
104  «Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA,  TECNICA,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106«José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  1 07  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1 10 «María  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  González 
Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO;  1 12«  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  1 13«  Miguel  Bue¬ 
no.  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 1 4  ■  Víctor  Carlos  García  More¬ 
no.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1 1 5  «Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTERDISCIPLINARIEDAD;  116  ■  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO;  117«  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  118«  Edgar 
Llinás  Alvarez.  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO?;  119  ■  Marcos  Kaplan.  CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRA¬ 
CION  LATINOAMERICANA;  120  ■  Renata  Marsiske.  ALGUNOS  ANTECEDEN¬ 
TES  LATINOAMERICANOS  DEL  MOVIMIENTO  DE  AUTONOMIA  UNIVERSITA¬ 
RIA  EN  MEXICO  1929; 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


BREVE  HISTORIA  DE  LA 
UNIVERSIDAD  CENTRAL 
DE  ECUADOR 


CAMILO  MENA 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


UNAM 


Camilo  Mena 

BREVE  HISTORIA 
DE  LA  UNIVERSIDAD  CENTRAL 

DEL  ECUADOR 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 


COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


3 


PRESENTACIÓN 

Una  cronología  de  hechos  y  aspectos  más  notables  en 
la  vida  de  la  Universidad  Central  del  Ecuador,  desde 
sus  orígenes  hasta  nuestros  días,  escrita  con  la  mayor 
imparcialidad,  y  en  apretada  síntesis,  es  lo  que  contiene 
este  trabajo. 

Se  ha  procurado  no  hacer  interpretación  de  episodios, 
ni  exaltación  o  crítica  de  personas  para  evitar  toda  polé¬ 
mica  dada  la  característica  de  la  publicación. 

El  propósito  de  esta  breve  historia  de  la  Universidad 
Central  es  el  de  recordar  un  poco  su  pasado.  La  Uni¬ 
versidad  eterna,  vértice  de  fuerzas  del  espíritu  ha  sido 
clausurada,  perseguida.  Fuerzas  innobles  han  tratado  de 
desprestigiarla.  Sin  embargo  se  ha  podido  levantar  cada 
vez  más  pujante  y  vigoroza  para  cumplir  con  sus  eleva¬ 
dos  fines. 

Un  estudio  crítico,  con  un  análisis  doctrinario  se  pu¬ 
blicará  en  breve.  Titula  el  libro  “Realidad  de  la  Univer¬ 
sidad  Ecuatoriana’’.  Las  características  de  esa  obra  son 
totalmente  diferentes  y  se  propone  el  autor  hacer  un  es¬ 
tudio  científico  e  interpretativo  sobre  la  educación  su¬ 
perior  en  el  Ecuador. 

Esta  pequeña  publicación  más  vale  es  una  narración 
cronológica  de  hechos  en  capítulos  de  nuestra  historia: 
La  Colonia,  La  Gran  Colombia  y  la  República.  Dentro  de 
este  último  capítulo  se  analizan  3  temas:  a)  Autonomía; 
b)  Constitucionalización  de  la  Autonomía;  y  c)  Sobe¬ 
ranía. 

Vale,  en  todo  caso,  hacer  patente  que  la  Universidad 
Central  del  Ecuador  tiene  sus  raíces  en  la  época  colonial 
y  es  una  de  las  primeras  de  América.  Casi  no  ha  inte¬ 
rrumpido  sus  actividades  desde  su  fundación.  Debe  ha¬ 
cerse  presente  que  en  América  es  la  primera  en  alcanzar 
su  autonomía  mediante  Decreto  Supremo  publicado  en 
el  Registro  Oficial  No.  81  de  17  de  octubre  de  1925. 
La  Constitucionalización  de  la  autonomía  se  inicia  en 
1945. 


4 


Finalmente  es  quizá  la  única  Universidad  que,  en 
ejercicio  de  su  soberanía  universitaria,  desconoció  la  Ley 
de  1971  y  ha  venido  desarrollando  sus  actividades  aca¬ 
démicas  y  docentes  a  base  de  sus  instituciones  creadas 
por  sus  organismos  de  gobierno:  Asamblea  y  Consejo 
Universitario. 


5 


LA  COLONIA 

Desde  el  año  1559,  funcionó  en  Quito,  el  estudiantado, 
en  el  Convento  de  San  Pedro  Mártir,  regentado  por  el 
Padre  Rafael  Segura,  de  la  comunidad  de  los  Francis¬ 
canos. 

Hay  también  pruebas  fehacientes  de  que  por  la  misma 
época,  en  el  Seminario  Mayor,  fundado  en  Quito  por  el 
Obispo  Pedro  de  la  Peña,  se  enseñaban  estudios  supe¬ 
riores  de  Filosofía,  Teología  y  Derecho  Eclesiástico. 

Universidad  de  San  Fulgencio 

Sixto  V,  mediante  Bula  de  20  de  agosto  de  1586,  dis¬ 
puso  la  creación  en  Quito  de  la  Universidad  de  San  Ful¬ 
gencio,  a  cargo  de  los  Agustinos  entre  los  que  podemos 
destacar  a  Agustín  Rodríguez  y  Diego  Mollinedo.  Más, 
tuvieron  que  pasar  varios  años,  hasta  1603,  para  que 
este  Centro  de  Educación  Superior  empezará  a  funcionar, 
para  enseñar  Derecho  Canónico,  Teología,  Arte,  etc.  La 
Universidad  de  San  Fulgencio  otorgaba  a  nivel  superior 
títulos  de  Licenciado,  Maestro  y  Doctor  en  Teología, 
tanto  a  seglares  como  a  religiosos.  Parece  que  hubo  pro¬ 
blemas  en  torno  a  sistemas  y  trabajo  y  pronto  esa  Uni¬ 
versidad  fue  atacada  con  tal  virulencia  que  el  Rey  Carlos 
III,  mediante  Cédula  Real  de  25  de  agosto  de  1786 
prohibió  que  este  Centro  de  Educación  Superior  confi¬ 
riera  títulos  y  grados. 

Universidad  de  San  Gregorio 

En  el  año  1619,  los  Jesuítas  fueron  autorizados  para 
dictar,  en  el  Seminario  de  San  Luis,  cátedras  de  enseñan¬ 
za  superior  en  la  ciudad  de  Quito.  Otorgaban  grados 
de  Licenciado  y  Doctor,  en  forma  similar  a  los  ya  exis¬ 
tentes  centros  de  Río  de  La  Plata  y  Tucumán. 

El  7  de  agosto  de  1621  el  Papa  Gregorio  XV,  autoriza 
la  creación  de  la  Universidad  en  la  ciudad  de  Quito.  El 
éxito  de  los  Jesuítas  y  la  autorización  papal  determinó 


6 


que  el  15  de  septiembre  de  1622  se  fundara  en  Quito, 
sobre  las  bases  del  Seminario  de  San  Luis,  una  verdadera 
Universidad  con  el  título  de  “Real  y  Pontificia  Univer¬ 
sidad  de  San  Gregorio  Magno”,  previa  autorización  otor¬ 
gada  por  el  Rey  Felipe  IV. 

Los  jesuitas  dieron  mucho  lustre  a  la  Universidad  de 
San  Gregorio.  Su  prestigio  fue  muy  alto,  pues,  la  Uni¬ 
versidad  llegó  a  parangonarse  con  las  de  México  y  Lima. 
Funcionó  hasta  el  13  de  agosto  de  1776  que  cerró  sus 
puertas. 

Universidad  de  Santo  Tomás 

En  sepitembre  de  1676  un  Capítulo  Provincial  acordó 
fundar  en  Quito  el  Colegio  de  San  Fernando  y  la  Uni¬ 
versidad  de  Santo  Tomás  de  Aquino.  En  el  año  1688, 
en  la  ciudad  de  Quito,  la  Universidad  de  Santo  Tomás 
de  Aquino  inició  sus  actividades.  Era  la  elevación  del 
Seminario  de  San  Fernando,  regentado  por  los  Domini¬ 
cos,  a  la  categoría  de  Centro  de  Educación  Superior.  Se 
otorgaban  títulos  universitarios  y  se  enseñaba  Filosofía, 
Teología,  Derecho  Canónico  y  Derecho  Civil. 

La  fundación  de  la  Universidad  de  Santo  Tomás  de 
Aquino  trajo  como  consecuencia  rivalidades  y  proble¬ 
mas  entre  los  dos  institutos,  que  determinaron  la  necesi¬ 
dad  de  encontrar  una  fórmula  que  delimitaba  las  fun¬ 
ciones  de  cada  Universidad. 

En  el  mes  de  octubre  de  1767  se  produjo  la  expulsión 
de  los  Jesuitas.  El  Seminario  de  San  Luis  y  la  Univer¬ 
sidad  de  San  Gregorio  sufrieron  graves  dificultades  y 
problemas  que  determinaron  a  la  postre,  la  paralización 
de  las  actividades  que  se  reiniciaron  en  1783  a  cargo  de 
los  Franciscanos. 

La  Junta  de  Temporalidades,  mediante  Acuerdo  de 
13  de  agosto  de  1776,  suprimió  la  Universidad  de  San 
Gregorio.  Con  fecha  4  de  abril  de  1786  se  declaró  secu¬ 
larizada  la  Universidad  de  Santo  Tomás  de  Aquino,  que 
empezó  a  funcionar  en  1788. 


7 


Vale  la  pena  transcribir  algunos  puntos  que  contiene 
el  Auto  de  la  Junta  de  Temporalidades: 

“.  .  .  Que  la  dirección  y  Gobierno  de  la  Universidad 
se  formalice  por  el  que  se  observa  en  las  capitales  de 
México  y  Lima  según  lo  dispuesto  en  las  leyes  del  títu¬ 
lo  veintidós,  Libro  Primero  de  las  Indias,  alternando  al 
Rectorado  a  elección  del  claustro  entre  eclesiásticos  y 
seculares ,  para  que  de  este  modo  sea  la  Universidad  ver¬ 
daderamente  pública  y  acudan  con  libertad  los  que  se 
apliquen  a  estudios  sin  preferencia  de  escuela,  ni  sis¬ 
temas,  pues  sólo  la  debe  haber  por  el  mérito  y  aprovecha¬ 
miento i;  a  cuyo  fin  se  formarán  los  estatutos  correspon¬ 
dientes,  con  reconocimiento  de  los  que  regían  en  las  dos 
universidades  de  Santo  Tomás  y  San  Gregorio  para  re¬ 
formarlos  o  aumentarlos  como  se  considere  más  conve¬ 
niente  .  . 

El  26  de  octubre  de  1787  fueron  aprobados,  con  el 
carácter  de  provisionales,  los  primeros  estatutos  de  la 
Universidad  de  Santo  Tomás  de  Aquino.  Las  reformas 
del  año  1800  no  fueron  aceptadas  ni  aprobadas. 

Es  claro  que  el  proceso  de  secularización  era  un  paso, 
hacia  la  democratización  de  la  Universidad  Latinoame¬ 
ricana.  Las  cátedras  que  se  introducen  principalmente 
en  Derecho  Civil,  Economía  Pública,  Historia  Civil,  De¬ 
recho  público,  Filosofía,  Medicina,  dan  una  tónica  de 
lo  que  se  produjo  con  la  secularización  de  la  Univer¬ 
sidad. 

Imposible  soslayar  una  realidad:  en  el  proceso  de 
emancipación,  acentuado  en  el  siglo  xvn  la  Universidad 
jugó  un  papel  importantísimo.  De  sus  claustros  salió 
el  gran  procer  Eugenio  de  Santa  Cruz  y  Espejo,  Médico 
genial  a  quien  no  le  satisfizo  el  conocimiento  de  la  inci¬ 
piente  ciencia  de  entonces  y  que  con  su  talento  y  patrio¬ 
tismo  fue  un  abanderado  de  los  principios  emancipato- 
rios. 

En  la  masacre  del  2  de  agosto  de  1810  mueren  Ma- 


8 


nuel  Quiroga  y  Pablo  Arenas,  Vicerrector  y  Prosecre¬ 
tario  de  la  Universidad. 

Durante  el  proceso  de  independencia  y  aún  antes, 
cuando  se  gestaron  los  primeros  movimientos,  la  Uni¬ 
versidad  vivió  intranquilizada.  Hasta  1822  funcionó  den¬ 
tro  de  una  relativa  tranquilidad.  Producido  el  primer 
grito  de  independencia,  en  Quito,  el  10  de  agosto  de 
1809  fue  afectada  en  sus  bases  y  la  independencia  lo¬ 
grada  el  24  de  mayo  de  1822  puso  término  a  su  activi¬ 
dad  debido  a  una  serie  de  circunstancias  que  escapan  al 
análisis  de  este  pequeño  esquema. 

El  27  de  junio  de  1822,  con  motivo  de  la  independen¬ 
cia  de  Quito,  se  sustituyeron  los  emblemas  reales  por  los 
republicanos. 

La  Universidad  en  la  Gran  Colombia 

No  quedó  la  ciudad  de  Quito,  por  cierto,  sin  Universi¬ 
dad.  Casi  inmediatamente  al  proceso  que  culminó  con 
la  independencia  formal  de  nuestros  pueblos,  se  inició 
una  nueva  etapa  de  la  Universidad.  En  efecto,  el  Con¬ 
greso  de  Cundinamarca  dictó,  el  18  de  marzo  de  1826 , 
la  Ley  General  sobre  Educación  Pública  y  dispuso  la 
creación  de  universidades  centrales  en  los  departamentos 
de  Cundinamarca,  Venezuela  y  Ecuador,  en  sus  capita¬ 
les:  Santa  Fé  de  Bogotá,  Caracas  y  Quito,  respectiva¬ 
mente. 

El  25  de  julio  de  1827  el  Libertador  Simón  Bolívar 
dictó  un  Reglamento  para  el  funcionamiento  de  la  Uni¬ 
versidad  de  Caracas  que  debía  aplicarse  a  los  otros  ins¬ 
titutos  de  Educación  Superior  de  la  Gran  Colombia. 

Este  Reglamento  contiene  algunos  aspectos  importan¬ 
tes,  especialmente  sobre  Gobierno  de  las  universidades 
integrado  por  dos  juntas:  una  general,  encargada  del 
Gobierno  de  la  Institución;  integrada  por  el  “Rector, 
Vicerrector,  doctores  y  maestros”  y  otra,  particular,  in¬ 
tegrada  por  Rector,  Vicerrector  y  catedráticos,  para  ve¬ 
lar  por  la  “exactitud  de  la  enseñanza”. 


9 


El  26  de  octubre  de  1827  se  creó  la  Facultad  de  Me¬ 
dicina. 

La  República 

Después  de  8  años,  como  parte  integrante  de  la  Gran 
Colombia,  el  13  de  mayo  de  1830  el  Distrito  Sur  se  cons¬ 
tituyó  en  Estado  Independiente.  Una  Convención  reu¬ 
nida  en  Riobamba,  en  el  mes  de  agosto  de  dicho  año,  le 
dio  el  nombre  oficial  de  República  del  Ecuador  olvi¬ 
dando  todo  el  pasado  histórico  de  Quito  y  aprobó  la  Cons¬ 
titución  que  establecía  nominalmente  una  Confederación 
e  instituía  las  bases  de  un  gobierno  republicano. 

En  la  administración  de  Vicente  Rocafuerte,  que  de¬ 
dicó  sus  mayores  esfuerzos  a  la  educación,  se  dictó  un 
Decreto  que  introducía  varias  reformas  a  la  enseñanza 
superior. 

El  11  de  febrero  de  1836  la  Universidad  Central  del 
Ecuador  adopta  para  su  escudo  la  leyenda  “Omnium 
potentior  est  sapientia”. 

El  26  de  febrero  de  1836  mediante  Decreto,  se  da 
una  nueva  organización  a  la  Universidad,  disponiendo 
que  habrá  juntas  generales  y  Junta  de  Gobierno  y  Admi¬ 
nistración  para  supervigilar  la  enseñanza. 

El  26  de  noviembre  de  1847  se  expide  el  Decreto  Le¬ 
gislativo  que  organiza  la  Facultad  de  Medicina. 

En  el  año  1852  el  Presidente  José  María  Urbina 
expulsó  a  los  Jesuítas  y  se  afectó  a  la  educación  supe¬ 
rior.  En  esta  administración  también  se  produjo  un 
hecho  singular  cuando  se  decretó  la  libertad  de  estudios 
en  1853,  según  la  cual  los  estudiantes  de  cursos  supe¬ 
riores  no  estaban  obligados  a  asistencia  de  clases  y  po¬ 
dían  presentarse  simplemente  a  rendir  exámenes.  Ésto 
produjo  anarquía  y  no  pocos  problemas  a  la  educación. 

En  1857  fue  elegido  Rector  Gabriel  García  Moreno. 
Más  tarde  ejercería  la  Presidencia  por  dos  períodos. 
Desde  este  año  funcionó  una  comisión  para  la  elabora- 


10 


ción  de  un  Reglamento  para  la  Universidad.  Fundó  las 
cátedras  de  Química  y  Ciencias  Exactas. 

En  1862  se  aprobó  el  Concordato,  que  entró  en  vi¬ 
gencia  en  noviembre  de  1865.  Se  estableció  en  su  Alt. 
3o.  lo  siguiente:  “La  instrucción  de  la  juventud  en  las 
universidades,  colegios,  facultades,  escuelas  públicas  y 
privadas,  será  en  todo  conforme  a  la  doctrina  católi- 
ca  .  .  . 

En  1863  se  dictó  una  nueva  Ley  Orgánica  de  Educa¬ 
ción  Pública,  que  introdujo  notables  innovaciones. 

El  13  de  febrero  de  1869,  García  Moreno,  Dictador 
del  Ecuador,  ex-Rector,  clausuró  la  Universidad  Central 
del  Ecuador.  Fundó,  para  reemplazar  los  estudios  supe¬ 
riores,  la  Escuela  Politécnica. 

Un  hombre  universitario  “destruye  transitoriamente 
la  Universidad  de  Quito,  alta  entidad  de  cultura,  ya  dos 
veces  centenaria,  de  la  cual  habían  salido  los  hombres 
más  representativos  de  la  Patria  .  .  .”  como  dice  Alfredo 
Pérez  Guerrero  en  su  obra  la  Universidad  y  la  Patria. 
El  Decreto  de  clausura  dice:  “La  Universidad  de  esta 
capital,  no  solamente  ha  hecho  deplorar  los  funestos  de¬ 
fectos  de  una  enseñanza  imperfecta,  sino  que  ha  llegado 
a  ser  un  foco  de  perversión  de  las  más  sanas  doctrinas.” 

En  1875  el  Congreso  restableció  la  Universidad  Cen¬ 
tral. 

Proclamado  Jefe  Supremo  Ignacio  de  Veintimilla  en 
1876,  puso  de  inmediato  en  vigencia  la  Ley  de  Instruc¬ 
ción  Pública  de  1863  y  la  Universidad  volvió  a  tener  la 
organización  anterior  a  su  clausura. 

En  el  año  1878  la  Asamblea  Constituyente,  en  una 
nueva  Ley  de  Instrucción  Pública,  reestableció  todos  los 
derechos  de  la  Universidad. 

En  1880  se  dictó  una  lev  que  permitía  el  nombramien¬ 
to  de  Rector  y  Vicerrector  al  Presidente  de  la  República. 
Profesores  y  estudiantes  la  rechazaron  y  fueron  perse¬ 
guidos. 

El  5  de  junio  de  1895  se  produce  la  célebre  revolu- 


11 


ción  liberal  y  asciende  como  Jefe  Supremo  y  luego  como 
Presidente  Constitucional  del  Ecuador  el  General  Eloy 
Alfaro. 

La  revolución  liberal  trae  un  nuevo  horizonte  para 
la  educación  superior.  La  Universidad  teológica,  dogmᬠ
tica  y  clerical,  de  modelo  español,  dio  paso  en  este  ré¬ 
gimen  a  la  Universidad  Estatal,  con  tendencia  liberal, 
de  modelo  francés,  una  Universidad  profesional  que  pro¬ 
fundizó  el  conocimiento  científico. 

Es  nombrado  Rector  un  eminente  ciudadano,  el  Doc¬ 
tor  Luis  Felipe  Borja,  que  introdujo  grandes  reformas, 
especialmente  modificando  los  sistemas  de  enseñanza, 
suprimiendo  materias  y  dando  una  orientación  de  tipo 
liberal. 

En  e]  año  1897  la  Asamblea  Nacional  Constituyente 
establece  el  verdadero  origen  de  la  Universidad  y  me¬ 
diante  decreto  determina  que  “La  Universidad  de  Quito 
continuará  con  el  nombre  de  Universidad  Central  de 
Santo  Tomás  de  Aquino”. 

Se  adscriben  a  la  Universidad  el  Observatorio  Astro¬ 
nómico,  el  Jardín  Botánico  y  la  Escuela  de  Agronomía. 

En  abril  de  1907  una  manifestación  estudiantil  tiene 
como  epílogo  la  muerte  de  un  estudiante.  El  Rector, 
profesores  y  empleados  renuncian  a  sus  cargos  y  la  Uni¬ 
versidad  es  clausurada. 

En  1918  se  forma  la  Comisión  Organizadora  de  la 
Federación  de  Estudiantes  y  el  Tercer  Congreso  de  Es¬ 
tudiantes  de  los  países  colombianos. 

El  5  de  junio  de  1919  quedó  organizada  la  Federa¬ 
ción  de  Estudiantes  y  su  supremo  Consejo  Federal. 

Por  Decreto  de  18  de  octubre  de  1918  los  estudiantes 
alcanzan  ]a  representación  en  las  juntas  de  Facultad, 
con  voz  y  voto.  Posteriormente  alcanzaron  representación 
en  la  Junta  General  de  Profesores,  Junta  Administra¬ 
tiva  y  juntas  de  Facultad. 

El  19  de  octubre  de  1922  la  lucha  estudiantil  alcanza 
una  reforma  de  gran  trascendencia  cuando  la  representa- 


12 


ción  de  los  estudiantes  alcanza  a  un  tercio  de  los  votos 
de  los  profesores  en  la  Junta  Administrativa  y  en  las 
juntas  de  Facultad. 


LA  AUTONOMÍA  UNIVERSITARIA 

El  9  de  julio  de  1925,  toma  el  poder  una  “Junta  de  Go¬ 
bierno  Provisional”,  que  pone  término  a  una  etapa  de  la 
vida  nacional  iniciada  en  1912  que  fue  acentuando  poco 
a  poco  la  hegemonía  de  la  banca  de  la  costa. 

Entre  los  programas  de  esta  Junta  contaba  precisa¬ 
mente  la  reforma  universitaria.  Era  evidente  la  influen¬ 
cia  del  Movimiento  Córdova  de  1918,  cuyos  principios  y 
postulados  habían  sido  bandera  de  lucha  de  la  juventud 
universitaria  de  entonces  y  que  fueron  acogidos  por  el 
gobierno  provisional,  que  con  fecha  6  de  octubre  de 
1925  dicta  la  Ley  de  Educación  Superior  que  consagró 
]a  autonomía  universitaria. 

En  efecto,  en  el  Registro  Oficial  No.  81,  de  17  de 
octubre  de  1925,  se  promulga  la  Ley  de  Educación  Su¬ 
perior  y  en  el  Art.  2,  textualmente  se  dice: 

“Alt.  2.  Reconócese  la  autonomía  de  las  universidades 
de  la  República  en  cuanto  a  su  funcionamiento  técnico 
y  administrativo,  con  sujeción  al  presente  Decreto.” 

En  los  artículos  8,  10  y  14,  se  consagra  el  cogobierno 
al  determinar  la  forma  de  composición  del  Consejo  Uni¬ 
versitario,  de  la  Asamblea  y  la  Junta  de  Facultad,  cuyo 
texto  es  el  siguiente: 

“Art.  8.  El  Consejo  Universitario  se  compondrá:  del 
Rector,  el  Vicerrector,  los  decanos,  el  representante  del 
Ministerio  de  Instrucción  Pública  y  de  un  estudiante  por 
cada  Facultad,  incluyéndose  el  Presidente  del  Centro  Lo¬ 
cal  de  la  Federación  de  Estudiantes,  quien  representará 
a  los  alumnos  de  la  facultad  a  la  cual  pertenezca.” 

“Art.  10.  La  Asamblea  Universitaria  constará:  de  to¬ 
dos  los  profesores  titulares,  de  la  mitad  de  profesores 
agregados  de  cada  facultad,  del  Presidente  del  Centro  Lo¬ 
cal  de  la  Federación  de  Estudiantes  y  de  un  número  de 


13 


estudiantes  igual  a  la  tercera  parte  del  de  profesores  ti¬ 
tulares  y  agregados  que  deben  integrar  la  Asamblea.” 

“Art.  14.  Las  de  facultades  se  compondrán:  de  los 
profesores  titulares,  de  los  profesores  agregados  y  de 
los  representantes  de  los  estudiantes  en  el  número  de 
una  tercera  parte  del  total  de  profesores  titulares  y  agre¬ 
gados.  Las  facultades  serán  presididas  por  el  Decano  o 
por  el  Subdecano  en  su  falta.” 

En  el  Art.  11  se  enumeran  algunas  de  las  artibucio- 
nes  del  Consejo  Universitario  que  son  consagratorias  de 
la  autonomía;  las  normas  son  las  siguientes:  b)  Aprobar 
los  reglamentos  y  planes  de  estudio  que  formulen  las  fa¬ 
cultades  y  escuelas;  c)  Resolver  la  creación  de  nuevas 
ramas  de  enseñanza  o  dependencias  universitarias  o  de¬ 
cretar  la  supresión  de  aquellos  que  creyere  conveniente 
previa  aprobación  del  Ministerio  de  Instrucción  Públi¬ 
ca^)  Dictai;  las  disposiciones  relativas  a  la  docencia 
libre,  la  cual  queda  autorizada  por  el  presente  decreto; 
h)  Dictar  reglamentos  generales  para  el  buen  régimen 
didáctico  y  administrativo  de  la  institución;  i)  Fijar  las 
condiciones  para  la  provisión  de  las  cátedras  y  nombrar 
los  profesores  de  acuerdo  con  las  disposiciones  del  pre¬ 
sente  Decreto. 

El  17  de  diciembre  de  1934,  el  Doctor  José  María 
Velasco  Ibarra  clausuró  la  Universidad  Central. 

El  país  ha  vivido  años  de  inestabilidad  política.  La 
Universidad  ha  sido  intervenida,  clausurada  y  reorga¬ 
nizada. 

El  26  de  abril  de  1937,  el  Ingeniero  Federico  Páez, 
encargado  del  mando  supremo  de  la  República,  dicta 
una  nueva  Ley  de  Educación  Superior  que  aparece  pu¬ 
blicada  en  el  Registro  Oficial  1071.  En  su  Art.  2o.  se 
dice  textualmente:  “Reconócese  la  autonomía  de  las  uni¬ 
versidades  de  la  República  en  cuanto  a  su  funcionamien¬ 
to  técnico  y  administrativo,  con  sujeción  al  presente  De¬ 
creto.” 

En  el  año  1938,  según  Decreto  Supremo  No.  90  de 


14 


27  de  enero  del  mismo  año,  publicado  en  el  Registro 
Oficial  No.  84-85,  se  dicta  una  nueva  Ley  de  Educación 
Superior,  en  el  gobierno  del  general  Alberto  Enríquez 
Gallo,  que  ratifica  la  autonomía  universitaria. 

La  Ley  de  1938,  en  su  artículo  segundo,  dice  lo  si¬ 
guiente:  “Las  universidades  y  la  Junta  Universitaria  de 
Lo  ja  son  autónomas,  en  lo  concerniente  a  su  funciona¬ 
miento  técnico  y  administrativo,  de  acuerdo  con  la  pre¬ 
sente  Ley.” 

El  Alt.  8,  textualmente  dice:  “las  universidades  y  es¬ 
cuelas  superiores  alcanzarán  progresivamente  su  auto¬ 
nomía  económica,  mediante  arbitrios  que  las  capaciten 
para  ello,  para  lo  cual  el  Estado  les  debe  su  ayuda.  Hasta 
tanto,  en  la  Ley  de  Presupuesto  General  constarán  las 
cantidades  necesarias  para  su  sostenimiento”. 

Esta  Ley,  sin  embargo,  dejaba  al  Ministro  de  Educa¬ 
ción  una  facultad  muy  amplia,  que  le  permitía  interve¬ 
nir  y  clausurar  la  Liniversidad.  En  efecto,  el  Art.  22  de 
dicha  Ley,  decía  lo  siguiente:  “6o.  Decretar  la  reorga¬ 
nización  o  clausura  de  las  escuelas,  facultades  o  univer¬ 
sidades  que  no  funcionaren  de  acuerdo  con  esta  Ley.” 

Desde  1919  hasta  1939  ejercieron  el  Rectorado  12  dis¬ 
tinguidos  ciudadanos.  Sus  períodos,  en  algunos  casos, 
no  llegaron  a  completar  un  año. 

El  14  de  diciembre  de  1938  el  Doctor  Aurelio  Mos¬ 
quera  Narváez,  Presidente  Constitucional,  ex-Rector  de 
la  Universidad  Central,  la  clausura. 

En  el  año  de  1939  se  inicia  una  nueva  etapa  en  la 
Universidad  ecuatoriana.  Es  elegido  Rector  el  ilustre 
Médico  y  Maestro  Universitario  Doctor  Julio  Enrique 
Paredes,  hombre  dotado  de  excepcionales  cualidades  in¬ 
telectuales,  que  ejerce  su  mandato  por  12  años,  tres  pe¬ 
ríodos  de  cuatro  años  cada  uno.  Esta  etapa  de  estabili¬ 
dad  institucional  permite  a  la  Universidad  un  gran  pro¬ 
greso,  inclusive  en  el  orden  material,  ya  que  la  Univer¬ 
sidad  en  esta  etapa  adquiere  casi  50  hectáreas  de  terre- 


15 


no  en  el  norte  de  la  ciudad  en  donde  se  levanta  actual¬ 
mente  la  ciudad  universitaria. 

En  el  período  rectoral  del  Doctor  Julio  Enrique  Pa¬ 
redes,  se  constitucionaliza  la  autonomía  universitaria. 

CONSTITUCIONALIZACIÓN  DE  LA  AUTONOMÍA 

La  Asamblea  Constituyente  que  se  reúne  luego  de  la 
llamada  “revolución  del  28  de  mayo  de  1944”  aprobó 
la  Constitución  número  15  de  la  vida  republicana,  inclu¬ 
yendo  principios  del  constitucionalismo  social  de  gran 
novedad  en  el  Ecuador.  Dicho  documento  consagró  la 
constitucionalización  de  la  autonomía  universitaria,  al 
establecer  en  su  Art.  143,  el  siguiente  texto:  “Las  uni¬ 
versidades  son  autónomas,  conforme  a  la  Ley,  y  atende¬ 
rán  de  modo  especial  al  estudio  y  resolución  de  los  pro¬ 
blemas  nacionales  y  a  la  difusión  de  la  cultura  entre  las 
clases  populares.  Para  garantizar  dicha  autonomía,  el 
Estado  procurará  la  creación  del  patrimonio  universita¬ 
rio.  Se  garantiza  la  libertad  de  cátedra.  En  el  presupues¬ 
to  constará  anualmente  una  partida  destinada  a  becas 
para  hijos  de  obreros,  de  artesanos  y  de  campesinos.  Se 
garantiza  la  libertad  de  organización  de  los  profesores  y 
de  los  estudiantes.  La  ley  determinará  la  forma  de  in¬ 
tervención  de  los  estudiantes  en  los  asuntos  directivos  y 
administrativos  de  los  institutos  de  educación.” 

La  Constitución  de  1945  tuvo  efímera  duración,  pues 
el  30  de  marzo  de  1946  se  produce  un  golpe  de  estado  y 
se  convoca  a  una  nueva  Asamblea  Constituyente  de  ten¬ 
dencia  conservadora  que  dicta  la  Constitución  de  1946, 
que  reafirma  la  autonomía,  cuando  en  su  Art.  172  dice 
lo  siguiente:  “Las  universidades,  tanto  oficiales  como 
particulares,  son  autónomas.  Para  la  efectividad  de  esta 
autonomía  en  las  universidades  oficiales,  la  Ley  propen¬ 
derá  a  la  creación  del  patrimonio  universitario.” 

Después  del  Rectorado  del  Doctor  Julio  Enrique  Pa¬ 
redes,  es  elegido  Rector  el  ilustre  jurisconsulto  Doctor 
Alfredo  Pérez  Guerero.  Ejerció  su  mandato  por  tres  pe- 


16 


riodos  consecutivos.  Desde  1951  hasta  1963.  Hombre 
de  grandes  virtudes,  de  gran  capacidad  intelectual  y  mo¬ 
ral  dio  estabilidad  y  prestigio  a  la  Universidad.  Se  lo¬ 
graron  grandes  reformas  académicas,  eventos  culturales, 
nuevos  planes  de  estudio,  programas,  etc.  Se  construye¬ 
ron  gran  parte  de  los  edificios  de  la  actual  ciudadela 
universitaria. 

Los  años  de  fecundo  trabajo,  de  estabilidad,  de  tras¬ 
cendentales  reformas  de  la  Universidad,  terminan  el  11 
de  julio  de  1963,  fecha  aciaga  para  la  Institución. 

Durante  el  periodo  del  Rectorado  del  Doctor  Alfredo 
Pérez  Guerrero  dos  hechos  de  gran  trascendencia  reafir¬ 
man  el  principio  de  la  autonomía  universitaria. 

En  efecto,  el  Consejo  de  Estado,  Organismo  llamado 
a  “velar  por  la  observancia  de  la  Constitución  y  de  las 
leyes  .  .  .”  resolvió  que  no  era  de  su  competencia  el  avo¬ 
car  conocimiento  de  asuntos  universitarios  por  respeto  a 
la  autonomía  consagrada  en  la  Constitución  vigente  de 
1946. 

Posteriormente,  en  el  año  1960  cuando  la  Comisión 
Legislativa  Permanente  codifica  varias  leyes,  que  se  pu¬ 
blican  el  20  de  agosto  del  propio  año,  elimina  el  aparta¬ 
do  6  del  Art.  250  de  la  Ley  Orgánica  de  Educación,  que 
facultaba  al  Ministro  de  Educación  para  clausurar  uni¬ 
versidades,  reiterando  así  la  plena  autonomía  de  los  cen¬ 
tros  de  educación  superior. 

El  proceso  de  descomposición  del  país  llevó  al  po¬ 
der  a  una  dictadura  militar  de  ingrata  recordación  para 
ios  ecuatorianos,  afectó  gravemente  a  los  centros  de  edu¬ 
cación  superior,  principalmente  a  la  Universidad  Cen¬ 
tral  del  Ecuador,  que  se  vio  conmovida  en  su  esencia 
v  sus  bases. 

j 

Entre  1963  y  1966,  años  de  permanencia  de  esta  dic¬ 
tadura  militar,  se  dictaron  dos  leyes  de  educación  su¬ 
perior  que  aunque  aparentemente  reconocen  la  autono¬ 
mía  de  las  universidades,  en  la  práctica  conculcaban  los 
principios  y  conquistas  más  acariciados  y  defendidos  por 


17 


]a  gente  pensante  del  país.  En  este  periodo  la  Universi¬ 
dad  fue  intervenida  en  tres  ocasiones. 

El  20  de  agosto  de  1963  se  promulga  en  el  Registro 
Oficial  un  Decreto  de  la  Junta  Militar  de  Gobierno,  me¬ 
diante  el  cual  se  reforma  la  Ley  de  Educación  Superior. 
Se  restablece,  según  estas  reformas,  la  facultad  del 
Ministro  de  Educación  para  “clausurar  o  reorganizar 
total  o  parcialmente  las  universidades  y  escuelas  supe¬ 
riores  .  .  .”. 

El  9  de  septiembre  del  propio  año,  la  Junta  Militar 
reorganiza  la  Lhiiversidad  Central  “.  .  .  nombra  a  grupos 
de  profesores  en  cada  Facultad,  excepto  en  la  de  Filo¬ 
sofía,  Letras  y  Ciencias  de  la  Educación,  la  cual  quedó 
clausurada  con  todos  sus  institutos  anexos”. 

Centenares  de  profesores  fueron  excluidos  y  proscri¬ 
tos  de  la  Universidad  por  ser  “comunistas”  o  tener  ideas 
“extremistas”. 

El  30  de  enero  de  1964  la  Universidad  es  clausurada. 

Vale  la  pena  transcribir  una  publicación  del  Diario 
El  Universo  de  Guayaquil,  que  dice: 

“La  Ciudad  Universitaria  amaneció  ocupada  por  la 
fuerza  publica,  una  vez  que  los  estudiantes  fueron  des¬ 
alojados  de  sus  recintos,  después  de  que  la  Junta  Militar 
de  Gobierno  decretó  la  clausura  de  la  Universidad  Cen¬ 
tral  del  Ecuador,  por  segunda  ocasión.  La  ciudadanía 
ha  recibido  con  dolor  este  hecho.  La  gráfica  muestra 
como,  en  el  interior  de  la  Universidad,  pastan  numerosas 
acémilas  del  ejército  en  los  jardines  universitarios,  como 
si  se  tratara  de  cualquier  potrero.” 

En  efecto,  la  ciudad  universitaria  no  tiene  puertas, 
“sus  avenidas  y  calles  son  como  brazos  abiertos  hacia  la 
ciudad  y  el  pueblo”. 

Durante  más  de  2  meses  la  Universidad  permaneció 
clausurada. 

Lo  más  insólito  se  produce  cuando  la  Junta  Militar 
de  Gobierno  dictó  un  Decreto  Supremo  con  fecha  2  de 
abril  de  1964,  mediante  el  cual,  al  reabrir  la  Univer- 


18 


sidad,  nombró  Rector,  Vicerrectoi  y  decanos  de  las  di¬ 
versas  facultades. 

Fue  nombrado  el  Ingeniero  Alejandro  Segovia,  Rec¬ 
tor  de  la  Universidad,  que  ejerció  el  mandato  por  pocos 
meses,  pues,  el  peso  de  la  oposición  universitaria  frente 
a  la  espúrea  designación  determinó  su  renuncia. 

El  Doctor  Julio  Enrique  Paredes,  Maestro  de  grandes 
virtudes,  fue  nuevamente  llamado  por  la  comunidad  uni¬ 
versitaria  y  fue  elegido  Rector  para  el  periodo  1965-69. 

La  dictadura  militar  continuó  hostigando  a  la  Univer¬ 
sidad,  que  mantenía  una  abierta  lucha  en  defensa  de  su 
autonomía  y  en  acción  crítica.  Hubo  enfrentamientos, 
apresamiento  de  estudiantes  y  la  Universidad  vivió  con¬ 
vulsionada. 

El  25  de  marzo  de  1966,  como  una  culminación  del 
hostigamiento  permanente  de  la  dictadura  y  de  enfren¬ 
tamientos  entre  estudiantes  y  miembros  de  la  fuerza  pú¬ 
blica,  se  produce  un  hecho  de  vergüenza  para  sus  prota¬ 
gonistas.  El  “cuerpo  de  paracaidistas  del  ejército,  bata¬ 
llones  “Yaguachi”,  “Vencedores’  y  “Chimborazo”  ata¬ 
can  e  invaden  la  Universidad,  destruyendo  varios  bienes 
materiales  y  conduciendo  presos  a  profesores,  emplea¬ 
dos  y  estudiantes. 

La  dictadura  dispone,  además,  la  clausura  de  la  Uni¬ 
versidad. 

El  Consejo  Universitario  rechaza  la  clausura  y  emite 
la  siguiente  resolución:  “Universidad  Central  del  Ecua¬ 
dor  a  la  Nación:  El  H.  Consejo  Universitario  declara: 
Que,  siendo  la  Universidad  Central  libre,  democrática 
y  tradicionalmente  autónoma  desconoce  por  ilegítimo  el 
decreto  de  clausura  expedido  por  la  Dictadura  Militar; 
y,  resuelve:  Por  las  circunstancias  que  son  de  dominio 
público,  suspender  temporalmente  sus  actividades  hasta 
cuando  retorne  el  país  al  imperio  de  la  libertad,  la  justi¬ 
cia  y  el  derecho.  Quito,  marzo  26  de  1966.  f)  Julio  E. 
paredes,  Rector.  Germano  Cabrera,  Secretario  General. 
Siguen  las  firmas  de  los  Decanos. 


19 


Cuatro  días  más  tarde,  el  29  de  marzo  de  1966  es 
depuesta  la  Junta  Militar  de  Gobierno. 

El  Doctor  Julio  Enrique  Paredes,  el  propio  día  29 
de  marzo  reasumió  sus  funciones  de  Rector.  La  Univer¬ 
sidad,  una  vez  más,  dio  una  gran  demostración  de  su 
fuerza  moral  y  espiritual. 

Asumió  el  poder  interinamente  el  señor  Clemente  Ye- 
rovi  Indaburu  y  en  breve  se  dictó  una  nueva  Ley  de  Edu¬ 
cación  Superior,  el  31  de  mayo  de  1966,  elaborada  por 
hombres  universitarios,  que  al  reafirmar  la  autonomía 
introdujo  en  sus  normas  el  principio  de  la  inviolabilidad 
de  los  predios  universitarios.  En  efecto  el  Art.  3o.  de 
dicha  Ley  dice:  “Salvo  lo  que  dispone  la  Constitución 
Política  de  la  República,  el  recinto  de  las  universidades 
y  escuelas  politécnicas  es  inviolable.  Su  vigilancia  y  el 
mantenimiento  del  orden  son  de  competencia  y  de  res¬ 
ponsabilidad  de  sus  autoridades.  Nadie  podrá  penetrar 
en  él  sino  con  el  consentimiento  de  dichas  autoridades 
o  con  orden  judicial  de  autoridad  competente  en  caso 
de  delito  común.” 

En  el  año  1967  una  nueva  Constitución  recoge  nueva¬ 
mente  los  principios  de  la  autonomía  e  inviolabilidad  de 
los  predios,  y  en  su  Art.  43,  textualmente  dice:  “Las  uni¬ 
versidades  y  las  escuelas  Politécnicas  son  autónomas  y 
se  rigen  por  ley  y  estatutos  propios;  para  la  efectividad 
de  esta  autonomía,  la  Ley  propenderá  a  la  creación  del 
patrimonio  universitario.  Sus  recintos  son  inviolables 
y  no  pueden  ser  allanados  sino  en  los  casos  y  términos 
en  que  puede  serlo  la  morada  de  una  persona.  Su  vigilan¬ 
cia  y  el  mantenimiento  del  orden  interno  son  de  compe¬ 
tencia  y  de  responsabilidad  de  sus  autoridades.  Son  fun¬ 
ciones  fundamentales  de  las  universidades  y  de  las  escue. 
las  politécnicas  la  formación  cultural,  la  preparación  pro¬ 
fesional,  la  investigación  científica,  el  planteamiento  y 
estudio  de  los  problemas  sociales,  educativos  y  econó¬ 
micos  del  país  y  la  contribución  al  desarrollo  nacional.” 

Dictada  la  nueva  Ley  de  Educación  Superior,  el  Doc- 


20 


tor  Julio  Enrique  Paredes,  que  ha  ejercido  con  acierto 
e  inteligencia  el  Rectorado,  renuncia  a  sus  funciones. 

Una  nueva  Asamblea  Universitaria,  convocada  según 
las  nuevas  normas  legales,  elige  Rector  al  Doctor  Juan 
Isaac  Lovato,  quien  encuentra  una  seria  oposición  estu¬ 
diantil  en  su  mandato.  Permanece  en  el  Rectorado  algo 
más  de  un  año. 

El  23  de  febrero  de  1969  asume  interinamente  el 
Rectorado  el  Decano  más  antiguo  Doctor  Euis  Verdesoto 
Salgado,  quien  después  de  pocos  meses  convoca  a  elec¬ 
ciones,  siendo  elegido  para  el  Rectorado  el  Doctor  Ma¬ 
nuel  Agustín  Aguirre  para  el  periodo  1969-1973.  El 
Doctor  Aguirre  había  ejercido  el  Vicef rectorado  hasta 
1963,  anteriormente. 

El  21  de  junio  de  1970  el  dictador  Velasco  Ibarra,  un 
hombre  universitario,  clausura  nuevamente  la  Universi¬ 
dad  Central  del  Ecuador  y  apresa  a  sus  principales  au¬ 
toridades  y  dirigentes  estudiantiles. 

La  Lhiiversidad  permanece  intervenida  por  9  largos 
meses  soportando  la  más  prolongada  de  las  clausuras, 
aunque  su  voz  estuvo  siempre  presente  condenando  la 
dictadura. 

Vale  la  pena  transcribir  el  manifiesto  público  que  di¬ 
rigió  al  país  el  Doctor  Luis  Verdesoto  Salgado,  Decano 
más  antiguo,  con  motivo  de  la  clausura  de  la  Universi¬ 
dad: 

6"La  Universidad  Central  del  Ecuador  a  la  opinión  Pú¬ 
blica:  La  Universidad  Central  del  Ecuador,  Alma  Mater 
de  la  cultura  y  de  la  libertad,  ha  sido  intervenida  y  sus 
sagrados  recintos  han  sido  violados.  Han  sido  privados 
de  la  libertad  el  Doctor  Manuel  Agustín  Aguirre,  Rector 
de  la  Institución;  el  profesor  Arturo  Zambrano,  Vice¬ 
rrector;  el  Doctor  Aníbal  Muñoz  Quirola,  Secretario  Ge¬ 
neral;  el  estudiante  Patricio  Garzón,  Presidente  de  la 
Federación  de  Estudiantes  Universitarios,  y  muchos  otros 
estudiantes.  Se  ha  despedazado  la  autonomía  universita¬ 
ria,  cimera  conquista  de  los  pueblos  civilizados,  que 


21 


hace  posible  la  libertad  de  cátedra  y  la  investigación  cien¬ 
tífica,  y  que  implica,  al  mismo  tiempo,  la  asunción  de 
graves  responsabilidades  en  la  vida  de  la  ciencia  y  en  la 
conducción  de  los  destinos  de  la  cultura.  La  Universidad 
Central  no  puede  sobrevivir  sino  en  el  goce  de  la  ple¬ 
nitud  de  sus  potestades.  Su  autonomía  y  su  libertad  y 
la  inviolabilidad  de  sus  recintos  constituyen  la  esencia 
de  su  ser  y  la  única  posibilidad  para  su  desenvolvimiento 
y  para  que  pueda  cumplir  su  misión  de  servicio  en  la 
solución  de  los  grandes  problemas  nacionales.  Con  estos 
antecedentes,  la  Universidad  Central  deja  constancia  de 
su  más  enérgica  protesta  por  la  violación  de  sus  recintos 
y  por  el  atropello  de  que  han  sido  objeto  sus  autoridades 
y  sus  estudiantes.  Exige  la  inmediata  libertad  del  señor 
Rector  y  del  señor  Vicerrector  y  demás  autoridades  que 
han  sido  detenidas,  para  que  reasuman  sus  funciones. 
Exige  la  inmediata  libertad  de  los  estudiantes  a  fin  de 
que  se  reintegren  a  su  labor  de  estudio,  investigación 
científica  y  trabajo.  Exige  la  inmediata  entrega  de  los 
predios  universitarios  que  han  sido  ocupados  por  la  fuer¬ 
za  pública.  La  Universidad  Central  del  Ecuador,  cuya 
tradición  de  autonomía  pertenece  a  la  sustancia  misma 
de  su  existir;  cuya  misión  de  defensora  irrestricta  de 
la  libertad  y  la  democracia  y  de  lucha  por  los  principios 
de  liberación  nacional,  han  sido  su  signo  y  su  definición, 
reafirma  su  actitud  irrenunciable  de  portaestandarte  de 
las  más  gloriosas  tradiciones  de  la  patria  y  de  símbolo 
de  la  libertad  y  la  justicia,  del  respeto  a  los  derechos 
humanos  y  a  la  libre  expresión  de  las  ideas.  Quito,  junio 
22  de  1970.  f)  Dr.  Luis  Verdesoto  Salgado,  Decano  más 
antiguo  de  la  Universidad  Central.” 

SOBERANÍA  UNIVERSITARIA 

Una  etapa,  sin  duda,  única  en  América,  se  inicia  en  el 
Ecuador  v  en  la  Universidad  Central  en  el  año  1971. 

Después  de  9  meses  de  clausura,  en  enero  de  1971, 
se  publica  una  Ley  de  Educación  Superior,  que  elimina 


22 


grandes  conquistas  universitarias  y  que  mediante  un  or¬ 
ganismo  llamado  Consejo  Nacional  de  Educación  Supe¬ 
rior,  integrado  por  elementos  extraños  a  la  Universidad 
puede  controlar  la  vida  de  la  Institución,  con  facultades 
omnímodas. 

La  Ley,  en  general,  es  rechazada  por  la  comunidad 
universitaria  pues,  aparte  de  principios  atentatorios  a 
la  autonomía,  en  ciertas  disposiciones  transitorias  se 
proscribe  el  retorno  a  la  Institución  de  las  autoridades 
que  habían  ejercido  sus  funciones  hasta  la  fecha  de  su 
clausura. 

Estas  autoridades:  Rector  y  varios  decanos,  en  actos 
ejemplares,  de  una  indestructible  posición  moral  y  espi¬ 
ritual,  durante  los  nueve  meses  de  clausura  habían  veni¬ 
do  manteniendo  reuniones  clandestinas  y  publicando  ma¬ 
nifiestos  exigiendo  la  reapertura  de  la  Universidad  y  con¬ 
denando  algunos  actos  de  la  dictadura. 

En  un  abierto  desafío  a  la  dictadura  fueron  reelectos 
los  decanos  de  Filosofía,  Jurisprudencia,  Administra¬ 
ción,  Economía,  Artes  y  Arquitectura;  encargándose  el 
Rectorado  al  Decano  más  antiguo,  Doctor  Luis  Verdesoto 
Salgado  e  iniciándose  ésta  nueva  etapa  en  la  vida  de 
la  Universidad.  Las  diversas  facultades  unánimemente 
acordaron  no  designar  autoridades  definitivas. 

Reabrieron  las  universidades  de  Guayaquil,  Cuenca 
y  Loja  y  nombradas  sus  autoridades,  el  Ministro  de  Edu¬ 
cación  convocó  a  los  rectores  de  los  centros  de  educación 
superior  del  país  para  organizar  el  Consejo  Nacional. 

Los  rectores  Luis  Verdesoto  Salgado,  de  la  Universi¬ 
dad  Central  del  Ecuador;  Carlos  Cueva  Tamariz,  de 
Cuenca;  Marco  Antonio  Reinoso,  de  Guayaquil  y  José 
María  Vivar  Castro,  de  Loja,  se  reúnen  en  Quito  y  acor¬ 
daron,  por  unanimidad,  no  concurrir  a  la  convocatoria 
del  señor  Ministro  de  Educación  y  dirigieron  a  la  nación 
un  manifiesto  histórico,  cuyo  texto  es  el  siguiente: 

“Las  universidades  a  las  que  representamos  estiman 
que  un  Consejo  Nacional  de  Educación  Superior  integra- 


23 


do  en  la  forma  prevista  en  la  Ley  ,y  con  las  excesivas 
atribuciones  que  se  le  señalan,  es  una  práctica  negativa 
de  la  autonomía  universitaria  teóricamente  declarada 
en  los  primeros  artículos  de  la  Ley  y  que  ellas  están  obli¬ 
gadas  a  preservarla  y  defenderla.  Creen  las  universida¬ 
des  que  es  necesario  un  órgano  de  coordinación  de  las 
universidades  y  escuelas  politécnicas  que  debiera  estar 
constituido  con  auténticos  representantes  de  ellas  (profe¬ 
sores  y  estudiantes),  vinculados  estrechamente  a  su  ac¬ 
ción  cultural  y  educativa  y  con  atribuciones  limitadas  a 
esa  acción  coordinadora,  indispensable  para  el  progreso 
de  los  institutos  de  educación  superior.  En  virtud  de 
estas  consideraciones,  manifestamos  a  usted,  señor  Mi¬ 
nistro,  que  nos  abstenemos  de  concurrir  a  la  sesión  con¬ 
vocada  por  usted  y  demandamos  del  gobierno  nacional 
que  considere  seria  y  formalmente  la  necesidad  de  la 
derogatoria  de  la  Ley  actual  y  la  consiguiente  sustitución 
por  otra  que,  surgida  del  ámbito  universitario,  interprete 
fielmente  los  principios  fundamentales  de  la  Universidad 
Ecuatoriana;  ya  que  la  Ley  vigente,  si  bien  sirvió  para 
su  reapertura,  es  contradictoria  e  inconveniente  para  la 
marcha  normal  de  las  universidades  que  hacen  actual¬ 
mente  todos  los  esfuerzos  necesarios  para  normalizar  su 
vida.” 

Declaró  la  Universidad  entonces  que  desconocía  la 
Ley  de  Educación  Superior,  hecha  por  el  Dictador  José 
María  Yelasco  Ibarra  y  que  viviría,  en  adelante,  sus 
principios  inmanentes  y  eternos  y  sus  propias  normas 
jurídicas ,  reglamentos  y  resoluciones  emanadas  de  sus 
legítimos  organismos:  Asamblea  Universitaria  y  Conse¬ 
jo  Universitario. 

El  gobierno  no  se  atrevió  a  intervenir  nuevamente  en 
la  Universidad.  Por  cierto  un  boicot  económico  se  hizo 
presente  para  asfixiar  a  la  Institución  e  impedir  su  ac¬ 
ción  creadora. 

Ejercen  el  Rectorado  interinamente  decanos  de  va¬ 
rias  facultades  en  6  años  de  soberanía  universitaria: 


24 


Luis  Verdesoto  Salgado,  Teodoro  Salguero,  Camilo  Me¬ 
na,  Gonzalo  Luzuriaga,  Estuardo  Pazmiño. 

Se  logra  cierta  estabilidad  institucional  gracias  a  la 
inmensa  fe,  a  los  valores  morales  y  espirituales  de  quie¬ 
nes  conforman  la  comunidad  universitaria. 

En  el  mes  de  mayo  de  1973,  se  reúne  en  Quito  el 
Primer  Congreso  de  Universidades  y  Escuelas  Politéc¬ 
nicas.  Entre  las  varias  resoluciones  trascendentales  de 
universidades  y  escuelas  politécnicas  estatales,  particu¬ 
lares  y  católicas,  consta  lo  siguiente: 

“El  I  Congreso  Nacional  de  Universidades  y  Escue¬ 
las  Politécnicas,  considerando:  que  desde  el  momento 
mismo  de  su  expedición,  todas  las  universidades  y  es¬ 
cuelas  politécnicas  del  país  manifestaron  públicamente 
su  total  y  franco  rechazo  a  la  Ley  de  Educación  Supe¬ 
rior  dictada  por  Velasco  Ibarra  en  1971;  dado  que  di¬ 
cha  Ley  atenta  y  conculca  los  principios  fundamentales 
y  conquistas  que  son  esencia  de  la  Universidad  Ecuato¬ 
riana  y  Latinoamericana;  y,  que  la  Ley  de  Educación 
Superior  expedida  en  mayo  de  1966,  que  fue  inspirada 
por  hombres  universitarios,  garantiza  el  libre  desenvol¬ 
vimiento  de  las  universidades  y  escuelas  politécnicas, 
y  consagra  los  principios  y  conquistas  universitarias, 
alcanzadas  a  lo  largo  de  la  historia,  resuelve:  1.  De¬ 
mandar  por  unanimidad  la  vigencia  de  la  Ley  de  Edu¬ 
cación  Superior  dictada  el  31  de  mayo  de  1966  y  de¬ 
clara  que  sus  actos  se  someterán  exclusivamente  a  esa 
Ley.  2.  Que  todas  las  universidades  y  escuelas  politéc¬ 
nicas  incorporen  en  sus  estatutos  la  representación  pa¬ 
ritaria  de  los  estudiantes,  en  todos  los  niveles,  así  como 
la  participación  de  los  empleados  y  trabajadores  univer¬ 
sitarios  en  los  organismos  de  dirección  universitaria. 
3.  Que  todas  las  universidades  y  escuelas  politécnicas 
eliminen  de  sus  reglamentos  los  exámenes  de  ingreso. 
Quito,  18  de  mayo  de  1973  f)  Dr.  Estuardo  Pazmiño 
Donoso,  Presidente,  f)  Dr.  Adriano  Rosales  Larrea, 
Secretario”. 


25 


En  el  mes  de  febrero  de  1976,  en  un  nuevo  acto  de 
desafío  a  la  dictadura  militar,  se  convoca  a  la  Asamblea 
Universitaria  para  elegir  autoridades  definitivas  pues, 
han  transcurido  6  años  de  rectorados  interinos.  Está 
gobernando  el  país  una  nueva' dictadura  militar,  dirigi¬ 
da  por  los  jefes  de  las  tres  ramas  de  las  fuerzas  armadas. 

La  Asamblea  se  reunió  con  prescindencia  de  las  nor¬ 
mas  de  la  Ley  mordaza  de  1971,  a  base  de  un  instruc¬ 
tivo  elaborado  por  el  H.  Consejo  Universitario,  que  re¬ 
coge  las  resoluciones  del  I  Congreso  de  Universidades 
y  Escuelas  Politécnicas  de  1973  y  las  decisiones  del 
máximo  Organismo  de  dirección  de  la  Institución,  nor¬ 
mas  que  significaban  una  novedad  en  América  Latina: 
cogobierno  paritario  (igual  representación  entre  docen¬ 
tes  y  estudiantes)  y  representación  de  los  trabajadores 
no  docentes. 

Dos  mil  personas  se  reúnen,  luego  de  ocho  años  de 
azarosa  vida,  para  elegir  autoridades  definitivas  para 
el  periodo  1976-1980.  Es  electo  el  Doctor  Camilo  Mena 
Mena,  que  antes  había  ejercido  el  Decanato  de  la  Fa¬ 
cultad  de  Jurisprudencia  en  dos  periodos,  el  Vicerrecto- 
rado  y  rectorado  interinos. 

El  gobierno  dictatorial  se  ve  precisado  a  respetar  la 
resolución  soberana  de  la  comunidad  universitaria. 

En  el  mes  de  mayo  de  1976  se  reúne  el  II  Congreso 
de  Universidades  y  Escuelas  Politécnicas.  Asisten  los 
representantes  de  profesores,  estudiantes  y  trabajadores 
no  docentes  de  los  17  institutos  de  educación  superior. 
Se  aprueba  un  proyecto  de  Ley  en  donde  se  recogen,  para 
institucionalizarlos  jurídicamente,  principios  que  esta¬ 
ban  viviéndose  en  varios  centros  de  estudios  superiores: 
democratización  de  la  educación,  libre  admisión,  cogo¬ 
bierno  paritario,  representación  de  trabajadores  no  do¬ 
centes,  inviolabilidad  de  sus  predios,  etcétera. 

En  la  parte  introductoria  del  proyecto  de  Ley,  se  hace 
constar  lo  siguiente: 

“Art.  lo.  La  Educación  Superior  es  la  culminación 


26 


del  sistema  educacional  ecuatoriano;  dirige  su  activi¬ 
dad  a  la  realización  de  los  ideales  de  la  nacionalidad, 
de  la  democracia,  de  la  justicia  social,  de  la  paz  y  de  la 
defensa  de  los  derechos  humanos.  Está  abierta  a  todas 
las  corrientes  del  pensamiento  universal,  expuesto  y  ana¬ 
lizado  de  manera  rigurosamente  científica,  y  actualiza¬ 
do  en  el  sentido  dinámico  de  la  cultura.  La  Educación 
Superior  desarrollará  sus  planes  y  programas  para  cum¬ 
plir  los  siguientes  objetivos  fundamentales,  a)  Buscar 
la  verdad  y  realizar  una  función  rectora  en  la  educa- 
ción,  la  investigación  científica  y  tecnológica,  de  con¬ 
formidad  con  las  necesidades  y  posibilidades  de  la  rea¬ 
lidad  nacional;  b)  Extender  su  acción  a  las  grandes  ma¬ 
sas  de  la  población  ecuatoriana,  difundiendo  la  cultura, 
la  ciencia,  la  tecnología  y  las  artes  con  el  fin  de  conso¬ 
lidar  los  principios  esenciales  de  la  dignidad  humana; 
c )  Defender  la  preservación  de  los  recursos  naturales 
del  país  y  propender  a  una  política  de  aprovechamiento 
nacional  de  los  mismos;  d )  Promover  e  intervenir  en  el 
estudio  y  la  solución  de  los  problemas  del  desarrollo  y 
la  transformación  revolucionaria  de  la  sociedad  ecua¬ 
toriana,  mediante  la  coordinación  de  sus  programas  y  la 
formación  de  los  profesionales  y  técnicos  comprometidos 
con  el  cambio  social,  requeridos  en  las  diversas  espe¬ 
cialidades  científicas  y  técnicas.  Alt.  4o.  Las  Universida¬ 
des  y  Escuelas  Politécnicas  son  personas  jurídicas  au¬ 
tónomas  con  pleno  derecho  para  organizarse  como  lo 
estimen  mejor  dentro  de  los  lincamientos  fijados  en  la 
presente  Ley.  No  podrá  el  Poder  Ejecutivo  ni  ninguno 
de  sus  órganos,  autoridades  o  funcionarios,  clausurar  o 
reorganizar  las  universidades  o  escuelas  politécnicas,  fa¬ 
cultades,  escuelas,  institutos  o  dependencias;  disminuir 
sus  rentas  o  asignaciones  presupuestarias,  ni  retardar  su 
entrega,  ni,  en  general,  adoptar  medida  alguna  que  me¬ 
noscabe  el  funcionamiento  normal  de  tales  estableci¬ 
mientos  o  que  viole  su  libertad  o  autonomía.  Art.  5o. 
Los  predios  de  las  universidades  y  escuelas  politéc- 


27 


nicas  son  inviolables.  Su  vigilancia  y  el  mantenimiento 
del  orden  interno  son  de  exclusiva  competencia  y  res¬ 
ponsabilidad  de  sus  autoridades.  Nadie  podrá  penetrar 
en  ellos  sino  con  el  consentimiento  de  tales  autoridades 
o  con  orden  judicial  de  la  autoridad  competente,  en  caso 
de  delito  común.  Quienes  los  violaren  serán  enjuicia¬ 
dos  penalmente  de  conformidad  con  el  Capítulo  IV,  Tí¬ 
tulo  II,  libro  2o.  del  Código  Penal  vigente  y  por  los  de¬ 
litos  que  cometa  en  uso  de  la  fuerza,  quedarán  some¬ 
tidos  al  fuero  común,  con  excepción  del  Presidente  de  la 
República  y  de  los  Ministros  de  Estado,  a  quienes  se  les 
reconocerá  su  fuero  especial.” 

Una  resolución  del  Congreso  recomendó  poner  en  vi¬ 
gencia  eí  proyecto  de  Ley.  La  Universidad  Central  así  lo 
hizo,  pues,  además,  la  Institución  había  estado  viviendo 
las  disposiciones  recogidas  en  este  proyecto. 

La  autonomía,  que  no  es  un  don  gracioso  otorgado  por 
legisladores  o  autoridades,  que  es  un  derecho  conquista¬ 
do  luego  de  años  de  lucha  y  sacrificio,  bandera  levanta¬ 
da  como  un  mecanismo  de  defensa  contra  la  intervención 
de  los  gobiernos,  es  el  verdadero  cimiento  de  la  Univer¬ 
sidad,  sin  lo  cual  no  podría  vivir. 

Por  ello,  cuando  las  universidades  ecuatorianas  acor¬ 
daron  desconocer  la  Ley  mordaza  que  pretendía  impo¬ 
ner  el  dictador  Velasco  Ibarra,  en  enero  de  1971,  los 
centros  de  educación  superior  hicieron  uso  de  su  auto¬ 
nomía  y  proclamaron  su  auténtica  soberanía. 

Mas,  esta  soberanía  tiene  también  su  fundamento  ju¬ 
rídico.  Consagrada  constitucionalmente  la  autonomía 
la  Universidad  tiene  derecho  a  darse  su  ordenamiento 
jurídico,  la  creación  de  su  patrimonio  universitario  y  su 
propia  contraloría.  Solamente  sobre  estas  bases  puede 
hablarse  de  una  verdadera  autonomía. 

La  fuerza  espiritual  de  la  Universidad,  sus  valores 
morales,  su  lealtad  y  lucha  por  las  grandes  causas  po¬ 
pulares,  la  defensa  de  la  soberanía  y  sus  recursos  na¬ 
turales,  han  determinado  su  supervivencia.  Enemigos 


28 


externos  e  internos  de  la  Universidad  han  querido  que 
esta  se  autoclausure,  que  silencie  su  voz. 

El  gobierno  la  ha  asfixiado  económicamente  en  la  úl¬ 
tima  dictadura,  como  ninguno  otro,  la  ha  desestimado, 
ha  introducido  agentes  para  crear  violencia  y  despresti¬ 
giarla.  Su  Rector  fue  apresado,  dirigentes  estudiantiles 
perseguidos. 

Sin  embargo  la  Universidad  permaneció  abierta.  Pro¬ 
fesores  y  empleados  han  soportado  con  estoicismo  la  si¬ 
tuación  de  injusticia  en  las  remuneraciones,  falta  de  pro¬ 
mociones  y  ascensos,  falta  de  servicios  en  el  Seguro  So¬ 
cial  y  pago  oportuno  de  sueldos. 

En  el  mes  de  enero  de  1978  el  pueblo  ecuatoriano 
aprueba  en  un  referendum  una  nueva  Constitución,  ésta 
entró  en  vigencia  el  10  de  agosto  de  1979  con  la  toma 
de  posesión  del  cargo  del  nuevo  Presidente  Constitucio¬ 
nal  y  con  el  advenimiento  del  régimen  de  derecho,  des¬ 
pués  de  9  años  de  dictaduras,  que  se  han  visto  precisa¬ 
das  a  respetar  a  la  Universidad. 

La  nueva  Constitución  dice  lo  siguiente,  en  su  Art. 
28:  “Las  universidades  y  escuelas  politécnicas,  tanto 
oficiales  como  particulares  son  autónomas  y  se  rigen  por 
la  Ley  y  su  propio  estatuto.  Para  asegurar  el  cumpli¬ 
miento  de  los  fines,  funciones  y  autonomía  de  las  uni¬ 
versidades  y  escuelas  politécnicas,  el  Estado  creará  e  in¬ 
crementará  el  patrimonio  universitario  y  politécnico. 
Sus  recintos  son  inviolables.  No  pueden  ser  allanados 
sino  en  los  casos  y  términos  en  que  puede  serlo  la  mo¬ 
rada  de  una  persona.  Su  vigilancia  y  el  mantenimiento 
del  orden  interno  son  de  competencia  y  responsabilidad 
de  sus  autoridades.” 

“No  podrán,  el  Ejecutivo  ni  ninguno  de  sus  órganos, 
autoridades  o  funcionarios  clausurarlas  ni  reorganizar¬ 
las,  total  o  parcialmente,  ni  privarlas  de  sus  rentas  o 
asignaciones  presupuestarias.  Son  funciones  principales 
de  las  universidades  y  escuelas  politécnicas  el  estudio 
y  el  planteamiento  de  soluciones  para  los  problemas 


29 


del  país;  la  creación  y  desarrollo  de  la  cultura  nacional 
y  su  difusión  en  los  sectores  populares;  la  investigación 
científica;  la  formación  profesional  y  técnica;  la  con¬ 
tribución  para  crear  una  nueva  y  más  justa  sociedad 
ecuatoriana,  señalando  para  ello  métodos  y  orientacio- 
nes. 

Establecido  el  régimen  de  derecho,  luego  de  9  años 
de  régimen  de  facto,  la  Universidad  ha  planteado  a  la 
Cámara  de  Representantes  la  aprobación  de  la  Ley,  la 
entrega  de  fondos  para  el  cumplimiento  de  sus  altos  fines 
y  la  creación  del  patrimonio  universitario. 

Cuando  se  están  acabando  de  escribir  estas  líneas  es¬ 
tamos  al  término  del  periodo  del  actual  Rector.  Significa 
esto  que  desde  1963,  año  nefasto  para  el  país,  hasta 
1979  es  la  única  autoridad  que  concluye  un  periodo 
completo.  Es  de  desear  que  la  estabilidad  lograda  con¬ 
tinúe. 

Quizá  la  nueva  Ley  que  recoja  la  experiencia  y  apor¬ 
te  universitario  abra  los  cauces  para  que  la  Universidad 
Central  del  Ecuador  pueda  continuar  con  su  tarea  de  ex¬ 
tender  la  auténtica  cultura  popular  a  los  grandes  secto¬ 
res  marginados,  abierta  a  los  ideales  y  anhelos  de  la 
hora  presente,  superando  la  simple  formación  profesio- 
nalista  de  sus  estudiantes,  tomando  la  responsabilidad  de 
forjar  seres  humanos  que  conociendo  la  realidad  de  la 
patria,  pongan  al  servicio  de  la  justicia  y  la  libertad  sus 
conocimientos  y  sabiduría. 


30 


RECTORES  DE  LA  UNIVERSIDAD 
DESDE  1788  HASTA  1979 

Doctor  don  Nicolás  Carrión,  doctor  en  Juris¬ 
prudencia  .  1788 

Doctor  don  José  Cuero  y  Caicedo,  Canónigo  Pe¬ 
nitenciario,  Obispo  de  Popayán .  1791 

Doctor  don  Pedro  Gómez  Medina,  Arcediano 

de  Quito  .  1791 

El  Marqués  de  Villa  Orellana .  1793 

Doctor  don  Tomás  Yépez,  Canónigo  de  Quito, 

Comisario  de  la  S.  Inquisición .  1795 

Doctor  don  Juan  Ruiz  de  Santo  Domingo  ....  1797 

Doctor  don  Joaquín  Anda,  Canónigo  de  Quito  1799 
Doctor  don  Juan  Ruiz  de  Santo  Domingo  ....  1801 

Doctor  don  Manuel  José  de  Caicedo,  Presbítero  1803 

Doctor  don  Antonio  Tejada .  1805 

Doctor  don  Joaquín  de  Sotomayor  y  Unda, 

Presbítero  .  1807 

Doctor  don  Juan  Ruiz  de  Santo  Domingo  ....  1809 

Doctor  don  José  Manuel  Flores,  Presbítero  .  .  1810 

Fray  Manuel  Cisneros,  Dominicano .  1813 

Bernardo  León  y  Carcelén .  1813 

Señor  don  José  Camacho,  Presbítero  .  1815 

Señor  don  Mariano  Miño  .  1817 

Señor  don  Nicolás  Joaquín  de  Arteta,  Presbí¬ 
tero  .  1819 

Señor  don  José  Félix  Valdivieso  .  1821 

Señor  don  José  Miguel  Carrión,  Canónigo  de 

Quito  .  1827 

Señor  don  Pedro  José  de  Arteta,  Doctor  en  Ju¬ 
risprudencia  .  1830 

Señor  don  José  García  Parreño,  Doctor  en  Teo¬ 
logía  .  1835 

Señor  don  Ramón  Miño,  Doctor  en  Jurispruden¬ 
cia  .  1839 


31 


Señor  don  Pedro  Antonio  Torres,  Dean  de  Qui¬ 
to,  Obispo  Electo  de  Cuenca .  1842 

Señor  don  José  Manuel  Espinosa,  Doctor  en 

Medicina  . 1843 

Señor  don  José  Manuel  Espinosa .  1845 

Señor  don  Antonio  Gómez  de  la  Torre,  Doctor 

en  Jurisprudencia . 1851 

Señor  don  José  Manuel  Espinosa .  1855 

Señor  don  Gabriel  García  Moreno,  Doctor  en 

Jurisprudencia .  1857 

Señor  don  José  Manuel  Espinosa .  1860 

Señor  don  José  María  Mestanza .  1863 

Señor  don  José  Manuel  Espinosa .  1869 

Señor  don  Miguel  Egas .  1878 

Señor  don  Arcecio  Gándara  .  1880 

Señor  don  Camilo  Ponce,  Doctor  en  Jurispru¬ 
dencia  .  1883 

Señor  don  Elias  Laso  .  1884 

Doctor  don  Carlos  R.  Tobar  .  1884 

Doctor  don  Luis  Felipe  Borja .  1895 

Señor  don  Arcecio  Gándara  .  1897 

Doctor  don  Carlos  R.  Tobar .  1901 

Doctor  don  Alejandro  Cárdenas  .  1903 

Señor  don  Emilio  María  Terán  .  1903 

Señor  don  Carlos  Freire  Z .  1904 

Doctor  don  Modesto  Peñaherrera  .  1905 

Doctor  don  Lino  Cárdenas  .  1906 

Doctor  don  César  Borja  .  1907 

Doctor  don  Francisco  Andrade  Marín  .  1908 

Doctor  don  Ángel  Modesto  Borja  .  1910 

Doctor  don  José  Julián  Andrade  .  1911 

Doctor  don  Lino  Cárdenas  .  1912 

Doctor  don  Carlos  M.  Tobar  y  Borgoño .  1923 

Doctor  don  Manuel  R.  Balarezo .  1923 

Doctor  don  Isidro  Ayora  .  1925 

Doctor  don  Manuel  Cabeza  de  Vaca . 1926 

Doctor  don  Aurelio  Mosquera  Narváez  .  1928 


32 


Doctor  don  Pablo  Arturo  Suárez .  1932 

Doctor  don  Luis  F.  Chávez .  1934 

Señor  Ing.  Alberto  Villacreses  G .  1934 

Señor  Ing.  Pedro  Pinto  Guzmán .  1935 

Doctor  don  Ángel  Modesto  Paredes .  1936 

Señor  Ing.  Manuel  A.  Navarro .  1937 

Doctor  don  Gualberto  Arcos .  1938 

Doctor  don  Julio  Enrique  Paredes  C .  1939 

Doctor  don  Alfredo  Pérez  Guerrero .  1952 

Doctor  don  Francisco  J.  Salgado  .  1963 

Señor  Ing.  Alejandro  Segovia .  1964 

Doctor  Julio  Enrique  Paredes .  1965 

Doctor  don  Juan  I.  Lovato  .  1968 

Doctor  don  Luis  Verdesoto  Salgado  (Interino)  1969 

Doctor  don  Manuel  Agustín  Aguirre  .  1969 

Doctor  don  Luis  Verdesoto  Salgado  (Interino)  1971 

Doctor  don  Teodoro  Salguero  (Interino)  ....  1971 

Doctor  Camilo  Mena  (Interino)  .  1972 

Señor  Ing.  Gonzalo  Luzuriaga  (Encargado)  .  .  .  1973 

Doctor  Estuardo  Pazmiño  (Interino)  .  1974 

Doctor  Camilo  Mena  .  1976 


33 


BIBLIOGRAFÍA 

Moncayo  de  Monge,  Germania.  “Universidad  de  Quito.” 

Espinosa,  Jaime.  “Universidad  en  los  cien  años  de  vida 
republicana.” 

González  Suárez,  Federico.  “Historia  del  Ecuador.” 
Pareja  Diescanseco,  Alfredo.  “Historia  del  Ecuador.” 
Pérez  Guerrero,  Alfredo.  “Universidad  y  la  patria.” 
Pérez  Guerrero,  Alfredo.  “La  Universidad  ultrajada.” 
Registros  oficiales. 

Constituciones  de  1945-46-67-78. 

Publicaciones 

Diario  “El  Tiempo” 

“El  Comercio” 

“El  Universo” 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 

_  <r  _  . 

Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


Imprenta  Madero,  S.  A. 
Impreso  y  hecho  en  México 
Enero  de  1980 


TOMO  VIII:  97  «Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98 «Pedro  López  Díaz.  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárcel.  FUNDAMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100 «Héctor 
Cuadra.  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO;  101  «Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102« 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  1 03  «Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 
104  «Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA.  TECNICA.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106  «José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1 10 «María  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  González 
Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO;  1 1 2«  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  1 1 3«  Miguel  Bue¬ 
no.  UNIVERSIDAD.  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 14  «Víctor  Carlos  García  More¬ 
no.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1 1 5  «Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTERDI  SCI  PLINARI  EDAD;  116  ■  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO;  1 1 7  «  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  1 1 8«  Edgar 
Llinás  Alvarez.  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO?;  1 19  «  Marcos  Kaplan.  CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRA¬ 
CION  LATINOAMERICANA;  120  ■  Renate  Marsiske.  ALGUNOS  ANTECEDEN¬ 
TES  LATINOAMERICANOS  DEL  MOVIMIENTO  DE  AUTONOMIA  UNIVERSITA¬ 
RIA  EN  MEXICO  1929;  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA 
UNIVERSIDAD.  EL  CASO  DE  LA  UNAM: 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


LAS  UNIVERSIDADES  MEXICANAS 
Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS 

GUILLERMO  SOBERON 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


UNAM 


Guillermo  Soberón 
LAS  UNIVERSIDADES  MEXICANAS 
Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAÍS 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


3 


Una  aclaración  inicial:  mis  comentarios  se  limitan  a  las 
universidades  de  carácter  público.  No  me  refiero,  por 
lo  tanto,  a  otras  instituciones  de  educación  superior: 
universidades  privadas,  institutos  técnicos,  escuelas  nor¬ 
males;  en  cambio,  para  algunas  situaciones,  recurriré 
a  la  UNAM  como  medio  de  ilustración.  Ha  sido  muy 
controvertido  si  las  universidades  mexicanas  han  cum¬ 
plido  con  su  cometido.  Para  dar  respuesta  a  esta  inte¬ 
rrogante  hay  que  tomar  en  cuenta  lo  que  se  espera  de 
ellas  y  los  recursos  que  se  les  han  brindado.  Ya  hemos 
manifestado  que  la  universidad  no  es  un  partido  polí¬ 
tico  ni  un  ministerio  de  desarrollo;  es  en  cambio  una 
institución  que  tiene  la  trascendente  función  social  de 
enseñar,  investigar  y  extender  los  beneficios  de  la  cul¬ 
tura  y  del  trabajo  universitario.  Si  bien  en  la  década 
de  los  setentas  fue  manifiesta  una  nueva  actitud  en  cuan¬ 
to  a  los  recursos  que  se  les  asignan,  no  cabe  duda  de 
que  anteriormente  fueron  limitados. 

Tampoco  hay  que  olvidar  que  las  universidades  pú¬ 
blicas  son  cajas  de  resonancia  de  conflictos  y  tensiones 
sociales,  lo  cual  influye  también  en  su  desempeño.  Creo 
que  más  que  enjuiciar  a  las  universidades  lo  que  vale 
es  preocuparnos  por  el  papel  que  habrán  de  jugar  en  el 
desarrollo  del  país,  y  si  se  contemplan  otras  opciones 
para  las  indispensables  funciones  que  les  corresponden. 

No  tengo  la  menor  duda  de  que  las  universidades  me¬ 
xicanas  habrán  de  ocupar  un  lugar  cada  vez  más  rele¬ 
vante  en  el  desarrollo  del  país;  por  lo  tanto  deben  su¬ 
perarse  para  esa  misión  trascendente.  En  efecto,  de  ahí 
saldrá  la  mayoría  de  los  cuadros  profesionales  que  re¬ 
quiere  México  para  su  desarrollo,  en  ellas  deberán  des¬ 
envolverse  muchos  de  los  programas  de  investigación 
que  nos  llevarán  a  sacudir  la  dependencia  tecnológica, 
y  también  serán  depositarías  y  generadoras  de  nuestros 
valores  culturales  que,  en  gran  parte,  habrán  de  conso¬ 
lidar  nuestro  sentido  de  nacionalidad.  Son,  asimismo, 
importantes  vehículos  de  movilidad  social. 

Por  su  naturaleza  y  por  la  importancia  de  sus  fines 
habrán  de  contribuir  al  bienestar  social  y  económico  de 


4 


México,  aun  cuando,  en  algunos  aspectos,  lo  hagan  en 
forma  indirecta.  Por  eso  debemos  preservarlas  y  forta¬ 
lecerlas.  En  este  propósito  debemos  contribuir  todos: 
los  mismos  universitarios,  el  Estado,  la  sociedad  entera. 
Hacer  de  las  universidades  las  mejores  instituciones  que 
podamos,  constituye  una  alta  prioridad  en  el  interés 
nacional. 

¿Qué  requieren  las  universidades  para  ser  mejores? 
Permítaseme  aquí  un  símil  que  puede  ser  resultado  de 
una  deformación  profesional.  Veamos  el  problema  de 
la  manera  como  entendemos  el  metabolismo  celular:  las 
características  de  un  sistema  biológico  dependen  del  re¬ 
sultado  neto  de  dos  procesos  opuestos,  uno  constructivo 
o  biosintético,  el  anabolismo  y  otro  degradativo,  el  ca¬ 
tabolismo.  Si  predomina  el  primero,  hay  crecimiento, 
diferenciación,  multiplicación  y  función  eficiente;  si, 
por  el  contrario,  prevalece  el  catabolismo  sobre  el  ana¬ 
bolismo  hay  falta  de  crecimiento,  regresión,  degenera¬ 
ción  y  muerte. 

Las  universidades  están  sujetas  también  a  procesos, 
internos  o  externos,  que  las  nutren,  y  a  procesos  que  las 
deterioran.  Pugnemos,  por  tanto,  por  impulsar  los  pri¬ 
meros  y  disminuir  los  segundos;  si  en  ello  empeñamos 
nuestros  esfuerzos,  habremos  de  llegar  a  tener  institu¬ 
ciones  vigorosas  que  cumplan  eficientemente  con  su  co¬ 
metido,  en  beneficio  de  los  altos  intereses  del  país. 

No  pretendo,  desde  luego,  hacer  aquí  una  lista  exhaus¬ 
tiva  de  los  desafíos  que  enfrentan  las  universidades  me¬ 
xicanas,  de  los  elementos  que  concurren  a  su  fortaleci¬ 
miento  ni  de  los  procesos  que  les  son  lesivos;  mas  puede 
ser  ilustrativo  que  mencione  aquellos  que,  a  mi  juicio, 
son  los  más  relevantes,  aceptando  que  para  una  insti¬ 
tución  determinada  pueden  ser  más  importantes  unos 
que  otros.  No  obstante,  me  parece  que,  como  ya  lo  asen¬ 
té,  lo  que  aquí  se  menciona  es  aplicable  a  la  mayoría 
de  las  universidades  públicas  de  México. 

Las  universidades  mexicanas  se  enfrentan  a  los  si¬ 
guientes  desafíos:  atender  la  demanda  social  de  educa¬ 
ción;  aumentar  la  eficiencia  de  la  educación  y  ascender 


5 


al  cuarto  peldaño  educativo  (estudios  de  posgrado  y 
programas  de  investigación  para  sustentarlos);  integrar¬ 
se  en  forma  coherente  como  un  sistema  connotado  den¬ 
tro  del  Sistema  Educativo  Nacional,  e  interaccionarse 
en  forma  creciente  con  la  sociedad. 

Para  enfrentarse  a  estos  desafíos  es  necesario  que  las 
instituciones  lleven  a  cabo  acciones  que,  volviendo  al 
símil  antes  mencionado,  son  de  carácter  anabólico. 

t 

I.  PROCESOS  PARA  FORTALECER 
LAS  UNIVERSIDADES 

1.  Para  atender  la  demanda  social  de  educación 
a)  Desarrollo  de  los  recursos  educativos: 

•  Recursos  humanos.  Aunque  las  Casas  de  Estudio 
tendrían  que  valerse,  necesariamente,  de  profesionales 
que  pueden  dedicarles  sólo  algunas  horas  a  la  semana 
para  cubrir  las  actividades  de  enseñanza,  es  indispen¬ 
sable  integrar  un  número  adecuado  de  profesores  de 
carrera  — en  su  mayoría  de  tiempo  completo,  aunque 
algunos  de  medio  tiempo  son  deseables  para  propiciar 
vínculos  con  el  exterior — ,  quienes  deben  tener  una  só¬ 
lida  formación,  contar,  de  preferencia,  con  el  doctorado 
y  ser  versados  en  aspectos  pedagógicos.  En  este  personal 
deberá  recaer  la  responsabilidad  fundamental  de  la  in¬ 
vestigación  y  de  la  coordinación  y  apoyo  de  las  labores 
académicas. 

•  Instalaciones.  En  algunas  casas  de  estudio  la  so¬ 
bresaturación  de  los  recintos  constituye  un  problema 
apremiante,  que  es  preciso  resolver.  El  crecimiento  de 
las  universidades  y  el  avance  de  sus  programas  acadé¬ 
micos  y  administrativos  perturban  rápidamente  el  equi¬ 
librio  entre  función  y  espacio,  lo  cual  hace  necesario 
realizar  nuevas  obras  para  remodelar  y  adecuar  las 
instalaciones  existentes. 

•  Elementos  de  apoyo  educativo.  Para  mejorar  la 
capacitación  didáctica  del  personal  docente,  disponer 


6 


de  criterios  y  métodos  idóneos  para  la  revisión  y  reno¬ 
vación  curricular,  y  adaptar  y  crear  una  tecnología  pro¬ 
pia  en  la  enseñanza  y  el  aprendizaje. 

•  Dotación  oportuna  y  adecuada  de  los  diversos  ma¬ 
teriales  y  equipos  necesarios  para  sustentar  el  desarro¬ 
llo  de  trabajos  de  docencia  e  investigación. 

b )  Racionalización  de  la  oferta  educativa  para  en¬ 
cauzar  la  demanda  cuantitativa  y  cualitativamente 

Veamos  primero  el  aspecto  cuantitativo.  La  atención 
a  la  demanda  educativa  es  uno  de  los  problemas  esen¬ 
ciales,  pues  se  estima  que  la  educación  superior  habrá 
de  aumentar  de  cerca  de  750,000  estudiantes  que  tiene 
en  la  actualidad,  a  más  de  1,400,000  al  final  de  la  dé¬ 
cada  de  1980.  A  pesar  de  la  expansión  de  la  educación 
superior,  la  proporción  de  jóvenes  mexicanos  que  llegan 
a  ella  (11%  de  la  población  cuya  edad  fluctúa  entre 
20  y  24  años  de  edad)  todavía  está  por  debajo  de  ni¬ 
veles  deseados.  No  obstante,  la  atención  a  la  demanda 
no  debe  colmar  las  posibilidades  de  las  universidades 
y  hay  que  buscar  otras  alternativas  de  solución. 

Las  universidades  deben  prepararse  para  cumplir  con 
la  parte  que  les  toca  y  evitar  su  crecimiento  desmedido. 
Por  cierto  que  vale  aquí  detenerse  un  momento  para 
situar  el  concepto  de  masificación  en  sus  justos  tér¬ 
minos. 

Es,  por  lo  pronto,  un  concepto  relativo  que  se  cifra 
en  la  relación  existente  entre  el  número  de  estudiantes, 
de  una  parte,  y  los  recursos  educativos  disponibles  (hu¬ 
manos  y  físicos)  y  las  formas  de  organización,  de  la 
otra.  Así,  una  institución  puede  ser  grande  y  no  estar 
masificada,  mientras  que  una  universidad  pequeña  pue¬ 
de  estarlo.  La  Universidad  de  California,  por  ejemplo, 
tiene  cerca  de  200,000  estudiantes,  pero  cuenta  con  doce 
campus  en  diferentes  ciudades  — en  realidad  cada  uno 
de  ellos  es  una  universidad—  y  nadie  niega  la  exce¬ 
lencia  de  esa  institución,  ni  se  ocurre  decir  que  se  ha 
masificado.  Es  pertinente  referirse,  en  este  sentido,  al 


7 


caso  de  la  Universidad  Nacional  Autónoma  de  Méxi¬ 
co,  pues  a  muchos  asombran  los  números  que  registra: 
297,000  estudiantes,  26,000  profesores  e  investigadores 
y  18,000  trabajadores  — y  se  concluye,  muy  a  la  ligera, 
que  es  una  institución  ingobernable.  Si  bien  el  creci¬ 
miento  desmedido  de  1967  a  1972  (242%)  “modificó” 
sustancialmente  las  características  de  la  institución,  se 
pierde  de  vista  que  la  UNAM,  más  que  ser  una  univer¬ 
sidad  convencional,  es  un  complejo  sistema  universita¬ 
rio.  Lo  es  por  los  niveles  y  el  ámbito  que  abarca.  In¬ 
cluye  dos  subsistemas  de  enseñanza  media  superior  (la 
Escuela  Nacional  Preparatoria  y  la  Unidad  Académica 
del  Ciclo  de  Bachillerato  del  Colegio  de  Ciencias  y  Hu¬ 
manidades,  ambos  con  catorce  planteles) ;  la  enseñanza 
profesional  que  cuenta  con  seis  campus:  la  Ciudad  Uni¬ 
versitaria  y  las  cinco  Escuelas  Nacionales  de  Estudios 
Profesionales  ubicadas  al  noroeste  y  al  este  del  área 
metropolitana  de  la  ciudad  de  México,  que  ya  alber¬ 
gan,  en  su  conjunto,  a  60,400  estudiantes  (37%  del 
total  de  nivel  profesional)  y  que  habrán  de  llegar  a 
77,000,  y  la  enseñanza  de  posgrado,  que  hoy  incluye 
al  75%  de  los  estudiantes  a  ese  nivel  en  el  país,  estu¬ 
dios  sustentados  en  una  infraestructura  de  investigación 
que  representa  aproximadamente  la  tercera  parte  del 
total  nacional. 

La  institución  comprende,  además,  múltiples  lugares 
para  la  difusión  de  la  cultura  y  para  la  aplicación  de 
servicios  asistenciales  que  sirven  de  base  a  la  enseñanza. 
La  ÜNAM  está  presente,  también,  con  instalaciones  pro¬ 
pias,  en  87  sitios  del  área  metropolitana  y  en  once  uni¬ 
dades  en  diversas  entidades  federativas,  además  de  par¬ 
ticipar,  en  casi  todos  los  estados,  en  proyectos  manco¬ 
munados.  Por  otro  lado,  debe  considerarse  el  incremen¬ 
to  de  los  recursos  educativos  en  los  últimos  años:  el 
personal  académico  aumentó  en  un  67%  de  1973  a  la 
fecha,  y  se  han  consolidado  e  implantado  programas  y 
organismos  de  apoyo  a  la  docencia  y  a  la  investigación. 
Se  construyeron  cinco  campus  nuevos  para  las  Escuelas 
Nacionales  de  Estudios  Profesionales  (ENEP),  prácti- 


8 


camente  se  triplicó,  entre  1973  y  1979,  el  espacio  para 
la  investigación  en  Ciudad  Universitaria  (116,833  m2), 
además  de  que  se  han  construido  y  ampliado  instala¬ 
ciones  para  la  descentralización  de  la  investigación  en 
los  estados  de  la  República.  De  este  modo,  de  1973  a 
1980  se  habrá  edificado  casi  otro  tanto  de  lo  que  la 
Casa  de  Estudios  había  acumulado  hasta  ese  año  en  su 
cuatricentenaria  historia. 

De  cualquier  forma,  no  hay  que  perder  de  vista  otro 
elemento  que  concierne  a  la  atención  de  la  demanda 
educativa,  y  aquí  volvemos  al  ejemplo  del  metabolismo 
biológico.  Cuando  una  célula  crece  no  lo  hace  indefini¬ 
damente,  pues  tiene  los  dispositivos  para  dividirse  una 
vez  que  el  incremento  en  su  masa  lo  determina.  La  Uni¬ 
versidad  Nacional  Autónoma  de  México  frenó  su  creci¬ 
miento  desmedido  implantando  una  política  de  admisión 
en  1973,  en  forma  simultánea,  con  el  surgimiento  de 
nuevas  instituciones  educativas  (Colegio  de  Bachilleres 
y  Universidad  Autónoma  Metropolitana,  en  1973  y 
1974  respectivamente)  y  con  él  acentuó  una  política 
federal  para  fortalecer  a  las  universidades  estatales.  La 
responsabilidad  para  satisfacer  la  demanda  educativa 
debe  ser  del  sistema  educativo  en  su  conjunto  y  no  de 
ciertas  instituciones. 

Lo  que  queremos  indicar  es  la  conveniencia  de  la 
división  y  diferenciación  del  trabajo  académico  antes 
de  alcanzar  tamaños  excesivos.  El  programa  de  descen¬ 
tralización  de  la  Universidad  Veracruzana  es  un  buen 
ejemplo  en  este  sentido.  Independientemente  de  que  se 
acerca  la  educación  al  lugar  de  origen  de  profesores  y 
estudiantes,  se  aprovecha  la  infraestructura  local  (in¬ 
dustria  y  servicios)  para  fines  de  enseñanza. 

El  aspecto  cualitativo  se  refiere  fundamentalmente  a 
la  diversificación  de  la  demanda.  En  este  rubro  se  com¬ 
prende  la  inducción  de  solicitantes  a  campos  profesio¬ 
nales  insuficientemente  abordados.  Por  ejemplo  en 
1973  el  79%  de  la  demanda  educativa  a  nivel  profe¬ 
sional  en  la  Universidad  Nacional  Autónoma  de  Méxi¬ 
co  se  concentraba  en  12  de  las  50  carreras  que  la  ins- 


9 


titución  tenía  vigentes  (ahora  se  ofrecen  53  carreras) ; 
mientras  que,  en  la  actualidad,  mediante  una  activa 
orientación  vocacional  y  por  la  derivación  de  los  no 
admitidos  en  ciertas  carreras  cuya  capacidad  se  ha  vis¬ 
to  excedida,  a  otras  en  donde  sí  hay  cupo,  esa  misma 
proporción  ha  descendido  al  67%.  Es  necesario,  asi¬ 
mismo,  crear  nuevas  opciones  profesionales  de  acuer¬ 
do  con  estudios  del  mercado  de  trabajo  así  como  actua¬ 
lizar  las  carreras  vigentes. 

Hay  que  diversificar  la  oferta  educativa  en  otras 
dos  dimensiones:  una  en  el  sentido  de  orientar  la  de¬ 
manda,  en  forma  más  efectiva,  hacia  las  instituciones 
técnicas  y  sobre  todo  hacia  la  educación  media  de  tipo 
terminal,  dada  la  carencia  y  necesidad  en  el  país  de 
profesionales  con  formación  técnica  intermedia.  La  re¬ 
ciente  creación  del  Colegio  Nacional  de  Educación  Pro¬ 
fesional  Técnica  ha  llenado  un  vacío  conspicuo  del  sis¬ 
tema  educativo  y  ofrece  una  fundada  esperanza.  Este 
año  el  Colegio  contará  con  más  de  60  planteles  en  todo 
el  país,  ofreciendo  un  amplio  abanico  de  opciones  pro¬ 
fesionales  técnicas.  En  este  sentido,  ahora  hace  falta 
modificar  actitudes  sociales  que  adjudican  al  título  uni¬ 
versitario  la  única  posibilidad  de  alcanzar  un  alto  nivel 
de  vida. 

De  otra  parte,  la  disminución  del  desempleo  debe 
operar  en  forma  importante  para  aliviar  la  presión  de 
la  demanda  de  las  universidades,  pues  es  bien  sabido 
que  la  limitación  de  trabajos  disponibles  deriva  a  los 
jóvenes  a  las  instituciones  de  educación  superior.  No 
hay  que  olvidar  que  la  capacitación  en  el  trabajo  tiene 
una  enorme  potencialidad  para  la  formación  de  nues¬ 
tros  cuadros  técnicos  de  alto  nivel. 

La  otra  dimensión  de  la  diversificación  de  la  oferta 
educativa  se  refiere  al  aspecto  geográfico.  En  efecto, 
las  posibilidades  de  atender  a  los  aspirantes  a  ingresar 
a  las  universidades  son  muy  desiguales  en  las  distintas 
entidades  federativas,  lo  que  ocasiona  serios  trastornos, 
como  el  desarraigo  de  los  estudiantes  y  la  consecuente 
pérdida  para  algunas  entidades  en  beneficio  de  otras 


10 


í  ,  Y 

que  retienen  a  los  profesionales.  Existen  “estados  ex¬ 
portadores”  y  “estados  importadores”  de  jóvenes  que 
aspiran  a  realizarse  en  la  vida  a  través  de  la  educación 
superior.  Al  ampliarse  las  posibilidades  de  las  univer¬ 
sidades  en  los  “estados  exportadores”  se  coadyuvará  a 
corregir  esta  deformación. 

2.  Para  mejorar  la  operatividad  y  eficiencia  de  las 
universidades 

\ 

a)  Entender  plenamente  la  naturaleza  y  los  fines 
de  las  instituciones 

Las  universidades  son  instituciones  académicas  que 
enseñan,  investigan  y  proyectan  a  la  sociedad  los  re¬ 
sultados  de  su  trabajo.  Definen  y  realizan  sus  trabajos 
académicos  en  una  interacción  constante  con  la  socie¬ 
dad.  Para  el  desempeño  de  sus  labores  requieren  de 
un  ambiente  de  libertad  y  autonomía  que  debe  ser  celo¬ 
samente  cuidado.  Por  su  naturaleza  académica,  y  por 
la  libertad  y  la  autonomía  que  disfrutan,  las  Casas  de 
Estudio  tienen  la  característica  de  ser  plurales  y  capa¬ 
ces  de  ser  críticas  consigo  mismas  y  con  su  entorno.  Son 
gobernadas  por  una  comunidad  académica  — profeso¬ 
res,  investigadores  y  estudiantes —  que,  para  tal  fin, 
debe  estructurarse  en  cuerpos  colegiados  de  distinto 
nivel  y  competencia.  Para  integrar  éstos,  ha  de  recono¬ 
cerse  que  en  la  comunidad  universitaria  existe  una  je¬ 
rarquía  académica,  pues  no  puede  tener  el  mismo  peso 
en  los  juicios,  y  por  ende  en  las  decisiones,  el  elemen¬ 
to  constante  — el  profesorado —  que  el  transitorio  — los 
estudiantes —  quienes  carecen  de  una  experiencia  com¬ 
parable  a  la  del  magisterio.  De  la  misma  manera,  los 
puntos  de  vista  de  los  profesores  más  antiguos  y,  por 
tanto,  con  mayor  obra  académica  realizada,  de  alguna 
forma  son  recabadas  con  mayor  frecuencia,  dado  que 
la  propia  comunidad  los  convoca,  preferentemente,  a 
servir  en  los  cuerpos  colegiados.  Por  eso,  la  democra¬ 
cia  universitaria  tiene  que  ponerse  en  efecto  de  acuer¬ 
do  con  las  particularidades  de  la  comunidad  que  la 


11 


practica.  En  alguno  de  los  cuerpos  colegiados  es  con¬ 
veniente  la  presencia  de  trabajadores  administrativos 
para  conocer  sus  puntos  de  vista  en  las  cuestiones  ge¬ 
nerales  de  la  institución  que  les  atañen. 

Las  tareas  ejecutivas  incumben  a  profesores  que,  tem¬ 
poralmente,  ejercen  funciones  de  autoridades  acadé¬ 
micas.  Un  buen  deslinde  entre  la  competencia  de  las 
distintas  autoridades  y  de  los  órganos  colegiados  contri¬ 
buye  al  buen  gobierno  de  la  institución. 

Para  muchos,  dentro  y  fuera  de  la  universidad,  lo 
anterior  es  una  verdad  de  Perogrullo.  No  obstante,  hay 
que  insistir  en  tales  conceptos  para  que  se  entiendan 
plenamente,  pues  su  desconocimiento  lia  dado  lugar  a 
que  se  cuestione  la  organización  universitaria  por  no 
corresponder  su  estructura  democrática  a  la  del  asam- 
bleísmo.  Más  adelante  volveremos  sobre  este  punto. 

b )  Implantar  y  consolidar  la  investigación  cien¬ 
tífica  y  mejorar  la  función  docente 

Si  bien  las  universidades  no  pueden  ser  las  únicas 
instituciones  que  desarrollen  programas  de  investiga¬ 
ción,  es  muy  deseable  que  todas  las  universidades  estén 
involucradas,  de  una  u  otra  manera,  en  este  tipo  de  ac¬ 
tividades,  pues  la  investigación  es  un  componente  esen¬ 
cial  de  la  educación  superior  y  encuentra  en  las  Casas 
de  Estudio  un  escenario  adecuado  para  su  impulso.  In¬ 
vestigación  y  docencia  se  nutren  mutuamente. 

Se  han  manifestado  reservas  para  que  algunos  pro¬ 
gramas  de  investigación  se  enclaven  en  las  universida¬ 
des,  pensando  en  la  circunstancia,  de  ninguna  manera 
fortuita,  de  que  los  conflictos  que  ahí  pueden  darse 
hacen  arriesgada  una  inversión.  Aceptamos  que  éste 
es  el  caso,  más  aún,  tenemos  presentes  frustraciones  que 
hemos  presenciado  y  aun  vivido.  Pero,  ¿por  qué  no  se 
enfoca  el  problema  a  la  inversa?  Una  universidad  con 
sólida  infraestructura  de  investigación  es  una  institu¬ 
ción  vigorosa  académicamente,  menos  vulnerable  y  por 
la  tanto  con  menores  posibilidades  de  conflictos. 


12 


Evoquemos  la  circunstancia  que  vivió  la  Universidad 
Nacional  Autónoma  de  México  en  1972  cuando  la  vio¬ 
lencia  por  cuestiones  laborales  irrumpió  en  el  quehacer 
universitario.  Había  investigadores  que,  a  la  voz  de 
“sálvese  quien  pueda”,  pretendían  que  la  investigación 
se  desplazara  fuera  de  la  institución.  Afortunadamente, 
fueron  tan  sólo  voces  transitorias  de  desesperación,  muy 
justificadas  en  el  momento.  A  partir  de  entonces  la 
investigación  en  la  Universidad  Nacional  Autónoma  de 
México  ha  crecido,  se  ha  consolidado,  se  ha  descentra¬ 
lizado  y  se  ha  vinculado  de  manera  creciente  con  los 
problemas  nacionales.  No  ha  sido  extraña  esta  circuns¬ 
tancia  a  la  etapa  de  superación  de  los  últimos  años  que, 
ciertamente,  ha  estimulado  a  la  comunidad  académica 
para  sortear  los  conflictos  que  se  han  presentado. 

c)  Establecer  una  administración  expedita 

Qué  duda  cabe  de  que  una  buena  administración  es 
uno  de  los  apoyos  fundamentales  para  las  funciones  pri¬ 
mordiales  de  las  universidades.  La  organización  cole¬ 
giada,  la  movilidad  del  personal  académico  a  través  de 
concursos  para  apreciar  sus  méritos,  la  esencia  plural 
de  la  universidad,  que  incide  en  la  toma  de  decisiones, 
imponen  apremios  a  los  mecanismos  académicos  y  ad¬ 
ministrativos. 

Cabe  destacar  que  el  aspecto  financiero  ha  significa¬ 
do  una  de  las  preocupaciones  más  agudas  para  las  Ca¬ 
sas  de  Estudio,  tanto  por  la  cuantía  cuanto  por  la  difí¬ 
cil  disponibilidad  de  los  fondos  asignados.  No  obstante, 
pienso  que  parte  del  problema  se  debe  a  cuestiones  de 
procedimiento  en  la  elaboración  y  ejercicio  de  los  pre¬ 
supuestos. 

\ 

d )  Definir  una  legislación  idónea 

La  organización  estructural,  los  campos  de  competen¬ 
cia  de  autoridades  y  cuerpos  colegiados,  los  derechos 
y  las  obligaciones  de  los  profesores,  estudiantes  y  tra¬ 
bajadores,  en  fin,  las  formas  de  convivencia  de  la  co- 


13 


munidad,  deben  quedar  planteadas  en  un  marco  nor¬ 
mativo  y  en  ordenamientos  idóneos.  Si  bien  las  leyes 
orgánicas  de  las  universidades  son  dictadas  por  los  ór¬ 
ganos  legislativos  de  la  Federación  y  de  los  Estados, 
los  estatutos  y  reglamentos  internos  son  responsabili¬ 
dad  de  las  propias  instituciones.  Cabe  señalar  que  las 
relaciones  laborales  han  sido  el  motivo  de  los  conflic¬ 
tos  que  con  más  frecuencia  han  aquejado  a  las  univer¬ 
sidades  en  los  últimos  años. 

Mencionaremos  esta  cuestión  nuevamente,  pues  una 
legislación  incompleta  o  defectuosa  ha  ocasionado  se¬ 
rias  dificultades  en  casos  probados.  Las  universidades 
mexicanas  han  acumulado  una  rica  experiencia  que,  al 
ser  recogida  adecuadamente  en  los  distintos  ordena¬ 
mientos,  propiciará  su  mejor  desarrollo. 

3.  Para  lograr  la  estructuración  de  un  sistema  uni¬ 
versitario 

a)  Caracterizar  los  elementos  participantes  y  el 
resultado  del  sistema  universitario  mexicano 

Entre  los  elementos  participantes  se  pueden  caracte¬ 
rizar,  entre  otros,  a  los  estudiantes  que  hay  que  prepa¬ 
rar,  las  áreas  culturales  y  del  conocimiento  que  deben 
ser  atendidas,  los  problemas  por  resolver,  los  profesio¬ 
nales,  investigadores  y  técnicos  formados,  las  opciones 
de  solución  para  distintos  problemas,  los  nuevos  cono¬ 
cimientos  generados  y  las  nuevas  perspectivas  que  se 
proponen  para  una  sociedad  mejor. 

Hay  que  definir  los  componentes  de  dicho  sistema, 
entre  los  que  se  incluyen  tanto  las  instituciones  partici¬ 
pantes  y  las  formas  de  interacción  entre  ellas  y  de  ellas 
con  el  sistema  educativo  y  su  entorno.  Se  requiere  una 
planeación  adecuada  en  diferentes  niveles:  el  institucio¬ 
nal,  que  se  ocupa  de  los  planes  de  desarrollo  de  cada 
institución;  el  interinstitucional  que  puede  circunscri¬ 
birse  a  regiones  o  grupos  específicos  para  buscar  cohe¬ 
sión  y  cooperación  entre  diversas  universidades  y  el 


14 


nacional  que  comprende  la  integración  funcional  de  to¬ 
das  las  universidades  del  país. 

Si  bien,  en  el  pasado,  una  equívoca  interpretación 
de  la  autonomía  universitaria  implicó  ciertas  reservas  de 
las  instituciones  para  abrirse  unas  a  otras  y  conocerse 
mejor,  en  los  últimos  años  se  han  dado  pasos  definiti- 
\  vos  para  la  integración  del  sistema  deseado.  En  efecto, 
los  trabajos  que  han  tenido  lugar  en  el  seno  de  la  Aso¬ 
ciación  Nacional  de  Universidades  e  Institutos  de  En¬ 
señanza  Superior  (ANUIES)  han  determinado  avances 
fundamentales  sobre  todo  a  partir  de  su  Asamblea  Ge¬ 
neral  de  Tepic  en  1972  y  en  las  subsecuentes  de  Tolu- 
ca,  Veracruz  y  Querétaro.  En  esta  última  se  consolidó 
un  cuerpo  doctrinario  de  principios,  base  para  la  pro¬ 
yección  de  la  educación  superior,  que  se  aplica  en  su 
mayor  parte  a  las  universidades  públicas  del  país.  En  la 
Asamblea  General  de  Guadalajara  verificada  en  1977 
se  elaboró  el  documento  “Aportación  de  la  ANUIES  al 
Plan  Nacional  de  Educación”,  y  en  1978,  en  la  reunión 
de  Puebla,  se  diseñó  el  “Sistema  Nacional  de  Planea- 
ción  Permanente  de  la  Educación  Superior”  que  defi¬ 
ne  los  tres  niveles  esenciales  en  que  se  produce  la  inter¬ 
acción  de  las  universidades  públicas  con  la  Secretaría 
de  Educación  Pública  y  con  otras  instituciones  de  edu¬ 
cación  superior  del  país.  Esos  niveles  son:  La  Coordi¬ 
nación  Nacional  para  la  Planeación  de  la  Educación 
Superior  (CONPES),  8  Consejos  Regionales  para  la 
Planeación  de  la  Educación  Superior  (CORPES)  y  31 
Comisiones  Estatales  para  la  Planeación  de  la  Educa¬ 
ción  Superior  (COEPES).  En  estos  organismos  se  pue¬ 
den  discutir  problemas,  que  afectan  a  unos  y  otros,  para 
hacer  surgir  recomendaciones  susceptibles  de  ser  apli¬ 
cadas  por  las  distintas  instituciones. 

Existen  ya  acciones  concretas  dentro  de  programas 
específicos  como  son  los  del  Programa  de  Colaboración 
Académica  Interuniversitaria,  constituido  por  28  conve¬ 
nios  bilaterales  entre  la  Universidad  Nacional  Autóno¬ 
ma  de  México  y  universidades  estatales;  los  35  progra¬ 
mas  incluidos  en  el  documento  de  ANUIES  adoptado  en 


15 


Puebla,  y  el  programa  de  la  Dirección  de  Investigación 
Científica  y  Educación  Superior  de  la  Secretaría  de 
Educación  Pública,  que  apoya  el  desarrollo  de  las  uni¬ 
versidades  estatales. 

En  forma  relevante,  cabe  destacar  tres  convenios  re¬ 
gionales  que  ya  apuntan  a  una  integración  interinstitu¬ 
cional  en  la  dirección  deseada.  Ellos  son  los  que  sus¬ 
cribieron  las  universidades  de  la  Región  III  ANUIES: 
Querétaro,  San  Luis  Potosí,  Aguascalientes,  Zacatecas 
y  Durango,  en  1978,  y  los  que  el  año  pasado  suscribie¬ 
ron  por  una  parte,  las  universidades  de  la  región  Cen¬ 
tro  Sur:  Puebla,  Tlaxcala,  Guerrero,  Morelos,  Hidalgo 
y  Estado  de  México  y,  de  otra  parte,  las  universidades 
de  la  Región  Noroeste:  Baja  California  Norte,  Baja 
California  Sur,  Sonora,  Chihuahua,  Ciudad  Juárez  y  el 
Instituto  Tecnológico  de  Sonora. 

Los  trabajos  conjuntos  realizados  por  los  grupos  de 
planeación  de  la  Secretaría  de  Educación  Pública,  de  la 
Universidad  Nacional  Autónoma  de  México,  del  Insti¬ 
tuto  Politécnico  Nacional,  de  la  Universidad  Autónoma 
Metropolitana,  del  Colegio  de  Bachilleres  y  del  Cole¬ 
gio  Nacional  de  Educación  Profesional  Técnica  han  sido 
de  gran  utilidad  en  torno  a  la  problemática  educativa 
del  área  metropolitana  de  la  ciudad  de  México. 

Tales  logros  y  perspectivas  indican  que,  para  la  me¬ 
jor  consecución  en  la  integración  del  sistema  universi¬ 
tario,  hay  que  fortalecer  sustancialmente  a  la  ANUIES. 

4.  Para  interaccionar  mejor  con  la  sociedad 

Es  deseo  de  las  universidades  preocuparse  por  una  me¬ 
jor  proyección  social  del  trabajo  que  realizan  y  una 
mejor  crítica  de  la  sociedad.  En  este  sentido,  la  acción 
más  importante  se  da,  sin  duda,  a  través  de  sus  egre¬ 
sados.  De  ahí  la  importancia  de  formar  profesionales 
capaces  y  ciudadanos  íntegros,  conocedores  de  los  pro¬ 
blemas  de  su  país  y  dispuestos  a  servir  en  beneficio  de 
la  colectividad. 

Como  instituciones,  las  universidades  deben  buscar, 


16 


por  medio  de  la  extensión  universitaria,  formas  más 
amplias  para  extrapolar  el  trabajo  universitario  en  be¬ 
neficio  de  la  comunidad.  Más  allá  de  la  difusión  de 
actividades  artísticas  y  culturales,  que  deben  desarro¬ 
llarse  plenamente,  hay  que  explorar  e  implantar,  en  su 
caso,  procedimientos  para  la  extensión  de  la  enseñanza 
y  de  la  investigación  y  para  conjugar  las  labores  en  la 
industria  y  en  los  servicios  con  acciones  educativas.  Asi¬ 
mismo,  es  preciso  idear  mecanismos  para  captar  los 
problemas  de  la  sociedad  a  fin  de  motivar  a  los  univer¬ 
sitarios  a  interesarse  por  ellos  y  a  participar  en  su 
solución.  Esta  es,  justamente,  la  concepción  que  ha 
orientado  las  acciones  emprendidas  por  la  Universidad 
Nacional  Autónoma  de  México. 

Un  aspecto  importantísimo  de  la  interacción  de  las 
universidades  con  la  sociedad  se  refiere  a  la  relación 
Universidad/Estado,  que  no  ha  sido  fácil.  Las  superfi¬ 
cies  de  contacto,  por  su  propia  naturaleza,  propician  la 
rispidez,  puede  ser  en  sí  misma  irritante,  aunque  cabe 
reconocer  que  puede  también  excederse  para  convertirse 
en  una  posición  política  ligada  a  intereses  de  facción. 
Pero  en  todo  caso  ponerle  condiciones  a  esa  función 
crítica  puede  llevar  a  inaceptables  intentos  de  suje¬ 
ción. 

Los  subsidios  que  se  otorgan  a  las  universidades  tam¬ 
bién  implican  dificultades  y  generan  asperezas,  ya  que 
en  ocasiones  se  invocan  exigencias  desmedidas  de  un 
lado  y  restricciones  severas  por  el  otro.  Llegan  a  em¬ 
plearse  medidas  coercitivas,  como  movilizaciones  es¬ 
tudiantiles,  y  se  invocan  limitaciones  a  las  disponibili¬ 
dades  como  instrumento  de  apremio.  Estas  actitudes 
quitan  toda  racionalidad  al  procedimiento.  Tengo  la  con¬ 
vicción  de  que  la  libertad  para  la  elaboración  del  pre¬ 
supuesto,  la  justificación  plena  de  los  programas,  la 
independencia  del  ejercicio  presupuestal,  la  oportuni¬ 
dad  de  las  disponibilidades  y  el  compromiso  de  rendir 
cuenta  pública  de  los  gastos,  sistemáticamente  compro¬ 
bada  por  un  auditor  externo,  pueden  llevar  a  superar 
esta  situación.  Esta  es  la  forma  en  la  que  procede  núes- 


17 


tra  Universidad  y,  al  menos  en  el  tiempo  de  mi  gestión, 
no  hemos  sufrido  mayores  trastornos. 

Yo  estoy  convencido,  y  así  lo  he  afirmado  antes,  que 
]a  Universidad  y  el  Estado  no  son  entidades  antagóni¬ 
cas.  Dentro  de  sus  respectivas  jurisdicciones,  en  la  fun¬ 
ción  que  a  cada  quien  le  corresponde,  tienen  como  ob¬ 
jetivo  común  el  beneficio  social.  Entender  esa, relación 
y  la  responsabilidad  y  el  respeto  que  a  ambos  sectores 
les  toca  es  más  efectivo  que  intentar  definir  fronteras 
y  denunciar  intromisiones  o  dejar  vacíos  no  cubiertos  en 
sus  áreas  de  competencia. 

En  México,  al  igual  que  en  otros  países,  ha  habido 
épocas  preñadas  de  dificultades  en  la  interacción  Uni¬ 
versidad/Estado.  No  obstante,  el  camino  recorrido  en 
los  últimos  tiempos  es  por  demás  alentador  y  apunta 
posibilidades  reales  de  entendimiento. 

II.  FACTORES  LESIVOS  PARA  EL  PROGRESO  DE 
LAS  UNIVERSIDADES 

1.  El  sindicalismo  desvirtuado 

a)  Es  comprensible  que  se  produzca  la  organización 
gremial  de  trabajadores  académicos  y  administrativos 
que  pugnen,  justificadamente,  por  sus  derechos  y  por 
disfrutar  de  mejores  condiciones  de  trabajo.  Lo  que  nos 
preocupa  es  la  militancia  combativa,  infiltrada  de  inte¬ 
reses  extraños  a  la  universidad,  que  se  rige  por  consig¬ 
nas  de  grupos  o  partidos  que  nada  tienen  que  ver  con 
las  instituciones  educativas  y  que  pugnan  por  apoderar¬ 
se  del  gobierno  de  éstas,  a  través  de  presiones  colecti¬ 
vas,  y  de  los  procedimientos  académicos  que,  por  ente¬ 
ro,  pertenecen  a  dichas  instituciones. 

Está  a  la  vista  de  todos  cómo  las  universidades  de 
México  han  sido  afectadas  en  los  últimos  tiempos  por 
los  problemas  laborales.  El  proceso  transcurrido  ha  per¬ 
mitido  decantar  los  principios  que  deben  prevalecer,  de 
modo  que  puedan  hacerse  compatibles  los  derechos  le¬ 
gítimos  de  los  trabajadores  con  la  autonomía  de  las 
instituciones,  con  la  preservación  de  la  libertad  de  cáte- 


18 


dra  y  de  investigación  y  los  demás  derechos  que  per¬ 
miten  a  éstas  cumplir  sus  funciones  primordiales. 

El  proyecto  de  adición  al  Artículo  3o.  Constitucio¬ 
nal  claramente  establece  que  las  instituciones  públicas 
autónomas,  entre  otras  cuestiones,  señalarán  los  térmi¬ 
nos  para  la  admisión,  promoción  y  permanencia  del  per¬ 
sonal  académico,  de  modo  que  éste  será  un  mandato  in¬ 
soslayable  para  la  definición  de  las  modalidades  del 
trabajo  universitario  que  también  indica  dicha  modifi¬ 
cación.  Estas  precisiones,  que  deberán  darse  en  la  Ley 
Federal  del  Trabajo,  permiten  alentar  la  esperanza  de 
que,  en  un  futuro  próximo,  pueda  superarse  un  proble¬ 
ma  que  ba  sido  difícil  y  que  ha  revestido  en  varias 
ocasiones  matices  de  violencia. 

b )  Anarquismo 

Se  intenta  desatender  lo  establecido  en  los  ordena¬ 
mientos  universitarios  y  desquiciar  la  estructura  insti¬ 
tucional.  Es  bien  sabido  que  el  asambleísmo  es  contra¬ 
rio  a  la  verdadera  democracia,  que  propicia  una  dilu¬ 
ción  de  la  responsabilidad,  al  tiempo  que  deteriora  todo 
principio  de  autoridad,  la  cual,  por  lo  demás,  en  una 
institución  de  cultura  como  es  la  universidad,  tiene  un 
carácter  puramente  moral.  El  intento  de  derivar  la  ca¬ 
pacidad  ejecutiva  de  las  autoridades  hacia  otros  orga¬ 
nismos  colegiados  pone  en  serio  predicamento  la  ope- 
ratividad  institucional. 

c )  "“Porrismo” 

Por  desgracia,  este  elemento  nocivo  ha  llegado  en 
algunas  épocas  a  enseñorearse  de  las  instituciones  edu¬ 
cativas.  Aunque  de  hecho  siempre  ha  habido  individuos 
violentos  que  extorsionan  a  los  estudiantes,  el  “porro” 
no  es  un  producto  de  la  universidad  sino,  más  bien,  de 
la  sociedad  que  encuentra  en  las  universidades  un  es¬ 
cenario  propicio  para  sus  acciones  violentas.  Su  vincu¬ 
lación  con  delitos  del  orden  común  (robos  y  tráfico  de 
drogas,  entre  otros)  y  su  carácter  mercenario  tienden 


19 


a  perpetuarle.  Afortunadamente,  por  lo  que  toca  a  la 
Universidad  Nacional  Autónoma  de  México,  la  denun¬ 
cia  sistemática  y  detallada  de  todos  los  actos  de  delin¬ 
cuencia  ha  hecho  disminuir  el  problema,  si  bien  toda¬ 
vía  no  lo  ha  erradicado. 


Los  conflictos  universitarios  pueden  y  deben  ser  re¬ 
sueltos  con  procedimientos  universitarios  y  dentro  de  la 
universidad.  La  atención  a  los  problemas,  el  análisis 
de  las  causas  próximas  y  remotas  de  los  conflictos,  una 
amplia  información  sobre  los  mismos  y  el  diálogo  con 
las  partes  involucradas,  han  probado  una  y  otra  vez  ser 
medidas  efectivas.  Sin  embargo,  hay  situaciones  que  ex¬ 
ceden  el  marco  antes  descrito  para  caer  fuera  de  la  Ley. 

Las  universidades  tienen  que  recurrir  a  la  aplicación 
irrestricta  del  derecho,  pues  de  no  hacerlo  se  acepta 
una  situación  de  excepción  — extraterritorialidad  jurí¬ 
dica —  y  se  deja  a  la  institución  indefensa. 

Mucho  de  lo  que  se  debate  en  torno  y  dentro  de  las 
universidades  es  en  función  del  tipo  de  institución  que 
se  desea.  Tengo  la  firme  convicción  de  que  estas  Casas 
de  Estudio  tienen  que  ser  académicas,  críticas  y  plura¬ 
les.  No  deben  tender  a  ser  tecnocráticas,  es  decir,  des¬ 
provistas  de  humanismo  y  de  proyección  social.  Tam¬ 
poco  deben  inclinarse  hacia  la  militancia  ya  que  ésta, 
fácilmente,  las  lleva  a  constituirse  en  arietes  políticos 
que,  más  temprano  que  tarde,  provocan  su  sometimien¬ 
to.  Éste  ha  sido  el  derrotero  de  muchas  universidades 
latinoamericanas. 

Estimo  que  las  universidades  mexicanas,  de  contar 
con  el  apoyo  financiero  adecuado  y  gracias  al  trabajo 
fecundo  de  sus  comunidades,  serán  capaces  de  poner  en 
práctica  líneas  de  acción  que  las  llevarán  a  más  altos 
niveles  de  excelencia,  pero  están  limitadas  para  poder 
contender  con  los  factores  que  les  son  lesivos.  Para  en¬ 
frentarse  a  estos  últimos  se  requiere  del  apoyo  de  la 
sociedad  y,  en  particular,  del  Estado.  Si  bien  la  auto- 


20 


nomía  universitaria  se  originó  como  una  posición  fren¬ 
te  al  Estado,  ulteriores  acontecimientos  demuestran  que 
también  puede  ser  violada  por  otros  sectores  o  grupos, 
algunos  de  los  cuales,  inclusive,  son  universitarios. 

Es  frecuente  la  intromisión  de  algunos  partidos  po¬ 
líticos  en  la  vida  de  las  universidades.  El  rechazo  a  sus 
incursiones  mediante  la  denuncia  política  y  la  repro¬ 
bación  de  sus  acciones,  por  parte  de  una  comunidad 
que  antepone  la  función  académica  a  los  intereses  de 
facción,  han  sido  las  barreras  para  impedir  su  prolife¬ 
ración,  aunque  no  en  forma  absoluta.  La  Reforma  Po¬ 
lítica  ha  dado  la  ocasión  y  los  instrumentos  para  actuar 
políticamente  en  los  foros  públicos  fuera  de  las  univer¬ 
sidades.  No  todos  parecen  haberlo  entendido. 

He  señalado,  a  mi  manera  de  ver  las  cosas,  formas 
de  apoyo  en  que  el  Estado  puede  contribuir,  en  forma 
efectiva,  a  preservar  a  las  universidades  en  beneficio 
del  pueblo  de  México.  Lo  debe  y  lo  puede  hacer  sin 
que,  en  cambio,  les  disminuya  la  libertad,  la  autonomía, 
que  dichas  instituciones  por  su  propia  ‘esencia  necesi¬ 
tan.  Las  Casas  de  Estudio,  en  reciprocidad,  tendrán  que 
cumplir  cabalmente  sus  fines.  Este  es  un  compromiso 
mutuo. 


/ 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


/ 


TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■  Pedro  López  Díaz.  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárcel.  FUNDAMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100«Héctor 
Cuadra.  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO;  101  «Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102« 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  103  «'Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 
104  «Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA,  TECNICA.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106«José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1 10«  María  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  González 
Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO;  1 1 2«  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  1 1 3«  Miguel  Bue¬ 
no.  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 14  «Víctor  Carlos  García  More¬ 
no.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1 1 5  «Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTERDISCIPLINARIEDAD;  116  ■  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO;  1 1 7 ■  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  1 1 8«  Edgar 
Llinás  Alvarez.  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO?;  119»  Marcos  Kaplan.  CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRA¬ 
CION  LATINOAMERICANA;  120  ■  Renate  Marsiske.  ALGUNOS  ANTECEDEN¬ 
TES  LATINOAMERICANOS  DEL  MOVIMIENTO  DE  AUTONOMIA  UNIVERSITA¬ 
RIA  EN  MEXICO  1929;  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA 
UNIVERSIDAD,  EL  CASO  DE  LA  UNAM;  1 22  ■  Camilo  Mena.  BREVE  HISTORIA 
DE  LA  UNIVERSIDAD  CENTRAL  DE  ECUADOR. 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


3<Z0.O?% 

PH&R 

noTiaH 


CUADERNOS  DE  CULTURA  POLITICA  UNIVERSITARIA 


ABRIL  1980 


124 


PRECIO  $  5.00 


POEMA  Y  PROBLEMA  SOCIAL 
DEL  DESARROLLO 
CIENTIFICO-TECNOLOGICO 


ANGEL  VIAN  ORTUÑO 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


Dr.  Ángel  Vían  Ortuño 
POEMA  Y  PROBLEMA  SOCIAL 
DEL  DESARROLLO 
CIENTÍFICO-TECNOLÓGICO 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


2 


El  Rector  Magnífico  doctor  Soberón  ha  sido  tan  gene-* 
roso  que  me  ha  invitado  a  participar  en  las  ceremonias 
de  conmemoración  de  aniversario  de  esta  grande  y  pres¬ 
tigiosa  Universidad  Nacional  Autónoma  de  México.  Y 
llevado  de  su  propia  gentileza  lia  querido  que,  al  tiem¬ 
po  que  yo  conocía  la  Universidad  de  su  prestigiosa  re¬ 
giduría,  fuera  conocido  aquí,  alargando  su  invitación 
hasta  el  acto  presente  en  el  que  he  de  dar  una  confe¬ 
rencia  en  el  marco  competente  y  discreto  que  tanto  di¬ 
ce ’de  los  universitarios  de  este  hermoso  país. 

Pocas  veces  me  he  sentido  más  deseoso  de  acertar 
que  hoy,  y  para  ello  mi  primer  desasosiego  ha  sido  la 
búsqueda  de  un  tema  que  pueda  sugerir  algo  al  audito¬ 
rio  y  no  le  fatigue  ni  le  enoje. 

Rebuscando  dentro  del  campo  en  que  profesional¬ 
mente  me  muevo,  he  espigado  unas  ideas  que,  entrela¬ 
zadas  lo  mejor  que  he  podido,  quisiera  exponer  a  uste¬ 
des,  si  acierto,  con  alguna  amenidad.  Espero  que,  por 
su  carácter  de  síntesis,  puedan  servir  para  obtener  al¬ 
guna  conclusión  que  enriquezca  la  opinión  que  cada 
uno  tenga  al  respecto  en  materia  de  tanta  importancia 
en  el  mundo  actual. 

Voy  a  tratar,  amables  lectores,  del  problema  de  la 
Tecnología,  la  discutida,  la  denostada,  la  defendida,  la 
ansiada,  la  temida  Tecnología,  que  ha  formado  una  so¬ 
ciedad  que  no  sabe  vivir  sin  ella  y,  por  lo  que  se  va. 
viendo,  tampoco  con  ella. 


3 


POEMA  Y  PROBLEMA  SOCIAL  DEL 
DESARROLLO  CIENTÍFICO-TECNOLÓGICO 

La  Ciencia  y  la  Tecnología  han  sido  durante  casi  dos 
siglos,  los  dos  últimos  siglos,  y  hasta  hace  muy  poco,  la 
gran  esperanza  de  la  humanidad.  Es  la  técnica  hija  di¬ 
recta  de  la  mentalidad  científica.  Apenas  alumbrada 
se  fundamentó  en  ella  la  ilusión  del  Progreso.  Es  más, 
sin  ella  no  hubiera  podido  ni  formularse  el  concepto 
de  Progreso. 

En  efecto,  volvamos  la  vista  atrás  y  contemplemos  co¬ 
mo  era  la  vida  del  hombre  occidental  de  hace  poco  más 
de  200  años.  La  fe  progresista  parece  entonces  bien  jus¬ 
tificada.  Vamos  a  dejar  a  un  lado  — que  ya  es  dejar — 
que  todavía  no  existía  entonces  la  Microbiología,  ni  la 
síntesis  química,  ni  los  anestésicos,  ni  la  electricidad; 
vamos  a  desconocer  las  diferencias  sustanciales  — abis¬ 
males —  entre  la  cirugía  de  entonces  y  la  de  ahora.  .  .  y 
vamos  a  considerar  cuantitativamente  sólo  tres  datos 
que  quizás  puedan  resumir  la  situación: 

1.  La  diferencia  entre  la  vida  media  de  un  hombre 
de  Occidente  de  los  años  inmediatamente  anteriores  a 
la  Revolución  Francesa  — 30  años —  y  del  europeo  de 
hoy  — 72  años — ;  esta  diferencia  supone  un  tiempo 
promedio  y  personal  de  estancia  en  el  mundo  2.4  veces 
mayor,  y  multiplicando  este  valor  por  el  aumento  re¬ 
lativo  de  población  (6.5)  resulta  una  potencia  vital  15 
veces  mayor.  Me  refiero  con  esta  cifra  al  Occidente  Eu¬ 
ropeo,  que  es  del  que  dispongo  de  datos. 

2.  La  energía  disponible.  Hasta  hace  unos  200  años 
la  fuerza  disponible  era  la  muscular,  en  su  mayor  par¬ 
te.  Se  calcula  que  un  hombre,  que  trabajara  300  días/ 
año,  8h/día,  puede  rendir  el  trabajo  físico  equivalente 
a  180  kwh.  Poca  cosa.  Consideremos  sólo  la  producción 
eléctrica  española  (100.000  MM  Kwh)  y  resulta  que 
cada  español,  anciano  o  infante,  hombre  o  mujer,  vigo¬ 
roso  o  tullido,  dispone,  por  vía  eléctrica  de  un  trabajo 


4 


equivalente  al  que  podrían  hacer  15  hombres.  O  sea, 
que  una  familia  con  5  miembros  tiene  a  su  disposición, 
sin  notarlo,  unos  75  esclavos  eléctricos  que  actúan  pa¬ 
ra  ella  con  absoluta  sumisión  y  que,  sin  alborotos  ni 
estridencias,  le  cocerán  los  alimentos,  le  lavarán  ropa  y 
vajilla,  le  iluminarán  el  barrio  y  la  casa,  le  transpor¬ 
tarán  en  tren  eléctrico.  .  .  y  todavía,  si  esa  familia  dis¬ 
pone  de  un  automóvil  de  tamaño  medio  y  utilitario,  sabe 
que  tiene  — en  reserva  más  o  menos  silenciosa —  unas 
decenas  más  de  esclavos  mecánicos  dispuestos  a  trasla¬ 
darla  a  una  velocidad  que  jamás  podría  alcanzar  el  pe¬ 
lotón  equivalente  de  carne  y  hueso,  porque  la  velocidad 
es  magnitud  intensiva,  no  aditiva.  Anotemos  que  el  mo¬ 
tor  humano  es  tan  deficiente  que  se  necesita  juntar  7  in¬ 
dividuos  (y  que  estén  de  acuerdo  en  el  tiempo,  la  direc¬ 
ción  y  el  sentido  del  esfuerzo,  que  ese  es  otro  cantar), 
7  individuos  que  pesan  1/2  tonelada,  para  obtener  la 
potencia  de  1  CV.  Así  se  explica  la  abolición  efectiva  de 
la  esclavitud:  El  esclavo  dejó  de  existir  cuando  pudo- 
ser  sustituido. 

Me  parece  importante  dejar  anotado  en  esta  especu¬ 
lación  el  dato  curioso  de  la  enorme  diferencia  de  pre¬ 
cios  entre  la  caloría-alimento  que  necesita  el  motor  hu¬ 
mano  y  la  caloría-gasolina  que  exige  el  automóvil  o  la 
caloría-carbón  que  mueve  el  alternador:  La  caloría-car¬ 
ne,  por  ejemplo,  es  1  000  veces  más  cara  que  la  caloría- 
gasolina  y  10  000  veces  más  cara  que  la  caloría-car¬ 
bón. 

3.  El  último  dato  que  quisiera  comentar  es  la  velo¬ 
cidad  de  los  desplazamientos.  Piénsese  que,  hasta  llega¬ 
do  el  motor,  el  hombre  no  ha  podido  alcanzar  más  ve¬ 
locidad  que  la  del  caballo  a  galope  largo,  70  Km/h, 

y  poco  tiempo,  por  la  fatiga  de  la  cabalgadura.  Pense¬ 
mos  en  los  900  Km/h  a  que  he  volado  desde  Madrid, 
y  expresemos  la  escalofriante  cifra  de  30  000  Km/h 
que  es  la  velocidad  ya  establecida  en  los  desplazamien¬ 
tos  astronáuticos.  Se  ve  como  va  anulando  la  velocidad 


D 


progresivamente  al  espacio  y  como  destruye  la  distan¬ 
cia.  Conseguimos  así  suprimir  servidumbres  y  -limita¬ 
ciones;  logramos  que  el  radio  de  acción  humana,  que 
crece,  como  la  superficie  batida  ,con  el  cuadrado  de  la 
velocidad,  sea,  a  las  velocidades  usuales,  unas  200  ve¬ 
ces  mayor. 

Por  eso  el  mundo  resulta  tan  pequeño:  porque  no  só¬ 
lo  somos  más  (6),  sino  que,  vivimos  más  (2.5)  y  ocu¬ 
pamos  — covolumen —  más  (200).  En  total,  un  hom¬ 
bre  de  hoy  estorba  a  los  demás  6  x  2.5  x  200  ==  3000 
veces  más  de  lo  que  se  estorbaban  2  coetáneos  hace  só¬ 
lo  200  años. 

Si  pasamos  del  propio  desplazamiento  corporal  hu¬ 
mano  al  de  sus  símbolos,  que  es  otra  manera  de  ejercer 
acciones,  de  estorbarse,  el  radio  de  acción  humana  se 
ha  elevado  en  un  millón  de  veces,  cifra  que  resulta  de 
dividir  los  300  000  Km/seg.  de  la  transmisión  electro¬ 
magnética  por  los  0.3  Km/seg.  a  que  se  propaga  el  so¬ 
nido  por  transmisión  directa  y  con  alcance  limitadísi¬ 
mo.  Por  eso  vivimos  agobiados  en  un  inmenso  guirigay. 
Y  eso  sin  entrar  a  considerar  — pues  no  sería  de  oca¬ 
sión —  las  consecuencias  previsibles  de  la  telemática, 
síntesis  de  la  comunicación  y  la  informática,  verdadero 
Heliogábalo  de  la  raíz  de  nuestra  existencia  concebida 
al  modo  más  o  menos  tradicional. 

Pero  ¿cómo  ha  sido  posible  todo  ésto?  Por  razón  de 
la  creatividad;  porque  el  ser  humano  resulta  ser  un 
creador  nato.  El  hombre  vive  para  crear  y  porque  es 
capaz  de  crear.  Si  no  tuviera  esa  capacidad  habría  de¬ 
saparecido ..  .  o  no  hubiera  aparecido;  hubiera  sido 
una  posibilidad  nula  en  la  dinámica  de  la  evolución  de 
las  especies. 

Dice  — dijo —  Ortega,  el  filósofo  del  “vitalismo”,  que 
la  tarea  suma  del  hombre  es  vivir,  y  que  no  vive  por 
mandato,  sino  por  un  acto  de  voluntad;  porque  prefie¬ 
re  seguir  viviendo  a  tener  que  dejar  este  mundo,  a  de¬ 
jar  de  ser. 


6 


Pero  ¿qué  es  vivir?  No  hará  falta  entrar  en  tan  com¬ 
plicada  definición.  Me  bastará,  para  llevar  adelante  la 
pretensión  que  me  ha  traído  ante  ustedes,  con  dejar  sen¬ 
tado  que,  en  su  sentido  más  directo  y  primario,  el  ejer¬ 
cicio  de  la  vida  implica,  para  todo  ser  en  ejercicio,  el 
mantenimiento  de  relaciones  con  “el  medio”  que  le  per¬ 
mitan,  por  cambio  de  materia  y  energía,  cubrir  una  lis¬ 
ta  de  necesidades  evidente:  alimentarse,  guarecerse,  des¬ 
plazarse,  calentarse.  .  .  El  gran  tensor  de  la  vida  es, 
pues,  la  menesterosidad.  Al  menos,  fue. 

Bueno,  pero  esto  mismo  lo  hace  y  le  pasa  al  animal.. 
La  diferencia  de  comportamiento  respecto  al  vivir  hu¬ 
mano  estaría  en  que  el  hombre,  cuando  no  encuentra 
lo  que  necesita,  lo  crea,  lo  inventa ,  en  función  preci¬ 
samente  de  los  elementos  que  le  brinda  el  entorno  y  de 
una  inteligencia  que  no  posee  el  animal.  En  trance  anᬠ
logo,  el  animal  no  sabría  hacer  otra  cosa  que  perecer. 
Por  el  contrario,  a  la  falta  de  calor,  el  hombre  supo* 
oponer  la  invención  de  calentarse  con  calor  provocado; 
y  la  falta  de  refugios  naturales  le  llevó  a  la  invención 
de  la  choza  y  la  casa;  y  para  suplir  la  menesterosidad 
de  sus  propias  piernas  inventó  el  cabalgar  sobre  bestias 
que  se  dejan,  porque  previa  y  paralelamente  supo  in¬ 
ventar  como  domarlas. 

Lo  curioso  es  que  con  estos  inventos  y  mil  más,  lo* 
que  viene  a  hacer  el  hombre  no  es  plegarse  a  la  na¬ 
turaleza,  sino  plegarla  a  él.  El  conocimiento  sería  el 
gran  doblegador.  Pero  con  la  creación  tecnológica  lo 
que  hacemos,  a  fin  de  cuentas,  es  distanciar  nuestras 
necesidades  y  las  acciones  con  que  las  satisface;  y  esa 
distancia  es  lo  que  nos  da  oportunidad  para  evadirnos 
del  ambiente  de  menesterosidad  en  que  naturalmente 
nos  movemos;  y  que  es  al  evadirnos  de  la  inmediata  ne¬ 
cesidad  cuando  encontramos  ocasión  para  hacer  funcio¬ 
nar  mejor  la  mente.  .  .  y  así  poder  seguir  ideando  ac¬ 
ciones  y  cosas  que  agradarán  el  campo  de  las  creacio¬ 
nes  progresivamente.  El  hombre,  en  suma,  no  vive  de 


modo  pasivo;  la  existencia  humana  es  apertura  conti¬ 
nua;  la  vida  humana  es  más  que  vida,  porque  es  pro¬ 
yecto,  creación,  novedad. 

Crear,  desde  el  punto  de  vista  técnico,  supone,  pues, 
poner  en  nuestro  entorno  lo  que  no  está  hecho,  lo  que 
no  hay  y  necesitamos;  ojo:  y  hasta  lo  que  no  hay  y  no 
necesitamos ,  porque  basta  con  ver  los  anuncios  de  la  TV 
para  darse  cuenta  de  la  superfluidad  del  consumo. 

La  Técnica,  como  acto  humano,  es  principalmente 
creación.  La  Técnica  no  es  —no  es  sólo —  el  acto  de 
servirse  de  las  cosas;  porque  tales  actos  de  servicio  son, 
en  principio,  actos  animales,  biológicos,  elementales.  La 
técnica  sería  de  modo  preferente,  la  acción  de  inventar 
cómo  conviene  reformar  lo  que  nos  rodea,  que  no  nos 
basta,  o  que  creemos  que  no  nos  basta  y  así  cubrir 
necesidades  (reales  o  ficticias).  La  Técnica  sería,  en 
resumen,  una  acción  inteligente  llevada  a  cabo  contra 
el  medio,  séanos  hostil  o  no,  y  esa  acción  tiene  un  sig¬ 
nificado  tan  profundo  que  puede  decirse  que  si  no  hu¬ 
biera  tal  reacción  no  habría  tal  hombre ,  y  sólo  aflora¬ 
ría  de  nosotros  el  sustrato  de  animalidad  que  se  confor¬ 
ma  con  aceptar  lo  natural  — lo  espontáneo —  sin  inten¬ 
tar  reformarlo,  adaptarlo,  corregirlo. 

Por  lo  tanto,  con  su  creación  e  inventiva,  es  general, 
y  con  la  versión  ingeniera  de  una  y  otra  cosa,  el  hombre 
no  trata  de  vivir,  sino  de  bienvivir ,  de  vivir  cada  vez 
mejor,  lo  que  viene  a  subrayar  la  capacidad  humana 
para  inventarse  necesidades  que  objetivamente  no  lo  son. 
En  cambio,  el  animal  vive  siempre  atenido  a  la  misma 
conducta.  Es  acientífico,  atécnico;  no  inventa,  no  pro¬ 
gresa,  quizás  porque  no  lo  necesita.  Su  existir  sólo  es 
un  estar ,  y  la  verdad  es  que  cumple  su  estancia  de  mo¬ 
do  sorprendente  con  la  simple  adaptación  del  sujeto 
que  es  al  medio  que  le  ha  sido  dado  al  que  no  tiene  ca¬ 
pacidad  para  modificar  programadamente. 

Antes  dejé  sentado  que  el  objeto  de  la  creación  hu¬ 
mana  es  el  bienestar.  Preguntémonos  ahora  que  enten- 


8 


demos  por  bienestar.  Estar  bien  podría  ser  algo  así  co¬ 
mo  no  necesitar  esforzarse  para  obtener  lo  necesario 
para  subsistir.  .  .  Pero,  entonces:  ¿qué  hacer  con  el 
esfuerzo  que  no  realizamos?.  .  .  Una  de  dos:  o  no  es¬ 
forzarse,  gandulear,  o  emplearlo  en  otras  funciones  no 
impuestas  por  el  entorno,  funciones  imaginadas,  fun¬ 
ciones  no  esenciales,  que  aunque  parezca  paradójico, 
me  parece  que  ya  van  ustedes  viendo  que  son  lo  más 
humano  de  nuestra  condición;  lo  que  hace  que  nuestra 
vida  trascienda  la  realidad  natural  que  inicialmente  nos 
ha  sido  impuesta;  lo  que  nos  configura  como  autores 
y  protagonistas  de  la  comedia  — o  drama —  que  es 
nuestra  vida,  la  vida  de  cada  cual  y  la  de  todos  jun¬ 
tos,  es  decir,  la  de  la  sociedad.  Pero,  a  fin  de  cuen¬ 
tas,  lo  que  nos  hace  cada  vez  menos  dependientes,  más 
libres,  respecto  a  la  Naturaleza,  pero  más  dependien¬ 
te  de  lo  que  hace  el  resto  de  los  hombres. 

Si  algo  se  puede  concluir  de  lo  que  llevo  dicho  es 
que  el  hombre,  genéricamente,  y  por  razón  de  su  pro¬ 
pia  naturaleza,  se  ha  procurado  una  vida  que  es  acción, 
producción.  Primum  vivere.  .  .  Vivir,  sí,  pero  lo  hu¬ 
mano  no  es  vivir  de  cualquier  manera,  sino  sobre  un 
fondo  de  imaginación,  en  continuo  cambio,  como  hemos 
visto.  Por  eso  el  comienzo  de  la  vida  propiamente  hu¬ 
mana  se  puede  hacer  coincidir,  en  opinión  de  Ortega, 
con  la  aparición  de  la  creatividad,  de  la  inventiva.  Si  es 
así,  resulta  que  la  dignidad  de  nuestra  existencia  des¬ 
cansa  de  alguna  manera  en  el  hecho  de  crear,  en  la 
condición  y  capacidad  de  inventar  como  satisfacer  ne¬ 
cesidades  que,  a  su  vez,  son  también  pura  invención,  en 
su  mayor  parte,  o  sea  necesidades  innecesarias,  si  se 
me  admite  otra  paradoja  más.  Y,  si  efectivamente  es 
así,  ocurrirá  que  el  motor  de  la  creatividad  está  más 
en  la  imaginación  que  en  la  necesidad.  A  la  propuesta 
dualitaria  de  si  el  azar  y  la  necesidad,  de  Monod,  ha¬ 
bría  que  añadir  la  imaginación  como  un  tercer  elemen¬ 
to  de  la  trilogía  de  lo  esencial. 


9 


Creo  que  llegado  este  momento  puedo  afirmar  ya 
que  no  es  correcto  calificar  a  la  Tecnología  como  cosa 
inhumana  y  a  las  creaciones  científicas  y  técnicas  co¬ 
mo  cosas  artificiales  — en  el  sentido  de  “antinatura¬ 
les’' — .  Esa  supuesta  artificialidad  se  compone  de  actos 
creativos  naturales,  realizados  por  entes  tan  naturales 
como  los  hombres  son.  Esa  artificialidad  es  poesía: 
Otra  cosa  es  que  las  creaciones  se  utilicen  contrana¬ 
tura.  Pero  también  lo  natural  se  presta  a  estas  vilezas. 
Recuerden  la  herramienta  con  que  Caín  mató  a  su  her¬ 
mano:  una  quijada  de  asno. 

Tomemos  algo  tan  inmediatamente  vital  como  la  ali¬ 
mentación.  La  beatería  naturista  aconseja  con  macha¬ 
cona  insistencia  que  nos  libremos  de  alimentos  artifi¬ 
ciales  y  que  volvamos  al  alimento  natural.  ¿Sería  esto 
posible?  Vistas  las  cosas  con  rigor  biológico  ocurre,  en 
general,  que  el  alimento  de  las  especies  es  anterior  a 
ellas;  y,  es  más,  ese  alimento  las  ha  conformado  obli¬ 
gándolas  a  adaptarse  a  él,  a  especializarse  en  su  con¬ 
sumo.  Ocurre,  además,  que  esta  adaptación  actúa  bio¬ 
lógicamente  configurando  (como  territorios  donde  es 
posible  la  existencia  de  tal  o  cual  especie  animal)  aque¬ 
llos  en  los  que  se  da  dicho  alimento,  y  es  esa  adaptación 
la  que  determina  el  nomadismo  de  las  especies  o  su 
fijación. 

Muy  distinto  es  el  caso  de  la  especie  humana.  El 
hombre  no  sólo  ha  descubierto  alimentos  nuevos,  sino 
que  ha  ideado  como  obtenerlos  de  modo  intensivo  y, 
además,  no  ha  necesitado  adaptarse  a  unos  y  otros  ali¬ 
mentos  sino  que  los  ha  modificado  para  acomodar  la 
naturaleza  de  éstos  a  la  suya  propia  ,por  selección  y  por 
la  adecuada  preparación  culinaria,  de  forma  que  cada 
vez  sean  más  fáciles  de  digerir  y  más  abundantes. 

Es  evidente,  además,  que  la  Agricultura  y  la  Gana¬ 
dería  no  son  actividades  naturales.  Son  invenciones,  son 
creaciones;  primitivas,  pero  creaciones,  que  al  recibir 
después  el  influjo  de  la  Ciencia  no  puede  decirse  que  se 


10 


hayan  artificializado  — que  se  hayan  artificializado 
más —  sino  que  han  elevado  su  utilidad,  su  calidad  y  su 
grado  de  acomodación  a  las  exigencias  humanas.  Así, 
se  ha  llegado  a  cultivar  plantas  y  animales  antes  inexis- 
tentes  y  a  obtener  alimentos  nuevos,  que  no  veo  razón 
por  la  que  su  calificación  de  “artificiales”  pueda  utili¬ 
zarse  con  fines  condenatorios.  El  queso,  por  ejemplo,  es 
cosa  artificial,  y  tanto  mejor  cuanto  mayor  es  su  gra¬ 
do  de  elaboración,  de  artificialidad.  De  la  misma  ma¬ 
nera,  el  proceso  culinario,  de  gran  raíz  cultural,  hace 
posible  que  comamos  alcachofas,  pongamos  por  caso; 
no  habría,  si  no,  quien  las  metiera  el  diente.  Probable¬ 
mente  las  invectivas  naturistas  tengan  razón  si  se  refie¬ 
ren  a  los  productos  naturales  contaminados. Pero  esto  es 
otro  problema. 

Faustino  Cordón  es  un  ilustre  biólogo  español  que  ha 
profundizado  en  la  explicación  de  la  evolución  de  las 
especies  por  las  incidencias  de  la  alimentación.  Pues 
bien,  Cordón  prevé,  que  el  salto  científico  cualitativo  al 
que  actualmente  asistimos  conducirá  a  una  racionaliza¬ 
ción  del  alimento.  El  alimento  llegará  a  ser  un  produc¬ 
to  dietético ,  resultado  de  una  triple  dirección  del  pro¬ 
greso  científico  aplicado  a  este  objetivo:  la)  Adecuar 
todo  alimento  a  la  aptitud  digestiva  del  usuario,  a  la 
educación  de  sus  reflejos  y  a  la  dieta  general  y  a  la 
tradición  culinaria;  2a)  La  comida  estará  armonizada 
en  composición  con  el  metabolismo  celular;  y  3a)  Se 
racionalizará  la  producción  de  alimentos  a  nivel  comu¬ 
nitario  nacional,  cultivando  y  tratando  según  la)  y  2a) 
las  materias  más  propicias  en  cada  caso,  de  modo  que 
la  productividad  sea  máxima. 

Parece  que  debemos  concluir  que  la  aptitud  creati¬ 
va,  aún  vigente  y  pujante,  es  tan  natural  en  el  hombre 
que  es  su  característica,  y  su  gloria;  su  poema.  .  .  y  su 
problema,  claro,  porque  dos  importantes  consecuencias 
sociales  tienen  la  Tecnología  y  la  Ciencia  para  la  hu¬ 
manidad,  a  saber:  1)  La  Ciencia  y  la  Técnica  han  anu- 


11 


# 


lado  la  idea  de  la  incapacidad  humana;  han  liquidado 
la  pesadumbre  humana  basada  en  las  limitaciones  de  la 
especie.  2)  La  Ingeniería,  la  Técnica  han  dejado  de  ser 
remedios  para  ser  capacidades.  Una  capacidad  insonda¬ 
ble.  Tan  insondable,  tan  honda  que  acabará  dando  al 
hombre  futuro  — al  de  hoy,  a  nosotros —  como  toda  hon¬ 
dura,  una  implacable  sensación  de  vaciedad,  de  oque¬ 
dad,  a  cuya  sombra  ha  nacido  esa  angustia  que  ática¬ 
mente  acusaron  Unamuno,  Spengler,  Ortega,  Kierke- 
gaard,  Sartre  y  más  y  más  modernos  y  contemporáneos, 
en  tonos  y  timbres  diferentes.  Alguien  cree  que  al  final 
hemos  descubierto  una  "‘angustia  constitutiva”.  Y  en¬ 
tonces  se  dice  que  vamos  empujados  a  la  desnaturali¬ 
zación. 

En  concreto,  y  en  sentido  colectivo,  ni  el  hombre  es 
como  fue,  ni  vive  de  la  naturaleza  inicial,  sino  de  esta 
especie  de  supernaturaleza  creada  por  él:  Irrevocable¬ 
mente.  La  supernaturaleza  inventada  es  un  telón  que 
nos  aisla  de  la  naturaleza  primigenia,  que  nos  la  ocul¬ 
ta,  suaviza  y  adultera,  dando  a  este  último  vocablo  su 
estricto  sentido  semántico.  Pero  gracias  a  esta  nueva  na¬ 
turaleza  el  hombre  puede  vivir  hoy  más  seguro  y  hasta 
satisfacer  mejor  sus  necesidades  de  ser  espiritual. 

Y,  sin  embargo,  es  cierto  que,  con  todo,  el  nuevo  mo¬ 
do  de  vivir  no  es  completamente  satisfactorio.  En  parte, 
quizás,  pienso  yo,  porque  la  construcción  lograda  es  hi¬ 
ja  de  la  Técnica,  y  la  Técnica,  como  conjunto,  es  de 
carácter  irracional,  no  obstante  la  racionalidad  de  los 
procesos  particulares  de  que  se  compone.  Bajo  esta  luz 
aparece  menos  arbitrario  el  grito  unamuniano  “¡que 
inventen  ellos!”.  .  .  De  todas  maneras,  tengo  para  mí 
que  para  salir  de  esta  contradicción  vital  no  habrá  más 
remedio  que  renunciar  a  la  condenación  de  la  Ciencia  y 
la  Tecnología  y  disponerse  a  asumirlas,  pues  sólo  ellas 
parecen  capaces  de  resolver  las  imperfecciones  con  que 
se  nos  manifiestan  cuando  se  las  inserta  en  un  acontecer 
no  del  todo  racional  como  es  la  vida.  Esa  asunción  su- 


12 


pondrá,  quizás,  volver  al  ruralismo;  más,  si  es  así,  si 
así  fuera,  a  buen  seguro  que  el  viaje  se  hará  de  la  mano 
de  la  Ciencia,  para  poder  vivir  como  sabios  y  no  como 
ignorantes.  Porque  ante  el  reto  creador  de  la  Técnica, 
yo  sólo  veo  esbozadas  dos  posturas:  la  oriental,  de  hui¬ 
da  hacia  la  intimidad,  y  la  occidental,  que  es  de  afir¬ 
mación,  de  enfrentamiento:  agarrarse  a  la  vida  y  con¬ 
figurar  el  destino  humano  con  todos  los  elementos  dis¬ 
ponibles.  ¿Y  qué  elementos  más  potentes  que  la  Cien¬ 
cia  y  la  Tecnología  para  corregir  las  imperfecciones  de 
la  Ciencia  y  la  Tecnología? 

Si  es  así  — y  yo  que  creo  que  es  así —  y,  no  obstan¬ 
te,  todos  convenimos  en  que  la  situación  a  que  la  Técni¬ 
ca  nos  ha  llevado  (o  nos  va  a  llevar  si  no  lo  remedia¬ 
mos)  no  es  satisfactoria,  puede  ser  porque  haya  otro 
factor  — por  lo  menos  otro —  que  actúa  de  modo  con¬ 
comitante. 

Ese  nuevo  factor  somos  nosotros  mismos,  la  organi¬ 
zación  social;  ya  lo  vimos  al  principio.  Es  la  densidad 
de  población  y  el  aumento  de  la  capacidad  de  comuni¬ 
cación  y  de  consumo  de  cada  uno.  Si  hay  más  gente  y 
consume  más,  hay  que  producir  más.  Y  así  ocurre,  has¬ 
ta  el  punto  de  que  las  evidentes  mejoras  que  se  han  ve¬ 
nido  introduciendo  en  las  técnicas  — ahorro  de  materias 
primas,  menores  desperdicios  fabriles,  menor  consumo 
energético  por  unidad  de  producción,  menor  contami¬ 
nación  unitaria,  etc.  — han  sido  sobrepasadas  por  el  fe¬ 
nómeno  del  crecimiento  demográfico  y  del  consumo, 
que  han  acercado  a  los  hombres  y  a  las  cosas,  han  au¬ 
mentado  exponencialmente  la  cantidad  absoluta  de  de¬ 
sechos  y  residuos  de  cosas  de  uso  y  han  obligado  a 
concentraciones  urbanas  y  de  producción  de  tal  densi¬ 
dad  que  la  totalidad  de  los  muchos  focos  residuales  in¬ 
dividuales  suma  unas  cantidades  perniciosas  para  las 
comunidades  forzosamente  próximas  por  razones  eco¬ 
nómicas. 

Ahora  está  clara  la  contradicción  y  el  problema:  Pa- 


13 


ra  dominar  la  Naturaleza  se  necesita  la  asociación,  ser 
sociales,  y  esto  viene  desembocando  en  la  superpobla¬ 
ción,  la  masificación,  las  superciudades,  el  abandono 
del  campo,  la  neurosis,  la  contaminación  y  tantos  otros 
defectos  como  van  apareciendo  por  acción  y  efecto  de 
convivir.  Del  prójimo  como  hermano  hemos  pasado  a 
vivir  esa  frase  tremenda  de  Sartre:  “el  infierno  son  los 
otros”. 

A  mí  me  parece  injusta  la  hosquedad  con  que  a  ve¬ 
ces  se  arremete  contra  las  instalaciones  industriales.  No 
estoy  dentro  de  nadie  para  conocer  sus  motivaciones  úl¬ 
timas,  pero  me  temo  que  muchas  de  estas  reacciones 
tienen  un  fin  que  va  más  allá  de  las  situaciones  que  se 
critican.  A  veces  se  trata  sólo  de  propuestas  elementa¬ 
les  ante  situaciones  ingratas,  equivalentes  a  ese  remedio 
jocoso  que  recomienda  el  corte  de  cabeza  cuando  la  ca¬ 
beza  duele;  da  la  impresión  que  muchas  protestas  eco¬ 
logistas  no  tienen  en  cuenta  la  vinculación  de  causa  a 
efecto  que  hay  entre  los  bienes  que  los  pueblos  piden 
para  vivir  y  las  consecuencias  de  su  fabricación  y  de 
su  uso. 

Con  planteamientos  así  no  se  arreglaría  nada.  La  so¬ 
lución  — solución  quizás  sea  mucho  decir;  dejémoslo  en 
la  mejor  adecuación  posible —  tiene,  a  mi  modo  de  ver 
un  doble  vertiente. 

De  un  lado  la  Ciencia  y  la  Tecnología  deberán  seguir 
su  camino  perfectivo,  continuar  escribiendo  su  poema, 
pero  sin  perder  de  vista  el  efecto  social  de  sus  conquis¬ 
tas,  que  es  el  problema.  De  otro,  la  Sociedad  tiene  que 
modificar  sus  supuestos,  de  manera  que  cada  uno  sepa 
que  es  indeclinablemente  función  de  los  otros,  del  pró¬ 
jimo;  que  el  adensamiento  de  la  población,  las  facilida¬ 
des  de  comunicación  y  transporte  y  la  ampliación  del 
radio  de  acción  de  cada  uno  — todo  lo  cual  es  conse¬ 
cuencia  de  la  Ciencia,  como  vimos  antes —  supone  una 
progresiva  limitación  de  las  libertades  personales.  Aquí 
está,  a  mi  juicio,  la  almendra  de  la  cuestión,  la  raíz  del 


problema:  Cuando  el  sistema  sociedad  se  resiente  en 
esta  forma,  si  no  se  quiere  — y  lo  normal  es  que  no  se 
quiera —  limitar  las  libertades  del  subsistema  indivi¬ 
duo  no  hay  más  remedio  que  reajustar  el  primero  en 
busca  de  la  necesaria  compatibilidad. 

No  es  la  Tecnología  — en  éste  y  en  muchos  casos 
más —  la  responsable,  sino  el  sistema  de  producción,  el 
mecanismo  de  los  precios,  la  estructura  de  la  sociedad 
civil,  a  fin  de  cuentas,  lo  que  no  permite  llegar  fabril¬ 
mente  a  donde  la  técnica  puede  llegar.  Existe  una  ley 
en  nuestro  mundo  económico,  que  se  llama  de  los  be¬ 
neficios  marginales  decrecientes,  que  explica  cómo  es 
posible  el  despilfarro  de  los  desechos  industriales.  Es¬ 
ta  ley  establece  que  cada  unidad  de  esfuerzo  para  lo¬ 
grar  algo  produce  un  grado  de  disfrute  — una  ventaja — 
cada  vez  menor.  De  manera  que  retener  el  tóxico  que  se 
expulsa  como  materia  residual  por  una  chimenea  puede 
interesar  hasta  llegar  a  cierto  grado  de  retención,  pasado 
el  cual  ya  no  recompensa  poner  a  contribución  más  es¬ 
fuerzo  retentivo. 

Más  todavía:  En  busca  de  economías  para  obtener 
precios  menores  se  ha  acudido  a  la  producción  en  gran 
escala.  Hablo  de  la  “economía  de  escala”,  fundamenta¬ 
da,  como  es  sabido,  en  que  una  unidad  productiva  de 
doble  tamaño  sólo  cuesta,  como  promedio,  20.6=  1.5 

veces  más,  con  lo  que,  entre  otras  posibilidades,  se  aho¬ 
rra  en  capital  y  en  todos  los  costos  de  él  derivados 
— amortización,  seguros,  intereses  intercálanos,  conser¬ 
vación,  mano  de  obra  de  servicio,  etc. 

Pero  la  economía  de  escala  implica,  como  es  lógico, 
grandes  producciones  y,  naturalmente,  grandes  consu¬ 
mos.  Más  cachivaches.  A  fin  de  cuentas,  más  desperdi¬ 
cios  de  fabricación  y  de  uso.  Más  deterioro  del  medio. 
Y  más  pronto  agotamiento  de  los  recursos.  .  .  Y  mayor 
concentración  de  poder. 

Visto  este  cuadro:  ¿Es  la  Tecnología  la  que  tendría 
que  cambiar?  ¿O  es  la  Sociedad?  Quizás  las  dos. 


15 


La  organización  de  la  producción  tendrá  que  modifi¬ 
car  su  concepto  de  la  rentabilidad.  Vemos  que  el  obje¬ 
tivo  no  puede  ser  ya  la  rentabilidad  empresarial,  sino 
la  social,  pues  todo  parece  indicar  que  la  gran  produc¬ 
ción  — el  gran  consumo —  ha  desplazado  el  óptimo  so¬ 
cial  a  otros  límites.  En  suma:  el  lucro  no  puede  ser  ya 
el  fin  último  de  la  empresa. 

¿Y  la  Tecnología?  También  tendrá  que  moverse.  A 
mi  juicio  en  dos  sentidos:  Fabricando  productos  y  ener¬ 
gía  que,  luego  de  usados  sean  recuperables  en  ciclo  u 
operar  con  materias  primas  que  tengan  la  propiedad 
de  ser  renovables  por  la  gracia  de  la  energía  solar,  bien 
gratuito  y  mostrenco.  El  uso  en  ciclo  significa  que  el 
consumo  del  bien  producido  es  el  eslabón  de  una  cade¬ 
na  y  no  una  fase  final.  .  .  ni  el  fin  de  nada. 

El  ejemplo  cíclico  más  claro  de  exponer  podría  ser 
el  de  la  producción  simultánea  de  agua  y  energía  vía 
hidrógeno:  Imaginen  en  el  mar,  a  varias  millas  aden¬ 
tro  — para  preservarlas  del  polvo —  unas  plataformas 
en  las  que  se  han  instalado  grandes  receptores  parabó¬ 
licos  que  concentraran  la  energía  solar  y  produjeran 
electricidad  continua  y  a  baja  tensión,  la  adecuada  pa¬ 
ra  electrolizar  agua  marina.  El  H2  se  enviaría  a  tierra 
por  tuberías.  Anticipo  a  ustedes  que  en  el  Seminario  de 
mi  cátedra  hemos  estudiado  el  costo  del  transporte  del 
H2  y,  pasada  cierta  distancia,  es  progresivamente  más 
económico  transportar  la  energía  eléctrica  en  forma  de 
hidrógeno  que  como  energía  eléctrica.  El  H2  recibido 
en  tierra  se  quemaría  en  centrales  energéticas-térmicas- 
sin  contaminación,  distribuyendo  energía  en  forma  tér¬ 
mica  o  eléctrica  y  suministrando  al  tiempo  agua  para 
todo  uso.  No  es  broma:  los  200  litros  per  cápita,  de 
agua  de  consumo  humano  medio  ciudadano  se  origina¬ 
rían,  así  como  subproducto  de  la  producción  de  los  kilo- 
watios-hora  que  se  necesitan  también  por  término  me¬ 
dio.  El  ciclo  tiene  otras  ventajas  con  las  que  no  voy  a 
cansar  a  ustedes. 


16 


Hoy  se  estudian  afanosamente  éste  y  otros  muchos  ci¬ 
clos.  Varios  de  ellos  son  de  tipo  bioquímico,  fotolíticos, 
como  es  la  fotorreducción  de  protones  a  H2  molecular, 
o  la  fotorreducción  del  N2  a  amoníaco,  o  la  fotosíntesis 
del  agua  oxigenada,  capaz  de  liberar  la  energía  solar 
absorbida  por  el  proceso,  al  regenerarse  el  agua  y  el 
oxígeno  iniciales. 

Como  final,  me  gustaría  volver  sobre  el  tema  clave 
del  agotamiento  de  los  recursos,  pero  visto  desde  un 
ángulo  más  teórico,  más  científico,  más  filosófico;  es 
*  decir  con  una  visión  que  pretende  ser  más  amplia  y  le¬ 
jana,  con  una  perspectiva  capaz  de  orientar  los  nuevos 
rumbos  de  la  Política  y  la  Sociología  más  que  los  de  la 
propia  Tecnología.  El  problema  humano  — lo  siento — 
se  entenebrece  así  todavía  más.  Pero  anticipo  que  es  de 
tan  lejano  desenlace  que  no  debe  entristecernos.  .  .  por¬ 
que  hay  tiempo  para  que  el  Mundo  se  acabe  por  otro  ca¬ 
taclismo  cósmico.  O  para  que  se  arrepienta. 

Permítanme  antes  que  deje  prejuzgada  la  validez  ge¬ 
neral  de  las  leyes  naturales  y  afirmada  formalmente  la 
aplicación  de  las  leyes  físicas,  las  termodinámicas  en 
particular,  a  la  Biología  y  a  sus  procesos. 

Siendo  así,  hagámonos  a  la  idea  de  que  en  el  Plane¬ 
ta  hay  una  limitada  cantidad  de  vida  posible;  porque 
los  procesos  vitales  son  transferencias  de  materia  y  de 
energía  con  el  entorno,  y  llegará  un  momento  en  que  no 
será  posible  vivir  en  el  sistema  Mundo,  por  intransfe¬ 
rencia,  por  aumento  entrópico.  La  cantidad  de  vida  dis¬ 
ponible  está  pues  determinada  por  la  dotación  de  ne- 
gantropía  — de  entropía  negativa —  que  el  Mundo  po¬ 
see,  suma  de  la  equivalente  a  los  recursos  materiales  y  a 
los  energéticos,  más  la  aportada  por  la  energía  radian¬ 
te  y  gratuita  que  aprovechamos  del  sol.  Más  claro:  de 
ambas  dotaciones,  a  la  larga,  aunque  ahora  no  lo  pa¬ 
rezca,  la  de  materias  es  la  limitativa,  dada  la  práctica 
infinitud  de  la  aportación  solar,  que  es  unas  20  000  veces 
superior  al  consumo  actual  de  energía  por  la  Humani- 


17 


dad  toda.  (Por  término  medio,  de  la  radiación  solar  se 
pueden  sacar  entre  1  200  y  1  800  Kwh  térmicos  por 
año  y  metro  cuadrado). 

Quisiera  explicarme  mejor: 

Imaginad  la  caldera  de  una  máquina  de  tren.  Pone¬ 
mos  en  ella  carbón  y  obtenemos  movimiento  — lo  útil 
que  decimos  nosotros —  pero  también  aparece  ruido, 
ceniza  y  humo  — lo  inútil  que  decimos  nosotros — .  Pero 
todo  ello:  ceniza,  humo,  ruido  y  movimiento  es  objeti¬ 
vamente  una  degradación  física  del  sistema  — que  se  mi¬ 
de  por  el  aumento  de  entropía — ,  que  no  entiende  de  uti¬ 
lidades.  La  degradación  es  ciertamente  irreversible,  y 
por  supuesto,  también  irrevocable.  E  inevitable.  Es,  pues, 
una  degradación  intrínseca,  que  está  implícita  en  el 
ser  de  todo  proceso  real. 

Por  lo  tanto,  a  más  intensidad  de  vida  y  de  consumo, 
mayor  deterioro  entrópico  del  Mundo. 

Por  eso,  todo  consumo,  hoy,  supone  negación  de  vi¬ 
da  — de  consumo —  futuro;  luego  la  satisfacción  de  ne¬ 
cesidades  no  vitales  está  llamada  a  ser  prohibida  al¬ 
gún  día.  Por  eso  en  el  futuro  tendrá  que  ser  imperativa 
la  austeridad  en  el  uso  de  las  cosas. 

Además:  Los  bienes  finitos,  como  el  mineral  de  hie¬ 
rro,  pongamos  por  caso  , acabarán  por  emplearse  para 
arados  y  rastrillos  que,  aún  siendo  elementos  exosomá- 
ticos,  son  entrópicamente  baratos,  por  comparación.  Un 
tractor  y  más  aún  un  gran  automóvil,  llegarán  a  ser  pe¬ 
cado,  y  podrán  ser  relegados  por  la  muía  y  el  asno,  que 
termodinámicamente  resultan  menos  degradadores.  Ca¬ 
da  kilogramo  de  hierro  gastado  hoy  sin  justificación  vi¬ 
tal  — de  hierro  y  de  muchas  cosas  más —  significa  que 
no  habrá  ración  de  vida  para  que  pueda  nacer  un  niño 
dentro  de  x  años  o  siglos.  Escalofría  pensar  que  mi  vi¬ 
vir  es  un  proceso  excluyente,  pues  que  yo  viva  signifi¬ 
ca  que  otro  no  podrá  vivir  en  el  futuro,  otro  que  a  lo 
mejor  hubiera  sido  más  útil  y  más  bueno  que  yo  , 

La  teoría  física  (la  teoría  de  la  entropía)  vota,  pues. 


18 


por  el  Císter  y  condena  radicalmente  y  sin  paliativos  a 
la  llamada  ‘“sociedad  opulenta”,  la  de  los  muchos  ca¬ 
chivaches,  la  del  “bigger  and  better”,  la  civilización  del 
desperdicio.  El  desperdicio,  que  en  tiempos  era  un  signo 
de  elegancia,  es,  como  ven,  un  crimen  termodinámico. 

Es,  pues,  irrelevante  a  la  larga,  que  los  químicos  sea¬ 
mos  capaces  de  obtener  proteínas  alimenticias  del  car¬ 
bón,  recurso  no  renovable.  Quizás  los  moralistas  del  fu¬ 
turo  decreten  que  esa  técnica  es  tan  indecente  como  hoy 
es  el  homicidio,  pues  en  la  medida  en  que  sobresatis¬ 
faga  lujos  del  momento,  anula  injustamente  la  posibi¬ 
lidad  de  otras  vidas  futuras.  Por  eso  sería  más  acon¬ 
sejable  obtener  gasolina  de  la  paja  de  trigo  o  del  hollejo 
de  la  uva  ,y,  de  los  demás  recursos  , renovables  por  ra¬ 
zón  de  la  negantropía  solar. 

A  la  luz  de  estas  ideas  se  ve  también  la  fragilidad 
con  que  se  ha  planteado  la  cuestión  sobre  si  el  mundo 
puede  cobijar  a  10  000  millones  de  seres  o  a  50  000. 
Porque  es  claro  que  la  degradación  entrópica  no  de¬ 
pende  sólo  del  número  de  usuarios  sino  también  de  la 
intensidad  del  consumo  que  hagan  y  del  tiempo  de  uso 
(de  vida).  Definido  el  consumo  disponible,  el  producto 
aritmético  (el  número  y  el  tiempo)  es  constante;  es  de¬ 
cir,  a  doble  número  de  personas  vivientes  — en  total, 
desde  que  comenzó  la  fiesta  de  la  vida  humana  hace  1 
MM  de  años —  la  mitad  de  tiempo  posible  de  hospeda¬ 
je.  Ello  aparte  de  las  incomodidades  de  la  aglomera¬ 
ción  y  de  otras  consideraciones  que  no  son  del  caso. 

Hago  gracia  a  ustedes  de  ulteriores  consideraciones 
sobre  el  agotamiento  de  los  recursos  materiales,  proble¬ 
ma  que  también  afronta  ya  la  Ciencia.  No  será  un  ago¬ 
tamiento  repentino,  claro  está  sino  sucesivo;  y  no  será 
difícil  que  la  tecnología  vaya  encontrando  soluciones  de 
repuesto.  Pero  todo  esto  no  quita  nada  a  la  realidad  del 
fondo,  que  es  la  limitación  implacable  de  los  recursos, 
de  todos  los  recursos,  sucesivamente,  por  la  irreversibi¬ 
lidad  de  los  procesos  en  que  los  utilizamos. 


19 


En  términos  lejanos,  lejanísimos,  de  sentido  apocalíp¬ 
tico  pero  científicamente  ciertos,  se  puede  postular  que 
la  Humanidad  tiene  limitados  el  espacio,  la  energía,  la 
materia  y  el  tiempo.  Los  tres  últimos  guardan  una  rela¬ 
ción  que  algún  día  habrá  de  estar  presente  al  planificar 
el  futuro  por  la  Tecnología  y  la  Sociología;  precisamen¬ 
te  el  día  en  que  sea  ineludible  dilatar  en  lo  posible  las 
exiguas  existencias  de  la  grande  pero  finita  Despensa 
que  es  nuestro  Mundo.  Todo  parece  indicar  que  para 
alargar  la  estancia  de  la  Especie  tendrá  que  volver  el 
Hombre  a  vivir  del  campo,  retornar  al  ruralismo;  síi 
pero  la  cosa  será  distinta  al  tiempo  pasado  si  lo  hace  de- 
la  mano  de  la  Razón  y  de  la  Ciencia. 

Fuera  ya  de  la  especulación  futurista  que  ustedes  me' 
sabrán  perdonar,  lo  cierto  es  que  como  vamos  no  pare¬ 
ce  posible  que  se  pueda  continuar.  La  Comunidad  Eco- 
nómica  Europea  sólo  tiene  ya  un  12.4%  de  tierra  culti¬ 
vable,  mientras  las  ciudades  ocupan  el  31%.  En  los 
EE.UU.  cada  año  las  carreteras  y  zonas  industriales  en¬ 
gullen  nada  menos  que  420  000  Ha.! !  Se  imponen,  pues, 
profundos  cambios  sociales  y  morales  y  readaptar  los 
valores  culturales  de  la  Ciencia;  hay  que  acompasar  las 
Ciencias  Humanas  y  la  Tecnología.  Y  se  logrará,  se  ha¬ 
rá.  Ninguna  especie  se  ha  suicidado  jamás.  Porque  el 
hombre  no  sólo  vive  de  pan;  también  necesita  la  espe¬ 
ranza.  Y  mientras  espera,  piensa.  Es  el  único  animal 
que  piensa. 


/  ‘ 


\ 


/ 


/ 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 

Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


f 


i 


Imprenta  Madero,  S.  A. 

Impreso  y  hecho  en  México- 
Marzo  de  1980 

* 


TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  ■Pedro  López  Díaz.  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárcel.  FUNDAMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100«Héctor 
Cuadra.  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO;  101  ■Enrique  Villanuevj.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102B 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  103  «Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 
1 04  ■  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA,  TECNICA,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106BJosé  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas.  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1 1 0 ■  María  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1 875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  González 
Oropeza.  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO,  1  12«  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  1  13«  Miguel  Bue¬ 
no.  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 14  «Víctor  Carlos  García  More¬ 
no.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1  15«Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTERDISCIPLINARIEDAD;  116  ■  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO;  1 1 7  «  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  1 1 8«  Edgar 
Llinás  Alvarez.  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO?;  1 1 9  «  Marcos  Kaplan.  CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRA¬ 
CION  LATINOAMERICANA;  120  ■  Renate  Marsiske.  ALGUNOS  ANTECEDEN¬ 
TES  LATINOAMERICANOS  DEL  MOVIMIENTO  DE  AUTONOMIA  UNIVERSITA¬ 
RIA  EN  MEXICO  1929;  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA 
UNIVERSIDAD,  EL  CASO  DE  LA  UNAM;  122  ■  Camilo  Mena.  BREVE  HISTORIA 
DE  LA  UNIVERSIDAD  CENTRAL  DE  ECUADOR;  123  ■  Guillermo  Soberón.  LAS 
UNIVERSIDADES  MEXICANAS  Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  D  AVI  LA 


5^0,0?g 

P0-1&5" 


CUADERNOS  DE  CULTURA  POLITICA  UNIVERSITARIA 


MAYO  1980 


LAS  LEYES  ORGANICAS  DE 
LA  UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTONOMA  DE  MEXICO 

DIEGO  VALADES 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


Diego  Valadés 
LAS  LEYES  ORGÁNICAS 
DE  LA  UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


í.  PRIMERA  LEY  ORGANICA:  1929 


1.  Discusión  en  el  Congreso 

Cuando  en  la  Cámara  de  Diputados  se  discutía,  en  ju¬ 
nio  de  1929,  la  conveniencia  de  otorgar  facultades  ex¬ 
traordinarias  al  Presidente  de  la  República  para  que 
emitiese  el  decreto  otorgando  la  autonomía  a  la  Uni¬ 
versidad  Nacional,  muchas  voces  de  reserva  se  hicieron 
sentir  en  el  seno  de  la  Cámara  de  Diputados.  En  efecto, 
las  expresiones  del  Diputado  Bautista  pueden  servir  de 
ejemplo:  “y°  pienso  para  mí  que  la  autonomía  univer¬ 
sitaria  es  el  producto  de  la  alta  cultura  de  los  pueblos 
más  que  otra  causa  que  la  pueda  producir,  y  al  obser¬ 
var  la  actitud  arrogante  y  de  indisciplina  de  los  señores 
estudiantes  de  la  metrópoli  estoy  temeroso  de  que  la 
libertad  puesta  en  sus  manos  pueda  transformarse  en 
libertinaje”.  Más  adelante  agregaba:  “sabemos  también, 
señores,  que  debemos  tener  la  estricta  obligación  de 
vigilar  a  la  Universidad  para  que  no  se  transforme 
mañana  en  una  institución  de  hombres  privilegiados 
donde  puedan  nutrirse  cerebros  que  más  tarde  vengan 
a  combatir  a  la  Revolución”. 

En  la  misma  sesión,  el  Diputado  Sánchez  Lira  con¬ 
sideraba  que  la  autonomía  universitaria  era  uno  de  los 
postulados  más  elevados,  más  sublimes  — agregaba — 
de  la  Revolución.  Quizá  de  las  dos  posiciones  la  más 
realista,  la  que  tenía  mayor  eco  en  el  momento  en  que 
se  pronunciaba,  era  la  del  diputado  Bautista.  Es  evi¬ 
dente  que  aun  cuando  existen  antecedentes  durante  el 
periodo  1910-1917  para  determinar  la  necesidad  de 
la  autonomía  universitaria,  no  puede  afirmarse  que 
haya  sido  ésta  un  postulado  de  la  Revolución  mexi¬ 
cana. 

Ya  trasladada  la  discusión  a  la  Cámara  de  Senado¬ 
res,  el  senador  Pastor  Rouaix  propuso  la  creación  del 
instituto  Científico  Nacional  dependiente  directamente 
del  Ejecutivo  e  independiente  de  la  Universidad  Na¬ 
cional,  señalando  que  a  esta  última  le  tocaría  realizar 


4 


una  labor  de  orden  docente,  en  tanto  que  al  primero 
le  correspondería  desempeñar  labores  de  investigación. 
Por  lo  mismo,  más  adelante  se  sugirió  que  se  otorgaran 
al  Presidente  facultades  extraordinarias  para  legislar, 
pero  que  se  concediera  a  la  Universidad  una  autonomía 
"'muy  relativa”,  que  de  ninguna  manera  pudiera  sig¬ 
nificar  una  libertad  absoluta. 

La  tesis  de  que  la  autonomía  estaba  emparentada  con 
las  ideas  que  en  ese  sentido  se  habían  proclamado  du¬ 
rante  la  Revolución  aparece  en  el  tercero  de  los  con¬ 
siderandos  del  decreto  del  Presidente  Portes  Gil.  En 
efecto,  ahí  se  dice  que  había  sido  un  ideal  de  los  go¬ 
biernos  revolucionarios  y  de  las  clases  universitarias 
mexicanas  la  autonomía  de  una  Universidad  Nacional.1 
Puede  decirse  que,  en  efecto,  los  gobiernos  del  presi¬ 
dente  Madero  y  de  la  Convención  habían  contemplado 
la  idea  de  la  autonomía  universitaria,  y  no  deben  omi¬ 
tirse  el  otorgamiento  de  la  autonomía  a  la  Universidad 
Michoacana  en  1917,  ni  los  importantes  proyectos  de 
Félix  F.  Palaviccini  y  de  José  I.  Novelo.  Con  todo,  como 
ya  se  dijo,  no  puede  decirse  que  éste  haya  sido  un 
“postulado  de  la  Revolución”. 

2.  Carácter  de  la  Ley 

De  acuerdo  con  la  Ley  Orgánica  de  la  Universidad  Na¬ 
cional  Autónoma  de  México  de  1929,  el  Rector  de  la 
Universidad  era  nombrado  por  el  Consejo  Universitario 
de  una  terna  propuesta  directamente  por  el  Presidente 
de  la  República.  Con  todo,  el  artículo  19  prescribía  que 
en  caso  de  que  el  Presidente  no  hiciera  llegar,  en  el 
término  adecuado,  la  terna  al  Consejo  Universitario, 
éste  designaría  a  un  Rector  provisional.  Por  otra  parte, 
el  artículo  30  disponía  que  el  Rector  sería  el  conducto 
por  el  cual  se  comunicaría  la  Universidad  con  las  di¬ 
versas  autoridades  y  el  siguiente  precepto  disponía  que 
los  empleados  de  la  LTniversidad  no  serían  considerados 

1  Hurtado  Márquez,  Eugenio.  La  Universidad  Autónoma ,  1929-1944. 
México,  1976.  pp.  19  y  ss. 


5 


como  empleados  federales,  si  bien,  por  razones  de  equi¬ 
dad,  y  estando  encargados  de  un  servicio  público,  con¬ 
tinuarían  gozando  de  los  beneficios  que  la  Ley  de  Pen¬ 
siones  Civiles  de  Retiro  les  concedía. 

Por  cuanto  hace  a  las  relaciones  con  el  Estado,  la 
Universidad  quedaba  obligada  a  presentar  anualmente 
un  informe-  de  labores  realizadas  al  Presidente  de  la 
República,  al  Congreso  de  la  Unión  y  a  la  Secretaría 
de  Educación  Pública.  No  se  explica,  dentro  de  un  sis¬ 
tema  constitucional  como  el  mexicano,  que  la  Univer¬ 
sidad  pudiese  rendir,  de  manera  directa,  informes  al 
Congreso  de  la  Unión. 

El  Presidente  de  la  República  quedaba  facultado  para 
interponer  su  veto,  si  así  lo  estimaba  conveniente,  con 
relación  a  algunas  de  las  decisiones  del  Consejo  Uni¬ 
versitario.  El  artículo  35  precisaba  cuáles  eran  las  re¬ 
soluciones  susceptibles  de  ser  vetadas;  la  clausura  de 
alguna  facultad,  escuela  o  institución  universitaria;  las 
condiciones  de  admisión  de  los  estudiantes  y  de  revali¬ 
dación  o  visa  de  estudios  hechos  en  el  país  o  en  el  ex¬ 
tranjero,  siempre  que  esas  condiciones  fueran  de  orden 
técnico;  los  requisitos  para  los  alumnos  becados  con  el 
subsidio  federal;  la  erogación  de  cantidades  mayores 
de  cien  mil  pesos  en  una  sola  vez  o  de  la  misma  en 
pagos  periódicos  que  excedieran  de  diez  mil  pesos  men¬ 
suales,  a  menos  que  estos  gastos  se  cubrieran  con  fondos 
no  procedentes  del  subsidio  del  Gobierno  Federal;  los 
reglamentos  de  la  Ley  Orgánica  y  las  modificaciones 
de  los  mismos  que  pudieran  considerarse  como  viola- 
torios  de  esa  Ley.  Además,  el  artículo  38  facultaba  al 
Estado  para  intervenir  en  la  comprobación  de  los  gastos 
de  la  Universidad.  Esta  facultad,  precisaba  más  ade¬ 
lante  el  artículo  52,  se  ejercería  por  conducto  de  la 
Contraloría  de  la  Federación. 

En  su  informe  presidencial  correspondiente  a  1929 
Emilio  Portes  Gil  señalaba  que,  en  términos  generales, 
la  Ley  Orgánica  de  la  Universidad  establecía  la  auto¬ 
nomía  de  esta  Institución  sin  más  taxativa  que  la  ética 


/ 


6 


y  la  responsabilidad  sociales,  comprometiéndose  el  Go¬ 
bierno,  a  su  vez,  a  suministrarle  un  apoyo  económico 
anual  de  una  manera  tan  amplia  “como  las  presentes 
necesidades  de  la  Universidad  demandan”. 

La  proposición  de  la  terna  para  la  designación  de 
Rector  fue  considerada  por  Portes  Gil  como  un  ele¬ 
mento  para  asegurar  la  armonía  entre  el  Gobierno  y 
la  Universidad  y  para  garantizar  el  cumplimiento  “de 
ciertos  compromisos  fundamentales  de  la  Universidad 
ante  la  Nación”.  No  se  explicitaban  cuáles  eran  esos 
“ciertos  compromisos”  y  obviamente  se  les  dejaba  al 
mejor  entendimiento  que  sobre  los  mismos  pudiera  te¬ 
ner  el  propio  Presidente. 

Una  advertencia  final  se  planteaba  en  las  palabras 
del  Presidente  Portes  Gil:  “deseo  reiterar  de  una  ma¬ 
nera  enfática  que  la  autonomía  universitaria  pagada 
por  la  Nación  se  justificará  solamente  si  los  que  la  ma¬ 
nejan  saben  patrióticamente  identificarse,  al  desenvolver 
su  programa  de  acción  universitaria,  con  la  fuerte  y 
noble  ideología  de  la  revolución  mexicana”.  Aquí  apa¬ 
rece  por  primera  vez  un  condicionamiento  importante 
para  la  libertad  de  cátedra  y  de  investigación,  supuesto 
que  el  contenido  ideológico  que  justificaba  el  otorga¬ 
miento  de  la  autonomía  vinculaba  también  a  los  miem¬ 
bros  de  la  comunidad  universitaria.  Este  planteamiento 
hizo  crisis,  como  adelante  veremos,  durante  el  Gobierno 
del  Presidente  Lázaro  Cárdenas." 

El  procedimiento  adoptado  por  la  Ley  Orgánica  de 
1929  para  la  elección  de  Rector  era  radicalmente  opues¬ 
to  al  planteado  por  los  alumnos  que  participaron  en 
la  huelga  de  mayo.  Estos  demandaban  el  derecho  de 
la  Universidad  para  elaborar  una  terna  y  remitirla  al 
Ejecutivo,  quien  de  ahí  designaría  al  Rector,  procedi¬ 
miento  ya  adoptado  por  la  Ley  universitaria  de  Victo¬ 
riano  Huerta,  en  tanto  que  el  Gobierno  prefería  el  me¬ 
canismo  inverso:  que  fuera  el  Ejecutivo  quien  remitiera 

2  México  a  través  cíe  los  Informes  Presidenciales.  México,  1976,  To¬ 
mo  xi.  pp.  196-197. 


7 


al  Consejo  Universitario  la  terna  para  que  éste  eligiera 
al  Rector.  Este  fue  el  criterio  que  prevaleció  y  de  con¬ 
formidad  con  lo  establecido  por  la  Ley  Orgánica  el 
presidente  Portes  Gil  envió  la  terna  al  Consejo  Univer¬ 
sitario.  Uno  de  los  miembros  de  la  terna,  Salvador 
Urbina,  declinó  ser  considerado  como  posible  Rector, 
por  lo  cual  la  terna  se  convirtió  en  ‘"duerna”,  como  iró¬ 
nicamente  la  calificó  Antonio  Caso.  El  Consejo  solicitó 
al  Presidente  la  integración  de  la  terna  proponiendo 
un  nombre  más,  pero  recibió  una  negativa  categórica 
y  la  elección  final  tuvo  que  hacerse  entre  los  dos  candi¬ 
datos  restantes.  El  elegido  fue  Ignacio  García  Téllez. 1 

Ya  en  ejercicio  de  las  funciones  autónomas  que  co- 
respondían  a  la  Universidad,  el  31  de  julio  de  1929  el 
Rector  declaró,  en  nombre  de  la  República  instalado  el 
Consejo  Universitario.  En  la  misma  sesión,  represen¬ 
tando  al  profesorado,  habló  el  doctor  Ignacio  Chávez 
y  por  los  alumnos  lo  hizo  Alejandro  Gómez  Arias.3 4 

Con  la  introducción  de  consejeros  alumnos  en  núme¬ 
ro  igual  al  de  Profesores,  a  partir  de  1929  el  Consejo 
Universitario  dejó  de  ser  un  órgano  técnico  para  con¬ 
vertirse  en  un  instrumento  político.  Testimonios  de  la 
época  refieren  cómo,  llamándose  público,  numerosas 
personas  se  introducían  en  la  Sala  del  Consejo,  cuyos 
trabajos  interrumpían  con  gritos,  risas,  siseos,  aplam 
sos,  silbidos  y  opiniones  en  alta  voz. 

Accidentadas  fueron,  por  lo  mismo,  las  sesiones  del 
Consejo,  presididas  por  los  rectores  Ignacio  García  Té¬ 
llez  y  Roberto  Medellín.  Manuel  Gómez  Morín,  final¬ 
mente,  decidió  trasladar  el  salón  de  sesiones  al  recinto 
anexo  a  la  oficina  del  Rector  y  optó  por  reducir  la 
frecuencia  de  las  reuniones  del  Consejo,  con  lo  cual 
moderación  y  respetabilidad  volvieron  a  señorear.5 

No  obstante,  subsistió  el  problema  de  las  academias 

3  Ocaran^a,  Fernando.  La  Tragedia  de  un  Rector.  México,  1943. 
p.  283. 

4  Alarcón.  Alicia.  El  Conseio  Universitario.  Sesiones  de  1924-1977. 
México.  1979.  n.  51. 

5  Ocaranza.  Fernando  Op  cit.,  pp.  217  a  219. 


8 


que  la  Ley  reconocía.  Con  motivo  de  su  acción,  al  to¬ 
mar  posesión  del  cargo  de  Director  de  la  Facultad  de 
Medicina,  Ignacio  Chávez  declaró:  “lentamente  hemos 
ido  resbalando  de  un  gobierno  del  profesorado  a  un 
gobierno  de  la  masa  estudiantil,  con  mengua  del  pres¬ 
tigio,  de  la  respetabilidad  y  de  la  autoridad  de  los 
proiesores  . 

Así,  descompás  institucional  e  indigencia  académica 
hicieron  pensar  en  la  necesidad  de  un  nuevo  orden  legal 
para  la  Universidad. 


II.  SEGUNDA  LEY  ORGANICA:  1933 
1.  Planteamiento  de  Bassols 

En  el  discurso  pronunciado  en  la  Cámara  de  Diputados 
el  17  de  octubre  de  1933,  al  presentar  la  iniciativa  de 
la  segunda  Ley  Orgánica  de  la  Universidad,  el  Secre¬ 
tario  de  Educación  Narciso  Bassols  afirmó  que  la  Uni¬ 
versidad  había  abatido  “el  nivel  espiritual  y  moral  de 
sus  hijos  porque,  empeñada  en  continuas  y  vanas  con¬ 
tiendas,  enseña  que  el  camino  noble  no  está  en  ella;  que 
no  es  la  ciencia,  que  no  es  la  callada  labor  de  investiga¬ 
ción,  de  compenetración  con  los  secretos  de  la  natura¬ 
leza,  lo  que  en  la  Universidad  espera  al  joven.  Ha  en¬ 
señado  que  son  más  provechosas  las  luchas  faccionales, 
destructoras,  infecundas  y  formar  parte  de  una  banda 
de  políticos  y  pseudo  políticos  universitarios,  que  ir  a 
las  cátedras  a  demostrar  sus  conocimientos”. 

Con  este  concepto  de  la  Universidad  y  el  señalamien¬ 
to  añadido  de  que  en  la  Institución  más  que  democracia 
se  producía  agitación  estéril  y  destructiva  y  se  envene¬ 
naba  prematuramente  a  los  jóvenes,  el  Secretario  de 
Educación  planteó  la  nueva  ley  de  autonomía;  ley  que 
privaba  a  la  Universidad  de  la  característica  de  nacional 
que  en  1910  le  dio  la  dictadura  porfiriana.  Así,  la  re¬ 
volución  derivaba  en  el  sentido  de  convertir  el  proyecto 

Chávez,  Ignacio.  Humanismo  Médico,  Educación  y  Cultura.  Mé¬ 
xico.  1978.  T.  i.  p.  108. 


9 


educativo  de  Justo  Sierra  en  una  institución  privada. 
Las  causas  de  la  inquietud,  incluso  de  la  agitación,  no 
se  esclarecieron.  Se  atendía  solamente  a  las  apariencias 
sintomáticas  de  un  mal  cuya  profunda  raíz  parecía 
preferible  desconocer. 

El  énfasis  particular  que  se  puso  en  el  desorden  que 
vivía  la  Universidad;  la  supresión  de  su  característica 
nacional;  la  cancelación  del  subsidio,  responsabilidad 
del  Estado;  el  paliativo,  significado  por  la  constitución 
de  un  capital  de  diez  millones  de  pesos  para  que  de 
sus  intereses  viviera  la  Universidad  — a  pesar  de  que 
su  presupuesto  anual  superaba  a  los  tres  millones  de 
pesos  — constituyeron  solamente  algunas  de  las  formas 
para  acosar  a  la  Institución.  Categóricamente  Bassols 
afirmó  que  una  de  las  soluciones  que  había  ponderado 
el  Gobierno  consistía  en  derogar  la  Ley  de  1929,  para 
que  el  Ejecutivo  se  hiciese  cargo  directamente  de  todos 
los  planteles  e  instituciones  universitarios.  No  obstante 
se  optó  por  diferir  esa  medida  y  quedó  pendiente,  sobre 
la  LTniversidad,  la  amenaza  de  que  en  cualquier  mo¬ 
mento  le  fuese  revocada  su  autonomía. 

Paradójico  resulta  que,  aun  cuando  el  Secretario  de 
Educación  reconoció  el  desorden  en  que  vivía  la  Uni¬ 
versidad,  la  nueva  Ley  de  1933  no  ofreciera  ninguna 
posibilidad  técnica  de  superar  la  situación  en  que  la 
Liniversidad'  se  debatía.  Por  el  contrario,  al  afirmarse 
el  poder  de  las  academias  se  dejó  vigente  uno  de  los 
elementos  de  mayor  efervescencia,  cuyos  resultados  des¬ 
favorables  para  la  organización  institucional  ya  se  ha¬ 
bían  dejado  sentir  y  habrían  de  multiplicarse. 

En  todo  caso,  el  aspecto  fundamental  de  la  Ley  de 
1933  fue  la  supresión  del  carácter  nacional  de  la  Uni¬ 
versidad.  En  el  ya  referido  discurso  del  secretario  Ba¬ 
ssols  claramente  se  decía  que  la  Universidad,  al  dejar 
de  ser  nacional,  se  convertía  en  una  universidad  más 
del  país,  que  “quedará  colocada  en  el  único  plano  que 
en  justicia  le  corresponde”.  Y  al  dejar  de  ser  nacional, 
el  Gobierno  podía  dejar  de  cubrir  el  subsidio  que  hasta 


10 


entonces  se  le  había  entregado  a  la  Institución.  Sinto¬ 
mática  referencia  hizo  Bassols  a  lo  que  cien  años  antes 
había  realizado  Valentín  Gómez  Farías:  clausurar  la 
Universidad  y,  estableciendo  un  claro  paralelismo  entre 
lo  hecho  por  Gómez  Farías  y  lo  hecho  por  el  Gobierno 
en  1933,  señalaba  que  si  en  aquella  ocasión  la  Univer¬ 
sidad  había  sido  clausurada,  en  esta  última  se  le  dejaba 
a  su  propio  destino.' 

2.  Carácter  de  la  Ley 

La  Ley  Orgánica  de  1933,  para  enfatizar  el  grado  de 
autonomía  de  la  LIniversidad  y  su  independencia  com¬ 
pleta  con  relación  al  Ejecutivo,  señalaba  en  su  artículo 
5o.  que  el  Rector  sería  ‘"jefe  nato”  de  la  institución. 

Por  cuanto  al  financiamiento,  el  artículo  9o.  estable¬ 
cía  que  la  Universidad  recibiría  una  aportación  de  diez 
millones  de  pesos  por  parte  del  Gobierno,  a  cambio  del 
subsidio  que  anualmente  venía  recibiendo  hasta  esa  fe¬ 
cha.  En  ese  artículo  se  precisaban  también  las  condicio¬ 
nes  en  las  cuales  el  Gobierno  haría  entrega  de  la  corres¬ 
pondiente  aportación  y  fijaba  que  ésta  podía  otorgarse 
mediante  pagos  anuales  diferidos.  De  tal  suerte,  que¬ 
daba  planteado  el  mecanismo  legal  de  acuerdo  con  el 
cual  el  Gobierno  no  contraía  una  obligación  de  cum¬ 
plimiento  inmediato  sino  que  podía  realizar  entregas 
parciales,  con  lo  cual  las  posibilidades  de  subsistencia 
de  la  institución  serían  evidentemente  más  remotas.  Por 
otra  parte  señalaba,  como  una  de  las  condiciones  indis¬ 
pensables  para  que  esas  entregas  anuales  pudieran  lle¬ 
varse  a  cabo,  que  el  capital  otorgado  a  la  Universidad 
se  dedicara  exclusivamente  a  la  generación  de  réditos 
y  que  sólo  de  esos  réditos  dispusiera  la  Universidad 
para  su  gasto  corriente.  Esto  fue  subrayado  en  la  Cᬠ
mara  de  Senadores  por  el  senador  Aguayo,  quien  de¬ 
claró  que  si  al  cabo  de  cuatro  años  la  Universidad  no 
era  capaz  de  subsistir  con  sus  propios  recursos  o  había 


7  Bassols,  Narciso.  Obras.  México,  1964.  pp.  236  y  ss. 


11 


gastado  ya  la  aportación  proveniente  del  Gobierno,  que¬ 
daría  ‘"entregada  a  sus  propias  fuerzas”/ 

Tras  la  aprobación  de  la  Ley  Orgánica  de  1933  se 
reunió  el  Consejo  LIniversitario  el  23  de  octubre  para 
designar  encargado  de  la  rectoría  a  Manuel  Gómez  Mo- 
rín.  Acto  seguido  se  autorizó  a  Gómez  Morín  para 
reanudar  las  labores  de  la  Liniversidad  y  se  declaró 
que  había  tenido  fin  la  vida  de  la  antigua  Universidad.9 
De  esta  suerte  se  produjo  la  transición  entre  el  orden 
universitario  estatuido  por  la  Ley  Orgánica  de  1929  y 
el  establecido  por  la  correspondiente  de  1933. 

En  noviembre  de  1933  el  Consejo  Universitario  de¬ 
finió  la  naturaleza  jurídica  de  la  Universidad  seña¬ 
lando  que  era  una  Institución  Nacional  “por  haberlo 
sido  siempre,  por  ser  la  Ley  de  21  de  octubre  pasado 
una  Ley  Federal  dictada  por  Poderes  Federales  en  ejer¬ 
cicio  de  facultades  que  le  otorga  la  Constitución  Fe¬ 
deral”  y  por  estar  encaminada  su  actividad  a  la  satis¬ 
facción  de  una  necesidad  de  la  República  entera.  Así,  el 
Consejo  LIniversitario  dio  respuesta  al  Congreso  de  la 
Unión. 

Aunque  con  distinto  propósito  al  manifestado  en 
1933,  ya  en  1917  se  había  discutido  la  procedencia  de 
que  la  Universidad  se  llamara  Nacional.  Para  algunos 
esa  denominación  traducía  el  monopolio  que  en  todas 
las  formas  de  la  administración  y  de  la  cultura  había 
ejercido  el  Poder  Federal.  Para  otros,  inclusive,  era 
una  cuestión  de  “vanidad  metropolitana”  y  unos  más, 
por  el  contrario,  señalaban  que  llamar  Nacional  a  la 
Universidad  correspondía  a  la  misión  que  la  Institu¬ 
ción  tenía  encomendada,  a  sus  orígenes  históricos  y  a 
la  naturaleza  misma  de  las  entidades  que  la  componían, 
como  la  Escuela  Nacional  de  Medicina,  la  Escuela  Na¬ 
cional  Preparatoria  o  la  Escuela  Nacional  de  Juris¬ 
prudencia.10 

Hurtado,  Op.  cit.  p.  73. 

9  Alarcón,  Alicia.  On.  cit.  d.  116. 

10  Diario  de  los  Debates  de  la  Cámara  de  Senadores,  noviembre  6 
de  1917.  pp.  3-7. 


12 


Comentando  la  Ley  Orgánica  de  1933  Jorge  Cuesta 
decía:  “"La  Universidad  ha  sido  abandonada  por  el  Es¬ 
tado,  no  sin  un  gesto  patético  muy  significativo,  a  sus 
propios  fines,  en  compañía  de  unos  cuantos  recursos 
económicos  tan  exiguos  que  no  alcanzan  para  pagar  el 
precio  de  una  vacilación  costosa  o  de  una  nueva  expe¬ 
riencia  sin  éxito”.11  Cuesta  agregaba  que  con  ello  e] 
Estado,  además  de  abandonar  a  la  Universidad,  dejaba 
sobre  ella  la  obligación  de  producir  gratuitamente  uni¬ 
versitarios.1" 

La  tendencia  a  la  privatización  de  la  Universidad 
fue  subrayada  por  el  presidente  Lázaro  Cárdenas  en 
su  informe  ante  el  Congreso  de  la  Unión  el  lo.  de  sep¬ 
tiembre  de  1940,  cuando  reiteró  que  con  la  Ley  Orgᬠ
nica  de  1933  la  Universidad  Nacional  de  México  cesó 
de  funcionar  como  organismo  oficial  encargado  de  im¬ 
partir  la  cultura  superior,  convirtiéndose  en  institución 
autónoma.1" 

Los  defectos  de  la  Ley  Orgánica  de  1933,  particular¬ 
mente  por  cuanto  hace  a  las  atribuciones  ilimitadas 
conferidas  al  Consejo  Universitario,  fueron  origen  de 
numerosos  tropiezos  para  la  vida  institucional  de  la 
LJniversidad.14 

En  opinión  de  Lucio  Mendieta  y  Núñez,  la  Ley  de 
1933  no  ofreció  los  resultados  que  de  ella  se  espera¬ 
ban,  pues  “se  prestó  a  innumerables  abusos,  fraudes 
y  corruptelas  promovidas  por  catedráticos  ambiciosos 
que  muchas  veces,  sin  tener  los  merecimientos  necesa¬ 
rios,  pretendían  algún  puesto  directivo  o  la  misma  Rec¬ 
toría,  de  la  LIniversidad.  Esto  dio  lugar  a  frecuentes 
huelgas,  algunas  violentas,  de  resultados  trágicos  y  a 
que  se  estableciera  en  la  vida  universitaria  un  clima  de 

11  Cuesta,  Jorge.  Poemas  y  Ensayos.  México,  1964.  T.  iv,  p.  474. 

12  Idem ,  p.  479. 

11,8  México  a  través  de  los  Informes  Presidenciales.  México,  1976. 
Tomo  xi,  p.  240. 

14  El  Personal  Académico  en  la  Legislación  Universitaria.  México. 
1976,  p.  55. 


13 


inquietud  constante,  mantenido  por  la  baja  politique- 

'  ??  15 

na  . 

3.  La  polémica  Caso-Lombardo 

No  se  puede  conocer  el  alcance  de  la  Ley  Orgánica  de 
]933,  sin  tener  presente  el  ambiente  dentro  del  cual 
se  produjo  un  replanteamiento  total  del  concepto  de 
universidad. 

Veamos  por  lo  mismo  las  implicaciones  de  la  polé¬ 
mica  Antonio  Caso  y  Vicente  Lombardo  Toledano  acer¬ 
ca  de  la  orientación  ideológica  de  la  Universidad.  Este 
famoso  debate  se  escenificó  en  los  meses  de  septiembre 
y  octubre  de  1933  y  tuvo  su  origen  en  el  Primer  Con¬ 
greso  de  Universitarios  Mexicanos  verificado  del  día 
7  al  14  de  septiembre  de  1933.  Al  Congreso  asistieron 
delegaciones  de  la  Universidad  Nacional  Autónoma  de 
México  y  de  los  centros  de  estudio  de  Aguascalientes, 
Coahuila,  Colima,  Chiapas,  Chihuahua,  Guanajuato,  Hi¬ 
dalgo,  Jalisco,  Michoacán,  Nuevo  León,  Oaxaca,  Puebla, 
Guerrero,  San  Luis  Potosí,  Sinaloa,  Tabasco,  Tamau- 
lipas,  Veracruz,  Yucatán  y  Zacatecas.  Antonio  Caso 
participó  como  miembro  honorario  y  Vicente  Lombardo 
Toledano  — entonces  Director  de  la  Escuela  Nacional 
Preparatoria —  figuró  como  miembro  de  la  delegación 
de  la  Universidad  Nacional,  de  la  que  también  forma¬ 
ban  parte  el  Rector  Roberto  Medellín  y  los  profesores 
Ignacio  Chávez,  Julio  Jiménez  Rueda,  Ricardo  Monges 
López  y  Luis  Sánchez  Pontón. 

Uno  de  los  temas,  el  correspondiente  a  la  “posición 
ideológica  de  la  Universidad  frente  a  los  problemas 
de  momento”  dio  lugar  a  una  ponencia  presentada  por 
la  Segunda  Comisión  del  Congreso,  según  la  cual,  la 
Universidad  Nacional  y  las  Instituciones  de  Educación 
Superior  del  país,  debían  adoptar  la  filosofía  del  mate¬ 
rialismo  histórico  como  orientación  de  sus  tareas  do¬ 
centes,  científicas  y  culturales.  Este  planteamiento  fue 

15  Mendieta  y  Núñez,  Lucio.  Historia  de  la  Facultad  de  Derecho. 
Mc\ico,  p.  261. 


14 


severamente  controvertido  por  Antonio  Caso  y  el  14 
de  septiembre,  último  día  de  reunión  del  Congreso, 
Caso  y  Lombardo  Toledano  iniciaron  la  polémica  que 
habrían  de  extender,  posteriormente,  a  las  páginas  de 
los  diarios  mexicanos  y  que  tuvo  importante  resonancia 
en  el  ámbito  académico  del  país.1" 

La  segunda  de  las  conclusiones  aprobadas  por  el  Con¬ 
greso  decía  que  "‘siendo  el  problema  de  la  producción 
y  de  la  distribución  de  la  riqueza  material,  el  más  im¬ 
portante  de  los  problemas  de  nuestra  época  y  depen¬ 
diendo  su  resolución  eficaz  de  la  transformación  del 
régimen  social  que  le  ha  dado  origen,  las  Universidades 
y  los  Institutos  de  tipo  universitario  de  la  Nación  Me¬ 
xicana,  contribuirán,  por  medio  de  la  orientación  de 
sus  cátedras  y  de  los  servicios  de  sus  profesores  y 
establecimientos  de  investigación,  en  el  terreno  estric¬ 
tamente  científico,  a  la  sustitución  del  régimen  capita¬ 
lista,  por  un  sistema  que  socialice  los  instrumentos  y 
los  medios  de  producción  económica”.  Para  apoyar  esa 
conclusión,  más  adelante  se  agregaba  que  ""la  Historia 
se  enseñará  como  la  evolución  de  las  instituciones  so¬ 
ciales  dando  preferencia  al  hecho  económico  como  fac¬ 
tor  de  la  sociedad  moderna”.1' 

Por  su  parte,  Antonio  Caso  expresó  su  categórica 
opinión:  como  institución  de  cultura,  la  Universidad 
de  México  tenía  el  deber  esencial  de  realizar  su  obra 
humana  ayudando  a  la  clase  proletaria  del  país,  en  su 
obra  de  exaltación,  dentro  de  los  postulados  de  la 
justicia;  pero  sin  preconizar  una  teoría  económica  cir¬ 
cunscrita,  porque  las  teorías  son  transitorias  por  su 
esencia,  y  el  bien  de  los  hombres  es  un  valor  eterno 
que  la  comunidad  de  los  individuos  ha  de  tender  a 
conseguir  por  cuantos  medios  racionales  se  hallen  a 
su  alcance.1  8 

1,6  Hernández  Luna,  Juan.  Prólogo  a  “la  polémica  sobre  la  orienta¬ 
ción  ideológica  de  la  Universidad  de  México”  en  Antonio  Caso,  Obras 
Completas.  México,  1971.  T.  I.,  pp.  169  y  ss. 

17  Cfr.  Caso,  Antonio.  Op.  cit.,  p.  173. 

18  Caso,  Antonio.  Op.  cit.  p.  174. 


15 


A  partir  de  estas  dos  encontradas  posiciones,  se 
desarrolló  la  primera  parte  de  la  polémica  entre  Caso 
y  Lombardo  Toledano  el  último  día  del  Congreso  de 
Universitarios  Mexicanos.  La  polémica,  más  que  enca¬ 
minada  a  persuadir  al  adversario  de  las  razones  propias 
y  a  disuadirle  de  sus  eventuales  yerros,  estuvo  dirigida 
a  convencer  al  auditorio  y  a  ilustrar  a  la  comunidad 
académica  mexicana.  Pocas  veces,  sin  duda,  se  lia  pre¬ 
senciado  en  México  un  intercambio  de  opiniones  tan 
encontradas,  tan  franca  y  lúcidamente  expuestas  como 
el  que  sostuvieron  dos  de  los  más  preclaros  expositores 
que  México  ha  dado  en  el  siglo  xx.  Ambos  hicieron  gala 
de  erudición;  en  ambos  se  dio  la  ironía;  ambos  llega¬ 
ron  a  exaltarse.  Dos  estilos  oratorios  divergentes.  Uno, 
el  de  Caso,  fundamentalmente  académico;  otro,  el  de 
Lombardo,  esencialmente  político,  dieron  luz,  sin  em¬ 
bargo,  a  lo  que  todavía  hoy,  a  la  distancia  del  tiempo 
transcurrido,  sigue  siendo  objeto  de  reflexión  y  dis¬ 
cusión. 

Inició  la  polémica  Antonio  Caso,  y  lo  hizo  señalando 
que  concebía  a  la  Universidad  como  una  comunidad 
de  cultura,  caracterizando  a  su  vez  a  la  comunidad  por 
su  esencia:  subordinar  el  interés  del  individuo  al  del 
grupo,  y  concibiendo  a  la  cultura  como  el  proceso  de 
creación  de  valores.  A  continuación,  definió  a  la  Uni¬ 
versidad  de  México  y,  distinguiéndola  de  otras  comu¬ 
nidades  culturales,  como  pudieran  ser  las  religiosas  o 
políticas,  afirmó  que  se  trataba  de  una  comunidad  cul¬ 
tural  de  investigación  y  de  enseñanza,  que  jamás  po¬ 
dría  preconizar  oficialmente  como  persona  moral  un 
credo  filosófico,  social,  artístico  o  científico,  por  la  muy 
obvia  razón  de  ser,  justamente,  una  comunidad  de  in¬ 
vestigación  y  de  enseñanza.  Caso  defendió,  por  lo  mis¬ 
mo,  el  derecho  de  los  socialistas,  de  los  comunistas,  de 
los  cristianos,  de  los  agnósticos  para  desarrollar  su  tra¬ 
bajo  sin  condicionamiento  alguno  en  el  seno  de  la  Uni¬ 
versidad.  La  Institución,  dijo,  "wno  tiene  credo,  tiene 
orientación,  y  su  orientación  ha  de  tener  el  deber  de 
realizar  su  obra  humana  ayudando  a  las  clases  prole- 


16 


tarias  del  país,  en  su  obra  de  exaltación,  sin  preconizar 
el  credo  colectivo”.  Distinguió,  por  lo  mismo,  entre  los 
objetivos  de  la  Universidad,  que  desde  su  punto  de 
vista  no  pueden  sino  corresponder  a  los  de  la  sociedad 
misma,  de  los  procedimientos  académicos  de  la  Uni¬ 
versidad  que  no  pueden,  a  su  vez,  sino  ser  libres  e  in¬ 
condicionados.19 

A  los  argumentos  de  Caso  respondió  Lombardo  To¬ 
ledano  señalando  que  ""el  siglo  xix  que  creó  el  régimen 
capitalista  es  una  etapa  histórica  en  la  evolución  de 
todos  los  pueblos,  etapa  que  ha  formado  una  pedago¬ 
gía  capitalista”.  Abundó  en  sus  argumentos:  wino  hay 
incompatibilidad  en  sostener  una  teoría  y  mañana  cam¬ 
biarla  por  otra”.  Sobre  esa  endeble  tesis  de  que  la  orien¬ 
tación  de  la  educación  debe  seguir  a  la  orientación  de 
la  política  y  la  economía,  se  desarrolló  una  serie  de 
inteligentes  pero  vulnerables  afirmaciones.  En  rigor 
Lombardo  Toledano  no  replicó  la  esencia  del  plantea¬ 
miento  de  Caso:  la  libertad  de  los  miembros  de  una 
comunidad  de  cultura  para  dirigir  sus  indagaciones  y 
para  manifestar  sus  ideas  sin  cortapisa  alguna,  y  con¬ 
fundió  lo  que  Caso  distinguía:  la  orientación  de  la 
Universidad  como  entidad  comprometida  socialmente, 
con  la  libertad  de  sus  miembros  para  enderezar  su  cu¬ 
riosidad  y  sus  ideas  en  la  dirección  que  más  les  con¬ 
viniese  y  convenciese. 

A  la  réplica  de  Lombardo  Toledano  vino  una  nueva 
argumentación  de  Caso  en  que  ya  no  predominó  la 
lucidez  de  los  argumentos,  sino  la  manifestación  de 
una  voluntad  antagónica  a  la  de  su  contrincante.  Enton¬ 
ces  la  polémica  perdió  altura  y  el  propio  Lombardo 
Toledano  tuvo  que  plantear,  al  darle  punto  final,  que 
en  ella  no  estaban  involucradas  cuestiones  de  carácter 
personal. 

Venidos  a  la  reflexión  de  sus  gabinetes,  Antonio  Caso 
y  Vicente  Lombardo  Toledano  encontraron  nuevos  ele¬ 
mentos  para  reavivar  la  polémica  tenida  en  el  ámbito 


19  Idem.  pp.  175  y  ss. 


17 


del  Primer  Congreso  de  Universitarios  Mexicanos.  Caso 
desde  las  páginas  del  diario  Excélsior  y  Lombardo  To¬ 
ledano  desde  las  de  El  Universal  retomaron  el  tema  y 
prosiguieron  la  pugna.  Dos  fueron  los  artículos  publi¬ 
cados  sobre  el  tema  por  Vicente  Lombardo  Toledano 
los  días  20  y  27  de  septiembre  de  1933;  seis  los  de 
Antonio  Caso  aparecidos  entre  el  27  de  septiembre  y 
el  28  de  octubre  del  mismo  año.'" 

Lombardo  Toledano  inició  el  planteamiento  afirman¬ 
do  que  la  Universidad,  como  todas  las  instituciones  que 
no  se  vinculan  a  su  tiempo,  sirve  al  pasado  y  constituye, 
por  lo  mismo,  un  lastre.  La  Universidad  — agregaba — 
no  sólo  debe  formar  profesionales  sino  ante  todo  hom¬ 
bres.  Más  adelante  añadió  que  los  alegatos  sobre  una 
libertad  sin  mácula  suponen  sucumbir  ante  la  “román- 
tica  sugestión  de  las  palabras”;  “¡ Siglo  xvm  redivivo !” 
exclama.  Y  la  tesis  final:  el  origen  de  los  que  preco¬ 
nizan  y  exigen  la  libertad  completa  de  la  cátedra  con¬ 
siste  en  pretender  disfrutar  de  derechos  sin  admitir  las 
obligaciones  que  el  ejercicio  de  la  cátedra  impone. 

Caso  insistió  en  sus  convicciones  y  argumentó  con 
nueva  fuerza:  ya  no  era  la  suya  una  simple  defensa 
romántica  por  la  palabra,  como  sustentaba  Lombardo 
Toledano,  sino  una  posición  firme  y  decidida:  “el  mar¬ 
xismo  no  se  implantará  en  la  Preparatoria”,  afirmó 
categórico,  pero  si  se  llegara  a  implantar  "‘mañana  lo 
arrancaremos  de  cuajo  y  la  reforma  nacerá  marchita 
en  su  cuna  porque  no  habrá  sido  obra  de  la  inteligen¬ 
cia  que  anhela  saber,  ni  de  la  voluntad  que  desea  obrar 
rectamente,  sino  de  la  política”.  Y  convencido  de  su 
decir  pasó  al  hacer.  En  una  asamblea  de  la  Academia 
de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras,  llevada  a  cabo 
el  3  de  octubre,  consiguió  que  por  mayoría  absoluta  de 
votos  fueran  aceptadas  las  propuestas  que  él  presentó 
ante  el  Congreso  de  Universitarios  Mexicanos  y  que 
éste  había  desechado  para,  en  su  lugar,  ratificar  las 
sugeridas  por  Vicente  Lombardo  Toledano.  La  calidad 


20  ídem,  pp.  201  y  ss. 


]8 


de  quienes  la  apoyaron  es  tan  importante  como  el  nú¬ 
mero.  Figuraron  entre  ellos,  y  Caso  los  cita  con  satis¬ 
facción,  los  profesores  Francisco  de  P.  Herrasti,  Pablo 
González  Casanova,  Carlos  Lazo,  Guillermo  Gándara, 
Ignacio  Bravo  Betancourt  y  Enrique  0.  Aragón. 

Así  se  desenvolvió  una  polémica  premonitoria.  Los 
siguientes  protagonistas  ya  no  serían  dos  profesores  uni¬ 
versitarios  sino  dos  poderosos  rivales  de  circunstancia: 
el  Estado  y  la  Universidad.  El  primero,  prosiguió  el 
derrotero  de  perseguir  un  contenido  ideológico  para  la 
educación.  Tal  se  consiguió  mediante  la  reforma  al 
artículo  3o.  constitucional  que  establecía  como  caracte¬ 
rística  definitoria  de  la  educación,  su  orientación  so¬ 
cialista.  La  Universidad,  por  su  parte,  marchó  por  otra 
senda  e  identificó  a  la  libertad  de  cátedra  y  de  inves¬ 
tigación  como  elementos  consubstanciales  de  la  autono¬ 
mía.  Prescindir  de  esas  formas  de  libertad  era  cancelar 
su  autonomía  institucional. 

La  reacción  en  contra  de  los  acuerdos  adoptados  por 
el  Primer  Congreso  de  Universitarios  Mexicanos  tam¬ 
bién  se  observó  en  la  Facultad  de  Derecho.  Allí,  un  gru¬ 
po  de  profesores,  entre  los  que  figuraban  Enrique  Gon¬ 
zález  Aparicio,  Antonio  Carrillo  Flores,  Miguel  Palacios 
Macedo,  Roberto  A.  Esteva  Ruiz,  Manuel  Gual  Vidal 
y  Rodulfo  Brito  Foucher,  exigieron  el  respeto  por  la 
libertad  de  cátedra  en  una  asamblea  realizada  el  día 
26  de  septiembre  de  1933.  1 

La  inconformidad  fue  creciente;  un  grupo  de  estu¬ 
diantes  solicitó  al  Director  de  la  Facultad  de  Derecho, 
Rodulfo  Brito  Foucher,  que  exigiera  a  la  Confederación 
Nacional  de  Estudiantes  la  desocupación  de  la  oficina 
que  se  le  había  concedido  en  el  edificio  de  la  propia 
Facultad.  Señalaban  como  fundamento  de  su  demanda 
que  esa  Confederación  había  auspiciado  las  conclusio¬ 
nes  del  Primer  Congreso  de  Universitarios  Mexicanos, 
mismo  que  proscribía  la  libertad  de  cátedra.  Como 
resultado  de  la  agitación  creciente  que  perturbó  la  ac- 

21  Cfr.  Mendieta  y  Núñez,  Op.  cit.  p.  252. 


19 


tividad  académica,  un  numeroso  grupo  de  profesores 
de  la  Facultad  de  Derecho  renunció  al  ejercicio  de  sus 
cátedras.  Entre  éstos  se  encontraron  Antonio  Caso,  Ro¬ 
berto  A.  Esteva  Ruiz,  Manuel  Gómez  Morín,  Luis  Chico 
Goerne,  Mariano  Azuela,  Trinidad  García,  Miguel  Pa¬ 
lacios  Macedo,  Gabriel  García  Rojas,  Manuel  Borja 
Soriano,  Octavio  Medellín  Ostos,  Ricardo  J.  Zebada, 
Francisco  González  de  la  Vega,  Enrique  González  Apa¬ 
ricio,  Antonio  Carrillo  Flores,  Agustín  García  López, 
Manuel  Gual  Vidal,  Daniel  Cosío  Villegas,  Andrés  Se- 
rra  Roj  as,  Manuel  Sánchez  Cuén,  Luis  Garrido,  Vicente 
Peniche  López,  José  Rivera  Pérez  Campos,  Ángel  Caso, 
Salvador  Azuela,  Eduardo  Villaseñor,  Juan  José  Bre- 
mer,  Emilio  Pardo  Aspe,  Mario  Souza,  Hilario  Medina 
y  Jesús  Castoreña. 

Al  tiempo  que  esto  ocurría  en  el  ámbito  de  la  Fa¬ 
cultad  de  Derecho,  en  el  seno  de  la  Universidad  se 
gestó  una  reacción  en  contra  del  director  Brito  Eou- 
cher.  Una  comisión,  integrada  por  los  directores  Enri¬ 
que  0.  Aragón,  de  Filosofía  y  Letras;  Ignacio  Chávez, 
de  Medicina,  y  José  Villagrán,  de  Arquitectura,  recibió 
el  encargo  de  solicitar  su  renuncia  al  Director  de  la 
Facultad  de  Derecho.  El  mismo  día  que  ellos  cumplieron 
con  su  cometido,  el  Rector  acusó  ante  el  Consejo  Uni¬ 
versitario  al  director  Brito  Foucher  por  instigar  a  la 
violencia  a  los  alumnos  de  su  Escuela.  Con  este  motivo 
el  Consejo  Universitario  destituyó  de  su  cargo  al  Direc¬ 
tor  de  la  Escuela  Nacional  de  Jurisprudencia. 

El  enfrentamiento  que  a  continuación  se  produjo  en¬ 
tre  los  alumnos  de  Derecho  y  de  otras  escuelas  de  la 
Universidad  dio  lugar  a  que  el  Rector  solicitara  la 
intervención  de  la  fuerza  pública.  Para  apoyar  a  Brito 
Foucher  en  contra  de  la  resolución  del  Consejo  Uni¬ 
versitario,  los  alumnos  iniciaron  un  movimiento  de  huel¬ 
ga  y  el  13  de  octubre  presentaron  un  pliego  de  peticio¬ 
nes  en  el  que,  entre  otras  demandas,  exigían  la  renuncia 
del  Rector  de  la  Universidad  y  de  Vicente  Lombardo 
Toledano  como  Director  de  la  Preparatoria.  Pedían 


20 


que  cesara  la  intervención  del  Secretario  de  Educación 
Pública  en  los  asuntos  internos  de  la  Universidad  y 
demandaban  una  reforma  radical  de  la  Ley  Orgánica 
de  la  Universidad  para  que  se  le  concediese  a  esta  Ins¬ 
titución  la  autonomía  plena.  El  Rector  Roberto  Mede- 
llín  se  comprometió  con  un  grupo  de  profesores  de 
Derecho  a  pedir  al  Director  de  la  Preparatoria,  Vicen¬ 
te  Lombardo  Toledano,  que  presentara  su  renuncia. 
Como  éste  no  lo  hiciera,  quienes  renunciaron  fueron 
los  directores  de  Eilosofía  y  Letras,  Enrique  O.  Aragón; 
de  Medicina,  Ignacio  Chávez;  de  Medicina  Veterinaria, 
José  F.  Rulfo,  y  de  Odontología,  Rafael  Ferriz.  Ante 
esta  presión  Lombardo  Toledano  también  dimitió,  diri¬ 
giendo  al  Rector  de  la  Universidad  una  comunicación 
en  la  que  señalaba:  ‘"Deseo  que  usted  y  los  universita¬ 
rios  sepan  que  sigo  y  seguiré  pensando  en  la  necesidad 
de  dar  una  orientación  socialista  a  la  enseñanza”. 

Ante  este  panorama,  el  14  de  octubre  de  1933  el  Pre¬ 
sidente  de  la  República  Abelardo  Rodríguez  declaró 
públicamente:  “Los  graves  acontecimientos  en  la  Uni¬ 
versidad  Autónoma  durante  los  últimos  días  y  que  cul¬ 
minaron  hoy  con  el  hecho  de  haber  sido  expulsado  el 
Rector  de  sus  propias  oficinas  por  un  grupo  de  estu¬ 
diantes,  además  de  los  serios  deterioros  causados  en 
los  planteles  por  las  luchas  de  los  alumnos  entre  sí,  no 
pueden  pasar  inadvertidos  por  el  Gobierno  de  la  Re¬ 
pública,  el  cual,  deseoso  de  no  inmiscuirse  en  la  pugna 
de  los  bandos  formados  en  el  seno  de  la  Universidad, 
se  ha  limitado  hasta  hoy  a  presenciar,  lleno  de  dolo- 
rosa  preocupación,  cómo  se  desvía  de  sus  nobles  fines 
culturales  el  Instituto  que  debiera  ser  orgullo  de  la 
Nación”.  Más  adelante,  el  Presidente  agregaba:  ‘‘La 
magnitud  de  los  últimos  sucesos,  la  posibilidad  de  que 
con  peligro  de  la  vida  y  los  intereses  legítimos  de  los 
habitantes  de  la  Capital  pudieran  desarrollarse  futuras 
contiendas  y  la  circunstancia  de  que  si  bien  pesa  sobre 
los  mismos  universitarios  la  responsabilidad  de  su  con¬ 
ducta,  no  es  posible  que  el  Ejecutivo  de  mi  cargo  deje 


21 


de  buscar  los  medios  más  adecuados  para  llegar  a  una 
final  y  completa  solución  al  estado  de  cosas  reinantes, 
son  todos  ellos  causas  que  obligan  al  Gobierno  a  enfren¬ 
tarse  de  lleno  con  la  actual  situación”.  Por  las  anteriores 
consideraciones  el  Presidente  concluía  que  para  dar  ese 
remedio  ya  enviaba  al  Congreso  de  la  Unión  la  inicia¬ 
tiva  de  reformas  “que  exige  la  actual  Ley  Orgánica  de 
la  Universidad  Autónoma”.  “No  es  propósito  del  Eje¬ 
cutivo  reducir  la  autonomía  de  la  LJniversidad  — acla¬ 
raba —  porque  una  vez  creado  ese  sistema  de  gobierno 
y  entregada  como  está  la  responsabilidad  de  su  destino 
a  los  propios  universitarios,  juzgo  que  es  menester  sim¬ 
plemente  buscar  la  manera  de  que  la  ley  de  la  Insti¬ 
tución  permita  de  modo  pleno  el  desarrollo  de  la  vida 
universitaria  con  sus  propios  recursos,  con  sus  propias 
orientaciones  y  bajo  su  exclusiva  responsabilidad.”  Una 
vez  conocidas  las  declaraciones  del  Presidente,  el  rector 
Medellín  presentó  su  dimisión.  Quedaba  patente,  en  la 
declaración  presidencial,  la  amenaza  en  el  sentido  de 
abandonar  a  la  Universidad  a  sus  propios  recursos  y 
de  desentenderse  así  del  conflicto  planteado  en  su  seno.'2 

4.  La  educación  socialista 

En  julio  de  1934  el  ex  Presidente  Plutarco  Elias  Calles 
manifestó,  en  Guadalajara:  ‘‘excito  a  todos  los  gobier¬ 
nos  de  la  República,  a  todas  las  autoridades  y  a  todos 
ios  elementos  revolucionarios,  a  que  vayamos  al  terreno 
que  sea  necesario  ir  porque  la  niñez  y  la  juventud  deben 
pertenecer  a  la  Revolución”.  Esto  fue  declarado  por 
Calles  a  unos  cuantos  meses  de  que  tomara  posesión 
como  Presidente  de  la  República  Lázaro  Cárdenas.  Ya 
se  apuntaba  así  la  orientación  particular  que  este  últi¬ 
mo  procuraría  imprimir  a  la  enseñanza  en  México.23 

Correspondió  a  Alberto  Bremauntz  y  a  Alberto  Coria 
formular  el  proyecto  de  reformas  al  artículo  3o.  cons¬ 
titucional.  En  sus  términos  originales  el  proyecto  pa- 

22  Idem,  p.  258. 

23  Idem ,  p.  265. 


22 


recía  incluir  a  la  Universidad  Autónoma.  Si  bien  ésta 
era  considerada,  a  partir  de  la  Ley  Orgánica  de  1933, 
como  un  establecimiento  educativo  particular,  los  miem¬ 
bros  de  la  comunidad  continuaban  estimando  que  la 
institución  era  un  organismo  del  Estado.  Para  precisar 
las  dudas  suscitadas  por  el  proyecto  de  los  diputados 
Bremauntz  y  Coria  se  llevó  a  cabo  una  entrevista  con 
ellos  y  declararon  al  diario  El  Universal  que  el  pro¬ 
yecto  de  reformas  al  artículo  3o.  comprendía  a  todos 
los  niveles  de  la  educación,  inclusive  a  aquellos  que 
impartía  la  Universidad.34 

La  profunda  inconformidad  que  resultó  del  proyecto 
y  de  las  declaraciones  de  los  diputados  Bremauntz  y 
Coria  hizo  necesario  que  el  Comité  Ejecutivo  del  Par¬ 
tido  Nacional  Revolucionario  lanzara  un  manifiesto  a 
la  Nación  explicando  su  posición  respecto  a  la  ense¬ 
ñanza  socialista  y  excluyendo  de  la  aplicación  del  ar¬ 
tículo  3o.,  en  los  términos  cuyas  reformas  se  proponía, 
a  la  enseñanza  universitaria.  Esto  no  obstante,  los  áni¬ 
mos,  lejos  de  apaciguarse  siguieron  enconándose.  Con 
lo  mismo,  los  Gobernadores  de  Zacatecas,  Nuevo  León 
y  Puebla  ordenaron  el  cierre  de  los  centros  universita¬ 
rios  ante  la  oposición  que  éstos  realizaban  frente  a  los 
propósitos  de  implantar  la  educación  socialista.  En  los 
mismos  términos,  el  Ateneo  Puente  de  Coahuila  fue 
clausurado.25 

En  virtud  del  curso  que  tomaban  los  acontecimien¬ 
tos,  en  octubre  de  1934  el  Presidente  de  la  República 
dirigió  instrucciones  al  Secretario  de  Educación  y  al 
Jefe  de  la  Policía  del  Distrito  Federal  para  que  pro¬ 
cedieran  a  clausurar  toda  escuela  en  la  que  el  alum¬ 
nado  iniciara  o  secundara  cualquier  movimiento  para 
suspender  o  entorpecer  las  actividades  de  los  planteles, 
así  como,  a  prevenir  y  reprimir,  "‘con  la  energía  que 
las  circunstancias  requieran”,  la  repetición  de  hechos 
como  los  que  motivaban  las  instrucciones  dadas  por  el 


24  Idem .  p.  266. 

25  Idem.  pp.  274-5. 


Presidente  de  la  República.  Ante  esas  circunstancias 
el  Consejo  Universitario,  convocado  por  el  rector  Ma¬ 
nuel  Gómez  Morín,  acordó  designar  una  comisión  que 
quedó  integrada  por  Ezequiel  A.  Chávez  y  Antonio  Ca¬ 
so,  para  que  pidieran  una  declaración  expresa  de  la  ac¬ 
titud  del  Estado  con  relación  a  la  Universidad,  puntua¬ 
lizando,  decía  el  acuerdo  del  Consejo  Universitario, 
“las  necesidades  de  respeto  y  apoyo  que  la  Institución 
tiene  para  cumplir  su  misión''.  También  acordó  el  Con¬ 
sejo  que  “entre  tanto  esa  comisión  cumple  su  función  y 
obtiene  una  declaración  expresa,  se  suspenden  desde 
esta  fecha  toda  las  labores  de  la  Universidad  por  no 
existir  el  ambiente  necesario  para  el  desarrollo  de  su 
trabajo  y  por  estar  siendo  constantemente  objeto,  los 
universitarios,  de  maniobras  de  provocación”.26 

Con  motivo  de  la  reforma  al  artículo  3o.  constitu¬ 
cional  de  1934,  se  inició  un  movimiento  de  huelga  en 
la  Facultad  de  Ciencias  Jurídicas  y  Sociales  y  en  la 
Escuela  Nacional  Preparatoria.  A  este  proceso  no  fue¬ 
ron  ajenos  algunos  sacerdotes  de  la  Compañía  de  Jesús, 
que  constituyeron  los  grupos  “Bios”  “Lex”  y  “Labor” 
para  universitarios  de  las  facultades  de  Medicina,  Ju¬ 
risprudencia  e  Ingeniería  respectivamente.  No  fue  ex¬ 
traño  a  aquel  proceso  agitativo  que  al  lado  de  los  estu¬ 
diantes  católicos  militaran  estudiantes  comunistas,  am¬ 
bos  unificados  por  el  común  propósito  de  alterar  la 

27 

paz. 

5.  Crisis  económica.  1934 

En  1934  sólo  se  habían  entregado  a  la  Universidad 
cinco  millones  de  los  diez  que  el  Gobierno  se  compro¬ 
metió  a  otorgarle  para  constituir  su  capital.  Esos  cinco 
millones  reportaban  un  rédito  anual  de  $650,000.00 
que,  sumados  a  las  exiguas  cuotas  por  colegiatura  y 
exámenes  profesionales,  extraordinarios  y  a  título  de 
suficiencia,  así  como  a  las  correspondientes  a  incorpo- 


36  Idem ,  pp.  276-7. 

27  Cfr.  Ocaranza,  Op.  cit.  pp.  337-38. 


24 


raciones,  más  los  donativos  provenientes  de  particulares, 
permitieron  integrar  el  presupuesto  universitario  de  los 
años  1934,  1935  y  1936.  Los  donativos  fueron  obte¬ 
nidos  fundamentalmente  por  las  gestiones  del  rector 
Gómez  Morín,  y  el  presidente  Abelardo  Rodríguez,  para 
temperar  de  alguna  forma  la  pugna  abierta  con  la 
Universidad,  emitió  una  estampilla  pro  Universidad, 
cuyos  ingresos  se  entregaron  íntegros  a  la  institución.^ 

Además,  para  hacer  frente  a  la  crisis  económica  que 
se  presentó  en  la  Universidad  a  partir  de  1934,  fue 
menester  que  la  Universidad  vendiera  los  terrenos  que 
había  adquirido  para  construir  Ciudad  Universitaria. 
Con  esta  operación  obtuvo  una  suma  de  $700  000. 00. 9 

6.  Crisis  política 

A  la  renuncia  del  Rector  Manuel  Gómez  Morín  la  co¬ 
munidad  universitaria  se  aprestó  para  elegir  a  quien 
ocupara  ese  lugar.  Gómez  Morín  había  sido  elegido  en 
los  términos  de  la  Ley  Orgánica  de  1933  por  el  Con¬ 
sejo  Universitario.  No  se  presentaron,  en  su  caso,  los 
conflictos  de  opinión,  que  sí  aparecieron  para  la  de¬ 
signación  de  su  sucesor.  Luis  Chico  Goerne  y  Fernan¬ 
do  Ocaranza  serían  los  protagonistas  de  la  rivalidad 
universitaria.  El  compromiso  electoral,  las  presiones 
sobre  candidatos  y  electores,  el  juego  de  la  política, 
que  más  se  parecía  a  la  de  un  partido  que  a  la  de  una 
casa  de  cultura,  afluyeron  tempranamente  y  matizaron 
el  proceso  que  llevaría  a  Fernando  Ocaranza  a  la  Rec¬ 
toría  de  la  Universidad.30 

Las  secuelas  de  tal  procedimiento  electoral  fueron 
las  naturales:  antagonismo  previo  a  la  elección;  rencor 
posterior  al  proceso  electoral.  Se  trataba,  pues,  de  una 
suma  de  ingredientes  que  con  el  correr  de  los  años  lle¬ 
varían  aparejado  el  germen  del  fracaso  universitario. 
Entre  profesores,  alumnos  y  autoridades  la  militancia 

2S  Ocaranza,  Op.  cit.  pp.  439  y  ss. 

29  Cfr.  Men dieta  y  Núñez,  Op.  cit.  p.  288. 

30  Op.  cit.  pp.  365  y  ss. 


25 


en  facciones  políticas  se  convirtió  en  una  forma  de 
participación  comunitaria  y  el  intercambio  recíproco 
de  dicterios  en  una  manera  usual  de  alusiones.  Puede 
suponerse  que  la  Ley  de  1933,  no  obstante  que  con¬ 
tenía  elementos  mayores  de  autonomía  que  la  de  1929, 
fue  concebida  con  gran  tino  político  para  desmembrar 
a  la  Lhiiversidad  desde  dentro,  ya  que  se  dejaron  sub¬ 
sistentes  las  academias  y  no  se  deslindó  la  labor  técnica 
y  legislativa  de  los  cuerpos  colegiados,  de  la  ejecutiva 
que  debía  corresponder  al  Rector  y  a  los  Directores. 
Se  trató  de  un  proyecto  político  que,  de  haber  fructi¬ 
ficado  antes  de  1940,  se  habría  traducido  en  una  nueva 
supresión  de  la  vida  universitaria  en  México. 

7.  Crisis  en  las  relaciones  con  el  Estado 

La  tirantez  en  las  relaciones  entre  Universidad  y  Estado 
apareció  desde  las  postrimerías  del  Gobierno  de  Abe¬ 
lardo  Rodríguez.  Después  de  todo,  fue  ahí  donde  se  ori¬ 
ginó  la  Ley  Orgánica  de  1933;  sin  embargo,  el  proceso 
de  fricción  se  acentuaría  más  adelante  a  partir  del  inicio 
de  la  administración  cardenista.  La  primera  divergencia 
tuvo  por  origen  un  asunto  de  carácter  intrascendente. 
En  efecto,  el  Presidente  Cárdenas  pidió  a  la  Univer¬ 
sidad  la  Casa  del  Lago,  donde  a  la  sazón  se  encontraba 
el  Instituto  de  Biología,  para  convertirla  en  residencia 
presidencial,  La  exigencia  fue  planteada  por  Luis  I. 
Rodríguez,  Secretario  Particular  del  Presidente,  al  Rec¬ 
tor  Ocaranza.  La  negativa  de  éste,  a  menos  de  que  se 
produjera  una  compensación  satisfactoria,  fue  el  primer 
punto  de  discrepancia  entre  la  nueva  administración 
nacional  y  la  reciente  administración  universitaria.  En 
todo  caso,  atendiendo  al  planteamiento  del  Rector  se 
ofreció  a  la  Universidad  la  casa  llamada  de  Los  Pinos, 
ubicada,  igual  que  la  Casa  del  Lago,  en  el  Bosque  de 
Chapultepec,  para  que  allí  se  instalara  el  Instituto  de 
Biología.  El  asunto  fue  llevado  al  Consejo  Universitario; 
la  polémica  fue  enardecida;  la  prensa  hizo  de  ello  un 
caso  chusco  y  finalmente  el  Presidente  optó  por  conser- 


26 


var  Los  Pinos  y  dejar  a  la  Universidad  la  Casa  del 
Lago.31 

Las  fricciones  continuaron.  El  siguiente  asunto  tuvo 
un  carácter  más  espinoso:  se  trataba  de  la  subsistencia 
económica  de  la  Universidad.  En  1933  la  Universidad 
había  ejercido  un  presupuesto  de  3.4  millones  de  pesos, 
de  los  cuales  3  provenían  del  subsidio  federal.  No  se 
trataba,  por  supuesto,  de  la  cifra  más  alta  registrada 
en  el  presupuesto  universitario;  para  encontrarla  sería 
necesario  retroceder  diez  años,  al  período  en  que  Vas¬ 
concelos  ocupó  la  Secretaría  de  Educación  y  en  que  la 
Universidad  recibió  un  subsidio  de  3.7  millones  de 
pesos.  Un  apoyo  económico  análogo  no  habría  de  dar¬ 
se,  por  otra  parte,  sino  hasta  1944,  veinte  años  después 
del  paso  de  Vasconcelos  como  Rector  de  la  Educación 
Mexicana;  pero  en  1934  la  situación  de  penuria  eco¬ 
nómica  se  agudizó.  Durante  ese  año  y  los  dos  siguientes 
la  LIniversidad  no  recibió  un  solo  peso  como  subsidio 
federal;  de  ahí  que,  puesta  en  vigor  la  Ley  Orgánica 
de  1933,  el  presupuesto  de  la  Universidad  baya  tenido 
que  descender  de  3.4  millones  a  1.9,  y  de  ahí  en  ade¬ 
lante  y  hasta  1937,  en  que  el  Estado  reconsideró  su 
actitud,  el  presupuesto  universitario  fue  sucesivamente 
en  declive. 

El  Consejo  Universitario  acordó  que  este  problema 
se  planteara  al  Presidente  de  la  República.  Para  el 
objeto,  se  solicitó  una  entrevista  y  se  designó  a  una  co¬ 
misión  del  propio  Consejo  para  que  asistieran  a  ella. 
La  pugna,  sin  embargo,  estaba  abierta  y  el  Presidente 
de  la  República  se  negó  a  recibir  a  la  comisión  del 
Consejo  Universitario,  porque  de  ella  formaba  parte 
el  consejero  universitario  alumno  Armando  Chávez  Ca- 
macho,  quien  públicamente  había  externado  opiniones 
críticas  acerca  del  gobierno  cardenista. 

El  incidente  fue  superado  y  finalmente  Cárdenas 
atendió  a  la  comisión,  pero  nada  resolvió  acerca  de  la 


31  Ocaranza.  Op.  cit.,  pp.  376-78. 


27 


inquietud  universitaria  que  le  fue  trasmitida  por  la  co¬ 
misión  del  Consejo  Universitario.32 

La  fisura  ya  hecha  grieta  prosiguió  ensanchándose;  a 
esto  contribuyeron  las  declaraciones  del  Secretario  de 
Educación,  Ignacio  García  Téllez,  quien  por  lo -demás 
había  sido  el  primer  Rector  de  la  Universidad  Autó¬ 
noma  en  1929.  Ante  la  prensa  dijo:  “Las  escuelas  se¬ 
cundarias  no  servirán  para  preparar  a  sus  alumnos  ha¬ 
cia  las  profesiones  liberales  sino  hacia  las  carreras 
técnicas”.  A  esto,  y  a  través  de  los  medios  de  infor¬ 
mación,  el  Rector  de  la  Universidad  contestó:  “en  tal 
caso  la  Universidad  está  obligada  a  crear  una  Escuela 
Secundaria  de  tipo  especial  y  a  propósito  para  preparar 
a  los  alumnos  que  deseen  emprender  cualesquiera  de  las 
profesiones  liberales”.  A  partir  de  esas  declaraciones 
pareció  darse  un  nuevo  enfrentamiento  entre  la  Uni¬ 
versidad  y  el  Estado,  ya  no  por  razones  de  carácter  eco¬ 
nómico  sino  por  cuestiones  de  orden  ideológico.  La 
declaración  de  García  Téllez  correspondía  a  la  reafir¬ 
mación  de  la  enseñanza  socialista  preconizada  por  el 
artículo  3o.  constitucional  y  la  respuesta  de  Ocaranza 
adquirió  los  visos  de  un  desafío  a  la  escuela  socialista 
que  correspondía  al  programa  gubernamental.  En  la 
tormenta  desatada  por  la  prensa,  y  en  la  avalancha  de 
comentarios  provenientes  de  los  círculos  políticos,  la 
peor  parte  la  llevó  la  Universidad.  Para  vulnerarla  des¬ 
de  sus  cimientos,  grupos  estudiantiles  recibieron  becas 
subrepticias,  según  Ocaranza,  provenientes  de  la  Secre¬ 
taría  de  Educación,  y  comenzaron  a  manifestarse  de 
manera  violenta  con  la  toma  de  recintos  universitarios. 

Para  apoyar  la  posición  expresada  por  el  Rector,  el 
Consejo  Universitario  elaboró  un  proyecto  de  acuerdo 
con  el  cual  la  Universidad  podría  impartir  enseñanza 
secundaria  orientando  a  los  alumnos  en  el  sentido  de 
proseguir  la  educación  universitaria.  El  proyecto  no  fue 
acogido  favorablemente  por  el  Presidente  Cárdenas, 


32  Idem .  p.  380. 

33  Idem ,  p.  381. 


28 


quien  increpaba  al  Rector  de  la  Universidad  diciéndole 
“¿qué  le  cuesta  a  usted  reconocer  el  artículo  3o?”34 

En  marzo  de  1935  el  Presidente  Lázaro  Cárdenas 
envió  al  Congreso  un  proyecto  de  decreto  que  éste  apro¬ 
bó  y  por  virtud  del  cual  se  establecía  que  no  podían 
seguirse  cursos  de  preparación  científica  o  de  cultura 
superior  sin  que  previamente  se  hubiesen  realizado  y 
aprobado  los  estudios  correspondientes  a  la  educación 
secundaria.  La  Universidad,  frente  a  este  decreto,  ocu¬ 
rrió  al  juicio  de  amparo  ante  el  Juez  Segundo  de  Dis¬ 
trito  en  materia  administrativa,  quien  dictó  el  sobresei¬ 
miento.  Se  interpuso,  a  continuación,  el  recurso  de  re¬ 
visión  y  la  Suprema  Corte  de  Justicia  de  la  Nación 
confirmó  la  resolución  del  Juez. 

Con  el  fin  de  superar  la  polémica  suscitada,  el  nuevo 
Secretario  de  Educación  Vázquez  Vela  y  el  Rector  de 
la  Universidad  sostuvieron  varias  conversaciones  y  lle¬ 
garon,  finalmente,  a  la  suscripción  de  un  convenio  de 
caballeros,  de  conformidad  con  el  cual  la  Secretaría  de 
Educación  Pública  crearía  un  grupo  de  escuelas  secun¬ 
darias  de  tipo  universitario,  que  quedaría  bajo  la  de¬ 
pendencia  de  un  cuerpo  técnico  y  directivo  de  carácter 
permanente,  integrado  por  dos  profesores  designados 
por  el  Secretario  de  PMucación,  dos  designados  por  la 
Universidad  y  todos  bajo  la  presidencia  del  Rector  de 
esta  última  Institución.  Ese  cuerpo  técnico  tendría  fa¬ 
cultades  para  formular  y  aprobar  planes  de  estudio, 
programas,  métodos  de  enseñanza,  lista  de  textos  y  prue¬ 
bas  de  aprovechamiento  y  para  elaborar  el  reglamento 
para  la  provisión  de  personal  directivo  y  docente  de  las 
escuelas.  Sus  resoluciones,  sin  embargo,  quedarían  su¬ 
jetas  al  veto  del  Secretario  de  Educación  Pública.  Entre 
los  acuerdos  transitorios  se  establecía  que  los  cursos  de 
extensión  universitaria  que  a  la  fecha  se  impartían,  de¬ 
penderían  del  referido  cuerpo  técnico  y  directivo  mixto. 
El  acuerdo  de  referencia,  sin  embargo,  quedó  reducido 


34  Idem .  pp.  393  y  ss. 

35  Mendieta  y  Núñez.  Op.  cit.  p.  281. 


29 


a  la  letra  muerta,  pues  a  poco  de  haberse  convenido,  el 
Secretario  Vázquez  Vela  declaró  al  Rector  Ocaranza 
la  imposibilidad  de  darle  cumplimiento. 

No  obstante,  y  como  ya  se  advirtió  en  el  propio  con¬ 
venio  celebrado  entre  el  Secretario  de  Educación  y  el 
Rector  de  la  Universidad,  esta  Institución,  en  previsión 
de  las  limitaciones  que  se  le  imponían,  particularmente 
por  el  rechazo  del  Presidente  de  la  República  a  acep¬ 
tar  el  proyecto  de  escuelas  secundarias  universitarias, 
había  establecido  lo  que  denominó  “cursos  de  extensión 
universitaria”  y  que  más  tarde  habrían  de  convertirse 
en  “iniciación  universitaria”.  Así,  de  una  manera  uni¬ 
lateral,  la  Universidad  prosiguió  adelante  con  el  pro¬ 
yecto  de  las  secundarias  universitarias. 

La  crisis  de  1935  puede  considerarse  como  una  de 
las  etapas  cruciales  en  que  se  definió  el  porvenir  de 
la  Universidad.  El  problema  medular  que  entonces  se 
planteó  atendía  a  la  esencia  misma  de  la  Institución: 
preservar  la  libertad  de  cátedra. 

Con  motivo  de  la  situación  planteada  en  las  relacio¬ 
nes  con  el  Gobierno,  en  la  sesión  del  Consejo  Universi¬ 
tario  del  lo.  de  septiembre  de  1935,  Trinidad  García 
propuso  que  el  Consejo  Universitario  decretara  la  sus¬ 
pensión  de  las  actividades  en  la  Universidad  aguardan¬ 
do  a  que  se  definiera  la  situación  existente.  Igualmente, 
quedaron  pendientes  de  trámite  las  renuncias  presenta¬ 
das  por  los  profesores  Antonio  Caso  y  Pablo  González 
Casanova,  hasta  en  tanto  quedara  definida  la  situación 
ya  mencionada. 

El  10  de  septiembre  de  1935  el  Consejo  Universita¬ 
rio,  después  de  una  muy  acalorada  sesión,  resolvió 
suspender  las  actividades  académicas  y  administrativas 
de  la  Universidad  hasta  que  el  Presidente  de  la  Repú¬ 
blica  diera  respuesta  al  mensaje  que  le  había  dirigido 
el  Rector  manifestándole  la  imposibilidad  en  que  se  en¬ 
contraba  la  Universidad  para  seguir  trabajando,  por  no 
contar  con  los  recursos  económicos  suficientes/" 


36  Idem,  p.  282. 


30 


Cuando  en  septiembre  de  1935  el  Consejo  Universi¬ 
tario  acordó  la  suspensión  de  las  labores  académicas, 
un  grupo  denominado  Frente  Único  Independiente  Pro 
Universidad,  integrado  a  su  vez  por  diferentes  agru¬ 
paciones  estudiantiles  entre  las  que  figuraban  las  Ju¬ 
ventudes  Socialistas  de  la  República,  Federación  de 
Estudiantes  Socialistas  del  Distrito  Federal,  Juventud 
Comunista,  Unión  de  Estudiantes  Revolucionarios  y  el 
Frente  Único  de  Universitarios  Michoacanos,  comenzó 
a  tomar  los  diferentes  edificios  universitarios,  incluyen¬ 
do  el  que  ocupaba  la  Rectoría.  Quienes  así  procedie¬ 
ron,  explicaron  su  actitud  señalando  que  por  el  becho 
de  que  las  autoridades  universitarias  hubieran  decla¬ 
rado  en  receso  todas  las  actividades  de  la  Universidad 
de  hecho  han  renunciado  ilegalmente  a  sus  investidu¬ 
ras”.  Y  así,  a  partir  de  esta  muy  objetable  inter¬ 
pretación  de  la  decisión  de  un  órgano  de  una  institu¬ 
ción  autónoma,  se  consideró  que  ante  la  llamada  renun¬ 
cia  ilegal  era  pertinente  y  era  legal  la  ocupación  violenta 
de  los  edificios  universitarios.3' 

El  conflicto  hizo  crisis  cuando  el  13  de  septiembre 
de  1935  el  Presidente  de  la  República  Lázaro  Cárde¬ 
nas  dirigió  una  comunicación  al  Rector  de  la  Univer¬ 
sidad,  Fernando  Ocaranza,  advirtiéndole  que  enviaría 
un  nuevo  proyecto  de  Ley  Orgánica  a  la  Cámara  de 
Diputados  para  adecuar  el  ejercicio  de  la  autonomía 
a  los  intereses  representados  por  el  Gobierno.  Aunque 
por  las  características  de  este  trabajo  no  se  justifica  la 
transcripción  de  textos  in  extenso,  teniendo  en  cuenta 
que  la  referida  carta  del  Presidente  Cárdenas  ha  per¬ 
manecido  inédita  y  que  es  un  documento  de  alta  im¬ 
portancia  en  la  historia  de  las  universidades  mexica¬ 
nas,  se  transcribe  a  continuación  en  su  totalidad. 


37  Cfr.  Mayo,  Sebastián.  La  Educación  Socialista  en  México.  Buenos 
Aires,  1964.  p.  413. 


31 


“Señor  Doctor  Fernando  Ocaranza. 

Rector  de  la  Universidad  Autónoma  de  México. 

P  r  e  s  e  n  t  e. 

Hago  referencia  a  la  atenta  nota  de  usted  del  día  11 
del  actual,  con  la  que  sirvió  acompañarme  el  memo¬ 
rial  que  con  fecha  9  de  los  corrientes  aprobó  el  H.  Con¬ 
sejo  Universitario,  en  el  cual  se  exponen  minuciosa¬ 
mente  los  puntos  de  vista  del  referido  Instituto  relacio¬ 
nados  con  su  Ley  Orgánica,  con  sus  luchas  internas  y 
con  su  precario  estado  económico.  Expresa  asimismo 
la  Universidad  su  deseo  y  su  ingente  necesidad  de  que 
el  Estado  ocurra  con  su  autoridad  y  con  sus  recursos 
a  salvarla  de  un  seguro  fracaso,  terminando  dicho  do¬ 
cumento  con  una  declaración  de  principios  que  cree  es¬ 
tar  obligada  a  sostener. 

Estimo  pertinente  referirme  a  los  puntos  esenciales 
del  aludido  memorial,  a  fin  de  que  quede  expreso  el 
criterio  del  Gobierno  sobre  el  problema  de  las  rela¬ 
ciones  entre  el  Estado  y  la  Universidad,  expeditando, 
así,  el  camino  para  establecer  el  necesario  entendimien¬ 
to  de  esos  dos  organismos  que,  si  bien  es  cierto  poseen 
atribuciones  delimitadas  y  precisadas  en  la  Ley,  no 
pueden,  sin  embargo,  prescindir  de  complementarse,  a 
menos  de  nulificar  su  función  o  de  falsear  sus  obliga¬ 
ciones,  puesto  que  ambos  persiguen  la  difusión  de  la 
cultura. 

En  efecto,  si  la  Ley  Orgánica  de  octubre  de  1933  se¬ 
ñala  a  la  Universidad  la  misión  de  impartir  la  cultura 
superior  y  profesional,  sin  fijarle  normas  concretas,  no 
debe  olvidarse  que  en  aquel  entonces  la  instrucción 
primaria  reservada  prácticamente  al  Estado  por  la 
Constitución,  era  del  tipo  clásico  liberal  y  no  había  ra¬ 
zón  alguna  para  circunscribir  a  los  propios  términos 
la  enseñanza  profesional,  supuesto  que  ambas  activi¬ 
dades  eran  efecto  de  doctrinas  aceptadas  y  establecidas 
con  iguales  tendencias.  Pero,  reformado  el  artículo  3o. 
de  la  Constitución  en  un  sentido  distinto  a  la  educación 
individualista,  es  lógico  suponer  que  la  Universidad 


debe  orientar  sus  actividades  y  doctrinas  a  un  rumbo 
complementario  y  no  antagónico  a  la  escuela  de  los 
primeros  años,  pues  de  otro  modo  sería  estéril  y  aun 
perjudicial  a  la  niñez,  una  enseñanza  y  un  esfuerzo  que 
al  11  egar  la  juventud  y  con  ella  la  Universidad,  tendría 
que  ser  rectificado. 

Dentro  de  estas  normas  de  cooperación  lógica  y  nece¬ 
saria,  juzgo  conveniente  que  se  reorganice  la  Universi¬ 
dad,  dejándole  la  autonomía  indispensable  para  llenar 
sus  fines,  y  no  como  entidad  soberana  autorizada  para 
interpretar  las  leyes  dictadas  por  el  Estado,  ni  mucho 
menos  para  oponerse  al  espíritu  de  las  mismas. 

Por  fortuna  para  el  éxito  de  esta  doctrina,  la  Uni¬ 
versidad  misma  no  ha  tenido  inconvenientes  para  entrar¬ 
en  pláticas  con  el  Gobierno  a  fin  de  poner  en  consonan¬ 
cia  el  plan  de  estudios  de  su  bachillerato  con  las  leyes 
que  rigen  la  Escuela  Secundaria. 

Es  lamentable  tener  que  convenir  en  que  el  estado 
económico  de  la  Universidad  es  apremiante,  pero  debe¬ 
mos  admitirlo  como  una  consecuencia  lógica  de  la  erró¬ 
nea  interpretación  que  dicho  Instituto  ha  establecido 
para  el  ejercicio  de  su  autonomía,  y  obligado  al  Po¬ 
der  Público  a  tomar  al  pie  de  la  letra  las  obligacio¬ 
nes  de  orden  pecuniario  impuestas  por  la  Ley  Orgánica 
en  vigor;  y  si  es  laudable  y  meritorio  el  esfuerzo  y 
sacrificio  aportados  por  el  profesorado  universitario 
para  salvar  aquella  situación,  es  también  digno  de  to¬ 
marse  en  cuenta  el  esfuerzo  económico  que  el  Estado 
ha  hecho  para  entregar  bienes  nacionales  y  fondos  pú¬ 
blicos,  sin  mayor  estímulo  moral  — que  es  lo  que  forma 
el  espíritu  de  toda  ley —  en  virtud  de  que  esa  institu¬ 
ción  cultural,  se  ha  colocado,  por  su  propia  voluntad, 
en  un  plano  de  indiferencia  con  respecto  al  Programa 
Social  de  la  Revolución. 

Deplora  el  Ejecutivo  de  mi  cargo  que  las  disensiones 
surgidas  en  el  seno  del  mismo  cuerpo  docente  que  la 
rige  v,  muy  especialmente,  entre  grupos  diversos  del 
estudiantado,  hayan  llegado  a  atribuirse  a  recursos  pues- 


33 


tos  en  juego  por  el  Poder  Público  para  obligar  a  la 
Universidad  a  colocarse  dentro  de  términos  y  objetivos 
perseguidos  por  el  Gobierno;  cuando  dichas  disensiones 
no  tienen  otro  origen  ni  odebecen  a  otras  razones  que 
al  antagonismo  de  las  ideas  nuevas  en  lucha  contra  las 
ideas  viejas  que  tratan  de  superarse  mutuamente  con 
fines  de  dominio. 

El  motivo  central  de  la  exposición  a  que  me  vengo  re¬ 
firiendo,  lo  constituye  en  mi  concepto,  la  solicitud  de 
que  el  Estado  otorgue  a  la  Universidad  un  subsidio 
cuando  menos  igual  al  que  disfrutaba  antes  de  octubre 
de  1933.  No  se  pide  — precisa  hacer  hincapié  sobre 
esta  circunstancia —  que  se  aumente  con  nuevos  bienes 
el  patrimonio  universitario,  en  forma  tal  que  ese  Ins¬ 
tituto  Cultural  proceda  a  administrarlo  y,  con  sus  fru¬ 
tos,  provea  a  su  sostenimiento;  se  solicita  que  se  man¬ 
tengan  inalterables,  intocados,  los  lincamientos  genera¬ 
les  del  estatuto  jurídico  vigente,  en  cuanto  los  mismos 
garantizan  la  vida  autónoma  de  la  Universidad;  y  se 
repudia  toda  ingerencia  del  Estado,  sin  perjuicio  de  re¬ 
clamar  premiosamente  su  cooperación  económica. 

Ua  Ley  cuya  reforma  se  solicita  ahora,  mereció,  en 
e)  instante  de  expedirse,  — conviene  recordarlo —  la  cᬠ
lida  aprobación  de  todos  los  sectores  universitarios,  los 
que  creían  contar,  en  aquel  entonces,  con  el  estímulo 
de  la  sociedad  para  el  acrecentamiento  del  patrimonio 
espiritual  y  económico  de  su  Casa  de  Estudios,  y  no  sólo 
con  la  ayuda  del  Estado. 

Lamentablemente,  la  experiencia  basta  aquí  realiza¬ 
da  comprueba  que  no  fueron  vanos  los  temores  que  el 
Ejecutivo  Federal  expresó,  en  1933,  al  H.  Congreso  de 
la  Unión,  al  presentar  la  iniciativa  de  Ley  que  hoy  rige 
a  la  Universidad,  y  es  ella  misma  la  que  solicita  una 
modificación  del  estatuto  vigente. 

Mas,  si  el  Gobierno  asume  — como  se  pretende —  toda 
las  responsabilidades  de  orden  económico  que  presu¬ 
pone  el  sostenimiento  de  dicho  Instituto,  tendrá  nece¬ 
sariamente  que  restringirse  su  autonomía,  modificando. 


34 


por  ficticio,  el  régimen  imperante,  para  ponerlo  en  con¬ 
cordancia  con  la  realidad  y  dar  franca  intervención  al 
Estado  en  la  marcha  administrativa  de  esa  Casa  de  Es¬ 
tudios,  así  sea  sólo  para  el  efecto  de  velar  por  una 
correcta  y  conveniente  aplicación  de  sus  fondos.  Esa 
ingerencia  del  Estado  será  más  o  menos  amplia,  según 
lo  aconsejen  los  resultados  de  una  revisión  meditada  y 
cuidadosa  de  la  Ley  vigente,  en  la  que  se  respetará 
la  autonomía  técnica  de  la  Universidad  y  dejarle  aque¬ 
lla  libertad  de  orden  administrativo  conciliable  con  el 
natural  interés  de  la  administración  pública  de  parti¬ 
cipar  en  su  organización.  Huelga  decir  que  esa  reforma 
no  podrá  contraerse,  tan  sólo,  al  retorno  del  régimen 
imperante  antes  de  la  Ley  de  octubre  de  1933,  cuya 
expedición  obedeció,  justamente,  al  estado  de  descom¬ 
posición  orgánica  al  que  había  llegado  la  Universidad 
y  al  noble  propósito  de  brindarle  una  oportunidad  de 
que  tomara  mejores  derroteros. 

Ante  la  petición  del  sector  universitario,  estimo  con¬ 
veniente  anunciarle,  por  el  muy  apreciable  conducto 
de  usted,  que  ya  procedo  a  estudiar  la  iniciativa  de  re¬ 
formas  a  la  Ley  Orgánica  de  la  Universidad  Autónoma 
y  a  presentarla,  a  la  brevedad  posible,  para  su  consi¬ 
deración  y  aprobación,  en  su  caso,  al  H.  Congreso  de 
la  Unión. 

Por  último,  en  el  caso  que  se  ha  presentado  a  la  Uni¬ 
versidad,  en  que  un  grupo  de  estudiantes  se  ha  apode¬ 
rado  de  varios  planteles,  descontento  por  el  acuerdo  que 
dictó  el  H.  Consejo  Universitario  en  el  sentido  de  sus¬ 
pender  las  clases,  el  Gobierno  acepta  que  es  necesario 
mantener  bajo  el  dominio  de  la  suprema  autoridad  uni¬ 
versitaria  las  aulas  y  dependencias  que  le  pertenecen 
conforme  a  la  actual  situación  de  la  Universidad”. 

Días  más  tarde,  en  la  sesión  del  día  17  del  mismo 
mes,  se  dio  lectura  a  la  respuesta  del  Presidente  de  la 
República.  Tras  la  lectura  del  documento  presidencial 
el  Rector  Fernando  Ocaranza  presentó  su  renuncia  irre¬ 
vocable.  Dos  días  después,  reunido  el  Consejo  para 


35 


designar  Rector  fue  elegido  Balbino  Dávalos.  Al  decli¬ 
nar  éste  la  elección  que  en  su  favor  había  sido  reali¬ 
zada,  volvió  el  Consejo  a  reunirse  y  el  24  de  febrero 
quedó  elegido  Luis  Chico  Goerne,  quien  en  esa  misma 
sesión  rindió  la  protesta  correspondiente.^ 

Con  el  Rector  Ocaranza,  y  a  manera  de  protesta  por 
lo  que  se  consideraba  un  inadmisible  ataque  a  la  auto¬ 
nomía  y  a  la  libertad  de  cátedra,  renunciaron  a  la  Uni¬ 
versidad  Pablo  González  Casanova,  Antonio  Caso,  Ma¬ 
nuel  Toussaint,  José  Rivera  Pérez  Campos,  Ezequie]  A. 
Chávez,  Manuel  González  Montesinos,  Pablo  Martínez 
del  Río,  Artemio  de  Valle  Arizpe,  Jesús  Guiza  y  Ace- 
vedo,  Eulalia  Guzmán,  Trinidad  García  y  Salvador 
Azuela,  entre  otros  muchos  y  distinguidos  profesores 
universitarios. 

Ante  la  reacción  de  los  universitarios,  el  Presidente 
Lázaro  Cárdenas  resolvió  no  enviar  al  Congreso  de  la 
Unión  ninguna  iniciativa  para  modificar  la  Ley  Orgᬠ
nica  de  la  Universidad.  En  cambio,  remitió  al  Congreso 
un  proyecto  de  ley  para  la  creación  del  Consejo  Nacio¬ 
nal  de  Educación  Superior  y  de  la  Investigación  Cien¬ 
tífica,  en  cuyos  considerandos  decía:  “el  Ejecutivo  a 
mi  cargo  no  juzga  necesario  modificar  la  Ley  Orgánica 
de  la  Universidad  Autónoma  de  México  para  restringirle 
su  autonomía  o  cercenarle  el  patrimonio  que  el  Estado 
mismo  le  entregara  al  constituirla.  Considero  que  no 
hay  necesidad  de  afectar  la  situación  de  los  actuales 
planteles  universitarios  de  la  ciudad  de  México  si,  como 
está  dicho,  se  va  a  proceder,  desde  luego,  a  proyectar, 
a  organizar  y  a  poner  en  marcha  nuevas  instituciones 
educacionales  que  permitan  cumplir  el  programa  que 
el  Gobierno  se  ha  trazado”.39 

El  30  de  octubre  de  1935  fue  publicado  el  decreto 
por  virtud  del  cual  se  creó  el  Consejo  Nacional  de  la 
Educación  Superior  y  la  Investigación  Científica.  La 
más  inmediata  motivación  para  la  constitución  de  este 

38  Alarcón,  Op.  cit.  pp.  132-133. 

39  Mendieta  y  Núñez,  Op.  cit.  p.  288. 


36 


Consejo  se  puede  apreciar  en  el  dictamen  rendido  pol¬ 
las  Comisiones  Primera  y  Segunda  de  Educación  Pú¬ 
blica  del  Senado  y  por  la  ya  mencionada  exposición  de 
motivos  en  que  fundó  su  iniciativa  el  Presidente  de  la 
República.41’ 

El  dictamen  decía  que  el  proyecto  se  orientaba  en  el 
sentido  de  ofrecer  un  apoyo  para  la  planificación  de  la 
enseñanza  superior  y  de  la  investigación  científica  de 
acuerdo  con  los  principios  revolucionarios  y  “para  po¬ 
ner  la  alta  cultura  precisamente  al  servicio  de  los  tra¬ 
bajadores”.  Por  otra  parte,  el  dictamen  de  la  Cámara 
de  Senadores,  reproducía  lo  que  ya  apuntaba  el  corres¬ 
pondiente  dictamen  de  la  Cámara  de  Diputados  en  el 
sentido  de  que  no  se  debía  dar  ‘"ni  ahora  ni  en  lo  su¬ 
cesivo”  ningún  paso  en  ayuda  de  la  Universidad  Au¬ 
tónoma. 

A  su  vez,  el  Presidente  de  la  República  había  señalado 
que  la  filosofía  política  del  liberalismo  estaba  reba¬ 
sada  y  que  el  Estado  sólo  podría  justificar  su  existencia 
en  la  medida  en  que  el  ejercicio  de  su  poder  fuera  con¬ 
gruente  con  su  programa  económico  y  social.  Además, 
el  Presidente  también  reiteraba  que  la  Universidad 
Autónoma  de  México  era  una  institución  particular,  por 
lo  que  no  correspondía  al  Estado  ofrecerle  ayuda  eco¬ 
nómica  de  ningún  género. 

El  propósito  que  de  muy  clara  manera  animaba  al 
Presidente  de  la  República  y  al  legislador  para  cons¬ 
tituir  el  Consejo  Nacional  de  la  Educación  Superior  y 
la  Investigación  Científica  era  el  de  hacer  efectivos  los 
postulados  ya  presentados  en  1933  al  proponerse  y  dis¬ 
cutirse  la  Uey  Orgánica  de  la  Universidad.  El  Consejo, 
por  lo  mismo,  sería  el  nuevo  instrumento  del  Estado 
para  normar  la  actividad  de  la  enseñanza  superior  en 
México.  Su  carácter  sería  el  de  órgano  de  consulta  ne¬ 
cesaria  del  Gobierno  y  su  función  la  de  estudiar  las 
condiciones  y  necesidades  del  país  en  materia  educativa 

40  Diario  de  los  Debates  de  la  Cámara  de  Senadores.  Octubre  15  de 
1935. 


37 


y  de  investigación.  Para  este  objeto,  señalaba  el  artículo 
3o.  del  referido  Decreto,  el  Consejo  proyectaría  la  crea¬ 
ción,  transformación  o  supresión  de  los  establecimien¬ 
tos  de  educación  superior  que  funcionaban  o  debieran 
funcionar  en  el  país,  tanto  bajo  la  dependencia  del  Go¬ 
bierno  Federal  como  de  los  gobiernos  locales,  y  la  crea¬ 
ción  u  organización  de  los  institutos  y  demás  estable¬ 
cimientos  de  jurisdicción  federal  o  local  cuyo  objeto 
fuera  practicar  la  investigación  científica  o  "cualquiera 
clase  de  estudios  y  observaciones  de  carácter  general”. 
También  se  adjudicaba  al  Consejo  la  facultad  de  ela¬ 
borar  los  proyectos  de  planes  de  estudio,  programas, 
reglamentos  y  en  general  de  las  normas  y  disposiciones 
que  regularan  el  trabajo  de  los  establecimientos  ya  men¬ 
cionados. 

El  Consejo  quedó  integrado  por  15  miembros,  de¬ 
signados  por  el  Presidente  de  la  República,  cuya  dura¬ 
ción  en  los  cargos  sería  de  dos  años. 

Si  bien  el  Consejo  estaba  directamente  enderezado  en 
el  sentido  de  atenuar  la  importancia  de  la  Universidad, 
también  es  cierto  que  constituye  el  primer  intento  en 
México  para  dar  forma  a  un  proceso  centralizado  de 
planificación  en  el  ámbito  de  la  educación  superior  y 
de  la  investigación.  La  decisión  permanente  del  gobier¬ 
no  en  ese  sentido  aparece  muy  clara  en  el  artículo  11 
de  la  ya  mencionada  disposición.  Allí  se  dice  que  para 
que  el  Ejecutivo  pudiera  aprobar  cualquier  proyecto 
del  Consejo  Nacional  de  la  Educación  Superior  y  la 
Investigación  Científica  que  de  alguna  forma  afectara 
la  subsistencia  o,  incluso,  el  funcionamiento  de  esta¬ 
blecimientos  sujetos  a  la  dependencia  de  un  gobierno 
local,  o  bien,  que  de  realizarse  el  proyecto  se  tradu¬ 
jera  para  ese  gobierno  local  en  cargas  económicas  o  en 
el  uso  de  alguno  de  sus  bienes,  se  requeriría  previa¬ 
mente  que  la  legislatura  y  el  gobierno  correspondientes 
manifestaran  “su  parecer  sobre  el  proyecto”.  El  artícu¬ 
lo  agregaba:  “si  tal  parecer  fuere  contrario  a  éste  (pro¬ 
yecto)  y  el  Presidente  de  la  República  creyere  que  sin 


38 


embargo  es  de  realizarse,  someterá  la  inicativa  al  Con¬ 
greso  de  la  Unión  en  los  términos  del  párrafo  final  del 
artículo  3o.  y  la  fracción  xxv  del  73  de  la  Constitu¬ 
ción  Federal”.  Así  pues,  la  decisión  de  llevar  adelante 
los  programas  de  coordinación  no  se  detenía  siquiera 
en  consideraciones  de  carácter  político  relativas  a  la 
actitud  que  pudieran  adoptar  las  entidades  federativas. 

Durante  la  corta  vida  del  Consejo,  este  organismo 
fue  de  utilidad  para  el  establecimiento  o  la  reapertura 
de  diversas  instituciones  de  educación  superior,  entre 
ellas  las  Universidades  de  Puebla  y  Sinaloa  y  los  Ins¬ 
titutos  de  Morelos  y  Zacatecas.  También  auspició  la 
modernización  y  desarrollo  de  centros  universitarios 
como  el  de  Guadalajara  y  Morelia  y  promovió  la  uni¬ 
ficación  de  los  planes,  programas  de  estudio,  orien¬ 
taciones  y  métodos  de  los  institutos  oficiales  de  cultura 
superior  de  los  Estados.41 

Para  presentar  otras  alternativas  frente  a  la  Univer¬ 
sidad  de  México,  el  8  de  febrero  de  1936  fue  inaugu¬ 
rada  también  la  Universidad  Obrera,  correspondiendo 
a  Vicente  Lombardo  Toledano  desempeñar  la  función 
de  primer  Rector  de  esta  Universidad,  y  en  1937  el 
Presidente  Cárdenas  constituyó  el  Instituto  Politécnico 
Nacional.  Así,  el  carácter  nacional  del  que  fue  despro¬ 
vista  la  Universidad,  resultó  luego  adjudicado  al  Insti¬ 
tuto  de  reciente  creación. 

A  pesar  de  que  en  la  Ley  Orgánica  de  1933  se  su¬ 
primió  la  característica  de  Nacional  correspondiente  a 
la  Universidad,  en  los  Estatutos  Generales  de  1934,  1936 
y  1938  se  conservó  la  denominación  de  Universidad 
Nacional  Autónoma  de  México.42 

Así  los  universitarios,  a  quienes  incumbió  la  tarea 
de  redactar  los  Estatutos  Generales  mencionados,  asu¬ 
mieron  la  decisión  de  no  perder  el  carácter  original  de 
la  Universidad.  En  términos  generales  puede  decirse 

41  Cfr.  Muñoz  Ledo,  Porfirio.  “La  educación  Superior”,  en  México , 
Cincuenta  Años  de  Revolución.  Tomo  iv.  México,  1962.  p.  113. 

42  Cfr.  Compilación  de  Legislación  Universitaria  de  1910  a  1976. 
T.  I.  México,  1977,  pp.  127  y  169. 


39 


t 


que  los  Estatutos  no  se  ajustaron  a  las  prescripciones 
de  la  Ley  Orgánica  aprobada  por  el  Congreso  de  la 
Unión;  pero,  en  cambio,  tradujeron  el  criterio  libre  de 
los  universitarios. 

Contemplando  retrospectivamente  ese  periodo  puede 
decirse  que  los  universitarios  no  asumieron  una  acti¬ 
tud  “antisocialista”;  su  posición  seguramente  habría 
sido  la  misma  si  otro  hubiera  sido  el  signo  político  y 
la  orientación  ideológica.  Los  universitarios  que  pugna¬ 
ron  por  defender  la  libertad  de  cátedra,  entre  los  que 
muchos  eran  de  izquierda,  entendieron  que  la  Univer¬ 
sidad  debe  estar  al  margen  de  las  luchas  faccionales. 
Tampoco  fue  decisión  de  los  universitarios  convertirse 
en  impugnadores  del  Estado;  no  es  posible  confundir 
— y  ellos  no  lo  hicieron —  relación  cordial  con  sumi¬ 
sión  incondicional,  ni  defensa  institucional  con  oposi¬ 
ción  sistemática.  Los  términos  de  una  relación  equili¬ 
brada  y  respetuosa  forman  parte  del  catálogo  de  prin¬ 
cipios  que  hacen  posible  la  vida  social. 

III.  TERCERA  LEY  ORGANICA:  1944-1945 
1.  La  Junta  de  ex-rectores 

4  '  —  '  ~ 

A  la  renuncia  del  Rector  Rodulfo  Brito  Foucher,  presen¬ 
tada  el  27  de  julio  de  1944,  siguió  un  periodo  de  extre¬ 
ma  incertidumbre  en  la  Universidad;  periodo  en  que 
se  avivó  la  incordia  y  proliferaron  las  ambiciones.  Mo¬ 
dificar  la  legislación  vigente  se  convirtió  en  preocupa¬ 
ción  central.  En  ese  sentido  comenzó  a  trabajar  el  Con¬ 
sejo  Universitario. 

El  7  de  agosto,  reunido  el  Consejo  Universitario,  fue 
presentado  un  informe  de  la  Comisión  de  Reformas  a 
la  Ley  Orgánica,  al  Estatuto  General  y  a  los  demás  re¬ 
glamentos  universitarios  y,  según  consta  en  actas,  a  su¬ 
gerencia  del  Presidente  de  la  República  Manuel  Ávila 
Camacho,  se  constituyó  .una  comisión  para  entrevistar 
a  los  ex-rectores  e  invitarlos  a  que  constituyeran  una 
comisión  para  resolver  el  problema  de  la  LIniversidad. 


40 


Entre  esa  fecha  y  el  23  de  octubre  siguiente,  en  que 
volvió  a  reunirse  el  Consejo  Universitario,  se  desarrolló 
uno  de  los  periodos  más  intensos  en  la  vida  de  la  Uni¬ 
versidad.  En  esta  ocasión  se  trataba  de  su  reconstruc¬ 
ción.  El  23  de  octubre  fue  elegido  Rector  de  la  Uni¬ 
versidad  Alfonso  Caso.43 

Las  bases  aportadas  para  el  gobierno  provisional  de 
la  Universidad  fueron  aprobadas  por  la  Junta  de  ex¬ 
rectores  el  15  de  agosto  de  1944  y  ratificadas  por  el 
Consejo  Universitario  del  23  de  octubre  del  mismo  año. 
La  Junta  estuvo  constituida  por  Ignacio  García  Téllez, 
Fernando  Ocaranza,  Gustavo  Baz,  Manuel  Gómez  Mo- 
rín,  Luis  Chico  Goerne  y  Mario  de  la  Cueva.  A  ella 
correspondió  designar  rector  a  don  Alfonso  Caso. 

Dos  son  las  consecuencias  importantes  que  deben  te¬ 
nerse  en  cuenta  para  examinar  la  constitución  y  el  fun¬ 
cionamiento  de  la  ¡unta.  La  primera,  que  se  dio  un 
ejemplo  de  concordia  entre  los  universitarios  y  se  de¬ 
mostró  cómo,  por  encima  de  las  divergencias  personales 
que  se  daban  entre  los  propios  ex-rectores,  el  espíritu 
solidario  de  los  universitarios  prevaleció.  En  segundo 
término,  los  ex-rectores  constituyeron  la  base  de  la  que 
derivó  la  Junta  de  Gobierno  establecida  por  la  Ley  Or¬ 
gánica  de  1945;  Junta  de  Gobierno  que,  a  la  luz  del 
más  inmediato  precedente,  se  ofreció  como  solución 
institucional  para  no  dar  lugar  en  el  futuro  a  ninguna 
ruptura  en  la  organización  del  gobierno  universitario. 
En  efecto,  la  constitución  de  la  junta  de  ex-rectores  se 
hizo  necesaria  al  producirse  un  vacío  de  autoridad  en 
el  seno  de  la  Universidad  Autónoma.  Para  remediar  esa 
contingencia  y  no  dar  lugar  a  que  de  nueva  cuenta,  en 
algún  momento  futuro,  se  repitieran  las  circunstancias 
que  llevaron  a  la  constitución  de  la  Junta  de  ex-rectores 
al  margen  de  los  preceptos  normativos  vigentes  en  la 
Universidad,  fue  concebida  la  idea  de  una  Junta  de 
Gobierno  que  no  tiene,  por  lo  mismo,  más  antecedente 
que  la  Junta  de  ex-rectores.  Carece  por  completo  de  fun- 

43  Alarcón,  Op.  cit.  pp.  202-203. 


41* 


damento  la  aseveración  que  hacen  quienes  pretenden 
una  vinculación  con  modalidades  que  se  dan  en  univer¬ 
sidades  extranjeras,  particularmente  con  el  Board  of 
Trastees. 

Las  bases  para  el  gobierno  provisional  de  la  Uni¬ 
versidad  ofrecen  líneas  muy  generales  que  suponen  la 
desaplicación  de  la  Ley  Orgánica  de  1933.  Este  es  un 
hecho  de  importancia  supuesto  que  antes  de  que  el  Con¬ 
greso  de  la  Unión  derogara  la  Ley  Orgánica  la  Junta 
de  ex-rectores  elaboró  las  disposiciones  generales  que 
debían  regir  en  la  Institución  para  reencauzar  su  fun¬ 
cionamiento  normal.  Así,  quedó  establecido  que  la  de¬ 
signación  de  directores  de  facultades,  escuelas  e  insti¬ 
tutos  correspondería  al  Rector;  se  fijaron  nuevas  bases 
para  la  reintegración  del  Consejo  Universitario  y  se 
constiutyó  una  Comisión  de  Patronato  que  debería  en¬ 
cargarse  de  la  administración  de  los  bienes  de  la  Uni¬ 
versidad.  Esta  última  idea  también  fue  incorporada  pos¬ 
teriormente  en  la  Ley  Orgánica  de  1945  y  mediante  el 
funcionamiento  del  Patronato  ha  sido  posible,  de  un 
lado,  superar  las  presiones  de  carácter  económico  ejer¬ 
cidas  sobre  el  Rector,  y,  de  otro,  relevar  a  éste  de  la 
responsabilidad  del  manejo  de  los  fondos  universita¬ 
rios.  De  esta  suerte,  se  ha  producido  una  diferenciación 
de  competencias  en  el  gobierno  de  la  LIniversidad,  cuyo 
germen  aparece  en  las  bases  elaboradas  por  la  junta 
de  ex-rectores.44 

2.  Gestión  del  rector  Caso 

A  la  designación  que  la  Junta  de  ex-rectores  hizo  en  fa¬ 
vor  del  doctor  Alfonso  Caso  para  que  ocupara  la  Rec¬ 
toría  de  la  Universidad,  hubo  de  corresponder  también 
una  presión  del  Presidente  de  la  República  para  obligar 
a  Caso  a  aceptar  la  Rectoría.4'  Esto,  quizá,  denota  la 


44  Cfr.  Compilación  de  Legislación  Universitaria  de  1910  a  1976. 
T.  I.,  pp.  359  y  ss 

45  Silva  Herzog,  Jesús.  Una  vida  en  la  Vida  de  México.  México, 
1975.  p.  244. 


42 


profunda  amargura  que  existía  entre  los  universitarios 
y  su  escepticismo  ante  el  destino  de  su  Institución;  pero 
seguramente,  a  las  presiones  que,  según  dice  don  Jesús 
Silva  Herzog,  debió  ejercer  el  presidente  sobre  Caso, 
éste  debió  haber  presentado  como  contrarespuesta  y 
como  alternativa  de  negociación  la  conveniencia  de  que 
se  legislase  para  dar  una  nueva  organización  jurídica  a 
la  Universidad.  De  aquí,  de  la  gestión  de  Caso,  que 
debe  considerarse  como  luminosa,  resultó  la  Ley  Orgᬠ
nica  de  1945  de  la  Universidad  Nacional  Autónoma  de 
México,  todavía  en  vigor. 

Una  de  las  más  lúcidas  definiciones  de  la  Univer¬ 
sidad  fue  la  que  en  su  exposición  de  motivos  de  la  Ley 
Orgánica  de  la  Universidad  Nacional  Autónoma  de 
México  de  1944  estableció  Alfonso  Caso.  Con  toda  pre¬ 
cisión  señaló  Caso  que  la  Ley  de  1933  obligaba  a  la 
Institución  a  tener  un  carácter  netamente  político.  Tam¬ 
bién  consideraba  que  la  dura  disposición  para  la  vida 
económica  de  la  Universidad,  que  la  constreñía  a  vivir 
de  los  réditos  de  diez  millones  de  pesos,  no  era  com¬ 
prensible  ya  en  1944,  cuando  el  propio  Gobierno  fe¬ 
deral  había  señalado  reiteradamente  la  necesidad  de 
procurar  mejores  vías  para  la  preparación  de  técnicos 
y  profesionales  universitarios,  considerados  por  enton¬ 
ces  como  indispensables  para  el  desarrollo  económico 
y  cultural  del  país. 

Por  lo  mismo,  Caso  propuso  una  modificación  subs¬ 
tancial  a  la  Ley  de  1933  y  señaló,  con  toda  precisión, 
los  principios  en  que  debía  asentarse  la  reforma  que 
él  sugería.  El  primer  principio,  decía,  consistía  en  lle¬ 
var  a  la  práctica,  en  sus  términos,  las  consecuencias 
que  derivaban  de  la  definición  misma  de  la  Universi¬ 
dad  como  una  corporación  pública,  dotada  de  plena 
capacidad  jurídica  y  cuyo  fin  consistía  en  impartir  la 
educación  superior,  organizar  la  investigación  cientí¬ 
fica  para  formar  profesionales  y  técnicos  útiles  a  la 
sociedad  y  extender,  con  la  mayor  amplitud  posible, 
los  beneficios  de  la  cultura.  El  segundo  principio  con- 


43 


sistía  en  la  distinción  entre  los  aspectos  de  orden  técnico 
y  los  de  autoridad  ejecutiva,  que  en  ningún  caso  debían 
confundirse.  Por  último,  el  tercer  aspecto  se  refería  a 
la  concepción  de  la  Universidad  como  comunidad  de 
cultura,  “es  decir,  como  una  comunidad  de  maestros  y 
alumnos  que  no  persiguen  fines  antagónicos  sino  com¬ 
plementarios  y  que  se  traducen  en  un  fin  fundamental 
considerado  desde  dos  puntos  de  vista  distintos  pero 
nunca  opuestos:  enseñar  y  aprender”. 

Para  fundar  esos  principios  Caso  reiteró  que  no  era 
posible  que  la  Universidad  perdiera  el  carácter  de  Uni¬ 
versidad  Nacional.  A  través  de  su  historia,  decía,  la 
Universidad  fue  el  semillero  del  que  salieron  los  hom¬ 
bres  que  crearon  la  cultura  de  México  y  que  han  diri¬ 
gido  esa  cultura  no  sólo  en  su  aspecto  universitario  sino 
en  todas  sus  manifestaciones.  “La  Universidad  de  Mé¬ 
xico,  agregaba,  por  su  historia,  por  su  tradición,  está 
íntimamente  unida  a  la  vida  de  la  Nación.  Si  en  el  fu¬ 
turo  se  crearan  otras  universidades  sostenidas  princi¬ 
palmente  con  fondos  del  Gobierno  Federal,  como  la 
nuestra,  no  por  eso  perdería  su  carácter  y  el  haber  sido 
la  Institución  de  alta  cultura  que  se  fundó  por  la  uni¬ 
ficación  de  aquellas  escuelas  nacionales  que  durante 
largos  años  sostuvieron  la  tradición  del  pensamiento 
mexicano:  Escuela  Nacional  Preparatoria,  Escuela  Na¬ 
cional  de  Medicina,  Escuela  de  Jurisprudencia,  etcétera. 

Pero  así  como  Caso  defendía  el  carácter  de  Nacio¬ 
nal  correspondiente  a  la  Institución,  también,  como 
inherente  a  la  misma,  postulaba  el  necesario  reconoci¬ 
miento  de  ser  una  institución  pública.  “La  Universidad 
no  es  ni  puede  ser  otra  cosa  — afirmaba  enfáticamen¬ 
te —  sino  una  corporación  pública  descentralizada”. 
Para  explicar  su  aseveración  decía  que  la  Universidad 
no  es  ajena  a  la  organización  del  Estado  mexicano  sino 
simplemente  se  encuentra  descentralizada  del  mismo. 
Y  aquí  Alfonso  Caso  planteó  la  concepción  medular  que 
caracteriza  a  la  autonomía  como  una  modalidad  de  la 
descentralización  en  el  régimen  del  derecho  adminis¬ 
trativo. 


44 


Los  principios  operativos  formulados  por  Caso  tra¬ 
ducían  con  toda  claridad  que  su  intención  era  rescatar 
a  la  Universidad  del  marasmo  y  del  caos  a  que  la  había 
llevado  la  ley  de  1933  y,  mediante  esas  disposiciones, 
proceder  a  una  separación  categórica  entre  lo  político 
y  lo  técnico.  Por  lo  mismo,  pensó  en  la  conveniencia 
de  que  hubiese  una  Junta  de  Gobierno,  que  sería  un 
cuerpo  colegiado  donde  sus  participantes  no  estarían 
involucrados  por  sus  intereses  estrictamente  personales, 
sino  que  participarían  por  sus  preocupaciones  esencial¬ 
mente  universitarias.  A  este  cuerpo  le  correspondería 
]a  facultad  de  nombramiento  de  las  autoridades  aca¬ 
démicas.  Con  ello  se  superarían  los  vicios  del  asam- 
bleísmo  que  caracterizaron  la  vida  de  la  Universidad 
y  le  imprimieron  un  carácter  de  turbulencia  entre  1933 
y  1944. 

Otra  de  las  aportaciones  importantes  está  represen¬ 
tada  por  la  proposición  de  que  se  constituyera  un  Pa¬ 
tronato,  a  cargo  del  cual  quedaría  la  administración  de 
los  recursos  económicos  de  la  Universidad. 

Por  otro  lado,  para  superar  la  tendencia  de  acuerdo 
con  la  cual  el  nombramiento  de  los  miembros  del  per¬ 
sonal  académico  dependía  más  de  la  simpatía  o  grado 
de  amistad  que  se  llevara  entre  quien  recibía  el  nom¬ 
bramiento  y  quien  estaba  facultado  para  otorgarlo,  pro¬ 
ponía  que  ese  nombramiento  no  pudiera  ser  otorgado 
sino  mediante  concurso  de  oposición.  En  cuanto  a  las 
relaciones  de  orden  laboral,  precisó  con  todo  cuidado 
que  éstas  no  tendrían  un  carácter  contractual  sino  es¬ 
tatutario,  pero  que  eso  no  sería  incompatible  con  que 
a  los  miembros  del  personal  de  la  Universidad  se  les 
otorgaran  todos  los  derechos  y  prestaciones  de  orden 
social  que  “a  estas  horas  deben  considerarse  ya  incor¬ 
porados  definitivamente  al  orden  jurídico  en  que  vivi¬ 
mos  como  elementales  exigencias  de  la  civilización  con¬ 
temporánea”.  Por  cuanto  hace  al  personal  académico 
sugería  que  se  le  otorgara  un  salario  decoroso  que  le 
permitiera  vivir  en  la  forma  a  que  tenía  derecho,  sin 


45 


necesidad  de  obligarlo  a  distraerse  en  otras  activida¬ 
des.  Así  podría  prepararse  para  el  futuro  a  verdaderos 
maestros  ‘'íntimamente  arraigados  en  la  vida  universi¬ 
taria,  dedicados  exclusivamente  a  la  enseñanza  y  a  la 
investigación”. 

Las  consideraciones  hechas  por  Caso  en  la  exposición 
de  motivos  de  la  Ley  tradujeron  fielmente  lo  que  era 
una  decisión  de  la  comunidad;  decisión  que,  por  otra 
parte,  fue  respetada  de  la  manera  más  puntual  por  el 
Legislativo.  En  efecto,  el  Presidente  de  la  República 
recogió  el  proyecto  elaborado  por  los  universitarios  y 
lo  envió  como  una  iniciativa  de  ley  al  Congreso.  La 
discusión  que  ahí  se  produjo  sirve  para  enaltecer  el 
espíritu  de  los  universitarios  y  fue,  en  su  momento,  uno 
de  los  puntos  culminantes  en  el  restablecimiento  de  la 
confianza  entre  el  Estado  y  la  Universidad. 

IV.  BALANCE 

Hemos  visto  el  proceso  de  gestación  y  las  líneas  gene¬ 
rales  de  las  tres  leyes  orgánicas  que  durante  los  pasados 
51  años  han  regido  la  vida  de  la  Universidad  Nacio¬ 
nal  Autónoma  de  México. 

A  la  fecha  la  Universidad  se  encuentra  en  un  proce¬ 
so  de  revisión  de  su  estructura  jurídica,  como  resultado 
de  la  iniciativa  para  reformar  la  legislación  universi¬ 
taria  presentada  por  el  Rector  y  aprobada  por  el  Con¬ 
sejo  Universitario  en  septiembre  de  1977.  De  ese  pro¬ 
ceso  ha  resultado  ya  un  anteproyecto  de  Estatuto  Ge¬ 
neral,  que  contiene  significativos  avances  en  cuanto  a 
ampliar  los  cauces  de  participación  de  la  comunidad 
universitaria  en  la  toma  de  las  decisiones  que  le  afec¬ 
tan,  en  cuanto  a  mejorar  los  procedimientos  para  la  re¬ 
presentación  de  los  universitarios  y  en  cuanto  a  actua¬ 
lizar  las  modalidades  de  la  organización  universitaria. 

Tan  importantes  como  esos  avances  ha  sido  el  reco¬ 
nocimiento  explícito,  por  parte  del  Consejo  Universi¬ 
tario,  en  el  sentido  de  que  la  Ley  Orgánica  de  1945  es 
de  tal  suerte  flexible  y  compendia  con  tal  precisión 


46 


las  características  definitorias  de  una  comunidad  aca¬ 
démica,  que  sin  necesidad  de  introducirle  modificacio¬ 
nes  o  de  substituirla  por  otro  instrumento  legal,  es  po¬ 
sible  que  el  Estatuto  General,  cuyas  bases  básicas  están 
determinadas  por  la  Ley  Orgánica,  avance  considerable¬ 
mente  para  hacer  de  la  Universidad  una  institución  de 
vanguardia  en  cuanto  a  su  organización  jurídica. 

Lo  anterior  no  quiere  decir  que  la  Ley  Orgánica  de 
1945  carezca  de  impugnadores;  los  tiene  y  muy  severos; 
se  caracterizan,  fundamentalmente,  por  planteamientos 
cuya  adopción  podría  desquiciar  la  vida  de  una  insti¬ 
tución  tan  compleja  como  es  actualmente  la  Universidad 
Nacional.  En  efecto,  sugerir  la  reimplantación  de  mo¬ 
dalidades  asambleístas,  como  las  ya  contenidas  por  las 
leyes  de  1929  y  de  1933.  supondría  cancelar  las  me¬ 
jores  opciones  de  la  Universidad  para  organizarse  y 
para  funcionar  libre  y  democráticamente.  Plantear, 
igualmente,  que  la  designación  de  los  directores  y  del 
rector  se  lleve  a  cabo  por  procedimientos  tumultuarios, 
afectaría  la  idoneidad  académica  de  esas  autoridades 
e  introduciría,  en  la  vida  universitaria,  nuevos  elemen¬ 
tos  de  discordia  y,  por  qué  no  decirlo,  también  de  co¬ 
rrupción. 

Cuando  la  Universidad  Nacional  celebró  el  cincuen¬ 
tenario  de  su  autonomía  en  1979,  la  comunidad  ratificó 
ampliamente  que  las  pautas  establecidas  por  la  Ley  Or¬ 
gánica  de  1945  continúan  vigentes.  Y  tan  es  así  que, 
merced  a  la  fortaleza  institucional  de  la  UNAM,  cuyo 
ejemplo  fue  invocado  por  el  Presidente  de  la  República, 
el  Congreso  de  la  Unión  conoció  una  iniciativa  presi¬ 
dencial  para  adicionar  el  artículo  3o.  de  la  Constitu¬ 
ción  y  garantizar  así  la  autonomía  universitaria. 

La  autonomía,  por  lo  mismo,  como  expresión  nor¬ 
mativa,  como  resultado  de  un  proceso  social,  como  ga¬ 
rantía  del  trabajo  académico,  como  elemento  que  res¬ 
ponsabiliza  a  la  Institución  frente  a  la  sociedad  por 
el  destino  de  los  recursos  que  de  ella  recibe  y  como 
entidad  que  actúa  dentro  y  no  contra  el  Estado,  recibe, 


47 


con  la  iniciativa  presidencial  aprobada  por  el  Consti¬ 
tuyente  Permanente,  un  poderoso  estímulo  que  se  tra¬ 
duce  en  un  renovado  compromiso  para  las  universida¬ 
des.  Esto  último,  y  las  características  mismas  de  la 
autonomía,  que  han  sido  ya  anunciadas,  fue  establecido 
con  precisión  por  el  Rector  Guillermo  Soberón  en  el 
marco  del  cincuentenario  de  la  autonomía  de  la  UNAM. 

La  Institución  también  ha  refrendado  su  carácter  na¬ 
cional,  prueba  inequívoca  de  que  los  autores  de  la  Ley 
Orgánica  de  1945  acertaron  al  definir  la  magnitud  y  la 
importancia  de  esta  Institución.  Hoy  la  Lniversidad 
vive  un  proceso  de  descentralización  que  lleva  su  pre¬ 
sencia  a  muchas  entidades  federativas;  vincula  su  es¬ 
fuerzo  creador  al  de  casi  todas  las  instituciones  de  edu¬ 
cación  superior  en  el  país;  participa  activamente  en 
los  esfuerzos  de  planteamiento  de  la  educación  superior 
en  México;  capacita  profesionales  con  un  sentido  social 
de  su  responsabilidad  y  practica  investigación  estrecha¬ 
mente  vinculada  con  los  problemas  nacionales  y  sus  po¬ 
sibles  soluciones. 

Como  generadora  de  nuevos  estilos  de  vida,  también 
ha  correspondido  a  la  Lniversidad  Nacional  llevar  a  la 
conciencia  pública  del  país  la  necesidad  de  ampliar  las 
bases  del  derecho  laboral  para  dar  cabida  a  los  tra¬ 
bajadores  universitarios,  cuyos  intereses  legítimos  pue¬ 
den  y  deben  ser  compatibles  con  los  de  las  institucio¬ 
nes  autónomas  en  las  que  sirven.  Así,  a  partir  del  pro¬ 
yecto  de  adición  de  un  apartado  C  al  artículo  123, 
presentado  por  el  doctor  Guillermo  Soberón  en  agosto 
de  1976,  se  desarrolló  un  debate  de  alcance  nacional 
que  interesó  a  la  comunidad  pública  en  su  conjunto  y 
que  parece  haber  culminado  cuando  en  la  ya  referida 
adición  al  artículo  3o.  constitucional  se  planteó  la  ne¬ 
cesidad  de  que  la  Ley  Lederal  del  Trabajo  contuviera 
las  modalidades  aplicables  a  los  trabajadores  de  las 
instituciones*  haciendo  compatibles  sus  derechos  con  la 
autonomía  universitaria,  con  los  principios  de  libertad 
de  cátedra  e  investigación  y  con  los  fines  propios  de 
las  instituciones  en  las  que  sirven. 


Por  otro  lado,  digno  hecho  de  ser  subrayado  es  el 
de  la  estabilidad  institucional  que  se  fue  fraguando  a 
partir  de  la  Ley  de  1945.  No  quiere  decir  lo  anterior 
que  la  Universidad  se  haya  substraído  a  múltiples  tro¬ 
piezos  o  haya  sido  ajena  a  las  convulsiones  que,  incluso, 
tuvieron  una  magnitud  nacional  en  algunos  momentos 
de  nuestra  historia  reciente.  Quiere  decir,  sí,  que  se  han 
establecido  bases  sólidas  para  que  los  universitarios  tra¬ 
bajen  y  para  que  en  el  interior  de  la  comunidad  la 
inquetud  más  relevante  se  traduzca  en  la  búsqueda  in¬ 
cesante  del  saber. 

Por  todo  lo  anterior,  no  cabe  sino  concluir  que  la 
Ley  Orgánica  que  rige  a  l,a  Universidad  a  partir  de 
1945,  es  una  disposición  normativa  hecha  con  gran  sa¬ 
biduría  y  concebida  por  los  universitarios  como  el  ins¬ 
trumento  más  afortunado  para  regir  a  los  propios  uni¬ 
versitarios. 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  UNAM 
México  20,  D.  F. 


TOMO  VIII:  97  ■  Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  «Pedro  López  Díaz  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárcel  FUNDAMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100«  Héctor 
Cuadra  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO;  101  «Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102« 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  1 03«  Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 
104«  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA.  TECNICA.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106«José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1 10 «María  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  «  Manuel  González 
Oropeza  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO;  1 12«  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  1  13«  Miguel  Bue¬ 
no  UNIVERSIDAD.  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 14  «Víctor  Carlos  García  More¬ 
no  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1 1  5  «Galo  Gómez  Oyarzún  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTERDISCIPLINARIEDAD;  116«  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO;  1 17«  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  1 18« Edgar 
Llinás  Alvarez.  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO?;  1 19B  Marcos  Kaplan.  CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRA¬ 
CION  LATINOAMERICANA;  120«  Renate  Marsiske.  ALGUNOS  ANTECEDEN¬ 
TES  LATINOAMERICANOS  DEL  MOVIMIENTO  DE  AUTONOMIA  UNIVERSITA¬ 
RIA  EN  MEXICO  1929;  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA 
UNIVERSIDAD.  EL  CASO  DE  LA  UNAM;  1 22  ■  Camilo  Mena.  BREVE  HISTORIA 
DE  LA  UNIVERSIDAD  CENTRAL  DE  ECUADOR;  123  «  Guillermo  Soberón.  LAS 
UNIVERSIDADES  MEXICANAS  Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS;  1 24  ■  Angel  Vían 
Ortuño.  POEMA  Y  PROBLEMASOCIAL  DEL  DESARROLLO  CIENTIFICO-TECNO¬ 
LOGICO; 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


CUADERNOS  DE  CULTURA  POLITICA  UNIVERSITARIA 


JUNIO  1980 


126 


PRECIO  $5.00 


NUEVOS  “ESPACIOS 
ACADEMICOS” 

UNA  ALTERNATIVA  MAS  A  LA 
DESCENTRALIZACION  DE  LA 
EDUCACION  SUPERIOR  EN 

MEXICO 

GILBERTO  SILVA  RUIZ 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


Gilberto  Silva  Ruiz* 
NUEVOS  “ESPACIOS  ACADÉMICOS”. 

UNA  AUTERNATIVA 
MÁS  A  LA  DESCENTRALIZACIÓN 
DE  LA  EDUCACIÓN  SUPERIOR 

EN  MÉXICO 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


■I 


- 


3 


A  raíz  del  fuerte  crecimiento  demográfico  en  los  cen¬ 
tros  de  enseñanza  superior  ubicados  en  la  metrópoli  y, 
principalmente,  de  la  Universidad  Nacional  Autónoma 
de  México,  experimentado  en  la  última  década  1970- 
1979,  se  han  buscado,  e  intentado  llevar  a  la  práctica, 
políticas  académicas  que  posibiliten  una  descentrali¬ 
zación  efectiva  de  la  educación  superior. 

La  descentralización  de  la  educación  superior,  en 
sentido  estricto,  significa  la  búsqueda  y  constitución  de 
nuevos  “espacios  académicos”  dentro  y  fuera  de  la  me¬ 
trópoli,  en  la  docencia  y  en  la  investigación,  en  la  que 
participen  y  se  involucren  los  centros  de  enseñanza 
superior,  así  como  las  instituciones  vinculadas  a  la  edu¬ 
cación  superior.  En  virtud  de  que  la  descentralización 
no  sólo  implica  contemplar  solución  al  problema  de 
crecimiento  de  la  demanda  escolar,  sino  también,  a 
problemas  más  complejos  y  difíciles  de  resolver  como 
son:  la  formación  de  programas  académicos  y  planes 
de  estudio;  las  formas  de  organización  desde  el  esta¬ 
blecimiento  del  proyecto  hasta  su  conclusión;  la  legi¬ 
timación  y  el  consenso  sobre  el  proyecto;  la  concepción 
de  educación  superior;  la  relación  investigación-docen¬ 
cia;  la  utilización  óptima  y  racional  del  personal  aca¬ 
démico  disponible;  el  contexto  socio-político  en  el  que 
se  va  a  desenvolver  el  proyecto,  etcétera. 

Las  alternativas  de  solución  al  problema  de  la  con¬ 
centración  y  centralización  de  la  educación  superior 
en  la  metrópoli,  comenzaron  a  darse  bien  pronto  y, 
además,  planteándose  como  un  problema  grave  al  que 
había  que  buscarle  permanentes  alternativas  de  solu¬ 
ción. 

Como  alternativas  de  solución,  al  problema  de  la  cen¬ 
tralización  de  la  educación  superior,  se  llevaron  a  la 
práctica  varias  de  ellas  que  implicaron  algunos  riesgos; 
el  establecimiento  de  los  Colegios  de  Ciencias  y  Hu¬ 
manidades,  que  se  planteó  como  alternativa  académica 

*  Investigador  de  tiempo  completo  del  Instituto  de  Investigaciones 
Sociales  de  la  UNAM. 


4 


distinta  a  la  educación  de  la  Escuela  Preparatoria  y 
como  alternativa  de  solución  a  la  presión  demográfica, 
la  que  tuvo  su  impacto  negativo  de  forma  inmediata  al 
no  contar  con  los  cuadros  docentes  previos  a  la  cons¬ 
titución  de  los  Colegios,  para  no  hacer  referencia  a  la 
capacitación  y  nivel  de  los  mismos.  La  base  de  los  cua¬ 
dros  docentes  se  formó  principalmente  con  recién  egre¬ 
sados  y  pasantes  de  escuelas  y  facultades  de  la  UNAM 
y  en  menor  medida  con  docentes  experimentados. 

El  mayor  peso  organizativo  y  administrativo  recayó 
en  los  cuadros  administrativos  de  la  UNAM  sobresatu¬ 
rando  esta  área,  que  cada  día  se  hacía  y  se  hace  más 
compleja  y  voluminosa  con  el  simple  crecimiento  de 
la  propia  universidad. 

Su  constitución  se  pensó,  y  así  se  desarrolló,  para  el 
área  metropolitana.  Lo  que  si  bien  significó  una  des¬ 
centralización  para  una  institución,  ello  implicó  una 
agudización  en  la  concentración  metropolitana  y  una 
presión  hacia  la  centralización. 

Sin  embargo,  como  proyecto  académico  de  búsqueda 
de  nuevos  espacios  académicos,  bien  pronto  fue  cues¬ 
tionada  en  su  interior,  ya  que  era  un  proyecto  extraño, 
no  asimilado  ni  asumido  por  estudiantes  y  profesores 
como  proyecto  suyo.  No  fue  sino  al  calor  de  las  discu¬ 
siones  sobre  el  proyecto  en  marcha,  de  modificaciones, 
que  el  proyecto  fue  asumido  y  aceptado  consensual¬ 
mente  por  los  distintos  sectores  de  los  colegios. 

Otra  alternativa  de  solución  al  problema,  que  si¬ 
guió  los  mismos  pasos  que  los  Colegios  de  Ciencias  y 
Humanidades,  pero  con  otra  modalidad  y  otros  obje¬ 
tivos  académicos^-  fue  la  constitución  de  las  Escuelas  Na¬ 
cionales  de  Estudios  Profesionales  como  alternativa  a 
la  descentralización  de  los  estudios  profesionales,  cir¬ 
cunscritas  a  ciertas  áreas  del  conocimiento,  pero  esta¬ 
blecidas  en  la  periferia  de  la  metrópoli.  Lo  que  de  suyo 
implicó  la  agudización  como  polo  de  atracción  acadé¬ 
mica  de  la  metrópoli. 

Paralelamente  al  desarrollo  de  estas  opciones,  deri¬ 
vadas  de  las  políticas  académicas  de  descentraliza- 


5 


ción  planteadas  por  la  UNAM,  se  fueron  implementando 
políticas  de  apoyo  institucional  a  universidades  de  pro¬ 
vincia,  como  alternativas  de  solución  al  problema.  Sin 
embargo,  estas  alternativas  fueron  las  más  difíciles  de 
llevar  a  la  práctica  por  sus  implicaciones  políticas  y 
académicas. 

En  este  contexto,  de  búsqueda  de  alternativas  de  so¬ 
lución  al  problema  de  la  centralización  y  concentración 
de  la  educación  superior  en  la  metrópoli,  han  contri¬ 
buido  las  instituciones  de  apoyo  a  la  educación  su¬ 
perior  como  son:  la  Secretaría  de  Educación  Pú¬ 
blica,  el  Consejo  Nacional  de  Ciencia  y  Tecnología,  la 
Asociación  Nacional  de  Universidades  e  Institutos  de 
Educación  Superior,  así  como  también  las  propias  uni¬ 
versidades  de  provincia  y  los  otros  centros  de  enseñanza 
superior  de  la  metrópoli,  como  son:  el  Centro  de  In¬ 
vestigaciones  Superiores  del  Instituto  Nacional  de  An¬ 
tropología  e  Historia,  el  Colegio  de  México,  etcétera. 

En  el  interior  de  este  proceso  de  búsqueda  y  esta¬ 
blecimiento  de  nuevos  espacios  académicos,  se  ubica 
el  proyecto  académico  sobre  el  cual  nos  ocuparemos  a 
continuación.  Programa  para  la  Formación  de  Profe¬ 
sores  e  Investigadores  en  Ciencias  Sociales,  que  se  llevó 
a  cabo  en  su  primer  objetivo  en  el  Centro  de  Sociología 
de  la  Universidad  Autónoma  “Benito  Juárez”  de  Oa- 
xaca,  del  19  de  septiembre  de  1974  al  25  de  enero 
de  1980. 

Como  todo  proceso  académico,  el  proceso  de  desarro¬ 
llo  del  programa,  desde  las  primeras  plácticas  hasta 
su  conclusión  fue  harto  complejo  y  las  más  de  las 
veces,  la  implementación  de  etapas  se  sobrepusieron  en 
el  tiempo,  pero  cada  una  fue  definida  en  sus  funciones 
y  objetivos,  de  tal  manera  que  la  presentación  y  exa¬ 
men  que  aquí  haremos  será  con  base  en  una  división 
formal,  intentando  seguir  una  secuencia  cronológica. 

El  primer  aspecto  que  examinaremos  es  el  problema 
de  la  legitimación  y  consenso  que  presidió  y  se  man¬ 
tuvo  a  lo  largo  de  todo  el  proyecto: 


6 


A)  El  proyecto  de  establecimiento  de  una  Escuela 
de  Sociología  en  el  seno  de  la  Universidad  Autónoma 
“Benito  Juárez”  de  Oaxaca,  surgió  del  consenso  y  con 
la  participación  de  las  autoridades  universitarias,  de 
la  Federación  de  Estudiantes  Oaxaqueños  y  de  un  grupo 
de  maestros  vinculados  a  la  UABJO,  en  el  área  de  cien- 
cias  sociales. 

La  proposición  del  proyecto  fue  respaldada  sólido- 
mente  por  un  ante-proyecto  presentado  por  la  UABJO 
al  Instituto  de  Investigaciones  Sociales  de  la  UNAM 
(IISUNAM),  en  donde  se  fundamentó  el  por  qué  de 
la  creación  de  una  Escuela  de  Sociología  en  Oaxaca  a 
la  luz  de  la  problemática  económica,  política  y  social, 
que  trascendía  los  límites  de  la  localidad  para  plan¬ 
tearlos  regionalmente,  a  nivel  de  la  región  sur  del  país. 

La  proposición  de  creación  de  una  Escuela  de  So¬ 
ciología  en  la  UABJO,  fue  sometida  a  consideración,  de 
las  entonces  autoridades  del  IISUNAM  proposición  que, 
después  de  ser  analizada  por  un  grupo  de  investigado¬ 
res  del  propio  Instituto,  encabezada  por  el  Director,  fue 
aceptada  ,y  apoyada,  introduciendo  varias  modificacio¬ 
nes  al  ante-proyecto  presentado  por  la  UABJO. 

Los  pasos  que  se  dieron  una  vez  aceptado  el  compro¬ 
miso  y  analizando  la  viabilidad  del  proyecto,  fueron 
tres  fundamentalmente:  definición  y  precisión  de  ob¬ 
jetivos  *  académicos;  definición  de  formas  de  orga¬ 
nización  con  delimitación  de  funciones;  y,  obligaciones 
de  las  instituciones  partcipantes. 

En  la  secuencia  de  esta  exposición,  y  en  el  análisis 
de  la  participación,  del  consenso  y  de  la  legitimación 
del  proyecto,  continuaremps  con  el  punto  anotado  en 
tercer  lugar;  obligaciones  de  la  instituciones  partici¬ 
pantes,  para  más  adelante  examinar  los  otros  dos  pasos. 
Para  cada  uno  de  los  tres  pasos  se  constituyeron  sen¬ 
das  comisiones  integradas  por  representantes  específicos. 

B)  Una  vez  aceptado  el  compromiso  por  parte  del 
IISUNAM,  de  manera  inmediata  se  informó  a  las  auto- 


7 


ridades  de  la  UNAM  ya  que  el  compromiso  asumido 
involucraba  académica  y  jurídicamente  a  la  UNAM,  si¬ 
tuación  que  fue  avalada  por  dichas  autoridades. 

Con  lo  anterior  se  contaba  ya  con  dos  niveles  de 
aceptación  y  participación  consensual  para  arrancar  en 
las  tareas  de  creación  del  proyecto;  el  de  la  UABJO  y  el 
de  la  UNAM  a  través  del  IISUNAM. 

C)  De  forma  casi  paralela  a  la  relación  anterior,  se 
buscó  la  incorporación  al  proyecto  de  otras  dos  insti¬ 
tuciones  ligadas  a  la  educación  superior;  la  de  la  Aso¬ 
ciación  Nacional  de  Universidades  e  Institutos  de  Edu¬ 
cación  Superior  (ANUIES)  y  la  del  Consejo  Nacional 
de  Ciencia  y  Tecnología  (CONACYT).  En  el  Antepro¬ 
yecto  de  la  UABJO,  se  proponía  ampliar  la  invitación 
para  participar  en  la  creación  de  la  Escuela  de  So¬ 
ciología  a  otras  instituciones  y  al  propio  Gobierno  del 
Estado,  sin  embargo,  finalmente,  y  en  un  principio,  se 
decidió  invitar  a  estas  dos  instituciones,  invitación  que 
fue  aceptada  y  mantenida  a  lo  largo  de  todo  el  perio¬ 
do  de  duración  del  programa.  Posteriormente  por  falta 
de  recursos  económicos,  y  por  necesidad  de  planeación 
en  la  iniciación  del  segundo  gran  objetivo  del  progra¬ 
ma,  se  invitó  a  participar  en  el  programa  a  la  Secreta¬ 
ría  de  Educación  Pública,  quien  participó  a  través  de  la 
Subsecretaría  de  Educación  Superior  e  Investigación 
Científica,  a  partir  de  septiembre  de  1978  a  diciembre 
de  1979. 

En  este  sentido,  cabe  señalar  que  las  cinco  institu¬ 
ciones  cumplieron  cabalmente  en  todos  los  niveles, 
hasta  la  conclusión  del  primer  gran  objetivo;  formar 
la  primera  y  única  promoción  de  Licenciados  en  So¬ 
ciología,  quienes  a  su  vez  tenían  el  fuerte  compromiso 
moral  de  integrarse  como  investigadores  y  docentes  de 
tiempo  completo  en  la  UABJO,  ya  que  antes  de  termi¬ 
nar  el  programa  se  dió  paso  al  segundo  gran  objetivo, 
que  fue  la  creación  del  Instituto  de  Investigaciones  So¬ 
ciológicas  de  la  UABJO,  hoy  día  en  operación,  pero 
ahora  integrado  y  bajo  la  responsabilidad  total  de  la 


8 


UABJO  y  apoyado  académica  y  presupuestariamente 
por  la  SEP. 

Si  ahora  podemos  describir,  como  un  hecho  dado,  la 
participación  de  estas  instituciones,  de  manera  com¬ 
prometida  y  consensual,  también  debemos  señalar  dos 
aspectos  que  nos  parecen  relevantes.  El  primero  de  ellos 
se  refiere  al  hecho  de  que  la  aceptación  y  compromiso 
de  las  instituciones  se  dió  en  su  momento  oportuno, 
cuando  al  frente  de  dichas  instituciones  se  encontraban 
individuos  preocupados  por  la  búsqueda  de  salidas  a 
la  descentralización  de  la  educación  superior  e  intere¬ 
sados  en  las  Ciencias  Sociales.  El  segundo  aspecto  se 
refiere  al  hecho  de  que  la  Comisión  de  la  UABJO  para 
solicitar  apoyo  a  su  proyecto,  había  sido  rechazada  en 
dos  ocasiones  en  dos  centros  de  la  UNAM,  cuando  re¬ 
currieron  al  IISUNAM  era  su  tercer  intento. 

•i  * 

D)  Una  vez  que  aceptaron  las  instituciones  partici¬ 
par  en  el  proyecto,  se  formó  una  Comisión  con  miem¬ 
bros  representantes  de  la  UABJO,  del  IISUNAM  en 
representación  de  la  UNAM,  de  la  ANUIES  y  del  CO- 
NACYT,  para  revisar  y  discutir  todo  lo  concerniente 
al  proyecto,  hasta  plasmarlo  en  el  “Convenio  Interinsti- 
lucional  para  la  realización  del  curso  de  Formación  de 
Profesores  e  Investigaciones  en  la  Universidad  Au¬ 
tónoma  “Benito  Juárez”  de  Oaxaca,  signado  por  las 
cinco  instituciones  comprometidas:  UNAM,  IISUNAM, 
UABJO,  ANUIES  y  CONACYT. 

En  virtud  de  que  no  se  quería  dejar  nada  al  azar,  ya 
que  el  mismo  Convenio,  antes  de  su  firma,  fue  some¬ 
tido  a  varias  revisiones  en  cada  institución  con  autori¬ 
dades  académicas  y  jurídicas  competentes  en  el  Con¬ 
venio,  se  definieron  con  la  mayor  precisión  posible,  los 
Objetivos,  los  Acuerdos  Generales  y  los  Compromisos 
Particulares  y  Generales  que  contraía  cada  una  de  las 
instituciones  participantes  del  Programa. 

E)  Como  resultado  de  la  experiencia  en  todo  el  pro¬ 
ceso  previo  al  funcionamiento  del  Programa  y,  princi- 


9 


pálmente,  del  funcionamiento  de  la  Comisión  para  la 
elaboración  del  Convenio  y  dentro  de  esta  Comisión,  la 
participación  del  IISUNAM,  se  constituyó  el  Consejo 
Directivo  Permanente  del  Programa  y,  la  responsabili¬ 
dad  académica  del  Programa  se  delegó  en  el  IISUNAM. 
Como  veremos  enseguida  ambos  se  constituyeron  en  pi¬ 
lares  para  la  marcha  y  cristalización  del  Programa  en 
sus  dos  objetivos.  Un  factor  más  que  se  vino  a  consti¬ 
tuir  como  importante,  fue  el  de  crear  una  Coordinación 
del  Programa  en  Oaxaca  en  manos  de  un  científico  so¬ 
cial  experimentado  y  asignado  por  el  IISUNAM.* 

F)  De  la  composición  y  funcionamiento  del  Consejo 
Directivo  del  Programa  señalaremos  lo  siguiente:  1) 
La  composición  del  Consejo  Directivo  fue  modificado 
de  acuerdo  a  los  cambios  y  necesidades  del  Programa; 
en  las  primeras  cinco  reuniones  se  constituyó  con  uno 
o  dos  representantes  de  las  instituciones  participantes, 
además  del  Coordinador  del  Programa  en  Oaxaca.  El 
Presidente  del  Consejo  lo  era  el  Director  del  IISUNAM 
o  su  representante  y  el  Coordinador  del  Programa  o  el 
Adjunto  de  la  Coordinación  en  Oaxaca  fungía  como 
Secretario  Ex-Oficio;  2)  A  partir  de  la  Sexta  Reunión, 
que  correspondía  al  Informe  de  Actividades  del  Quin¬ 
to  Semestre,  se  integraron  como  miembros  del  Consejo 
Directivo  los  profesores  permanentes  del  Programa 
(3  profesores).  Además  de  los  señalados  en  el  punto 
1;  3)  A  partir  de  la  Séptima  Reunión,  se  incorporaron 
como  miembros  del  Consejo  a  dos  representantes  de  los 
estudiantes,  además  de  los  indicados  en  el  punto  1  y 
2;  4)  Finalmente  se  incorporó  al  Consejo  la  represen¬ 
tación  de  la  Subsecretaría  de  Educación  Superior  e  In¬ 
vestigación  Científica,  nada  más  que  en  calidad  de  ob¬ 
servadores,  con  voz  pero  sin  voto. 

*  La  Coordinación  General  del  Programa  recayó  en  el  Director  del 
IISUNAM  o  su  representante.  En  ambas  situaciones  la  asumió  el  Lie. 
Raúl  Benítez  Zenteno,  quien  fue  el  Coordinador  General  del  Pro¬ 
grama  durante  5  años  y  4  meses,  además  de  haber  sido  el  principal 
promtor  del  Proyecto  en  la  UNAM  desde  año  y  medio  antes  de  arran¬ 
car  el  Programa  académico.  En  total  siete  años. 


10 


El  Consejo  Directivo,  obligatoriamente  sesionaba  al 
finalizar  cada  semestre  académico  del  Programa,  quince 
días  como  mínimo  antes  de  cada  reunión;  se  entregaba 
a  los  miembros  un  Informe  de  Actividades  elaborado 
por  el  Coordinador  del  Programa  en  Oaxaca  comple¬ 
mentado  con  informes  particulares  de  los  encargados 
de  la  Biblioteca  y  del  Centro  de  Documentación,  con 
un  informe  particular  del  estado  en  las  investigaciones 
realizadas  por  cada  uno  de  los  profesores-investigado¬ 
res  permanentes  y  a  tiempo  completo  contratados  por 
el  Programa  y  en  casi  todas  las  reuniones  del  Consejo, 
estos  informes  eran  ampliados  o  matizados  por  el  Coor¬ 
dinador  General  del  Programa  y  Presidente  del  Con¬ 
sejo. 

Sus  funciones  no  eran  única  y  exclusivamente  la  de 
informarse,  sino  fundamentalmente,  la  de  tomar  deci¬ 
siones  sobre  la  vida  académica,  manejo  del  presupuesto, 
■contratación  de  personal,  etc.,  y  exigir  su  cumpli¬ 
miento  a  los  Coordinadores  y  a  los  Profesores.  Además, 
como  por  lo  regular  quienes  asistían  como  Consejeros, 
eran  los  responsables  directos  de  las  instituciones  o  en 
su  caso  los  representantes  asistían  con  facultades  para 
decidir  de  la  participación  y  grado  de  compromiso  de 
las  instituciones  con  el  Programa,  era  normal  que  en 
el  Consejo,  año  con  año,  se  discutiera  y  aprobara  con 
ligeras  modificaciones  posteriores.  El  monto  que  apor¬ 
taba  cada  institución  al  Programa. 

No  obstante,  sin  dejar  de  reconocer  la  importancia 
de  las  funciones  del  Consejo  arriba  señaladas,  a  mi  jui¬ 
cio  creo  que  la  mayor  importancia  del  Consejo  Di¬ 
rectivo,  residió  en  el  hecho  de  haberse  constituido  en  un 
órgano  consultivo  y  decisorio  en  momentos  conflictivos 
y  cuestionantes  para  el  Programa.  En  momentos  bas¬ 
tante  difíciles,  que  llegaron  a  implicar  el  posible  cie¬ 
rre  o  truncamiento  del  Programa,  la  toma  de  decisio¬ 
nes  — fuese  para  cerrar  temporalmente  el  Programa 
(principios  de  1978),  fuese  para  dar  respuesta  a  los 
ataques  del  gobierno  del  Estado,  fuese  para  tomar  ac¬ 
ciones  contra  miembros  alumnos  del  Programa — ,  se 


11 


hizo  siempre  con  el  consentimiento  y  aval  de  todos  los 
miembros  del  Consejo  previa  información  y  consulta 
individual  o  colegiada  del  mismo. 

Asimismo  podemos  señalar  que  cuando  las  acciones 
a  seguir  y  las  decisiones  a  tomar  eran  de  orden  polí¬ 
tico  y  de  gran  envergadura,  los  miembros  del  Consejo 
y,  en  particular  el  Coordinador  General,  recurrían  a 
la  consulta  y  consentimiento  o  aprobación  de  las  máxi¬ 
mas  autoridades  (Rector,  Director  General  o  Secre¬ 
tario),  de  las  instituciones  signantes  del  Convenio,  ya 
que  de  acuerdo  al  Convenio  Interinstitucional,  dichas 
instituciones  eran  responsables  directas  de  las  acciones 
académicas,  políticas  y  económicas  desprendidas  del 
quehacer  del  programa  en  el  contexto  universitario  y 
social  en  el  que  se  desarrollaba. 

Sin  duda  alguna  creo  que  el  éxito  del  Programa 
residió,  en  gran  medida,  en  el  permanente  y  efectivo 
funcionamiento  de  las  instituciones  dentro  del  Consejo 
Directivo. 

El  otro  puntal  del  Programa  fue  su  orientación  e 
implementación  académica,  como  veremos  a  continua¬ 
ción: 

La  proposición  de  creación  de  una  Escuela  de  Socio¬ 
logía  fue  cuestionada  bien  pronto,  aunque  fueron  res¬ 
catadas  una  buena  cantidad  de  las  formas  de  operación 
que  se  incluían  en  el  anteproyecto  presentado  por  la 
UABJO.  Todo  ello,  a  la  luz  de  las  experiencias  y  re¬ 
sultados  obtenidos  en  otras  escuelas  de  sociología  ya 
operantes  en  provincia. 

Uno  de  los  primeros  problemas,  de  orden  académi¬ 
co,  que  se  discutieron  en  la  Comisión  integrada  por 
representantes  de  la  UABJO  y  del  IISUNAM,  fue  el 
del  sentido  y  contenido  que  se  le  quería  dar  a  la  des¬ 
centralización,  ligado  estrechamente  al  problema  de 
qué  tipo  de  enseñanza  se  quería  poner  en  práctica. 

Desprendido  de  lo  anterior  se  llegó  a  la  conclusión 
de  que  en  una  primera  etapa  no  se  deseaba  formar  Li¬ 
cenciados  en  Sociología  para  el  ejercicio  liberal  de  la 
profesión,  sino  formar  Científicos  Sociales  para  cons- 


12 


tituir  los  primeros  cuadros  de  profesionistas  en  socio¬ 
logía,  cuyo  objetivo  fuera  incorporarlos  como  investiga¬ 
dores  y  profesores  de  tiempo  completo  a  la  Universidad. 
En  este  sentido,  aparecía  nuevamente  el  problema  que 
enfrentaron  tanto  los  CCH’S,  la  ENEP’S  ,y  la  UAM, 
como  las  nuevas  escuelas  establecidas  en  las  Univer¬ 
sidades  de  Provincia.  En  estas  últimas  se  sintió  de  ma¬ 
nera  más  aguda,  la  falta  de  recursos  humanos  capa¬ 
citados  y  en  número  suficiente  para  atender  la  deman¬ 
da  de  una  escuela  nueva. 

La  solución  a  este  problema  requirió  de  la  revisión 
de  las  experiencias  y  logros  alcanzados  en  escuelas  de 
provincia,  pero  además  obligó  a  la  Comisión  a  una  re¬ 
visión  amplia  de  otras  experiencias  académicas  de  épo¬ 
cas  anteriores  y  de  la  contemporánea,  de  experiencias 
nacionales  y  extranjeras.  Con  base  en  esta  revisión  y, 
contemplando  la  propuesta  de  Anteproyecto  de  Escuela 
de  Sociología,  así  como  los  requerimientos  del  contexto 
social  de  este  tipo  de  profesionistas,  se  llegaron  a  va¬ 
rias  conclusiones  que  implicaban  una  visión  distinta  de 
la  operante  e  imperante  en  esos  días  (1974)  en  torno 
a  la  educación  superior.  La  primera  de  ellas  fue  la 
proposición  de  formar  los  cuadros  básicos,  los  recursos 
humanos  en  la  propia  entidad  y  para  la  propia  entidad 
en  razón  de  su  inexistencia  dentro  de  la  Universidad. 

De  esta  primera  proposición  se  pasó  del  proyecto  de 
creación  de  una  Escuela  de  Sociología  a  la  realización 
de  un  Curso  a  nivel  de  Licenciatura  para  la  formación 
de  profesores  e  investigadores  en  Ciencias  Sociales.  Cur¬ 
so  destinado  a  originarios  de  la  entidad,  que  hubiesen 
cursado  el  bachillerato  o  los  dos  primeros  años  de  al¬ 
guna  carrera  dentro  de  las  escuelas  de  la  UABJO. 

Esta  proposición  implicó  una  serie  de  innovaciones 
al  proyecto  original  y  a  la  concepción  de  descentraliza¬ 
ción  y  de  forma  de  realizar  la  enseñanza  superior: 

A)  El  primer  objetivo  y  la  definición  de  los  otros 
dos  quedaron  de  la  siguiente  forma:  1)  Formación  de 
una  sola  y  única  promoción  en  el  Programa  para  la 
formación  de  profesores  e  investigadores  en  Ciencias 


13 


Sociales;  una  vez  concluida  la  formación  de  esta  pro¬ 
moción,  con  la  presentación  en  examen  de  réplica  oral 
ante  jurado  del  trabajo  escrito  de  tesis  profesional, 
desaparece  el  Programa;  2)  Un  semestre  antes  de  la 
conclusión  del  Prpgrama,  dar  los  pasos  pertinentes  para 
la  creación  del  Instituto  de  Investigaciones  Sociológi¬ 
cas,  al  que  se  integraría  la  mayoría  de  los  egresados 
del  Programa;  3)  Dos  años  después  de  constituido  el 
Instituto  y  bajo  la  responsabilidad  de  los  miembros  de 
éste,  crear  la  Escuela  de  Sociología. 

B)  Ahora  bien,  centrándonos  en  el  examen  del  pri¬ 
mer  objetivo,  ya  cristalizado,  y  atendiendo  a  las  inno¬ 
vaciones  señalaremos  otra  más.  La  proposición  de  for¬ 
mación  de  cuadros  académicos,  trastocaba  la  concep¬ 
ción  de  formación  del  profesionista,  como  ya  lo  seña¬ 
lamos.  Pero  además  implicaba  el  compromiso  de  ejer¬ 
cer  la  investigación,  así  como  la  maduración  de  la  for¬ 
mación  académica  dentro  de  un  instituto  de  investiga¬ 
ciones  antes  de  entrar  a  ejercer  la  docencia,  antes  de 
la  creación  de  la  Escuela  de  Sociología. 

Con  la  proposición  de  estos  dos  objetivos  se  encara¬ 
ban  varios  problemas:  como  respuesta  a  la  falta  de 
recursos  humanos  calificados  y  en  número  suficiente,  se 
propuso  formar  los  Recursos  Humanos;  frente  a  los 
peligros  de  inexistencia  de  fuentes  académicas,  que  per¬ 
mitiesen  la  continuidad  y  el  arraigo  de  los  recursos  for¬ 
mados,  se  propuso  la  creación  del  Instituto  de  Inves¬ 
tigaciones  Sociológicas,  frente  a  la  separación  de  inves¬ 
tigación  y  docencia  y  en  la  mayoría  de  los  casos,  frente 
a  la  inexistencia  de  investigación  en  provincia,  se  pro¬ 
puso  la  creación  del  Instituto  previamente  a  la  Cons¬ 
titución  de  la  Escuela. 

C)  Como  el  objetivo  primero,  era  formar  profesores 
e  investigadores  en  Ciencias  Sociales  y  no  Sociólogos 
como  profesionistas  literales,  se  constituyó  una  Comi¬ 
sión  de  especialistas  en  las  áreas  de  Sociología,  Ciencia 
Política,  Historia,  Economía,  Antropología,  encargada 
de  elaborar  el  Programa  Académico  y  el  Plan  de  Es¬ 
tudios. 


14 


"\ 


El  sentido  básico  del  Programa  Académico  era  el  de 
posibilitar  la  formación  de  un  grupo  de  estudiantes  en 
el  área  de  Ciencias  Sociales  y  no  de  la  especialidad  de 
Sociología,  aunque  el  título  profesional  fuese  formal¬ 
mente  de  licenciatura  en  Sociología.  El  Plan  de  estu¬ 
dios  comprendió  un  semestre  propedéutico,  siete  semes¬ 
tres  de  cursos  y  dos  semestres  de  trabajo  de  tesis,  ori¬ 
ginalmente  se  contemplaba  un  semestre  para  el  trabajo 
de  tesis. 

La  flexibilidad  en  el  desarrollo  de  ambos  (Programa 
y  Plan)  permitió  modificarlos  y  adecuarlos  perma¬ 
nentemente  a  las  condiciones  y  necesidades  contextúa¬ 
les,  universitarias  y  sociales. 

Cada  semestre,  incluyendo  el  propedéutico,  se  divi¬ 
dió  en  tres  etapas,  y  en  cada  etapa,  con  duración  de  6 
a  8  semanas,  se  dictaban  dos  cursos,  cada  curso  con 
dos  horas  diarias  de  clase  en  el  aula  incluyendo  los 
sábados. 

D)  La  conformación  del  grupo  de  alumnos  y  los  re¬ 
quisitos  que  se  exigieron,  así  como  las  obligaciones  re¬ 
cíprocas  de  alumnos  y  programa  fueron  los  siguientes: 

1.  La  promoción  de  alumnos  debería  estar  integrada 
con  un  máximo  de  treinta,  aunque  finalmente  se  inte¬ 
gró  con  22. 

2.  Todos  originarios  y  residentes  en  la  ciudad. 

3.  Egresados  del  Bachillerato  o  estudiantes  de  algu¬ 
na  carrera.  En  sus  dos  primeros  años,  de  las  Escuelas 
de  la  UABJO. 

4.  Se  integrarían  como  estudiantes  a  Tiempo  Com¬ 
pleto,  en  las  mañanas  cursos  y  en  las  tardes  lecturas 
y/o  entrevistas  con  los  profesores  invitados  titulares 
de  los  cursos. 

5.  Todos  y  cada  uno  de  los  estudiantes  estarían  por 
el  Programa,  en  todo  el  tiempo  que  durase  el  Pro 
grama. 

6.  Cada  alumno  recibiría  un  ejemplar  de  toda  la  Bi¬ 
bliografía  básica  requerida  por  el  profesor. 

7.  Todos  y  cada  uno  de  los  alumnos  firmaron  un 
acuerdo  en  donde  se  estipulaba  que  al  término  de  la 


15 


carrera  y  después  de  haber  cubierto  todos  los  requisi¬ 
tos  señalados  por  el  Programa,  se  incorporarían  como 
investigadores  o  Profesores  de  Tiempo  Completo  a  la 
UABJO. 

8.  Los  profesores  invitados,  serían  contratados  a  tra¬ 
vés  del  IISUNAM,  como  profesores  titulares  del  curso 
a  Tiempo  Completo  por  un  periodo  de  seis  semanas. 

9.  Todo  profesor  debería  entregar  con  bastante  anti¬ 
cipación,  ternaria  y  objetivos  del  curso,  acompañados 
de  una  bibliografía  básica  y  una  general. 

Con  respecto  a  los  puntos  ennumerados  arriba,  se¬ 
ñalaremos  varios  aspectos.  El  primero,  que  ya  fue  se¬ 
ñalado  anteriormente,  se  refiere  al  hecho  de  que  en  el 
IISUNAM  recayó  toda  la  responsabilidad  académica 
del  Programa:  desde  la  aplicación  de  exámenes  a  los 
postulantes  (130  en  total),  hasta  la  selección  definitiva 
de  los  integrantes  finales  del  grupo  (22  estudiantes) ; 
desde  la  elaboración  del  Programa  Académico  y  Plan 
de  Estudios,  hasta  la  selección  y  contratación  del  Per¬ 
sonal  Académico;  desde  la  Revisión  de  los  Temarios 
por  materia  hasta  la  adquisición  de  la  bibliografía. 

El  Instituto  de  Investigaciones  Sociales  de  la  UNAM, 
se  constituyó  en  el  Soporte  Académico  del  Programa 
en  Oaxaca,  inclusive  los  tres  Coordinadores  del  Pro¬ 
grama  en  Oaxaca,  que  fungieron  como  tales  en  dife¬ 
rentes  momentos,  siendo  investigadores  del  IISUNAM 
fueron  comisionados  para  desempeñar  dicha  tarea.  Asi¬ 
mismo,  un  buen  número  de  investigadores  del  IISUNAM 
fueron  profesores  invitados  por  el  Programa. 

Otra  buena  parte,  de  un  número  aproximado  a  100 
profesores,  17  Directores  de  Tesis  y  42  Sinodales,  que 
participaron  en  su  momento  en  el  Programa,  fueron 
proporcionados  por  las  facultades  de  Ciencias,  Econo¬ 
mía  y  Ciencias  Políticas  y  Sociales  de  la  UNAM,  por 
el  Colegio  de  México,  por  el  Instituto  de  Investigacio¬ 
nes  del  Instituto  Nacional  de  Antropología  e  Historia, 
por  la  Facultad  Latinoamericana  de  Ciencias  Sociales, 
por  la  Escuela  Nacional  de  Antropología,  por  la  Uni- 


16 


versidad  Iberoamericana,  por  la  Universidad  Autóno¬ 
ma  Metropolitana  y  por  el  propio  Programa  dé  su  Per¬ 
sonal  de  base. 

La  innovación  introducida  fue  la  de  incorporar  el 
Programa  con  estudiantes  de  la  entidad,  becados  y  a 
Tiempo  Completo.  Si  se  deseaba  provocar  el  arraigo 
inmediato  y  a  largo  plazo  en  la  entidad  y  dentro  de  la 
Universidad,  era  necesario  trabajar  con  estudiantes  in¬ 
volucrados  y  comprometidos  con  su  situación  particu¬ 
lar,  además  de  crear  el  “Espacio  de  Investigación”  ne¬ 
cesario  al  proceso  académico.  Y,  dada  la  situación  eco¬ 
nómica  de  la  localidad  y  de  los  requisitos  impuestos 
por  el  Programa  Académico,  era  fundamental,  si  que¬ 
ría  llevarse  a  buen  término,  contar  con  estudiantes  be¬ 
cados  y  a  Tiempo  Completo. 

Uno  de  los  factores  que  limita  e  impide  el  arraigo  de 
profesionistas  interesados  en  la  investigación  y,  en  su 
caso,  constituirse  en  polo  de  atracción  para  tales  pro¬ 
fesionistas,  es  la  inexistencia  de  centros  o  institutos  de¬ 
dicados  a  la  investigación  o  cuando  existen  centros  y 
en  ellos  no  existen  programas  definidos  de  investiga¬ 
ción.  Inclusive  la  actualización  y  enriquecimiento  de 
la  docencia  se  ve  limitado  enormemente.  Para  el  caso 
de  la  creación  del  Instituto  de  Investigaciones  Socioló¬ 
gicas  de  la  UABJO,  creado  por  acuerdo  del  H.  Consejo 
Universitario  de  la  UABJO  de  fecha  17  de  noviembre 
de  1979  y  puesto  en  marcha  a  partir  del  2  de  enero  de 
1980.  La  realización  de  los  trabajos  de  tesis  de  21  de 
los  22  alumnos  del  Programa,  sobre  problemas  con¬ 
cretos  y  contemporáneos  de  la  realidad  oaxaqueña,  sir¬ 
vieron  de  punto  de  arranque  en  las  cuatro  áreas  de 
investigación  general  que  se  establecieron  en  el  Insti¬ 
tuto  de  Investigaciones  Sociológicas  de  la  UABJO 
(IISUABJO) :  área  de  Estructura  Productiva,  área  de 
Problemas  Culturales,  área  de  Instituciones  Sociales  y 
área  de  Movimientos  y  Conflictos  Sociales. 

Operar  con  estudiantes  becados  en  el  nivel  de  la  licen¬ 
ciatura  y  a  quienes  se  entregaba  un  ejemplar  de  cada 
libro  o  documento  solicitado  por  el  profesor  dentro 


17 


de  su  bibliografía  básica  para  formar  su  biblioteca  per¬ 
sonal  mínima  en  Ciencias  Sociales,  obligó  al  CONACYT 
y  a  la  propia  UNAM  a  modificar  sus  políticas  de  becas, 
ya  que  hasta  ese  entonces  únicamente  otorgaban  becas 
para  realización  de  tesis  de  licenciatura  o  para  estu¬ 
diantes  de  posgrado,  maestría  o  doctorado  dentro  o 
fuera  del  país. 

Sobre  este  aspecto  cabe,  señalar  que  además  del  apo¬ 
yo  económico  dado  a  los  alumnos  a  lo  largo  de  todo 
el  Programa,  también  se  obtuvieron  recursos  económicos 
de  las  mismas  instituciones  para  las  prácticas  de  campo, 
para  la  realización  del  trabajo  de  tesis,  así  como  para 
la  realización  de  los  exámenes  profesionales. 

Con  esto  creemos  haber  reseñado  las  actividades  or¬ 
ganizativas  y  académicas  que  requirió  el  desarrollo  del 
Programa  hasta  su  conclusión  con  los  exámenes  profe¬ 
sionales  e  iniciación  de  las  primeras  actividades  del 
Instituto  de  Investigaciones  Sociológicas  de  la  UABJO. 
Quedando  por  analizar  el  desarrollo  de  conjunto  del 
Programa  en  sí  mismo,  en  el  contexto  Universitario  y 
en  el  Social.  Y  por  otra  parte,  reseñar  la  gran  cantidad 
de  actividades  académicas  y  de  investigación  que  se 
desarrollaron  dentro  del  Programa  en  el  transcurso  de 
sus  cinco  años  y  cuatro  meses  de  vida.  Situaciones  y 
Actividades  que  sin  lugar  a  dudas  son  elementos  a  con¬ 
siderar  cuando  se  proponga  la  búsqueda  de  nuevos  “Es¬ 
pacios  Académicos”  en  el  contexto  de  la  descentraliza¬ 
ción  de  la  educación  superior  en  México. 


Editor:  Lie.  José  Rogelio  Bringas  B. 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Antiguo  Edificio  de  Radio  Universidad 
México  20,  D.  F. 


Imprenta  Madero,  S.  A. 
Impreso  y  hecho  en  México 


Tomo  I.  1  •  Jean-Paul  Sartre.  INSTRUCCIÓN  EX-CATHEDRA  Y 
DIFUSIÓN  DE  LA  CRISIS  DEL  SABER  UNIVERSITARIO  Y  EL 
DESCONTENTO  ESTUDIANTIL;  2  •  Luis  Villoro.  EL  RÉGIMEN 
LEGAL  Y  LA  IDEA  DE  LA  UNIVERSIDAD;  3  •  Maurice  Duverger. 
LA  REVUELTA  DE  LA  UNIVERSIDAD;  4  *  Leopoldo  Zea.  LA 
UNIVERSIDAD  AQUÍ  Y  AHORA;  5  •  Hebert  Marcusé.  UNA  APRE¬ 
CIACIÓN:  EL  MOVIMIENTO  EN  UNA  NUEVA  ERA  DE  REPRE¬ 
SIÓN;  6  •  Glaucio  Ary,  Dillon  Soares  y  Mireya  S.  de  Soares.  LA  FUGA 
DE  LOS  INTELECTUALES;  7  •  Paul  Ricoeur.  PERSPECTIVAS  DE 
LA  UNIVERSIDAD  CONTEMPORÁNEA  PARA  1980;  •  José  Luis 
Hoyo.  EL  MOVIMIENTO  ESTUDIANTIL:  ALCANCES  Y  LIMITA¬ 
CIONES;  9  •  Raúl  Olmedo.  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  EN 
FRANCIA;  10  •  Jean  Labbens.  TRADICIÓN  Y  MODERNISMO:  LA 
UNIVERSIDAD  EN  CHILE;  11  •  Darcy  Ribeiro,  Heron  de  Alengar 
y  otros.  UNIVERSIDAD  DE  PLANIFICACIÓN  SOCIAL,  LAS  CIEN¬ 
CIAS  HUMANAS  Y  LA  DINÁMICA  DE  LA  EDUCACIÓN  Y  DEL 
DESARROLLO;  12  •  Josefina  Vázquez  de  Knauth.  LA  UNIVERSI¬ 
DAD  NORTEAMERICANA,  PERSECUSIÓN  DE  LA  VERDAD  O 
DESHUMANIZACIÓN;  13  •  Aldo  E.  Solari.  LOS  MOVIMIENTOS 
ESTUDIANTILES  UNIVERSITARIOS  EN  AMÉRICA  LATINA;  14 

•  Rodney  Arismendi.  UNIVERSIDAD  Y  LUCHA  DE  CLASES;  15 

•  Henrique  González  Casanova.  LA  UNIVERSIDAD:  PRESENTE  Y 
FUTURO. 


Tomo  II.  16  •  Estudiantes  de  la  Universidad  de  Estrasburgo,  y  miem¬ 
bros  de  la  Internacional  Situacionista,  1966,  Francia.  DE  LA  MISERIA 
DEL  TIEMPO  PRESENTE;  17  •  Hanns-Albert  Steger.  EL  MOVI¬ 
MIENTO  ESTUDIANTIL  REVOLUCIONARIO  LATINOAMERICANO 
ENTRE  LAS  DOS  GUERRAS  MUNDIALES;  18  •  Pablo  González 
Casanova.  EL  CONTEXTO  POLÍTICO  DE  LA  REFORMA  UNIVER¬ 
SITARIA.  ALGUNAS  CONSIDERACIONES  SOBRE  EL  CASO  DE 
MÉXICO;  19  •  Kenneth  Keniston.  REBELDÍA  ESTUDIANTIL;  20 
•  Risieri  Frondizi.  LA  UNIVERSIDAD  EN  UN  MUNDO  DE  TEN¬ 
SIONES;  21  •  Marcel  Hicter.  JUVENTUD  IRACUNDA;  22  •  Lewis 
S.  Feuer.  LA  NOCIÓN  MARXISTA  DE  ALIENACIÓN  Y  LOS  MO¬ 
VIMIENTOS  ESTUDIANTILES;  23  •  Ma.  Elena  Rodríguez  de  Ma- 
gis.  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  DE  CÓRDOVA  EN  1918;  24  • 
Rodolfo  Mondolfo.  LA  UNIVERSIDAD  LATINOAMERICANA  COMO 
CREADORA  DE  CULTURA;  25  •  Harld  Perkin.  LA  PARTICIPA¬ 
CIÓN  ESTUDIANTIL  EN  EL  GOBIERNO  DE  LAS  UNIVERSIDA¬ 
DES;  26  •  Lucina  Franks  y  Thomas  Powers.  EL  CASO  DE  DIANA 
OUGHTON;  27  •  Gregorio  Weinberg.  TRAYECTORIA  DE  LA  UNI¬ 
VERSIDAD  DE  BUENOS  AIRES;  28  •  Abelardo  Villegas.  LA  IDEO¬ 
LOGÍA  DEL  MOVIMIENTO  ESTUDIANTIL  EN  MÉXICO;  29  • 
G.  D.  Parik.  INDIA  Y  SU  PROBLEMA  ESTUDIANTIL;  30  •  Alexan- 
dre  Gorbousky.  LA  GENERACIÓN  DEL  RECHAZO  Y  EL  ENTU¬ 
SIASMO;  Documentos.  PROBLEMAS  UNIVERSITARIOS  DEL  BRA¬ 
SIL. 


Tomo  III.  31  •  Salvador  Allende.  LA  REVOLUCIÓN  SOCIAL  Y  LAS 
UNIVERSIDADES;  32  •  Carlos  M.  Rama.  LAS  UNIVERSIDADES 
LATINOAMERICANAS  EN  LA  ACTUAL  ÉPOCA  DE  TRANSICIÓN; 

33  •  Eduardo  Nicol.  MEDITACIÓN  DE  LA  PROTESTA  JUVENIL; 

34  •  Andrés  Garrido.  LA  NUEVA  MORAL;  35  •  Dietrich  Goldsmidt, 
Sibylle  Funk.  ¿TODAVÍA  ES  VIABLE  LA  UNIVERSIDAD?;  36  •  Do- 
nald  Grattan.  ¿QUÉ  ES  LA  UNIVERSIDAD  ABIERTA?  EL  CASO 
DEL  REINO  UNIDO;  37  •  Judit  Bokser  de  Liwerant.  LOS  TRABA¬ 
JADORES  EN  EL  ESTADO  MEXICANO;  38  •  José  Luis  Hoyo  A.  ES¬ 
TADO,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD.  EL  CASO  DE  MÉXICO;  39  • 
Jorge  Pinto  Mazal.  EL  CONSEJO  UNIVERSITARIO.  UNIVERSIDAD 
NACIONAL  AUTÓNOMA  DE  MÉXICO;  40  •  Hans  Magnus  Enzensber- 
ger.  LA  MANIPULACIÓN  INDUSTRIAL  DE  LAS  CONCIENCIAS;  41 
•  Armand  Mattelart.  LAS  EMPRESAS  MULTINACIONALES  Y  LA 
AGRESIÓN  CULTURAL;  42  •  Gabriel  Careaga.  LOS  JÓVENES 
RADICALES;  43  •  Raúl  Allard  Neumann.  BASES  FUNDAMENTA¬ 
LES  DE  LA  REFORMA  UNIVERSITARIA  (Caso  de  Chile);  44  • 
Mario  Monteforte  Toledo.  CENTROAMÉRICA  MODELO  DE  DES¬ 
ARROLLO  DEFORME  Y  DEPENDENCIA;  45  •  Enrique  Tierno  Gal- 
ván.  LA  COMUNICACIÓN  CONTRADICTORIA. 


Tomo  IV :  46  •  Hugo  Gutiérrez  Vega.  EFECTOS  DE  LA  COMUNICA¬ 
CIÓN  MASIVA  DE  LA  SOCIEDAD;  47  •  Henrique  González  Casanova. 
LOS  MÉTODOS  DE  ENSEÑANZA  Y  LA  APERTURA  DE  LA  UNIVER¬ 
SIDAD;  48  •  Enrique  Ruiz  García.  EL  PODER  Y  LOS  PARTIDOS 
POLÍTICOS  MODERNOS;  49  •  Agustín  Cueva.  EL  PROCESO  CHILE¬ 
NO  (1970-1973)  ;  50  •  Jorge  Reinaldo  Vanossi,  Humberto  Quiroga  La- 
vie.  EL  CAMBIO  EN  LA  UNIVERSIDAD;  51  •  Gerardo  Estrada.  LOS 
MOVIMIENTOS  ESTUDIANTILES  EN  LA  UNAM,  1958-1973;  52  • 
Mario  Salazar  Valiente.  PERONISMO,  PROCESO  POLÍTICO  ARGEN¬ 
TINO  UNA  INTERROGANTE;  53  •  Francisco  López  Cámara.  HACIA 
UNA  CONCEPCIÓN  DIALÉCTICA  DE  LA  AUTONOMÍA  UNIVERSI¬ 
TARIA;  54  •  Jorge  Fernández  Varela.  LA  ESTRUCTURA  DE  GES¬ 
TIÓN  Y  SUS  NIVELES  DE  INTERPRETACIÓN;  55  •  Carlos  M.  Rama 
EL  DERRUMBE  DE  LAS  UNIVERSIDADES  LATINOAMERICANAS 
MERIDIONALES  EN  1973;  56  •  Jorge  Witker.  EL  DERECHO  EN 
AMÉRICA  LATINA  CONTENIDO  Y  ENSEÑANZA;  57  •  Abelardo  Vi¬ 
llegas.  SALVADOR  ALLENDE  Y  LA  EXPERIENCIA  SOCIALISTA 
CHILENA;  58  •  José  Enrique  González  Ruiz.  LA  UNIVERSIDAD 
ABIERTA  (el  caso  de  México)  ;  59  •  Mauro  Cappelletti.  UNIVERSI¬ 
DAD  EUROPEA,  EL  DEPARTAMENTO  JURÍDICO;  60  •  Gastón 
García  Cantó.  LAS  UNIVERSIDADES  CHILENAS  Y  EL  GOLPE  DE 


ESTADO. 


TOMO  VIII:  97  «Jaime  Labastida.  LA  SUSTANCIA  EXTENSA.  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DE  INVESTIGACION;  98  «Pedro  López  Díaz.  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárcel.  FUNDAMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100«  Héctor 
Cuadra  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO;  101  «Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102« 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  103«Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 
104«  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA,  TECNICA,  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106«  José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1  1 0  ■  María  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1  875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  González 
Oropeza  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO;  1  12«  Aurora  Arnaiz  Amigo  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  1  13«  Miguel  Bue¬ 
no  UNIVERSIDAD,  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 14  «Víctor  Carlos  García  More¬ 
no.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1  1  5  «Galo  Gómez  Oyarzún.  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTERDISCIPLINARIEDAD;  116«  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO;  1  1  7«  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  1 1  8«  Edgar 
Llinás  Alvarez  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO?;  1 1 9  ■  Marcos  Kaplan.  CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRA¬ 
CION  LATINOAMERICANA;  120«  Renate  Marsiske.  ALGUNOS  ANTECEDEN¬ 
TES  LATINOAMERICANOS  DEL  MOVIMIENTO  DE  AUTONOMIA  UNIVERSITA¬ 
RIA  EN  MEXICO  1929;  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA 
UNIVERSIDAD.  EL  CASO  DE  LA  UNAM;  122  ■  Camilo  Mena.  BREVE  HISTORIA 
DE  LA  UNIVERSIDAD  CENTRAL  DE  ECUADOR;  123  ■  Guillermo  Soberón.  LAS 
UNIVERSIDADES  MEXICANAS  Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS;  1 24  «  Angel  Vían 
Ortuño.  POEMA  Y  PROBLEMASOCIAL  DEL  DESARROLLO  CIENTIFICO-TECNO¬ 
LOGICO;  125  ■  Diego  Valadés.  LAS  LEYES  ORGANICAS  DE  LA  UNIVERSIDAD 
NACIONAL  AUTONOMA  DE  MEXICO 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


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1  * fcta feÁYtt .;*? 


RADIODIFUSION 

UNIVERSITARIA 


FERNANDO  CURIEL 


LA  RADIODIFUSION 
UNIVERSITARIA 
Fernando  Curie! 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


3 


INTRODUCCIÓN 

Dos  nombres  cifran  la  historia  científica  de  la  radio: 
James  Clerk  Maxwell  y  Heinrich  Hertz.  El  primero, 
inglés,  demuestra  matemáticamente  la  existencia  de  un 
campo  electromagnético  al  que  suscribe  la  luz  entre 
otras  radiaciones  visibles  e  invisibles.  El  segundo,  ale¬ 
mán,  produce  en  su  laboratorio  de  Karsluhe  ondas  ra- 
dioeléctricas  más  tarde  conocidas  como  ondas  hertzia- 
nas. 

La  historia  tecnológica  y  mercantil  de  la  radio  cons¬ 
ta,  por  su  parte,  de  los  siguientes  nombres  preclaros: 
Samuel  F.^B.  Morse  (telégrafo) ;  Alexander  Graham 
Bell  (teléfono) ;  Thomas  Alba  Edison  (micrófono) ; 
Guglielmo  Marconi  (telégrafo  inalámbrico) ;  Lee  De 
Forest  (válvulas). 

El  Dr.  Frank  Conrad  de  la  compañía  Westinghouse 
de  Pennsilvania  inicia  la  radiofonía  tal  como  hoy  la 
conocemos.  En  1920,  luego  de  un  periodo  de  pruebas, 
pone  en  marcha  la  estación  KDKA. 

Holanda  reclama  para  sí  el  título  de  la  primera  y 
genuina  emisión  de  un  programa  radiofónico.  El  6 
de  noviembre  de  1919  el  ingeniero  H.  H.  S.  Steringa 
Idzerda  emite  una  “Soirée  Musicale”,  previamente 
anunciada  en  la  prensa. 

I.  CONCESIONARIOS 
Y  PERMISION  ARIOS 

¿Quién  fue  el  Dr.  Conrad  o  el  Ing.  Idzerda  de  Méxi¬ 
co?  Dos  versiones  disputan.  La  primera ,  oficial  o  cuan¬ 
do  menos  oficiosa ,  atribuye  este  honor  al  Ing.  Cons¬ 
tantino  de  Tárnava,  quien  habría  iniciado  la  radiodi¬ 
fusión  mexicana  el  9  de  octubre  de  1921  en  su  natal 
Monterrey  a\  través  de  la  estación  T árnava-N otre  Da¬ 
me.  La  segunda  versión ,  acuñada  por  el  Lie.  Felipe 
Gálvez  Cancino,  atribuye  el  mérito  al  Coronel  Adolfo 
Enrique  Gómez  Fernández ,  quien  habría  transmitido 
por  vez  primera  en  México  el  27  de  septiembre  de 


4 


1921 ,  desde  los  bajos  del  Teatro  Ideal  de  la  capital 
de  la  República 2 

Siempre  por  delante  de  las  iniciativas  del  Estado , 
los  fundadores  de  la  radio  comercial  mexicana ,  se 
agrupan ,  a/zíes  de  que  exista ,  en  puridad ,  esa  misma 
radiodifusión ,  en  la  Liga  Nacional  de  Radio  (1922) 
el  Club  Central  Mexicano  de  Radio  y  la  Liga  Central 
Mexicana  de  Radio  (1923).  El  26  de  abril  de  1926 
se  expide  la  Ley  de  Comunicaciones  Eléctricas  y,  cin¬ 
co  años  más  tarde ,  la  Ley  de  Vías  Generales  de  Comu¬ 
nicación.  En  1937  se  configura  la  Asociación  Mexica¬ 
na  de  Estaciones  Radiodifusoras  Comerciales.  En  1941 
la  AMERC  se  convierte  en  la  Cámara  de  la  Industria 
de  la  Radiodifusión.  En  1960  se  legisla  finalmente 
( ¿tardíamente? )  sobre  los  medios  electrónicos. 


1.1.  La  ley  y  su  reglamento 

El  20  de  enero  de  1960,  fecha  en  que  entra  en  vigor 
la  Ley  Federal  de  Radio  y  Televisión,  cumplíanse 
treinta  y  nueve  años  del  advenimiento  de  la  radio  y 
diez  de  la  televisión.  Si  a  la  Nación  correspondía  ei 
dominio  directo,  inalienable  e  imprescriptible  de  su 
espacio  territorial,  por  ende  correspondía  a  la  Nación 
el  dominio  directo,  inalienable  e  imprescriptible  del 
espectro  electromagnético,  es  decir,  del  medio  “en  el 
que  se  propagan  las  ondas  electromagnéticas”. 

Esta  regla  general  prevista  por  el  Artículo  lo.  cuen¬ 
ta  con  su  inmediata  excepción.  En  efecto,  el  Artículo 
2o.  señala  que  el  Ejecutivo  Federal  está  facultado  pa¬ 
ra  autorizar  el  uso  del  referido  espacio  ¿Cómo  y  para 
qué?  Lo  segundo  lo  responde  el  Artículo  3o.  al  indi¬ 
car  que  la  “industria  de  la  radio  y  la  televisión  com¬ 
prende  el  aprovechamiento  de  las  ondas  electromagné¬ 
ticas”.  Lo  primero  esta  dispuesto  en  el  Artículo  2o., 


1  Los  felices  del  alba  (la  primera  década  de  la  radiodifusión  mexi¬ 
cana).  Tesis  de  licenciatura.  Facultad  de  Ciencias  Políticas  y  Socia¬ 
les,  1975. 


5 


mismo  que  señala  que  el  Ejecutivo  Federal  cede  el  uso 
del  espacio  electromagnético  a  través  de  dos  figuras: 

a)  Concesión;  y, 

b)  Permiso. 

Ahora  bien,  concesionarios  y  permisionarios  no  ad¬ 
quieren,  por  el  simple  hecho  de  la  concesión  o  del  per¬ 
miso,  libertad  irrestricta  para  el  aprovechamiento  de 
las  ondas  electromagnéticas;  radio  y  televisión,  advier¬ 
te  el  Artículo  4o.,  comportan  una  actividad  de  interés 
público ,  que  el  Estado  deberá  proteger  y  vigilar  para 
el  debido  cumplimiento  de  su  función  social. 

Doctos  y  legos  comprendemos,  a  no  dudarlo,  el  pun¬ 
to  del  interés  público;  no  así,  en  cambio,  el  relativo  a 
la  función  social.  A  lo  mejor  por  eso  el  Artículo  5o. 
aspira  precisar  su  alcance  en  estos  exactos  términos: 

— Fortalecimiento  de  la  integración  nacional;  y, 

— Mejoramiento  de  las  formas  de  convivencia  hu¬ 
mana. 

A  este  efecto,  radiodifusoras  y  televisoras  procura¬ 
rán,  en  sus  emisiones: 

a)  Afirmar  los  principios  de  la  moral,  la  dignidad 
humana  y  los  vínculos  familiares; 

b)  Evitar  influencias  que  dañen  el  desarrollo  armó¬ 
nico  de  la  niñez  y  la  juventud; 

c)  Contribuir  a  elevar  el  nivel  cultural  del  pueblo; 

d)  Conservar  las  características  nacionales,  las  costum¬ 
bres  del  país  y  sus  tradiciones,  así  como  el  idioma; 

e)  Exaltar  los  valores  de  la  nacionalidad  mexicana;  y, 

f )  Fortalecer  las  convicciones  democráticas,  la  uni¬ 
dad  nacional  y  la  amistad  y  cooperación  interna¬ 
cionales. 

Amén  de  definir  casuísticamente  la  función  social 
que  a  todos  obliga.  El  ordenamiento  lopezmateísta  aña¬ 
dió  obligaciones  del  propio  Estado  en  tanto  promotor 


6 


o  productor  de  radio  y  televisión  (Artículo  6  y  59). 

Concluyó  con  la  ley  de  1960. 

El  Artículo  13  dispone: 

a)  Que  las  concesiones  o  permisos  los  otorgará  el  Eje¬ 
cutivo  Federal  por  conducto  de  la  Secretaría  de 
Comunicaciones  y  Transportes; 

b)  Que  al  hacerse  dicho  otorgamiento  se  “determina¬ 
rá  la  naturaleza  y  propósitos  de  las  estaciones  de 
radio  y  televisión”; 

c)  Que  las  estaciones  podrán  ser: 

C.l.  Comerciales, 

C.2.  Oficiales, 

C.3.  Culturales, 

C.4.  De  experimentación, 

C.5.  Escuelas  radiofónicas, 

C.6.  De  cualquier  otra  índole; 

d)  Que  las  estaciones  comerciales  requerirán  conce¬ 
sión;  y, 

e )  Que  las  estaciones  culturales,  oficiales,  etcétera, 
“sólo  requerirán  permiso”. 

Del  legislador  echeverriísta,  no  más  inocente,  enjun- 
dioso,  se  esperaba  una  nueva  ley  que  enmendara  las 
deformaciones  del  pasado.  Sin  embargo,  la  promesa 
quedó  en  un  reglamento2  que: 

a)  Propone  una  cosa  (cinco  cortes  por  hora,  de  minu¬ 
to  y  medio  de  duración  cada  uno)  y  dispone  otra 
(seis  cortes  por  hora,  de  dos  minutos  de  duración 
cada  uno)  en  tratándose  de  una  cuestión  capital: 
las  “transmisiones  cuyo  desarrollo  obedezca  a  una 
continuidad  natural,  narrativa  o  dramática”  ( Cf . 


2  Reglamento  de  la  Ley  Federal  de  Radio  y  Televisión  y  de  la  Ley 
de  la  Industria  Cinematográfica ,  relativo  al  contenido  de  Las  transmi¬ 
siones  en  radio  y  televisión.  Diario  Oficial  de  la  Federación  del  4  de 
abril  de  1973. 


7 


último  párrafo  del  considerando  VIII  y  el  Artícu¬ 
lo  42); 

b)  Omite  reglamentar  las  atribuciones  de  la  Secreta¬ 
ría  de  Salubridad  y  Asistencia  en  tres  categorías 
del  homo  hertzianus :  las  bebidas,  los  medicamen¬ 
tos  y  los  cosméticos. 

De  cualquier  manera,  el  reglamento  dió  un  paso, 
una  zancada  sería  la  palabra  justa,  en  lo  que  hace  a 
los  objetivos  programáticos  de  la  radio  y  la  televisión: 

a)  Cultura  (Artículos  2  y  3) ; 

b)  Información  (Artículo  4) ; 

c)  Recreación  (Artículo  5) ;  y, 

d)  Fomento  económico  (Artículos  6  y  7).* 

1.2.  Concesionarios 

En  vez  de  definir  a  las  estaciones  comerciales,  la  ley 
establece  límites  a  trompa  talega.  Por  ejemplo,  el  Ar¬ 
tículo  9o.  dispone  que  a  la  Secretaría  de  Comunica¬ 
ciones  y  Transportes  corresponde,  amén  de  otorgar  o 
revocar  concesiones  y  permisos,  asignándoles  la  fre¬ 
cuencia  respectiva,  fijar  y  vigilar  las  tarifas  mínimas 
que  cobran  los  concesionarios  (tarifas,  por  supuesto, 
de  los  servicios  que  son  contratados  a  las  difusoras  co¬ 
merciales  “para  su  transmisión  al  público”).  Ahora 
bien,  es  en  el  campo,  harto  engañoso,  de  la  “propagan¬ 
da  comercial”,  donde  el  Estado  mete  baza  fundamen¬ 
talmente. 

El  legislador  de  1960  concentró  sus  baterías  en  el 
Capítulo  tres,  Título  cuarto,  de  la  ley,  e  hizo  recaer  la 
responsabilidad  básica  en  una  de  las  cuatro  secretarías 
que,  se  confió,  debían  incidir  en  el  destino  de  los  me¬ 
dios  electrónicos  del  país.  Me  refiero  a  la  Secretaría 
de  Salubridad  y  Asistencia  Pública  (las  otras  tres. son: 

*  En  realidad,  corresponde  al  Presidente  Gustavo  Díaz  Ordaz  esta 
precisión  de  las  funciones  de  la  radio  y  la  televisión.  Cfr.  Acuerdo  del 
27  de  junio  de  1969,  publicado  en  el  Diario  Oficial  del  lo.  de  julio 
del  mismo  año. 


8 


Comunicaciones  y  Transportes,  Educación  Pública  y 
Gobernación).  El  espíritu  que  alentó  las  prescripcio¬ 
nes  de  la  Ley  Federal  de  Radio  y  Televisión  es  el  de 
que  la  propaganda  comercial  mantenga  “un  prudente 
equilibrio  entre  el  anuncio  comercial  y  el  conjunto  de 
la  programación”. 

Lina  práctica  libérrima,  imprudente,  mancilló  el  es¬ 
píritu  de  la  ley.  El  reglamento  de  1973  hizo  cuentas, 
tradujo  a  números  el  “prudente  equilibrio”.  Lástima 
grande  que,  como  lo  apuntamos  líneas  arriba,  se  equi¬ 
vocara  con  un  corte  y  medio  minuto.  La  propaganda 
comercial  se  regula  al  tenor  del  Capítulo  Unico.  Título 
Quinto.  Conforme  al  artículo  42,  el  concesionario  ra¬ 
diofónico  no  podrá  destinar  a  la  apologética  consumis¬ 
ta  más  del  40%  “del  tiempo  total  de  transmisión”. 

Paradójicamente,  la  ley  se  muestra  más  severa  en  el 
otorgamiento  de  concesiones.  Digo  paradójicamente  en 
virtud  de  que,  en  la  práctica,  lo  que  abunda  es  la  con¬ 
cesión,  no  el  permiso,  fortaleza  que  hay  que  rendir  a 
fuerza  de  inquebrantable  paciencia.  En  fin,  para  el 
otorgamiento  de  una  concesión  la  norma  de  1960  fija 
requisitos: 

a)  De  nacionalidad  (mexicana); 

b)  De  duración  (30  años,  aunque  opera  el  refrendo) ; 

c)  De  procedimiento  (Artículo  17); 

d)  De  garantía  económica  (Artículo  18) ;  y, 

e)  De  idoneidad  (“interés  social”). 

Las  causas  de  nulidad  o  revocación  se  contienen  en 
los  artículos  29  y  30. 

Recientes  datos  oficiales,  hablan  de  719  concesio¬ 
narios  radiofónicos  en  Amplitud  Modulada,  Frecuen¬ 
cia  Modulada  y  Onda  Corta.3 

, 

3  Cómo  es  México.  Secretaría  de  Programación  y  Presupuesto,  pág. 
225,  1978. 


9 


1.3.  Permisionarios 

Requieren  permiso  las  estaciones:  oficiales,  culturales, 
de  experimentación,  escuelas  radiofónicas  y  “las  que 
establezcan  las  entidades  y  organismos  públicos  para 
el  cumplimiento  de  sus  fines  y  servicios”.  Las  estacio¬ 
nes  universitarios  se  encuentran  en  este  caso. 

El  permiso  carece  de  término  y  no  amerita  garantía 
económica.  Su  régimen  se  contiene  en  los  artículos  25 
y  26  de  la  ley.  El  primero  indica  que  sólo  podrán  otor¬ 
garse  permisos  a  “ciudadanos  mexicanos  y  entidades 
y  organismos  públicos  o  sociedades  cuyos  socios  sean 
mexicanos”.  El  segundo  refiérese  al  traspaso  de  conce¬ 
siones  (estaciones  comerciales)  o  permisos  (estaciones 
culturales) . 

¿Puede  el  Estado  revocar  un  permiso  previamente 
otorgado?  Sí.  Por  los  motivos  que  enlista  el  artículo 
37  de  la  ley: 

i.  Cambiar  la  ubicación  del  equipo  transmisor  sin 
la  autorización  de  la  Secretaría  de  Comunicacio¬ 
nes  y  Transportes; 

11.  Cambiar  la  o  las  frecuencias  asignadas,  sin  la 
autorización  de  la  Secretaría  de  Comunicaciones 
y  Transportes; 

III.  Transmitir  anuncios  comerciales  o  asuntos  aje¬ 
nos  a  aquellos  para  los  que  se  concedió  el  per¬ 
miso; 

IV.  No  prestar  con  eficacia,  exactitud  y  regularidad, 
el  servicio  especializado,  no  obstante  el  apercibi¬ 
miento;  y, 

V.  Traspasar  el  permiso  sin  la  autorización  de  la 
Secretaría  de  Comunicaciones  y  Transportes. 

Salta  a  la  vista  lo  absurdo  de  la  causal  número  tres, 
primera  hipótesis.  Esto  ocasiona  que  algunos  concesio¬ 
narios  obtengan  utilidades  mayúsculas,  económicas  y 
políticas,  emitiendo  pseudo  cultura,  mientras  los  per- 
misionarios,  algunos  de  ellos  pobres  de  solemnidad^  se 


10 


hallan  imposibilitados  de  financiar  la  cultura  median¬ 
te  la  explotación  económica  del  espacio  radiofónico. 

¿Qué  se  entiende  por  radiodifusoras  oficiales,  cultu¬ 
rales,  de  experimentación  o  escuelas  radiofónicas?  Ig¬ 
noramos  la  razón,  pero  el  legislador  lopezmateísta  se 
abstuvo  de  consagrar  la  práctica  radiofónica  no  comer¬ 
cial  de  aquel  entonces,  práctica,  ante  todo,  universita¬ 
ria  (Radio  Universidad  Nacional,  1937;  Radio  Uni¬ 
versidad  de  San  Luis  Potosí,  1938;  Radio  Universidad 
Veracruzana,  1947;  Radio  Universidad  de  Guanajua- 
to,  1958).  Por  el  contrario,  únicamente  entra  a  la  de¬ 
finición  y  caracterización  prolija  (artículos  81,  82  y 
83)  de  algo  que,  hasta  dónde  yo  sé,  a  la  sazón  no  exis¬ 
tía:  la  escuela  radiofónica. 

Vale  la  pena  reseñar  sus  notas  y  fines: 

a)  Trátase,  más  que  de  una  radiodifusora,  de  “un  sis¬ 
tema  de  estaciones  emisoras  y  receptoras  especia¬ 
les”; 

b)  Su  objetivo  programático  es  “la  extensión  de  la 
educación  pública”  en  lo  que  hace  a: 

— La  difusión  cultural, 

— La  instrucción  técnica,  industrial  y  avícola, 

— La  alfabetización, 

— La  orientación  social, 

c )  Corresponde  a  la  Secretaría  de  Educación  Pública 
formular  las  disposiciones  que  la  rija,  así  como  la 
selección  del  personal  docente,  artístico  y  técnico; 

d)  Pueden  inscribirse  al  sistema  ayuntamientos,  sindi¬ 
catos,  comunidades  agrarias,  etcétera;  organizacio¬ 
nes  que  “tendrán  la  obligación  de  instalar  en  sitios 
adecuados,  el  número  de  receptores  que  satisfaga 
las  necesidades  de  cada  comunidad”. 

Tampoco  el  reglamento  de  1973  define  a  los  permi- 
sionarios.  Empero,  en  su  capítulo  de  Generalidades ,  re¬ 
coge,  afanoso,  sagaz,  el  quehacer  de  las  estaciones  ofi¬ 
ciales,  culturales,  universitarias;  lo  recoge  hasta  el 


11 


punto,  ya  subrayado,  de  anteponer  la  industria  cultu¬ 
ral  a  la  industria  crematística. 

Los  medios  electrónicos  “deben  constituir  vehículos 
de  integración  nacional  y  de  enaltecimiento  de  la  vida 
en  común,  a  través  de  sus  actividades  culturales,  de 
recreación  y  de  fomento  económico”.  Esto  lo  dispone 
el  artículo  2,  omitiendo  sin  embargo  incluir,  entre  la 
cultura  y  el  esparicimiento ,  a  la  información. 

Ya  embalado,  el  legislador  echeverriísta  detalla,  así 
sea  asistémico,  el  contenido  de  cada  una  de  las  cuatro 
“actividades”  de  la  radio  y  la  televisión.  Aquí  intere¬ 
san  las  dos  primeras. 

La  cultural  consiste  en: 

a)  La  ampliacición  de  la  educación  popular; 

b)  La  difusión  de  la  cultura; 

c)  La  extensión  de  los  conocimientos; 

d)  La  propalación  de  las  ideas  que  fortalezcan  nues¬ 
tros  principios  y  tradiciones; 

e)  El  estímulo  a  nuestra  capacidad  para  el  progreso, 
y  a  la  facultad  creadora  del  mexicano  para  las  ar- 

•  tes;  y, 

f  )  El  análisis  de  los  asuntos  del  país  desde  el  punto 
de  vista  objetivo,  a  través  de  orientaciones  adecua¬ 
das  que  afirmen  la  unidad  nacional  (artículo  3o.). 

La  actividad  informativa ,  a  su  vez,  se  contiene  en  el 
siguiente  artículo,  el  4:  “La  función  informativa  cons¬ 
tituye  una  actividad  específica  de  la  radio  y  la  televi¬ 
sión  tendiente  a  orientar  a  la  comunidad,  en  forma 
veraz  y  oportuna,  sin  afectar  los  derechos  de  tercero, 
ni  perturbar  el  orden  y  la  paz  pública”. 

El  artículo  5o.  acota  la  actividad  recreativa ,  mien¬ 
tras  que  el  6o.  y  7o.  lo  hacen  respecto  al  fomento  eco¬ 
nómico ,  asunto  éste  último  de  la  competencia  de  los 
concesionarios. 

Podemos  concluir  que  13  años  después  de  haberse 
promulgado  la  Ley  Federal  de  Radio  y  Televisión,  el 
sustrato  del  quehacer  de  los  permisionarios,  entre  los 


12 


que  se  encuentran,  hasta  sumar  mayoría,  las  estaciones 
universitarias,  ha  reorientado  el  contenido  de  la  radio- 
difusión  mexicana.  No  se  justifica  más  aquella  regla 
general  del  esparcimiento  ñoño  cuya  excepción  es  la 
cultura.  Los  autores  del  reglamento  tenían  los  oídos 
puestos  en  Radio  Educación,  XELA,  Radio  Universi¬ 
dad  Nacional  — por  sólo  citar  estaciones  del  Distrito 
Federal. 

El  próximo  paso  es  la  adecuación  de  la  realidad  a 
la  norma  (como  la  norma  se  nutrió  del  cuadrante).  La 
misma  fuente  oficial  citada  respecto  a  los  concesiona¬ 
rios,  indica,  acusa  el  siguiente  dato  inefable:  35  per- 
misionarios  en  todo  el  ,  país  (más  en  F.M.  que  en  A. 
M.  u  Onda  Corta).  Dicho  de  otra  forma,  truculenta: 
los  permisionarios  aportan,  apenas,  el  4.6%  del  tiem¬ 
po  total  de  transmisiones  de  la  República  Mexicana.4 

II.  radio  UNAM 

XEUN  es  una  de  las  más  antiguas  instituciones  de  la 
UNAM.  Su  presencia  ininterrumpida  en  el  cuadrante , 
desde  finales  de  los  treintas ,  configura  un  dato  clave 
de  la  cultura  nacional.  Sus  micrófonos  están  abiertos 
a  los  personajes  del  arte ,  la  crítica  y  el  pensamiento  lo 
mismo  de  México  que  de  América  Latina.  En  cuanto 
modelo  o  antimodelo ,  el  tono  de  la  emisora  se  manifies¬ 
ta  en  los  medios  electrónicos  culturales  (y  en  los  co¬ 
merciales  aquejados  de  aflicción  cultural ). 

II.  1.  La  fundación 

La  primera  noticia  pública  sobre  la  estación  obra  a  fo¬ 
jas  44  de  la  revista  Universidad  correspondiente  al  mes 
de  febrero  de  1937.  El  encabezado  de  la  nota  reza: 
RADIO-UNIVERSIDAD-NACIONAL  /  XEYU-9,600 
Kcs.  Leemos: 

“A  partir  de  los  primeros  días  del  mes  de  marzo 


4  O  pus  cit.  Pág.  225. 


13 


próximo,  la  Universidad  Nacional  contará  con  una 
potente  estación  radiodifusora  de  Onda  Corta,  a  efec¬ 
to  de  poder  cubrir  de  manera  efectiva  no  sólo  la 
República  entera ,  sino  también  puntos  muy  lejanos. 
La  Universidad  intentará  una  obra  cultural  y  peda¬ 
gógica  de  excepcional  interés”.5  (Las  cursivas  son 
mias) . 

Para  1937,  la  radio  comercial  mexicana  hallábase 
en  plena  Edad  de  Oro,  edad  que  se  dilatará  hasta  fina¬ 
les  de  los  cuarentas,  momento  no  sólo  previo  al  Canal 
4  sino  a  una  crítica  a  la  radio  como  portadora  monóto¬ 
na  de  música  procaz.  Sin  entrar  en  mayores  detalles, 
puede  decirse  que  Radio  Universidad  Nacional  irrum¬ 
pe  en  medio  de  un  sólido  frente  cuyas  etapas  habían 
sido:  la  CYL  y  la  CYB  (XEB)  en  1923;  la  XEG,  XEO, 
XETA  y  XEX  en  1929;  y  la  XEL  y  la  XEW  en  1930 
(la  otra  “grande”,  la  XEQ,  es  de  1938). 

Del  otro  lado,  del  lado  de  la  programación  sin  fines 
comerciales,  precedían  a  Radio  Universidad  Nacional 
la  CYZ  (Secretaría  de  Guerra  ¿1922?),  la  CZE  (Se¬ 
cretaría  de  Educación  Pública,  1924)  y  la  XEFO  (Par¬ 
tido  Nacional  Revolucionario,  1930). 

Vale  la  pena  reproducir  el  resto  del  anuncio  publi¬ 
cado  en  el  número  13  de  la  revista  Universidad : 

“Mediante  el  magnífico  recurso  citado,  se  luchará 
por  la  dignificación  del  radio  en  el  aspecto  musical 
y  se  transmitirán  programas  de  cultura  popular. 
Algo  que  resulta  verdaderamente  nuevo,  es  el  pro¬ 
pósito  que  tiene  el  Instituto  de  extender  su  acción  a 
un  campo  de  grandes  posibilidades,  pues  dictará  a 
través  de  sus  micrófonos  varios  cursos  sistemáticos, 
concediéndoles  crédito  académico. 

Vaya  si  esto  era,  aquí  novedoso:  ni  más  ni  menos 

5  Universidad.  Mensual  de  Cultura  Popular.  Tomo  III,  núm.  13,  feb. 
1937,  pág.  44. 


14 


que  la  enseñanza  abierta  a  distancia.  Pero  continúo 
con  la  transcripción: 

“Los  puntos  esenciales  de  las  radiodifusiones  com¬ 
prenderán  la  cultura  musical  en  sus  diferentes  ciclos: 
educativos,  históricos,  mexicana,  moderna  y  popu¬ 
lar,  seguidas  de  las  conferencias  respectivas. 

Se  radiarán  cursos  de  bachillerato  dedicados  a  las 
Universidades  de  la  República;  para  postgraduados 
de  todas  las  profesiones  y  cursos  populares  de  di¬ 
vulgación. 

Una  rama  particularmente  interesante  se  dedicará 
al  intercambio  universitario  y  la  Universidad  estará 
en  contacto  con  las  Universidades  de  América  La¬ 
tina,  no  sólo  en  su  aspecto  informativo,  pues  tam¬ 
bién  retransmitirá  cursos  de  los  más  eminentes  pro¬ 
fesores  de  Universidades  extranjeras. 

Las  transmisiones,  dentro  del  propósito  de  utili¬ 
dad  social,  se  referirán  de  manera  especializada  a 
los  sectores  obrero  y  campesino.  Para  este  grupo  se 
tendrán  conciertos  adecuados,  cursos  prácticos,  his¬ 
toria  del  movimiento  agrario,  formación  de  coope¬ 
rativas,  las  variaciones  del  mercado,  etc.  Las  difu¬ 
siones  dedicadas  a  los  obreros  serán  breves  y  cons¬ 
tarán  de  sencillos  cursos  de  higiene  industrial,  pre¬ 
vención  de  accidentes,  organización  de  cooperativas 
y  sindicatos,  derecho  obrero,  historia  de  los  movi¬ 
mientos  sociales  y  noticias  sobre  actualidades  socia¬ 
les  y  políticas. 

Quedan  todavía  cuatro  párrafos,  el  último  relativo 
a  la  ceremonia  de  inauguración,  para  la  que  se  confia¬ 
ba  contar  con  el  “eminente  pianista  Brailowsky”.  Dicen 
los  tres  párrafos  anteriores: 

“Se  ha  proyectado  un  ciclo  de  radiodifusiones  de¬ 
dicado  a  la  población  de  mexicanos  en  Estados  Uni¬ 
dos,  con  programas  de  música  nacional,  pasajes  de 
la  historia  de  México,  lecturas  literarias,  informa- 


15 


ciones  generales  y  particularmente  datos  precisos  so¬ 
bre  las  condiciones  del  trabajo  en  el  país. 

Otro  de  los  aspectos  sobresalientes  de  las  radiodi¬ 
fusiones  será  el  del  teatro,  para  cuyo  efecto  se  harán 
las  adaptaciones  necesarias.  Se  procurará  transmitir 
obras  de  los  más  destacados  autores  contemporáneos, 
a  fin  de  llevar  a  la  masa  la  visión  de  un  panorama 
teatral  de  los  más  altos  nombres.  El  programa  de 
estas  difusiones  comprenderá  también  otros  dos  pun¬ 
tos  de  importancia:  uno  de  conferencias  sustentadas 
por  especialistas  en  la  materia  que  se  aborde,  y  otro 
de  noticias  comentadas  que  llevará  a  todo  el  país  las 
informaciones  sobre  asuntos  nacionales  y  extranje- 
ros  . 

Sin  embargo,  la  inauguración  no  se  lleva  a  cabo  en 
marzo  sino  en  junio;  y  el  transmisor  que  se  enciende, 
tan  señalado  día,  es  de  Onda  Larga,  no  Onda  Corta. 
En  efecto,  el  14  de  junio  de  1937  aparece  en  la  pren¬ 
sa  de  la  capital  el  aviso  de  que,  esa  noche,  a  las  20 
horas,  iniciaría  sus  trabajos  XEXX,  1170  Kcs,  Onda 
Larga,  Radio  Universidad  Nacional.  Lugar:  Anfitea¬ 
tro  Bolívar.  La  invitación  al  evento  corría  a  cargo  del 
Departamento  de  Acción  Social. 

La  misma  revista  Universidad  reseña  la  ceremonia 
inaugural: 

“El  lunes  14  de  junio  tuvo  lugar,  mediante  un  con¬ 
cierto  público  celebrado  en  el  Anfiteatro  Bolívar,  la 
inauguración  de  la  Estación  Radiodifusora  XEXX 
de  la  Universidad  Nacional  de  México. 

En  el  programa  compuesto  para  la  apertura  de 
las  importantes  labores  educativas  que  la  citada  es¬ 
tación  va  a  desarrollar,  participaron  la  Orquesta  Sin¬ 
fónica  y  el  Trío  Clásico  de  la  Universidad,  la  lide- 
rista  Celia  Teresa  Pin  y  la  pequeña  violinista  Eloise 
Roessler,  que  en  el  mes  de  junio  fue  presentada  en 
una  serie  de  conciertos  patrocinados  por  la  Sociedad 
Eilarmónica  de  México. 


16 


El  licenciado  Alejandro  Gómez  Arias,  al  ocupar¬ 
se  de  la  significación  que  este  nuevo  vehículo  edu¬ 
cativo  de  la  Universidad  representa  para  la  cultura 
popular  de  México,  produjo  un  magnífico  discurso. 
Y  el  Rector  de  la  Institución,  licenciado  Luis  Chico 
Goerne,  hizo  finalmente  la  declaratoria  inaugural 
respectiva. 

Posteriormente,  la  Estación  Radiodifusora  se  ha 
propuesto  abordar  problemas  fundamentales  para  el 
país  e  hizo,  en  consecuencia,  una  invitación  a  los 
técnicos  más  destacados  para  que  desde  el  micrófo¬ 
no  de  ella  diserten  sobre  dos  temas  de  suma  impor¬ 
tancia  actual:  el  agrario  y  el  obrero.  Se  trata  de  or¬ 
ganizar  una  serie  de  conferencias  y  pequeños  cursos 
que  orienten  a  la  opinión  estudiantil  y  a  la  del  pú¬ 
blico  en  general,  respecto  a  las  características  so¬ 
bresalientes  de  tan  importantes  materias. 

Figuran  entre  las  personas  invitadas,  los  aboga¬ 
dos  Andrés  Molina  Enríquez,  Enrique  González  Apa¬ 
ricio,  Eduardo  Suárez,  Lucio  Mendieta  y  Nuñez  y 
Jesús  Castoreña;  profesor  Aurelio  Manrique  Jr.; 
doctor  Alfonso  Pruneda  y  otros  intelectuales  de  re¬ 
lieve”.6 

En  su  discurso,  Alejandro  Gómez  Arias,  primer  di¬ 
rector  de  la  radiodifusora,  anota  que  la  Universidad 
Nacional  cumplirá  “un  amplio  programa  de  extensión 
cultural  por  medio  del  radio”;  aclara  que,  además  de 
la  Onda  Larga  (XEXX)  se  contará  con  un  transmisor 
de  Onda  Corta  (XEYU) ;  y,  por  último,  precisa  los  ám¬ 
bitos  de  la  programación:  a)  difusión  del  acervo  mu¬ 
sical  (rectificando  “el  gusto  musical  que  las  difusoras 
comerciales  han  impuesto”);  b)  literatura  y  drama; 
c)  extensión  de  la  docencia  (concediéndose  “crédito 
académico”) ;  d)  divulgación  de  la  ciencia;  e)  emisio- 

6  Universidad.  Mensu»:d  de  Cultura  Popular.  Tomo  III,  núm.  17,  ju¬ 
nio  1937,  pág.  44. 


17 


nes  internacionales  dirigidas  a  los  mexiconorteameri- 
canos;  f)  información  artística  y  científica.' 

Menciono  a  continuación,  los  títulos  de  algunos  de 
los  primeros  programas  de  Radio  Universidad  Nacio¬ 
nal:  “Por  mi  raza  hablará  el  espíritu”,  “La  Casa  de 
la  Troya”,  “Denuncia  de  disparates  gramaticales”, 
""La  voz  de  España”,  “La  Voz  de  América”,  “La  Hora 
de  la  Inteligencia  Americana”,  etcétera. 

11.2.  Los  medios  de  los  fines 

El  excepcional  proyecto  de  Radio  Universidad  Nacio¬ 
nal  excedió,  con  mucho,  las  posibilidades  técnicas  y  or¬ 
ganizativas  de  su  fundación.  Es  en  la  década  de  los 
sesentas  y,  de  modo  señalado,  en  la  de  los  setentas, 
que  la  ingeniería,  la  fisonomía  y  la  filosofía  de  la  es¬ 
tación  principian  a  correr  parejas.  Pese  a  su  aliento 
nacional  e  internacional,  a  la  pluralidad  de  sus  intere¬ 
ses  programáticos,  Radio  Universidad  Nacional  cum¬ 
ple  un  trayecto  que  pasa  por  el  campus  (el  centro  de 
la  ciudad  de  México,  entonces),  la  comunidad  metro¬ 
politana  y,  ahora,  en  medida  cada  vez  mayor,  el  país. 

Algunos  datos  que  confirman  lo  antes  dicho  son  los 
que  acto  seguido  recontaré.  1961:  salida  al  aire  del 
transmisor  de  Frecuencia  Modulada  Monoaural  de  Ra¬ 
dio  Universidad  Nacional,  con  una  potencia  de  1  000 
watts.  1964:  ampliación  del  área  de  servicio  del  trans¬ 
misor  de  Amplitud  Modulada,  sistema  instalado  en  el 
Antiguo  Rancho  del  Arbolillo,  Ticomán,  que  con  sus 
50,000  watts  diurnos  (25,000  nocturnos)  cubre  todo  el 
Distrito  Federal  y  parte  de  los  estados  de  México,  Que- 
rétaro,  Puebla,  Morelos,  Hidalgo,  Tlaxcala,  San  Luis 
Potosí,  Guerrero.  1974:  planta  auxiliar  de  Amplitud 
Modulada  de  10  000  watts  de  potencia  que  asegura  el 
funcionamiento  ininterrumpido  del  sistema  incluso  si 
falla  el  suministro  de  energía  eléctrica  comercial.  1976: 
nuevos  estudios;  encendido  del  nuevo  transmisor  de  Fre¬ 
cuencia  Modulada  Estereofónica  con  104  000  watts  de 


7  Texto  del  discurso  pronunciado  por  el  Lie.  Alejandro  Gómez  Arias. 


18 


potencia.  1978:  reorganización  administrativa;  adscrip¬ 
ción  a  la  Coordinación  de  Extensión  Universitaria  crea¬ 
da  el  lo.  de  febrero  del  año  anterior;  precisión  de 
objetivos  y  funciones. 

Antes  de  adscribirse,  como  entidad  autónoma,  a  la 
Coordinación  de  Extensión  Universitaria,  la  radiodi¬ 
fusora  de  la  UNAM  dependió  del  Departamento  de  Ac¬ 
ción  Social,  ya  desaparecido;  dio  pie  a  la  Dirección 
de  los  Servicios  Coordinados  de  Radio,  Televisión  y 
Grabaciones;  y  a  la  postre,  constituyó  el  Departamen¬ 
to  de  Radio  de  la  Dirección  General  de  Difusión  Cul¬ 
tural. 

II.  3  Radio  UNAM 

Considerando,  entre  otros  particulares,  que  resultaba 
“inaplazable  adecuar  la  organización  de  Radio  Univer¬ 
sidad  a  fin  de  que  le  sea  posible  divulgar  la  entera 
actividad  universitaria,  multiplicar  sus  auditorios,  apo¬ 
yar  la  docencia  y  la  investigación,  promover  sus  pro¬ 
ductos  y  servicios”,  el  rector  de  la  UNAM,  Dr.  Gui¬ 
llermo  Soberón,  resolvió  que  tanto  el  Departamento 
de  Radio  como  la  Audioteca  Augusto  Novaro  se  des¬ 
prendieran  de  la  Dirección  General  de  Difusión  Cul¬ 
tural  para  “constituir  la  dependencia  denominada  Radio 
UNAM”,  adscrita  a  la  Coordinación  de  Extensión  Uni¬ 
versitaria”.  Los  considerandos,  objetivos  y  funciones  de 
la  nueva  dependencia  se  contienen  en  el  Acuerdo  nú¬ 
mero  3  de  fecha  15  de  marzo  de  1978,  signado  por 
el  Coordinador  de  Extensión  Universitaria,  Arq.  Jorge 
Fernández  Varela. 

El  acuerdo  del  15  de  marzo,  por  una  parte  sancionó 
desempeños  de  XEUN  que  iban  más  allá  de  la  sola 
difusión  de  la  cultura  (docencia,  información)  y,  por 
otra,  impulsó  servicios  varios,  hasta  entonces  más  deseo 
que  realidad;  audiciones  públicas,  transcripciones  mag¬ 
netofónicas  e  impresas,  etcétera.  Además  de  llevar,  a 
un  primer  plano,  un  aspecto  anteriormente  utópico:  la 


19 


colaboración  con  las  radiodifusoras  universitarias  del 
país. 

Veamos,  en  primer  término,  los  objetivos  de  Radio 
UNAM: 

a)  Propagación  de  la  cultura; 

b)  Extensión  de  la  docencia; 

c)  Información; 

d)  Promoción;  y, 

e)  Análisis. 

Orden,  aclaro,  tan  nominal  como  real.  Las  funcio¬ 
nes  de  Radio  UNAM  van,  por  citar  dos  ejemplos,  del 
desarrollo  de  un  sistema  de  enlaces  regionales  y  na¬ 
cionales  a  la  exploración,  quiero  decir,  experimenta¬ 
ción  de  “nuevas  formas  radiofónicas  acordes  a  los  ob¬ 
jetivos  de  la  emisora”. 

Para  realizar  objetivos  y  funciones,  Radio  UNAM 
cuenta,  a  la  fecha  de  estas  notas  redactadas  al  caer  de 
la  pluma,  con  una  Gerencia  de  Operaciones,  una  Uni¬ 
dad  Administrativa  y  cinco  Departamentos:  Técnico, 
de  Programación,  de  Producción,  de  Información,  de 
Servicios  Culturales  y  de  Grabaciones  y  Servicios  Es¬ 
peciales  de  Audio  (cuadro  que  complementaría  un 
Departamento  de  Mantenimiento).  A  las  instalaciones 
administrativas,  técnicas  y  artísticas  se  suman  la  Au¬ 
dioteca  Augusto  Novaro  y  el  Auditorio  Julián  Carrillo. 
XEUN  también  promueve  la  Red  Universitaria  Mexi¬ 
cana  y  participa  en  el  Programa  Nacional  de  Colabo¬ 
ración  de  Radiodifusoras  Universitarias. 

El  inminente  futuro  de  Radio  UNAM,  un  futuro  ya 
encarnado  en  gran  medida,  es  el  funcionamiento  de  tres 
estaciones  unificadas  en  la  política  programática  y  en 
la  producción  pero  independientes  en  su  sintonía.  Una 
A.  M.  (Amplitud  Modulada)  básicamente  educativa,  in¬ 
formativa,  analítica,  teatral;  una  F.  M.  E.  (Frecuencia 
Modulada  Estereofónica)  básicamente  musical,  experi¬ 
mental,  metropolitana;  una  0.  C.  (Onda  Corta)  cuyo 
contenido  programático  básico  sea  la  cultura  nacional 


(que  es  decir,  en  formidable  medida,  la  cultura  uni¬ 
versitaria)  . 


111.  EL  PROGRAMA  NACIONAL 
DE  COLABORACIÓN  DE  RADIODIFUSORAS 

UNIVERSITARIAS 

La  radiodifusión  universitaria  ha  sufrido  un  desarrollo, 
aunque  vigoroso ,  inconstante.  Mientras  en  los  30' s  sur¬ 
gen  dos  estaciones,  una  en  los  40' s  y  otra  en  los  50' s, 
en  los  60' s  surgen  tres  y  en  los  70' s  seis.  La  legislación 
de  medios  debería  incluir  a  las  universitarias  entre  las 
radiodifusoras  oficiales,  culturales,  etcétera. 

III. 1.  Directorio  de  las  estaciones  universitarias  de  la 
República 

—Radio  Universidad  Nacional  Autónoma  de  México. 
Siglas:  XEUN  /  XEYU  /  XEUNFM.  Salida  al  aire: 
14  de  junio  de  1937. 

— Radio  Universidad  de  San  Luis  Potosí.  Siglas  XEXQ. 

Salida  al  aire:  28  de  julio  de  1938. 

— Radio  Universidad  Veracruzana.  Siglas:  XERUV.  Sa¬ 
lida  al  aire:  17  de  julio  de  1947. 

— Radio  Universidad  de  Guanajuato.  Siglas:  XEUG.  Sa¬ 
lida  al  aire:  Febrero  de  1980. 

—Radio  Universidad  de  Sonora.  Siglas:  XEUS  /  XE 
UDS.  Salida  al  aire:  12  de  octubre  de  1962. 

— Radio  Universidad  de  Oaxaca.  Siglas:  XEUBJO.  Sa¬ 
lida  al  aire:  4  de  octubre  de  1964. 

— Radio  Universidad  de  Yucatán:  Siglas:  XERUX.  Sa¬ 
lida  al  aire:  6  de  abril  de  1966. 

— Radio  Universidad  Autónoma  de  Sinaloa.  Siglas:  XE 
UAS.  Salida  al  aire:  mayo  de  1971. 

— Radio  Universidad  de  Guadalajara.  Siglas:  XHUG- 
FM.  Salida  al  aire:  30  de  mayo  de  1974. 

— Radio  Universidad  Michoacana  de  San  Nicolás  de 
Hidalgo.  Siglas:  VESV.  Salida  al  aire:  abril  de  1975. 
— Radio  Universidad  de  Durango.  Siglas:  XEHD.  Sa¬ 
lida  al  aire:  21  de  marzo  de  1976. 


21 


— Radio  Universidad  Autónoma  de  Baja  California  Nor¬ 
te.  Siglas:  XHBA-FM.  Salida  al  aire:  8  de  abril  de 

1976. 

— Radio  Universidad  Autónoma  de  Aguascalientes.  Si¬ 
glas:  XEUAA.  Salida  al  aire:  12  de  diciembre  de 

1977. 

— Radio  Universidad  Autónoma  de  Querétaro.  Siglas: 
XHUAQ-FM.  Salida  al  aire:  3  de  agosto  de  1979. 

II  1.2.  El  encuentro  de  febrero. 

Con  el  objeto  de  dar  salida  a  diversas  peticiones  hechas 
a  la  Dirección  General  de  Intercambio  Académico  de 
nuestra  máxima  casa  de  estudios,  Radio  UNAM  orga¬ 
nizó  un  Seminario  sobre  Aspectos  Técnicos,  Artísticos 
y  Programáticos  al  que  se  invitó  a  representantes  de  to¬ 
das  las  radiodifusoras  universitarias.  Este  seminario  se 
llevó  a  cabo  en  la  Audioteca  Augusto  Novaro  de  la  emi¬ 
sora  del  6  al  9  de  febrero  de  1979. 

Al  concluir  la  última  sesión  de  trabajo,  se  planteó 
la  necesidad  imperiosa  de  un  segundo  encuentro,  en  el 
que  debía  establecerse  un  sistema  permanente  de  cola¬ 
boración.  Radio  UNAM  insistió  en  la  necesidad  de  con¬ 
tar  in  limine  con  la  simpatía  y  el  compromiso  de  las 
máximas  autoridades  universitarias.  La  experiencia  del 
pasado  hablaba  de  esfuerzos  malogrados,  dispersión, 
unilateralidad. 

III. 3.  Iniciación  de  la  Red  Universitaria 

La  reunión  del  mes  de  febrero  alentó,  internamente,  la 
búsqueda  de  formas  de  colaboración  referidas  a  la  pro¬ 
pia  índole  (instantánea,  simultánea)  del  medio  radio¬ 
fónico.  Así,  se  puso  en  práctica,  con  carácter  experi¬ 
mental,  una  forma  de  enlace  (la  Red  Universitaria)  cu¬ 
ya  primera  emisión  se  verificó  el  29  de  marzo  de  1979, 
con  motivo  de  la  reinauguración  del  Auditorio  Julián 
Carrillo.  En  esta  inicial  transmisión  de  la  Red  Univer¬ 
sitaria  participaron  las  siguientes  estaciones:  Radio  Uni¬ 
versidad  de  Guadalajara,  Radio  Universidad  Michoaca- 


22 


na  de  San  Nicolás  de  Hidalgo,  Radio  Universidad  de 
San  Luis  Potosí,  Radio  Universidad  de  Sonora,  Radio 
Universidad  Veracruzana  y  Radio  Universidad  de  Yu¬ 
catán.  El  programa,  musical,  constó  del  estreno  de  la 
ópera  Acis  y  Galatea  de  George  Friederich  Haendel,  con 
la  soprano  Margarita  Pruneda  y  el  tenor  Fernando  Me- 
jía;  acompañados  por  la  Camerata  de  la  Casa  del  Lago, 
bajo  la  dirección  del  maestro  Benjamín  Juárez  Echeni- 
que. 


III.4.  Las  bases  de  colaboración  acordadas  en  abril  de 
1979 

A  propuesta  del  Coordinador  de  Extensión  Universi¬ 
taria,  preparamos  un  documento  que  fue  presentado  a 
consideración  de  los  asistentes  al  Segundo  Encuentro 
de  Representantes  de  las  Universidades  que  participan 
en  el  Programa  de  Colaboración  Académica  Interuni- 
versitaria,  mismo  que  se  llevó  a  cabo  del  19  al  21  de 
abril  de  1979.  El  PCAI,  dada  su  agilidad  y  consisten¬ 
cia,  ofrecía  un  marco  por  demás  adecuado  para  las  in¬ 
quietudes,  renovadas  el  mes  de  febrero,  de  la  radiodi¬ 
fusión  universitaria. 

En  el  documento  aludido,  se  sostenía  que  tomando 
en  cuenta  la  experiencia  obtenida  en  el  pasado,  los  ob¬ 
jetivos  y  obstáculos  comunes  y  el  apremio  de  lograr 
beneficios  a  corto  plazo,  un  acuerdo  que  sancionara  la 
colaboración  entre  las  radiodifusoras  universitarias  pre¬ 
cisaba  descansar  en  los  siguientes  aspectos: 

1.  Intercambio  de  Información 

1.1.  Técnica. 

1.2.  Artística. 

1.3.  Técnico-artística. 

1.4.  Programática. 

1.5.  Administrativa. 

2.  Transcripción  de  programas. 


23 


3.  Coproducción  de  programas. 

4.  Red  Universitaria. 

Además  se  postuló  la  necesidad  de  abrir  nuevas  ra¬ 
diodifusoras  universitarias.8 

Las  bases  anteriores  merecieron  unánime  aprobación. 

III.5.  Segunda  Reunión  de  Radiodifusoras  Universita¬ 
rias  de  la  República  Mexicana. 

A  fin  de  instrumentar  los  acuerdos  relativos  a  la  radio¬ 
difusión  universitaria  tomados  en  Galindo,  Querétaro, 
tuvo  lugar,  del  6  al  8  de  agosto  de  1979,  la  Segunda 
Reunión  de  Radiodifusoras  Universitarias  de  la  Repú¬ 
blica  Mexicana. 

Las  conclusiones  más  sobresalientes  de  dicho  encuen¬ 
tro,  en  el  que  participaron  representantes  de  las  emi¬ 
soras  de  Aguascalientes,  Baja  California  Norte,  Guada- 
lajara,  Michoacán,  Oaxaca,  Querétaro,  San  Luis  Potosí, 
Sinaloa,  Sonora,  Veracruz,  Yucatán,  así  como  Radio 
UNAM,  son  las  que  se  mencionan  a  continuación: 

1.  Instalación  de  una  comisión  integrada  por  Radio 
Universidad  de  Guadalajara,  Radio  Universidad  Au¬ 
tónoma  de  Baja  California  Norte,  Radio  Universidad 
de  San  Luis  Potosí,  Radio  Universidad  de  Sonora  y 
Radio  UNAM,  a  fin  de  proponer  un  sistema  de  in¬ 
tercambio  y  asesoría  en  el  área  técnica  que  inclu¬ 
yera: 

1.1.  El  levantamiento  de  inventarios  de  recursos  téc¬ 
nicos. 

1.2.  La  identificación  de  necesidades  y  de  apoyos. 

1.3.  La  realización  de  visitas  recíprocas  de  carácter 
técnico. 

1.4.  La  realización  de  un  proyecto  de  formación  de 
recursos  humanos  en  dicho  campo. 


8  Ponencia  de  Radio  UNAM. 


24 


1.5.  La  distribución  del  directorio  que  resulte  del 
inventario  de  recursos. 

1.6.  El  estudio  de  los  sistemas  más  apropiados  para 
la  Red  Universitaria. 

2.  Instalación  de  una  comisión  integrada  por  Radio  Uni¬ 
versidad  de  Sonora,  Radio  Universidad  Michoacana 
de  San  Nicolás  de  Hidalgo,  Radio  Universidad  Au¬ 
tónoma  de  Baja  California  Norte  y  Radio  UNAM,  a 
fin  de  elaborar  un  proyecto  que  propusiera  un  órga¬ 
no  coordinador  consultivo  de  colaboración  permanen¬ 
te  entre  las  radiodifusoras  universitarias,  al  tenor  de 
las  siguientes  bases  y  objetivos: 

2.1.  Bases. 

2.1.1.  Respeto  de  la  diversidad  y  promoción  de  la  uni¬ 
dad. 

2.1.2.  Asunción  de  la  circunstancia  de  que  las  emisoras 
universitarias  transmiten  en  beneficio  de  audito¬ 
rios  universitarios  y  no  universitarios. 

2.1.3.  Equilibrio  entre  las  programaciones  de  interés  lo¬ 
cal  y  de  interés  nacional. 

2.1.4.  Auspicio  de  acuerdos  bilaterales,  regionales  y 
multilaterales. 

2.1.5.  Metas  y  proyectos  específicos. 

2.1.6.  Obligatoriedad  condicionada  a  la  adhesión  expre¬ 
sa  a  los  proyectos  específicos  de  trabajo. 

2.1.7.  Flexibilidad  y  operatividad. 

2.1.8.  Sistema  de  reuniones  ordinarias  anuales. 

2.2.  Objetivos. 

2.2.1.  El  diseño,  instalación,  operación  y  mantenimien¬ 
to  de  los  sistemas  de  transmisión,  audio  y  copia¬ 
do. 

2.2.2.  La  búsqueda  de  estilos  y  formatos  de  produc¬ 
ción  acordes  a  la  especificidad  del  medio  radio¬ 
fónico. 


25 


2.2.3.  La  coproducción  de  programas  o  series  de  pro¬ 
gramas. 

2.2.4.  El  empleo  de  los  medios  técnicos  más  adecua¬ 
dos  para  los  enlaces  nacionales  y  la  Red  Uni- 
versitaria. 

2.2.5.  La  transcripción  e  intercambio  de  programas  y 
transmitidos. 

2.2.6.  La  capacitación  técnica  y  artística  del  personal 
que  colabora  en  las  estaciones  universitarias. 

2.2.7.  La  difusión  y  promoción  de  las  programaciones 
de  las  distintas  radiodifusoras  universitarias. 

2.2.8.  El  diseño  de  sistema  de  intercambio  de  infor¬ 
mación. 

2.2.9.  El  fortalecimento  en  todos  sus  aspectos,  de  la 
radiodifusión  universitaria. 

2.2.10.  La  colaboración  interinstitucional  con  emisoras 
culturales  o  no  culturales,  que  respondan  a  las 
bases  y  objetivos  del  órgano  que  agrupe  a  las 
estaciones  universitarias. 

3.  Instalación  de  una  comisión  integrada  por  Radio  Uni¬ 
versidad  de  Yucatán,  Radio  Universidad  Autónoma 
de  Baja  California  Norte  y  Radio  UNAM,  a  fin  de 
proponer  un  plan  integral  de  copiado  y  coproduccio¬ 
nes  cuyas  modalidades  operativas  se  fundamentaran 
en  la  ponencia  presentada  por  Radio  Universidad  de 
Yucatán.  Por  otra  parte,  dicho  plan  debería  com¬ 
prender  la  propuesta  para  el  establecimiento  de  cen¬ 
tros  de  copiado  y  de  coproducción,  a  partir  de  una 
distribución  regional. 

Por  lo  que  se  refiere  a  la  Red  Universitaria,  iniciada 
el  mes  de  marzo  del  mismo  año,  se  convino  en  que  su 
planeación  debería  atender  a  contenidos  programáti¬ 
cos  de  interés  general  en  materia  educativa,  musical, 
teatral  e  informativa.  Acerca  de  esto  mismo,  se  acor¬ 
dó  el  envío  a  Radio  UNAM  de  programas  musicales 
de  una  hora  de  duración  para  ser  transmitidos  en  una 
serie  especial  de  la  red  a  partir  del  mes  de  noviem¬ 
bre  de  ese  año. 


26 


Otras  dos  encomiendas  específicas  hechas  a  Radio 
UNAM  se  refirieron,  en  primer  término,  al  desarro¬ 
llo  de  un  proyecto  encaminado  a  lograr  la  distribu¬ 
ción  internacional  de  los  materiales  radiofónicos  uni¬ 
versitarios;  y,  en  segundo,  a  la  preparación  de  un 
catálogo  de  transcripciones  que  al  mismo  tiempo  in¬ 
tegrara  un  banco  de  programas  para  la  Red  Uni¬ 
versitaria. 

Los  participantes  consideraron: 

— Que  la  labor  radiofónica  es  un  instrumento  efectivo 
de  cambio  social  y  no  debe  reducirse  a  la  mera  con¬ 
dición  de  medio  de  recreación  y  entretenimiento. 

— Que  es  de  una  importancia  central  la  creación  de 
nuevas  estaciones  universitarias. 

La  representación  de  la  Dirección  General  de  Inves¬ 
tigación  Científica  y  Superación  Académica  de  la  Sub¬ 
secretaría  de  Educación  Superior  e  Investigación  Cien¬ 
tífica  de  la  Secretaría  de  Educación  Pública,  manifestó 
su  interés  por  conocer  los  trabajos  que  desarrollarán  las 
comisiones  acordadas,  a  fin  de  implantar  los  programas 
de  dicha  dependencia  tendientes  a  apoyarlas. 

A  propuesta  de  la  Universidad  del  Estado  de  Sono¬ 
ra,  se  eligió  a  la  ciudad  de  Hermosillo  y  al  mes  de  fe¬ 
brero  de  1980,  como  sede  y  fecha  de  la  Tercera  Reu¬ 
nión  Ordinaria. 

III.6.  Tercera  Reunión  de  Radiodifusoras  Universitarias 
de  la  República  Mexicana. 

Auspiciada  por  la  Universidad  del  Estado,  se  llevó  a 
cabo  en  Hermosillo,  Son.,  la  Tercera  Reunión  de  Radio¬ 
difusoras  Universitarias  de  la  República  Mexicana,  del 
18  al  20  de  febrero  de  1980.  En  dicha  reunión  se  acor¬ 
dó  la  creación  del  Programa  Nacional  de  Colaboración 
de  las  Radiodifusoras  LJniversitarias.  Los  pormenores 
del  PNCRU  son  como  sigue: 


27 


1.  Objetivos. 

1.1.  Fomentar,  fortalecer  e  impulsar  la  labor  radiofó¬ 
nica  universitaria. 

1.2.  Conocer  y  relacionarse  con  otros  organismos  y  pro¬ 
gramas  multi-institucionales  que  persigan  parecidos 
propósitos. 

1.3.  Promover  la  condición  plural,  abierta  a  todas  las 
corirentes  del  pensamiento,  de  la  radiodifusión  cul¬ 
tural  universitaria. 

1.4.  Coadyuvar  a  la  difusión  con  la  mayor  amplitud 
posible,  de  las  más  importantes  manifestaciones  de 
la  cultura  universitaria  y,  en  particular,  de  las  di¬ 
versas  expresiones  de  la  cultura  mexicana. 

2.  Órganos. 

El  órgano  superior  del  PNCRU  lo  constituye  su  Con¬ 
sejo  de  Representantes.  Dicho  Consejo  está  integrado 
por  un  representante  de  cada  emisora  participante  y 
cuenta  con  un  Presidente  y  un  Secretario  Técnico  que 
son  el  Rector  y  el  Director  de  la  emisora  de  la  Uni¬ 
versidad  a  cuyo  cargo  está  la  celebración  de  la  Reu¬ 
nión  Anual  Ordinaria.  Toda  vez  que  la  sede  es  itine¬ 
rante,  el  Presidente  y  el  Secretario  cambian  año  con 
año. 

El  Consejo  de  Representantes,  máxima  autoridad  del 
programa  de  colaboración  permanente  decidido  en  Her- 
mosillo,  Son.,  delega  parte  de  sus  funciones  en  cinco  co¬ 
misiones  de  carácter  permanente  (permanente  la  fun¬ 
ción,  no  la  participación)  que  son: 

1.  De  Organización. 

2.  Técnica. 

3.  De  Coproducción  y  Copiado. 

4.  De  Redes  y  Enlaces. 

5.  De  Información. 

El  plan  de  trabajo  de  las  comisiones  Técnica  y  de 


28 


Copiado  y  Coproducción  lo  constituyen  las  recomenda¬ 
ciones,  unánimemente  aprobadas,  que  presentaron  las  co¬ 
misiones  del  mismo  nombre  constituidas  al  término  de 
la  Segunda  Reunión,  la  del  mes  de  agosto  de  1979.  La 
Comisión  de  Organización  se  subsume  en  la  Presiden¬ 
cia  y  el  Secretariado. 

Por  otra  parte,  se  acordó  dividir  el  mapa  radiofóni¬ 
co  universitario  actual  en  tres  regiones,  a  las  que  se  do¬ 
tarán  de  centros  de  coproducción  y  copiado  que  com¬ 
plementen  los  ya  existentes.  Proyecto  éste,  el  de  los  cen¬ 
tros  de  coproducción  y  copiado,  que  ofreció  apoyar  el 
representante  de  la  Dirección  General  de  Investigación 
Científica  y  Superación  Académica  de  la  Secretaría  de 
f^ducación  Pública. 

El  Consejo  aprobó,  de  manera  unánime,  la  solicitud 
del  representante  de  Radio  Educación  en  el  sentido  de 
que  esta  emisora  se  incorporara  al  Programa  Nacional 
de  Colaboración  de  Radiodifusoras  Universitarias. 

Las  partes  hicieron  constar  expresamente  que  el  pro¬ 
grama  y  sus  órganos  tienen  un  carácter  consultivo,  ra¬ 
zón  por  la  cual  sus  recomendaciones  y  sugerencias  serán 
libremente  recogidas  por  las  instituciones  representadas 
y  únicamente  se  obligarán  a  cumplir  lo  pactado  bilate¬ 
ral  o  multilateralmente. 

3.  Regiones: 

Primera: 

Radio  Universidad  Veracruzana 
Radio  Universidad  de  Yucatán 
Radio  Universidad  de  Oaxaca 
Radio  UNAM 
Segunda: 

Radio  Universidad  Autónoma  de  Aguascalientes 
Radio  Universidad  Autónoma  de  Querétaro 
Radio  Universidad  de  Guadalajara 
Radio  Universidad  de  San  Luis  Potosí 
Radio  Universidad  Michoacana  de  San  Nicolás  de 
Hidalgo  y,  en  caso  de  suscribirse  al  PNCRU,  Ra¬ 
dio  Universidad  de  Guanajuato 


29 


Tercera: 

Radio  Universidad  Autónoma  de  Baja  California 
Norte 

Radio  Universidad  de  Sonora 
Radio  Universidad  Autónoma  de  Sinaloa  y,  en  ca¬ 
so  de  suscribirse  al  PNCRU,  Radio  Universidad 
Durango 

4.  Comisiones,  sede  y  subsede: 

Comisión  Técnica : 

Radio  Universidad  Autónoma  de  Baja  California 
Norte 

Radio  Universidad  de  Guaclalajara 
Radio  UNAM 

Comisión  de  Coproducción  y  Copiado: 

Radio  Universidad  Michoacana  de  San  Nicolás  de 
Hidalgo 

Radio  Educación 
Radio  UNAM 

Redes  y  Enlaces: 

Radio  Universidad  Autónoma  de  Sinaloa 
Radio  Universidad  de  San  Buis  Potosí 
Radio  Educación 
Radio  UNAM 

Comisión  de  Información: 

Radio  Universidad  Veracruzana 
Radio  Universidad  Autónoma  de  Aguascalientes 
Radio  Universidad  Autónoma  de  Querétaro 
Radio  Universidad  de  Sonora 

Sede: 

Mérida,  Yuc.  (Radio  Universidad  de  Yucatán) 


30 


Subsede : 

Guadalajara,  Jal.  (Radio  Universidad  de  Guadala- 
jara). 

5.  Recomendaciones  del  Plan  Nacional  de  Colaboración 
de  Radiodifusoras  universitarias. 

— Se  considera  de  la  mayor  importancia  la  creación  de 
nuevas  estaciones  universitarias,  reiterándose  la  reco¬ 
mendación  de  que  se  resuelva  positivamente  la  solici¬ 
tud  que  a  este  respecto  tiene  planteada  la  Universidad 
Autónoma  de  Puebla,  desde  hace  varios  años. 

— La  realización  de  una  reunión  con  objeto  de  analizar 
los  contenidos  y  formatos  de  la  programación  cultu¬ 
ral,  de  las  estaciones  que  participan  en  el  Plan  Na¬ 
cional  de  Colaboración  de  Radiodifusoras  Universita¬ 
rias,  que  se  verificará  en  la  ciudad  de  Jalapa,  Ver., 
en  fecha  próxima,  a  propuesta  de  la  Dirección  General 
de  Investigación  Científica  y  Superación  Académica 
de  la  Secretaría  de  Educación  Pública. 

— Que  cada  una  de  las  comisiones  del  Plan  Nacio¬ 
nal  de  Colaboración  de  Radiodifusoras  Universitarias 
elabore  documentación  de  su  competencia  para  ser 
presentada  en  la  Primera  Reunión  Internacional  de 
Radiodifusoras  Universitarias,  Culturales  y  Educati¬ 
vas,  que  organizada  por  Radio  UNAM,  tendrá  lugar 
el  mes  de  septiembre  de  1980  en  la  ciudad  de  Méxi¬ 
co. 


Finalmente  el  20  de  febrero  de  este  año,  con  motivo 
de  la  clausura  de  la  Tercera  Reunión  de  Radiodifuso¬ 
ras  Universitarias  de  la  República  Mexicana,  se  trans¬ 
mitió,  desde  el  Auditorio  de  la  Universidad  de  Sonora, 
un  concierto  coral. 

III. 7.  Conclusiones  tomadas  en  Morelia 

Los  días  28  y  29  de  marzo  se  llevó  a  cabo  en  la  ciudad 
de  Morelia,  Mich.,  el  Cuarto  Encuentro  de  Representan- 


31 


tes  de  las  Universidades  que  participan  en  el  Programa 
de  Colaboración  Académica  Interuniversitaria.  Uno  de 
los  puntos  de  la  agenda  de  trabajo  correspondió,  preci¬ 
samente,  a  la  radiodifusión  universitaria  a  partir  de  las 
bases  acordadas  en  Galindo,  Qro.,  el  mes  de  abril  de 
1979;  bases  que  condujeron  a  la  creación  del  Progra¬ 
ma  Nacional  de  Colaboración  de  Radiodifusoras  Uni¬ 
versitarias  (Hermosillo,  Son.,  febrero  de  1980). 

Las  conclusiones  a  que  se  llegó,  por  lo  que  toca  a  la 
radiodifusión,  son  las  siguientes: 

1.  Que  el  PNCRU  eleve  recomendaciones  concretas  a 
las  autoridades  competentes,  encaminadas  al  incre¬ 
mento  de  las  estaciones  universitarias,  “toda  vez  que 
se  considera  de  la  mayor  importancia  la  labor  de  la 
difusión  de  la  cultura  por  medios  radiofónicos”. 

2.  Procurar  mediante  la  programación  radiofónica  un 
balance  adecuado  entre  la  difusión  de  la  cultura  uni¬ 
versal  y  las  diversas  manifestaciones  de  la  cultura 
de  nuestro  país,  rescatando  todas  aquellas  que  con¬ 
figuran  el  amplio  espectro  cultural  que  en  su  diver¬ 
sidad  define  la  identidad  nacional. 

3.  Que  cada  una  de  las  comisiones  del  Programa  Na¬ 
cional  de  Colaboración  de  Radiodifusoras  Universi¬ 
tarias,  elabore  documentos  de  su  competencias  para 
ser  presentada  en  la  Primera  Reunión  Internacional 
de  Radiodifusoras  Universitarias,  Culturales  y  Edu¬ 
cativas,  que  organizada  por  Radio  UNAM,  tendrá 
lugar  el  mes  de  septiembre  de  1980  en  la  ciudad 
de  México. 

4.  Hacer  extensivo  al  personal  que  colabora  en  las  ra¬ 
diodifusoras  universitarias  de  la  República,  los  cur¬ 
sos  de  capacitación  del  personal  técnico  que  Radio 
UNAM  organizará  durante  el  primer  trimestre  de 
1981. 

5.  Recomendar  al  Programa  Nacional  de  Colaboración 
de  Radiodifusoras  Universitarias,  se  lleven  a  cabo 
los  estudios  e  iniciativas  que  permitan  una  mayor 


32 


utilización  por  parte  de  las  radiodifusoras  universi¬ 
tarias  del  tiempo  de  que  dispone  el  Estado. 

EPÍLOGO 

Escribo  de  memoria.  Al  promediar  la  década  de  los 
60’s  una  publicación  científica  británica  instó  a  vislum¬ 
brar  el  mundo  20  años  después,  en  1984.  Uno  de  los 
autores  convocados  auguró,  por  ejemplo,  que  el  tocadis¬ 
cos,  el  radio  y  el  televisor  se  fijarían  al  suelo  o  se  em¬ 
potrarían  a  la  pared,  una  vez  convertidos  en  muebles  del 
hogar,  como  los  de  la  cocina  o  los  del  baño.  Dicho  esto 
último  sin  ánimo  socarrón:  en  esos  tiempos  lejanos  pri¬ 
maba  la  fe  exaltada  en  las  bondades  de  los  medios  elec¬ 
trónicos. 

Las  distintas  visiones  de  los  expertos  en  antropología 
cultural  y  comunicativa  coincidían  en  un  punto:  la  glo¬ 
rificación  del  lenguaje  audiovisual,  sobre  todo  en  su  ins¬ 
tancia  doméstica:  la  pequeña. pantalla  como  cordón  um¬ 
bilical  que  ligaría  al  hogar  y  a  la  oficina  con  la  realidad 
exterior. 

A  cuatro  años  de  cumplirse  la  fecha  señalada  por  la 
publicación  científica  (y  antes,  sombríamente,  por  Geor- 
ge  Orwell)  la  confianza  candorosa  de  los  60’s  se  ha  es-v 
fumado. 

No  voy  a  referirme,  aquí,  a  la  polémica  levantada 
alrededor  de  los  mass  media.  Baste  recordar  que  algu¬ 
nos  radicales  y  educadores  casi  propugnan  su  desapa¬ 
rición.  Lo  incontestable  es  que  cualquier  proyecto  de 
comunicación  cultural,  educativa,  artística  o  científica 
precisa  de  una  noción  plural  de  los  medios:  impresos, 
sonoros,  silentes,  audiovisuales.  En  esta  nueva  actitud 
ocupa  un  lugar  señalado  la  vindicación  de  la  radiofo¬ 
nía  en  tanto  instrumento  dúctil,  penetrante  y  ubicuo  has¬ 
ta  el  grado  de  la  omnisciencia. 

Soy  de  la  opinión  de  que  datos  estadísticos  como  los 
arriba  apuntados,  esto  es,  que  la  radio  comercial  cuen¬ 
ta  con  el  96.4%  del  tiempo  total  de  transmisión,  mien- 


33 


tras  que  la  radiodifusión  no  comercial  aporta  el  resto, 
plantea  una  situación  límite,  un  no  más  allá,  un  absur¬ 
do  que  a  todos  compromete.  Lanzar  al  aire  nuevas  y 
numerosas  estaciones  universitarias  es,  pues,  un  paso 
dictado  por  la  necesidad.  El  PNCRU,  en  tanto  que  ins¬ 
tancia  promotora  de  la  colaboración  artística  y  técnica, 
así  como  la  Red  Universitaria  Mexicana  con  todo  y  su 
carácter  experimental,  anticipan  en  alto  grado  el  futuro 
inmediato. 

A  partir  del  reglamento  de  73,  la  norma  jurídica 
reconoce  los  fines  de  los  medios  como  fundamentalmen¬ 
te  culturales,  educativos  e  informativos.  Fines  que  son, 
lo  dijimos  ya,  naturales  del  quehacer  radiofónico  uni¬ 
versitario.  Resta,  por  ahora,  la  transformación  de  la 
realidad. 

Huelga  decir  que  la  radio  universitaria  ha  menester 
de  una  organización  profesional  y  de  una  sintaxis  que 
se  ajuste  al  lenguaje  sonoro.  Pero  de  estas  cosas  me  he 
ocupado  ya  en  otro  sitio,  texto.9 


\ 


i 


9  Becerra  Acosta,  Manuel  et  al.  Prensa  y  Radio  en  México.  UNAM: 
Centro  de  Estudios  de  la  Comunicación,  F.  C.  P.  S.,  1978,  págs.  29  a  43. 


' 

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* 


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,  I  ' 

■ 


_ . 

. 


TOMO  VIII:  97  «Jaime  Labastida  LA  SUSTANCIA  EXTENSA  UN  MODELO  Y 
UN  PROYECTO  DÉ  INVESTIGACION;  98  «Pedro  López  Díaz  CRISIS  Y  COYUN¬ 
TURA  DEL  DESARROLLO  ECONOMICO  EN  MEXICO  (1970-1976);  99  ■  José 
Luis  Balcárce!.  FUNDAMENTACION  CIENTIFICA  DE  LA  ESTETICA;  100«  Héctor 
Cuadra  EL  TRATADO  DE  TLATELOLCO  Y  EL  DERECHO  INTERNACIONAL  HU¬ 
MANITARIO.  101  «Enrique  Villanueva.  ACERCA  DEL  MATERIALISMO;  102« 
Ernesto  de  la  Torre  Villar.  EL  LIBRO  Y  LA  FORMACION  MATERIAL  Y  ESPIRITUAL 
DEL  MEXICANO;  1 03«  Edmundo  González  Llaca.  UN  CONGRESO  ¿PARA  QUE?; 

1 04 «  Gerardo  Gil  Valdivia.  LA  REPRESENTACION  PARLAMENTARIA  Y  LAS  ES¬ 
TRUCTURAS  SOCIALES  Y  ECONOMICAS;  105  «Carlos  Tunnermann  Bernheim. 
CIENCIA.  TECNICA.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD;  106«  José  Dávalos.  NECESI¬ 
DAD  DE  PROTEGER  EL  TRABAJO  DE  LOS  MENORES;  107  «José  A.  Cuéllar.  LA 
ANTROPOLOGIA  Y  SUS  CAMPOS  DE  ESPECIALIZACION;  108  «Jaime  A.  Ville¬ 
gas  LA  DIFUSION  DEL  LIBRO  UNIVERSITARIO;  109  «Irma  Lombardo  García. 
LA  AUTONOMIA  DE  LA  UNIVERSIDAD.  CRONOLOGIA  DEL  MOVIMIENTO  DE 
1929;  1 10  «  María  del  Carmen  Ruiz  Castañeda.  LA  UNIVERSIDAD  LIBRE  (1875) 
ANTECEDENTE  DE  LA  UNIVERSIDAD  AUTONOMA;  111  ■  Manuel  González 
Oropeza  ANTECEDENTES  JURIDICOS  DE  LA  AUTONOMIA  UNIVERSITARIA  EN 
MEXICO;  1 12«  Aurora  Arnaiz  Amigo.  ¿QUE  ES  EL  ESTADO?;  1 13«  Miguel  Bue¬ 
no.  UNIVERSIDAD.  HUMANISMO  Y  CIENCIA;  1 14  «Víctor  Carlos  García  More¬ 
no.  SOCIEDAD  Y  UNIVERSIDAD  CRITICA;  1 1 5  «Galo  Gómez  Oyarzún  UNIVER¬ 
SIDAD  E  INTE RDISCIPLINARI EDAD;  116«  Hanns-Albert  Steger.  ASPECTOS 
SOCIOECONOMICOS  DE  LAS  PERSPECTIVAS  PROFESIONALES  EN  EL  FUTU¬ 
RO:  1 17«  Edmundo  González  Llaca.  LAS  PALABRAS  Y  EL  PODER;  1 18« Edgar 
Llinás  Alvarez.  ¿ERA  AUTONOMA  LA  REAL  Y  PONTIFICIA  UNIVERSIDAD  DE 
MEXICO?;  1 19B  Marcos  Kaplan.  CRISIS  Y  PERSPECTIVAS  DE  LA  INTEGRA¬ 
CION  LATINOAMERICANA;  120«  Renate  Marsiske.  ALGUNOS  ANTECEDEN¬ 
TES  LATINOAMERICANOS  DEL  MOVIMIENTO  DE  AUTONOMIA  UNIVERSITA¬ 
RIA  EN  MEXICO  1929:  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA 
UNIVERSIDAD.  EL  CASO  DE  LA  UNAM;  1 22  ■  Camilo  Mena.  BREVE  HISTORIA 
DE  LA  UNIVERSIDAD  CENTRAL  DE  ECUADOR;  123  ■  Guillermo  Soberón  LAS 
UNIVERSIDADES  MEXICANAS  Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS;  1 24  «  Angel  Vían 
Ortuño.  POEMA  Y  PROBLEMA  SOCIAL  DEL  DESARROLLO  CIENTIFICO-TECNO¬ 
LOGICO;  125  ■  Diego  Valadós.  LAS  LEYES  ORGANICAS  DE  LA  UNIVERSIDAD 
NACIONAL  AUTONOMA  DE  MEXICO;  126  ■  Gilberto  Silva  Ruiz.  NUEVOS  "ES¬ 
PACIOS  ACADEMICOS".  UNA  ALTERNATIVA  MAS  A  LA  DESCENTRALIZACION 
DE  LA  EDUCACION  SUPERIOR  EN  MEXICO. 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
DR.  LEONEL  PEREZNIETO  CASTRO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


CUADERNOS  DE  CULTURA  POLITICA  UNIVERSITARIA 


NOVIEMBRE  1980 


131 


PRECIO  $  5.00 


COYUNTURA  EN  QUE  SURGE 
LA  LEY  ORGANICA  DE  LA  UNAM 


FERNANDO  JIMENEZ 
MIER  Y  TERAN 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


UNAM 


J 


COYUNTURA  EN  QUE  SURGE 
LA  LEY  ORGÁNICA  DE  LA  UNAM 

Fernando  Jiménez  Mier  y  Terán* 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


Investigador  del  CESU  y  profesor  en  las  facultades  de  Filosofía  y 

Letras  y  Ciencias  Políticas  y  Sociales  de  la  UNAM. 

•  - 


3 


Para  entender  el  contenido  y  orientación  ideológica  de 
la  Ley  Orgánica  de  la  UNAM,1  es  necesario  conocer  los 
principales  rasgos  del  contexto  socioeconómico  y  político 
del  país,  durante  el  periodo  avilacamachista  en  la  pri¬ 
mera  mitad  de  la  década  de  los  cuarentas  en  que  surge 
dicha  ley,  ya  que  la  Universidad  de  ninguna  manera 
puede  mantenerse  al  margen  de  la  estructura  social  en 
la  que  se  encuentra  inmersa,  no  obstante  sus  caracte¬ 
rísticas  estructurales  típicas:  autonomía,  lucha  ideoló¬ 
gica,  filosófica  y  política,  libertades  de  cátedra  e  inves¬ 
tigación,  etc.  A  tal  estudio  están  destinadas  las  siguien¬ 
tes  páginas. 


1.  “unidad  nacional”  y  desarrollo 

DEL  CAPITALISMO 

Importantes  estudios  de  la  economía  mexicana2  coinci¬ 
den  en  señalar  que  a  partir  de  1940  el  capitalismo  me¬ 
xicano  crece  o  se  desarrolla  vertiginosamente  gracias  a 
la  socialización,  cadá  día  mayor,  de  las  fuerzas  pro¬ 
ductivas,  y  a  la  concentración  de  los  medios  de  produc¬ 
ción  en  pocas  manos.  El  economista  Alonso  Aguilar 
escribe  que: 

“Desde  1940  y  sobre  todo  a  partir  de  1941,  la  guerra 
provoca  o  por  lo  menos  agrava  múltiples  desequili¬ 
brios  que  enfrentan  al  país  a  un  dilema  inescapable: 
o  se  descarga  el  peso  de  la  inflación,  de  la  escasez  y 
de  los  desequilibrios  que  inevitablemente  impone  el 
conflicto,  sobre  los  grupos  que  más  tienen,  o  se  deja 
caer  sobre  los  hombros  de  ios  campesinos  y  los  tra- 


1  Nos  referimos  a  la  Ley  Orgánica  de  la  UNAM  publicada  en  el 
Diario  Oficial  de  la  Federación  el  6  de  enero  de  1945,  discutida  y 
aprobada  previamente  en  los  últimos  meses  de  1944,  tanto  por  el  Con¬ 
sejo  Constituyente  Universitario,  como  por  el  Congreso  de  la  Unión. 

2  Cf.  Aguilar  M.,  Alonso  et.  al.  México:  riqueza  y  miseria ;  Nuestro 
Tiempo,  7a.  ed.,  México,  1974;  y,  Hansen,  Roger  D.  La  Política  del 
desarrollo  mexicano:  Siglo  XXI.  tr.  por  Clementina  Zamora,  México. 
1971. 


4 


bajadores  y  empleados  urbanos.  La  decisión  no  sólo 
tiene  implicaciones  económicas  sino  fundamentalmen¬ 
te  políticas  y  sociales  como  lo  demuestra  precisa¬ 
mente  lo  que  acontece  a  partir  de  entonces”.' 

La  respuesta  ante  tal  dilema  fue  muy  clara  y,  como 
veremos  con  datos  concretos,  perjudicó  desde  ese  enton¬ 
ces  a  quienes  menos  tienen.  Con  el  pretexto  de  los  riesgos 
que  la  Segunda  Guerra  Mundial  podrían  traer  sobre  el 
país,  Ávila  Camacho  da  severos  pasos  atrás  con  respec¬ 
to  a  su  antecesor  y  para  ello  toma  una  serie  de  medidas 
(a  las  que  habremos  de  referirnos  más  adelante)  escon¬ 
didas  en  toda  una  ideología:  la  “Unidad  Nacional”.3 4 5  Al 
respecto,  en  su  informe  de  gobierno  del  primero  de  sep¬ 
tiembre  de  1945,  el  propio  Ávila  Camacho  se  expre¬ 
saba  así: 

44 .  .  .cuando  empezó  la  guerra  nos  dimos  cuenta,  con 
mayor  claridad  que  nunca,  que  había  una  causa  co¬ 
mún  a  todos  los  mexicanos:  la  causa  de  nuestra  pa¬ 
tria.  Brotó  entonces  en  todas  las  voces  un  mismo  gri¬ 
to:  la  unión  sagrada”.' 

Desde  que  inició  su  gobierno  Ávila  Camacho,  la  lu¬ 
cha  de  clases  reconocida  como  fundamento  y  motor  en 
la  vida  de  México  por  la  administración  de  Lázaro  Cár- 


3  Agilitar  M.,  Alonso.  Hacia  un  cambio  radical ,  p.  47.  Nuestro  Tiem¬ 
po,  México,  1975. 

4  Sobre  la  ideología  de  la  “unidad  nacional”  Cf.  Campbell.  Hugh 
G.  La  derecha  radical  en  México  1929-1949,  SEP-SETENTA  No.  276, 
tr.  por  Pilar  Martínez  Negrete,  México,  1976;  Meyer,  Lorenzo  et.  al. 
Lecturas  de  política  mexicana.  El  Colegio  de  México,  1977 ;  Medina, 
Luis  .  Del  Cardenismo  al  Avilacamachismo.  El  Colegio  de  México.  1979: 
Torres  Ramírez,  Blanca.  México  en  la  Segunda  Guerra  Mundial.  El 
Colegio  de  México,  1979;  Semionov,  S.  I.  et.  al.  Ensayos  de  historia 
de  México,  tr.  por  Armando  Martínez  Verdugo.  Cultura  Popular.  Mé¬ 
xico,  1978. 

7  ✓ 

5  Ávila  Camacho,  Manuel.  Informe  de  gobierno  del  lo.  de  septiem¬ 
bre  de  1945 .  en  Los  presidentes  de  México  ante  la  nación  1821-1966, 
p.  321  vol.  iv.  Cámara  de  Diputados,  México,  1966.  Expresiones  simi¬ 
lares  se  pueden  confrontar  a  lo  largo  de  los  seis  informes  de  gobierno 
del  presidente  Ávila  Camacho. 


5 


denas,*’  es  olvidada  y  sustituida  por  la  “unidad  nacio¬ 
nal”,  por  los  “intereses  nacionales”,  por  los  “intereses 
de  la  patria”,  por  la  “tolerancia”,  por  la  “concilia¬ 
ción”  y  por  el  “acercamiento”  entre  grupos  antagóni¬ 
cos  e  irreconciliables,  todo  lo  cual  en  realidad  no  bus¬ 
caba  otra  cosa  que  el  que  los  trabajadores  se  abstuvieran 
de  luchar  por  sus  intereses  y  derechos  legítimos,  lo  que 
quedó  manifiesto  en  hechos  palpables  y  tangibles  como 
los  que  señalaremos.  Antes  de  ello  conviene  asentar  que 
el  propio  Cárdenas  en  los  últimos  años  de  su  gobierno 
tuvo  que  dar  un  viraje  a  su  política  por  las  presiones 
ejercidas  por  los  capitalistas  que  no  se  resignaban  a 
que  el  gobierno  mexicano  se  orientara  en  beneficio  de 
las  clases  trabajadoras.  Una  vez  hecha  esta  aclaración 
pasemos  al  estudio  del  contexto  mexicano  durante  el 
avilacamachismo  resaltando  sus  principales  caracterís¬ 
ticas. 


2.  PRINCIPALES  ASPECTOS  ECONÓMICOS 

No  obstante  que  con  motivo  de  la  Segunda  Guerra  Mun¬ 
dial,  en  México  entre  1939  y  1945  las  exportaciones 
crecieron  en  un  100%  en  tanto  que  el  volumen  de  la 
producción  industrial,  de  1940  a  1945,  creció  aproxi¬ 
madamente  en  un  25%  y  la  producción  agrícola  lo  hizo 
en  un  29%;  la  participación  de  los  obreros  y  los  em¬ 
pleados  en  la  renta  nacional  descendió  de  un  30.5%  en 
1939  a  un  22.6%  en  1945;  a  la  inversa,  la  participa¬ 
ción  de  los  empresarios  creció  de  un  33.6%  a  un  46.9%; 
de  195  centros  empresariales  existentes  en  1939,  se  pasó 
a  344  en  1941.' 

El  poder  adquisitivo  del  salario  se  redujo  basta  en 


6  C‘f.  Cárdenas,  Lázaro.  Ideario  Político.  Serie  Popular  ERA  No.  17, 
2a.  ed.,  México,  1976. 

7  Meyer,  Lorenzo.  El  Estado  mexicano  contemporáneo,  en  Lecturas 
de  política  mexicana ,  oh.  cit.,  p.  26;  Semionov,  S.  I.  México  durante  el 
periodo  de  Avila  Camacho,  en  Ensayos  de  historia  ele  México,  oh.  cit., 
po.  120,  139,  141. 


6 


una  tercera  parte  en  el  transcurso  de  la  década  que  nos 
ocupa.  El  índice  del  costo  de  la  vida  para  la  clase  tra¬ 
bajadora  de  la  Ciudad  de  México  se  elevó  del  21.3 
en  1940  al  75.3  en  1950.  Por  su  parte,  las  ganancias 
de  los  industriales  en  los  años  de  la  guerra  se  elevaron 
siete  veces,  en  tanto  que  la  banca  creció  en  un  40% 
en  ese  mismo  periodo;  las  76  instituciones  de  crédito 
existentes  en  1940  se  multiplicaron  y  ya  en  1945  eran 
215,  pero  de  ellas,  solamente  cinco  bancos  privados  con¬ 
trolaban  gran  parte  del  capital  bancarioC 

Las  principales  fortunas  mexicanas  actuales,  de  las 
que  Alonso  Aguilar  en  el  libro  ‘"México:  riqueza  y  mi¬ 
seria”  hace  un  detallado  e  interesante  estudio,  se  co¬ 
mienzan  a  formar  precisamente  en  los  años  de  la  Se¬ 
gunda  Guerra  Mundial. 

Con  respecto  a  las  inversiones  extranjeras,  durante 
el  avilacamachismo,  se  elevó  considerablemente  la  par¬ 
te  correspondiente  al  capital  norteamericano.  La  depen¬ 
dencia  económica  de  México  se  acentuó  para  con  los 
Estados  Unidos,  no  obstante  que  este  país  a  través  de 
su  presidente  Rooselvet  se  comprometió  a  favorecer  la 
industrialización  de  México  por  medio  de  la  política  del 
“buen  vecino”.  Desde  1941  el  gobierno  mexicano  per¬ 
mitió  a  compañías  norteamericanas  rastrear  nuevos 
mantos  petrolíferos,  acordando  a  su  vez  pagar  a  los 
monopolios  petroleros  de  los  Estados  Unidos  la  can¬ 
tidad  de  29  millones  de  dólares  en  forma  de  compen¬ 
sación  por  los  bienes  nacionalizados  por  Cárdenas  en 
1938.  En  cuanto  al  comercio  exterior  creció  la  depen¬ 
dencia  de  México  con  respecto  a  los  Estados  Unidos; 
en  el  periodo  que  va  de  1940  a  1945,  a  Estados  LTni- 
dos  le  correspondió  el  86%  del  comercio  mexicano  con¬ 
tra  el  63.4%  en  el  periodo  1935-1939. !) 

8  Hansen,  Roger  D.,  ob.  cit.,  pp.  69,  99;  Semionov,  S.  I.,  ob.  cit., 
pp.  121,  129.  141. 

9  López  Gallo.  Manuel.  Economía  y  Política  en  la  Historia  de  Mé¬ 
xico,  pp.  512-513,  el  Caballito,  4a.  ed..  México,  1972;  Meyer,  Lorenzo, 
ob.  cit.,  p.  34;  Semionov,  S.  I.,  ob.  cit.,  pp.  144-147;  Torres  Ramírez, 
Blanca,  ob.  cit.,  pp.  9,  38-39. 


7 


3.  ALGUNAS  CUESTIONES  LABORALES 

Para  alcanzar  la  “unidad  nacional”  era  indispensa¬ 
ble  ocultar  la  lucha  de  clases.  Es  por  ello  que  en  su 
campaña  presidencial  Ávila  Camacho  prometió: 

**.  .  .me  hago  responsable,  si  mi  candidatura  triunfa, 
de  que  la  conducta  y  los  propósitos  de  las  organi¬ 
zaciones  sindicales  serán  un  factor  de  confianza  para 
todas  las  fuerzas  creadoras  de  la  nación”;10 

para  cumplir  lo  anterior,  el  presidente  Ávila  Camacho, 
tomó  entre  otras  las  siguientes  medidas: 

Se  congelaron  los  salarios,  las  huelgas  fueron  consi¬ 
deradas  como  “antipatrióticas”  precisamente  bajo  la 
política  de  la  “unidad  nacional”,  por  lo  que  el  derecho 
de  huelga  desapareció  casi  de  hecho  para  los  trabaja¬ 
dores  al  modificarse  en  1941  su  concepción  en  la  Ley 
Federal  del  Trabajo,  estableciéndose  el  carácter  “legal” 
de  la  huelga. 

Continuó  el  control  obrero  ya  iniciado  con  anterio¬ 
ridad  por  medio  de  la  participación  del  gobierno  en  la 
imposición  de  líderes  en  las  centrales  sindicales;  en 
1941  Fidel  Velázquez  asumió  por  primera  vez  el  man¬ 
do  en  la  CTM  sustituyendo  a  Vicente  Lombardo  To¬ 
ledano.  Los  principales  líderes  sindicales  convencieron 
a  los  obreros  de  que  se  abstuvieran  de  realizar  huelgas, 
buscando  en  cambio  solucionar  los  conflictos  laborales 
sin  grandes  desgastes  por  la  conciliación  y  el  arbitraje 
sin  parar  la  producción,  para  ello  se  crearon  el  Con¬ 
sejo  Obrero  Nacional  y  el  Consejo  Nacional  de  los  Em¬ 
presarios  que  examinarían  los  conflictos  laborales  bajo 
la  dirección  del  Departamento  del  Trabajo;  asimismo, 
en  junio  de  1942  se  firmó  el  “Pacto  de  Solidaridad  de 
los  Obreros”  a  través  del  cual  las  principales  centrales 

10  Ávila  Camacho.  Manuel,  cit.,  por  Medina,  Luis.  Origen  y  cir¬ 
cunstancias  de  la  idea  de  unidad  nacional ,  en  Lecturas  de  política 
mexicana .  ob.  cit.,  p.  111. 


8 


sindicales  (Confederación  de  Trabajadores  Mexicanos, 
Confederación  Regional  Obrera  Mexicana,  Confedera¬ 
ción  de  Obreros  y  Campesinos  de  México,  Confedera¬ 
ción  Proletaria  Nacional,  etc.)  se  comprometieron  a 
no  realizar  huelgas  durante  el  lapso  que  durara  la 
Segunda  Guerra  Mundial.  De  ahí  que  las  357  huelgas 
realizadas  en  1940,  disminuyeran  a  142  en  1941  y 
a  89  en  1942,  aumentando  después  a  766  en  1943  y 
a  887  en  1944,  disminuyendo  nuevamente  en  1945  a 
un  total  de  220  huelgas.  Como  contrapartida,  en  medio 
de  una  situación  de  auge  industrial,  en  el  periodo  de 
la  guerra  el  número  de  paros  empresariales  aumentó 
de  39  en  1940  a  48  en  1941  y  a  49  en  1942. 11 


4.  LA  VIDA  EN  EL  CAMPO 

En  1943  se  promulgó  un  Código  Agrario  que  limita  la 
expropiación  de  la  tierra  beneficiando  la  propiedad 
privada  y  con  ella  el  latifundismo.  La  cantidad  de  tie¬ 
rras  repartidas  disminuía  de  año  en  año.  De  1940  a 
1945  los  campesinos  recibieron  tres  veces  menos  hec¬ 
táreas  que  entre  1934  y  1939,  mientras  que  a  los  te¬ 
rratenientes  se  les  otorgaron  grandes  extensiones  de  tie¬ 
rras  no  enajenables.  El  ejido  perdió  fuerza.  Las  coope¬ 
rativas  creadas  con  base  a  él  durante  el  sexenio  ante¬ 
rior,  fueron  casi  liquidadas  en  su  totalidad  de  1940  a 
1946.  El  Banco  de  Crédito  Ejidal,  por  su  parte,  aplicó 
una  nueva  política  financiera  ya  no  para  fortalecer  al 
ejido,  sino  que  perseguía  la  ganancia  de  mayores  uti¬ 
lidades  y  el  establecimiento  de  un  pleno  control  sobre 
las  actividades  de  las  sociedades  de  objeto  de  crédito. 

11  Aguilar  M.,  Alonso.  Hacia  un  cambio  radical,  ob.  cit.,  p.  216; 
Campbell,  Hugh  G.,  ob.  cit.,  p.  143;  González  Casanova,  Pablo.  La 
democracia  en  México,  p.  29.  Serie  Popular  ERA  No.  4,  3a.  ed.,  Mé¬ 
xico,  1969;  Medina,  Luis.  Origen  y  circunstancias  de  la  idea  de  unidad 
nacional,  ob.  cit.,  pp.  110-111;  Semionov,  S.  I..  ob.  cit.,  pn.  119-122, 
128-135;  De  la  Cueva,  Mario.  Derecho  mexicano  del  trabajo,  t.  ii, 
pp.  784-785,  Porrúa,  2a.  ed.,  México,  1954;  Iglesias,  Severo.  Sindica¬ 
lismo  y  socialismo  en  México,  pp.  131-133,  Grijalbo,  México,  1975. 


9 


En  1945  menos  de  la  mitad  de  los  miembros  del  ejido 
gozó  de  sus  servicios  en  comparación  con  1940.  Durante 
los  años  de  la  guerra  solamente  un  12%  de  los  miem¬ 
bros  de  los  ejidos  obtuvo  crédito  de  este  banco,  en  tanto 
que  el  resto  pagó  elevados  intereses  a  prestamistas  lo¬ 
cales  y  ricos  campesinos.1" 


5.  LA  SITUACIÓN  POLÍTICA 

Con  respecto  a  la  organización  política,  en  diciembre 
de  1945  es  promulgada  una  nueva  Ley  Electoral  Fe¬ 
deral  que  da  pie  para  que  en  enero  de  1946  el  Partido 
Nacional  Revolucionario  se  transformara  en  el  Partido 
Revolucionario  Institucional,  pretendiendo  continuar 
con  la  "‘estabilidad”  política  e  institucionalizando  la 
revolución.  Partido  Revolucionario  Institucional  que  se 
integraría  por  el  sector  trabajador  (CTM),  el  sector 
campesino  (CNC)  y  el  sector  popular  que  para  1943 
estaría  aglutinado  en  la  CNOP;  dejando  fuera  de  sus 
filas  al  sector  militar. 

Unos  años  antes,  en  1941,  con  el  pretexto  de  que  la 
guerra  no  rompiera  con  la  “unidad  nacional”,  se  tipifi¬ 
caron  en  el  Código  Penal  los  delitos  de  disolución  so¬ 
cial,  que  durante  largo  tiempo  sirvieron  eficazmente 
para  amedrentar,  perseguir  y  castigar  a  buen  número 
de  disidientes  políticos.  Delitos  de  disolución  social 
que  fueron  combatidos  durante  el  movimiento  estudian¬ 
til  de  1968,  siendo  finalmente  derogados  en  julio  de 
1970.13 

1112  Kovalev,  E.  V.  T ransformaciones  políticas  y  sociales  en  México 
de  1930  a  1960 .  en  Ensayos  de  Historia  de  México ,  ob.  cit .,  p.  157; 
López  Gallo,  Manuel,  ob.  cit.,  p.  511;  Semionov,  S.  I.,  ob.  cit..  pp. 
136-138. 

13  Lozoya,  Jorge  Alberto.  El  Ejército  Mexicano,  en  Lecturas  de  po¬ 
lítica  mexicana,  ob.  cit..  pp.  370-371;  Meyer,  Lorenzo,  ob.  cit..  pp. 
30-31;  1929-1969.  40  años  del  PRI  al  servicio  de  México,  pp.  14-15, 
México,  1969;  Semionov,  S.  I.,  ob.  cit.,  p.  119;  Moreno,  Daniel.  Los 
partidos  políticos  del  México  contemporáneo  (1916-1917 ) ,  pp.  244-255, 
B.  Costa- Amic,  2a.  ed.,  México,  1971;  Brauer  Barba,  Fernando.  El 
delito  de  disolución  social  (el  porqué  de  su  derogación) ,  B.  Costa-Amic, 
México,  1970. 


10 


6.  LAS  RELACIONES  IGLESIA-ESTADO 

Sobre  este  tópico,  Pablo  González  Casanova  escribe 
lo  siguiente: 

“A  partir  de  la  época  de  Ávila  Camacho  — el  primer 
presidente  revolucionario  que  se  declara  católico — , 
la  iglesia  va  recuperando  su  influencia  en  la  edu¬ 
cación  y  en  el  propio  gobierno;  grupos  numerosos 
de  católicos  se  organizan  en  partidos  y  movimientos 
con  ideologías  conservadoras  e  incluso  fascistas”,14 


tales  como  el  Partido  de  Acción  Nacional  y  la  Unión 
Nacional  Sinarquista.  La  vieja  polémica  Iglesia-Estado 
que  había  alcanzado  grandes  dimensiones  en  la  déca¬ 
da  de  los  treintas,  se  diluye  poco  a  poco.  Mientras  que 
en  enero  de  1932  el  arzobispo  de  México  Pascual  Díaz 
envió  una  carta  pastoral  ordenando  a  los  padres  de  fa¬ 
milia  católicos,  abstenerse  de  mandar  a  sus  hijos  a  las 
escuelas  secundarias  laicas,15  ya  para  1940  las  cosas 
habían  cambiado;  así,  el  día  de  la  toma  de  posesión 
del  Presidente  Ávila  Camacho,  el  arzobispo  Martínez 
manifestaba : 

“En  particular  quiero  que  se  percaten  del  hecho  de 
que  el  general  Ávila  Camacho  es  el  único  presidente 
que,  en  muchos  años,  ha  declarado  que  es  católico 
y  que  reconoce  que  el  pueblo  mexicano  tiene  ciertas 
necesidades  espirituales  que  puede  satisfacer  sólo 
con  la  libertad  religiosa”. 1,1 


14  González  Casanova,  Pablo,  ob.  cit.,  p.  53;  Cf.  Campbell,  Hugh  G., 
ob.  cit.,  p.  137;  Medin,  Tzvi.  Ideología  y  praxis  política  de  Lázaro 
Cárdenas ,  p.  217,  Siglo  XXI,  México,  1972:  Carmona,  Fernando.  El 
capitalismo  del  subdesarrollo  y  la  “ apertura  democrática ”,  en  Reforma 
educativa  y  “ apertura  democrática ”.  p.  19,  Nuestro  Tiempo,  México, 
1972. 

15  Pastoral  del  arzobispo  de  México  Pascual  Díaz,  en  Britton,  John 
A.  Educación  y  radicalismo  en  México,  II.  Los  años  de  Cárdenas,  pp. 
150151,  SEP-SETENTA  No.  288,  México,  1976. 

16  Palabras  del  arzobispo  Martínez,  cit.  por  Campbell,  High  G..  ob. 
cit..  p.  138. 


11 


De  esta  forma,  las  tensiones  entre  la  iglesia  católica 
y  el  estado  cardenista  acusado  por  la  derecha  porque: 

'' .  .  .hizo  cuanto  estuvo  de  su  parte  para  corroer  la 
fe  del  pueblo,  destruir  sus  creencias  y  minimizar  la 
acción  eclesiástica”,1' 

disminuyeron  considerablemente  al  grado  de  que  como 
explica  Campbell,  un  sacerdote  norteamericano  que  ha¬ 
bía  condenado  enérgicamente  al  régimen  de  Cárdenas, 
se  expresó  diciendo  que  bajo  el  gobierno  de  Avila  Ca- 
macho  los  católicos  salieron  de  su  azarosa  vida  de  las 
catacumbas  consiguiendo  tranquilidad,  a  lo  que  agrega 
el  mismo  Campbell  que  acaso  sea  más  indicativo  de 
la  atmósfera  de  cambio,  el  hecho  de  que  el  "más  fran¬ 
co  e  implacable  enemigo  de  la  Revolución  Mexicana”, 
el  obispo  Manríquez  y  Zárate,  en  1944  obtuvo  permiso 
para  regresar  al  país  después  de  17  años  de  exilio. 1S 
Las  buenas  relaciones  Iglesia-Estado  durante  el  avila- 
camachismo,  se  reflejan  nítidamente  en  el  ámbito  edu¬ 
cativo  del  país,  aspecto  que  pasamos  a  estudiar. 


7.  ALGO  SOBRE  EDUCACION 

En  materia  educativa  como  en  otros  ámbitos,  en  la  dé¬ 
cada  de  los  treintas  se  abre  un  significativo  paréntesis 
que  culmina  con  la  educación  socialista  durante  el  régi¬ 
men  de  Cárdenas,19  educación  socialista  que  no  va  a 
tardar  en  ser  sustituida  por  Avila  Camacho,  por  una 
"educación  nacional”  iniciándose  el  llamado  econo- 
micismo  educativo  que  concibe  a  la  educación  como  la 
tarea  de  preparar  mano  de  obra  calificada  para  el  pro- 

17  Alvear  Acevedo,  Carlos,  Lázaro  Cárdenas.  El  hombre  y  el  mito, 
p.  190,  Jus,  México,  1961. 

18  Campbell,  Hugh  G.,  ob.  cit.,  pp.  139-140. 

19  Sobre  este  tema  Cf.  Cárdenas,  Lázaro  ob.  cit..  pp.  201-239;  Ler- 
ner,  Victoria.  La  educación  socialista.  El  Colegio  de  México,  1979. 


12 


ceso  productivo.2"  Según  el  propio  Ávila  Camacho,  la 
nueva  orientación  educativa  tendría  como  fin  el  de: 

“Robustecer  la  unidad  nacional  y  de  preparar  moral¬ 
mente  a  la  niñez  y  la  juventud  en  el  culto  de  nuestras 
tradiciones  y  a  los  valores  esencialmente  mexica¬ 
nos  .  .  .  para  cuya  eficacia  es  indispensable  la  colabo¬ 
ración  de  la  iniciativa  privada  y  la  profusión  de  sus 
valiosas  aportaciones  morales  y  materiales”.21 

Pero  una  educación  de  esta  naturaleza  se  encontraba 
ante  el  obstáculo  que  representaba  el  artículo  3o.  cons¬ 
titucional  vigente  que  concebía  a  la  educación  socialis¬ 
ta  contraria  a  la  “unidad  nacional”  y  totalmente  ajena 
a  la  iniciativa  privada  y  sus  “aportaciones  morales  y 
materiales”;  sin  embargo  la  modificación  de  tal  pre¬ 
cepto  se  pospuso  por  sugerencia  de  Jaime  Torres  Bodet 
(tercer  y  último  Secretario  de  Educación  Pública  du¬ 
rante  el  periodo  de  Ávila  Camacho),  hasta  casi  finales 
del  sexenio.22  Sin  embargo,  un  paso  previo  muy  im¬ 
portante  para  llegar  a  tal  modificación  constitucional, 
consistió  en  la  expedición  de  la  Ley  Orgánica  de  Edu¬ 
cación  Pública  en  enero  de  1942,  que  con  el  pretexto  de 
precisar  la  vaguedad  del  texto  constitucional,  daba 
una  nueva  interpretación  al  término  “socialista”  en  edu¬ 
cación,  estableciendo  que  se  refiería  al  “socialismo  que 
ha  forjado  la  Revolución  Mexicana”.  En  esta  ley,  se¬ 
ñala  Luis  Medina,  se  precisaba  el  nuevo  objetivo  de  la 
educación: 

“ .  .  .  fomentar  el  desarrollo  cultural  íntegro  de  los 


20  Amplia  información  sobre  la  ideología  economicista  en  educación 
se  puede  consultar  en  Pérez  Rocha,  Manuel.  Enseñanza  Superior  y 
Desarrollo  Económico,  en  prensa.  Principalmente  Cf.  el  Capítulo  iv. 

1211  Ávila  Camacho,  Manuel  cit.  por  Hernández  A.,  Ma.  Remedios. 
Política  Educativa  Mexicana  en  el  Proceso  Pos-revolucionario  1935- 
1970 .  p.  103,  Instituto  de  Investigaciones  Económicas  de  la  UNAM, 
México,  1977. 

;212  Resulta  importante  al  respecto  consultar  a  Torres  Bodet,  Jaime. 
Años  contra  el  tiempo.  Memorias,  Porrúa,  México,  1969. 


13 


educandos  dentro  de  la  convivencia  social,  la  convic¬ 
ción  democrática  y  la  cofraternidad  humana,  y  con¬ 
solidar  la  unidad  nacional”;  el  mismo  Medina  a  con¬ 
tinuación  agrega  que  “En  conjunto,  todo  aquello  re¬ 
presentaba  un  giro  radical  con  respecto  a  la  ley  car- 
denista,  puesto  que  se  dejaba  atrás  el  objetivo  de 
transformar  la  sociedad  y  de  propiciar  la  colectivi¬ 
zación  paulatina  de  los  medios  de  producción.  Ahora 
ya  sólo  se  trataba  de  fomentar  la  convivencia  social 
y  de  diluir  la  lucha  de  clases”.23 

La  nueva  Ley  Orgánica  de  Educación  Pública,  al  des¬ 
virtuar  el  sentido  de  la  educación  socialista  requería 
previamente  de  la  existencia  de  un  Secretario  de  Edu¬ 
cación  convencido  de  la  nueva  orientación  ideológica 
y  dispuesto  a  ponerla  en  marcha.  Asumió  así  el  cargo 
de  la  Secretaría  de  Educación,  en  septiembre  de  1941, 
Octavio  Vejar  Vázquez  en  sustitución  del  cardenista 
Luis  Sánchez  Pontón;  nuevo  ministro  que  se  encargó 
de  que  llegara  al  Congreso  la  nueva  Ley,  para  más 
adelante  aplicarla,  y  quien  en  cierta  ocasión  declaró: 
“No  puede  haber  educación  sin  señal  de  la  cruz  tras 
ella”;  acto  seguido,  nos  dice  Campbell  se  dedicó  a  ex¬ 
pulsar  a  todos  los  marxistas  o  comunistas  convirtién¬ 
dose  en  un  verdadero  terror  para  los  izquierdistas  que 
desde  hacía  mucho  tiempo  se  encontraban  atrincherados 
en  el  sistema  educativo;  a  lo  que  agrega  que: 

“Todos  estos  cambios,  junto  con  la  decisión  de  Ávila 
Camacho  de  eliminar  los  inspectores  federales  de  las 
escuelas  privadas,  lo  que  se  hacía  con  objeto  de  ase¬ 
gurarse  de  que  no  se  enseñaran  doctrinas  religiosas, 
fueron  suficientes  para  permitir  el  resurgimiento  de 
las  escuelas  católicas  en  todo  el  país  y  surgió  un  sis¬ 
tema  de  escuelas  confesionales  similar  al  que  existió 
antes  de  1934”, 24 

23  Medina,  Luis.  Del  cardenismo  al  Avilacamachismo,  ob.  cit.,  pp. 
361-362. 

24  Campbell,  Hugh  G.,  ob.  cit.,  pp.  141-142. 


14 


que  proliferó  poco  a  poco  en  todos  y  cada  uno  de  los 
niveles  educativos. 

Antes  de  llegar  a  la  modificación  del  artículo  3o. 
constitucional,  y  como  medidas  que  junto  con  la  nueva 
Ley  de  Educación  favorecieron  tal  decisión,  se  puede 
señalar  cómo  desde  su  primer  año  de  gobierno  el  pre¬ 
sidente  Ávila  Camacho  concedió  reconocimiento  legal 
a  la  Unión  de  Padres  de  Familia,  abiertamente  impug¬ 
nadora  de  la  educación  socialista  y  bien  conocida  por 
sus  tendencias  y  apoyo  religiosos.  Otra  medida  digna 
de  mención  es  la  relativa  a  que  durante  tal  adminis¬ 
tración  se  favoreció  y  consiguió  finalmente,  por  De¬ 
creto  Presidencial  del  15  de  marzo  de  1944,  la  unifi¬ 
cación,  mediatización  y  burocratización  de  los  trabaja¬ 
dores  de  la  educación  en  un  sindicato  único:  el  Sindi¬ 
cato  Nacional  de  Trabajadores  de  la  Enseñanza."' 

Un  aspecto  más  que  no  podemos  dejar  de  mencionar 
es  el  relativo  a  la  inversión  pública  destinada  a  la  edu¬ 
cación  durante  el  avilacamachismo,  que  disminuyó  con 
respecto  al  sexenio  anterior.  Mientras  que  Cárdenas  le 
destinó  a  la  educación  entre  el  15  y  el  17%,  para  1940 
bajó  el  presupuesto  al  12.4%,  descendiendo  hasta  el 
10.8%  en  1945;  ello  no  obstante  que  el  censo  de  1940 
había  estimado  que  el  47.8%  de  los  19.6  millones  de 
habitantes  mayores  de  seis  años  eran  analfabetas  y  por 
tanto  necesitados  de  educación."5 

Sobre  la  educación  superior,  independientemente  de 
la  UNAM,  de  la  que  habremos  de  ocuparnos  más  ade¬ 
lante,  es  importante  señalar  que  durante  la  administra¬ 
ción  de  Ávila  Camacho  se  dieron  importantes  cambios 
en  cuanto  a  la  orientación  y  funciones  de  la  educación 


25  Cf.  Campbell,  Hugh  G.,  ob.  cit.,  p.  141 ;  Medina,  Luis.  Del  Carde- 
nismo  al  Avilacamachismo,  ob.  cit.,  pp.  361-390. 

26  Cf.  González  Casanova.  Pablo,  ob.  cit..  pp.  93-94,  283;  Medina, 
Luis.  Del  cardenismo  al  avilacamachismo,  ob.  cit..  p.  386;  Robles,  Mar- 
tha.  Educación  y  sociedad  en  la  historia  de  México,  p.  181;  Siglo  XXI, 
México,  1977;  Solís,  Leopoldo.  Planes  de  desarrollo  económico  y  social 
en  México,  p.  131,  SEP-SETENTA  No.  215,  México.  1975;  Vázquez 
de  Knauth,  Josefina.  Nacionalismo  y  educación  en  México,  p.  181.  El 
Colegio  de  México,  1975. 


15 


técnica  iniciada  por  Bassols"'  e  impulsada  durante  la 
administración  de  Cárdenas  en  que  surge  el  Instituto 
Politécnico  Nacional  como  medida  para  contrarrestar  la 
educación  superior  universitaria  acusada  de“reacciona- 
ria”  por  '"'defender  una  cultura  libresca  y  de  adorno” 
que  combatía  la  educación  socialista  del  régimen. 

Al  plantear  la  reorganización  de  la  educación  supe¬ 
rior  en  México,  Cárdenas  señalaba  que  ésta  debería 
cumplir  con  una  condición  fundamental:  la  de  vincu¬ 
larse  "‘con  los  intereses  y  aspiraciones  del  proletariado 
nacional”,  para  lo  cual  el  gobierno  tenía  un  “mínimo 
de  obligaciones  educativas  frente  a  la  clase  trabajado¬ 
ra”,  que  quedaría  plasmado  en  el  principio  de  que  “to¬ 
das  las  oportunidades  de  educación  superior  y  los  be¬ 
neficios  que  de  ella  se  deriven,  queden  para  provecho 
exclusivo,  inmediato  y  constante  de  la  clase  trabaja¬ 
dora  del  país”.JS 

La  Universidad,  como  veremos  más  adelante,  dejó 
de  ser  apoyada  por  Cárdenas  cuando  menos  durante 
los  primeros  años  de  su  gobierno,  y  en  cambio  se  le 
dio  primacía  a  la  educación  técnica  y  con  ella  al  Insti¬ 
tuto  Politécnico  Nacional  vinculado  con  las  clases  tra¬ 
bajadoras  del  país.  Poco  duró  tal  concepción  de  la  edu¬ 
cación  técnica. 

Durante  el  gobierno  de  Ávila  Camacho,  la  educa¬ 
ción  técnica  y  por  lo  mismo  el  IPN,  cambiaría  su  orien¬ 
tación  y  funciones,  lo  que  se  ocasionaba  al  decir  de 
Ávila  Camacho,  en  virtud  de  que  cuando  se  creó  el  IPN 
en  1937  se  tenía  “una  visión  incompleta  en  el  plantea¬ 
miento  de  sus  funciones”,  por  lo  que  a  partir  de  1944 
debería  contribuir  “a  la  industrialización  y  al  desarro¬ 
llo  económico  del  país”.29  Se  observa  así  la  nueva  con- 

27  Narciso  Bassols,  Secretario  de  Educación  Pública  durante  la  ad¬ 
ministración  del  presidente  Abelardo  L.  Rodríguez,  impulsó  y  concibió 
la  educación  técnica  como  un  instrumento  para  elevar  el  nivel  de  vida 
del  proletariado  y  para  posibilitar  su  emancipación.  Al  respecto  Cf.  el 
discurso  que  pronunció  en  la  Cámara  de  Diputados  el  17  de  octubre 
de  1933,  cuando  se  discutía  la  Ley  Orgánica  de  la  Universidad  Autó¬ 
noma  de  México,  en  Moreno,  Daniel.  Presencia  de  / a  Universidad,  B. 
Costa-Amic,  2a.  ed.,  México.  1970. 

28  Cf.  Cárdenas,  Lázaro,  ob.  cit.,  pp.  215-219. 


16 


cepción  ideológica  economicista  acerca  de  la  educación 
técnica  en  el  país.  Al  año  siguiente,  en  su  informe  de  go¬ 
bierno,  Ávila  Camacho  hablaba  nuevamente  de  la  orien¬ 
tación  técnica  de  la  educación,  en  los  siguientes  térmi¬ 
nos: 

“A  efecto  de  atender  a  la  industrialización  del  país, 
se  dará  impulso  a  la  formación  de  técnicos  mexica¬ 
nos,  procurando  crear  escuelas  vocacionales  en  los 
Estados  y,  en  general,  planteles  de  capacitación  de 
trabajadores.  A  este  fin,  la  colaboración  de  la  indus¬ 
tria  nacional  será  muy  efectiva  y  sus  iniciativas  se 
tomarán  en  consideración  dentro  del  Instituto  (se  re¬ 
fería  al  Politécnico),  por  el  Consejo  Técnico  que  la 
Secretaría  del  ramo  ha  resuelto  constituir”.30 


8.  LA  UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MEXICO 

La  Universidad,  como  señalamos  al  principio,  no  po¬ 
día  mantenerse  al  margen  de  todo  este  contexto  social 
que  hemos  venido  examinando.  En  cuanto  a  la  vida 
universitaria  propiamente  dicha,  la  década  de  los  trein- 
tas  se  caracterizó  por  una  cruenta  batalla  entre  la  Uni¬ 
versidad  y  el  Estado  que  se  fue  desvaneciendo  en  los 
últimos  años  de  la  década  para  solucionarse  abierta¬ 
mente  durante  el  gobierno  de  Ávila  Camacho. 

En  septiembre  de  1933  se  verificó  el  Primer  Con¬ 
greso  de  Universitarios  Mexicanos  en  que  tuvo  lugar  la 
célebre  polémica  Antonio  Caso-Lombardo  Toledano 
acerca  de  la  posición  ideológica  de  la  universidad.  1 


29  Cf.  el  Reglamento  Provisional  del  Instituto  Politécnico  Nacional, 
publicado  en  el  Diario  Oficial  de  la  Federación  el  17  de  febrero  de 
1944.  Exposición  de  motivos. 

30  Ávila  Camacho,  Manuel.  Informe  de  gobierno  del  lo.  de  septiem¬ 
bre  de  1945,  ob.  cit.,  p.  304. 

31  Cf.  la  interesante  Polémica  Caso-Lombardo  Toledano,  Idealismo 
vs.  Materialismo  Histórico.  Universidad  Obrera  de  México,  3a  ed 
1975. 


17 


En  el  congreso  apoyado  por  el  rector  Roberto  Medellín, 
se  había  decidido  dar  una  orientación  socialista  al  ba¬ 
chillerato  de  la  Universidad,  lo  cual  no  se  llevó  a  la 
práctica  pues  como  veremos,  la  Universidad  a  la  caída 
de  Medellín  y  expulsión  de  la  Universidad  de  varios 
profesores  de  tendencia  izquierdista  se  opuso  sistemᬠ
ticamente  a  través  de  sus  posteriores  rectores  y  Consejo 
Universitario  a  la  educación  socialista,  que  según  decían 
liquidaría  la  libertad  de  cátedra. 

A  raíz  de  tales  circunstancias,  en  octubre  de  1933  se 
discutía  en  la  Cámara  de  Diputados  la  iniciativa  de  una 
nueva  Ley  Orgánica  de  la  Universidad  Autónoma  de 
México,  que  le  otorgaría  autonomía  plena  a  la  Uni¬ 
versidad,  le  restringiría  severamente  el  subsidio  estatal 
y,  le  quitaría  el  carácter  de  nacional  por  no  apegarse 
al  socialismo,  estableciéndose  a  cambio  otras  institucio¬ 
nes  de  educación  superior  principalmente  técnica,  acor¬ 
des  con  la  ideología  socialista  del  gobierno,  que  garan¬ 
tizarían  los  intereses  educacionales  de  las  masas  pro¬ 
letarias.'"  Así  surgieron  la  Universidad  Obrera  de 
México  en  1936  y  el  Instituto  Politécnico  Nacional  en 
1937. 

Con  la  nueva  Ley  Orgánica  de  la  Universidad  de 
1933  es  nombrado  rector  Manuel  Gómez  Morín,  am¬ 
pliamente  conocido  como  hombre  de  derecha,  quien  al 
enfrentarse  a  los  serios  problemas  financieros  de  la 
Universidad  puso  en  marcha  la  política  de  “"Austeridad 
y  Trabajo”.  En  forma  simultánea  se  opuso  rotunda¬ 
mente  a  que  la  Universidad  se  orientara,  como  el  resto 
de  las  instituciones  educativas  del  país,  por  una  sola 
corriente  del  pensamiento;  rector  que  se  vio  obligado 
a  renunciar  en  octubre  de  1934  por  una  huelga  estu- 


32  Nos  referimos  a  la  Ley  Orgánica  de  la  Universidad  Autónoma  de 
México  publicada  en  el  Diario  Oficial  de  la  Federación  el  23  de 
octubre  de  1933,  discutida  en  la  Cámara  de  Diputados  y  en  la  de 
Senadores  respectivamente  los  días  17  y  19  de  octubre  de  1933.  Es 
importante  Cf.  el  discurso  pronunciado  por  Bassols  el  17  de  octubre,  en 
Moreno,  Daniel  ob.  cit.,  pp.  41-88. 


18 


diantil  en  su  contra/3  En  noviembre  del  mismo  año,  el 
Consejo  Universitario  designaba  un  nuevo  rector:  Fer¬ 
nando  Ocaranza.  Casi  simultáneamente  ocupaba  la  pre¬ 
sidencia  de  la  república  Lázaro  Cárdenas.  Es  precisa¬ 
mente  durante  este  rectorado  en  el  que  se  agudiza  la 
pugna  “Universidad  libre-Estado  socialista”.34 

En  el  plan  sexenal  del  PNR  de  diciembre  de  1933 
se  eximía  a  la  Universidad  de  la  obligación  de  adoptar 
la  educación  socialista,  pero  en  agosto  de  1934  se  mo¬ 
dificó  lo  anterior  incluyendo  a  la  Universidad  entre 
las  instituciones  que  deberían  impartir  enseñanza  so¬ 
cialista.  A  esto  se  opuso  férreamente  la  Universidad 
encabezada  entonces  por  Gómez  Morín,  por  lo  que  fi¬ 
nalmente  el  proyecto  definitivo  del  PNR  de  septiembre 
de  1934  la  eximió  de  la  orientación  socialista.  Tal  me¬ 
dida,  señala  Victoria  Lerner,  resultó  insostenible  tanto 
para  la  Universidad  como  para  el  Estado. 

“Para  la  primera  porque  implicaba  mantenerse  aisla¬ 
da  políticamente,  sin  vínculos  con  el  gobierno,  del 
que  dependía  para  subsistir.  Para  el  segundo  por¬ 
que  era  suicida  mantener  una  institución  que  en  nom¬ 
bre  de  la  libertad  de  cátedra  podría  hostigarlo  y 
crearle  dificultades  infinitas”.3’ 

\ 

Y  así  fue.  La  Universidad  exenta  de  impartir  edu¬ 
cación  socialista  vio  la  posibilidad  de  establecer  una 
secundaria  afín,  es  decir,  exenta  también  del  socialismo. 
Para  ello,  aprovechó  las  declaraciones  que  hiciera  el 
Secretario  de  Educación,  Ignacio  García  Téllez,  en  el 
sentido  de  que  la  secundaria  estatal  prepararía  alumnos 
para  las  carreras  técnicas  y  no  para  las  profesiones  li¬ 
berales  de  la  Universidad;  a  ello,  la  Universidad  a  tra- 


33  Cf.  Gómez  Morín,  Manuel.  La  Universidad  de  México.  Su  fun¬ 
ción  social  y  la  razón  de  ser  de  su  autonomía,  en  1915  y  otros  ensayos, 
Jus,  México,  1973. 

34  Cf.  Ocaranza,  Fernando.  La  tragedia  de  un  rector,  pp.  365-532, 
México.  1943. 

35  Lerner,  Victoria,  ob.  cit.,  p.  148. 


19 


vés  del  rector  Ocaranza  contestó  tener  la  obligación 
de  encargarse  de  la  educación  secundaria  para  los  inte¬ 
resados  en  estudiar  profesiones  liberales.  Cárdenas  se 
opuso  a  tal  “obligación”  que  se  atribuía  la  Universidad 
y  el  13  de  marzo  de  1935  decretó  la  escuela  secunda¬ 
ria  socialista  obligatoria  imprescindible  para  continuar 
cualquier  tipo  de  estudios  superiores.  La  Universidad 
no  dio  importancia  a  tal  decreto  y  continuó  con  su  pro¬ 
yecto  de  secundaria  denominado  “curso  de  exten¬ 
sión  universitaria”,  inspirado  por  Alfonso  Caso,  para 
lo  cual  se  elaboró  un  proyecto  de  Decreto  que  autori¬ 
zaría  a  la  Universidad  para  crear  un  bachillerato  a  es¬ 
tudiarse  después  de  la  primaria.  Como  las  intenciones 
de  la  Universidad  de  establecer  una  secundaria  “libre” 
no  tuvieron  éxito,  se  siguió  por  parte  de  ella  un  juicio 
de  amparo  en  contra  del  presidente  Cárdenas,  medida 
que  tampoco  prosperó.  Al  poco  tiempo  García  Téllez 
era  sustituido  en  Educación  Pública  por  Gonzalo  Váz¬ 
quez  Vela  de  quien  relata  Ocaranza  obtuvo  un  “con¬ 
venio  de  caballeros”  para  reconocer  los  cursos  de  ex¬ 
tensión  universitaria,  mismo  que  no  se  llevó  a  la  prác¬ 
tica,  porque  en  aquellos  días,  ante  la  “asfixia  econó¬ 
mica”  que  vivía  la  Universidad,  el  rector  Ocaranza 
solicitó  al  presidente  Cárdenas  subsidio  incondicional 
del  gobierno.  Este  último,  por  su  parte,  contestó  que 
para  que  el  Estado  ayudara  económicamente  a  la  Uni¬ 
versidad,  ésta  debería  previamente  dejar  de  hacer  la 
guerra  al  gobierno.  Ante  tal  situación  el  rector  Oca¬ 
ranza  y  los  miembros  del  Consejo  Universitario  pre¬ 
sentaron  su  renuncia  en  forma  masiva  por  considerar 
que  las  condiciones  puestas  por  el  gobierno  para  la  sub¬ 
sistencia  de  la  Universidad  atentaban  seriamente  contra 
la  libertad  de  cátedra  universitaria.36 

Previamente  a  la  contestación  del  presidenta  y  a  la 
renuncia  de  las  autoridades  universitarias  por  ella  oca¬ 
sionada,  dichas  autoridades  formales  de  la  Universi- 


36  Cf.  Ocaranza,  Fernando,  ob.  cit..  pp.  381,  396-407. 


dad,  el  11  de  septiembre  de  1935  habían  señalado,  en¬ 
tre  otras,  las  siguientes  condiciones  que  a  su  juicio  de¬ 
berían  prevalecer  en  la  Universidad,  mismas  que  como 
veremos  fueron  retomadas  al  elaborarse  la  Ley  Orgáni¬ 
ca  de  1944-45: 

a)  la  Universidad  debería  seguir  siendo  considerada 
nacional; 

b)  la  Universidad  requería  de  un  subsidio  cuando 
menos  igual  al  que  disfrutaba  antes  de  la  ex¬ 
pedición  de  la  Ley  Orgánica  de  1933;  y 

c)  la  Universidad  no  podría  admitir  que  se  le  im¬ 
pusiera  ningún  credo  político,  religioso  o  filosó¬ 
fico,  como  lo  era  el  socialismo.  ‘ 

Al  renunciar  Ocaranza,  en  septiembre  de  1935,  llega 
a  la  rectoría  Luis  Chico  Goerne  y  con  su  llegada  las 
tensiones  entre  la  Universidad  y  el  Estado  se  van  dilu¬ 
yendo  poco  a  poco,  por  lo  que  la  vida  universitaria  ya 
no  interfiere  las  medidas  estatales;  lo  mismo  acontece 
en  los  rectorados  de  Gustavo  Baz  y  Mario  de  la  Cueva 
que  no  le  hacen  la  guerra  al  Estado  y  se  caracterizan 
por  su  tranquilidad.  Tranquilidad  que  se  rompe  nue¬ 
vamente  en  1944  durante  el  rectorado  de  Rodulfo  Bri- 
to  Foucher  siendo  ya  presidente  de  la  República  Ávila 
Camacho.  Ruptura  que  dio  origen  a  la  Ley  Orgánica 
de  la  UNAM.38 

En  1944,  el  Consejo  Universitario  tenía  que  nom¬ 
brar  o  ratificar  a  los  directores  de  diversas  escuelas  y 


37  Lerner,  Victoria,  ob.  cit.,  p.  160. 

,a8  Cf.  Chico  Goerne.  Luis.  La  universidad  y  la  inquietud  de  nuestro 
tiempo,  Universidad,  1937;  De  la  Cueva,  Mario.  Informe  de  la  recto¬ 
ría  1938-1942,  Imprenta  Universitaria,  México,  1942  (incluye  el  infor¬ 
me  rectoral  de  Gustavo  Baz  38-40  que  concluyó  Mario  de  la  Cueva 
41-42  como  rector  interino  por  la  designación  que  recibiera  Baz  como 
Secretario  de  Salubridad  y  Asistencia  por  parte  de  Ávila  Camacbo); 
Silva  Herzog.  Jesús.  Una  historia  de  la  universidad  de  México  y  sus 
problemas .  pp.  77-80,  Siglo  XXI,  México,  1974;  Mendieta  y  Núñez, 
Lucio.  Ensayo  Sociológico  sobre  la  universidad,  pp.  78-80,  UNAM, 
1953;  Jiménez  Rueda,  Julio.  Historia  Jurídica  de  la  Universidad  de 
México,  pp.  225-250,  UNAM.  1955. 


21 


facultades,  situación  que  trajo  problemas  principalmen¬ 
te  por  lo  que  respecta  a  la  Escuela  Nacional  Prepara¬ 
toria  y  la  Escuela  Nacional  de  Medicina  Veterinaria, 
en  donde  las  opiniones  de  sus  integrantes  se  dividieron 
radicalmente  ocasionando  finalmente  la  renuncia  del 
rector  Brito  Foucher.  Acto  seguido  la  Universidad  se 
dividió  en  dos  bandos  cada  uno  de  los  cuales  designó 
su  propio  rector:  el  denominado  “Directorio”  que  tuvo 
como  rector  interino  a  Pedro  Argüelles  y  posteriormen¬ 
te  a  Manuel  Gual  Vidal  como  rector  definitivo;  y  el 
grupo  que  sostuvo  como  rector  interino  a  Samuel  Ra¬ 
mírez  Moreno,  quien  había  fungido  como  Secretario 
General  de  la  Universidad  durante  la  administración 
de  Brito  Foucher,  y  que  nombró  posteriormente  como 
rector  definitivo  a  José  Aguilar  Álvarez.  Ambos  ban¬ 
dos  consideraban  ser  poseedores  de  la  razón  y  la  lega¬ 
lidad  y  buscaron,  por  separado,  el  apoyo  del  presidente 
Avila  Camacho. 

Unos  días  antes,  el  Secretario  de  Educación  Torres 
Bodet  había  sugerido  al  Presidente  Avila  Camacho  que 
el  Estado  permaneciera  “neutral”  ante  el  conflicto  uni¬ 
versitario.  Le  transmitía  y  con  ello  le  proponía  tomar 
las  medidas  que  había  acordado  en  una  junta  él,  Al¬ 
fonso  Caso  y  Eduardo  García  Máynez:  que  el  presi¬ 
dente  no  mediara  en  el  conflicto  y  propusiera  a  los  gru¬ 
pos  contendientes  un  procedimiento  universitario  con¬ 
sistente  en  delegar  la  función  arbitral  en  una  “Junta 
de  Avenimiento”  integrada  por  las  personas  que  hu¬ 
biesen  sido  rectores  durante  la  etapa  de  la  autonomía 
universitaria  con  excepción  del  rector  Brito  Foucher 
por  encontrarse  vinculado  directamente  en  el  conflicto. 
La  junta  de  exrectores  se  integraría  por  García  Téllez, 
Gómez  Morín,  Ocaranza,  Baz,  De  la  Cueva  y  Chico 
Goerne.  Tal  fue  la  forma  en  que  procedió  Ávila  Ca¬ 
macho  y  la  junta  de  exrectores  se  integró  designando 
como  rector  de  la  L^niversidad  a  Alfonso  Caso.39  La 

S9  Cf.  Torres  Bodet,  Taime,  ob.  cit.,  pp.  143-159;  González  Oropeza, 
Manuel.  Génesis  de  la  Ley  Orgánica  de  la  UNAM ,  en  prensa. 


misma  junta  elaboró  las  famosas  ‘‘Bases  para  el  go¬ 
bierno  provisional  de  la  institución”40  que  daban  vida 
a  un  Consejo  Constituyente  Universitario  que  a  más 
tardar  el  31  de  diciembre  de  1945  debería  tener  for¬ 
mulado  el  nuevo  Estatuto  que  regiría  la  vida  univer¬ 
sitaria.  Sin  embargo,  un  año  antes  de  la  fecha  prevista 
por  las  Bases,  el  Constituyente  Universitario  había  ido 
más  allá  de  las  atribuciones  encomendadas,  al  tener  ela¬ 
borado  el  proyecto  de  una  nueva  Ley  Orgánica  de  la 
Universidad,  que  unos  días  después  se  convertiría  en 
ley  que  daría  pie  para  que  en  su  informe  de  gobierno 
de  1945  Avila  Camacho  se  expresara  así: 

“Han  pasado  los  días  en  que  una  polémica  inconve¬ 
niente  se  empeñó  en  distanciar  a  la  Universi¬ 
dad  de  las  autoridades.  El  Ejecutivo  se  congratula  de 
ello...”.41 

Lo  anterior  se  explica  fácilmente.  Ni  al  Estado  ni  al 
grupo  gobernante  de  la  Universidad  le  convenía  la  ley 
de  1933  acusada  de  dar  “inestabilidad  a  la  institu¬ 
ción”.  Dicha  ley  de  1933  no  contribuiría  a  la  “unidad 
nacional”  avilacamachista  y  sí  en  cambio  favorecería 
el  distanciamiento  entre  la  LIniversidad  y  el  Estado, 
propio  del  cardenismo. 

Conforme  a  la  exposición  de  motivos  de  la  nueva 
ley  universitaria,42  de  la  misma  forma  que  los  “intere¬ 
ses  nacionales”  estarían  sobre  cualquier  interés  indivi¬ 
dual,  los  “intereses  universitarios”,  y  por  lo  mismo  de 
la  cultura,  lo  estarían  sobre  los  intereses  de  cualquier 

40  Cf.  Bases  aprobadas  por  la  junta  de  exrectores  de  la  UNAM  para 
el  gobierno  provisional  de  la  institución,  5/VIII/44,  en  Compilación 
de  legislación  universitaria  de  1910  a  1976 .  t.  i.  pp.  359-361.  UNAM 
1977. 

V 

41  Avila  Camacho,  Manuel  Informe  de  gobierno  deb  lo.  de  sep¬ 
tiembre  de  1945 .  ob.  cit .,  p.  304. 

42  Cf.  Caso,  Alfonso.  Anteproyecto  de  Ley  Orgánica  de  la  UNAM, 
Imprenta  Universitaria,  1944.  La  discusión  de  dicho  anteproyecto  por 
el  Consejo  Constituyente  Universitario  puede  consultarse  en  González 
Oropeza,  Manuel,  ob.  cit.  Las  discusiones  del  proyecto  de  ley  en  las 
Cámaras  de  Diputados  v  Senadores  se  pueden  consultar  en  Hurtado 
Márquez,  Eugenio.  La  Universidad  autónoma  1929-1944,  pp.  122-198. 
UNAM,  1976. 


grupo  universitario.  La  Universidad  estaría  al  "servicio 
de  la  nación”  y  de  ahí  que  recuperara  el  carácter  de 
“nacional”  tan  anhelado  en  los  tiempos  de  Gómez  Mo- 
rín  y  Ocaranza.  Sobre  el  reclamo  que  la  Universidad 
hacía  para  ser  nuevamente  nacional,  Ávila  Camacho 
se  expresaba  así: 

“En  tal  virtud,  el  solo  hecho  de  reclamarlo  implica 
una  voluntad  de  servicio  patrio,  sin  distinción  de  sec¬ 
tas,  de  credos,  de  partidos  o  de  facciones”.4. 

Junto  con  el  recuperado  carácter  de  “nacional”  la 
Universidad,  en  la  nueva  ley,  obtenía  formalmente  lo 
que  tanto  había  solicitado  Ocaranza:  subsidio  estatal 
amplio  al  mismo  tiempo’  que  vida  universitaria  “libre 
y  al  margen  de  cualquier  dogma,  credo  o  ideología”, 
toda  vez  que  la  “unidad  nacional”  en  boga  sería 
trasladada  a  la  Universidad  como  la  “unidad  de  todos 
los  universitarios”  en  una  “comunidad  de  cultura”  en 
la  que  sus  miembros  profesores  y  alumnos  por  encima 
de  sus  diferencias  ideológicas  no  perseguirían  fines  an¬ 
tagónicos  sino  complementarios:  enseñar  y  aprender. 
También  se  liquidaría  una  vieja  pugna  al  establecerse 
legalmente  la  secundaria  de  la  UNAM  que  formaría 
parte  de  su  bachillerato.  A  lo  anterior  hay  que  agregar 
que  con  la  nueva  ley  la  Universidad  va  a  ser  conside¬ 
rada  como  una  corporación  pública  bajo  la  forma  de 
organismo  descentralizado  del  Estado. 

En  un  trabajo  de  esta  naturaleza  no  nos  hemos  pro¬ 
puesto  analizar  el  contenido  ideológico  de  la  Ley  Orgᬠ
nica  de  1944-45,  ni  la  exposición  de  motivos  del  rec¬ 
tor  Caso  que  la  respalda,  por  lo  que  podemos  concluir 
ya  diciendo  que  la  Universidad  enemistada  con  el  go¬ 
bierno  de  tendencias  socialistas  durante  la  década  de 
los  treintas,  guarda  buenas  relaciones  con  el  nuevo  go¬ 
bierno  avilacamachista  dentro  del  contexto  socioeconó- 

43  Palabras  del  presidente  Ávila  Camacho  contenidas  en  el  Proyecto 
de  Ley  Orgánica  de  la  UNAM  enviado  a  la  Cámara  de  Diputados  en 
1944,  en  Hurtado  Márquez,  Eugenio,  ob.  cit.,  p.  111. 


24 


mico  y  político  del  país  nada  halagador  al  que  nos  he¬ 
mos  referido,  y  al  que  corresponde  plenamente  la  Ley 
Orgánica  de  la  UNAM. 


Editor:  Lie.  José  Treyiño  R. 

Corrección:  Ricardo  Martínez  Guzmán 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Unidad  Bibliográfica,  Centro  Cultural 
Universitario,  CU 
México  20,  D.  F. 


Imprenta  Madero,  S.  A. 
Impreso  y  hecho  en  México 


TOMO  XI:  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA  UNIVERSI¬ 
DAD,  EL  CASO  DE  LA  UNAM;  122»  Camilo  Mena.  BREVE  HISTORIA  DE  LA 
UNIVERSIDAD  CENTRAL  DE  ECUADOR;  123  ■  Guillermo  Soberón.  LAS  UNI¬ 
VERSIDADES  MEXICANAS  Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS;  124BAngel  Vian  Or- 
tuño.  POEMA  Y  PROBLEMA  SOCIAL  DEL  DESARROLLO  CIENTIFICO- 
TECNOLOGICO;  1 25  ■  Diego  Valadés.  LAS  LEYES  ORGANICAS  DE  LA  UNIVER¬ 
SIDAD  NACIONAL  AUTONOMA  DE  MEXICO;  1 26BGilberto  Silva  Ruiz.  NUEVOS 
"ESPACIOS  ACADEMICOS".  UNA  ALTERNATIVA  MAS  A  LA  DESCENTRALIZA¬ 
CION  DE  LA  EDUCACION  SUPERIOR  EN  MEXICO;  127  ■  Fernando  Curiel.  LA 
RADIODIFUSION  UNIVERSITARIA;  128BLuisJ.  Molina  Piñeiro,  Marcela  Barnet- 
che  Montero.  Arturo  Sánchez  Vázquez.  ANALISIS  DE  CONTENIDO  DE  LOS  EDI¬ 
TORIALES  EN  DIEZ  DIARIOS  DEL  D.  F„  EN  TORNO  A  LA  SUSPENSION  ILEGAL 
DE  LABORES  EN  LA  UNAM,  PROMOVIDA  POR  EL  STUNAM,  DURANTE  EL  LAP¬ 
SO  JUNIO-JULIO  DE  1977;  l29BJosé  Eduardo  López  Latorre.  SITUACION  HIS¬ 
TORICA  DE  LA  EDUCACION  SUPERIOR  EN  MEXICO;  1 30  B  Guillermo  Soberón 
Acevedo.  ESFUERZOS  RECIENTES  DE  LA  UNIVERSIDAD  NACIONAL  AUTONO¬ 
MA  DE  MEXICO  EN  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS; 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 

SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 

DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 

SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 

ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 

COORDINACION  DE  HUMANIDADES 

RUBEN  BONIFAZ  ÑUÑO 

CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 

LIC.  ELENA  JEANNETTI  DAVILA 


LA  AUTONOMÍA  UNIVERSITARIA 
EN  AMÉRICA  LATINA  Y  MÉXICO 

Jorge  Mario  García  Laguardia* 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


*  Texto  de  la  conferencia  pronunciada  en  la  Universidad  Complu¬ 
tense  de  Madrid,  el  12  de  mayo  de  1980,  dentro  de  las  actividades 
de  apoyo  a  la  Exposición  50  años  de  Autonomía  de  la  UNAM.  El  autor 
es  investigador  titular  del  Instituto  de  Investigaciones  Jurídicas  de  la 
UNAM,  Jefe  de  su  Área  de  Historia  del  derecho  y  Asesor  de  la  Se¬ 
cretaría  General  de  la  Unión  de  Universidades  de  América  Latina. 
Autor  de  varios  trabajos  en  la  misma  línea  entre  ellos  Legislación 
Universitaria  de  América  Latina.  México:  UNAM-UDUAL,  1973  y  La 
Autonomía  Universitaria  en  América  Latina.  Mito  y  realidad.  México: 
Comisión  de  estudios  técnicos  y  proyectos  legislativos  de  la  UNAM, 
1977. 


3 


I.  INTRODUCCIÓN 

Nuestra  presencia  aquí,  está  cargada  de  profunda  emo¬ 
ción.  Profundos  y  perdurables  vínculos  culturales  unen 
a  México  con  España,  desde  sus  orígenes. 

El  siglo  xvi  — desde  el  punto  de  vista  de  la  historia 
de  las  ideas  y  en  la  relación  entre  España  y  América — , 
significa  el  gigantesco  proyecto  del  trasplante  de  la  cul¬ 
tura  de  un  mundo  a  otro  y  el  posterior  sincretismo  crea¬ 
dor.  Y  en  ésto,  la  Universidad  española,  especialmente 
a  través  de  la  de  Salamanca,  aparece  como  el  gran  mo¬ 
delo  universitario  animador.  Formadora  — además — 
de  multitud  de  estudiantes  que  tomaron  parte  en  la  obra 
precursora  cultural  en  América. 

Tempranamente,  se  inicia  la  vida  universitaria  en  el 
nuevo  mundo.  La  primera  Universidad,  la  de  Santo 
Domingo,  se  funda  en  1538.  Las  de  México  y  Lima  en 
1551.  Al  momento  de  la  Independencia,  en  las  prime¬ 
ras  décadas  del  siglo  xix,  existen  más  de  25  institucio¬ 
nes  de  educación  superior. 

Salamanca  fue  el  modelo,  prototipo  de  todas  las  uni¬ 
versidades  americanas,  que  en  gran  medida  fueron  sus 
“hij  as  e  imitadoras”.  La  bula  de  Martín  V.,  de  1442, 
en  la  que  ordenaron  sus  constituciones  — y  los  Esta¬ 
tutos  de  1538  y  1561 —  constituyen  el  pilar  del  derecho 
universitario  salamantino  y  de  la  América  española. 

Fue  el  modelo  adoptado  por  las  autoridades  metro¬ 
politanas  para  organizar  las  nuevas  instituciones,  y 
cuando  hubo  necesidad  de  introducir  reformas,  como 
las  fundamentales  a  finales  del  siglo  xviii,  que  conmo¬ 
vieron  muchas  de  las  universidades  americanas,  también 
se  volvieron  los  ojos  al  patrón  salamantino. 

México  y  Lima,  posiblemente  las  más  importantes 


4 


universidades  americanas  del  periodo  colonial,  “fueron 
sus  fieles  continuadoras  y  portadoras  de  su  perenne 
mensaje  de  docencia”  a  partir  del  siglo  xvi.  Lo  que 
París  significó  en  Europa  y  Salamanca  en  España,  lo 
representaron  México  y  Lima  en  América.  Pero  Sala¬ 
manca  fue  la  raíz  de  todas,  el  tronco  vivificador,  el  mo¬ 
delo  y  “Alma  Mater”. 

Por  eso,  la  presencia  aquí,  de  universitarios  ameri¬ 
canos,  está  llena  de  profunda  reverencia.  Y  nuestra  in¬ 
tervención,  en  la  que  haremos  una  breve  aproximación 
al  régimen  de  la  autonomía  universitaria  en  América 
Latina  y  especialmente  en  México,  la  entendemos  como 
un  emocionado  homenaje  a  la  Universidad  española. 


/ 


II.  LA  CONSTITUCION  A  LIZAClÓN  DEL  REGIMEN 

UNIVERSITARIO 

El  régimen  universitario  en  América  Latina  no  es  aco¬ 
gido  en  los  primeros  proyectos  constitucionales  ni  en 
las  primeras  constituciones  vigentes.  Razones  históricas 
explican  este  hecho.  El  proceso  emancipador  significó 
a  la  vez  que  el  rompimiento  de  vínculos  con  España,  el 
abandono  de  la  teoría  del  derecho  divino  de  los  reyes 
y  la  adopción  de  un  nuevo  régimen  político.  El  cons¬ 
titucionalismo  liberal  formula  su  programa  en  la  pri¬ 
mera  generación  de  la  independencia,  malogrado  por 
falta  de  sustentación  económica  y  se  realiza,  al  menos 
formalmente,  en  la  segunda  mitad  del  siglo  xix,  cuando 
una  serie  de  textos,  reafirman  la  decisión  por  los  prin¬ 
cipios  demoliberales  anunciados  en  sus  primeros  años. 
Fijó  una  serie  de  libertades-resistencia  que  establecie¬ 
ron  alrededor  del  individuo  una  zona  de  protección. 

Pero  los  movimientos  sociales  del  siglo  pasado  y  el 
crecimiento  acelerado  que  se  produce  en  los  primeros 
años  del  actual,  obligan  a  replantear  la  propia  razón 
del  Estado,  orientándose  al  reconocimiento  de  su  cada 
vez  mayor  intervención  en  la  vida  social.  Junto  al  for¬ 
talecimiento  de  las  libertades  individuales,  se  produce 
la  institucionalización  de  las  libertades-participación. 
Una  fuerte  corriente  se  inicia  desde  la  Primera  Guerra 
y  se  acentúa  después  de  la  Segunda,  que  tiende  a  la 
constitucionalización  de  los  derechos  sociales,  exten¬ 
sión  de  la  democracia,  ampliación  de  problemas  tra¬ 
tados  constitucionalmente  y  tecnificación  del  aparato 
constitucional.  La  Constitución  Mexicana  de  1917,  mar¬ 
ca  el  inicio  de  este  proceso. 

Sobre  la  base  de  una  transformación  de  su  estruc¬ 
tura  económica,  advinieron  esenciales  mutaciones  en  la 
región,  en  las  primeras  décadas  de  este  siglo.  En  el 


6 


aspecto  social,  aparece  un  incipiente  proletariado  ur¬ 
bano  y  se  produce  una  ampliación  inusitada  de  la  clase 
media,  que  produce  una  movilidad  vertical  que  sus¬ 
tituye  el  inmovilismo  del  periodo  anterior  en  el  que  los 
sectores  medios  solamente  constituían  una  limitada  ca¬ 
pa  que  separaba  a  la  élite  dirigente  decimonónica  de 
ia  masa  popular  desorganizada.  En  lo  político,  un 
proceso  de  transferencia  del  poder  de  la  vieja  aristo¬ 
cracia  terrateniente  a  la  clase  media  y  a  la  incipiente 
burguesía  urbana,  lo  que  obliga  a  institucionalizar  una 
política  de  intervencionismo  del  Estado,  que  se  forta¬ 
lece  en  la  crisis  del  30.  LTna  transformación  demogrᬠ
fica  tipificada  por  un  aumento  significativo  de  la  po¬ 
blación,  ampliación  de  los  servicios  educativos  y  desa¬ 
rrollo  cuantitativo  y  cualitativo  de  la  administración 
pública,  que  genera  una  burocracia  especializada  y  en 
proceso  de  autonomía.  Y  el  desarrollo  de  movimientos 
políticos  de  corte  socialista. 

Las  nuevas  orientaciones  del  constitucionalismo  son 
adoptadas,  más  que  como  producto  de  una  lucha  po¬ 
pular  por  obtenerlos,  como  concesión  de  una  clase  media 
en  ascenso  en  busca  de  ampliación  de  sus  bases  de  apo¬ 
yo  político  y  social:  "‘insistiendo  en  que  la  política  eco¬ 
nómica  de  los  últimos  cincuenta  o  sesenta  años  no  había 
creado  una  ‘vida  nacional  plena’  porque  había  sido 
concebida  en  el  vacío,  los  nuevos  dirigentes  de  los  sec¬ 
tores  medios  prometieron  no  solamente  el  progreso  eco¬ 
nómico,  sino  también  la  democracia  social.  A  las  abs¬ 
tracciones  políticas  y  morales  por  las  que  sus  dirigen¬ 
tes  habían  luchado  durante  el  periodo  de  la  indepen¬ 
dencia  añadieron  la  exigencia  de  que  se  pusiera  a  dis¬ 
posición  de  los  electores  que  votaran  sus  plataformas, 
una  participación  mayor  en  los  beneficios  materiales  y 
culturales  que  habían  hecho  posibles  la  técnica  del 
siglo  xx.  Insistían  en  que  el  económico  fuera  el  princi¬ 
pal  problema  político  y  que  se  agregaran  garantías  so- 


7 


cíales  a  las  garantías  individuales”.1  Y  en  la  región,  el 
constitucionalismo  básicamente  se  orientará  a  recoger 
los  derechos  económico-sociales,  la  modificación  del  de¬ 
recho  quiritario  de  la  propiedad  y  la  formulación  de 
garantías  constitucionales  contra  los  excesos  de  gobier¬ 
no.  Del  análisis  de  las  Constituciones  que  a  partir  de 
1917  se  han  promulgado  en  la  región,  podemos  inferir 
que  el  nuevo  constitucionalismo  se  ha  orientado  por  las 
siguientes  tendencias:  racionalización  del  poder;  cam¬ 
bio  en  la  filosofía  general;  recepción  del  derecho  inter¬ 
nacional;  ampliación  de  la  democracia  y  tecnificación 
del  aparato  político;  conclusión  del  tratamiento  de  as¬ 
pectos  económicos;  sistemas  de  garantía  y  semiparlamen- 
tarismo  y  preponderancia  presidencial  como  tendencias 
paralelas. 

Desde  el  centro  de  interés  que  hoy  nos  preocupa,  se 
percibe  una  tendencia  a  ampliar  el  catálogo  de  dere¬ 
chos  individuales  y  la  constitucionalización  de  los  so¬ 
ciales.  Y  la  inclusión  a  nivel  constitucional,  de  materias 

4 

antes  no  contempladas,  que  muchas  veces  representan 
típicas  reivindicaciones  de  clase  media:  educación,  fa¬ 
milia,  seguridad  social,  salud  y  asistencia  e  indigenismo. 

El  intervencionismo  estatal  se  hace  evidente  en  mu¬ 
chos  aspectos  y  en  orden  a  la  cultura,  se  considera  que 
el  acceso  a  sus  beneficios  es  imperativo  indispensable 
para  el  desarrollo  de  las  nuevas  sociedades.  Así,  en 
muchas  constituciones  aparecen  disposiciones  específi¬ 
cas  sobre  el  derecho  y  deber  de  instrucción,  educación 
laica  y  obligatoria,  escuelas  especiales,  ayuda  a  estu¬ 
diantes,  etc.  Y  la  educación  superior  viene  a  ser 
acogida  en  algunos  textos  con  una  doble  significación: 
por  una  parte  fijando  su  filosofía  general  y  la  obliga¬ 
ción  del  Estado  de  impulsarla  y  organizaría  y  en  algu- 

1  John  Johnson,  La  transformación  política  de  América  Latina.  Surgi¬ 
miento  de  los  sectores  medios.  Buenos  Aires:  Hachette  editores,  1961). 


8 


nos  casos  reconociendo  la  autonomía  de  las  institucio¬ 
nes  universitarias  a  efecto  de  garantizar  la  pureza  del 
servicio  y  preservarlo  de  la  inestabilidad  política. 

Ya  en  el  siglo  pasado,  algunas  instituciones  universi¬ 
tarias  habían  logrado  cierta  independencia  del  gobierno 
central.  Chile  (1879),  Argentina  con  la  Ley  Avellaneda 
(1885),  Uruguay  (1885).  Pero  es  en  Córdoba,  Argen¬ 
tina,  en  1918,  donde  se  produce  el  movimiento  renova¬ 
dor  más  significativo.  El  cambio  social  que  hemos  apun¬ 
tado  antes  y  que  modificaba  ya  el  aire  público  total 
'  de  la  sociedad  latinoamericana,  chocó  con  la  arcaica 
estructura  universitaria  que  se  resistía  a  su  modifica¬ 
ción,  en  manos  de  conservadoras  generaciones  acadé¬ 
micas  avejentadas  en  el  ejercicio  abusivo  del  poder.  Des¬ 
de  entonces,  el  principio  de  la  autonomía  de  los  centros 
universitarios  — punto  central  del  Decálogo  de  la  re¬ 
forma — ,  quedará  como  un  principio  de  todos  los  pro¬ 
gramas  revolucionarios,  impulsados  en  mayor  o  menor 
medida  por  segmentos  de  las  clases  medias  y  después 
del  triunfo  de  éstos,  aparecerá  en  algunos  países,  el  re¬ 
conocimiento  constitucional  del  régimen  universitario 
y  de  la  autonomía,  como  una  de  sus  conquistas. 

El  antecedente  más  remoto  de  este  reconocimiento 
lo  hemos  encontrado  en  la  Constitución  uruguaya  de 
1918  en  cuyo  artículo  100,  apuntaba  que  “los  diversos 
servicios  que  constituyen  el  dominio  industrial  del  Es¬ 
tado,  la  instrucción  superior,  secundaria  y  primaria  y 
la  asistencia  y  la  higiene  pública,  serán  administrados 
por  Consejos  Autónomos”.  En  la  aplicación  de  este 
precepto,  Aldo  Solari  recuerda  cómo  la  Universidad 
“siguió  elevando  nombramientos  y  planes  de  estudio 
al  Poder  Ejecutivo,  hasta  que  éste  los  devolvió,  afir¬ 
mando  él,  la  teoría,  de  que  la  autonomía  universitaria 
hacía  innecesaria  la  ratificación  y/o  aprobación  que  se 
solicitaba”. 


9 


En  un  sentido  más  preciso  se  manifiesta  la  reforma 
constitucional  que  se  produjo  en  Guatemala,  a  la  caída 
del  dictador  Manuel  Estrada  Cabrera,  abogado  que 
gobernó  ese  país  de  1898  a  1920,  personaje  central  en 
la  novela  de  Miguel  Ángel  Asturias  El  Señor  Presidente. 
Con  pulcra  técnica  recogió  el  principio  en  el  art.  77, 
inciso  6:  “La  Universidad  organizará  y  dirigirá  la  en¬ 
señanza  profesional.  Hará  sus  Estatutos,  nombrará  a 
sus  catedráticos  y  empleados  y  tendrá  bajo  su  depen¬ 
dencia  los  edificios  que  le  pertenezcan;  gozará  de  per¬ 
sonalidad  jurídica  para  adquirir  bienes  y  administrar¬ 
los,  así  como  sus  rentas;  pero  para  enajenar  los  inmue¬ 
bles  se  sujetará  a  las  prescripciones  legales”.  Años  más 
tarde,  — en  1944 —  el  movimiento  contra  un  nuevo  dic¬ 
tador,  el  General  Jorge  Ubico,  abrió  de  nuevo  el  camino 
al  reconocimiento  constitucional  de  la  autonomía  y  del 
régimen  universitario,  que  fue  elevado  a  disposición 
constitucional  en  el  art.  84  de  la  Carta  de  1945,  que 
influirá  claramente  en  los  otros  países  centroamerica¬ 
nos,  que  en  diversas  fechas  posteriores  siguieron  la 
huella  marcada. 

En  Bolivia,  desde  la  primera  Convención  Nacional 
de  Estudiantes  en  1928,  se  incluyó  un  rubro  sobre  Re¬ 
forma  Constitucional ,  en  el  que  se  propugnaba  por  el 
reconocimiento  constitucional  del  control  de  todo  el  sis¬ 
tema  educativo  por  la  Universidad  y  el  otorgamiento 
a  ese  nivel  de  su  autonomía.  Y  el  año  siguiente,  en  la 
segunda  Convención ,  se  formuló  un  Anteproyecto  de 
reforma  constitucional  relativo  a  la  autonomía.  Desde 
ese  momento,  se  considera  como  única  vía  adecuada 
para  preservarla,  su  reconocimiento  a  nivel  de  la  norma 
fundamental:  “Sólo  los  preceptos  constitucionales  po¬ 
drán  evitar  que  la  autonomía  universitaria  sea  burlada”, 
decía  el  Presidente  de  la  primera  convención  estudian¬ 
til.  En  1930,  la  Junta  de  Gobierno  — en  el  No.  8  del 
Referendum  Nacional —  incorporó  a  la  Constitución 


la  sección  del  Régimen  Universitario  en  la  que  se  ini¬ 
cia  el  reconocimiento  de  la  autonomía  que  se  afirma 
definitivamente  cuando  en  la  constituyente  de  1988  se 
aprobaron  varios  artículos  sobre  el  problema,  que  que¬ 
darán  como  constante  en  el  constitucionalismo  boliviano. 

En  Ecuador,  la  autonomía  adquiere  jerarquía  cons¬ 
titucional  en  el  texto  de  1945.  Y  en  la  Constitución  del 
año  siguiente  “seguramente  para  evitar  que  se  cercenara 
por  vía  legislativa  el  principio”  — al  decir  de  Risieri 
Frondizi —  se  le  ratificó  sin  condición  alguna  y  se  sos¬ 
tiene  en  la  hoy  vigente.  Creamos,  afirma  con  razón 
aunque  con  optimismo  discutible,  el  ex-Rector  de  la 
Universidad  Central,  Luis  Verdesoto  Salgado,  “el  dere¬ 
cho  Constitucional  de  la  Autonomía  Universitaria,  como 
parte  sustantiva  del  Derecho  Constitucional  de  la  Cul¬ 
tura.  La  Universidad,  gracias  a  él,  se  hallaba  lejos  de 
los  avatares  de  la  política  transitoria”. 

En  México,  a  partir  de  1972,  se  inició  un  proceso 
hacia  la  constitucionalización  de  la  autonomía.  El  enton¬ 
ces  presidente  Echeverría,  ofreció  enviar  al  Congreso  de 
la  Unión,  una  iniciativa  de  Ley  en  ese  sentido  y  el  Rec¬ 
tor  de  la  Universidad  Nacional  comentó  entonces  que  “el 
hecho  de  elevar  a  garantía  constitucional  la  autonomía 
universitaria,  indica  el  deseo  de  darle  una  jerarquía  más 
alta,  la  más  alta  de  nuestro  derecho”.  Y  en  octubre  de 
1979,  el  Presidente  José  López  Portillo,  envió  al  Con¬ 
greso  una  iniciativa  de  Decreto,  por  el  que  se  adiciona 
con  una  fracción,  la  vm,  el  artículo  3o.  de  la  Consti¬ 
tución. 

También  se  percibe  en  otras  regiones  un  movimien¬ 
to  en  la  misma  dirección,  persistente,  aunque  aún  sin 
futuro  cierto.  En  Colombia,  por  ejemplo,  — en  1971 — 
el  propio  Presidente  de  la  República,  Misael  Pastrana, 
se  lamentó  que  la  reforma  de  la  constitución  del  año 
68,  atribuyera  el  nombramiento  de  Rectores  al  Gobier¬ 
no  central,  afirmó  haber  entregado  a  los  Consejos  Di- 


11 


rectivos  la  selección  del  nombre  de  los  Rectores  y  ha¬ 
berse  limitado  el  gobierno  a  confirmarlos,  “devolvien¬ 
do  esa  parte  esencial  de  la  autonomía”,  y  ofreció  llevar 
al  Congreso  una  reforma  constitucional  de  la  “trans¬ 
ferencia  de  funciones”  que  se  empantanó  en  el  proceso 
parlamentario. 

Es  precisamente  éste  el  centro  del  problema.  Se  tra¬ 
ta  de  elevar  a  categoría  constitucional  el  reconocimien¬ 
to  de  los  derechos  universitarios,  a  efecto  de  mantener¬ 
los  fuera  de  los  vaivenes  de  nuestra  accidentada  histo¬ 
ria,  y  preservar  la  independencia  y  jerarquía  de  su  ejer¬ 
cicio.  La  Constitución  representa  el  nivel  más  alto  del 
sistema  jurídico,  “el  derecho  fundamental  de  la  orga¬ 
nización”.  La  rigidez  de  la  norma  suprema,  garantiza 
la  estabilidad  formal  de  los  preceptos. 

En  este  sentido,  se  ha  orientado  también  la  Unión 
de  Universidades  de  América  Latina ,  — organismo  coor¬ 
dinador  de  las  universidades  de  la  región — ,  que  desde 
el  primer  Congreso  de  Universidades  Latinoamerica¬ 
nas,  reunido  en  Ciudad  de  Guatemala,  en  septiembre 
de  1949,  apuntó  en  su  acuerdo  número  tres,  que  “la 
legislación  positiva  de  la  mayor  parte  de  las  universi¬ 
dades  no  abarca  una  autonomía  integral  en  sus  aspectos 
docentes,  administrativos  y  económicos,  siendo  indis¬ 
pensable  que  prescripciones  constitucionales  en  cada 
país,  sean  las  que  regulen  su  estructura  para  la  efecti¬ 
va  realización  de  sus  altos  fines”  y  resolvió  que  todas 
las  Universidades  signatarias  de  la  resolución,  deberían 
gestionar  ante  los  poderes  públicos  correspondientes, 
“que  todos  los  puntos  contenidos  en  ella  se  consignen 
en  su  Constitución  Política”.  Y  más  tarde,  en  la  reso¬ 
lución  No.  5  de  su  V  Asamblea  General,  sobre  Vigencia 
y  Defensa  de  la  Autonomía  Universitaria,  se  recomendó 
como  una  medida  para  defenderla  que  “se  eleve  a  pre¬ 
cepto  constitucional  el  principio”. 


12 


El  estudio  de  los  textos  constitucionales,  nos  permite 
formular  una  clara  división  entre  aquellas  constitucio¬ 
nes  que  contienen  disposiciones  expresas  acerca  del  ré¬ 
gimen  universitario  y  las  que  solamente  hacen  refe¬ 
rencia  al  sistema  educativo  en  general. 

Y  el  estudio  de  su  articulado,  nos  permite  formular 
un  catálogo  de  enfoques  — objeto  de  otro  estudio — 
que  dichos  textos  adoptan  sobre  la  materia.  Así  pueden 
analizarse:  declaraciones  expresas  y  simples  a  la  auto¬ 
nomía,  intentos  de  definir  el  concepto,  análisis  del  con¬ 
trol  estatal  a  la  educación  superior,  patrimonio  univer¬ 
sitario,  libertad  de  cátedra,  libertad  de  enseñanza  y 
universidades  privadas  y  otras  disposiciones  generales. 


13 


III.  DEFINICIÓN  DE  LA  AUTONOMÍA  UNIVERSITARIA 

Como  se  ha  afirmado  antes,  en  América  Latina  se  pro¬ 
dujeron  antes  y  después  de  las  guerras  mundiales,  cam¬ 
bios  sustanciales  determinados  por  su  vinculación  al 
mercado  internacional,  la  urbanización,  la  industriali¬ 
zación  en  algunos  países,  y  en  general  la  modernización. 
La  Universidad  cargó  con  parte  del  precio  que  hubo 
que  pagar  en  este  proceso  y  fuera  de  precedentes  deci¬ 
monónicos  que  han  sido  señalados,  en  Argentina  en 
1918,  se  rehizo  su  estructura  a  través  de  un  plantea¬ 
miento  global  de  reforma.  En  el  centro  del  mismo  y 
como  conquista  lograda  estuvo  su  autonomía,  que  car¬ 
gada  de  fuerza  emocional,  dirige  su  reciente  historia. 
Y  que  esencialmente  significó,  frente  al  pasado  inme¬ 
diato,  la  radical  separación  de  la  Universidad  y  el 
Estado. 

Como  muchas  otras  ideas  de  curso  corriente  en  los 
años  recientes,  existe  cierta  anarquía  en  el  uso  del  tér¬ 
mino,  que  se  usa  con  muy  diversas  connotaciones,  por 
lo  que  se  hace  necesario  delimitarlo.  Creemos  que  su 
noción  puede  formularse  analizando  la  relación  entre 
la  Universidad  y  el  Estado.  En  la  independencia  frente 
al  gobierno  central  y  en  su  capacidad  de  autogobierno 
y  administración,  está  la  clave  de  su  formulación. 

El  desarrollo  de  la  sociedad  y  el  aumento  de  servi¬ 
cios  que  debe  prestar  el  gobierno,  hace  necesarios  pro¬ 
cesos  de  descentralización  administrativa,  para  facilitar 
su  atención.  Algunas  funciones  propias  del  Estado,  son 
atribuidas  a  órganos  especiales  a  los  que  se  otorga  po¬ 
deres  específicos  de  gestión.  La  Universidad,  es  un 
típico  órgano  de  este  tipo.  Su  autonomía,  consiste  en 
la  capacidad  de  formular  su  propia  legislación,  desig¬ 
nar  sus  autoridades,  planificar  su  actividad  académica 
y  disponer  de  sus  fondos  con  plena  libertad. 


14 


Comprende  diversos  aspectos:  autonomía  de  gobier¬ 
no ,  facultad  de  nombrar  y  remover  sus  propias  autori 
dades  fijando  sus  atribuciones,  y  los  mecanismos  de 
designación;  autonomía  académica ,  potestad  de  nombrar 
y  remover  su  personal  académico  según  normas  libre¬ 
mente  formuladas,  reclutar  personal  docente,  fijar  sus 
planes  y  programas  de  estudio  e  investigación,  expedir 
títulos  y  certificados,  así  como  revalidaciones;  auto¬ 
nomía  administrativa ,  atribución  de  adoptar  sistemas 
de  gestión  que  considere  adecuados  y  autonomía  finan¬ 
ciera ,  que  implica  la  libre  disposición  de  su  patrimonio. 

Aunque  estrechamente  vinculados,  autonomía  y  li¬ 
bertad  de  cátedra  deben  distinguirse,  lo  que  a  menudo 
no  se  hace.  La  libertad  de  cátedra  debe  hacer  relación 
a  la  libertad  del  profesor,  de  comunicar  su  enseñanza 
— y  quizás  en  un  marco  más  amplio —  los  resultados 
a  que  ha  llegado  por  sus  estudios  y  sus  reflexiones,  y 
no  necesariamente  está  unida  a  la  autonomía,  que  im¬ 
plica  relación  entre  la  institución  y  el  Estado.  Dicho 
en  otra  forma,  pueden  existir  universidades,  en  las 
cuales  no  existe  autonomía  y,  sin  embargo,  existe  una 
irrestricta  libertad  docente.  En  tanto  que  algunas  Uni¬ 
versidades  autónomas  nacionales,  pueden  limitar  la  li¬ 
bertad  de  cátedra  — por  muchos  medios  directos  e  in¬ 
directos —  por  prejuicios  políticos,  y  algunos  centros 
privados  totalmente  autónomos,  pueden  también  hacer¬ 
lo  por  motivos  semejantes.  En  todo  caso,  es  necesario 
subrayar  con  énfasis,  que  la  libertad  académica,  tiene 
su  origen  en  el  carácter  propio  de  la  Universidad,  y 
que  debe  ser  preservada  de  limitaciones  por  motiva¬ 
ciones  dogmáticas,  políticas  o  provocadas  por  intereses 
del  poder  público. 


15 


IV.  LA  AUTONOMÍA  UNIVERSITARIA  EN  MEXICO 

Las  gestiones  de  Fray  Juan  de  Zumárraga,  fructifica¬ 
ron  en  la  Real  Cédula  de  septiembre  de  1551,  que  creó 
la  Real  Universidad  de  México,  una  de  las  más  anti¬ 
guas  del  continente. 

Sobre  el  modelo  colonial,  funcionó  con  Cátedras  de 
Teología,  Sagrada  Escritura,  Leyes,  Cánones,  Artes, 
Retórica  y  Gramática.  Su  gobierno  se  atribuyó  al  Rec¬ 
tor,  a  los  Consejeros  — entre  los  que  se  nombraban 
estudiantes —  y  a  diputados  que  vigilaban  su  patrimo¬ 
nio.  En  este  tipo  de  organización  se  vislumbra  incipien¬ 
te  gobierno  propio  y  claridad  en  cuanto  a  la  necesidad 
de  su  independencia  económica,  antecedentes  comunes 
a  la  universidad  colonial  latinoamericana,  y  de  su  auto¬ 
nomía  en  sentido  actual.  Su  régimen  legal  influyó  en 
otras  instituciones  del  nuevo  mundo. 

El  proceso  de  la  Independencia,  arrojó  a  la  institu¬ 
ción  en  el  vaivén  republicano  del  siglo  xix,  que  se  inicia 
con  su  denominación  de  Imperial  y  Pontificia  en  el 
efímero  paréntesis  monárquico  de  Agustín  de  Iturbide 
y  concluye  con  su  definitivo  cierre  — paradójicamente — 
en  el  segundo  imperio  de  Maximiliano  de  Habsburgo. 

El  punto  de  vista  de  los  liberales  era  claro  y  muy 
drásticamente  expuesto  por  su  mejor  teórico,  José  Ma¬ 
ría  Luis  Mora,  quien  consideraba  a  la  Universidad 
perniciosa,  inútil  e  irreformable:  “Inútil,  porque  en 
ella  nada  se  enseñaba,  nada  se  aprendía.  .  .  irreforma¬ 
ble,  porque  toda  reforma  supone  las  bases  del  antiguo 
establecimiento,  y  siendo,  las  de  la  Universidad  inúti¬ 
les  e  inconducentes  a  su  objeto,  era  indispensable  hacer¬ 
las  desaparecer.  .  .  perniciosa,  porque  daría,  como  da, 
lugar  a  pérdida  de  tiempo.  .  . ” 

Y  así  principió  su  vía-crucis:  1.  Por  ley  de  octubre 
de  1838,  el  Presidente  Gómez  Farías  la  suprime  y  es- 


16 


tablece  una  Dirección  General  de  Instrucción  Pública, 
autorizada  para  otorgar  grados  académicos;  2.  En  julio 
del  año  siguiente,  Antonio  López  de  Santa  Anna,  re¬ 
voca  el  decreto  de  Gómez  Farías,  reabre  la  institución 
y  — curiosamente —  suprime  la  obligación  estudiantil 
de  asistencia  a  clases;  3.  De  nuevo  triunfantes  los  libe¬ 
rales,  en  septiembre  del  57,  Ignacio  Commonfort  la 
suprime  de  nuevo,  ignorando  el  dictamen  de  una  co¬ 
misión  que  sólo  recomendaba  su  reforma  y  la  suplican¬ 
te  defensa  del  rector;  4.  El  golpe  de  Estado  que  lleva 
de  nuevo  al  poder  a  los  conservadores,  produce  el  De¬ 
creto  de  Félix  Zuloaga  de  mayo  del  58,  que  reabre  la 
institución  en  plena  guerra;  5.  Una  tercera  clausura  es 
— decretada  por  Benito  Juárez  en  junio  del  año  61 — ; 
6.  Seguida  de  una  nueva  reinstalación  por  la  Regencia 
del  Imperio  en  1862,  y  finalmente,  7.  En  1865,  el  Em¬ 
perador  Maximiliano  la  clausuró  definitivamente.  El 
espíritu  de  su  medida,  se  explica  nítidamente  en  carta 
del  Emperador  a  su  Ministro  de  Educación:  “En  cuan¬ 
to  a  los  estudios  superiores  y  profesionales.  — le  de¬ 
cía — ,  pienso  que,  para  cultivarlos  ventajosamente,  son 
precisas  escuelas  especiales;  lo  que  en  la  Edad  Media 
se  llamó  Universidad,  ha  llegado  a  ser  hoy  una  palabra 
sin  sentido”. 

El  periodo  contemporáneo  de  nuestra  Universidad, 
se  inicia  con  el  proyecto  que  Justo  Sierra  presentó  en 
1881  a  la  Cámara,  para  crear  la  Universidad  Nacio¬ 
nal,  el  que  se  perdió  en  el  papeleo  parlamentario,  para 
ser  rescatada  la  idea  ya  en  este  siglo,  en  1910,  año  en 
que  se  promulga  la  Ley  de  Creación  de  mayo,  en  la 
que  se  le  constituye  como  una  institución  de  carácter 
estatal,  aunque  con  libertad  académica.  Una  universi¬ 
dad  “liberal  y  nacional”,  con  sentido  moderno. 

En  su  inauguración,  Justo  Sierra  afirmaba:  “¿Te¬ 
nemos  una  historia?  No.  La  Universidad  mexicana  que 


17 


nace  hoy  no  tiene  árbol  genealógico;  tiene  raíces,  sí; 
las  tiene  en  una  imperiosa  necesidad  de  organizarse.  .  . 
Si  no  tiene  antecesores,  si  no  tiene  abuelos,  nuestra  Uni¬ 
versidad  tiene  precursores:  el  gremio  y  claustro  de  la 
Real  y  Pontificia  Universidad  de  México  no  es  para 
nosotros  el  antepasado,  es  el  pasado.  .  .  Los  fundado¬ 
res  de  la  Universidad  de  antaño  decían:  ‘La  verdad 
está  definida,  enseñadla’;  nosotros  decimos  a  los  uni¬ 
versitarios  de  hoy:  ‘La  verdad  se  va  definiendo,  bus¬ 
cadla’:  Aquellos  decían:  ‘Sois  un  grupo  selecto  encar¬ 
gado  de  imponer  un  ideal  religioso  y  político  resumido 
en  estas  palabras:  Dios  y  el  Rey’.  Nosotros  decimos: 
‘Sois  un  grupo  de  perpetua  selección  dentro  de  la  subs¬ 
tancia  popular  y  tenéis  encomendada  la  realización  de 
un  ideal  político  y  social  que  se  resume  así:  democracia 
y  libertad’ 

En  las  discusiones  del  constituyente  que  formuló  la 
Constitución  de  1917,  no  se  consideró  el  problema  uni¬ 
versitario,  y  al  artículo  14  transitorio,  suprimió  la  Se¬ 
cretaría  de  Instrucción  y  Bellas  Artes  de  la  que  depen¬ 
día  la  Universidad,  a  la  que  — después  de  mucha  dis¬ 
cusión —  se  le  concedió  el  carácter  de  Departamento 
Administrativo  con  base  en  la  Ley  de  Secretarías  de 
Estado. 

Del  año  de  la  Constitución,  hasta  1929,  se  producen 
varios  intentos  y  proyectos  fracasados,  orientados  a  re¬ 
coger  el  principio  de  la  autonomía,  que  se  concreta  este 
último  año,  como  resultado  de  un  conflicto  estudiantil, 
motivado  en  sus  orígenes,  por  oposición  a  exámenes 
parciales  en  la  Facultad  de  Derecho  y  a  un  nuevo  Plan 
de  estudios  en  la  Escuela  Nacional  Preparatoria. 

El  movimiento  estaba  inscrito  en  el  proceso  político 
de  la  revolución  mexicana  y,  especialmente,  en  la  suce¬ 
sión  presidencial  de  ese  año.  El  Presidente  Emilio  Por¬ 
tes  Gil,  presentó  un  proyecto  de  Ley  sobre  Autonomía, 


18 


aprobado  por  el  Congreso,  en  julio  de  1929.  Por  pri¬ 
mera  vez,  se  definía  a  la  Universidad  como  una  “cor¬ 
poración  pública  autónoma  con  plena  personalidad  ju¬ 
rídica”;  se  declaraba  “compartido”  su  gobierno  y  se 
atribuía  la  elección  del  Rector  al  Consejo  Universita¬ 
rio,  de  una  terna  presentada  por  el  ejecutivo,  que  tenía 
el  derecho  de  voto  sobre  las  resoluciones  del  Consejo. 
Esta  autonomía  limitada  — además  por  un  carácter  re¬ 
glamentario  muy  detallado —  era  mucho  más  clara¬ 
mente  definida  en  la  exposición  de  motivos  de  la  Ley. 
En  ella,  se  considera  necesario  que:  “aunque  autónoma, 
la  Universidad,  siga  siendo  una  Universidad  Nacional 
y  por  ende  una  institución  del  Estado,  en  el  sentido 
de  que  ha  de  responder  a  los  ideales  del  Estado  y  con¬ 
tribuir  dentro  de  su  propia  naturaleza  al  perfecciona¬ 
miento  y  logro  de  los  mismos”.  Y  que,  “en  su  carácter 
de  autónoma,  tendrá  que  ir  convirtiéndose,  a  medida 
que  el  tiempo  pase,  en  una  institución,  no  debiendo, 
por  lo  mismo,  tener  derecho  para  imponer  su  criterio 
en  la  calificación  de  las  instituciones  libres  y  privadas 
que  imparten  enseñanzas  semejantes  a  las  de  la  propia 
Universidad  Nacional”. 

La  desconfianza  del  gobierno  frente  a  la  nueva  ins¬ 
titución,  aparecía  bastante  clara  en  el  último  de  los  con¬ 
siderandos  de  la  Ley,  que  apuntaba  un  especial  tipo  de 
control,  porque  decía:  “Siendo  responsabilidad  del  go¬ 
bierno  eminentemente  revolucionario  de  nuestro  país, 
el  encauzamiento  de  la  ideología  que  se  desenvuelva 
por  las  clases  intelectuales  de  México  en  la  enseñanza 
universitaria,  la  autonomía  que  hoy  se  instituye  que¬ 
dará  bajo  la  vigilancia  de  la  opinión  pública  de  la  Re¬ 
volución  y  de  los  órganos  representativos  del  Gobierno”. 

Una  nueva  Ley  Orgánica  se  dictó  en  1933.  Las  cau¬ 
sas  del  cambio,  se  encuentran  en  una  desorganización 
administrativa,  en  gran  medida  determinada  por  falta 


19 


de  recursos,  problemas  suscitados  en  el  proceso  para 
elegir  nuevo  Rector  y  en  un  conflicto  ideológico  que 
surgió  con  motivo  de  una  resolución  del  Congreso  Na¬ 
cional  de  Estudiantes  que  adoptaba  el  marxismo  como 
criterio  oficial  de  la  enseñanza  universitaria,  lo  que 
fue  duramente  adversado  por  una  corriente  partidaria 
de  la  libertad  de  cátedra. 

El  ministro  de  Educación  Pública,  — que  en  el  con¬ 
flicto  del  año  29  era  director  de  la  Facultad  de  Dere¬ 
cho  — denunciaba  la  “patente  anarquía  universitaria” 
e  indicaba  que  sólo  quedaba  el  camino  de  la  interven¬ 
ción  del  gobierno  central,  o  la  responsabilización  de 
la  comunidad  universitaria  a  través  de  un  régimen  de 
“plena  y  absoluta  autonomía”.  Este  último  camino,  fue 
el  que  el  gobierno  prefirió  seguir.  Esta  vez,  la  autono¬ 
mía  se  otorgaba  en  forma  total,  pues  en  la  ley,  sólo 
se  ennumeraban  los  órganos  de  gobierno  y  se  dejaba  al 
Consejo  establecer  la  forma  de  integración,  funciones 
y  designación  de  autoridades.  Fijaba  además  un  fondo 
en  dinero,  por  una  sola  vez,  lo  que  naturalmente  resul¬ 
tó  insuficiente  en  poco  tiempo  y  coadyuvó  a  que  el  nue¬ 
vo  régimen  legal  entrara  en  crisis. 

Esta  Ley  rigió  hasta  diciembre  de  1944,  en  que  se 
dictó  la  que  actualmente  está  vigente  y  que  también  fue 
producto  de  otro  conflicto.  Hasta  ese  año,  se  prolonga 
un  periodo  anárquico  que  hace  crisis  con  la  renuncia 
del  Rector  y  con  la  imposibilidad  de  lograr  consenso 
para  nombramiento  del  sucesor.  Esta  renuncia,  produ¬ 
cida  en  julio  de  1944,  dio  paso  a  un  nuevo  periodo  de 
inestabilidad  e  incertidumbre,  lo  que  propició  la  for¬ 
mulación  de  un  nuevo  marco  legal,  en  el  que  comenzó 
a  trabajar  el  Consejo  Universitario.  El  7  de  agosto,  la 
Comisión  de  Reformas  del  Consejo,  presentó  su  infor¬ 
me,  y  a  propuesta  del  Presidente  Manuel  Ávila  Cama- 
cho,  se  constituyó  una  comisión  para  invitar  a  los  ex- 


20 


rectores  a  integrar  un  equipo  de  trabajo  que  resolviera 
el  conflicto,  el  que  aprobó  las  bases  aportadas  para  el 
gobierno  provisional  de  la  Universidad  el  15  de  agosto 
de  1944,  las  que  fueron  ratificadas  en  octubre  por  el 
Consejo.  Esta  junta  de  ex-rectores,  apunta  Diego  Va- 
ladés,2 3  constituyó  “la  base  de  la  que  derivó  la  Junta  de 
Gobierno  establecida  por  la  Ley  Orgánica  de  1945;  Jun¬ 
ta  de  Gobierno  que,  a  la  luz  del  más  inmediato  prece¬ 
dente,  se  ofreció  como  solución  institucional  para  no  dar 
lugar  en  el  futuro,  a  ninguna  ruptura  en  la  organización 
del  gobierno  universitario”. 

El  nuevo  Rector  Alfonso  Caso,  propuso  las  bases  fun¬ 
damentales  para  la  modificación  de  la  Ley  Orgánica, 
de  acuerdo  a  los  siguientes  principios:  1.  Entender  a 
la  Universidad  como  una  corporación  pública,  dotada 
de  plena  capacidad  jurídica  y  cuyo  fin  consistía  en 
impartir  enseñanza  superior,  organizar  la  investigación, 
y  difundir  la  cultura;  2.  Distinguir  entre  los  aspectos 
de  orden  técnico  y  los  de  autoridad  ejecutiva;  3.  Enten¬ 
der  a  la  Universidad  como  una  comunidad  de  cultura, 
“de  maestros  y  alumnos  que  no  persiguen  fines  anta¬ 
gónicos  sino  complementarios  y  que  se  traducen  en  un 
fin  fundamental  considerado  desde  dos  puntos  de  vista 
distintos  pero  nunca  opuestos;  enseñar  y  aprender”.2 
Y  planteó  la  idea  de  que  la  institución  debía  ser  una 
corporación  pública  descentralizada,  como  una  moda¬ 
lidad  de  la  descentralización  en  el  régimen  del  derecho 
administrativo.  Entre  los  principios  operativos,  se  insti¬ 
tuyó  la  Junta  de  Gobierno,  cuerpo  colegiado  a  quien 
correspondería  el  nombramiento  de  las  autoridades  aca¬ 
démicas,  para  superar  el  asambleísmo  electoral;  el  Pa¬ 
tronato,  a  cargo  del  cual  estaría  la  administración  de  los 
recursos  económicos;  se  fijó  el  procedimiento  de  con- 

2  Las  leyes  orgánicas  de  la  Universidad  Nacional  Autónoma  de  Méxi¬ 
co,  México:  UNAM,  1980. 

3  Valadés. 


21 


curso  para  el  nombramiento  de  los  cargos  académicos; 
el  Consejo  Universitario,  como  órgano  superior  legisla¬ 
tivo;  el  Rector,  representante  legal  y  máxima  autoridad 
ejecutiva;  y  otros  organismos  menores  de  dirección  y 
apoyo.  Estos  principios  fueron  recogidos  en  la  nueva 
ley. 

En  resumen,  en  la  ley  vigente,  que  ha  dado  muestras 
de  gran  eficacia  y  operatividad,  la  autonomía  se  define 
desde  diversos  aspectos:  1.  Académico :  dentro  del  cual 
se  contempla  la  libertad  de  cátedra,  organización  libre 
de  estudios,  atribución  de  otorgar  validez  a  estudios 
que  se  realicen  en  otros  establecimentos,  formulación 
libre  de  planes  y  programas  de  investigación  y  desig¬ 
nación  libre  de  su  personal  académico;  2.  De  gobierno : 
otorgando  a  la  comunidad  universitaria,  la  atribución 
de  organizarse  “como  lo  estime  mejor,  dentro  de  los 
lincamientos  generales”  establecidos  en  la  ley,  que  in¬ 
dica  en  términos  generales  los  órganos  de  conducción, 
pero  deja  libertad  para  su  integración,  nombramiento 
libre  de  autoridades  y  funcionarios,  formulación  de 
normas  que  fijen  política  global  y  reglas  sobre  perso¬ 
nal  académico  y  administrativo;  y  3.  Financierp :  según 
el  cual,  se  le  faculta  para  formular  su  presupuesto;  ad¬ 
ministrar  libremente  su  patrimonio  — que  es  manejado 
por  un  Patronato  específico — ;  revisar  su  cuenta  anual, 
obligándose  el  Estado  a  contribuir  con  un  subsidio  tam¬ 
bién  anual  que  fijará  libremente,  y  la  libera  de  rendir 
cuentas  al  Ejecutivo. 

Dentro  de  este  marco,  nuestra  Universidad,  desarro¬ 
lla  sus  funciones  académicas  que  le  son  propias. 


Editor:  Lie.  José  Treviño  R. 

Supervisor:  Ricardo  Martínez  Guzmán 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Ltnidad  Bibliográfica,  Centro  Cultural 
Universitario,  CU 
México  20,  D.  F. 


Imprenta  Madero,  S.  A. 
Impreso  y  hecho  en  México 


TOMO  XI:  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA  UNIVERSI¬ 
DAD,  EL  CASO  DE  LA  UNAM;  122»  Camilo  Mena.  BREVE  HISTORIA  DE  LA 
UNIVERSIDAD  CENTRAL  DE  ECUADOR;  123  ■  Guillermo  Soberón.  LAS  UNI¬ 
VERSIDADES  MEXICANAS  Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS;  1 24 ■  Angel  Vian  Or- 
tuño.  POEMA  Y  PROBLEMA  SOCIAL  DEL  DESARROLLO  CIENTIFICO- 
TECNOLOGICO;  1 25  ■  Diego  Valadés.  LAS  LEYES  ORGANICAS  DE  LA  UNIVER¬ 
SIDAD  NACIONAL  AUTONOMA  DE  MEXICO;  126BGilberto  Silva  Ruiz.  NUEVOS 
"ESPACIOS  ACADEMICOS”.  UNA  ALTERNATIVA  MAS  A  LA  DESCENTRALIZA¬ 
CION  DE  LA  EDUCACION  SUPERIOR  EN  MEXICO;  127  ■  Fernando  Curiel.  LA 
RADIODIFUSION  UNIVERSITARIA;  128BLuis  J.  Molina  Piñeiro,  Marcela  Barnet- 
che  Montero,  Arturo  Sánchez  Vázquez.  ANALISIS  DE  CONTENIDO  DE  LOS  EDI¬ 
TORIALES  EN  DIEZ  DIARIOS  DEL  D.  F„  EN  TORNO  A  LA  SUSPENSION  ILEGAL 
DE  LABORES  EN  LA  UNAM.  PROMOVIDA  POR  EL  STUNAM,  DURANTE  EL  LAP¬ 
SO  JUNIO-JULIO  DE  1977;  129BJosé  Eduardo  López  Latorre.  SITUACION  HIS¬ 
TORICA  DE  LA  EDUCACION  SUPERIOR  EN  MEXICO;  130  ■  Guillermo  Soberón 
Acevedo.  ESFUERZOS  RECIENTES  DE  LA  UNIVERSIDAD  NACIONAL  AUTONO¬ 
MA  DE  MEXICO  EN  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS;  1 3 1  ■  Fernando  Jiménez  Mier  y 
Terán.  COYUNTURA  EN  QUE  SURGE  LA  LEY  ORGANICA  DE  LA  UNAM. 


i 


RECTOR 

DR.  GUILLERMO  SOBERON  ACEVEDO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
DR.  FERNANDO  PEREZ  CORREA 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
ING.  GERARDO  FERRANDO  BRAVO 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 
RUBEN  BONIFAZ  ÑUÑO 
CENTRO  DE  ESTUDIOS 
SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
LIC.  ELENA  JEANNETTI  D  AVI  LA 


CUADERNOS  DE  CULTURA  POLITICA  UNIVERSITARIA 

ENERO  1981  PRECIO  S  5.00 


LA  EXTENSION 
UNIVERSITARIA 


CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 
COORDINACION  DE  HUMANIDADES 


LA  EXTENSIÓN  UNIVERSITARIA 
Jorge  Fernández  Varela 


UNIVERSIDAD  NACIONAL 
AUTÓNOMA  DE  MÉXICO 

COORDINACIÓN  DE  HUMANIDADES 
CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 


3 


I.  CONSIDERACIONES  GENERALES 

La  Universidad  cumple  una  misión  social  insustituible 
al  realizar  sus  fines  específicos.  El  artículo  lo.  de  la  Ley 
Orgánica  que  rige  a  la  Universidad  Nacional  Autóno¬ 
ma  de  México,  señala  que  ésta  “tiene  por  fines  impartir 
educación  superior  para  formar  profesionistas,  investi¬ 
gadores,  profesores  universitarios  y  técnicos  útiles  a  la 
sociedad;  organizar  y  realizar  investigaciones,  princi¬ 
palmente  acerca  de  las  condiciones  y  problemas  naciona¬ 
les,  y  extender  con  la  mayor  amplitud  posible,  los  bene¬ 
ficios  de  la  cultura”.  Por  su  parte,  el  artículo  4o.  del 
Estatuto  General  asigna  a  la  Universidad  la  responsabi¬ 
lidad  de  impartir  educación  superior,  comprendiendo  “el 
bachillerato,  la  enseñanza  profesional,  los  cursos  de  gra¬ 
duados,  los  cursos  para  extranjeros  y  los  cursos  y  con¬ 
ferencias  para  la  difusión  de  la  cultura  superior  y  la  ex¬ 
tensión  universitaria”.  Por  la  realización  de  estas  tareas, 
la  Universidad  podrá  establecer,  entre  otros,  los  centros 
de  extensión  universitaria  que  juzgue  conveniente,  de 
acuerdo  con  las  necesidades  educativas  y  los  recursos  de 
que  pueda  disponer. 

El  propósito  esencial  de  la  Universidad,  consignado 
en  el  artículo  3o.  del  Estatuto  General,  es  el  de  “estar 
íntegramente  al  servicio  del  país  y  de  la  humanidad,  de 
acuerdo  con  un  sentido  ético  y  de  servicio  social,  supe¬ 
rando  constantemente  cualquier  interés  individual”.  Por 
ello  debe  organizar  sus  planes,  programas,  contenidos  y 
métodos  a  partir  de  las  características  particulares  de  la 
sociedad  en  la  que  está  inmersa.  Así,  la  Universidad  se 
ha  significado  por  un  impulso  creciente  en  favor  de  los 
planes  de  superación  académica;  por  un  marcado  em¬ 
peño  que  le  permite  extender  sus  posibilidades  de  ofer¬ 
ta  de  servicios  educativos;  por  un  renovado  esfuerzo  ha¬ 
cia  una  mayor  compatibilidad  y  coherencia  entre  los  con¬ 
tenidos  de  los  planes  académicos  y  las  condiciones  na¬ 
cionales,  así  como  por  el  desarrollo  sostenido  de  la  in¬ 
vestigación  científica  y  humanística. 

También  en  el  campo  de  la  tercera  función  sustanti¬ 
va  de  la  Universidad  — la  extensión  universitaria — ,  el 


4 


compromiso  de  la  Institución  con  la  sociedad  y  con  su 
tiempo,  cobra  una  muy  especial  significación.  En  efecto, 
la  Universidad  ha  venido  desempeñando  desde  sus  mis¬ 
mos  orígenes  una  tarea  que  contribuye  de  manera  impor¬ 
tante  al  cumplimiento  de  este  compromiso.* 

A  principios,  de  1977,  el  acuerdo  por  el  cual  se  creó 
la  Coordinación  de  Extensión  Universitaria,  definió  for¬ 
malmente  la  configuración  del  subsistema  de  extensión 
dentro  de  los  marcos  de  lo  que  entonces  había  llegado 
a  convertirse  en  un  complejo  sistema  universitario.  La 
definición  orgánica  aludida,  propició  la  distribución  y 
el  reordenamiento  de  diversas  instancias  de  la  estructura 
central,  así  como  la  diferenciación  y  precisión  de  sus 
funciones.  El  acuerdo  reviste  una  importancia  singular, 
toda  vez  que  entraña  el  reconocimiento  de  que  las  ins¬ 
tituciones  de  educación  superior  y  en  particular  las  uni¬ 
versidades,  interactúan  intensamente  con  la  sociedad. 
Además,  supone  que  la  proyección  social  de  la  Universi¬ 
dad  ha  de  organizarse  a  partir  de  directrices  generales 
trazadas  y  decididas  de  conformidad  con  procedimientos 
institucionales  que  permitan  recoger  de  manera  sistemᬠ
tica,  las  iniciativas  de  las  diversas  dependencias  acadé¬ 
micas  y  administrativas  que  realizan  esfuerzos  extensio- 
nales,  con  el  propósito  de  alcanzar  un  empleo  óptimo 
de  los  recursos  disponibles,  mediante  el  apoyo,  ejecu¬ 
ción,  diseño  de  planes  específicos  y  la  realización  con¬ 
tinua  de  estudios  que  contribuyan  a  una  mayor  inteli¬ 
gencia  de  la  función  misma,  de  sus  metas  y  objetivos. 

Actualmente,  el  subsistema  de  extensión  universitaria 
representa  en  buena  medida  el  ámbito  de  las  relaciones 
personales  e  impersonales  entre  grupos  diversos,  integra¬ 
dos  en  razón  de  funciones,  responsabilidades  e  intereses 
análogos,  cuyas  acciones  se  desarrollan  y  se  combinan 
dentro  de  un  campo  común,  a  fin  de  incorporarse  más 
plenamente  a  la  dinámica  general  de  la  institución. 

*  Véase  de  Guadalupe  Pérez  San  Vicente,  “La  Extensión  Universita¬ 
ria Tomo  I,  Notas  para  su  historia.  Volumen  VI  de  la  serie  de  publi¬ 
caciones  conmemorativas  del  cincuentenario  de  la  Autonomía.  México. 
UNAM.  1979. 


5 


La  mayor  vinculación  entre  la  docencia,  la  investiga¬ 
ción  y  la  extensión  es  además  indispensable  en  el  proce¬ 
so  de  reconstrucción  de  la  idea  de  extensión  como  ele¬ 
mento  inalienable  de  la  misión  de  la  Universidad.  El 
papel  de  las  dependencias  académicas:  facultades,  es¬ 
cuelas,  institutos  y  centros  es  determinante  en  el  desen¬ 
volvimiento,  calidad  y  potencialidad  de  la  labor  exten- 
sora.  Su  fortalecimiento,  ajustado  a  los  fines  académi¬ 
cos  particulares  de  aquéllas,  a  través  de  apoyos  y  cola¬ 
boraciones  es  una  de  las  metas  de  los  órganos  centrales 
de  la  extensión. 

La  UNAM  reconoce  que  la  extensión  universitaria  se 
realiza  a  través  de  acciones  de  diversos  géneros.  Por  ello 
se  atiende  a  la  extensión  de  la  docencia,  de  la  investiga¬ 
ción,  a  la  difusión  de  la  cultura  y  a  la  prestación  de 
servicios  institucionales  distintos  de  los  que  corresponden 
a  la  educación  formal  y  a  la  investigación  pura.** 

La  extensión  académica  que  realizan  las  instituciones 
de  educación  superior  fuera  del  marco  de  los  planes 
curriculares  formales  de  facultades  y  escuelas,  es  uno 
de  los  géneros  extensionales  más  importantes  en  la  me¬ 
dida  en  que  coadyuva  a  la  formación  cultural  de  la  co¬ 
munidad  nacional,  a  través  de  la  implantación  de  planes 
extracurriculares  de  enseñanza.  La  organización  de  di¬ 
chos  planes,  a  fin  de  incidir  positivamente  sobre  los  di¬ 
versos  sectores  a  quienes  se  dirige  ha  de  atender  sus 
características  particulares.  Los  contenidos  y  los  métodos 
no  pueden  ser  ajenos  al  conjunto  de  circunstancias  pro¬ 
pias  de  los  distintos  auditorios. 

La  extensión  académica  puede  hacer  mucho  en  favor 
de  la  superación  académica  y  es  factor  indispensable 
para  la  proyección  social  de  la  Universidad  al  exterior, 
abriendo  al  mismo  tiempo  hacia  el  interior,  opciones 
variadas  capaces  de  reforzar  el  sentido  universal,  y  por 
ende  plural,  característico  de  la  enseñanza  universitaria. 
Ejerce  de  esta  manera,  un  efecto  compensatorio  o  de 

**  El  amplio  espectro  de  las  actividades  extensionales  en  la  UNAM 
puede  apreciarse  en  el  No.  5  de  la  Universidad  en  Marcha .  suplemento 
de  la  Gaceta  UNAM,  10  de  abril  de  1980. 


6 


necesaria  complementariedad  con  respecto  a  los  curricu¬ 
la  “formales”,  y  la  distingue  de  la  educación  que  impar¬ 
ten  otras  instituciones  no  propiamente  universitarias. 

Son  inapreciables  los  beneficios  que  se  derivan  de  la 
impartición  de  cursos  libres,  talleres,  cursillos  y  de  la 
organización  de  conferencias  bajo  diversas  modalidades, 
dirigidos  tanto  al  interior  como  al  exterior  de  la  Uni¬ 
versidad.  La  labor  extramuros  reviste  una  importancia 
singular  mediante  la  divulgación  de  los  conocimientos 
que  la  Universidad  imparte  en  su  seno,  a  quienes  no  han 
tenido  una  formación  educativa  preuniversitaria  y  a 
quienes  no  están  en  situación  de  cursar  estudios  profe¬ 
sionales. 

Intramuros  contribuye  directamente  a  enriquecer  la 
base  cultural  de  los  miembros  de  la  comunidad  univer¬ 
sitaria,  en  especial  de  los  estudiantes,  abriendo  opciones 
formativas  e  informativas  que  complementen  de  manera 
eficaz  los  curricula  académicos  de  la  enseñanza  profesio¬ 
nal.  Resulta  esencial,  en  este  orden  de  ideas,  que  la  Uni¬ 
versidad  sea  capaz  de  proporcionar  a  sus  estudiantes 
perspectivas,  valores  y  experiencias  humanas  más  am¬ 
plias,  que  hagan  posible  la  aplicación  de  sus  aptitudes 
profesionales  con  un  mayor  provecho  para  la  sociedad 
en  su  conjunto  y  logren  además,  una  formación  más  ple¬ 
na  dentro  y  fuera  del  ámbito  de  su  carrera. 

A  fin  de  incorporar  la  extensión  de  la  docencia  y  la 
extensión  de  la  investigación  — expresiones  ambas  de  la 
extensión  académica — ,  cada  vez  con  mayor  vigor  a  la 
dinámica  general  de  la  Universidad,  se  requiere  de  la 
definición  de  sus  objetivos,  metas,  métodos  e  instrumen¬ 
tos  así  como  del  fortalecimiento  de  una  también  mayor 
comprensión  con  respecto  a  su  importancia  y  alcance. 

Consideramos  innecesario  dar  a  la  extensión  académi¬ 
ca  una  definición  sumaria  que  pretende  agotarla  o  abar¬ 
carla  en  su  integridad.  La  amplitud  del  concepto  está 
realmente  configurada  por  la  unidad  y  la  diversidad 
misma  de  los  elementos  que  la  integran  y  con  ellos  la 
multiplicidad  de  formas  a  través  de  las  cuales  se  reali¬ 
za.  Los  fines  han  de  ser  claros,  los  objetivos  precisos,  no 


7 


obstante  su  encuadramiento  en  géneros  de  acciones  con 
los  más  diversos  matices  y  variaciones.  La  contradicción, 
la  ambigüedad,  la  indeterminación  y  lo  errático  son  ras¬ 
gos  inaceptables  para  la  extensión  universitaria. 

No  obstante,  las  opciones,  separaciones  y  bifurcacio¬ 
nes  de  los  elementos  que  componen  el  conjunto  de  ac¬ 
tividades  extensionales,  no  contradicen  lo  dicho,  en  la 
medida  en  que  al  conjunto  concurran  propiedades,  cir¬ 
cunstancias  y  denominadores  del  mismo  orden. 

Así,  la  extensión  universitaria  no  es  un  mero  conjun¬ 
to  que  se  da  por  simple  adición  de  acciones  singulares: 
interesan  fundamentalmente  las  relaciones  entre  ellas. 
Nuestra  crítica  deberá  explotar  estas  relaciones.* 

Ninguno  de  los  géneros  de  la  extensión  universitaria 
constituye  aisladamente  un  campo  inteligible  de  estudio 
histórico.  Para  su  estudio  retrospectivo  han  de  conside¬ 
rarse  factores,  influencias,  interrelaciones  y  asociaciones 
de  elementos  diferentes  de  aquellos  que  sólo  actúan 
dentro  de  ellos.  En  rigor  los  géneros  de  la  extensión 
universitaria,  entre  ellos  la  extensión  académica,  son  ma¬ 
nifestaciones  particulares  de  una  misma  tarea,  de  la  mis¬ 
ma  manera  que  los  tres  fines  sustantivos  de  la  Univer¬ 
sidad  lo  son  de  su  labor  fundamental  en  la  sociedad. 

El  estudio  diferenciado  de  los  diversos  géneros  de  la 
extensión  es  tan  necesario  como  la  diferenciación  fun¬ 
cional  para  efectos  de  su  realización  práctica  y  no  debe 
ser  considerado  como  una  deserción  de  la  unidad  origi¬ 
nal.  Sin  embargo,  es  solamente  a  partir  de  la  concepción 
universal  de  la  extensión  universitaria  cuando  cobra  ver¬ 
dadera  sustantividad. 


*  No  han  perdido  vigencia  las  conclusiones  del  II  Congreso  Latinoa¬ 
mericano  de  Difusión  Cultural  y  Extensión  Universitaria  celebrado  en 
México  en  el  año  de  1972,  a  pesar  de  que  el  título  de  la  conferencia 
mezcla  la  especie  con  uno  de  sus  géneros.  En  la  actualidad  aún  es 
frecuente  que  se  confunda  a  estos  con  algunos  de  sus  atributos;  por 
ello  cobran  mayor  importancia,  en  particular  para  América  Latina,  los 
esfuerzos  en  torno  a  la  conceptualización  de  la  extensión,  realizados  por 
Freire,  Tunnermann,  Piga,  Cota  de  la  Torre,  Henrique  González  Casa- 
nova  y  Leopoldo  Zea. 


8 


II.  PRECURSORES  DE  LA  EXTENSION  ACADEMICA 

En  los  inicios  del  siglo  xx,  destaca  en  México  un  grupo 
de  jóvenes  ilustrados  entre  los  que  podemos  mencionar 
a  Antonio  Caso,  Ricardo  Gómez  Robelo,  José  Vasconce¬ 
los,  Alfonso  Reyes,  Jesús  Acevedo  y  el  escritor  domini¬ 
cano  Pedro  Henríquez  Ureña.  La  actividad  cultural  que 
realizaron  dejó  un  legado  cuyos  resultados  habrían  de 
proyectarse  en  años  posteriores  a  través  de  la  vida  in¬ 
telectual  del  país. 

La  Sociedad  de  Conferencias 

En  1907,  Jesús  Acevedo,  Pedro  Henríquez  Ureña,  Anto¬ 
nio  Caso,  Ricardo  Gómez  Robelo,  Rubén  Valenti  y  Ra¬ 
fael  López  fundaron  la  Sociedad  de  Conferencias  en  la 
que  se  agruparon  los  literatos,  poetas,  músicos  y  pinto¬ 
res  más  connotados  de  la  época.  La  tendencia  didáctica 
del  grupo  se  manifestó  en  la  idea  de  revivir  la  práctica 
de  las  conferencias,  porque  era  una  modalidad  cultural 
abierta  al  público.  Así,  el  principal  propósito  de  esta 
asociación  consistía  en  organizar  conferencias  para  di¬ 
fundir  las  nuevas  expresiones  artísticas.  Para  cumplir 
con  sus  objetivos,  la  Sociedad  de  Conferencias  organizó 
un  primer  ciclo  en  el  Casino  de  Santa  María,  en  el  cual, 
por  ejemplo:  Alfonso  Cravioto  disertó  sobre  "'La  obra 
pictórica  de  Carriere”;  Antonio  Caso  sobre  “La  signifi¬ 
cación  y  la  influencia  de  Nietzsche  en  el  pensamiento 
moderno”;  Pedro  Henríquez  Ureña  sobre  “Gabriel  y  Ga¬ 
lán.  Un  clásico  del  siglo  xx”;  Rubén  Valenti  sobre  '"La 
evolución  de  la  crítica  literaria”;  Jesús  T.  Acevedo  so¬ 
bre  “El  porvenir  demuestra  arquitectura”;  y  Ricardo 
Gómez  Robelo  se  refirió  a  “La  obra  de  Edgar  Alian 
Poe”. 

En  cada  una  de  estas  conferencias  se  ejecutaba  un  nú¬ 
mero  musical  y  se  leían  algunos  poemas,  por  lo  cual 
estos  actos  culturales  tuvieron  el  carácter  de  conferen¬ 
cias-conciertos. 

En  el  año  de  1908,  la  sociedad  organizó  un  segundo 
ciclo  en  el  Teatro  del  Conservatorio  Nacional  con  el  si- 


9 


guíente  programa:  Antonio  Caso  disertó  sobre  ‘‘Max 
Stimer  y  el  individualismo  exclusivo”;  Max  Henríquez 
Ureña  sobre  “La  influencia  de  Chopin  en  la  música  mo¬ 
derna”;  Genaro  Fernández  Mac  Grégor  sobre  “Gabriel 
D’Annunzio”;  Isidro  Fabela  sobre  “José  María  de  Pe¬ 
reda”  y  “Rubén  Yalenti  sobre  “Arte,  Ciencia  y  Filo- 
solía  . 

De  ese  primer  esfuerzo  habrían  de  surgir  nuevas  for¬ 
mas  de  organización. 

Es  indudable  el  efecto  multiplicador  logrado  por  tan 
entusiastas  impulsores  del  extensionismo  que  tuvieron 
la  sensibilidad  propia  de  su  tiempo,  retomaron  el  ejem¬ 
plo  de  aquellos  que  los  precedieron  y  supieron  — muchos 
de  ellos —  imprimir  una  profunda  huella  en  diversos 
campos  de  la  vida  nacional.  Creemos  que,  junto  con  otros 
destacados  intelectuales  a  los  que  habremos  de  referir¬ 
nos  después  constituyen,  en  verdad,  el  cuerpo  más  in¬ 
mediato  de  precursores  de  algunas  de  las  modalidades 
de  la  extensión  académica  contemporánea;  en  particu¬ 
lar,  a  ellos  se  deben  los  primeros  esfuerzos  de  siste¬ 
matización. 

El  Ateneo  de  México  (1909-1914) 

En  octubre  de  1909,  se  funda  el  Ateneo  de  la  Juven¬ 
tud  con  el  propósito  de  organizar  más  ampliamente  las 
conferencias  y  fomentar  discusiones  sobre  temas  filosó¬ 
ficos.  El  Ateneo  llegó  a  contar  con  cerca  de  cien  perso¬ 
nas  adscritas:  poetas  en  su  gran  mayoría,  pintores,  arqui¬ 
tectos,  musicólogos  y  filósofos.  Entre  sus  miembros  más 
destacados  estaban  Alfonso  Reyes,  Antonio  Caso,  Pedro 
Henríquez  Preña,  Julio  Torri,  Enrique  González  Martí¬ 
nez,  Ramón  López  \  elarde,  Roberto  Arguelles,  Alfonso 
Cravioto,  José  ^  asconcelos,  Jesús  Acevedo,  Martín  Luis 
Guzmán,  Diego  Rivera,  Manuel  M.  Ponce,  Julián  Carri¬ 
llo,  Carlos  González  Peña,  Isidro  Fabela  y  Manuel  de 
la  Parra. 

La  s  sesiones  públicas  del  Ateneo  se  llevaban  a  cabo 
en  el  salón  de  actos  de  la  Escuela  de  Derecho.  De  los 
actos  que  más  importancia  tuvieron  durante  los  años  de 


10 


vida  del  Ateneo,  recordamos  la  serie  de  conferencias 
durante  los  meses  de  agosto  y  septiembre  de  1910,  con¬ 
memorativa  del  primer  centenario  de  la  Independencia 
de  México.  Algunas  de  las  más  relevantes  fueron  las  de 
Antonio  Caso  sobre  “La  filosofía  moral  de  don  Eugenio 
M.  de  Hostos”;  la  de  Alfonso  Reyes  sobre  “Los  poemas 
rústicos  de  Manuel  losé  Othón”;  la  de  Pedro  Henríquez 
Ureña  sobre  “La  obra  de  José  Enrique  Rodó”;  la  de 
Carlos  González  Peña  sobre  “El  Pensador  Mexicano  y 
su  tiempo”  y  la  de  José  Vasconcelos  sobre  “Don  Gabino 
Barreda  y  las  ideas  contemporáneas”. 

Durante  el  régimen  presidencial  de  Francisco  I.  Ma¬ 
dero,  el  Ateneo  de  la  Juventud  cambió  su  denominación 
por  la  de  Ateneo  de  México  y  extendió  su  programa  de 
actividades.  La  institución  invitó  a  conferencistas  extran¬ 
jeros,  entre  ellos  a  José  Santos  Chocano,  Manuel  Ugarte 
y  al  escritor  español  Pedro  González  Blanco,  quien  pro¬ 
puso  que  el  Ateneo  aumentara  su  obra  cultural  por  me¬ 
dio  de  conferencias  de  carácter  popular.  Entonces,  el 
Ateneo  de  México  orientó  sus  labores  en  favor  de  la  edu¬ 
cación  del  pueblo.  Testimonio  de  ello  es  la  creación 
de  la  Universidad  Popular  Mexicana  en  1912. 

El  grupo  ateneísta  se  disolvió  en  1914  porque  algu¬ 
nos  de  sus  principales  miembros  salieron  del  país.  Sin 
embargo,  en  el  corto  periodo  de  vida  de  la  institución, 
los  ateneístas  mostraron  gran  interés  en  el  fortalecimien¬ 
to  de  instituciones  culturales  y  por  ello  apoyaron  amplia¬ 
mente  al  entonces  ministro  de  educación  Justo  Sierra,  en 
la  reapertura  de  la  Universidad,*  en  la  fundación  de 
la  Escuela  de  Altos  Estudios  y  trabajaron  arduamente 
en  la  creación  de  la  Universidad  Popular  bajo  el  lema 
de  “La  Ciencia  protege  a  la  Patria”. - 

La  Universidad  Popular  ( 1912-1920 ) 

La  Universidad  Popular  fue  fundada  por  el  Ateneo  de 

*  En  gran  medida,  elementos  del  sistema  educativo  del  país  surgen 
como  desprendimientos  de  la  Universidad.  En  la  actualidad,  a  una  es¬ 
cala  que  no  imaginaron  los  ateneístas,  la  Universidad  Nacional  Autó¬ 
noma  de  México  no  ha  escatimado  esfuerzos  ni  recursos  para  fortalecer 
las  universidades  estatales  principalmente  a  través  del  llamado  Progra¬ 
ma  de  Colaboración  Académica  Interuniversitaria. 


1] 


México  en  septiembre  de  1912.  El  24  de  octubre  de  ese 
mismo  año,  inició  públicamente  sus  labores  con  una  con¬ 
ferencia  sobre  las  actividades  populares,  impartida  por 
Pedro  González  Blanco.  Las  principales  funciones  de  la 
Universidad  Popular  se  resumen  en  las  primeras  faccio¬ 
nes  de  la  Cláusula  Primera  de  sus  Estatutos,  que  a  con¬ 
tinuación  se  transcriben: 

“II.  La  Universidad  Popular  Mexicana  se  propone  fo¬ 
mentar  y  desarrollar  la  cultura  del  pueblo  de  México, 
especialmente  de  los  gremios  obreros. 

“III.  Esta  obra  se  llevará  a  cabo  por  medio  de  con¬ 
ferencias  aisladas,  cursos,  lecturas  comentadas,  visitas 
a  museos  y  galerías  de  arte,  excursiones  a  lugares  his¬ 
tóricos,  arqueológicos,  artísticos  o  pintorescos  y,  en 
general,  por  los  medios  que  parezcan  más  adecuados 
al  fin  que  se  persigue. 

“IV.  Las  conferencias  versarán  sobre  ciencias,  artes, 
industrias  y,  en  general,  sobre  cuanto  tienda  a  acre¬ 
centar  la  cultura  popular;  pero  de  modo  que  no  se  re¬ 
pita  la  labor  de  las  escuelas  de  obreros  ya  existentes. 
Quedan  excluidas  terminantemente  del  programa  de  la 
Universidad  Popular  Mexicana  las  cuestiones  políti¬ 
cas  y  religiosas. 

“V.  Las  conferencias,  las  lecturas  y  los  cursos  se  hui¬ 
rán  en  la  casa  de  la  Universidad  y,  además,  en  las 
fábricas,  centros  de  obreros  o  de  empleados,  domici¬ 
lios  de  sociedades  obreras  y  otros  sitios  semejantes. 
La  Universidad  acudirá  igualmente  al  llamado  de  las 
corporaciones  que  la  soliciten”.'" 

De  lo  anterior  se  desprende  que  la  institución  se  pro¬ 
ponía  extender  la  cultura  al  pueblo  particularmente  por 
medio  de  conferencias  y  cursos.  La  Universidad  Popular 
no  confería  títulos,*  los  profesores  no  obtenían  remune- 


*  Las  funciones  que  el  acuerdo  del  Rector  de  la  UNAM  asigna  en 
enero  de  1978  a  la  Dirección  General  de  Extensión  Académica,  retoman 


12 


ración  y  se  sostenía  merced  a  los  donativos  que  recibía. 

Su  primer  Rector  fue  el  Ing.  Alberto  J.  Pañi,  quien 
desempeñó  este  cargo  del  22  de  noviembre  de  1912  al 
20  de  enero  de  1914,  fecha  en  que  fue  nombrado  el  Dr. 
Alfonso  Pruneda  quien  se  hizo  cargo  de  la  institución 
en  los  años  posteriores.  Entre  los  conferencistas  más  des¬ 
tacados  sobresalen  los  nombres  de:  Alfonso  Caso,  Anto¬ 
nio  Caso,  Antonio  Castro  Leal,  Abraham  Castellanos, 
Erasmo  Castellanos  Quinto,  Enrique  González  Martínez, 
Julio  Jiménez  Rueda,  Vicente  Lombardo  Toledano  — de¬ 
signado  secretario  de  la  Universidad  en  1917 — ;  Jaime 
Torres  Bodet,  Genaro  Estrada,  Carlos  González  Peña, 
Ramón  López  Velarde,  Pedro  Henríquez  Ureña,  Julio 
Torri,  Daniel  Cosío  Villegas,  Luis  Enrique  Erro  y  Nar¬ 
ciso  Bassols. 

Las  conferencias  comprendieron  los  más  variados  te¬ 
mas:  Arqueología,  Antropología,  Arte,  Arquitectura,  Bo¬ 
tánica,  Ciencias  Físicas,  Economía,  Educación,  Geogra¬ 
fía,  Industrias,  Higiene,  Historia  Natural,  Historia  Ge¬ 
neral,  Historia  Patria,  Lengua  Castellana,  Literatura,  Ci¬ 
vismo,  Música,  Prehistoria,  Psicología,  Sociología  y 
Zoología. 

Algunas  conferencias  se  agruparon  en  series  o  cursos 
que  tuvieron  gran  aceptación.  Cabe  mencionar  el  ciclo 
titulado  “La  Patria  y  la  Arquitectura  Nacional”  a  cargo 
del  Arq.  Federico  Mariscal;  el  de  “Literatura”  compues¬ 
ta  de  cuatro  conferencias  a  cargo  de  Alfonso  Caso,  An¬ 
tonio  Castro  Leal,  Manuel  Toussaint  Ritter  y  Alberto 
Vázquez  del  Mercado;  el  “Curso  Popular  de  Lengua  y 
Literatura  Castellanas”  por  Miguel  Salinas;  el  de  “Pro¬ 
legómenos  de  la  Música”  por  Manuel  M.  Bermejo,  el 
de  “Pequeñas  Industrias”  a  cargo  del  Ing.  Francisco 
M.  Ortiz,  entre  otros. 

De  acuerdo  con  sus  Estatutos,  la  Universidad  Popu¬ 
lar  Mexicana  no  se  limitaba  a  desarrollar  las  activida¬ 
des  en  su  propio  local,  llamado  “Casa  de  la  Universi- 


en  lo  fundamental  el  contenido  de  las  fracciones  antes  citadas.  En  rigor, 
el  acuerdo  surgió  de  la  necesidad  de  instrumentar  medidas  tendientes 
a  apoyar  mejor  los  fines  primordiales  de  la  Universidad. 


13 


dad”,  sino  que  extendía  su  labor  a  diversas  agrupaciones 
de  obreros  y  empleados  que  solicitaban  su  colaboración. 
Así,  se  impartieron  conferencias  y  cursos  en  locales  de 
las  siguientes  corporaciones:  Alianza  de  Ferrocarrileros 
Mexicanos,  talleres  de  los  Ferrocarriles  Constituciona- 
listas  de  México,  Asociación  Cristiana  de  Jóvenes.  Ade¬ 
más,  en  las  sociedades  que  a  continuación  se  mencionan: 
“Astronómica  de  México”,  “Mutualista  de  Empleados 
de  Comercio”;  “El  Auxilio”  y  “Minerva”  y  en  las  ins¬ 
talaciones  de  la  Escuela  de  Artes  y  Oficios;  en  la  Aso¬ 
ciación  Mexicana  de  Ingenieros  y  Arquitectos,  la  Escue¬ 
la  Superior  de  Comercio  y  Administración,  el  Museo 
Nacional  de  Historia  Natural  y  el  Museo  Nacional  de 
Arqueología,  Historia  y  Etnología. 

La  Universidad  Popular  Mexicana  realizó  además 
otras  actividades  con  el  propósito  de  extender  la  labor 
cultural:  conciertos  dominicales  para  contribuir  a  la  di¬ 
fusión  musical,  visitas  a  museos,  festivales  para  conme¬ 
morar  fechas  históricas,  veladas  literario-musicales,  ex¬ 
hibiciones  cinematográficas  y  publicaciones.  Asimismo, 
instaló  un  Centro  Instructivo  Recreativo  para  obreras  en 
el  cual  se  impartían  clases  de  aritmética,  lenguaje,  la¬ 
bores  femeniles,  cocina  e  higiene.  También,  trabajó  por 
difundir  la  cultura  en  los  estados  de  la  República  y  con 
este  fin  estableció  un  centro  de  cultura  popular  en  Ve¬ 
nado,  San  Luis  Potosí. 

Los  actos  de  la  Universidad  Popular  se  daban  a  co¬ 
nocer  a  través  de  la  prensa,  por  invitaciones  especiales, 
avisos  impresos  y  cartelones.  En  cuanto  a  la  asistencia, 
el  público  lo  integraban:  obreros,  empleados,  comercian¬ 
tes,  profesores  y  estudiantes.4 

La  Escuela  de  Verano  del  Departamento  de  Intercambio 
L  niver sitarlo  de  la  Universidad  Nacional 

En  el  Reglamento  de  la  Secretaría  de  Educación  Pública 
Federal,  expedido  en  el  año  de  1921,  se  señalan  en  el 
cápítulo  VIII,  artículo  97,  las  funciones  del  Departa¬ 
mento  de  Intercambio  Universitario  de  la  Universidad 


14 


Nacional.  Ahí  se  indica  que  corresponden  al  menciona¬ 
do  departamento: 

“V.  Los  cursos  de  la  Escuela  de  Verano  para  estu¬ 
diantes  mexicanos  y  extranjeros.  El  Director  del  De¬ 
partamento  de  Intercambio  Universitario  será  también 
Director  de  la  Escuela  de  Verano. 

“VIL  Los  cursos  que  se  dan,  durante  el  año  acadé¬ 
mico  usual  para  extranjeros  residentes  en  México  que 
deseen  aprender  el  castellano. 

“VIII.  Los  cursos  de  vacaciones  de  invierno  que  esta¬ 
blezca  el  Departamento  para  estudiantes  mexicanos  y 
extranjeros,  sin  perjuicio  de  los  que  establezcan  las 
facultades  universitarias”.5 

Las  actividades  de  la  Escuela  de  Verano,  bajo  la  di¬ 
rección  de  Pedro  Henríquez  Ureña,  se  iniciaron  en  el 
año  de  1921  con  el  propósito  de  impartir  cursos  a  los 
extranjeros  para  afirmar  y  ampliar  sus  conocimientos 
en  el  idioma,  la  historia,  la  literatura,  el  arte  y  la  or¬ 
ganización  social  de  México.  En  el  primer  año  de  labo¬ 
res,  la  Escuela  ofreció  dos  ciclos  de  cursos  de  seis  se¬ 
manas  cada  uno;  los  cursos  se  impartieron  en  la  Escuela 
de  Altos  Estudios  y  en  el  Museo  Nacional  de  Arqueo¬ 
logía,  Historia  y  Etnología.  La  Escuela  también  organizó 
excursiones  dentro  y  fuera  de  la  ciudad  a  sitios  de  in¬ 
terés  histórico  y  cultural.0 

En  el  año  de  1922,  el  plan  de  los  cursos  de  la  Escuela 
de  Verano  se  modificó:  se  organizaron  dos  ciclos,  en  ca¬ 
da  uno  de  los  cuales  se  ofrecían  hasta  veintitrés  cursos 
distintos.  Por  su  parte,  el  profesorado  de  la  Escuela  de 
Verano  estaba  integrado  por  miembros  distinguidos  de 
la  Universidad  Nacional,  de  otras  escuelas  oficiales  y 
particulares  y  por  intelectuales  y  artistas  destacados  de 
la  época.* 


*  Ver  en  el  Apéndice:  1)  las  características  de  los  dos  ciclos  efectua¬ 
dos  durante  el  primer  año  de  labores;  2)  las  materias  que  formaban  parte 


15 


La  extensión  universitaria  como  una  función  sustanti¬ 
va  ha  estado  presente  en  la  Universidad  desde  sus  orí¬ 
genes.  Sin  embargo,  la  componente  académica  no  siem¬ 
pre  ha  figurado  en  los  diversos  programas  extensionales 
vigentes  ni  en  los  que  se  intentaron  en  el  pasado.  En  es¬ 
pecial,  la  extensión  académica  alcanzó  un  notable  desa¬ 
rrollo  alrededor  del  segundo  decenio  del  presente  siglo. 
Considérese,  como  ya  se  ha  dicho,  la  labor  realizada 
por  el  Ateneo  de  México  — del  que  formaba  parte  don 
Alfonso  Reyes —  de  1909  a  1914,  y  el  trabajo  organi¬ 
zado  por  el  Departamento  de  Intercambio  a  cuyo  frente 
se  encontraba  Pedro  Henríquez  Ureña  y  que,  en  su  tiem¬ 
po,  situó  a  la  función  extensional  con  un  profundo  sen¬ 
tido  académico,  en  uno  de  sus  más  elevados  niveles  de 
desarrollo.' 

En  gran  medida  esta  labor  fue  posible  gracias  al  en¬ 
tusiasmo  de.  no  pocos  destacados  universitarios  que  ha¬ 
bían  depositado  una  gran  fe  en  esta  misión.  Ellos  fueron 
los  precursores  de  la  educación  “extramuros”,  y  con  su 
ejemplo  y  dedicación  sentaron  las  bases  que  inspiraron, 
en  lo  conducente,  los  principios  que  fueron  incorporados 
a  los  diversos  instrumentos  normativos  que  han  regido 
a  la  Universidad.  Desafortunadamente,  con  su  desapari¬ 
ción,  también  se  agotaron  o  cuando  menos  se  ubicaron 
en  planos  de  segunda  importancia,  los  proyectos  de  ex¬ 
tensión  de  la  docencia.8 


de  los  ciclos  en  1922:  3)  los  nombres  de -los  profesores  que  figuraban 
en  los  folletos  donde  se  anunciaban  los  cursos  de  la  Escuela;  4)  el  re¬ 
sumen  cronológico  del  transcurso  de  la  Escuela  de  Verano  hasta  la  ac¬ 
tual  Dirección  General  de  Extensión  Académica;  5)  la  relación  de  nom¬ 
bres  de  quienes  la  han  dirigido  y,  6)  la  ubicación  de  las  instalaciones 
que  ha  ocupado. 


16 


III.  OTRAS  EXPERIENCIAS 

En  general,  es  preciso  reconocer  que  la  extensión  acadé¬ 
mica  no  es  una  función  “extraordinaria”  en  nuestra  Uni¬ 
versidad.  No  por  esporádica  o  por  la  falta  de  continuidad 
que  hasta  ahora  la  ha  caracterizado,  ha  de  suponerse 
que  se  trata  de  una  función  que  cae  fuera  del  ""orden” 
habitual  de  las  actividades  esenciales  de  la  Universidad. 
No  basta  afirmar,  en  general,  que  la  Universidad  tiene 
junto  a  sus  tareas  específicas  la  misión  de  favorecer  la 
extensión  de  la  cultura.  La  extensión,  en  todo  caso,  debe 
ser  llevada  a  cabo  de  manera  concreta,  con  referencia 
al  país  y  a  las  condiciones  sociales  que  rodean  a  la  Uni¬ 
versidad  e  inciden  sobre  ella. 

En  sociedades  que  han  alcanzado  un  grado  elevado  de 
desarrollo  y  que  gozan  de  un  sistema  amplio  y  eficaz 
de  educación,  la  misión  social  de  la  Universidad,  a  la 
que  nos  hemos  venido  refiriendo,  no  desaparece .  .  .  “pe¬ 
ro  las  formas  de  su  ejercicio  son  menos  inmediatas  y 
ocupan  un  lugar  menor  en  sus  preocupaciones.  Son  paí¬ 
ses  en  que,  por  así  decirlo,  apenas  hay  vacíos  y  en  los 
que  una  red  de  instituciones  cubre  las  necesidades  so¬ 
ciales,  cumpliendo  cada  una  su  función.  La  Univer¬ 
sidad,  como  ocurre  con  otras  instituciones,  no  tiene  que 
acudir  a  tareas  urgentes  de  tipo  social,  a  las  que  ya 
atienden  con  eficacia  otros  organismos.  No  es  que  en 
estos  casos  no  actúe  sobre  el  conjunto  social,  lo  hace  y 
con  gran  intensidad.  Pero  sin  desdeñar  a  veces  medios 
más  directos,  su  influencia  se  ejerce  más  bien  por  cauces 
indirectos,  a  través  de  otras  instituciones:  el  resto  del 
sistema  de  enseñanza,  los  centros  culturales,  la  prensa 
"seria’  y  los  múltiples  órganos  que  se  articulan  en  una 
sociedad  que  ha  llegado  a  un  alto  nivel  de  organización 
y  cultura”.9 

La  situación  es  distinta  en  sociedades  que  no  tienen  un 
alto  nivel  de  desarrollo.  En  esas  circunstancias  la  Uni¬ 
versidad  tendrá  que  concentrar  esfuerzos  en  el  intento 
por  remediar  urgencias  inaplazables,  hasta  que  se  cuente 
con  los  conjuntos  estructurados  suficientes,  sin  que  esto 
la  convierta  en  una  agencia  remediadora  de  calamida- 


17 


des,  ni  en  promotora  de  programas  “sociales’'  para  satis¬ 
facer  complejos  de  culpa  de  estudiantes  y  profesores. ao 
Con  el  desarrollo,  sin  embargo,  esta  misión  no  necesa¬ 
riamente  se  reduce,  ni  eventualmente  se  cancela;  cam¬ 
bian  en  todo  caso  sus  rasgos  característicos  al  limitarse 
su  realización  o  ejecución  directa:  Sus  directrices  gene¬ 
rales,  la  definición  de  políticas  o  normas  aplicables  y  la 
oferta  de  colaboraciones  posibles,  son  tareas  que  a  la 
Universidad  corresponderá  mantener  prioritariamente, 
de  modo  especial  a  través  de  la  extensión  de  la  in¬ 
vestigación. 

Las  experiencias  europeas  y  norteamericanas  en  la 
realización  de  un  amplio  movimiento  de  extensión,  han 
resultado  ricas  y  variadas.  El  examen  de  algunos  de  los 
rasgos  más  destacados  del  extensionismo  en  Inglaterra 
y  en  los  Estados  Unidos  de  América,  ofrece  un  marco 
adecuado,  en  primer  término,  para  la  comprensión  del 
movimiento  en  estos  países;  y  en  segundo  término,  para 
el  análisis  de  experiencias  históricas  comparadas,  apli¬ 
cables  al  caso  de  México. 

A  lo  largo  del  siglo  xix  se  hicieron  constantes  esfuer¬ 
zos  para  crear  un  sistema  eficiente  de  educación  al  que 
se  incorporaran  de  manera  importante  proyectos  de  ex¬ 
tensión  académica.  El  estudio  de  sus  raíces  históricas  su¬ 
giere  que  tales  esfuerzos  no  provinieron  de  la  moda  o 
de  intereses  efímeros,  sino  que  fueron  fundados  en  ne¬ 
cesidades  reales  de  educación  que,  al  verse  en  parte  frus¬ 
trados  en  el  plano  de  la  enseñanza  formal  de  las  pro¬ 
fesiones  tradicionales,  especialmente  en  razón  de  la 
entonces  señalada  insuficiencia  en  la  oferta  educativa, 
hubieron  de  buscar  satisfacción  en  otra  dirección.  Así 
surgieron  los  institutos  para  trabajadores,  las  facultades 
del  pueblo,  el  movimiento  de  extensión  universitaria  y 
el  desarrollo  del  Salón  Toynbee,  así  como  las  conferen¬ 
cias  de  extensión  tanto  en  las  casas  de  inquilinato  como 
en  las  universidades  inglesas.  En  Oxford,  esta  labor  re¬ 
presentó  un  gran  estímulo  para  la  vida  intelectual  en 
los  distintos  niveles  de  desarrollo  de  la  población,  cuan¬ 
do  se  organizaron  conferencias  y  posteriormente  estudios 


13 


más  continuos  y  sistemáticos.  Uno  de  los  ejemplos  más 
importantes  de  la  extensión  universitaria  en  Oxford,  fue 
la  obra  de  C.  S.  Barnett  en  el  llamado  Salón  Toynbee 
fundado  en  1883,  que  preconizaba  un  nuevo  reconoci¬ 
miento  entre  las  universidades  de  sus  responsabilidades 
hacia  los  sectores  populares.11 

En  la  Unión  Americana,  la  herencia  inglesa  dejó  una 
profunda  huella.  Merecen  en  este  caso  especial  mención 
las  organizaciones  nacionales  entre  las  que  destaca  la 
Asociación  de  Extensión  Universitaria  Nacional  fundada 
en  1915,  y  a  la  que  siguieron  en  épocas  más  recientes 
otras  muchas,  aunque  las  actuales  circunstancias  de  la 
educación  superior  en  ese  país,  hayan  modificado  apre¬ 
ciablemente  los  objetivos  que  se  perfilaban  en  sus  raíces 
históricas  y  hayan  orientado  sus  acciones  particularmen¬ 
te  hacia  la  educación  del  adulto.  Importante  es  en  la 
actualidad  su  oferta  de  oportunidades  de  actualización 
del  conocimiento,  y  su  tendencia  a  disminuir,  dentro  de 
una  esfera  de  preocupación  por  la  “educación  profesio¬ 
nal”,  la  separación  existente  entre  la  educación  “acadé¬ 
mica”  de  las  profesiones  tradicionales  y  la  educación  vo- 
cacional. 

En  realidad,  al  inicio  de  la  extensión  universitaria  en 
los  países  a  los  que  nos  hemos  referido  se  enfatizó  el 
sentido  extensional  de  la  docencia  fundamentalmente 
orientada  hacia  la  formación  cultural  de  los  trabajado¬ 
res  y  de  la  población  en  general,  por  medio  de  sistemas 
de  captación  del  conocimiento  acumulado  de  las  univer¬ 
sidades,  divulgándolo  fuera  de  sus  predios  inmediatos  a 
través  de  procedimientos  no  formales. 

Con  el  crecimiento  de  la  oferta  de  servicios  educativos 
esta  función  se  separó  en  cuando  menos  dos  ramas:*  la 
primera,  conservando  el  sentido  de  los  contenidos  y  mé¬ 
todos  originales,  a  cargo  de  gran  número  de  organismos 


*  Desde  luego,  no  se  debe  sólo  al  aumento  de  la  oferta  de  servicio 
sino  a  la  influencia  de  muy  diversos  factores,  entre  ellos,  el  papel  cam¬ 
biante  de  la  movilidad  social  por  el  tipo  de  educación;  como  en  el  caso 
de  la  disminución  de  las  circunstancias  de  privilegio  de  las  profesiones 
tradicionales  frente  a  nuevas  ocupaciones,  en  lo  que  se  refiere  a  las 
expectativas  de  ingreso,  particularmente  en  los  niveles  intermedios. 


19 


y  centros  de  enseñanza.  La  segunda,  organizada  como  un 
sistema  de  educación  continua,  de  actualización  de  co¬ 
nocimientos  universitarios  dirigidos  especialmente  a 
quienes  ya  poseen  algún  tipo  de  instrucción  superior  y, 
de  instrucción  especializada  interdisciplinaria  referida  a 
situaciones  concretas,  en  favor  de  los  cuadros  de  alta  je¬ 
rarquía  tanto  gubernamental  como  privados. 


20 


IV.  EL  CASO  DE  AMÉRICA  LATINA 

En  contraste  con  lo  que  hemos  mencionado,  en  Lati¬ 
noamérica  las  condiciones  de  desarrollo  distaban  mucho 
de  haber  alcanzado  un  nivel  similar  en  el  momento  en 
que  aquella  separación  funcional  se  produjo.  Así,  al  no 
existir  instancias  educativas  públicas  o  privadas  en  nú¬ 
mero  suficiente,  corresponde  a  las  universidades  abocar¬ 
se  a  la  promoción  y  realización  de  ambas  tareas.*  Por 
la  estructura  y  orientación  mismas  de  la  Universidad,  la 
primera  de  ellas  se  recoge  en  la  conceptualización  de  la 
extensión  académica  concebida  como  un  sistema  dirigido 
hacia  dentro  y  hacia  afuera,  vinculatorio  de  la  vida  y  él 
aprendizaje.  Sus  propósitos  son:  contribuir,  mediante  la 
educación  no  formal  sin  objetivos  explícitos  de  ocupa¬ 
ción  profesional,  a  llenar  el  vacío  de  oportunidades  edu¬ 
cativas,  reducir  el  desequilibrio  de  la  formación  cultu¬ 
ral  popular  y  enriquecer  la  vida  de  los  individuos  pro¬ 
piciando  su  autodesarrollo,  el  mejoramiento  de  las  bases 
de  decisión  popular  y  de  acción  social  responsable. 

A  escala  nacional,  y  también  a  nivel  latinoamericano, 
interesa  el  intercambio  de  información  mediante  un  cen¬ 
tro  coordinador  que  descubra  posibles  áreas  de  colabo¬ 
ración  entre  las  organizaciones  participantes  en  el  desa¬ 
rrollo  y  mantenimiento  de  los  servicios  de  extensión  aca¬ 
démica  que  las  circunstancias  reclaman.  Sucede  que,  pro¬ 
mociones  de  este  tipo  coinciden  respectivamente  con  los 
fines  y  objetivos  de  organizaciones  tales  como  la  Aso¬ 
ciación  Nacional  de  Universidades  e  Institutos  de  En¬ 
señanza  Superior  (ANÍJIES)  y  la  Unión  de  Universida¬ 
des  de  América  Latina  (UDUAL).  En  la  primera  de 
ellas,  podrían  replantearse  las  bases  y  la  denominación 
misma  del  Consejo  Nacional  de  Difusión  Cultural** 
constituido  en  agosto  de  1970,  de  tal  suerte  que  se  esté 


*  Cabe  advertir  que,  como  se  señalaba  en  el  Reglamento  de  Exten¬ 
sión  Universitaria  de  1930,  la  divulgación  del  alfabeto  o  de  la  enseñanza 
elemental,  no  es  labor  que  quede  comprendida  en  la  Extensión  Univer¬ 
sitaria.  Esta  debe  referirse  a  los  resultados  de  la  investigación  y  a  la 
enseñanza  superior  propiamente  dicha. 

**  Guadalupe  Pérez  San  Vicente,  “La  Extensión  Universitaria.  Notas 
para  su  Historia33.  Tomo  I,  UNAM,  México,  1979.  pp.  228  a  236. 


21 


en  posibilidad  de  reconstruirlo  y  de  acrecentar  sus  mar¬ 
cos  al  establecer  adicionalmente  programas  congruentes 
con  el  concepto  más  amplio  de  extensión  universitaria. 

Es  menester  advertir  la  importancia  del  apoyo  econó¬ 
mico  de  patronatos  y  fundaciones.  Estos  pueden  tener 
un  papel  decisivo  para  el  crecimiento  de  la  extensión 
académica.  La  concertación  de  convenios  con  organismos 
que  persiguen  parecidos  propósitos  y  que  pueden  parti¬ 
cipar  en  la  ejecución  conjunta  de  los  programas,  es  igual¬ 
mente  importante.  Por  su  parte,  las  aportaciones  de  In¬ 
dustrias  y  empresas,  muchas  de  ellas  dirigidas  por  egre¬ 
sados  de  la  Universidad,  podrían  ampliar  la  perspectiva 
facilitando  apoyo  a  la  Universidad  para  que  ésta  colabo¬ 
re  en  la  formación  cultural  de  sus  trabajadores;  forma¬ 
ción  consignada  por  la  Ley  de  la  materia  y  compromiso 
explícito  en  convenios  y  contratos  colectivos  de  trabajo. 
Dichas  aportaciones  al  propio  tiempo,  les  permitirían 
cumplir  su  deuda  con  la  sociedad  que  hizo  posible  su 
educación. 

Al  menos  en  México  es  posible  advertir  entre  otras, 
las  siguientes  tendencias  recientes  de  la  educación  su¬ 
perior:  a)  la  masificación  en  las  universidades  debido 
al  acelerado  crecimiento  en  términos  absolutos,  no  obs¬ 
tante  que  en  términos  relativos  resulte  moderado;*  b) 
el  propósito  de,  en  la  medida  de  lo  posible,  desconcen¬ 
trar  del  área  metropolitana  del  D.  F.  al  alumno  matricu¬ 
lado;  de  manera  especial  desconcentrar  la  matrícula  de 
la  Ciudad  Universitaria  y  derivar  la  demanda  a  otras 
instituciones;  c)  la  promoción  e  impulso  de  áreas  aca¬ 
démicas  distintas  a  las  tradicionalmente  fuertes,  con  el 
objeto  de  aliviar,  tanto  la  presión  de  la  demanda  a  estas 


*  “El  concepto  de  masificación  tiene  que  contemplarse  en  términos 
relativos  para  explicar  la  aparente  contradicción  que  existe  entre  la  baja 
proporción  de  los  estudiantes  potenciales  que*  en  México,  acceden  a  la 
educación  superior  y  la  imposibilidad  de  las  universidades  de  atender 
a  la  demanda  social  de  educación.  Una  institución  se  masifica  cuando 
el  número  de  estudiantes  que  admite  excede  las  posibilidades  de  los  re¬ 
cursos  educativos  y  los  grandes  números,  además  determinan  deficiencias 
administrativas”.  12  La  aparente  contradición,  sin  embargo,  se  entiende 
mejor  si  se  la  examina  en  términos  de  estructura  social  y  particular¬ 
mente  de  sus  niveles  de  marginación. 


22 


últimas  como  el  de  asegurar  una  mayor  coherencia  de 
las  expectativas  de  estudiantes  y  egresados  con  las  con¬ 
diciones  del  mercado  y  de  trabajo;  d)  la  evidente  co¬ 
rrelación  entre  los  niveles  de  desarrollo  de  las  zonas  geo- 
económicas  y  la  población  escolar  de  la  educación  su¬ 
perior. 

Las  universidades  en  general  se  esfuerzan  porque  el 
incremento  absoluto  se  compense  sin  detrimento  del  ni¬ 
vel  académico,  distribuyendo  lo  más  racionalmente  sus 
recursos  materiales,  procurándose  los  recursos  pedagó¬ 
gicos  necesarios  y  superando  en  la  medida  de  lo  posible 
las  convulsiones  internas  por  las  que  se  expresa  conyun- 
turalmente  la  problemática  nacional.  Visto  lo  anterior, 
la  magnitud  del  impulso  que  deba  darse  al  área  exten- 
sional  está  condicionado  por  el  establecimiento  de  prio¬ 
ridades  institucionales  y  la  racionalización  de  los  re¬ 
cursos.*  Por  ello,  se  hace  tanto  o  más  necesario  su 
concepción  amplia,  con  el  aporte  acumulativo  de  todos 
los  sectores  universitarios. 

La  extensión  académica  en  la  UNAM  se  circunscribe 
a  la  tarea  de  enseñanza,  distinta  de  la  educación  media 
superior,  de  carácter  profesional  y  de  grado  que  ofrece 
la  Universidad,  tal  y  como  lo  señala  el  Reglamento  Ge¬ 
neral  de  los  Centros  de  Extensión  Universitaria.  Por  su 
parte  los  sistemas  continuos  de  enseñanza  a  cargo  de 
escuelas  y  facultades  pueden  debidamente  encuadrarse 
dentro  de  los  marcos  de  la  extensión  universitaria,  si  bien 
se  dirigen  particularmente  a  los  egresados  de  la  Uni¬ 
versidad,  a  quienes  se  les  ofrece  la  posibilidad  de  la  ac¬ 
tualización  permanente  de  conocimientos  profesionales 
previamente  adquiridos.  De  ahí  que  los  conocimientos 
que  se  imparten,  son  con  frecuencia  de  un  alto  nivel  de 
especialización  y  su  organización  corresponde  a  las  di¬ 
visiones  profesionales  y  de  posgrado  de  las  facultades. 

La  extensión  académica  al  dirigirse  a  más  amplios 
sectores  de  beneficiarios  potenciales  para  los  que  no  son 

*  Es  interesante  advertir  la  creciente  preocupación  y  la  labor  des¬ 
plegada.  tendientes  a  desarrollar  un  modelo  sectorial  de  planeación  de 
la  extensión  universitaria,  vinculada  a  las  grandes  líneas  de  planeación 
de  la  UNAM  en  su  conjunto. 


23 


exigibles  los  prerequisitos  solicitados  a  los  aspirantes  a 
estudios  formales,  exige  el  diseño  de  métodos  y  conte¬ 
nidos  que  respondan  adecuadamente  a  las  condiciones 
sociales  de  dichos  sectores.  Atiende  así  a  la  necesidad 
de  llevar  a  los  propios  universitarios  y  a  otros  núcleos 
de  trabajadores  en  los  centros  laborales  y  a  auditorios 
aún  más  amplios,  a  través  de  los  medios  masivos,  co¬ 
nocimientos  sobre  las  circunstancias  del  presente  y  so¬ 
bre  los  problemas  coyunturales  inmediatos,  que  les  per¬ 
mitan  alcanzar  una  vida  más  plena  a  partir  de  su  ma¬ 
yor  formación  cultural. 

La  labor  realizada  por  la  UNAM  tanto  en  centros  de 
trabajo  como  en  casas  de  cultura  populares,  en  gran  me¬ 
dida  ha  respondido  a  estrategias  de  colaboración  o  de 
apoyos  recíprocos  vía  convenios  interinstitucionales  cuyo 
objetivo  central  es  la  extensión  de  los  beneficios  de  la 
cultura  en  favor  de  los  trabajadores  y  de  los  derecho- 
habientes  correspondientes.  Se  concertan  esfuerzos  con 
autoridades  estatales  y  delegacionales,  con  instituciones 
de  cultura,  organizaciones  para  el  fomento  de  activida¬ 
des  sociales  y  dependencias  del  gobierno  federal,  entre 
otras.  Baste  citar  por  ejemplo:  los  órganos  del  sector 
de  salud  pública  en  cuyas  instalaciones  se  realizan  ac¬ 
tividades  extensionales;  el  Consejo  Nacional  de  Cultu¬ 
ra  y  Recreación  para  los  Trabajadores  (CONACURT); 
el  Fondo  Nacional  para  Actividades  Sociales  (FONA- 
PAS) ;  el  Instituto  Nacional  de  Bellas  Artes,  así  como 
varias  secretarías  de  Estado  y  organizaciones  gremiales. 

Cabe  señalar  que  la  forma  de  hacer  accesible  el  co 
nocimiento  a  los  sectores  beneficiarios  de  los  servicios  de 
extensión  se  diferencia  de  las  modalidades  no  escolari- 
zadas  características  de  los  sistemas  abiertos  de  ense¬ 
ñanza.  En  el  primer  caso  importa  replantear  los  conteni¬ 
dos  para  facilitar  el  acceso  a  los  mismos;  en  el  segundo 
caso  interesan  primordialmente  los  procedimientos  por 
los  cuales  se  abren  las  posibilidades  para  hacer  asequi¬ 
bles  los  contenidos  de  planes  curriculares  formales. 

Por  último  es  imprescindible  reconocer  que  existe  una 
brecha  seria  entre  las  conceptualizaciones  de  la  tarea  ex- 


tensional,  y  entre  estas  y  su  instrumentación;  las  barre¬ 
ras  más  importantes  para  la  práctica  de  la  extensión 
académica  son  de  distinto  orden  y  algunas  constituyen 
obstáculos  decisivos.  Entre  ellas:  las  actitudes  académi¬ 
cas  conservadoras  y  tradicionalistas;  los  límites  de  la 
disfuncionalidad  entre  el  “sistema  establecido”  v  las 

j 

universidades,  toleradas  por  el  primero;  la  adhesión  per¬ 
sistente  a  dogmas  disciplinarios  profundamente  arraiga¬ 
dos;  los  temores  de  grupos  y  de  individuos  quienes  ven 
en  la  extensión  una  amenaza  para  la  conservación  de 
sus  centros  de  poder  político  y  económico  y  por  último, 
la  falta  de  comprensión  de  la  necesaria  complementa- 
ridad  entre  la  docencia,  la  investigación  y  la  extensión 
universitarias.  Esta  situación  ha  provocado  que,  en  la 
mayoría  de  los  casos,  se  apliquen  criterios  para  el  es¬ 
tablecimiento  de  prioridades  que  reducen  la  extensión 
a  uno  de  sus  géneros,  esto  es,  a  ciertas  formas  de  difu¬ 
sión  de  la  cultura  reconocibles  por  su  acento  en  torno 
a  la  promoción  de  las  artes. 

En  todo  caso,  la  libertad  para  el  análisis  de  la  reali¬ 
dad  y  el  examen  crítico  que  caracterizan  a  la  Universi¬ 
dad  y  a  su  labor  extensional,  no  deben  confundirse  con 
las  acciones  de  política  partidaria  no  sólo  ajenas  sino 
contrarias  a  la  naturaleza  misma  de  la  Institución. 


25 


V.  organización  de  la  extensión  universitaria  en  el 

SENTIDO  DEL  TIEMPO 

Es  preciso  examinar  las  acciones  extensionales  con  res¬ 
pecto  a  su  situación  en  el  sentido  del  tiempo.  En  efecto, 
aun  a  riesgo  de  incurrir  en  simplificaciones  excesivas, 
si  la  experiencia  cotidiana  se  divide  para  ese  propósito 
en  trabajo  y  recreación  y  sí,  además,  estos  estados  se 
suceden  en  forma  alternada,  cabe  preguntarse  ¿a  cuál  de 
ellos  se  asocia  en  mayor  grado  la  extensión  universitaria 
por  lo  que  toca  a  sus  beneficiarios?  Por  los  elementos 
más  visibles,*  parecería  que  el  proceso  enseñanza-apren¬ 
dizaje  y  la  investigación  son  consustanciales  con  la  idea 
de  trabajo.  En  cambio,  la  extensión  de  los  beneficios  de 
la  cultura  se  destina  a  llenar  el  espacio  dejado  para  el 
ocio.  Esta  distribución  temporal  que  se  asigna  a  la  ex¬ 
tensión,  tal  y  como  de  la  observación  de  los  hechos  se 
infiere,  y  no  obstante  que  el  espacio  aludido  pudiera  ser 
llenado  con  elementos  de  alto  valor  cultural,  nos  lleva 
a  las  siguientes  reflexiones: 

Primera.  Para  ese  efecto  nuestra  existencia  diaria  está 
dividida  en  dos  fases:  las  llamamos  trabajo  y  recreación 
o  entretenimiento. 

Segunda.  Debemos  hacer  una  distinción  entre  entrete¬ 
nimiento  activo  y  entretenimiento  pasivo,  así  como  ad¬ 
mitir  que  la  fase  “trabajo’'  no  está  condicionada  ni  al 
desarrollo  dé  una  sola  actividad,  ni  al  desarrollo  de 
actividades  genéricamente  iguales.  Las  ocupaciones  pue¬ 
den  ser  diversas,  sin  ser  necesariamente  simultáneas. 

Tercera.  El  ocio  debe  entenderse  a  partir  de  la  verda¬ 
dera  acepción  de  la  palabra.  De  hecho  su  significado 
original  no  es  más  que  “tiempo”  y  “oportunidad”.  Fra¬ 
ses  como  “at  your  leisure”,  preservan  este  significado 
original.  El  ocio  no  debe  ser,  entonces,  algo  que  pese 
sobre  nosotros  y  donde  el  problema  sea  cómo  llenarlo, 

*  Considérense  los  programas  de  actividades  a  cargo  de  diversas  Ins¬ 
tituciones  de  los  cuales  se  informa  a  través  de  la  prensa  y  cuyas  carac¬ 
terísticas  pueden  hacer  creer  que  constituyen  la  expresión  de  un  ver¬ 
dadero  y  progresivo  proyecto  cultural  nacional.  La  acumulación  lineal, 
incluso  la  superposición  accidental  resultan  de  la  acción  de  resortes  ins¬ 
titucionales  legítimos  aunque  inconexos.  Por  ello  la  articulación  y  la  con- 
certación  de  esfuerzos  resulta  esencial. 


26 


sino  la  oportunidad  de  disponer  del  tiempo  para  hacer 
algo,  a  diferencia  de  un  vacío  permanente  para  el  cual 
debamos  inventar  ocupaciones. 

Cuarta.  La  vinculación  entre  docencia,  investigación  y 
extensión;  es  decir,  la  experiencia  totalizadora  del  que¬ 
hacer  universitario,  es  de  la  mayor  importancia.  En  este 
sentido  la  tarea  extensional  es  capaz  de  reforzar  y  con¬ 
solidar  la  experiencia  académica,  enriquecerla  por  la 
generación  de  alternativas  de  prestación  de  servicios,  y 
de  producción,  transmisión  y  asimilación  de  conocimien¬ 
tos  en  la  fase  “trabajo”  y,  finalmente,  por  ofrecer  una 
ocupación  compensadora  no  directamente  vinculada  al 
estudio  o  a  la  investigación  formales;  ocupación  de  ca¬ 
rácter  recreativo,  la  que,  por  no  mencionarla  al  final  re¬ 
sulta  menos  importante.  Considérese  la  compensación 
inconsciente  que  el  cuerpo  y  la  mente  reclaman,  com¬ 
pensación  para  la  cual  de  no  existir  alternativas  y  al  ser 
buscada  por  una  personalidad  desintegrada,  es  con  fre¬ 
cuencia  de  naturaleza  antisocial. 

Es  de  suponerse  que  el  acercamiento  psicológico  al 
ocio,  lo  siga  considerando  como  un  escape  a  la  concen¬ 
tración  física  o  mental  del  trabajo  o  de  sus  responsabi¬ 
lidades.  Este  escapismo,  proviene  del  equilibrio  que  de 
modo  natural  se  busca  y  es  ahí  donde  puede  darse  la 
participación  en  un  empeño  de  ocio,  de  preferencia  con 
rasgos  compensatorios  al  trabajo  y  con  un  contenido  de 
alto  nivel  cultural.  De  gran  importancia  resulta  advertir 
la  ausencia  de  alternativas  calificadas  para  el  “segundo 
tiempo”,  el  que  con  excepción  de  la  labor  que  puedan 
realizar  las  universidades  y  algunos  institutos  o  centros 
culturales,  frecuentemente  se  cubre  con  elementos  de  un 
magro  contenido  cultural,  que  expresan,  por  una  parte, 
una  finalidad  esencialmente  comercial  y  por  la  otra, 
una  influencia  extranjerizante.  A  propósito  de  esto  últi¬ 
mo  parece  imperativo  ampliar  la  oferta  de  opciones  que 
visualicen  las  manifestaciones  culturales  propias,  capa¬ 
ces  de  apreciar  aquellas  distintas  a  las  de  los  grupos  do¬ 
minantes,  reforzando  el  sentido  de  la  identidad  nacional 
no  obstante  la  profunda  diferenciación  en  clases  socia- 


27 


les  y  la  limitada  interacción  entre  grupos  culturalmente 
diferenciados. 

La  extensión  académica  en  primer  término,  supone  la 
realización  de  trabajo  por  las  partes  que  intervienen  en 
el  proceso,  se  sitúa  en  ese  nivel  de  temporalidad  y  al 
mismo  tiempo  se  alterna  con  él  en  tanto  que  ofrece  ocu¬ 
paciones  diversas  y  compensatorias.  En  segundo  lugar 
llena  el  espacio  del  ocio,  particularmente  cuando  adopta 
una  de  sus  dimensiones:  *da  cultura  como  espectáculo”, 
en  la  que  actores  y  ejecutantes  son  sujetos  activos,  en 
tanto  que  los  observadores,  son  sujetos  pasivos.  No  debe, 
sin  embargo,  exagerarse  en  este  sentido.  Hasta  qué  punto 
un  observador  deja  de  ser  pasivo  y  se  convierte  en  sujeto 
activo  de  participación,  depende  de  la  calidad  del  ob¬ 
jeto  en  cuestión  o  en  este  caso  de  la  calidad  y  moda¬ 
lidad  del  espectáculo.  La  empatia  como  fenómeno  entre 
sujeto  y  objeto,  se  traduce  en  la  participación  de  aqué] 
en  el  espacio  virtual  de  éste. 

Concluiremos  que  la  extensión  universitaria  y  con  ella 
la  extensión  académica,  por  lo  que  respecta  al  tiempo 
no  debe  su  razón  de  ser,  ni  es  posible  reducirla  a  un 
cierto  estado  de  vacuidad.  En  consecuencia,  importa  la 
revitalización  de  la  actividad  extensional  asociada  a  una 
dosificación  y  estructuración  en  el  tiempo  más  acordes 
con  estos  principios. 

Por  tratarse  de  esfuerzos  singularmente  ejemplares 
que  realiza  la  UNAM  en  el  terreno  de  la  extensión,  don¬ 
de  se  conjugan  finalidades  de  servicios  al  público  y  prác¬ 
ticas  académicas  con  un  sentido  eminentemente  social, 
mencionaremos  la  labor  que  se  lleva  a  cabo  a  través  de 
las  Clínicas  Odontológicas,  el  plan  A-36  de  la  Facultad 
de  Medicina,  los  servicios  asistenciales  de  las  Escuelas 
Nacional  de  Estudios  Profesionales  Iztacala  y  Zaragoza, 
los  centros  para  la  enseñanza,  la  investigación  y  la  ex¬ 
tensión  de  la  zootecnia  dependientes  de  la  Facultad  de 
Medicina  Veterinaria,  las  tareas  bajo  la  responsabilidad 
de  la  Comisión  Coordinadora  del  Servicio  Social  Inte¬ 
gral,  así  como  numerosos  bufetes  y  talleres.* 

*  (Véase  el  No.  1  de  la  Serie  1,  Colección  de  Cuadernos  de  Exten¬ 
sión  Universitaria.  UNAM.  .México,  1980). 


28 


VI.  ORIENTACIONES  SOBRE  LA  EXTENSIÓN  ACADEMICA 

La  orientación  de  la  extensión  académica  no  ha  de  ser 
“culturalista”,  ante  todo  deberá  reflejar  preocupaciones 
fundamentales  por  el  desarrollo  pleno  de  los  individuos 
y  deberá  promover  el  desarrollo  de  una  conciencia  crí¬ 
tica  y  de  identidad  colectiva. 

Más  quizá  que  grandes  síntesis  o  grandes  concepcio¬ 
nes  del  mundo,  parecería  útil  centrar  las  actividades  en 
aspectos  determinados  de  la  vida  y  la  cultura,  valiéndose 
de  temas  de  actualidad  que  se  correspondan  con  diversos 
intereses  de  amplios  sectores  de  la  sociedad. 

A  través  del  análisis  y  de  la  discusión  de  cuestiones 
concretas  es  posible  plantear  extensos  temas  culturales 
abriendo  perspectivas  al  oyente.  Su  contacto  con  la  Uni¬ 
versidad  tendría  así  una  innegable  influencia  educadora 
y  cultural.  “La  Universidad  ha  de  salir  de  sus  muros  y 
llevar  su  espíritu  y  su  preocupación  por  la  elevación  cul¬ 
tural  del  país  a  medios  sociales  y  a  ciudades  y  pueblos 
que  habitualmente  están  al  margen  de  ella”.* 

La  formación  cultural  deberá  procurarse  en  los  cen¬ 
tros  laborales  y  en  las  casas  de  cultura  de  dichos  centros 
o  de  los  Municipios,  los  Estados  o  la  Federación.  No 
olvidemos,  sin  embargo,  que  Alfonso  Caso  en  su  ensayo 
intitulado  “los  fines  de  la  Universidad  Nacional”  ad¬ 
vierte  claramente  la  diferencia  entre  extensión  universi¬ 
taria  y  enseñanza  primaria;  entre  aquella  y  la  educación 
general  del  pueblo.  Por  ello,  la  misión  de  la  Universidad 
frente  a  la  enseñanza  primaria,  ha  de  hacerse  “conser¬ 
vando  siempre  su  carácter  univejsitario”  y  ayudando  so¬ 
bretodo,  a  elevar  el  prestigio  social  y  el  nivel  cultural 
del  magisterio,  prestándole  como  a  otros  sectores  el  apo¬ 
yo  que  las  posibilidades  de  la  institución  permita. 

Los  servicios  educativos  formales  en  las  instituciones 
de  enseñanza  profesional  suelen  orientarse,  debido  a  la 
influencia  de  factores  externos  que  condicionan  el  de¬ 
sarrollo  profesional,  hacia  metas  pragmáticas.  Por  ello 


*  Latorre  Ángel.  Universidad  y  Sociedad.  Barcelona,  Ediciones  Ariel, 
1964,  p.  211. 


29 


la  extensión  académica  coadyuva  a  alcanzar  un  mayor 
equilibrio  entre  los  programas  que  tengan  por  mira  las 
necesidades  del  individuo  y  los  que  en  su  aplicación  de¬ 
dican  su  atención  al  conjunto  social. 

En  términos  generales  los  beneficios  que  se  derivan  de 
los  programas  formales  de  enseñanza,  están  condiciona¬ 
dos  por  las  estructuras  sociales;  de  ahí  la  importancia 
de  instrumentar  procedimientos  y  métodos  tendientes  a 
reducir  las  condiciones  de  privilegio  de  las  minorías  po¬ 
seedoras  de  una  herencia  cultural  más  rica.  La  mayor 
flexibilidad  inherente  a  la  extensión  académica  favore¬ 
ce  el  desarrollo  de  oportunidades  de  beneficio,  en  las 
que  a  las  situaciones  de  privilegio  corresponda  un  menor 
peso  específico.  En  efecto,  para  la  extensión  académica 
es  posible  la  formulación  y  ejecución  de  múltiples  pla¬ 
nes  alternativos  dirigidos  hacia  sectores  o  grupos  rela¬ 
tivamente  homogéneos  por  lo  que  hace  a  las  circuns¬ 
tancias  de  sus  antecedentes  socioculturales,  a  sus  intere¬ 
ses  inmediatos  y  a  su  agrupamiento  por  edades  o  cohor¬ 
tes.  Es  así  que  de  las  características  específicas  de  los 
receptores,  se  puedan  más  fácilmente  derivar  los  conte¬ 
nidos  de  los  planes  y  la  multiplicidad  de  sus  variaciones. 
La  flexibilidad,  la  movilidad  y  la  pluralidad,  para  un 
cierto  espacio  y  tiempo,  son  apreciablemente  mayores  en 
el  caso  de  los  programas  extensionales  lo  cual  nos  ofrece 
ventajas  fácilmente  reconocibles.  No  obstante,  histórica¬ 
mente  al  menos  en  América  Latina,  los  esfuerzos  que  se 
han  producido  en  este  campo  han  sido,  salvo  excepciones, 
el  resultado  de  impulsos  circunstanciales  (entusiastas  al¬ 
gunos)  ;  los  que  quizá  por  ello  mismo  se  han  señalado 
por  su  falta  de  continuidad.  No  es  menos  cierto,  además, 
que  el  esfuerzo  desplegado  para  el  diseño  de  planes  ex¬ 
tensionales,  sólo  marginalmente  ha  comprendido  las  ca¬ 
racterísticas  de  los  componentes  del  universo  al  que  se 
dirigen. 

Las  universidades,  en  su  empeño  por  lograr  una  ma¬ 
yor  proyección  social,  tendrán  que  decidirse  por  el  for¬ 
talecimiento  de  la  extensión  académica  a  partir  de  las 
experiencias  pasadas,  a  través  de  la  promoción  y  del 


30 


apoyo  organizado  a  las  diversas  acciones  que  en  la  época 
actual  realiza.  Asimismo  deberán  fortalecer  el  impulso 
renovado  hacia  el  estudio  y  hacia  la  organización  ins¬ 
titucional  del  proceso.  Consideramos  en  suma,  que: 

1.  Las  universidades  deben  organizar  sus  planes, 
programas,  contenidos  y  métodos  a  partir  de  las  carac¬ 
terísticas  particulares  de  su  sociedad. 

2.  La  ley  orgánica  asigna  a  la  UNAM  el  propósito 
esencial  de  estar  íntegramente  al  servicio  del  país,  por 
lo  que  la  extensión  universitaria  tiene  entre  sus  objetivos 
principales  coadyuvar  a  la  formación  cultural  de  la  co¬ 
munidad  nacional,  mediante  la  organización  e  implanta¬ 
ción  de  planes  extracurriculares  orientados  en  función 
de  las  características  de  los  diversos  sectores  a  quienes 
se  dirige. 

3.  Dentro  de  las  actividades  de  extensión  universita¬ 
ria,  la  extensión  académica  puede  proporcionar  aprecia¬ 
bles  beneficios  culturales  mediante  la  impartición  de 
cursos  dirigidos  al  interior  de  la  Universidad;  y  al  exte¬ 
rior,  al  ser  concebidos  como  una  actividad  extramuros, 
cursos  organizados  en  forma  distinta  a  los  del  bachille¬ 
rato,  y  a  los  de  carácter  profesional  y  de  grado  que  de¬ 
finen  los  reglamentos  correspondientes. 

4.  La  labor  extramuros  cobra  singular  importancia 
al  transmitir  los  conocimientos  humanísticos  y  científi¬ 
cos  que  la  Universidad  desarrolla  en  su  seno,  haciéndo¬ 
los  accesibles  a  quienes  no  han  tenido  una  formación 
educativa  preuniversitaria,  lo  mismo  que  a  aquellos  que 
no  están  en  situación  de  cursar  estudios  universitarios. 

5.  Hacia  el  interior  la  extensión  académica  puede 
contribuir  a  proporcionar  una  importante  base  cultural 
que  dé  a  los  estudiantes  perspectivas,  valores  y  experien¬ 
cias  humanas  más  amplias,  de  suerte  que  estén  en  posi¬ 
bilidad  de  aplicar  sus  aptitudes  profesionales  con  un  ma¬ 
yor  provecho  para  la  sociedad  en  su  conjunto,  al  mismo 


31 


tiempo  que  alcanzar  una  vida  más  plena  dentro  y  fuera 
del  ámbito  de  su  carrera,  y, 

6.  A  través  de  la  extensión  académica,  la  Universi¬ 
dad  puede  recoger  las  expresiones  culturales  de  la  so¬ 
ciedad,  enriqueciendo  y  precisando  las  orientaciones  de 
sus  programas  internos  y  de  proyección  social.* 

La  extensión  académica  en  cierto  modo,  se  encuentra 
en  una  situación  intermedia  entre  la  educación  formal  y 
lo  que  podríamos  llamar  al  aprendizaje  espontáneo:  la 
formación  familiar,  la  tradición  oral,  etc.  La  educación 
distinta  de  los  sistemas  formales  es  precisamente  una 
de  las  finalidades  básicas  de  la  extensión.  Considérese 
por  otro  lado,  el  hecho  de  que  la  educación  superior  es- 
colarizada  en  México  no  alcanza  a  todos  los  individuos 
debido,  cuando  menos  a  varias  circunstancias  fundamen¬ 
tales:  1.  Las  limitaciones  de  la  oferta  de  servicios  edu¬ 
cativos.  2.  La  diversidad  de  dotes  humanos  y  los  múlti¬ 
ples  componentes  dentro  de  la  división  del  trabajo  que 
no  reclaman  niveles  de  educación  superior,  3.  la  dis¬ 
persión  de  casi  un  tercio  de  la  población  en  localidades 
pequeñas,  4.  las  características  que,  conforman  la  es¬ 
tructura  social  y  5.  la  incapacidad  del  mercado  de  tra¬ 
bajo,  en  muchos  campos,  para  absorber  a  los  que  egre¬ 
san  de  la  educación  superior. 

Aparte  de  los  sistemas  abiertos  de  enseñanza,  en  el 
futuro  cabe  pensar  en  la  posibilidad  de  que  sectores 
cada  vez  más  amplios  de  la  clase  trabajadora  se  den  a 
sí  mismos  una  educación  para  adultos  de  carácter  vo¬ 
luntario,  en  los  centros  de  extensión  académica  o  en  las 
instituciones  de  enseñanza  que  se  organicen  para  el  efec¬ 
to.  Véase  el  caso  de  la  educación  para  adultos  en  los 
Países  Bajos,  donde,  según  refiere  A.  J.  Toynbee,  ‘‘un 
agricultor  danés  ahorrará  dinero  durante  años  para  per- 
mitirse  seguir  un  curso  de  seis  o  doce  meses,  y  será 
cuestión  de  honor  elegir  su  materia  con  la  vista  puesta 

*  Tomado  del  texto  del  Acuerdo  de  Funciones  de  la  Dirección  Gene¬ 
ral  de  Extensión  Académica.  Diciembre  de  1977. 


32 


en  elevar  el  nivel  de  su  cultura”.  Es  claro  que,  si  bien 
es  posible  que  el  desarrollo  de  la  extensión  académica 
pueda  conducir  en  esa  dirección,  no  es  menos  claro  que 
esto  sólo  será  en  mayor  grado  probable  cuando  en  las 
condiciones  socioeconómicas  del  país  se  encuentren  los 
elementos  indispensables  que  lo  permitan. 

Desde  otra  perspectiva,  la  extensión  académica  tam¬ 
bién  se  ubica  en  una  posición  intermedia  entre  los  pro¬ 
blemas  inherentes  a  una  educación  de  masas  y  a  una 
investigación  cada  vez  más  condicionadas  por  la  deman¬ 
da  de  desarrollo  económico  y  social  y  menos  por  las  in¬ 
clinaciones  de  quienes  estudian  o  de  quienes  realizan 
investigaciones,  y  los  problemas  e  inconsistencia  general 
de  la  educación  “espontánea”  condicionada  por  fuerzas 
sociales  y  económicas,  que  no  menos  restringen  las  incli¬ 
naciones  individuales.  Así,  la  extensión  académica  pue¬ 
de  en  mayor  medida  estimular  libremente  y  canalizar 
dichas  inclinaciones  por  la  relativa  homogeneidad  den¬ 
tro  de  sectores  específicos  de  estudiantes  y  trabajadores 
con  respecto  a  los  cuales  es  posible  diseñar  planes  y  pro¬ 
gramas  particulares  concretos  y,  por  las  opciones  de  par¬ 
ticipación  de  los  beneficios  del  sistema,  no  tan  directa¬ 
mente  condicionados  por  expectativas  de  ingreso  y  de 
empleo  futuros. 

Con  todo,  la  extensión  académica  puede  tener  efec¬ 
tos  apreciables  en  favor  de  la  movilidad  social  y  de  re¬ 
ducción  en  la  desigualdad  de  oportunidades  educati¬ 
vas.*  Efectos  que  pueden  medirse  a  corto  y  a  largo  pla¬ 
zo: 

A  corto  plazo,  porque  ofrece  oportunidades  de  forma¬ 
ción  cultural  a  quienes  la  oferta  de  servicios  educativos 
formales  no  alcanza,  aun  cuando  en  razón  de  sus  carac¬ 
terísticas  no  se  propone  sustituir  dicha  oferta,  sino  abrir 
alternativas  complementarias  para  la  ocupación  de  cier¬ 
tos  espacios  de  vacío  cultural.  A  largo  plazo  porque,  a 
través  de  la  formación  familiar  y  de  la  enseñanza  “es¬ 
pontánea”  a  cargo  de  los  receptores  de  los  servicios  ex- 

*  Particularmente  en  zonas  urbanas,  aun  cuando  el  empleo  de  los 
medios  masivos  de  comunicación  permite  alcanzar  auditorios  mucho  más 
vastos. 


33 


tensionales,  y  que  presumiblemente  estarán  en  situación 
de  mejorar  gradualmente,  se  incide  indirectamente  en  la 
movilidad  y  en  el  nivel  de  aprovechamiento  potencial 
de  los  estudios  de  las  nuevas  generaciones.  Parece  por  lo 
mismo  aconsejable  propiciar  investigaciones  a  propósito 
de  los  efectos  sobre  la  movilidad  social,  debidos  a  la 
influencia  directa  de  la  extensión  y  a  la  influencia  re¬ 
sidual  dentro  del  medio  social  y  familiar. 


34 


VIL  A  PROPÓSITO  DE  LOS  CONTENIDOS  DE  LOS  PROGRAMAS 
Y  DE  LA  RESPONSABILIDAD  INSTITUCIONAL 

La  función  académica  de  la  Universidad  no  se  reduce 
a  cumplir  la  función  meramente  instrumental  de  satisfa¬ 
cer  exigencias  de  preparación  técnica,  sino  que  posee  la 
cualidad  esencial,  profunda,  trascendental  de  orientación 
y  crítica  social  responsable.  Cualidad  que  es  al  propio 
tiempo  la  condición  de  la  extensión  académica. 

Es  posible  poner  los  conocimientos  que  la  Universi¬ 
dad  desarrolla,  al  alcance  de  estudiantes,  trabajadores  y 
en  general  de  diversos  sectores  de  la  población,  a  fin 
de  capacitarlos  para  enfrentarse  en  mejores  condicio¬ 
nes  a  los  problemas  de  su  disciplina  o  de  su  espacio 
laboral,  o  encuadrar  éste  dentro  del  contexto  social  y  a 
razonar  lógicamente.  Sin  embargo,  para  cumplir  con  las 
exigencias  derivadas  de  la  magnitud  de  estos  objetivos, 
se  requiere  también  el  planteamiento  anticipado  de  los 
problemas  potenciales  a  los  que  previsiblemente  deba 
enfrentarse  la  puesta  en  práctica  de  los  programas  de 
trabajo  extensionales  de  la  Universidad,  con  un  per¬ 
manente  empeño  por  ajustarlos  a  las  características,  ne¬ 
cesidades,  demandas  y  aspiraciones  de  aquellos  a  quie¬ 
nes  se  dirigen. 

Al  plantearse  el  problema,  es  frecuente  que  toda  la 
atención  se  centre  en  determinar  sólo  desde  el  gabinete 
del  planificador  qué  se  debe  enseñar.  Esto  es  sintomáti¬ 
co  de  proyectos  que  no  logran  apreciar  la  relación  entre 
los  contenidos  y  los  rasgos  característicos  de  los  sujetos 
de  la  extensión,  como  si  aquéllos  pudieran  ser  definidos 
por  elementos  independientes  de  éstos.  La  efectividad 
de  los  programas  de  extensión  académica  y  la  mayor 
precisión  de  sus  modalidades  de  servicio  institucional, 
dependen  de  la  atención  que  se  preste  a  las  correlacio¬ 
nes  previsibles  entre  contenidos,  métodos  e  instrumentos, 
así  como  a  su  ubicación  en  el  tiempo,  los  sitios  más  in¬ 
dicados  para  su  realización  y,  desde  luego,  a  las  carac¬ 
terísticas  de  los  sectores  receptores.  La  correlación  de 
todos  estos  factores  no  es  indiferente  al  orden  de  trata¬ 
miento.  En  realidad  la  determinación  de  a  quién  o  a 


35 


,  quiénes  se  dirigen  los  servicios  de  extensión,  antecede 
al  resto  de  los  factores,  supuesto  que  sólo  así  es  posible 
examinar  la  oportunidad  para  la  aplicación  de  los  pla¬ 
nes  y  en  primer  término  determinar  sus  contenidos  y 
métodos.  La  técnica  no  es  otra  que  la  expresión  de  las 
hipótesis  y  de  la  teoría  que  le  sirve  de  sustento,  la  veri¬ 
ficación  teórica  y  empírica  de  su  validez,  la  adecuación 
sistemática  y  su  ajuste  en  todo  caso,  a  un  conjunto  de 
valores  bilateralmente  establecidos,  relevantes  para  los 
que  participan  en  el  proceso  y  puestos  al  servicio  del 
país. 

Para  la  extensión  de  los  beneficios  de  la  cultura  tan¬ 
to  como  para  la  realización  de  los  otros  fines  primor¬ 
diales  de  la  Universidad,  los  principios  de  libertad  de 
cátedra  y  libertad  de  investigación  constituyen  su  fun¬ 
damento,  y  ambos  podrían  integrarse  en  el  principio 
más  amplio  de  la  libertad  académica.  Esta  se  entiende, 
“en  las  relaciones  externas  de  la  Universidad,  como  au¬ 
tonomía  frente  a  la  sociedad,  el  Estado,  las  organiza¬ 
ciones  gremiales  y  profesionales”.3"  El  ejercicio  de  la 
libertad  académica  no  está  exento  de  responsabilidad. 
Por  ello,  los  proyectos  extensionales  estarán  determina¬ 
dos  tanto  por  la  voluntad  de  la  institución  y  la  conside¬ 
ración  ordenada  de  los  fines,  necesidades  y  posibilida¬ 
des  de  la  misma,  como  por  los  intereses  concretos  de 
los  que  participan  en  su  ejecución. 

La  UNAM  a  través  de  la  expedición  de  certificados 
y  títulos  da  fe  pública  de  los  resultados  de  actos  con¬ 
fiados  a  sus  maestros  y  alumnos,14  sin  embargo,  para  la 
realización  de  tareas  confiadas  a  profesores  y  estudian¬ 
tes  en  el  campo  de  la  extensión  — donde  no  se  expiden 
este  tipo  de  documentos —  los  procedimientos  para  la 
elaboración  de  planes  y  programas  no  se  formulan  sin 
responsabilidad  para  la  institución.  La  responsabilidad 
institucional  y  la  responsabilidad  personal  de  los  que  in¬ 
tervienen  en  el  diseño  de  los  planes  y  en  su  ejecución, 
debe  ser  motivo  de  un  estudio  cuidadoso.  La  demostra¬ 
ción  de  aptitud  para  este  campo  debe  ser  rigurosamen¬ 
te  observada  mediante  procedimientos  idóneos.  El  im- 


36 


pulso  que  se  dé  a  la  extensión  académica  está  profun¬ 
damente  vinculado  a  la  reflexión  sistemática  y  a  la  pre¬ 
cisión  de  estas  cuestiones,  a  la  conformación  de  un  agu¬ 
do  espíritu  crítico,  a  la  realización  de  un  análisis  im¬ 
placablemente  realista  de  las  circunstancias  en  que  se 
va  a  realizar,  a  los  condicionamientos  particulares  de 
los  universitarios  a  cuyo  cargo  queda  esta  misión  y  a 
los  condicionamientos  de  los  beneficiarios.  Con  ello,  en 
modo  alguno  se  niega  valor  a  la  sensibilidad  individual, 
a  la  institución,  o  a  la  iniciativa  personal.  Sólo  se  quiere 
prevenir  respecto  a  los  obstáculos  que  la  realidad  pre¬ 
senta,  no  para  retroceder  ante  ellos,  sino  para  afrontar¬ 
los  institucionalmente  con  la  mayor  conciencia. 

Para  la  realización  de  la  función  académica,  los  pla¬ 
nes  y  programas  oficiales  constituyen  el  marco  de  refe¬ 
rencia  fundamental  del  carácter  de  la  institución.  De  di¬ 
cho  marco  se  derivan  planes  particulares  alternativos  y 
complementarios,  de  grupos  o  de  individuos.35  Tomando 
en  cuenta  lo  anterior,  es  necesario  trazar  cauces  institu¬ 
cionales  que  configuren  claramente  los  caminos  que  de¬ 
ban  seguirse  para  la  proyección  social  de  la  Universi¬ 
dad.  Así  también,  parece  indispensable  el  examen  con¬ 
tinuo  de  la  variedad  de  situaciones  que  a  la  Universidad 
imponen  las  condiciones  de  la  sociedad  que  la  rodea, 
a  fin  de  prevenir  los  riesgos  que  se  presentan  en  todo 
intento  de  fijar  normas  generales.  Considérese,  por  ejem¬ 
plo,  el  riesgo  real  de  adoptar  un  esquema  básico  ajusta¬ 
do  teóricamente  a  principios  de  beneficio  colectivo,  sin 
ver  aún  su  servicio  práctico  a  los  intereses  que  pueden 
contradecir  dichos  principios,  Más  aún,  el  trazo  de  la 
extensión  académica  deja  al  descubierto  la  posibilidad 
de  caer  en  prácticas  “asistencialistas”  o  “instrumenta- 
listas”  ajenas  a  los  fines  mismos  de  la  institución.16 


37 


VIII.  consideraciones  finales 

Los  principios  básicos  de  la  Universidad  en  materia  de 
extensión  académica,  a  partir  de  los  cuales  parece  po¬ 
sible  precisar  conceptos  y  fijar  niveles  de  abstracción 
permisibles  son: 

1.  La  realización  articulada  de  la  extensión  acadé¬ 
mica  ajustada  a  las  necesidades  sociales  y  a  las  condi¬ 
ciones  de  su  tiempo,  a  fin  de  fortalecer  los  procesos  de 
formación  cultural  y  coadyuvar  al  desarrollo  nacional 
independiente, 

2.  El  establecimiento  de  procedimientos  instituciona¬ 
les  de  planeación  y  participación  para  la  definición  de 
prioridades,  criterios,  líneas  directrices  y  estrategias  ge¬ 
nerales  de  política  extensional. 

3.  El  aprovechamiento  óptimo  de  la  capacidad  ins¬ 
talada  de  la  Universidad  mediante  procedimientos  que 
posibiliten  la  multiplicación  coordinada  de  esfuerzos  con 
otras  instituciones  que  realizan  tareas  análogas  y,  el 
concurso  organizado  de  dicha  capacidad  en  un  empeño 
de  proyección  social.* 

4.  El  diseño  de  planes  y  programas  generales  dirigi¬ 
dos  hacia  el  interior  y  hacia  el  exterior,  mediante  pro¬ 
cedimientos  rigurosos  que  contemplen  los  géneros  de 
conocimientos,  capacitación  y  destrezas  en  su  relación 
coherente  con  los  sectores  objeto  de  la  extensión;  la  es¬ 
tructura  metodológica  y  medios  que  se  juzguen  más  efi¬ 
cientes,  los  mecanismos  idóneos  para  garantizar  y  es¬ 
tablecer  los  límites  de  la  responsabilidad  personal  e 
institucional  y,  los  sistemas  por  los  cuales  la  Univer- 

*  La  multiplicación  de  esfuerzos  a  través  de  convenios  con  institu¬ 
ciones  y  organismos  que  persigan  parecidos  propósitos,  mejora  las  posi¬ 
bilidades  de  realización.  Así,  la  Universidad  puede  vincularse  con  orga¬ 
nismos  públicos  y  privados,  colaborar  en  tareas  de  servicios  comunes, 
ampliar  sus  marcos  siempre  que  con  esto  no  se  coarte  la  libertad  de 
decisión  de  la  institución  o  suponga  la  subordinación  de  sus  princi¬ 
pios. 


38 


sidad  esté  en  situación  de  asimilar  mejor  las  necesida¬ 
des  sociales. 

5.  El  apego  irrestricto  al  principio  de  libertad  aca¬ 
démica  y  el  reconocimiento  del  derecho  de  los  promo¬ 
tores  de  la  labor  extensora  para  formular  planes  y  pro¬ 
gramas  alternativos,  dentro  del  espacio  funcional  de  las 
normas  y  planes  generales  de  la  Institución,  sus  dispo¬ 
siciones  particulares  y  su  reglamentos. 

6.  La  formación  de  una  conciencia  general  sobre  la 
importancia  — y  el  compromiso —  de  que  los  profesores 
y  estudiantes  universitarios  participen  en  el  proceso,  así 
como  la  implantación  de  una  política  básica  de  fomento 
de  la  misma,  sobre  la  base  de  procurar  conciliar  las 
prioridades  de  los  proyectos  nacionales  de  desarrollo 
económico  y  social  con  los  planes  internos  que  la  Ins¬ 
titución  establezca  para  cumplir  con  sus  fines. 

7.  La  articulación  efectiva  de  las  tareas  extensionales, 
con  la  docencia  y  la  investigación,  que  mejor  permita 
a  las  primeras  cumplir  con  su  compromiso  de  partici¬ 
pación  en  el  proceso  social  de  creación  de  la  cultura, 
de  reforzamiento  de  los  procesos  de  desarrollo  nacio¬ 
nal,  de  fortalecimiento  de  la  independencia  del  país  y 
de  promoción  de  la  justicia  social  y  la  equidad. 

En  suma,  la  extensión  académica  es  una  labor  a  la  que 
corresponde  una  multiplicidad  de  efectos  directos  e  in¬ 
directos.  Puede  decirse  que  estimula  el  espíritu  comu¬ 
nitario  de  la  Universidad  en  su  empeño  de  participación 
conjunta:  profesores,  investigadores,  pasantes,  alumnos 
en  general.  Sirve,,  de  igual  manera  al  reforzamiento  de 
planes  y  programas  de  estudios  al  ofrecer  opciones  para 
una  formación  cultural  más  amplia.  Constituye  un  ele¬ 
mento  de  enlace  entre  la  Universidad  y  la  sociedad,  que 
se  da  principalmente  a  través  de  la  labor  extramuros. 
Tiene  efectos  compensatorios  y  de  equilibrio  nada  des¬ 
preciables  sobre  la  desigualdad  social,  de  modo  especial 


39 


sobre  la  desigualdad  de  oportunidades  educativas.  Influ¬ 
ye  positivamente  en  los  mecanismos  que  condicionan  la 
movilidad  social. 

Además,  en  una  sociedad  dualista,  en  la  que  la  com¬ 
patibilidad  de  los  intereses  de  las  minorías  privilegia¬ 
das  y  los  intereses  básicos  de  la  mayoría  es  limitada,  la 
extensión  universitaria  y  de  manera  especial  la  extensión 
académica  cumple  una  finalidad  integradora  y  de  re¬ 
forzamiento  de  la  solidaridad  y  de  la  cohesión  social 
en  la  libertad,  al  tiempo  que  sirve  de  puente  entre  las 
llamadas  cultura  superior  y  cultura  popular,  ambas,  ex¬ 
presiones  particulares  de  la  cultura  nacional. 

Por  último,  tomando  en  cuenta  la  necesaria  interrela¬ 
ción  de  los  diversos  géneros  de  extensión  universitaria 
y,  consecuentemente  de  la  validez  aplicativa  de  ciertas 
generalizaciones,  ia  constatación  de  experiencias  sobre 
extensión  académica  propicia  su  observación  rigurosa  y 
con  ésta,  dentro  de  un  empeño  sostenido  en  el  sentido 
del  tiempo,  el  establecimiento  de  normas  operativas  para 
el  diseño  de  planes  y  programas  alternativos  viables  que: 
perfeccionen  la  conceptualización  de  la  extensión,  es¬ 
timulen  un  mayor  consenso  sobre  el  resultado  de  los 
esfuerzos  de  conceptualización,  y  finalmente,  cierren  la 
brecha  existente  por  muchos  años  entre  teoría  y  práctica 
por  lo  que  hace  a  su  instrumentación. 

En  consecuencia,  reviste  la  mayor  importancia  la  rea¬ 
lización  de  eventos  como  el  Simposio  Internacional  de 
Extensión  Académica.  El  intercambio  de  opiniones  y  la 
transmisión  de  experiencias  son  de  gran  utilidad  para 
la  identificación  de  caminos  alternativos,  para  la  ins¬ 
trumentación  de  mecanismos  de  cooperación  y  proyectos 
regionales  y  para  el  establecimiento  de  estrategias  co¬ 
herentes  de  desenvolvimiento. 


40 


APÉNDICE 

ESCUELA  DE  VERANO  DE  LA  UNIVERSIDAD  NACIONAL 

1)  Ciclos  correspondientes  al  primer  año  de  labores. 
En  el  primer  ciclo  se  ofrecieron  las  siguientes  asignatu¬ 
ras:  Literatura  Española  (Drama  moderno)  por  el  Lie. 
Julio  Torri;  Lengua  Española  (Gramática)  por  el  Lie. 
Pedro  Henríquez  Ureña;  Historia  de  México  (Periodo 
de  Independencia)  por  Luis  Castillo  Ledón;  Arte  mexi¬ 
cano  (artes  menores)  por  Manuel  Romero  de  Terreros; 
Arte  mexicano  (Pintura,  Arquitectura,  Escultura)  por 
el  Arq.  Manuel  Ituarte;  Arqueología  mexicana,  por  el 
Lie.  Ramón  Mena;  Lectura  e  interpretación  de  textos, 
por  el  Lie.  Ricardo  Gómez  Robelo;  Conversación  espa¬ 
ñola,  por  Antonio  Adalid;  Lectura  en  voz  alta,  por  la 
Sra.  Eugenia  Torres  de  Meléndez  y  Literatura  mexica¬ 
na,  por  el  Lie.  Pedro  Henríquez  Ureña. 

El  segundo  ciclo  comprendió  los  siguientes  cursos:  Lite¬ 
ratura  mexicana,  por  Carlos  Cámara;  Lengua  Española 
(Gramática),  por  Raimundo  Sánchez;  Lectura  e  inter¬ 
pretación  de  textos,  por  el  Lie.  Ricardo  Gómez  Robelo; 
Historia  de  México  (La  Reforma  y  la  Revolución  de 
1910),  por  el  Lie.  Vicente  Lombardo  Toledano;  Arqueo¬ 
logía  Mexicana,  por  el  Lie.  Ramón  Mena ;  Arte  mexica¬ 
no  (artes  menores)  por  Manuel  Romero  de  Terreros; 
Arte  mexicano  (Pintura,  Escultura,  Arquitectura)  por  el 
Arq.  Manuel  Ituarte;  Geografía  de  México,  por  Abel  J. 
Ayala;  Conversación  Española,  por  Juan  Crespo  de  la 
Serna;  Lectura  en  voz  alta,  por  la  Sra.  Eugenia  Torres 
de  Meléndez  y  Fonética,  por  G.  Oscar  Russell. 

Se  impartieron  además,  dos  conferencias:  el  Lie.  Eze- 
quiel  A.  Chávez  disertó  sobre  “Las  relaciones  entre  Mé¬ 
xico  y  los  Estados  Unidos  y  la  influencia  de  los  maestros 
en  ella”  y  Gregorio  Torres  Quintero  sobre  “Plantas  me¬ 
xicanas”. 


41 


2)  Materias  correspondientes  al  programa  de  los  cur¬ 
sos  de  1922. 

Lengua : 

Gramática  Española,  Fonética  Española,  Filología,  Lec¬ 
tura  e  interpretación  de  textos  españoles,  Conversación  y 
composición  españolas. 

Literatura: 

9  _ 

Literatura  Española:  Cervantes;  El  drama  de  los  siglos 
de  oro;  El  drama  de  los  siglos  xix  y  XX;  La  novela  de 
los  siglos  xix  y  xx;  Literatura  hispanoamericana:  Figu¬ 
ras  principales  de  la  literatura  en  las  Antillas,  la  Amé¬ 
rica  Central  y  la  América  del  Sur;  Literatura  mexica¬ 
na;  Literatura  comparada. 

Geografía  e  Historia  Natural: 

Geografía  de  México;  Geografía  de  la  América  Latina; 
Fauna  y  flora  de  México. 

La  vida  y  la  historia  de  la  América  Española: 

La  vida  en  la  América  Española;  Historia  de  la  Améri¬ 
ca  Latina;  Historia  de  México;  Organización  política  y 
jurídica  de  México;  La  educación  en  México,  su  histo¬ 
ria  y  sus  tendencias;  Evolución  de  las  ideas  en  México. 
Artes  plásticas  y  música: 

Arte  Español;  Arte  Mexicano;  Artes  menores,  colonia¬ 
les  y  populares  en  México;  Arqueología  Mexicana;  La 
Canción  Mexicana. 

Enseñanza  comercial. 

Correspondencia  y  métodos  comerciales,  Taquigrafía  Es¬ 
pañola. 

3)  Profesorado: 

Abel  J.  Ayala,  ex-Director  General  de  Instrucción  Públi¬ 
ca;  Luis  A.  Baralt  Jr.,  doctor  en  filosofía  y  letras  de  la 
LIniversidad  de  La  Habana  y  Maestro  en  artes  de  la  Uni¬ 
versidad  de  Harvard  (Estados  Unidos) ;  Adolfo  Best, 
inspector  general  de  cursos  de  dibujo  en  la  Secretaría 
de  Educación  Pública;  Honorato  Bolaños,  catedrático  de 
historia  en  la  Universidad;  Alfonso  Caso,  catedrático  de 
filosofía  en  la  Universidad;  Luis  Castillo  Ledón,  Direc- 


42 


tor  del  Museo  Nacional  de  Arqueología,  Historia  y  Et¬ 
nología;  Eduardo  Colín,  ex-catedrático  de  literatura  en 
la  Universidad;  Daniel  Cosío  Villegas;  Jorge  Juan  Cres¬ 
po  de  la  Serna,  catedrático  de  idiomas  en  la  Univer¬ 
sidad;  Carlos  Díaz  Dufoo  Jr.,  catedrático  de  írloso- 
fía  en.  la  Universidad;  Jorge  Enciso,  Inspector  de 
Monumentos  Artísticos;  Ofelia  Garza,  profesora  de 
castellano  en  la  Universidad;  Ricardo  Gómez  Ró¬ 
belo,  Jefe  del  Departamento  de  Relias  Arte^  en  la 
Secretaría  de  Educación  Pública;  Carlos  González 
Peña,  catedrático  de  castellano  en  la  Universidad, 
miembro  de  la  Academia  Mexicana;  Palma  Gui¬ 
llen,  profesora  de  Psicología  en  la  Escuela  Normal 
de  Maestras;  Pedro  Henríquez  Ureña;  Alba  Herrera 
Ogazón,  profesora  de  la  Escuela  Nacional  de  Música; 
Manuel  Ruarte,  catedrático  de  Arquitectura  en  la  Es¬ 
cuela  de  Bellas  Artes  de  México;  Vicente  Uombardo  To¬ 
ledano,  catedrático  de  Filosofía  de  la  Universidad;  Ra¬ 
món  Mena,  Jefe  del  Departamento  de  Arqueología  del 
Museo  Nacional  de  México;  Tomás  Montaño,  catedráti¬ 
co  de  idiomas  en  la  Universidad;  Federico  de  Onis; 
Miguel  Palacios  Macedo,  catedrático  de  Historia  en  la 
Universidad;  Carlos  Pellicer  Cámara,  catedrático  de 
Castellano  en  la  Universidad;  José  Pijoán,  catedrático  de 
la  Universidad  de  Toronto  (Canadá),  antiguo  profesor 
de  la  Escuela  Superior  de  Arquitectura  de  Barcelona,  y 
de  la  Escuela  de  España  en  Roma  (Artes  Plásticas) ; 
Manuel  Romero  de  Terreros;  G.  Oscar  Rusel!,  catedrᬠ
tico  de  lenguas  romances  en  la  Universidad  de  Utah 
(Estados  Unidos) ;  Mariano  Silva  Aceves,  ex-secretario 
de  la  Universidad;  Salomón  de  la  Selva,  catedrático  de 
idiomas  en  la  Universidad,  ex-catedrático  de  lenguas  ro¬ 
mances  en  Williams  College  (Estados  Unidos) ;  Jaime 
Torres  Bodet,  catedrático  de  Literatura  en  la  Universi¬ 
dad;  Julio  Torri,  catedrático  de  Literatura  en  la  Univer¬ 
sidad;  Luis  G.  Urbina,  catedrático  de  Literatura  en  la 
Universidad.* 

*  Boletín  de  la  Secretaría  de  Educación  Pública.  Tomo  I,  núm.  I, 
México,  mayo  de  1922,  pp.  213-256. 


43 


4)  Resumen  Cronológico. 

En  1928,  la  Escuela  de  Verano  otorga  el  grado  de  Maes¬ 
tro  de  Artes  Especializado  en  Eápañol,  reconocido  por 
universidades  norteamericanas  como  equivalente  al  Mas- 
ter  of  Arts. 

En  1929,  la  Ley  Orgánica  de  la  Universidad  Nacional 
Autónoma  señala  en  el  inciso  j  del  primer  artículo  tran¬ 
sitorio,  que  la  Escuela  de  Verano  dependerá  directamen¬ 
te  del  Departamento  de  Intercambio  Universitario. 

En  el  Estatuto  de  la  Universidad  Nacional  Autónoma 
de  México  de  1936,  se  menciona  a  la  Escuela  de  Verano 
dentro  de  las  instituciones  docentes  de  la  Universidad. 

En  1944,  comienzan  a  impartirse  anualmente  los  cursos 
de  Extensión  de  la  Universidad  Nacional  Autónoma  de 
México  en  San  Antonio,  Texas. 

En  1947,  la  Escuela  de  Verano  se  integra  al  Departa¬ 
mento  de  Difusión  Cultural. 

En  1950,  se  le  denomina  Escuela  de  Verano  y  Cursos 
Temporales. 

En  1951,  se  establecen  las  cuatro  jornadas  correspon¬ 
dientes  a  las  cuatro  estaciones  del  año. 

En  1955,  la  Escuela  se  traslada  del  edificio  de  los  "‘Mas¬ 
carones”,  en  San  Cosme  71,  a  instalaciones  dentro  del 
edificio  de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras  en  la  Ciu¬ 
dad  Universitaria. 

En  1956,  se  le  llama  Dirección  de  Cursos  Temporales 
y  en  1966,  se  le  da  el  nombre  de  Dirección  General  de 
Cursos  Temporales. 

En  1972,  se  funda  la  Escuela  Permanente  de  Extensión 
en  San  Antonio,  Texas. 

En  febrero  de  1977,  se  adscribe  a  la  Coordinación  de 
Extensión  Universitaria. 

En  enero  de  1978,  se  le  denomina  Dirección  General  de 
Extensión  Académica  y  se  amplían  sus  funciones  y  mar¬ 
co  de  acción. 


44 


5)  Relación  de  Directores  de  la  Escuela  para  Extran¬ 
jeros  desde  su  fundación. 


José  Vasconcelos  1921 

Pedro  Henríquez  Ureña  1922-23 

Moisés  Sáenz  1924 

Tomás  Montaño  1925-27 

Julio  Jiménez  Rueda  1928-32 

Pablo  Martínez  del  Río  1933-44 

Francisco  Villagrán  1945-47 

Enrique  Loaiza  1948-49 

Francisco  Monterde  1950-54 

Antonio  Castro  Leal  1955-66 

María  del  Carmen  Millán  1967-70 

Raúl  Ortiz  y  Ortiz  1971-1975 

Elsa  Rieler  1976 


6)  Instalaciones  que  ocupó  la  Escuela  de  Verano. 

De  1921  a  1925  los  cursos  se  impartieron  en  la  Escue¬ 
la  Nacional  de  Altos  Estudios,  Lie.  Verdad  y  Av.  Gua¬ 
temala. 

De  1926  a  1954  en  “Mascarones”,  Ribera  de  San  Cos¬ 
me  71. 

De  1955  a  1976  en  Filosofía  y  Letras,  UNAM. 

En  1977  en  la  “Escuela  para  extranjeros”,  Av.  Univer¬ 
sidad  3  000,  ahora  Dirección  General  de  Extensión  Aca¬ 
démica. 


REFERENCIAS 


1  Conferencias  del  Ateneo  de  la  Juventud.  Centro  de  Estudios  Filo¬ 
sóficos,  UNAM,  Nueva  Biblioteca  Mexicana,  núm.  5,  México.  1962,  pp. 
13-14. 

2  REYES,  ALFONSO.  Pasado  Inmediato ,  Fondo  de  Cultura  Econó¬ 
mica,  México,  1960,  pp.  209. 

3  Estatutos  de  la  Universidad  Popular  Mexicana.  México,  1912. 

4  Boletín  de  la  Universidad  Popular  Mexicana.  Tomo  IV,  México, 
1918. 

5  Boletín  de  la  Secretaría  de  Educación  Pública.  Tomo  1,  núm.  2, 
México,  septiembre  1922,  p.  54. 

'6  Boletín  de  la  Universidad ,  IV  época,  tomo  III,  núm.  6.  México, 
1921,  p.  83. 

7  HENRÍQUEZ  UREÑA,  PEDRO.  Universidad  y  Educación,  México, 
UNAM,  1969. 

8  KRAUZE.  ENRIQUE.  Caudillos  culturales  de  la  Revolución  Mexi¬ 
cana ,  México,  Siglo  xxi,  1976. 

9  LATORRE,  ÁNGEL.  Universidad  y  Sociedad.  Barcelona,  Ediciones 
Ariel,  1964,  pp.  199  y  200. 

10  LATAPI,  PABLO.  Universidad  y  Sociedad.  Un  enfoque  basado  en 
las  experiencias  latinoamericanas,  México,  UNAM,  Deslinde  no.  85,  1977. 

11  AXFORD,  ROGER  W.  Fundamentos  y  propósitos  de  la  educación 
de  adultos ,  Argentina,  Editorial  Troquel,  1976. 

12  SOBERÓN,  GUILLERMO.  La  Universidad  y  el  cambio  social.  Con¬ 
ferencia  Magisterial  Miguel  Jiménez,  Academia  Nacional  de  Medicina, 
Nov.  30,  1977.  Inédito. 

13  GONZÁLEZ  CASANOVA,  HENRIQUE.  Los  planes  y  programas 
de  estudio  de  la  UNAM .  Lecturas  complementarias,  volumen  IV,  México, 
UNAM,  Comisión  de  Nuevos  Métodos  de  Enseñanza,  1975. 

14  GONZÁLEZ  CASANOVA,  HENRIQUE.  La  obligatoriedad  de  los 
programas  de  estudio  de  la  UNAM.  op.  cit. 

IBID. 

16  LATAPI,  PABLO,  op.  cit. 


Editor:  Lie.  José  A.  Treviño  R. 

Supervisor:  Andrés  Martínez  Crespo 
Centro  de  Estudios  sobre  la  Universidad 
Unidad  Bibliográfica,  Centro  Cultural 
Universitario,  C.U. 

México  20,  D.  F. 


TOMO  XI:  121  ■  Rodolfo  Lara  y  Jorge  Madrazo.  LA  MUJER  EN  LA  UNIVERSI¬ 
DAD.  EL  CASO  DE  LA  UNAM;  122«  Camilo  Mena.  BREVE  HISTORIA  DE  LA 
UNIVERSIDAD  CENTRAL  DE  ECUADOR;  123  ■  Guillermo  Soberón.  LAS  UNI¬ 
VERSIDADES  MEXICANAS  Y  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS;  1 24«  Angel  Vian  Or- 
tuño.  POEMA  Y  PROBLEMA  SOCIAL  DEL  DESARROLLO  CIENTIFICO- 
TECNOLOGICO;  1 25  ■  Diego  Valadés.  LAS  LEYES  ORGANICAS  DE  LA  UNIVER¬ 
SIDAD  NACIONAL  AUTONOMA  DE  MEXICO;  1 26 «Gilberto  Silva  Ruiz.  NUEVOS 
"ESPACIOS  ACADEMICOS”.  UNA  ALTERNATIVA  MAS  A  LA  DESCENTRALIZA¬ 
CION  DE  LA  EDUCACION  SUPERIOR  EN  MEXICO;  127  ■  Fernando  Curiel.  LA 
RADIODIFUSION  UNIVERSITARIA;  128«Luis  J.  Molina  Piñeiro,  Marcela  Barnet- 
che  Montero.  Arturo  Sánchez  Vázquez.  ANALISIS  DE  CONTENIDO  DE  LOS  EDI¬ 
TORIALES  EN  DIEZ  DIARIOS  DEL  D.  F„  EN  TORNO  A  LA  SUSPENSION  ILEGAL 
DE  LABORES  EN  LA  UNAM.  PROMOVIDA  POR  EL  STUNAM,  DURANTE  EL  LAP¬ 
SO  JUNIO-JULIO  DE  1977;  129«José  Eduardo  López  Latorre.  SITUACION  HIS¬ 
TORICA  DE  LA  EDUCACION  SUPERIOR  EN  MEXICO;  130  ■  Cuauhtémoc  Valdés 
Olmedo  y  Guillermo  Soberón  Acevedo.  ESFUERZOS  RECIENTES  DE  LA  UNIVER¬ 
SIDAD  NACIONAL  AUTONOMA  DE  MEXICO  EN  EL  DESARROLLO  DEL  PAIS; 
1 3 1  ■  Fernando  Jiménez  Mier  v  Terán.  COYUNTURA  EN  QUE  SURGE  LA  LEY  OR¬ 
GANICA  DE  LA  UNAM;  132  ■  Jorge  Mario  García  Laguardia.  LA  AUTONOMIA 
UNIVERSITARIA  EN  AMERICA  LATINA  Y  MEXICO 


RECTOR 

DR.  OCTAVIO  RIVERO  SERRANO 
SECRETARIO  GENERAL  ACADEMICO 
LIC.  RAUL  BEJAR  NAVARRO 
SECRETARIO  GENERAL  ADMINISTRATIVO 
C.P.  RODOLFO  COETO  MOTA 
COORDINADOR  DE  HUMANIDADES 
LIC.  DIEGO  VALADES 

CENTRO  DE  ESTUDIOS  SOBRE  LA  UNIVERSIDAD 

ACT.  CUAUHTEMOC  VALDES  OLMEDO